Llama para pedir guita, trabaja once
horas por día. Es bobvio que no tengo un mango, porque soy bobobvio. Los
impuestos que pago me asfixian y mi respuesta es que no doy más, dejo de pagar
todo y que se vayan todos a la reputa madre que los remilreparió.
Mi hijo tendrá lo necesario, no voy a
robar, es un estilo abyecto. Pero me puedo anotar como recolector de basura,
piden gente, te llaman gente pero te tratan como animales. Mi hijo va a
disfrutar su juventud porque es un derecho inalienable y yo sé que todavía
puedo. Soy fuerte y sano.
Si viene de visita, un amigo me presta la
casa, no quiero que sepa donde estoy, da miedo.
Mandó una encomienda con 20.000 pesos,
zapatillas, una remera y una campera.
Dice que su situación se revirtió, un
amigo, de un amigo, de un amigo le consiguió un trabajo de gobierno. Casi
vomito, si esta mafia es un gobierno, no quiero que él viva de eso, me dio
bronca, venían las elecciones, le rogué que votara gente honesta, no verle más
la jeta a estos ladrones asesinos impunes.
Hoy llamó –Papá, largué el laburo, ¿Sabés
que me di cuenta que tengo moral? Vuelvo a Tandil, vamos a recuperar nuestras
dos parcelas. Llevo tres amigos, uno es veterinario, otro es ingeniero agrónomo
y el tercero pone la maquinaria-. No me dejó hablar, como siempre. Igual le
pregunté de donde sacaríamos el efectivo para sus socios. Hubo una pausa y
contestó –Es como decía mamá “Divide y reinarás”-. Le dije que los esperaba en
el campo. Cortó y lloré como un maricón.