jueves, 17 de marzo de 2011

BERTA

Los tres golpes de la portera, durante años. Por si el despertador no despertaba.
Maestra de veinte niños, de cuarenta, de cincuenta y tres, alumnos que se multiplicaban y apenas diferenciaba. Le dio el horror de la locura y el beneficio de la licencia por psiquiatría. Berta tuvo como destino el pabellón de intermedios.
Las sesiones con el psiquiatra la fatigaban. Como siempre eran profesionales diferentes, comenzó a ser personas diferentes, con alteraciones leves. Sabía cómo tranquilizar a un psiquiatra, ponía los ojos sabios y nobles. Hacían sentir al psi. como un enfermo recurrente, injusto y tacaño.
Berta tenía ausencias que la ponían niña de seis años y hablaba y se movía como de esa edad. Creció y quiso volver a la escuela, convenció a los cinco médicos que le dieron el alta, remisión absoluta.
Cuando las dos niñas llenaban los tinteros Berta apareció de atrás y las degolló. Llenó el resto con tinta roja sangre y escribió perdón en todas las paredes.

1 comentario:

  1. Maestra de otras épocas, Berta. Supongo que las actuales sentirán deseos de degollar cuando los chicos las escupen o les incendian los cabellos.
    Bravo por los profesionales que la atendían.

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