“…sé que he perdido tantas cosas
que no podría
contarlas y que
esas
perdiciones ahora son lo que es mío.”
J.L.Borges
En la punta de la galería se construyó un
panal natural. Toribio se tiraba en el mosaico y le pasaba la lengua al piso,
mientras un hilo de miel glisada, caía sin interrupción. Nosotros lo
espiábamos. Toribio comía junto con las hormigas, apoderadas de aquel elixir.
Fuimos a contarle a los grandes. Dormían la siesta. Alguno roncaba y otro le
respondía, fue mejor no llamar a nadie. Cuando volvimos, Toribio estaba con la
bomba y la cabeza bajo el chorro. Fuimos a ver las baldosas, era un mar
tentador para pasarle la lengua, no tenía una sola hormiga. Era tan rica que
todos terminamos pasando la lengua por zonas innecesarias.
Toribio no hablaba, no se sabía si por
no querer o no poder. Mi familia decía
que era opa, su madre, Esmeralda, murió al nacer él. Para nosotros, jugar con
Toribio, era una fiesta. Sus artilugios para explicarnos sin hablar eran
mágicos. Nos daba miedo ir al monte de noche. Toribio entraba sólo y nosotros
lo seguíamos. Él nos enseñó las fases de la luna y silbaba los cantos de casi
todos los pájaros. Esmeralda, nuestra tía abuela, había dejado lingotes de oro
escondidos en la casa. Cada verano se ponían todos a desarmar la casa en algún
lugar exótico, como Esmeralda.
Volvíamos a la ciudad en poco tiempo. Un
día Toribio nos mostró dónde estaban los lingotes. Fue cuando los grandes
estaban en misa. Nos llevó al aljibe seco. Hizo una demostración de cómo
podíamos bajar. Una escalera de soga y de uno en uno llegamos a ver la cantidad
insolente de lingotes apilados en el fondo del aljibe seco. Toribio tenía una
carta de esmeralda donde rogaba que no destruyeran la casa para buscar nada.
Llegaban los grandes, Toribio Huyó al monte. Lo buscamos tres días, al cuarto
nos metimos en la parte más intrincada, donde nunca íbamos. Había un montículo
de hojas que lo tapaban y él sonreía. Toribio estaba muerto. Lloramos como
cocodrilos. Él era tan generoso, nos dejó su corazón, que es la memoria de su
latido.