Hace un frío que
no tiene piedad, amanece todo helado y está para patinar, en el terreno de
enfrente, tengo una pista natural. Y entre llenar la heladera, salir a comprar
sin auto y en bicicleta, me calcé los patines y aquí estoy yo solita. También
un joven, no lo vi, el chico se me acercó y dijo:
—Qué bueno que
somos dos! ─Me tomó de la manopla asegurando velocidad y sin darme cuenta y él
tampoco, quedó con la manopla en su mano.
El frío cayó en
mi espalda y le tuve que decir:
—Yo vivo acá
enfrente y necesito calor. Si querés acompañame, parecés la bandera, tenés la
cara blanca y azul, te invito a casa a tomar un capucchino, de paso te
calentás. Lo dejé solo en el living, habrán sido diez minutos, más de eso no
fue. De veras entró en calor, me violó por sorpresa, con ropa y todo nomás y no
fue una sola vez, fueron cuatro y las conté. No era ninguna novedad, decían que
aquí en el barrio, había un joven que violaba lo que viniera.
Cuando se fue
comprobé que había robado mi billetera y la nueva compu también. Salí en forma
desesperada, con un revólver muy viejo, le pegué un tiro en la nuca y otro en
el corazón. Lo dejé rematado.
Recuperé la
billetera y la compu nueva también. No hice denuncia alguna, para que no se
caguen de risa y me llenen de humillación.

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