viernes, 31 de diciembre de 2021

QUE SE CALLE, YA ESTÁ

 

   Es como esas cosas que no queremos desprendernos. Vaya a saber qué mandatos me obligan a tenerlo aquí, entre nosotros.

   O tal vez, las campanadas de la Iglesia, en lo de mi Abuela, sea un recuerdo entrañable de mi infancia.

   Había una ceremonia que nos encantaba a los chicos. La hora de darle cuerda con esa llavecita minúscula, el poder de los ojos de mi Abuelo sobre las agujas. El grandioso privilegio de dos vueltas y media.

   Con el paso del tiempo y las muertes sucesivas, el reloj, vino a vivir a mi cocina. A veces el tic tac me parecía alto y las campanadas llegaron a taladrar mis oídos.

   Se rompió en dos oportunidades. La última vez nos dijeron que el reloj no iba más. Si preferíamos cambiarle su máquina.

   —No, gracias.

   El reloj se fue al living. No molesta que haya callado. Su silencio me recuerda esos viejos solos, de algunas plazas.

   Se mantienen ahí, no necesitan correr más… Sólo esperar.

jueves, 30 de diciembre de 2021

POSITIVO

 

   Siempre me mira con ojos que ya saben. Me quito el corpiño y las tetas de cabra me llegan hasta las ingles, a mí me molesta pero no le digo. La enorme bombacha cae hasta los pies, pobre culo, alguna vez te han usado y ahora son dos globos desinflados. Me sigue mirando con la indiferencia del pasado. Yo no le digo nada, hace mucho tiempo que sabe, que ya no pasa. Y no es con él, ni nunca fue. Igual me mira, el gesto eterno de amargura, de odio, sin ningún arrepentimiento.

   Le grito que se tape la cara, no soporto más esa contemplación de perro castigado. Da la vuelta y me mira por el espejo. Quito el maquillaje grotesco para saber dónde están mis ojos, se juntan con las ojeras operadas, tarde y en vano. Una piel bajo otra piel y las papadas superpuestas. El resto es papel crepe. A él no lo miro nunca, ni cuando era joven.

   Tengo el recuerdo del otro, lo pienso todos los días. Me trataba bien al principio, no estaba enamorado, fue puro sexo, pero del bueno y después nada. Doloroso el nada. El único, el principal. Hace cincuenta años que estamos juntos y me sigue mirando. El deterioro de la traidora, lo disfruta, lo acompaña.

   Salgo a regar las plantas, canto desafinado sin alegría, lavo alguna ropa y me distrae. Abre la puerta del dormitorio y me grita:

   ─Ya tenés cama, salió positivo, te van a venir a buscar.

   Parece contento el desgraciado, pero no puede dejar de mirarme. 

miércoles, 29 de diciembre de 2021

DOBLETE GENEROSO

 

   No sé si podré escribir con esta birome de mierda. Me olvidé de comprar y tengo una historia para escribir, cuando se termine la tinta voy a tener que abandonar:

   Era la madrugada y Gabriel no estaba, se fue en puntas de pie, para desayunar con Piera. La había conocido por la calle de su trabajo. Ella era pálida como la nieve, pero tenía una sonrisa que invitaba a la charla desprolija.

   —No podré desayunar con vos, se pasó la hora, tengo que ir si no pierdo mi turno.

   A Gabriel le disgustó, por excederse de tiempo, escuchando a Piera. A él lo contaban como ausente y entraba en la lista de los próximos diez echados. Su Mujer trabajaba todo el día y no le quedaba tiempo para preocuparse del despido de Gabriel.

   El tercer lugar fue para Piera, como no asistió sería atendida mañana. Se sentó en la puerta, esperando que la nieve calmara su oficio de nevar y pudiera caminar.

   Gabriel la encontró de nuevo:

   —Te veo mucho más pálida y la boca la tenés azul, sería un placebo invitarte a tomar un capuchino, un café o lo que quieras.

   Este tipo es comedido, merece mi respuesta:

   —Cualquier cosa que ingiera, la vomito a los tres minutos, mi única esperanza es llegar a tiempo para la quimio. Me alivia estos dolores, aunque sea hasta mañana.

   Salió corriendo una senda, con sus patines, él la vio entrar y esperó ver cómo desaparecía entre tantos pasillos cruzados. Fue hasta la Recepción.

   —Quisiera saber el lugar de una paciente llamada Piera. Sé que se hace quimio. ¿Tiene cáncer?

   La mujer lo miró como a un bicho raro:

   —Mire señor, aquí no brindamos ese tipo de información, guardamos la privacidad de todos los pacientes. Piera es una entre un montón, que lucha hace más de diez años y éste es su último recurso. No tiene dinero para que la puedan operar de un tumor, que no crece, pero está. Le alivia venir acá, escuchando otras historias. Gabriel quedó pegado con la noticia que Piera podía operarse. Corrió al Banco y sacó sus ahorros de veinte años de trabajo.

   El Médico que le asignaron a Piera apareció una mañana y le contó que alguien anónimo, había donado el dinero para la operación. Ella, refulgente preguntó quién había tenido ese gesto inesperado y generoso, se dirigió a la Recepción.

   —Lo único que puedo decirte, por haber recibido yo el cheque en mano, es que vestía una parca verde, era alto, con un sombrero que le cubría los ojos.

   Al ser primera en la lista, le fue otorgada la operación gratuita. Salvó su vida y la festejó por dentro. No quiso que otros enfermos cayeran en estados depresivos. Alguien le alcanzó la dirección de Gabriel. Pudo prescindir del cheque, lo puso dentro de un sobre que en su portada firmaba: Piera.

   Y al final me quedé sin tinta, si no llueve mañana voy al pueblo, compro una, podré seguir esta historia y lo que pasó entre…qué lo parió, no escribe más.   

martes, 28 de diciembre de 2021

ABSTÉN

 

   Isolina largó el pucho, las piernas se le dormían, los brazos. Aire le faltaba. Pecho con tos circonvulsa. Latido galope. Ataques de locura, ningún pucho puede reemplazar un pucho.

   Isolina fumaba de la mañana a la noche. Como para ella la noche se unía con el día, fumaba la vida. Prender y no necesitar ni un amigo, ni un novio, ni, ni, ni siquiera nada. La mejor compañía, mirar algo con él y sentirse uno sólo con el humo inhalado y luego exhalado. Es el punto G del fumador. El pucho es que si son las tres, querés fumar y no tenés, agarrás la bici y vas a la otra punta y volvés con uno prendido y viento en contra. Cuando llegás uno para festejar, otro para el café y después muchos, porque charlan los amigos y fuman.

   Isolina los fue odiando de a uno. Primero lo permitió y no pudo desdecirse. Pero sí puede odiar. Eso no se ve, ni se dice. Sale sólo, pocos no creen. La mayoría sabe. Isolina no les quiere explicar, se enteró que todos la odian.

lunes, 27 de diciembre de 2021

BROCA

 

   —La Sra Mecha, vino a visitarla, ¿la hago pasar?

   Amparo me habla, no escucho lo que dice, hago un esfuerzo y ella dice, me doy cuenta porque mueve la boca y hace gestos absurdos para despertarme.

   Presto atención, no escucho nada, entra Manucho con cara preocupado, habla a los gritos, tira mis libros apilados. Pero no hay caso, no escucho nada, ni los sonidos potentes de la calle, ni la vecina que habla a los gritos.

   —Decime Amparo, ¿podés ir a la Farmacia? Pediles algo para abrir mis oídos.

   Trajo gotas que no me hicieron nada. Entró Mecha y me hablaba, o me parecía o no sé. Me subieron al auto de Mecha y me llevaron a una Guardia. Manucho me abrazaba, sentí algo placentero, un inmenso espacio de silencio.

   El Médico entró como un ciclón, seguro por nuestro apellido, sin un mango pero con un prestigio, que nadie sabe cómo empezó. Me levantó Mecha y me acostó en un sillón de respaldo de muchas posiciones. Vi al Doc, acercarse con sus instrumentos y le señalé papeles y una lapicera, donde escribí: “Doc por favor, escriba lo que Ud ve, porque el dolor me está matando.”

   Me revisó ambos oídos y contestó con inmediatez, con esa letra infame de Médico, pero me alegré, porque con esfuerzo entendí lo que escribió: “Sra, le pido que tenga paciencia, pero no le voy a andar con vueltas, sus oídos tienen el tímpano perforado, el oído medio y el interno, se encuentran lastimados, como si fuera con intención, tienen un sangrado importante. Le colocaré estos tapones”.

   Manucho y  Mecha, querían explicaciones mientras el Doc cerraba los labios apretado. Noté que les pidió que se retiraran.

   “Ud toma psicofármacos, ¿son recetados?”

   —Me los prepara un amigo, el único que tengo que es de fiar, cuando la tristeza me come el alma, se nota que siempre tiene hambre, recurro a las pastillas, me quedo en estado Alfa y mirando desde el sillón, comprendo que tomé casi un blíster.

   “Sra, yo pienso que su sordera es absoluta y no tendrá solución, le voy a dar el nombre de dos eminencias, tal vez ellos…pero tal vez”.

   Todo lo que hablamos y las tarjetas eminenciales, las escondí dentro de la cartera. Cuando salí del consultorio, Mecha parecía darle consuelo a Manucho, sosteniendo sus manos agitadas.

   Fui al Sanatorio, donde atendían los prestigiosos, estaban ambos esperando. La historia de mi apellido, otorgaba privilegios, además de la información del Médico de Guardia, que había tenido una charla previa.

   Con una tecnología complicada, me realizaron varios estudios. Mis dos tímpanos habían sido penetrados por un taladro de brocas muy delgadas. Fue una práctica realizada sobre mi persona anestesiada.

   Todo lo acontecido fue explicado y dibujado en una pantalla, también el diagnóstico y los medicamentos para calmar mis oídos. Me dieron un turno para la semana siguiente. Adelantaron que no existía ningún tipo de operación, para reparar el daño que fue absoluto.

   Llegué a casa, a paso lento, buscando lugares con los ojos. En el hall de entrada encontré a Manucho y Mecha, en situación de besos plenos. Fui a buscar, de inmediato, el taladro al garage, le puse la mecha más gorda que encontré. Quité los zapatos para que no me escucharan, qué ironía, les taladré las espaldas y me dio risa verlos como dos coladores. No lloré, después de todo, cualquiera puede equivocarse.

domingo, 26 de diciembre de 2021

¡A LOS 70 CARAJO!

 

   Hace un frío que no tiene piedad, amanece todo helado y está para patinar, en el terreno de enfrente, tengo una pista natural. Y entre llenar la heladera, salir a comprar sin auto y en bicicleta, me calcé los patines y aquí estoy yo solita. También un joven, no lo vi, el chico se me acercó y dijo:

   —Qué bueno que somos dos! ─Me tomó de la manopla asegurando velocidad y sin darme cuenta y él tampoco, quedó con la manopla en su mano.

   El frío cayó en mi espalda y le tuve que decir:

   —Yo vivo acá enfrente y necesito calor. Si querés acompañame, parecés la bandera, tenés la cara blanca y azul, te invito a casa a tomar un capucchino, de paso te calentás. Lo dejé solo en el living, habrán sido diez minutos, más de eso no fue. De veras entró en calor, me violó por sorpresa, con ropa y todo nomás y no fue una sola vez, fueron cuatro y las conté. No era ninguna novedad, decían que aquí en el barrio, había un joven que violaba lo que viniera.

   Cuando se fue comprobé que había robado mi billetera y la nueva compu también. Salí en forma desesperada, con un revólver muy viejo, le pegué un tiro en la nuca y otro en el corazón. Lo dejé rematado.

   Recuperé la billetera y la compu nueva también. No hice denuncia alguna, para que no se caguen de risa y me llenen de humillación. 

sábado, 25 de diciembre de 2021

SALVAN VIDAS Y DIVIERTEN

 

   Estaba bajando, tiraba para adentro, parecía que me quería llevar. Soy buena nadadora, pero el mar estaba indignado, daba cachetazos, no me dejaba respirar, quería mi rendición y llegué al knock out. Vinieron tres bañeros, a ellos también los quería tragar, pero tienen unos brazos que parecen remos. Uno me agarró del cuello y los otros no sé de dónde pero me salvaron la vida. En la última rompiente, uno dijo:

   —Además de quedarte sin oxígeno, el mar te arrancó la malla.

   —Y, entre los tres la cubrimos, hay mucha gente.

   Yo no podía ni hablar pero la vergüenza me hizo rogar.

   —Aunque sea usen las manos, no quiero salir desnuda.

   Se peleaban por cubrirme, uno me abrazaba las tetas, otro me tapó el pubis angelical y depilado, el tercero usó las dos manos para mis glúteos redondos, altos de nacimiento. Recordé que para mis quince, les pedí a mis viejos de regalo, que me dejaran operar las tetas, no dijeron nada, pero me obsequiaron un curso de dos años de idioma chino. Cuando llegamos a la playa me desmayé. Uno me mandaba aire por la boca, otro me apretaba el pecho con las manos cruzadas y el tercero cubrió el resto con una lona que él sostenía y el viento la levantaba. Puso la cabeza entre mis piernas, apoyado en la lona.

   Largué un chorro por la boca, como una ballena. Calcularon que mi cuerpo guardaba cinco litros de agua. El envión de aquel chorro, dejó a los tres sobre la arena.

   La gente que miraba arrobada mi desnudez, tapaba los ojos de los niños, hasta que por fin les grité:

   —¡¡Váyanse todos, voyeristas degenerados!!

   No sé si fueron mis ganas de matarlos, pero no quedó nadie en la playa. Los tres bañeros sí, claro. A mí con uno me bastaba, con dos, mar dudoso, con tres, mar peligroso. Pero a mí me gusta el peligro. Después hicimos una fogata nocturna. Se nos fue la hipotermia, por tanta degustación.

   Antes de dormir, juramos que esta aventura, quedaría en el rincón de los secretos.

viernes, 24 de diciembre de 2021

TEMPESTAD

   El invierno castigaba cada día un poco más, no podía faltar a la posibilidad de viajar y encontrar a mi hermana, por razones pertinentes que no pienso ni debo contar, ni en un cuento siquiera. Es angosto el espacio, callar congela la memoria en un momento que no.

   Fue mi primer viaje en barco, los camarotes los sentía como cárceles cerradas y agobiantes. Tenía náuseas y para estar todo el tiempo de la litera al baño, preferí salir a cubierta. No había ningún pasajero, allá en el fondo vislumbré un hombre con sombrero y orejeras de lana, a pesar de mi vergüenza, me acerqué, pedí permiso y me senté a su lado. Tenía un amplio paletó de zorros, botines de esquimal y mitones de nutria. Le pregunté:

   —¿No es demasiado mi descaro para con Ud, pasar su brazo por mi hombro?

   Se abrió el sobretodo y me dijo muy serio:

   —Yo le triplico la edad y no tenga miedo, por dios, hace demasiado frío. Venga niña, siéntese, que este abrigo cubre mejor que un iglú.

    Me puso las orejeras y a partir de ahí lo escuché salteado, él iba a ver a su hermano en Jordania, como yo. No le pude contestar nada y estaba tan protegida que me dormí de inmediato. Él tarareaba canciones de esas tierras desconocidas por mí, ancestrales. Melodías más alegres que tristes y eso me dio más valor que cobardía. En un momento sentí una bolsa de agua tibia, mojó todo nuestro interior, toqué con mis manos, cuando me miré era sangre que salía del hombre por su pecho. Me puse de pie e iba a gritar, la tempestad en el mar tapa cualquier sonido humano. Fue providencial, tenía un cuchillo en mi mano y yo misma le di tajos profundos al hombre, sin pensar.

   Lo que hice me arrastró al camarote, el dolor me impedía respirar, tenía un cuchillo filoso clavado al medio de mi espalda.

   El que limpiaba la cubierta por la mañana, encontró un arroyo de sangre desde la reposera del hombre, hasta el camarote de la mujer. Llamó al Capitán de a bordo y a dos Oficiales. No pudo hablar, les señaló con el dedo, lo que ninguno supo explicar.

jueves, 23 de diciembre de 2021

GORINA LEJANA

   A mi amigo Alfredo le tocó ser Presidente de Mesa, en un lugar llamado Gorina, rodeado de campo sin nada. Hasta que vio una Escuelita derruida pero con techo. En la puerta decía “Escuela N°24. Hoy dispuesta para el Sufragio”.

   Alfredo atravesó los escombros y se encontró con una mesa larga que le faltaba una pata. Había un cartel pintado a mano, que decía: “Presidente”, otro “Secretario Adjunto” y el último “Para entregar los sobres”. Alfredo se sentó en el último lugar de un banco largo. Le dolía la columna, no tenía ni pared para apoyar la espalda. Cruzaba una pierna sobre la otra y al rato al revés. Había una bomba vieja, pudo tomar agua y mojarse la cabeza. Descubrió un teléfono entre escombros, pero con tono. Habló con la Junta Electoral:

   —Me encuentro como Presidente de mesa, sin ayudantes, ni siquiera…hola, holá, holáá.

   —Ya le mandamos alguien ─no mandaron a nadie.

   Había un viejo ciego en un banquito, cebando mate, Alfredo le pidió que le convidara, porque ya no daba más.

   —¿Usté viene por las eleciones? Yo no le quiero afligir, tome este mate, sin azúcar, nunca vino nadie, ni para las otras eleciones y por lo que veo, para esta…¿Sabe qué es lo que pasa? La gente está trabajando, no tiene tiempo para votar y ellos saben que cualquier candidato es un corruto.

   Si no fuera por el viejito ciego, Alfredo se largaba a llorar.

   —Vea, joven, yo tengo cajas viejas, tres o cuatro con los fajines, sin nada adentro, eso sí, o las vienen a buscar o usté a como a las ocho se me retira. Pero quédese tranquilo que no van a venir. Para ellos, acá no esistimos.

   Alfredo esperó un micro que nunca llegó, volvió a su casa caminando, haciendo veinte kilómetros a pie.

   La mujer lo despertó temprano, para decirle quién iba ganando.

   —Callate, Rosalía, no me interesa, son todos unos hijos de puta. Dejame seguir durmiendo. 


miércoles, 22 de diciembre de 2021

SIGUIÓ LLOVIENDO

 

   Era el casco viejo de “La Estrella”, fue mi primer estadía de siete días. La lluvia constante y copiosa no paraba los relinchos agónicos del caballo. Todos estábamos en la casa. Mi viejo caminaba de una punta a la otra. Tenía una radio a pilas, donde Radio Colonia colonizaba el espacio auditivo.

   Mi madre tejía y puteaba, porque no le alcanzaría la lana. Me envolví en una manta de conejo, tapaba mis oídos con almohadones y leía “Viaje de un largo día hacia la noche”, una lectura acerca de episodios más grandes que la agonía del caballo. Pasaron más de treinta horas y el Veterinario no aparecía, con tanta lluvia, estaba cantado que no vendría.

   Cuanto más me adentraba en la lectura y lo demás se diluía, una mano familiar tomó mi libro y lo desapareció.

   —Leé Historia, así aumentás la posibilidad de aprobar ¿Trajiste los libros?, los abandonaste. Los libros muerden, es tu consigna. Eugene O’Neil no es para vos, ya vas a tener tiempo.

   Cerró los postigones para no ver la lluvia, para no escuchar al caballo, ni a mi madre, ni a la radio.

   —Hacé algo Jorge, no podés ser tan cagón…

   Mi viejo decía que sí, que ya, antes tenía que rezar. Sólo Dios lo ayudaría a tomar la decisión. No sé porqué Mamá le dijo cagón y él no se defendió. Tomó mucho vino, jamás tomaba vino. Me dormí rápido, como cuando una es muy joven. Soñé que se divorciaban y yo me alegré. A las seis de la mañana se escucharon dos disparos. Hablaban usando tonos bajos, silencios largos. Entreabrí mi postigón, los dos hacían un pozo, no pude dejar de mirar, mis piernas no me daban, pero quería saber. Había una mancha marrón. Vi a mis padres abrazados. Recuerdo el rifle, despareciendo en la tierra junto con el caballo.

   Paró la lluvia, Mamá cebaba mates y vi a mi padre llorar, por primera vez. Corrí a buscar mi manta de conejo, le envolví el dolor con la manta que fue de su madre.

   Cuando volvimos al pueblo, comprendí que el dolor no se envuelve con trapos…

martes, 21 de diciembre de 2021

PERSONAL DE LA FACU BELLAS ARTES

 

   Si lo veías de lejos, era una figura insignificante, con un cepillo ancho, pasando aserrín. A él le tenía que pedir las llaves. Cuando me acercaba, él ponía cara de asesino serial. Un gesto cruel en las comisuras de la boca y ojos de insecto imprevisible. Cuando era mi turno abrir tenía vértigo, el hombrecito tenía ganas de matarme, se lo vi en la cara, por el reflejo del vidrio me miraba y se agarraba del palo del cepillo como un cazador experto.

   El turno de esa mañana fue rápido, al llegar las llaves colgaban de una estatua de yeso, abrí, no miré y cerré, faltaban dos horas para que llegaran los otros. Corrí el atril oblicuo a la ventana y estaba él, agachado, limpiando con un cepillo corto los zócalos del taller. Pude decir: “Ah y Buen día”. Me puse a pintar, mientras pensaba que detrás estaba él, mirándome las piernas y cubriendo con su cuerpo la salida. Usé la paleta más sucia de la tierra, el tipo no se iba. Ahora lustraba las cuatro cerraduras, ahora se daría vuelta con un cuchillo y no lo voy a permitir, ¿ahora se viene cerca de mis zapatos, reptando, hacia los goznes de abajo? Perfecto, este viejo corta-cartón de hierro centenario se desplaza como quien no quiere la cosa y cae en su espalda insignificante.

   Me dejaron libre enseguida, peguntas de rutina, soy actriz. Ahora, qué hijo de puta el director ¿cómo va a permitir asesinos seriales como personal de limpieza?

lunes, 20 de diciembre de 2021

GINECONOBLE

 

   Por fin crecí, tengo dieciséis y después de vivir estos años siendo casi un enano, ahora soy lungo. Mis Padres me compraron una casa chica y levantaron las alturas de los dinteles de todas las puertas, para que yo no tuviera que agachar la cabeza.

   Estudié Medicina y me especialicé en Ginecología, muchos alumnos de otras materias iban a escuchar mis clases. Lo digo con toda humildad, siempre fui el mejor alumno y creador de teorías nuevas que otros Profesores consideraron revolucionarias. Vivía experimentando que es el mejor modo de aprender. Era un Pope, me juntaba los sábados con otros Popes y departíamos sobre la adquisición de conocimientos teoricoprácticos. Tomábamos margaritas en sendos baños de hidromasajes, era una casa con perfiles palaciegos. Fue el regalo que me hicieron Meghan y Harry cuando me recibí. Fui Cirujano de Meghan cuando le extraje tres nódulos de la mama derecha y le hacía exámenes anuales de proctología a Harry, él fue el más agradecido porque en Inglaterra le detectaron cáncer en el tracto anal. Fue un error de diagnóstico, no tenía cáncer. Quedo muy paranoico, de ahí, sus controles anuales. Cuando nos visitaban, todos terminaron siendo amigos entrañables de ambos.

   El postre de las comidas era cannabis que traían Meghan y Harry de distintos lugares de Medio Oriente. Especies de ofrendas de Jeques Embajadores o Diplomáticos. Mis amigos tenían pipas de agua con cuatro o cinco boquillas, otras que parecían erlenmeyer y cada loco con su tema. Pero después de trabajar tanto favorecía el ánimo mirar el cielo, bautizar con nuevos nombres las estrellas y escuchar a Satie, que nos ensoñaba a todos.

   Nuca quise casarme, pero la hermana de Meghan me pudo. Se apareció en mi Consultorio privado para que le realice su primer papanicolaou, nunca quiso hacerlo por no considerarlo necesario. Meghan le explicó que era una medida de prevención.

   ─Dígame Doctor, ¿necesito desnudarme la parte de abajo solamente?

   ─No mi querida, la de arriba también, así ejerzo mis conocimientos de Tocólogo, para ver cómo andan esas mamas.

   ─¿Me cubro con algo?

   ─Es mejor sin ropas, se sienta por aquí, apoya un piecito a la derecha y otro a la izquierda. En el medio voy yo.

   ─Doctor, ¿me va a doler mucho?

   Cuando vi esa vagina impecable, me arrojé noblemente sobre ella y en lugar de utilizar elementos quirúrgicos, le introduje mi miembro todo entero. Ella no pudo evitar gemidos, sobre todo cuando investigué sus mamas, que me esperaban con dos pezones inquietos y puntudos. Cerré mi Consultorio con ella adentro. Y fue tanta la reiteración de poner y sacar que le pedí por favor que se casara conmigo y ella contestó:

   ─Sí, lo que usted quiera, pero sigamos haciendo lo que estamos haciendo.

   Y al final me casé. Tuvimos cuatro hijos, uno por año y seguimos teniendo hijos. Cuando llegamos a diez, nos detuvimos. Meghan y Harry se quedaron en casa con los diez.

   Nosotros aprovechamos para seguir haciendo lo que mejor sabíamos hacer, en Inglaterra, claro.

domingo, 19 de diciembre de 2021

META MATAR NOMÁS

 

   Así que hay procederes ejemplares, vos que sos del Partido Obrero y no sos obrero. Vos que pensás que el mundo va a ser mejor, basado en tu futuro sin frontera y el amor de tus padres comunistas.

 

   Te mataron. Un arma con mano pagada, le gustó más la guita que tu persona de veintiséis años. La guita lo hace más feliz que tu vida. Alguno habría sabido, otro ha fabulado, alguien te señaló y estaba cerca cuando disparó. Reflexionaba el asesino:

   ─Un zurdito menos es un zurdito menos.

 

   Ningún partido es ningún partido. Las dificultades las resuelve una bala. Las felicidades del dinero: el dinero, sólo el dinero. El dinero compra la muerte. El dinero paga la vida del rico. Y mata la del pobre.

sábado, 18 de diciembre de 2021

EL NIÑO SIGUE

   —Una compañerita del Jardín se puso de novia conmigo. Ni me preguntó si yo quería, pero como soy un niño lindo y bueno, la invité al Cine.

   —Te prohíbo tener novia, a tu edad mejor lavate los calzoncillitos. Olvidate de tu novia y del Cine.

   —¿Mami, vos tenés complejo de Esopo?

   —En todo caso sería de Edipo. ¿Quién es Esopo?

   —Era un filo-sofo que contaba cuentos muy bonitos, son ideales para tu edad.

   —¿Por qué para mi edad?

   —Para antes de dormir, me contás alguno que te hayas aprendido de memoria.

   —Hijito, si hay veces que me olvido de ponerme los zapatos, antes de salir a la calle. No puedo aprender un cuento de memoria. Te puedo contar uno inventado.

   —Bueno, Mami, tratá de ser creativa e inteligente. De eso último olvidate. Dejate llevar.

   —¿Te gustó la fábula?

   —Es para los niños mucho más chicos que yo. Te pregunto de nuevo: ¿No puedo salir con mi compañerita al cine de la esquina?

   —Me dejás sin siesta. Pero prefiero sacar las entradas y llevarlos yo.

   —¿Qué tal la película, la compañerita? ¿Qué hacen los novios en el Cine?

   —¿Cómo querés saber, todo junto o paso a paso? La película tenía una novia y un novio que pasaron toda la película haciendo porquerías, en esas escenas yo le tapaba los ojos a mi compañerita y ella hizo lo mismo, pero me parece que espiaba. Rozamos nuestros brazos sin despegarnos. Después ella me habló en secreto, dijo que quería un piquito. Le dije: ¡No, por favor! Soy un niño lindo y bueno. ¿sabés lo que me contestó?: “Es cierto sos lindo, bueno e imbécil."


viernes, 17 de diciembre de 2021

TRES CADA TREINTA

 

   Vino anoche, estaba tan lindo, tan joven, esa sonrisa abierta de dientes prolijos, esos ojos firmes de saber más que sus años. Trajo el bolso con una muda limpia y catorce para lavar. Me dio un perfume de regalo, el olor es como de flor que se fue hace un rato y olvidó algo de limón y mandarina.

   Abraza firme, seguro de haber llegado a un puerto protegido. Comemos y hablamos entre tenedores suspendidos y copas inconclusas. Fue el momento de la novia, que lo quiere sin pedir cambio, está contento, le deja oxígeno y le otorga descansos generosos. Trabaja a destajo, como es ahora, lo que gana lo gasta, como es ahora. Cada tanto me escucha, pero mis palabras no son su idioma, a veces grita que él sabe, que no hable de lo que no sé. Es cruel, como los jóvenes en confianza y sé que mi deber es dejar pasar, sino lo mato.

   Tanto me costó aceptar su ser dependiente.

   Tanto me costó aceptar su ser independiente. Esta vida, si algo tiene sentido, es lo inoportuno, el destiempo, la comprensión tardía, el amor que necesita, el que no tanto. Soliviantar los deseos propios con los ajenos para que no caiga ni uno ni otro. Aceptar con la puerta abierta para que pase y se haga lo que sea. Se va mañana, hace mucho que es sin mí. Juego a que me necesita, soy la madre.

jueves, 16 de diciembre de 2021

COPROCUENTO

 

   —El que tenga que ir al baño, que vaya ahora o calle para siempre.

   —Al finalizar la clase me hice pis encima.

   —¿Y dónde fue que lo hiciste?

   —En los bancos de atrás está todo, todo, mojado.

   —Bueno, Fermín, ahora te vas al baño y hacés todo lo que quieras.

   —Seño, usted me dijo que hiciera lo que quisiera, vaya usted a mirar cómo dejé el baño.

   Miró de reojo y mi caca repartida por todo el baño y además, regada.

   —Tu penitencia será limpiar con un trapo y a mano, hasta dejarlo brillante. Fermín, tenés una penitencia por día, es raro y repugnante.

   —Nunca me voy a olvidar, Seño, cuando me hizo abrir un sapo con un bisturí. Yo me pregunto qué cosas tiene un sapo, que no tenga un Presidente: Eso me cuenta Papá, durante el almuerzo: “Sapos son los que nos hacen tragar”. Usted Seño, Señora, Señorita, nos tendría que enseñar algo que no fuera nada. Como dice mi Mamá: “Usted no sabe ni el abecedario, tiene mierda en la cabeza”. No lo digo yo, lo dice mi Mamá, que se sacó diez toda la vida. Yo le pondría un seis como Madre. A veces ella también tiene mierda en la cabeza.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

FUERA DE FOCO

 

   Los primeros autos que pasan, me despiertan el odio que acumulé durante la noche, mi yo humano antes se difuminaba, apenas se notaba, ahora se me agarra. Desayuno con el odio, no me baño porque el odio que me tengo, quiere que ande sucia. Llamo al ascensor, con un canasto de ropa sucia, la gente que sube y baja, si abren y estoy yo, prefieren las escaleras. Mi odio los remite a sus propios odios.

   No lavo la ropa, la tiendo para que tome sol, a mí también, a veces me da odio mi propio olor. Tengo atenuantes, odié a mi Madre, a mi Padre y a mi hermano. Nunca les hablé del odio que me producían. Estudiaba tanto para no verlos, siempre obtuve las calificaciones más altas, en casa lo festejaban y a mí sus sonrisas satisfechas de algo ajeno, me daba odio.

   Cuando me indispuse por primera vez, fue tanto el odio que los paños inundados, atravesaban hasta mis uniformes y yo, como la mejor, cuando alguien me avisaba, la miraba con odio color sangre.

   El chico más lindo del Colegio se enamoró de mí. El odio que me daba todo, a él le parecía revolucionario. En el Baile de Graduación, por ser los mejores alumnos, salimos a bailar al centro del salón. Le di un beso espeluznante en esa boca perfecta, lo dejé con labio leporino y un diente de menos. Él me siguió queriendo, era incondicional, es la cosa que más odio.

   Después nos casaríamos y el día de la boda me miró con orgullo, cuando me preguntaron si quería y todas esas boludeces, dije: “No”. Salí del recinto con odio, los Padrinos me corrieron, gritando que lo pensara, que él era un buen chico y que me amaba... A la Madrina le arranqué el vestido y al Padrino le desgarré el traje. Odio que me hagan dar más odio, con palabras vulgares.

   Subí al auto de mi negado novio y partí con un odio expandido, tomé todas las calles de contramano, a unos chicos que jugaban en la calle, me gustó pasarles por encima y dejarlos chatitos en el asfalto.

   Las ambulancias, se presentaron enseguida, me obligaron a salir de la Ciudad, indigestada de odio. Sin querer, me metí con el auto en la laguna, a tres metros de profundidad. Pude salir del agua y me salvé de morir ahogada. Odio no haber muerto, pero pensé en mi sepelio, con todos esos nabos llorando y casi se me escapa el odio. La furia de perderlo, hizo que lo encontrara y me lo pusiera, ahora soy feliz, tengo mi odio conmigo. Espero que no me abandone.

martes, 14 de diciembre de 2021

ALTA EN EL CIELO UN

 

   La bandera se izaba en el patio, con cuatro grados bajo cero. El mejor alumno era abanderado, guardapolvo blanco almidonado, peinado a la gomina. Las escoltas con delantales tableados, que remataban en la espalda, a la altura de la cintura, con un moño bien paradito, como para regalo, el pelo juntado en un costado, tirante, con un moño más chico y almidonado. El izante, izando y las forras sosteniendo la banderola. El resto de la Escuela miraba tras los vidrios, no sin cierto placer, cómo se cagaban de frío los elegidos.

   La alumna Latifa, era carne de cañón, chivo expiatorio y campeona en ceros. Entraba temblando a la Escuela, por falta de abrigo, usaba zoquetes con papas en los talones y zapatos en extinción, emanaba pobreza, era de piel oscura y el pelo mota bien corto. Las Maestras le tenían inquina, por negra, mota y pobre. Alababan a la niña de rizos rubios, ojos celestes y zapatitos de charol, Susanita Del Huerto, tenía diez hasta en “Felices Vacaciones”. Estudiaba de memoria y era la primera en levantar la mano.

   —Sos tan aplicada, Susanita, que te voy a poner un diez suplementario.

   A Latifa la ametrallaban a preguntas, de tenor complicado, ella parecía disminuir su tamaño cuando la Srta le decía:

   —No estudió, Latifa, tiene cero.

   En los recreos nadie la invitaba a jugar, ella se ponía en un rincón y la empujaban, señalando los zoquetes con papas.

   —Decile a tu Mamá que los remiende con huevos fritos.

   Las chicas le decían: Virulana. Por el pelo y cuando jugaban la ignoraban, sin querer queriendo.

   Un día de lluvia helada, Latifa volvía a su casa sin paraguas ni capita, se sintió mareada y no podía moverse del centro de la calle. Justo la Maestra, con su auto, le tocó bocina, para que cruzara de una vez. La Maestra, nerviosa, como Latifa seguía inmóvil, apretó el acelerador y le pasó por encima. Latifa perdió la vida, junto a su soledad y a la Maestra que la abrazaba inútilmente.

   Esa noche, el Barrio, casi villa, cercano a la Escuela, arrojó piedras a todos los vidrios y luego le prendió fuego.

lunes, 13 de diciembre de 2021

PODEROSO

 

  Se mira en el espejo. Deja al hombre preocupado. Admira su figura, su pelo perfecto teñido color cuervo, la corbata de nudo, que impide a la sangre pasear por su cabeza. Tiene privilegios ancestrales, saluda a su mujer con un beso repetido que ella limpia con el dorso de la mano.

   Es el dueño de una empresa que encubre otras cinco y muchas más. Hace dinero con el fin de más dinero. Nadie conoce su verdadero nombre, ni su cara, ni su casa. Tiene una amante sueca que parece una muñeca inflable. Nunca le pide nada la sueca, pero él la colma de regalos costosos.

   El hombre llega a su casa, tarde. Su mujer simula estar dormida, lo odia tanto como tanto lo quiso en los principios. La casa está blindada, su auto está blindado, el piso de la sueca está blindado. Desde que el gobierno le otorgó un cargo de privilegio exigió que blindaran la oficina.

   Una enorme opresión le dio en el pecho, lo operaron de urgencia, era más que un infarto. Los cirujanos, asombrados, descubrieron que aquel hombre no tenía corazón. Fue el primer caso de muerte por corazón ausente. Los galenos declararon a la prensa que el hombre murió por tener un corazón grande en demasía. Era mentir, o quedar sin trabajo para siempre.

domingo, 12 de diciembre de 2021

ÍNTIMAS

 

   —Sería incapaz, te crió los chicos, cubrió algunas de tus situaciones maritales, leal como no conozco a nadie. Pensás en denunciarla, estás loca y aunque fuera como vos contás, perdoná, pero sos una pijotera de cuarta. Pitusa, reflexioná.

   —Eran mis cucharitas de plata, con mis iniciales, si hubieran sido los serruchitos, no digo nada, pero a vos bien que te dio bronca cuando la pobre Mapela se llevó la sopera, ni seguridad que fue ella, Merce, pensá y tené memoria. La dejaste en la calle, sin documentos, por una sopera de mierda, no jodamos. Si al final hacemos como la muerta resucitada de mi vieja, que cosa que le faltaba, le echaba la culpa a la muchacha.

   —Aquí, entre nos, mi viejo se cogía a la pobre Mapela, lo más patético es que mi vieja sabía y no decía nada. Porque prefería que mi viejo la dejara dormir y sin interferencias.

   —Tengo que confesarte algo, Pitusa, no quiero perder una amiga por un tipo sin atributos elementales, me acosté con tu marido. Ahora comprendo tu cara de mal cogida. Pero yo, igual te quiero. Fue un momento de debilidad.

   —No me pidas perdón, estamos a mano, yo me acosté con el tuyo, te aseguro, Merce, si hubiera percibido que es tan poca cosa…¿Cómo hacés, decime…

   —Dormimos en cuartos separados y están los amigos de mi hijo, una no es de fierro, viste?

   —No, ¿ves?, yo a tanto no llego, soy Católica y…en fin.

   —Como todos los católicos sos hipócrita, porque mi propio hijo me contó que en la cama sos una yegua. Quedate tranquila, él no es soplón, me lo contó a mí porque sabe que somos íntimas amigas.

sábado, 11 de diciembre de 2021

MI PADRE

 

   Me usaba de bastón, depositaba peso en mi hombro derecho de siete añitos, nunca le dije nada porque sabía que había tenido poliomielitis, le restó crecimiento a su pierna. Era muy coquetón y odiaba usar bastón. Una de nuestras diversiones era recorrer calles de Buenos Aires, plazas con ombúes centenarios y mirar estatuas. La preferida de mi papá era El Pensador de Rodin. Se detenía, lo observaba de frente y luego de darle una vuelta entera, volvíamos a mirarlo de frente.

   —Papi, ese señor ¿no puede hacer cacola y está pensando la fuerza que deberá hacer?

   Mi viejo era limpio fóbico, nos sentamos frente al estreñido, en un banco.

   —Esperá princesa, que le paso este papel con alcohol y descansaremos un rato. Te explico, este señor está haciendo algo que deberían hacer todos los hombres del mundo, está pensando. Fijate que descansa el mentón en el dorso de la mano y el codo en la rodilla, porque en esa postura se piensa mejor…

   Ocurrió algo inesperado, una paloma hizo caca en el sombrero de mi papi. Enfureció, sacó más papel con alcohol y lo limpió exhaustivamente.

   Para él fue la situación más traumática de ese día. Nos pusimos de pie, buscó cestos.

   —Estos peronistas de mierda, no son capaces ni de poner cestos en las plazas.

   Se le frunció el ceño, juntó el papel que dejamos entre las maderas del banco y el que usó en el sombrero.

   —¿Sabés lo que hago con estos papeles? Los pongo en el trasero del pensador, a lo mejor tenés razón y el tipo está tratando de cagar enserio.

viernes, 10 de diciembre de 2021

QUIÉN MÁS, QUIÉN MENOS

 

   Yo sé que estuve mal, no debí trincar a mi vieja, a mi viejo, a mis hermanos y a los perros.

   Ellos no me denunciaron nunca. La última vez pidieron que fuera al lugar más lejano que encontrara y no volviera más.

   Llegué al Obelisco, pregunté por el Seminario, donde se estudia para cura. Tardé mucho exprofeso, quería pensar, no estaba muy seguro. Lo primero que me preguntaron fue qué sabía hacer.

—Trincar ─les dije─ es lo único que hago.

   Ellos, eran dos y se pasaban el rosario de una mano a otra, como si fuera una pelotita. Agregué que tenía la mejor referencia de las que existen, mi propia familia.

   —¿Y qué es trincar?

   El más viejo dijo que era lo mismo que hacían muchos de ellos. Se refería a él también y sonreía complacido. A la semana de estar ahí se me fueron las ganas de trincar, comprendí que si no eran familia no pasaba nada.

   Con dificultades múltiples, en tantos días de viaje, llegué a casa. Los perros salieron a recibirme, luego mis padres y mis hermanos.

   Me abrazaron y perdonaron. Yo sé que estuve mal. Trabajé rotulando, sembrando, cosechando.

   Animales mi viejo no tenía. Estaba orgulloso de mis tareas.

   Una noche encontré una vaca que apantallaba sus ojos con pestañas de seda gruesa. Y bué, mugido más, palabra menos, me vinieron ganas de trincar.

   Qué Teta, Dios, qué buen diseño la tetota.

jueves, 9 de diciembre de 2021

SI SOY ASÍ, QUÉ VOY A HACER

 

   Estúpida como ésta nunca conocí. Fuimos a la playa, la pasé a buscar, estaba desnuda. Mientras caminábamos me contó que se había comprado una malla hoy a la mañana, pero cuando la quiso pagar, no le aceptaron la tarjeta.

   Busqué un médano escondido. Comenzaron a pasar tipos todo el tiempo y la saludaban:

   —¿Cómo va, Rosita?, nos tenemos que ver, así como estás, estás bien.

   Después otro:

   —No me puedo olvidar las cosas que me hiciste ayer, en cuanto termines, llamá.

   ¿No me di cuenta que la mina era un yiro? Y así nos metimos en el mar. Preguntaba:

   —¿No me podés atar los breteles? ¡Uy!, me parece que aquella ola se llevó mi parte de abajo. ¿No me la podrás ir a buscar?

   Nadé con el mar tirando para adentro. Busqué todo lo que pude, comencé a nadar oblicuo, sé que la geometría del espacio es como la del mar. Usé mis conocimientos en busca de aquel pedazo de nada, lo di por desaparecido y volví a la playa.

   Busqué mis bermudas y no los encontré, me los robó aquella mina, junto con mi billetera, la llave del auto, el auto que no estaba estacionado donde lo dejé. Me sentí tan boludo, pero tan, tan, boludo, que al final me convencí. Soy un boludo.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

DICTANTE

 

 —¿Cómo vas a matar un pollo de ese modo?

   Y ahora yo pregunto:

    —¿Qué te molesta más, matar un pollo o de ese modo?

   —Diego, no merece respuesta.

   Hipócrita, escribe como Dios y piensa como Satanás, la dictadura de lo nuevo lo atraviesa de lado a lado. No es casual que se llame Hipólito Fregattelli. Soy su peor amigo, tengo altos decibeles morbosos.

   Le dicto lo que escribe, desgasto mis ideas en un chiquero. Hipólito, luego de publicar su libro, me pregunta qué me parece. No contesto, miro a través de la ventana y observo que un chico le besa la boca a una chica. Mientras él la besa, ella mira el horizonte del mar. Llamo a Hipólito para que vea y dice:

   —¡Qué noche ideal para meterse en el agua!

   Para él es importante lo que no ve, por eso le dicto: “Mi mejor amigo es Diego, un dictador que no presume. Juega a ganador y gana. Tiene el don de sumar cifras extensas con el pensamiento. Percibe la traición de sus amigos, desde antes que lo traicionen.” Hipólito no está de acuerdo y pretende cambiar las rutas de las palabras. Le digo que no se le ocurra, porque su libro caería en los pozos negros del olvido. Se acerca, ¿cómo no me di cuenta? Sus largos dedos rodean mi cuello y lo gira seis veces.

   Como morí, ahora no tiene quién le dicte. Salió en Internet “Hipólito Fregattelli dejó de escribir” Ahora se dedica a matar pollos. Vive muy bien de mi muerte.

martes, 7 de diciembre de 2021

ANDÁ A LA C DE TU M

 

   Hice un cuento que no le gustó, dijo que si yo quería lo tipeaba, pero le pareció un disparate. Su opinión fue un abuso de persona. Cuando yo, me levanto temprano, lavo las sábanas, preparo el desayuno, espero tres horas para que desocupe el baño y en tres minutos, me baño yo. Deja las tohallas mojadas en el piso. Hace pis afuera del inodoro.

   Voy al Supermercado, me lastimo las manos por las provisiones que traigo. Cocino tres platos, una entrada, el principal y el postre. Lavo la cocina, seco los platos, repaso el piso, paso la aspiradora, limpio el baño, barro la vereda y cuando él se va a la cama, aprovecho para leer o escribir.

   Cuando se me cierran los ojos, voy a dormir la siesta. Ni bien me acuesto, él se levanta, escucha música a todo volumen. Se mete en la pileta, sale pisando barro que dispersa por el piso de toda la casa. Encima me dice que mi cuento es un disparate.

    Mientras mira cualquier partido, por la noche, la última vez me vengué, llené su cama con la bolsa de basura reventada, en vez de almohada, llamé al perro y lo hice cagar y mear, en las sábanas, arranqué rosas con espinas y las distribuí a lo largo. Me dieron náuseas lo que yo misma hacía y le vomité a los pies de la cama. Por suerte dormimos en camas separadas.

   Tiré perfumina, porque yo no iba a dormir con ese olor. A la mañana siguiente, mientras bostezaba con olor a zoológico, a chivo, a culo sucio, preguntó:

   —Ché Negra, ¿puede ser que anoche no hayan pasado los Recolectores?

lunes, 6 de diciembre de 2021

ASESINATOS

 

    Decidimos tomar unos vinos de uva chinche en “La Balandra”. Esas tardes de verano donde la brisa del río es un regalo y los árboles un amparo. Una mesa cuadrada y cinco sillas en un boliche parecido al abandono. Apareció un tipo gordo, en musculosa, sin preguntar apoyó una botella y vasos de higiene dudosa; nos sirvió al mejor estilo: te salpico todo. Era tan rico y nosotros tan sedientos, que en pocos minutos terminamos hablando  cualquier cosa.

    En esas pausas que suceden, una mariposa de alas inmensas azul violáceo y contornos dorados, comenzó a libar en una gota de mi vaso. Todos miramos aquella belleza inesperada, juntamos nuestros silencios para que la reina, reinara. De pronto una mano gorda y peluda la tomó de las alas. Era el dueño del boliche. La desapareció. Volvió al rato, con una carpeta de hojas engrasadas y mostraba, orgulloso, su colección de mariposas atravesadas con alfileres, la última era la que libó con nosotros. Estaba tan contento cuando se metió en la casa, festejaba la muerte. Nos fuimos sin pagar.

    Aquel episodio marcó un hito en nuestra memoria, los dos primeros desaparecidos de La Plata aparecieron torturados y muertos en el boliche de aquel gordo asesino de mariposas.

domingo, 5 de diciembre de 2021

RARO

 

   Tenía un solo amigo, pero no se visitaban seguido.

   Desde chico era solo, pensaba que los demás eran estúpidos, aburridos y cobardes.

   —¿No querés venir al cine? ─preguntaba su único amigo.

   —Si la película es blanco y negro, de los años 50 y trabaja Bette Davis, voy. Si no, no. Y seguro que es no, ¿no?

   —Sí, pero en lugar de hablar de nada, vemos una de culto.

   Sí, lo voy a acompañar, sus argumentos son pesados y parece rogar que vaya. No me gusta que ruegue, lo iguala con los estúpidos. Nunca salgo los jueves por la noche, me preguntó por qué.

   —Es el día que mi flia concurre a Villa Ballester, a visitar a mi hermana que vive en un psiquiátrico, no sé a qué van, ella ni los reconoce, piensa que es un congreso de doctos, para observar su comportamiento. No la visito porque me hago el cuerdo, pero estoy tan loco como ella. El jueves aprovecho para ver películas porno.

   —¿Por qué hacés eso? Sos un tipo pintón, no necesitarías internet para conocer a alguien, ¿No te aburre masturbarte? Contestame ¿Por qué? ─le pregunta su único amigo.

  Él solo con la mirada absorta, en vaya a saber qué cosa, le dice:

   —Para tener algo en la mano y me haga disfrutar de algo. Tiene mala prensa, pero todos lo hacen…espero que vos no. Te van a decir pajero, es un adjetivo deplorable. A mí no me gustan ni las minas, ni los tipos, pero yo me encanto.

sábado, 4 de diciembre de 2021

EN TIEMPOS DE LA REPRESIÓN

 

   Nuestra madre, buena como el pan que amasaba, vivía un mundo paralelo, éste le resultaba ajeno. Hablaba de Boris y Rafa, dos hermanos más grandes que nosotras y le brillaban los ojos.

   No los conocimos, estaban tan lejos. Ella decía Marbella, o tal vez India o trabajando en alguna isla caribeña. Susi, mi hermana, moría de envidia. Un día, ya crecidas, le preguntamos si no gustaría que viajáramos a ver si los encontrábamos. Dijo que no, además el viaje era caro, aunque la Abuela tuviera ahorros en dólares. Hacía tiempo la Abuela había ofrecido su dinero. La negativa de mami fue contundente. Además no tenía ganas de perder dos hijas más, ni siquiera por unos días.

   Realizamos una consulta con un abogado de prestigio y buenas conexiones. Nos informó acerca del destino de Boris y Rafa. Volvimos en tren, sin hablar. La decisión de no contarle a nuestra Mami quedó encerrada en nuestra cocina, donde cantaba y amasaba. Apenas saludó, nos mandó a lavar las manos para comer bajo el aromo. Terminado el almuerzo pidió silencio para dormir sus quince minutos de siesta. Nos dijo que Boris y Rafa le mandaban mensajes en sus sueños. Ahora vivían en Australia, el año entrante viajaban a Dinamarca.

   Estaba contenta con sus hijos itinerantes. Nuestra Madre se había instalado en un planeta, donde no entraban el horror ni el espanto.

viernes, 3 de diciembre de 2021

¿QUERÉS QUE TE CUENTE UN CUENTO?

 

   Primero pagame. Después dame alguna idea, tengo las compuertas cerradas. Si yo no lo puedo empezar, terminalo vos, tal vez se me ocurra un principio inquietante. Tengo miedo de arrojar anzuelos que no conduzcan, sería ingrato para el lector.

   Otra cosa fundamental: la propaganda. El cuento, aunque no esté escrito, si tiene difusión el público se interesa. Hacer afiches notables por sus dimensiones, que digan que el cuento todavía no tiene nombre, es el componente ideal para que sus comisuras dibujen una sonrisa  y borren la cara de culo que portan anormalmente.

   Es importante la presencia de alguno que entreviste. Una grabación, de esos que saben todo de nada. No le quiero ver la cara, la estupidez humana carece de límites.

   Necesito un fotógrafo, la imagen es primordial, vamos a contratar mi doble con veinte años menos, quiero el mejor fotochopeador que exista.

   Repartir figuritas con la exclamación “¡Qué cuento el que te cuento!”, sobre la sombra de mi perfil, arrojarlas a la marchanta en los lugares más concurridos.

   —¿Y el cuento?

     Si lo querés, primero pagame.

jueves, 2 de diciembre de 2021

ANTECEDENTES

 

   Mi Abuela Laura contaba cuentos que daban miedito. Terminaban bien, a mí el miedo me daba gusto. Clara, mi otra Abuela, tenía una colección de cuentos en la cabeza, les alteraba los finales, mezclaba las acciones de uno triste con uno alegre, cuando se quedaba dormida,  ignoraba qué seguía, era un placer inventar el final que yo quisiera. Se los hacía felices de toda felicidad. Empalagosos, pero soñaba dulce. Dio bronca, pero las dos desparecieron el año en que cumplí diez. Entonces me hice cuentera, inventaba gatos que se casaban por iglesia o cuchillos que se pelaban con tenedores y la cuchara, cobarde, se escondía.

   Eran malas las cucharas, me hacían tomar sopa ¡Puajjj! Siempre odié ese brebaje. Mami no soportaba mis cuentos y cerraba la puerta de la cocina, yo igual escuchaba:

   —¡Qué chica insoportable! No para de hablar, una historia tras otra. ¡Me va a hacer salir canas verdes!

   Eso me daba tema para otro cuento “La Mamá de las canas verdes”. Por suerte estaba el escritorio de mi Papi, un grande niño, siempre hacía de cuenta que estudiaba y cuando se recibió simulaba que trabajaba.

   Su actividad predilecta y oculta era dibujar. Cuando Mami se iba a la Escuela, para avasallar otros niños, que no eran yo, entraba al escritorio.

   —¿Papi, te puedo contar un cuento y vos lo dibujás?

   —Me parece una idea encantadora ─decía y sacaba una inmensa caja de Caran D’ache─.

   Le contaba historias complicadas, para que los dibujos tuvieran de todo, un capo ilustrando. Pasaba el tiempo sin darnos cuenta.

   Toc-toc-toc, los tacos del arribo de Mami…estábamos sincronizados, Papi miraba los expedientes con ceño fruncido. Yo huía a mi escritorito para hacer los deberes, hacía de cuenta, en realidad escribía cuentos.