martes, 30 de noviembre de 2021

HAY QUE AHORRAR

 

   Antes de ir a dormir, apagar todas las luces de la casa, heladera inclusive. Desenchufar el teléfono fijo y el tele, porque esas lucecitas rojas gastan. Se puede prescindir de la calefacción a gas con una bata vieja de pirineo, de la Abuela, o un sobretodo andrajoso. Si esto no fuera suficiente, cubrirse con el acolchado de la cama, como el gas estará apagado, no correrá peligro bonzo. Si tiene estufas eléctricas, sáquelas a la calle, alguien se las llevará, no gaste en calor eléctrico.

   El papel higiénico se puede reemplazar con el uso del bidet, en el traslado del inodoro cierre bien los cuartos traseros, para no usar el papel ahorrado. No le apriete el botón, hasta que haya concurrido toda la familia, con un apriete es suficiente. Si no lo fuere, extraiga agua de su pileta y le echa un balde.

   Junte agua de lluvia en fuentones viejos y podrá darles uso, para lavados de cabeza, regar los perejiles si hay seca, o para beber si es prístina de lluvia, sin hojuelas o moscas muertas.

    Fuera los rollos de cocina, el secado de la vajilla se realiza en la mesada. Hay soluciones para fuentes u ollas grandes, reflote los repasadores escondidos en el fondo del placard, los reconocerá por los bordados de su Madre. El agua, recurso no renovable. Entre en la bañera, abra la canilla y mójese, cierre la canilla. Enjabone la esponja y raspe la mugre estacionada en su cuerpo. Abra la canilla y enjuáguese rápidamente, cierre y séquese con una tohalla de mano, para no gastar en su lavado posterior. Dúchese una vez por semana, el sábado es un día ideal.

   Suprima el pan, hincha su abdomen y es caro. Exponga al sol una cacerola con un puñado de perejil, tendrá caldo para el almuerzo y  cena, el estómago se acostumbra a comer frío. Para que vire en sopa sustanciosa, busque en la alacena de seguro encontrará tostadas viejas, rómpalas y las agrega al brebaje.

   Las boletas de gas, luz y teléfono le llegarán, sus valores serán su sueldo entero. Poco a poco, no hay que desesperar, todos debemos contribuir.

Éste es un mensaje de la Presindencia de la Nación, para todos los habitantes que con su contribución, convencerán al FMI (Financiera Melindre Inocua) que nos presten a la brevedad, los dineros para el Bienestar Político, Militar, Académico. El pueblo cuenta con la ayuda de Dios, para ellos es más que suficiente.

                ¡Viva la Patria!, aunque todos Uds perezcan. 

lunes, 29 de noviembre de 2021

PREVISIBLES SORPRENDENTES

 

   Estoy cansada, muy cansada. Un Tío me regaló un pasaje de autobús con cama. Recorría pueblos coloniales con historias sobrecogedoras. (Perdón por la coincidencia de estas palabras.)

   Lo único que llevaba en la mochila, era un pijama y pantuflas. Cuando subí al autobús encontré mi cama y dormí el cansancio acumulado. Cuando desperté íbamos por el último pueblo colonial. Miré todo con los párpados inflamados. Era un pueblo triste, de casas cerradas y ningún cristiano caminando por ahí.

   En esa parada subió una persona con cara de dormir. Hizo un chiste, que no hizo reír a nadie. Eran pasajeros de sonrisa difícil. Preguntó dónde quedaba su cama. Justo al lado de la mía. Se acostó con muchas ganas de dormir. Cuando llegó la noche roncaba como un elefante. Al cabo de unas horas me preguntó:

   —¿Me das tu mano? La necesito para dormir. Una mano cálida que me haga soñar cosas lindas.

   Yo se la di para que no se sintiera solo. Sé lo que es extender una mano y no encontrar otra mano, por mi historia anterior. No la cuento, es mejor olvidar. Este tipo me inspiraba confianza y las manos se apretaron y durmieron lindo. Nos despertamos con muchas ganas de seguir durmiendo. Nuestras manos estaban violetas de tanto apretar. Con el primer rayo de sol, su mano apoyaba sobre mi teta izquierda y la mía sobre su bragueta. Se escuchó una voz milicada:

   —Bruselas, fin de viaje.

   Si sucedió algo más yo no sé, bajé sola del micro y él no estaba o nunca existió. Estoy cansada, muchísimo más cansada que cuando este viaje comenzó.

domingo, 28 de noviembre de 2021

PARA CREAR

 

   Escuché el arranque de la heladera, abrí los ojos, corrí hacia ella y la desenchufé. Volví a dormir, oí los pasos de Dolores, mi Mujer, que la enchufó nuevamente. Qué ruido hacen los zapatos de Dolores cuando camina y encima volvió a enchufar la heladera, dos sonidos que me dejaron molesto.

   —Mujer, necesito silencio absoluto. Si no, voy a quedar sordo. Sacate los zapatos y acostúmbrate a andar descalza. Estamos en invierno, no se necesitan productos fríos, dejala con el motor detenido y la puerta abierta.

   —Honorato, si me quito los zapatos me congelo y en cuanto a…

   —No hables, rompés el silencio, te pongo una cinta de embalar en la boca. Es un placer para mí que no vuele ni una mosca y si vuela le recorto las alas.

  Mis hijos van a un colegio de pupilos. El fin de semana lo pasan con los vecinos, que por suerte son mudos. Mandé a toda mi familia de vacaciones. Quedó la casa en silencio, empecé a escribir, las ideas me venían, elegí una y cuando tomé mi lapicera y la clásica página en blanco, era testigo, algo me molestó. Tic-tac-tic-tac, era el reloj antiguo de mi Mujer. Me crispó, rompió mi silencio. Le puse pegamento en la agujas y lo acosté boca abajo. Por las dudas salté en su superficie y quedó planchado como una alfombra.

   Escucho la voz más odiada, la voz de Dolores:

   —Sos un sádico, mirá cómo me dejó la boca la cinta de embalar.

   Yo la miré, le faltaban los labios, llenos de querezas infectadas, por comer con la cinta puesta. Después de contar lo que le había pasado, para asegurarme la llevé a la cocina y le corté la lengua. Por el dolor, llamé al Médico, mi Mujer se ahogaba en su propia sangre, cuando quedó blanca, semi muerta, le agradecí su silencio y me dispuse a escribir.

sábado, 27 de noviembre de 2021

SE GANÓ LA GRANDE

 

   El ascensor era un conflicto permanente cuando llovía día por medio. Ella entraba en piloto y botitas animal print, correcto, la mina era un animal. Su idioma consistía en monosílabos o tos seca bien agarrada, hasta silbaba bichofeo cuando subía él, que vivía en el mismo edificio, un piso más abajo. Éste, nublado o con sol usaba paraguas. Bajaban o subían a la misma hora todos los días, fines de semana también. Él odiaba esa vecina y ella no le hacía nada. Olvidó con los años, el tema “Let It Be”. Una mañana de Domingo, él le pidió a Dios y eso que era ateo, que no bajara la mina de arriba, madrugó.

   A las seis estaba de pie, no perpendicular al piso, oblicuo, el paraguas lo ayudaba a mantener la vertical perdida en la noche, por el vino y otras yerbas. Entró en el ascensor sin mirar, sintió el olor a perfume vencido. ¿Quién sino ella?

   Las medidas del ascensor eran inhumanas, estaba hecho con montaplatos reciclados. Bajaban o subían sólo dos personas, codo a codo y verso a verso. Es decir, Buenas Tardes, Buenos Días, Buenas Noches. No se podían agregar otras palabras, porque perdían el oxígeno del engendro. Ya dentro del ascensor, sin proponérselo, metió la punta del paraguas sobre los dedos de la vecina en ojotas, le hizo un agujero notable, la sangre brotaba como un géiser, se detuvo el microascensor entre piso y piso. Él sacó de su bolsillo pañuelitos Elite y se los alcanzaba por el hombro, ella con voz de abeja, le preguntó si no la podía chupar, se refería a la sangre. El vecino interpretó mal, logró poner una pierna de ella en la cintura de él y la otra sobre la puerta del cubículo.

   —Ud, vecina, relájese, que es una postura de película. ¿Vio que ahora los actores tienen sexo de pie?

   La mina no dijo nada, porque el oxígeno se agotaba y ella quería gritar de dolor, no por el agujero del pie, sino por el miembro del vecino, algo nunca visto.

viernes, 26 de noviembre de 2021

FALTAN LAS SOMBRAS

 

   La deforestación comenzó pausada, para construir casitas a los sin techo. Las máquinas amarillas arrancaban de raíz piñoneros que perfumaban el aire, nuestras sábanas olían a piñoneros y los árboles plenos de pájaros, que daban sus conciertos para deleite de todos los que vivían en sus adyacencias.

   Las casas nunca se hicieron. La planicie se cubrió de pasto verde, una llanura, bah. Se le pidió a la Intendencia, que detuviera el arbolicidio. Ninguno se interesó, todos vivían lejos y odiaban los árboles porque tapaban la visión lejana de sus casas, que parecían implantadas en Sta Fe y Arenales o algún lugar de Bs As, cuyos nombres desconozco. ¿Acorde con el paisaje? Olvidate, el puro cemento, vidrio y piedritas blancas.

   Luego llega un verano como éste, de casi cuarenta grados y la gente muere por la calle, mientras el sol se divierte multiplicando su refracción, sobre las inhumanas construcciones. Los árboles de la calle son suprimidos por sus propios dueños. ¡Para no barrer la vereda! Hacía mi caminata matutina  y había luz, miré el follaje y faltaban sombras, me detuve y mis queridos compañeros ya no estaban. Los cortaron de raíz, se escuchaban las lágrimas de los pájaros de nidos perdidos.

   Un sólo trabajador, uno, besaba una rama agonizante y pasaba su lengua por la savia.

jueves, 25 de noviembre de 2021

DOXA

 

   —Hay una nueva Carrera, que se llama “Espantología.” ¿No querés anotarte conmigo, Toribio?

   —¿Y te cura, ché?

   —Te aseguro que no hay curas, se piantaron a Cuba. La cura es estudiar cómo poder rajar del espanto, dentro de aulas académico endogámicas. Las Clases se toman en una nueva Universidad de última generación, se llama: Doxa. Antes te evalúan psíquicamente, si sos paranoico, panicoso, esquizo, fronterizo, psicótico, heroinómano, mentiroso, constipado, cagador, libresco, dogmático, ateo, creyente u oyente.

   —No me contestaste, ¿te cura el miedo aterrador que te da un milico con ametralladora, pidiéndote documentos?

   —Toribio, de eso se trata, de espantar la lógica donde abreva el disparate, me refiero a evitar dispararte en la cabeza.

   —Me interesa suprimir la ideas tanáticas frecuentes, que ya son plaga.

   —Es muy claro lo que decís, lo sublime es que no tenés que estudiar, como no hay fondos, no tendremos Profesores. Lo mejor es que no se aceptan mujeres. Si te ponés a pensar, van a la Facu para enganchar algún gil. Hablan todo el tiempo y según ellas descubrieron la cuestión de género. Que abran un negocio de telas. Solos, vamos a poder andar en bolas los días de calor. ¿Qué me decís, Toribio?

   —Todo fenómeno, pero vamos a tener que cuidarnos el culo.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

PARECIDA

 

   Me gusta ir al cine los sábados, es más barato. Una chica se sentó al lado de mi butaca. Cuando empezó la película, nos rozábamos los brazos. Los apoyabrazos estaban muy cerca.

   Ella masticaba caramelos forrados de celofán, hacía mucho ruido. La gente se quejaba y se le cayeron al piso. Los juntaba con la mano, uno por uno. Después los introdujo en su cartera. Se concentró en la película y las escenas donde ocurrían cosas tristes, se emocionaba y lloraba. La miré de perfil y su nariz era como la mía. Ella quería disimular.

   —Aquí tengo pañuelitos. —le dije en voz baja, me dijo “gracias”, con el hipo de llorar.

   La película terminó con la muerte del personaje. Largó el moco de nuevo y no paraba, ni siquiera en el “The End”.

   —Permitime que te tome del brazo, así salimos.

   Seguía emocionada y decía:

   —¡Qué injusticia, pobrecita!

   Quise resarcirla con un cucurucho de chocolate. No habíamos caminado dos pasos y se le cayó en la vereda. Su sensibilidad era exagerada, lloraba de nuevo por la película, no por el helado. Lo pisó, casi se cae, si no fuera por mí.

   —Disculpá, me olvidé los anteojos. Voy a buscar el auto en el estacionamiento, si querés te llevo.

   Le pregunté, como pudo ver la peli sin los anteojos. Me contestó:

   —Esta es la tercera vez que la veo, me la sé de memoria.

   —¿Y para manejar?

   —Manejo de memoria, no tengas miedo, llevo un GPS que me va indicando.

   La miraba mientras manejaba, hacía los mismos gestos que yo, le dije que nos parecíamos mucho, la diferencia era la nariz.

   —Me hice la cirugía, por eso la mía es respingada.

   Nacimos el mismo día, hasta en eso nos parecíamos. Vivo en camino de tierra y ella también, nos encajamos, había barro, lo tuvimos que sacar y lo sacamos. La chica tenía más fuerza que yo.

   Por fin llegamos a mi casa, me bajé y salió mi Madre a la puerta.

   —¿Se puede saber por qué la trajiste tan tarde?

   —Recién me doy cuenta, somos hermanos. Por olvidarme los anteojos no te reconocí. Sos un tramposo. ¿Cómo no me avisaste?

martes, 23 de noviembre de 2021

QUINTINA MOLDAVA

 

   Libros, jamás apuntes. Fuma hasta las cuatro de la mañana, no prepara mate, para estudiar sin interrupción. Apaga el celular. Si tocan el timbre, no atiende.

   Fuma, lee, fuma, lee, fuma. Levanta la vista y nota que el humo permanece, no hay aire. Le recuerda un mar sin olas ni espacio, pero mar al fin. El agua es el humo que se queda y no se va. Por último cierra el libro que robó a la mañana y devolverá mañana. La librería es de su amiga, pero no quiere pedir prestado, robar la atiborra de adrenalina. La amiga, que se cree tan piola, ni cuenta se da del hurto y la devolución la encuentra siempre de espaldas. Quintina se acuesta al lado de la tabla devenida en escritorio. El último autor de consulta es un tipo sabio, sencillo y cosmogónico. Se acuerda de todo. Que le pregunten nomás, le apuesta a un nueve, no al diez, porque el jefe de la catrera, no, de la cátedra es un infeliz que nunca califica más. Una vez explicó la ausencia del  número, Quintina no quiso escuchar pavadas, fumó sin que el tipo la viera. Olvida apagar la luz, no duerme, se desmaya.

   El despertador la aturde, abre la ventana que da al baldío arbolado, donde cantan los zorzales imitando a las calandrias, de sonidos agudos. Tienen humor los zorzales, hasta se burlan del chimango. Le dan ganas de quedarse a escuchar ese concierto. Decide no bañarse, se cambia el calzón y le pone desodorante al buzo. No le gusta echarse en las axilas, es malo para la piel. Tiene teorías al respecto. Quintina piensa que el cuerpo elimina el agua que le sobra por las axilas. Tiene mal olor, dicen algunos y fruncen la nariz ante la sola idea.

   Viene el micro repleto, ella se sumerge, la gente que la rodea está triste y ausente. No mira más a nadie. Hoy se levantó de buen humor y le dio miedo el contagioso miedo de los solos. La dejaban sin aire. Peor que los puchos, esos van a los pulmones, los otros producían impotencia y derrota. “Moldava Quintina…” llamaron, ni tiempo a ponerse un chicle. Tendría que hablar de lejos, apuntar con sus respuestas hacia otro lado. Tal vez para los idiotas, la baranda costara un triste siete. Entró al claustro, erguida y soberana. Quintina era más bella que los cánones vigentes, tanto que nadie hubiera imaginado que hacía tres días que no se bañaba y dos que no cepillaba sus dientes. Sonrió como Mona Lisa y habló todo el tiempo el tema de su tesis. Miraba a los ojos a los tres analfa que la escuchaban con atención o le miraban las tetas, Quintina no estaba segura. Dejaba silencios acotados, pensando lejos y mucho. Recordó un capítulo que todo el mundo eludía. Tenía complicaciones que Quintina desentrañó mejor que “el catedral”, así bautizó al catedrático. Dijeron: “suficiente”, con gestos de: “quiero más”, los tres le dieron la mano. El catedral en persona la informó de su evaluación: ”Diez”, la beca era suya.

   Volvió caminando para ensoñar los tres años en Praga, no la nueva de los semáforos, sino la vieja, de la memoria. Pasó por la librería de su amiga y le dejó el dinero del libro, el primero que compraba, el diamante de su tesis. Prendió un pucho y lo fumó apretado entre sus dientes. Abrió los brazos como alas para vuelos solitarios. Le molestó que los edificios taparan el sol. Escupió el cigarrillo en las escaleras del subterráneo. La manifestación de cada día le cerró el paso. Le dieron ganas de gritar lo que gritaban. Cortaron la avenida y llegó la policía. Vio mujeres llorando y hombres desesperados. Algo similar a un micro sin ventanas la llevó a Quintina y a otras personas, que insultaban sin defensas ni esperanzas. Le preguntaron su nombre y ella dijo no recordar nada.

   ─¿Y tus contactos, querida? ─interrogó una voz lejana y malvada.

   No pudo responder, le llovieron inesperadas patadas y golpes. Les molestaba su risa desenfadada y la postura de ausente. La encerraron con las putas, que curaron sus heridas y le prestaron consuelo.

   No supo cuántos días fueron. Apareció en la entrada de su casa. El portero y su mujer la subieron, le dieron unos tecitos y bolsas de hielo, llamaron un médico que diagnosticó dos costillas rotas y contusiones benignas. Logró reponerse, pero débil quedó. Su amiga de librería le preparó la valija y todos los documentos que le mandó el decanato. La bañó con dulzura, la vistió de persona y la llevó al aeropuerto. Cuando el avión despegó, pudo ver a su amiga que saludaba a dos manos. Quintina observó cómo Buenos Aires se alejaba gris y sin luces. Cuando prendió un cigarrillo, todo el avión fue un solo grito. Lo apagó de inmediato. Le dio vergüenza y cansancio. Su compañero de asiento le extendió una frazada y reclinó la butaca. Él también, becado y su lugar de destino : Praga. Quintina sonrió al tipo, buen mozo…diverti- zzz y atina-zzz.

   Durmió profundo, como si alguien velara su sueño, por primera vez.

lunes, 22 de noviembre de 2021

GLENDA

 

Las piezas daban a una angosta galería. En la planta baja, un jardín descuidado. Mi pieza con una sola ventana. Había un baño común donde se hacía fila para su uso.

   La Srta salió de una pieza oscura, esperando su turno, llevaba con timidez, shampoo, jabón y tohalla. Le cedí mi lugar, agradeció con voz en fuga. Miré cuando se le deslizó el jabón, por su pelo se despidió del shampoo, el vidrio era traslúcido. Entré yo con premura, casi ni me seco, me vestí y salí a esperar en la esquina. Enfrente ella subió a un auto deportivo, vestía un tahier negro de pollera recta y una camisa blanca nívea. Era una mujer para esperar, valía la pena. Regresó 21.30. Le cerré el paso como sin querer y la invité a tomar unas copas. No era de hacerse rogar, en diez minutos, se cambió por un vestido rojo contundente. Dijo:

   —Ahora viene mi trabajo nocturno, canto, le va a gustar.

   Había dos policías abajo, nos mostraron las credenciales.

   —¿Es usted la Srta Glenda Rosales?

   Ella, con voz de ángel:

   —Sí, soy yo.

   Los policías, con voces oficiales:

   —Tenemos datos fehacientes que Crisanto Del Tuerto era su novio, fue encontrado a las 20 horas, con un disparo reciente en la nuca.

   A ella se le empañaron los ojos.

   —Es el protocolo, Srta Glenda Rosales, debe decir dónde se encontraba usted en el momento del crimen.

   La tomé de los hombros y respondí por ella.

   —La Srta Glenda, se hallaba conmigo, desde las 18 horas.

   Después vino lo que uno aprendió en el cine, las “disculpas”, “si sabe algo más” y el “comuníquese”.

domingo, 21 de noviembre de 2021

PARTE POR PARTE

 

   Melisa hacía abdominales, mañana, tarde y noche. Hasta no llegar a la cintura de avispa, como decía su madre, no iba a detenerse. Contrató un masajista japonés, que le pegaba bofetones alrededor del abdomen y luego con una morsa de madera, le ajustaba tornillos.

   —Tebe dolmil con la molsa puelta.

   Melisa controlaba sus medidas, al comenzar fueron 90-60-90, luego fue 90-54-90, más tarde 90-48-90, se enojó con el centímetro, le echó la culpa, decía que mentía. A su ideal de cintura le faltaba más castigo, para llegar a su objetivo, que una mano de hombre la abarcara entre pulgar e índice. Compró cinta métrica de metal y controlaba el día a día. El japonés no quiso seguir, porque entre la morsa, los bofetones y la cinta métrica, la cintura sangraba.

   —Melila, mis delos de mano shica, le aconseja dejal aquí, ata que se haga cascalilla. Pásele eta clema cinco vez pol día.

   Inclinó su cabeza y cerró la puerta con la sutileza de una pluma. Renovó todo su guardarropa, ese talle merecía vestidos y trajes de diseño. La madre perdía el habla cada vez que miraba a su hija. La cintura de Melisa representaba, el tallo de una flor. Hizo su presentación en sociedad, con doscientos invitados. Tomaron birra, whisky, pisco y tequila. Fumaron porro, hachís y algún valiente se inyectó heroína arábiga.

   Cada vez que Melisa tomaba algo o daba una pitada, sentía que su cintura quebraba. En un rock and roll acelerado, el chico que bailaba con ella, la deslizó bajo sus piernas y luego la arqueó sobre su espalda. Cuando cayó al piso, Melisa estaba quebrada. Llamaron al SOME y la internaron en Urgencias. No la podían mover, o su parte superior quedaría independiente de la inferior. La sangre dejó de fluir con normalidad, primero murió la parte de arriba y luego la de abajo. Único caso, donde una persona necesitó dos ataúdes independientes.

   A uno le pusieron una placa que decía: Melisa Parte I y al otro, Melisa Parte II.

sábado, 20 de noviembre de 2021

MOLICIE

 

   En la provincia estaba bien. Bien aburrida, pero bien. Cansada, nací cansada. Allá no importaba a nadie que me tirara en cualquier lado. Tomé el tren de los crotos, vacío, por suerte. Aquí tengo que trabajar o no como, lavo patios enormes a cambio de mendrugos. Duermo en un cajón de madera con techo, el jergón tiene olor a muchos olores feos. Llego tan cansada de fregar que no pienso, antes me desmayo. Conocí una chica que me habló del viejo loco. El viejo me mira y quiere que le trabaje a él sólo, dijo la chica. Me paga por no hacer nada.

   Tiene cara de malo, pero, yo sé que es bueno. Me saca la ropa despacio y pide que me siente. Hay respaldo. Ayer me pidió que no cierre los ojos, yo le hago caso, él se aleja y dibuja, levanta la cabeza y parece que me va a matar, es su trabajo. Me lo dejó ver terminado. Usó colores fuertes, vivos, parezco yo por dentro, lindo muy lindo. Igual le hablé de mi cansancio vitalicio y pedí abandonar ese trabajo. Se arrodilló y confesó que me amaba como a dios.

   Debo ser fría, porque lo levanté de prepo y me vestí rápido, tenía frío, el viejo me hacía pasar frío, horas de horas. Yo no creo en dios, para mí no es nadie. No le acepté el pago del día, lo vi sufrir por eso. Dormí como cuando fregaba, me despertó la chica, que ahora es mi amiga. Trajo una carta urgente del viejo. Era un regalo, mi amiga dijo que la abriera, a lo mejor era dinero, ella amaba el dinero. El sobre gordo decía “Te amo tanto como para regalarte esto”. Estaba tan cansada que ni ganas de ver qué era, mi amiga lo abrió con desesperación propia. Cuando me desperté no estaba ni mi amiga ni el sobre.

viernes, 19 de noviembre de 2021

VOLVER

 

  ─Lo conseguí en Mercado Libre, mi descubrimiento se lo debo a la revista Elle. Se trata de una especie de inflador invisible con varios catéteres que se introducen bajo la piel llegando a las zonas que quisiéramos voluminizar o algún tipo de aplanamiento. Es difícil de explicar por la cantidad de funciones que cumple.

   ─Ya que tocaste el tema, vos tenés cincuenta, ¿no? Hoy por la mañana te miré y parecías de veinte, después de lavarme la cara y sacarme las lagañas de los ojos. ¡Sí!, tenías veinte años, la piel de una niña tus ojeras desaparecieron, tus pómulos como eran antes, altos y redondeados. El código de barras sobre el labio superior, ya no estaba, igual que las arrugas del estreñimiento.

   Mientras me describía, sus manos se desplazaban con cada descubrimiento, no podía creer la perfección de mis tetas, la altivez y dureza del culo. La vagina virginal, intocada, mis piernas largas lo demolieron. Hacía quince años que vivíamos juntos, ese día faltó a su trabajo e hizo estragos en todo mi cuerpo.

   Hacía tanto tiempo que no jugábamos a eso, lo imaginé de antemano, por eso le puse en el café cinco pastillas de Viagra. Él siguió tan viejo como de sesenta, pero su miembro salía de un agujero y se metía en otro. En un momento me mordió las tetas y todo mi cuerpo volvió a los cincuenta.

   El rejuvenecedor quedó sin pilas, en el Mercado Libre me dijeron que ahora no se entregaban más pilas. Hubo un entrevero con los Cirujanos estéticos, habían disminuido los requerimientos de pacientes.

   El Jefe le preguntó con cara adusta y peinado hitleriano, ¿por qué el día anterior había faltado sin aviso y ni permiso? Él le contestó:

   ─Cojí durante todo el día con mi Mujer.

   ─Lo compadezco, porque cojer con esa Mujer, que es un bagallo irrecuperable, es un bochorno para usted y patético para el resto de sus compañeros que se hayan enterado.

jueves, 18 de noviembre de 2021

ODIANDO

 

   La casa estaba vacía. Vino el camión de mudanzas y se llevó todo. Él fue a buscar las llaves, pensaba cambiarla. Años sin hablar con su Madre, él quedó como único heredero y la vendió. Un chico que ayudó en la mudanza le contó:

   ─Mire que queda una chica en el fondo, me dijo que era huérfana y limpiaba la casa de la Señora finada, de que era niña. Le agradezco la propina.

   Decidió llevarse la chica con él. Ni bien llegaron al nuevo lugar se puso a limpiar.

   ─Un momento, no quiero que seas mi Sirvienta. Siempre estoy solo, necesito una amiga como vos.

   ─A mí tampoco me gusta estar sola, podemos ser amigos. Lo único que te pido es encargarme de la cocina.

   ─Si te gusta cocinar, estoy de acuerdo, llegar del trabajo y que esté la mesa puesta es como un sueño. Te dejo dos tarjetas para que compres lo que quieras, elementos para cocinar, un vestido prudente pero sensual. Dejate el pelo largo y si querés seguí comprando, no te prives.

   En un momento dado él cambió la personalidad:

   ─Hacé lo que te digo, sino la vas a ligar.

   Le golpeó la cabeza contra una puerta de hierro.

   ─Te sale sangre, mugrienta, andá a bañarte, ponete hielo, cuando vuelva quiero que esté todo como lo pedí.

   La chica era sumisa y le dio miedo lo sucedido. Compró un pavo grande, lo rellenó con alcaparras, cebollines, repollitos de Bruselas, caracoles de jardín, licuados con moscas, mosquitos y cucarachas. Lo emplató y lo llenó de hongos venenosos.

   Él llegó y encontró la mesa tendida con dos platos engrasados  cubiertos rebozados con arena y ella sentada en la cabecera, en pelotas. Él se acercó con mirada cálida y obscena.

   ─En la cabecera me siento yo, vos sentate bien lejos, así puedo ver cómo caminás. Ese pavo tiene una pinta, comeré mucho más que la mitad. ¿Por qué no te sacás el mechón que te tapa media parte de la cara?

   ─Todavía no llegaste a ver lo que tiene el pavo como cabecita, pensá que me costó un ojo de la cara.

   Él masticó la cabecita y le encontró un gusto exquisito.

   ─A ver, vení para acá, sentate en mi falda.

   Cuando le retiró el mechón de la cara, descubrió que tenía un ojo de menos. Casi se muere. Ella le decía:

   ─Te dije que el pavo me costó un ojo de la cara. ¿Por qué estás tan pálido? Y esos estertores desagradables. Ah! Ya me doy cuenta, te estás por morir. Lo mismo que hice con tu Madre, una vieja psicópata que me pegaba con una fusta, todos los días. Menos los Domingos que iba a misa. El último día la ahorqué con la misma fusta que ella usaba para mí y la colgué de un árbol hasta que murió. Los pájaros la comieron hasta los huesos. No hubo sepelio, obviamente.  

miércoles, 17 de noviembre de 2021

MONSALVE

 

   Hacía mucho calor, vinimos de la calle y nos tiramos en la pileta. El agua estaba helada, salimos enseguida. Nos tiramos a tomar sol plagiando a Mica de Orense, vuelta y vuelta y otra vez vuelta y vuelta y otra y otra.

   Hacía tiempo que a mi Marido lo llamaba Monsalve, emulando a un Otorrinolaringólogo del Pueblo. Cuando le decía algo no me escuchaba, cada día menos.

   ─¿Monsalve, me vas a comprar cigarrillos?

   ─Desde luego, aunque estén caros te traigo alguno.

   Tardó mucho, me preocupó hasta que llegó con un anillo de brillantes.

    ─Monsalve, te equivocaste, yo te encargué cigarrillos y me trajiste un anillo de brillantes como si fuera nuestro aniversario.

   ─Me pareció raro porque jamás hemos compartido semejante desgracia.

   Un día me confesó que de un oído no escuchaba nada y del otro más menos que más. Pedimos un turno con el Doctor Monsalve y yo lo acompañé.

   ─Aquí le traigo a mi Marido Monsalve, Doctor Monsalve.

   ─Tenemos el mismo apellido, ¿no seremos parientes acaso?

   ─Doctor, se ha equivocado, mi nombre es Monsalve, no mi apellido.

   ─Buenos, Señor Monsalve, recuéstese aquí que voy a inspeccionar primero el oído que tenga más dificultad. Mm, mm, mm. Ya veo, está lleno de cera, me resulta imposible quitarla, es tan dura y de un extraño color verde tornillo. Vamos a probar con esta tenaza. Y de a poco va saliendo, mire usted, tenía un corre que vuela que crecía dentro de su oído. La tendré que podar, aunque sea por estética, no va a andar por ahí con un corre que vuela colgando de su oído. Sigamos, en el otro no tiene nada.

   ─A ver, Señora, ahora recuéstese usted. El derecho está perfecto y el izquierdo con esta leve extracción, lo tendrá como nuevo. A su edad, como a su Marido, la audición disminuye.

   ─Doctor Monsalve, yo tengo oído absoluto.

   ─Pero el tiempo va debilitando todas las funciones, por eso ahora, su oído es relativo.

   Nos despedimos tipo: muchas gracias, Doctor Monsalve y esas cosas que se dicen cuando uno se va.

   ─¿Vos sabés Monsalve, que a mí del oído izquierdo me sacó una enredadera y la enroscó como si fuera un aro?

   ─No te molestes en hablarme porque igual que a vos, yo no te escucho absolutamente nada.      

martes, 16 de noviembre de 2021

RELACIONES INOFENSIVAS

 

   Se hablaban todos los días, era una estación después, pero se extrañaban, por eso lo del teléfono, no había celulares. Llevaba diez años de novia y era virgen como la luna. La Madre escuchaba esas palabras y dos lágrimas, rodaban hasta su boca.

   Se cansó del personaje, la hija le dijo adiós a su novio, mientras un auto la esperaba con la puerta abierta. Su primera vez fue en ese auto. De las ruedas pasó a las camas y hombres, de todas las edades, respondían sus deseos. Hablaba con su Madre todas las mañanas, le contaba que se reponía, del novio ausente, con salidas inofensivas, su virginidad, era virgen. La Madre recibía al novio compungido, todas las tardes, lo consolaba con tecitos de bach y demás pociones. El chico lloraba tanto que un día la Madre lo abrazó, como a un hijo desvalido.

   El novio le devolvió el abrazo, como un amante impaciente.

   Una tarde, la hija apareció en la casa en el momento exacto del clímax de una relación. La Madre no vio nada, porque se encontraba boca abajo, el novio reptaba con los ojos cerrados.

   Fue con silenciador, uno a cada uno en la nuca.

   Volvió a su casa y llamó a su Madre por teléfono, no contestaba. Primero sonrió y no se detuvo, hasta la carcajada.

lunes, 15 de noviembre de 2021

ROTOS Y RUTAS

 

   El lavarropas aprendió a caminar, lo tengo que sostener hay peligro que atraviese la pared. La heladera pierde, es un misterio de dónde, la puse patas arriba y no hay indicador de lugar de pérdida. La rodeo de trapos de piso. Me sirven para repasar la cocina.

   Esto sigue, tengo las lumbares destruidas, llamo un técnico y listo. ¿A quién? Si viene un improvisado y destruye los aparatos, me muero. No tenemos un mango para reponer ni heladera ni lavarropas. Llega Mario, mi segundo esposo y me pongo a llorar. Dice que él va a conseguir un técnico que es fantástico, pero debo esperar unos cuarenta días, es un tipo híper ocupado y encima te da una fecha, pero no dice la hora, me tengo que quedar a esperar al doctor técnico encerrada en casa. Y los chicos ¿Quién los trae del colegio? ¿Nadie? Una nueva sorpresa, hay dos pérdidas de gas, Mario dice que el gas que nos dan no intoxica, está pirado.

   No hay gasistas me dijo Clara:

   —Son todos chantas y te cobran la visita como el mejor.

   —Mario, necesitamos comprar una heladera nueva y un lavarropas. No sé, pedí adelantado, hacelo en cuotas. Esto no es vida ¿Y el gas? ¿Querés que vuele toda la casa?

   Me contesta que soy una mujer muy demandante y encima  vivo en una nube de pedo. Tomo el jarrón de la Dinastía Ming Chin Tien y lo estrello en el piso, fue un regalo de mi suegra cuando nos casamos, siempre regala cosas inútiles. Mario sonríe de costado, con cara de me las sé todas y dice:

   —¿Ves? Terminás de romper tus electrodomésticos, vendíamos el jarrón y solucionábamos todo.

   Armé la mochila de los chicos y la mía, decisiones repentinas que le dicen. Di un portazo y nos fuimos, la más grande me preguntaba a dónde íbamos, le dije que no tenía la menor idea.

   —¿Viste Mami? Yo te avisé que Mario no era bueno, que no te casaras.

   El más chiquito que caminaba solo delante nuestro, se dio vuelta:

   —¿Mamá, no podrás conseguir un marido que me compre una compu, un traje de superhéroe y sepa hacer papafritas? Vos sos muy linda, mucho más que mi maestra. Alguno que nos quiera tiene que aparecer.

   La más grande me dio unas llaves, las del auto de Mario:

   —Por lo menos llevate el auto.

   Me pareció una idea excelente. Subimos y les tuve que decir:

   —No tengo un centavo, de todos modos seguimos, hasta que se termine la nafta.

domingo, 14 de noviembre de 2021

FUI

 

   Le tiré el sobre en la cara y volaron los billetes.

   ─A mí la guita no me interesa y menos viniendo de vos, un pobre ordinario que come con la boca abierta.

   Me dio lástima, tan vulnerable, tan convencido que mi tristeza se pagaba con dinero.

   ─¡No me toques! No soporto que me toquen desde que…

   ─¿Desde cuándo?, decime. Lo podemos arreglar.

   ─No sos el indicado, pasó hace mucho tiempo y si hay algo que detesto, es recordar.

   Quería que le contara. ¡Ja! No era mala persona, le parecía que su ayuda era necesaria. Me vuelve loca la cara de perro abandonado y yo con mi desprecio, pegando cachetadas con palabras que él no merecía ni entendía.

   Mis improperios lo doblegaban, rogaba que no lo hiciera. A mí, lo que él dijera me importaba nada. El puente me sedujo y el agua me llamaba.

   Él seguía gritando inútilmente.

sábado, 13 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte X)

 

   Por fin crecí, tengo dieciséis y después de vivir estos años siendo casi un enano, ahora soy lungo. Mis Padres me compraron una casa chica y levantaron las alturas de los dinteles de todas las puertas, para que yo no tuviera que agachar la cabeza.

   Estudié Medicina y me especialicé en Ginecología, muchos alumnos de otras materias iban a escuchar mis clases. Lo digo con toda humildad, siempre fui el mejor alumno y creador de teorías nuevas que otros Profesores consideraron revolucionarias. Vivía experimentando que es el mejor modo de aprender. Era un Pope, me juntaba los sábados con otros Popes y departíamos sobre la adquisición de conocimientos teoricoprácticos. Tomábamos margaritas en sendos baños de hidromasajes, era una casa con perfiles palaciegos. Fue el regalo que me hicieron Meghan y Harry cuando me recibí. Fui Cirujano de Meghan cuando le extraje tres nódulos de la mama derecha y le hacía exámenes anuales de proctología a Harry, él fue el más agradecido porque en Inglaterra le detectaron cáncer en el tracto anal. Fue un error de diagnóstico, no tenía cáncer. Quedo muy paranoico, de ahí, sus controles anuales. Cuando nos visitaban, todos terminaron siendo amigos entrañables de ambos.

   El postre de las comidas era cannabis que traían Meghan y Harry de distintos lugares de Medio Oriente. Especies de ofrendas de Jeques Embajadores o Diplomáticos. Mis amigos tenían pipas de agua con cuatro o cinco boquillas, otras que parecían erlenmeyer y cada loco con su tema. Pero después de trabajar tanto favorecía el ánimo mirar el cielo, bautizar con nuevos nombres las estrellas y escuchar a Satie, que nos ensoñaba a todos.

   Nuca quise casarme, pero la hermana de Meghan me pudo. Se apareció en mi Consultorio privado para que le realice su primer papanicolaou, nunca quiso hacerlo por no considerarlo necesario. Meghan le explicó que era una medida de prevención.

   ─¿Dígame Doctor, necesito desnudarme la parte de abajo solamente?

   ─No mi querida, la de arriba también, así ejerzo mis conocimientos de Tocólogo, para ver cómo andan esas mamas.

   ─¿Me cubro con algo?

   ─Es mejor sin ropas, se sienta por aquí, apoya un piecito a la derecha y otro a la izquierda. En el medio voy yo.

   ─Doctor, ¿me va a doler mucho?

   Cuando vi esa vagina impecable, me arrojé noblemente sobre ella y en lugar de utilizar elementos quirúrgicos, le introduje mi miembro todo entero. Ella no pudo evitar gemidos, sobre todo cuando investigué sus mamas, que me esperaban con dos pezones inquietos y puntudos. Cerré mi Consultorio con ella adentro. Y fue tanta la reiteración de poner y sacar que le pedí por favor que se casara conmigo y ella contestó:

   ─Sí, lo que usted quiera, pero sigamos haciendo lo que estamos haciendo.

   Y al final me casé. Tuvimos cuatro hijos, uno por año y seguimos teniendo hijos. Cuando llegamos a diez, nos detuvimos. Meghan y Harry se quedaron en casa con los diez.

   Nosotros aprovechamos para seguir haciendo lo que mejor sabíamos hacer, en Inglaterra, claro.

   Fin.   

viernes, 12 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte IX)

 

   El Disionario con mi lenguaje batió record de ventas y fue publicado en todo el mundo. No tuve más remedio que dar una Conferencia, en mi idioma. Me susprendió entre los asistentes estaban Mami con el Masajista, Papi con la Divina, Tío Pancho con una botella de visky en la mano y Meghan y Harry, abrazados. Cuando terminé recibí una ovaración contundente. Todos me felicitaron, hasta Mami y Papi dijeron:

   ─Feliz Cumpleaños, niño lindo y bueno.

   ─Pero si hoy no es mi Cumpleaños, se encuentran en pleno estadio confusional, cumplo el 25 de Diciembre y hoy es dos de octubre.

   ─Bueno, pero algún día vas a cumplir ─dijo Mami─ nosotros nos adelantamos, ya estás felicitado, lo que no recuerdo es cuántos años vas a cumplir, ¿cinco, seis, siete?

  ─Mami, esperá, tan viejo no estoy, cumpliré seis. Y no soy más lindo y bueno, la vida me enseñó que ser lindo es una verdadera pelotudez. (Estoy en una etapa que puedo decir malas palabras.) Y ser bueno es al pedo, ahora soy malo, malísimo, además de no perdonarlos los voy a denunciar ante la Injusticia Rusa, por abandono de persona. Yo mismo les pagaré la libertad incondicional y a cambio quiero que Papi y Mami vuelvan a estar juntos y el Masajista y la Divina se casen y sean infelices para siempre. Les voy a dar una noticia privada, jurando que no le van a contar nada a nadie: mi pitito se pone duro y se para solo, si encuentro una chica linda y buena, como era yo antes, le pediré su cuevita por un ratito.   

jueves, 11 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte VIII)

 

   Como el Tío Pancho dormía y dormía, partí a Londres.

   Me ponía cerca de familias para caminar y nadie se diera cuenta que estaba solito. Quería andar por los Jardines de Bosquingam. Había unas rejas, pudí pasar entre dos. No era tan lindo como pensé, pero me di cuenta que me gustan los yuyos altos, las flores al tun tun y me senté en un banco donde alguna vez fue ocupado por el bagullo de la Reina Isabel. Apareció una chica grande, vestida jiponga, tenía unos ojos y una sonrisa que supuró mi asombro.

   ─Me llamo Meghan, estoy casada con el Príncipe Harry, Duque de Sussex.

   ─Yo me di cuenta que el tal Harry debe tener muy buen sexo con usté, eso no lo digo yo, lo dice mi Mamá de las chicas contentas como usté.

   ─Es lo de menos, ¿sabés lo que me hizo sufrir la Reina Isabel de porondanga? Llenó un tonel con lavandina concentrada y por un mes me dejó adentro. Para que pudiera respirar tenía dos mangueritas que conectaban el oxígeno de afuera con mis pulmones. La muy sátrapa me quería blanquita y como soy medio mestiza, logró lo que quería. No puedo tomar una gota de sol, porque se desprendería la piel de todo mi cuerpo. Tengo la suerte de vivir aquí, en Inglaterra, donde siempre está nublado y llovizna todo el tiempo.

   ─¿Y cuando salís todas esas partes del mundo, cómo hacés?

   ─Harry es divino, para cuando vamos a Cancún o a Ibiza o las Seychelles, me mandó a hacer un traje de neoprene de los pies a la cabeza, es un neoprene tan fino, que parece seda.

   ─¿Y con los ojos cómo hacés?

   ─Unos anteojos negros que desde adentro se ve transparente. Ahora contame de vos. Sos un niño, muy lindo y tus ojos son de bueno.

   ─Ahora me contrataron para hacer un Disionario con mi lenguaje. Se venderá en todo el mundo. El primer ejemplar será para vos, y te lo voy a dedicar así: “Para mi querida  y bien cojida Meghan.” Te aclaro que cojida no es mala palabra, yo no probé todavía, pero me dan unas ganas…     

miércoles, 10 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte VII)

 

   El Tío Pancho en París eligió un hotel de recontranombre, con dos harbitraciones, una para él con cama redonda y el techo espejado, a mí me eligió una habitación con cama de una plaza y un drosel con cortinas que a mí me daban miedito.

   El hotel llamado “Reina Antronieta” quedaba a cinco cuadras de la “Turra Eifel” y a la vuelta del “Mulán Rojo”. Como nos dieron las habitaciones más altas se escuchaba la lluvia que golpeaba los techos de latón. Creo que nunca paró de llover.

   ─París sí que nunca le vio la cara al sol ─decía mi Tío complacido.

   La primera noche él se fue al “Mulán Rojo” y me dejó a cargo de un hombre que llevaba una peluca blanca, un moño negro que le juntaba los ruleros. Tenía un chabote con volados caídos y puños también, pero de encaje. Su saquito era entrallado, parecía puto, no quise decir eso, porque es mala palabra, mejor digo que era gay, por los tacos altos con herbilla. Él se encargó de mi comida llamada “Novel Cocín”.  Era un plato con dos cocochos chicos y un chorro de ketechupe, que lo cruzaba. Pensé que seguía otro plato, pero me c. (no digo la palabra porque es mala) de hambre.  

   Logré escapar del gay con volados y llegué al “Mulán Rojo”, quedé desbundado. Había mujeres semidesnudas con elástricos entre los cachetes del culo, culo no es mala palabra. El Tío Pancho se había tomado todo. Se agarraba de los elástricos porque no se podía mentrer en pie. Los elástricos los llevaron al hotel Reyna Antronieta y entraron todos juntos a la harbitración.

   Ni cuenta se daban que yo estaba allí. Lo tiraron en la cama, le sacaron la ropa con los dientes y le pasaban la lengua por todo el cuerpo, en especial ahí. Al Tío Pancho le alcanzaba para todas. Yo me batí en retirada.

Me detengo porque si mi Mami se entera, le van a dar ganas de patricipar. Desde el Masajista me di cuenta que Mami no tiene limítrofes.   

martes, 9 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte VI)

 

   El Tío Pancho de noche para dormir me introducía unos autífonos en los oídos y así terminar los conocimientos que me faltaran. Aprendía durmiendo, Historia Universal, Filantropía, Interacción de las Matemáticas con la Gergometría. Me levantaba con dolor de cabeza para seguir estudiando con el Tío Pancho.

   ─Tío, me estás sobresiguiendo, mucho, quiero dormir 48 horas corridas, sin nada en las orejas y con mi Oso abrazado.

   Me dijo que sí.

   ─Pasado mañana partimos a Buenos Aires en una avioneta particular que nos manda la UBA.

   ─¡¡Viento!! Por fin voy a poder desde arriba las cosas de abajo. ¿Y la UVA? ¿Quién son?

   ─Donde te llevarán al aula de los Pasos Encontrados, deberás responder o exponer todos los temas que te pregunten. El más capito decidirá tus calificaciones.

   ─¿Es un Señor que me va a masticar mi pitito?

   ─¡No! Por favor, fue una forma de decir. Es el Rector de la Universidad que presenciará tus conocimientos.

   Ese día hacía calor, me vestí con mis bermuditas negros y mi remerita roja. Los colores del partido Anarquita de mi Papá.

   Pude hablar de corrido, con el aburrido lenguaje de los adúlteros. Me saqué diez en todo. Me aplaudieron, vino la Televisión y todas las mujeres me besaban. Hubo una que casi me ahoga, poniendo mi cabecita entre sus tetas más grandes y más duras que mi cabeza. Los Premios fueron un montonazo de dólares y dos pasajes para recorrer las principales Capiteles de Uropa. Un pasaje para mí y otro para mi Tío Pancho, era obligación viajar con un adúltero.  

lunes, 8 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte V)

 

   No sé si voy a seguir yendo a la Escuela, ahora que mi amigo de al lado me regaló ropa más grande, su Mami le dijo que me diera, tengo que remangarme los pantalones, las mangas y ando con mocasines, las zapatillas me apretan. Los chicos se ríen de mí. La maestra se esconde y también se ríe. Si yo ya me sé todo, me enseñó mi Tío Pancho, desde que tengo tres años. Él decía que yo era como Betojoven, un niño de la época de antes que tocaba sinfonías, a mi misma edad.

   Tío Pancho se sentaba en su escritorio y yo a su lado. Él se traía una botella de vino y a mí una Coca Cola familiar. Me gusta el olor del vino, es embargador. Un día me convidó un poquitito, casi nada. Se levantó para ir al baño y ahí sí, me tomé cinco traguitos. Cuando volvió para enseñarme el Teorema de Tales, dijo:

   ─Niño lindo y bueno, estás en las nubes de Úbeda, mejor dormite una siesta y después seguimos estudiando, a mi copa le falta la mitad. ¿Te la tomaste vos?

   ─Perdoname, Tío, pero sí, me pareció mucho más rico que la Coca Cola.

   ─Nunca más hagas eso, si te descubren voy preso yo. En penitencia vas a hacer cinco ecuaciones y después me contás “Cien Años De Soledad”, que ya vi que tenés tarjeteadas todas las generaciones. Preparate, a fin de año te llevo a Buenos Aires y vas a rendir todas las materias del secundario, quiero que te saques 10 en todas. Si eso se hace realidad, buscaré a tus Padres, a ver qué carajo están haciendo.

   ─Tío Pancho, mi Papi me enseñó que carajo es una mala palabra, estuvo mal, porque él se pasaba todo el día diciendo carajo, por cualquier cosa. Me pareció ingusto.

domingo, 7 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte IV)

 

   La casa para limpiar me queda grande y a mí me gusta que sea todo limpito. La Señora que venía mi Mamá la despidió. Ella sabía que vivía solito y una vez por semana me llenaba el friser de tarpes con comidas, requetecontra ricas.

   Puse un cartel que decía: SE VENDE. Le pedí a mi amigo de al lado, que era mucho más alto que yo, si podía ponerse un traje que se olvidó Papi, bigotes finitos y cejas estúpidas, dijí mal, tupidas. Y poder cerrar negocio con el primero que cayera. A la semana la casa se vendió a una familia persumida y engrampada, pero pagó crush, o cash, no sé bien. Le regalé la tercera parte a mi amigo, que se compró una bicicleta con motorcito.

   Busqué una casa cerca del Colegio. Me la vendió una Viejita, de la misma altura que yo, la vendió con muebles y todo, tenía una salamandra donde se podía cocinar. La Viejita me la enseñó a prender. Yo la usaba para calentar la casita. No me gusta cocinar.   En la esquina había un Mac Mikey, con las hamburgruesas, más sabrosas del mundo, eso comía. Todos los días hamburgruesas. La chica que me atendía era demasiado vieja para mí. Tenía un montón de años, como dieciséis me dijo. Ella me revolvía el pelo y me daba un beso en la frente, no sé por qué me hacía temblar, me regalaba una casa sorpresa para que la llevara a mi casa. Una vez abrí una y tenía un oso con ojos que parecían verdaderos. Dormía con él, me hacía sentir protegido. Cuando me levantaba lo tapaba, lo ponía con el hocico de costado para que siguiera durmiendo.

   Un día la Maestra más perseversa, me preguntó por mis Papis. No me gusta mentir, pero esta vez no hubo que tomar remedios, le conté que estaban viajando por Uropa.

   ─¿Te dejaron solo?

   ─¡No!, tengo un Tío grande que se llama Oso, él me cuida.

   La escuché que le decía a la Piedragoga, que yo era un niño superdotado. Ojalá fuera super, tendría una capita que me ayudaría a volar. Hasta me dieron ganas de ver a Papi y Ma y sobrevolarlos a ver dónde estaban, si estaban.   

sábado, 6 de noviembre de 2021

PARA REIR O LLORAR (Parte III)

 

   Tengo frío porque hace frío y esta camperita me queda chica, abajo tengo una camiseta de cuando tenía tres años. Lo estuve pensando, les voy a reclamar mi casa. Ellos viven ahí desde antes de nacer yo.

   Mami y Papi se querían, con respeto a mí tengo mis dudas si me querían o fui una casualidad sin importancia. Llegué y golpié bien fuerte, el timbre no andaba, además yo no llegaba, me faltaría tener cinco centímetros más. Si me paro en la punta de los pieces, tampoco puedo. O yo soy un enano o el timbre está muy alto. Abrieron la puerta y se sorprendieron, me levantó del suelo mi Papi, Mami nos abrazó a los dos, quedé sin aire, casi me mataron.

   Fui derechito al trauma o al tema, no estoy seguro, y se los dije:

   ─Tengo ganas de vivir solo en esta casa, preferiría que fueran a vivir con alguien, vos Mami te podés ir con el Masajista y Papi con la divina que habla por el celu en el baño. Les voy a preparar sus muletas para que lleven todo su ropero. Los ahorros escondidos no, porque los voy a necesitar.

   Mis Papi quedaron anudados, dijí mal, anonadados es, me parece.

   ─¡Váyanse de una vez¡ Después si quieren, mandenmen su dirección. A lo mejor los visito, pero casi seguro que no.

   Me quedé en plano estado confusional, en la heladera había una sopa vieja y cuatro sanguchitos de miga que habían quedado de mi cumpleaños de hace tres meses. Me comí todo, tenía tanto hambre que no prendí la hornalla para calentar la sopa. Igual no sé prender una hornalla, tampoco sé con qué se prende.

   Me fui a dormir a la cama de mis Padres, mucho más cómoda que la mía. Tenía olor a ellos, así que puse sábanas limpias que me llevaron dos horas de acomodación. Les eché perfume de bebé y más que dormirme me desmayé.