jueves, 28 de febrero de 2019

NEGOCIA Y CASTIGA



   —Escribí polenta, poné carne a la parrilla.
   Es como pretender mar azul en Las Toninas, agua marrón, gordas gritonas… —Nunca me gustó la polenta y la carne tampoco. Tirame alguna idea.
   Qué va a tirar éste, ¿un estímulo?, si tiene tres neuronas es demasiado.
   —Vení flaco, mirá por la ventana, ¿qué ves?
   Me dan ganas de preguntarle: Veo veo ¿qué ves?
   —Hay un árbol y abajo un hombre apoyado con una mano, con la otra se busca el pito. Su proyecto está a la vista, hace pis. Una mujer lo llama, tiene un sólo zapato, el otro casi no se ve, pero está, lejos. Hay un policía que la llama desde un balcón, o es el amante, o el marido, trabaja en la policía, lo lleva en la cara y le dice con una voz que se traga el viento: “Vení, no lo vayas buscar, está loco, hace pis en la calle, vos que amás los árboles, está meando uno.” Ella corre con desesperación y lo alcanza, se dan un abrazo como el primer abrazo. Suben a la camioneta a buscar un mar azul y tibio.
   —¿Y después?
   ¿Qué quiere que le diga el mandril? —Ya está, ahí lo tenés, es el cuento corto que me pediste, dame un adelanto, en casa lo único que hay para comer es polenta.

miércoles, 27 de febrero de 2019

CAUSA Y EFECTO



   —…Ya estás?
   —Me fumo un pucho y vengo.
   Ella había largado y el olor a cigarrillo le molestaba. Siempre afirmaba que si dejaba de fumar no le importaría que otros lo hicieran. Sucedió lo contrario, recuperó el olfato que anula la nicotina y le molestaba el olor de la leña para un asado, el olor del escape de los autos, el olor de las bocas de tormenta y otros, como el pelo sucio, el perfume vencido, los perfumes en general. Ni hablar del olor a frito o a pescado viejo. Pasaba mucho tiempo haciendo comidas, únicamente vegetarianas, semillas de lino, sésamo…y amapola. Él era carnívoro, cafetero, fumador y mujeriego. Se divorciaron de común acuerdo, debió ser lo único que sus vidas tuvieron en común.
   Sus amigas le hicieron una fiesta, para despedir el año del fracaso. Se enteró que la consideraban La Reina del Fracaso. Le iban a entregar una estatuilla. Alquilaron un Hotel en Venezuela. La alfombra para la entrega del “Maduro”, era verde.
   Había fotógrafos y periodistas que ansiaban sus palabras, para plasmarlas y grabarlas en la Historia del Disparate. A ella se lo soplaron. Dijo a sus más allegados que no asistiría y una fuerza nacida de la debilidad, la hizo aterrizar en Maduro, con una máquina de moler personas. Fue molido hasta quedar baldosa hundida.
   Siguió con su Justicia Argentina y en la sesión semanal de botox de la Ex Presi-k, la pinchó con agujas para caballos, la infló más y más y más, hasta que explotó. Se dieron cuenta porque el cielo se llenó de dólares.
   A Marqui le compró un vestido de mujer, blanco, con plumas de ganso. Ella misma lo vistió y lo mandó en un Uber hasta la alfombra verde, él fruncía el ceño, para que todos creyeran, que era un Presidente en serio.

martes, 26 de febrero de 2019

NO HABRÁ PECADO



   Hermanos pegados, Remedios y Pedro, primero la Madre dijo a todos que eran muy unidos. La Madre de Remedios se encargaba de bañarlos. Todo comenzó cuando se irritó la piel que iba al lado de su hermano, le ponían talco, pero la piel se le abría punto hilván y cada tanto se lastimaba y no cicatrizaba. El Médico diagnosticó: Cicatrización lenta, muy raro a su edad. A Pedro lo bañaba su Padre y sucedió lo mismo que a su hermana, pero del otro lado.
   En la Clínica les dijeron que los mandaran a Estadosunidos, era un trabajo que los Médicos de allá lo resolverían. Primero se pusieron contentos, hasta que la Mutual les informó que podían pagar la intervención, pero no la estadía, de modo que los niños sólo podían retornar en un asiento individual para ambos, sin pos operatorio y sin atención médica, viajaron.
   Le tenían terror al avión y se apretaban uno contra el otro, en los pozos de aire parecían un bulto con dos cabezas. Los Padres los recibieron y fueron llevados a la casa. Les quedó el trauma de todo lo que sufrieron y no querían separarse ni para dormir. Los Padres les cedieron su cama matrimonial.
   Cicatrizaron muy extraño, las pieles de ambos se unieron, Remedios y Pedro eran felices. Los bañaban juntos en un recipiente de dos plazas, no sentían vergüenza por sus partes pudendas, la costumbre de estar pegados.
   Cuando se desarrollaron, Remedios se enamoró de un chico y Pedro de una chica. Fueron muy comprensivos y encubicularon como pudieron, un acto acrobático donde el chico de Remedios y la chica de Pedro, se enamoraron y batieron la retirada.
   Tuvieron parejas de toda índole, pero terminaban igual, el chico y la chica se gustaban y piantaban. Remedios y Pedro, sin pensarlo, empezaron a tener sexo entre ellos, se convirtieron en incestuocidas y tomaron las precauciones para que Remedios, no quedara unpregnant.
   Pero quedó. Por suerte fue hijo único y le enorgullecía que sus Padres eran tan unidos, que no se separaban ni para ir al baño. Sólo Pedro y Remedios sabían, lo mantuvieron en secreto para siempre. Los Padres lamentaron mucho que Remedios fuera Madre soltera, pero a la llegada del niño, decían que fue un regalo del cielo.

lunes, 25 de febrero de 2019

HAY POR DÓNDE...



   —¿Dijeron que sí?
   Les voy a decir la verdad: —Sí, pero dos lados del canal, hasta el fondo de la reja y después volver.
   —¿Y por qué primero nos aceptan y después nos echan?
   —Nos usan, les hacemos el trabajo gratis, para volver con los demás que son los que están demás. Nos fuimos para no morir y nos traen para matarnos.
   —¿Y dónde está la democracia?
   —La Democracia está en los libros.
   Inés trajo mate y tortas fritas. Es una mujer con esperanzas, su alegría es tonta. El viejo loco y andrajoso sube a una mesa: —Soy loco, pero no estúpido, siempre hubo que esperar, para encontrar, trabajo, en el Banco, en la Caja del Súper, en el Colegio, en el Hospital…
   —Bajate, loco, que ahora sigo yo, debemos ser lúcidos. Lo que nos pasa tiene un lado bueno, no tenemos que esperar más y al otro lado no hay nada.
   —Es mi turno, soy el loco tres y no preciso mesa. Mido dos metros, tengo una vanidad infinita, mi consejo es dejar los discursos para otro momento.
   Apareció un Enfermero del loquero: —Yo no entiendo nada, pero la reja está abierta. Pueden pasar despacio, sin avalanchas. Les agradezco, volveré con Inés que tiene mate y tortas fritas, Uds me estaban volviendo loco. El último, que cierre la reja.

domingo, 24 de febrero de 2019

CAMINOS



   Su techo era el cielo, su cama el pasto, su refugio los árboles, para las deposiciones tenía letrinas abandonadas, conocía las direcciones. Sus baños predilectos eran las lluvias del verano y en el invierno aguas termales que descubrió andando la tierra, libre de personas. Para Adán, el animal más peligroso del mundo era el hombre.
   Frecuentaba basurales a cielo abierto, para encontrar ropa, cubrirse y poder entrar a la ciudad a mirar cómo crecían los edificios y desaparecían plazas y árboles. Esquinas sin ochavas, quedaba una, fue un Almacén de Ramos Generales. Su Padre, Dionisio, lo llevaba de chico a tomar media copita de grapa. Cuando murieron los dueños del Almacén, más tarde su Padre, Dionisio. Quedó la hija de los dueños, Violeta. Para descansar de la Naturaleza, Adán propuso a Violeta, realizar una instalación en el Almacén con pedazos de requechos citadinos, azulejos antiguos, dinteles encontrados en baldíos, pedazos de balcones con botellones. Les llevó cuatro años, pero era la casa más exótica que podían ver los pocos que gustaban pataperrear. Cuando aparecieron turistas a sacar fotos o filmar la casa, solicitarla para escenas de películas, Adán daba consuelo a Violeta, que lloraba y decía: —Es como si violaran la casa de mis Padres, nuestro trabajo, el increíble resultado, no entienden nada, renuncio, Adán. Vos tomá tu propia decisión, yo me voy.
   —Violeta, conozco lugares donde te prometo el mundo real y mágico de la Naturaleza, libre del despreciable ser humano.
   Atravesaron la ciudad caminando y dando los adioses al lugar del maltrato. Violeta no podía creer que Adán conociera lugares tan bellos y adaptaciones que le fue enseñando.
   —Violeta, nos une estar juntos y compartir, pero no mezclar, tal vez te resulte extraño, pero no quisiera que encuentres un árbol de manzanas, tomes la más brillante y me convides, así se pudre todo.
   A Violeta le pareció raro el pedido y más tarde lo olvidó. Un día, de algún mes, encontró una manzana tan perfecta que le dio un mordisco, era blanda como una nube húmeda de dulzura. Se acercó  Adán y ella lo convidó. Aparecieron los convites del cuerpo, los confites de la boda, el traslado a la ciudad, el nacimiento de dos hijos, las peleas, el divorcio y el rencor.
   —Es por eso que la manzana, se come, pero no es conveniente convidar un cacho.

sábado, 23 de febrero de 2019

LAS COSAS ES ASÍ



   —Vengan los cinco, de mayor a menor.
   —Adolfo, se portaron muy bien, ¿te parece?, todavía no dejaste el uniforme, pensá lo que hacés. Sufren los chicos.
   Adolfo pasaba por cada uno y le daba una bofetada. Empezaba por la más intensa al más grande y su mano se iba suavizando hasta la panza de Genoveva.
   —Y a éste no le doy la bofetada, porque todavía no nació, cuando nazca, ya veremos.
   Trabajaba en el Ejército, allí suprimía la bofetada, por el grito de milico liero. Los fines de semana dejaba el uniforme en la tintorería china y suprimía las bofetadas. Jugaba con los chicos al football, al basket y con las chicas hacía shopping en el kiosco de la esquina.
   Genoveva limpiaba el caserón, escuchando las risas de los niños, jugaban con la manguera hasta que el barro venía perfecto, para las carreras del resbalón. A las doce de la noche del domingo, iba mutando lento, sin beso de despedida para ninguno. Su vida era un GPS cuya estructura espantaba al mundo.
   El único cuadro en toda la casa era un enorme óleo de Adolfo Hitler, del brazo de Marilyn Monroe, lo mandó a hacer con un amigo judío que no le cobró nada y Adolfo, en agradecimiento, le regaló cuatro cachorritos de dóberman. La única lectura permitida a la familia era “Mi Lucha”. Hizo que sus hijos aprendieran páginas de memoria.
   Genoveva no daba más con sus nueve meses de embarazo, estaba por llegar su marido y los chicos formaban la fila acostumbrada. Escucharon sus botas un dos, un dos. Mientras los niños hacían coro murmurando: “Apretando el paso, cerrando el culo”. En ese momento, Genoveva rompió bolsa.
   Antes de cachetear los chicos: —Adolfo llevame ya, porque voy a parir.
   —Un momento, acá nadie se me indisciplina, Genoveva, secá el piso, mientras abofeteo los chicos, que es lo que corresponde.
   Genoveva pidió una ambulancia, las contracciones le dieron vuelta la cabeza, trajo una ametralladora de la Segunda Guerra.
   —Adolfo, apoyate en la pared, los geranios del primer piso se soltaron y te van a aplastar la cabeza.
   Adolfo se incrustó en la pared, Genoveva, traía escondida la ametralladora, funcionaba perfecta, le disparó de arriba abajo y de derecha a izquierda, Adolfo seguía hablando semi muerto: —Que nazca varón y bautizalo Jorge Rafael.
   Vino el más grande, con una pistola, última generación y le disparó en la frente: —Callate puto.

viernes, 22 de febrero de 2019

ARCHIMBOLDO



   Las quintas tenían árboles de cerezas, manzanas, uvas, guindas y frutos que desconocía, ni el hombre del bosque, sabio de cien años, él siempre se sacaba algunos o se agregaba.
   Todo el caserío lo consultaba ante cualquier problema de índole personal o local. —Tengo una respuesta para cada cual, pero suelo dudar de mí mismo, es uno de los pilares de la sabiduría.
   —Entonces yo debo ser uno sin pilares, Maestro, dudo, pero cuando lo consulto, la quietud que recibo me hace olvidar cuál era el problema que me llevó.
   No era tan simple lo que le ocurría a este hombre, sospechaba que su mujer lo engañaba con el frutero de la carreta. Tenía dudas, pero no certezas. Lo inquietaba que al volver de trabajar la tierra con sus manos, veía pasar la carreta del frutero volcando manzanas o frutillas, que su mujer juntaba en los bolsillos de su delantal.
   Él, estando lejos, escuchaba las risas de ella y el frutero. Le daba miedo y pudor, preguntar a la mujer si era un marido engañado o su imaginación descarriada. Ella era dulce como la miel y luminosa como las estrellas. Una noche, le dijo que venía la época de recolección, por lo tanto, no dormiría en su casa un tiempo. Trataría que fuera en pocos días. A la esposa le brillaron los ojos y le encargó zapallos, melones, papas, batatas, sandías y cualquier verdura que tuviera color.
   Él no pudo evitar escapar de la cosecha por las noches y enterarse qué ocurría en su casa. Había velas prendidas en el granero y la sombra de ella, con una lata y palillos. Tras ella un hombre barbado, volcaba algo líquido en otros recipientes, cada tanto, él le tiraba de una trenza y ella se reía como una niña.
   No quiso compartir aquella imagen desventurada y volvió a la cosecha. Sin indignación, pero con el pecho como si fuera a estallar. Hizo el mismo recorrido y los encontró en una apertura del granero. Él pasaba su brazo por la espalda de ella, mientras mesaba su barba. Cuando terminó la cosecha, pidió una carretilla prestada, con las verduras y frutos que le había encargado su mujer.
   Con el odio instalado en la cabeza, transportó un cuchillo en su faja. Era el amanecer, su mujer corrió a recibirlo, con un sombrero en la mano. —Esto debió caerse en el camino a la cosecha.
   Tras ella, el barbado descarado, gritaba: —No le digáis! No le digáis! A lo mejor no le gusta, o confunde las intencio…
   No lo dejó terminar, sacó el cuchillo de su faja y cuando tomó la decisión, su mujer obviando el cuchillo: —Te presento a mi querido hermano Archimboldo.
   Entraron al granero pleno de velas iluminando cuadros, ella lo tomó del brazo y decía: —Mira éste, mira aquél, el del fondo, no lo podráis creer.
   El marido quedó mudo de asombro, todos los cuadros eran retratos ilustrados con frutas y verduras. La cabeza de uno era una calabaza, una banana hacía de boca, la nariz una batata con granos, los ojos dos bergamotas con cejas de cebollines. El marido se acercó al hermano de su mujer. —Perdonad la humildad de mi obsequio, es un cuchillo forjado por mis manos, vuestros retratos son más sabios que los frutos y verduras que conozco, terminó la cosecha, si me permites, sería un placer sentarme y mirar cada una de tus obras.
   —Querido cuñado, por ser el marido de mi hermana, sois mi hermano. ¿Podré quedarme un tiempo, pintando en vuestro granero. El lugar me inspira imágenes que quisiera plasmar en mis telas y tablas.

jueves, 21 de febrero de 2019

TOUCH



   La madre lo miraba. —No te toques, Arnoldo, aún delante de las visitas, o por la calle, si cruzás seguís con las manos ahí, como si todo dependiera de tocarte.
   Arnoldo seguía con ese vicio, decidió mandarlo a un Psi muy conocido, llamado Oliverio Redondo, recién recibido, con el promedio más alto de la Facultad y dos viajes de investigación a Alemania. Fue el mismo Arnoldo que pidió día y hora para empezar con el Psi Oliverio Redondo.
   —Doctor Redondo, vine porque me manda mi Mamá.
   —Decime Oliverio y tuteame, si no, me siento viejo. ¿Cuál es el problema de tu Mami afligida?
  —Te informo que mi Mami es una persona que desde que la conozco, vive afligida, su última aflicción es que me toque, sabiendo el placer que me da. Oliverio, mientras hablamos, ¿me permitís que me toque?
   —Estos minutos son tuyos,  si querés tocarte, a mí no me molesta para nada. Vayamos por parte, ¿pica?
   —Nunca necesité rascarme.
   —¿Y entonces, a qué debemos tu costumbre?
   —Cómo ¿vos también te tocás?, dijiste “debemos”.
   —Es hablar en plural, para que no te sientas solo.
   —Todo empezó cuando no supe qué hacer con mis manos, la ropa con bolsillos me venía fenómeno, porque las metía allí, pero Mami empezó a comprarme sin bolsillos y me sentí tan perdido, que me tocaba. Si mirás en boliches o en el Hipódromo, incluso en la plaza, hay muchos tipos que se tocan, ahora con una sola mano, porque en la otra tienen el celular. Mujeres no he visto, no saben lo que se pierden.
   —Decime, Arnoldo, cuando seas más grande y te consigas una novia ¿vas a seguir con esa costumbre?
   —Ché, Oliverio, me extraña que un tipo grande no lo sepa, si me aparece una novia, lo primero que le voy a pedir, es que me toque.
   —Bueno, Arnoldo, tus respuestas me superan, Decile a tu Mami, que tenés el alta y le cedés tu turno, veremos si lo suyo, es envidia del pene.

miércoles, 20 de febrero de 2019

ES Y SERÁ UNA



   Encontrar un personaje, que mate personas por encargo, tener simpatía por el matador. —¿Cuánto decís que te pagan?
  En el medio de una fiesta, organizada para matar un hombre, no se podían sacar fotos. Y la mujer, disfrazada, tenía ojos opacos y saludaba a dos o tres de sus afectos, con voz de despedida, siendo que no iba a ningún lado.
   —La última vez fueron diez mil dólares, una pavada, el hombrecito parecía bueno. Después que lo hice hasta me di cuenta la miseria que me pagó el Sr A, había sido Secretario Privado del Ex. El Ex murió, pero nadie vio el cadáver, vive en Kuala Lumpur, operado y sus cifras robadas son incalculables, capaz que se encontró con Yabrán y salen de putas.
   Estaban en una segunda fiesta, ciento veinte personas, salmón, caviar, sushis, carne de ciervo, champagne, whisky, heroína, merca, pastenacas. Había treinta custodios personales y cumplían la misma función, que nadie tomara fotos.
   —¿La mujer tenía nada más que tres amigos? Entre ciento veinte, debieron ser tres pendejos, ignorantes de lo que pasaba.
   No quiso contar demasiado, su amigo personaje, también mataba por encargo. El Sr A murió no se sabe cómo, acá es así. Nadie vio el cadáver.
   —¿ Y la jermu qué onda?
   Mirá lo que me pregunta, si él sabe. —Se la llevaron, está incomunicada, parece que señaló Jueces, Fiscales, Diputados. Pasó una semana y todavía debe estar cantando.
   Ella presentía que tanta vida lujosa, meta viajes, pilchas, yates, avión privado, helicópteros, reuniones “negras”, allí se elaboraban los encubrimientos para desviar dineros a diestra y siniestra.
   El Sr A, era uno de esos, que no sabía cuánto tenía, pero iba por más. Y mandaba a matar. No tocaba guita ni sangre. Un mafioso hijo de puta. “El Padrino” una lenteja, al lado del Sr A.
   Los chicos se enteraron por el diario. —¡Pero mirá quién es, Flaca!, era un amor esa mujer.
   La Flaca entendió, la mujer debía saber, más que boluda si no. Tan dulce, tan triste…
   —Mirá qué piedra para la honda, espero que se recupere algo, es guita de todos.
   A la Flaca le seguía dando piedad.
  —Ché, loca, cortala, era la mujer de un mafioso. A nosotros nos invitaba de figurantes. ¿Cómo le vas a tener lástima? No jodamos.
   Los custodios, en dulce montón, mudaron de patrón, mataban más, pero ganaban menos.
   Al personaje que simpatizaba con los matadores por encargo, lo nombraron Secretario Privado del peor Gobernador de la Republiqueta.

martes, 19 de febrero de 2019

ENTRE HORTENSIAS Y JAZMINES



   Pasé por el jardín y en unos pasos crucé la cocina y estaban, la Tía Elvira, Camila, su hija, Papá, Mamá, los Abuelos, yo no estaba. Corrí la cortina de encaje bruseliano. Entraba un sol cálido por la ventana inmensa, de cristales repartidos y comían con prudencia, recordé a Prudencia, la más anciana presidiendo la mesa, yo no estaba.
   Los cubiertos hacían ruidos sincopados, masticaban con la boca cerrada, así fueron instruidos, respondían a todas las reglas. Menos Micaela, que corría a la Cocinera para desatar el moño almidonado de su delantal, yo no estaba.
   La Abuela tocaba el timbre bajo la mesa, bajo la alfombra.
   —Hija, debes educar a esta niña, Raimunda, la Cocinera, se ocupa de todo, no estamos en condiciones de tomar más personal.
   Yo no estaba.
   Papá andaba de amores con la Tía Elvira, desde antes de casarse con Mamá, que no ignoraba, pero callaba. El resto de la familia, murmuraba en las hamacas siesteras. Yo no estaba. Se escucharon gritos despóticos, Abuela levantó su bastón y dijo a Papá que no quería verlo más en esa casa. Luego convocó a la Tía Elvira, le entregó un pasaje a Colombia, partiría al día siguiente. Yo no estaba.
   Al atardecer, Mamá atardecía llorando, me extrañaba, le parecía injusto que Dios se lo hubiera quitado a los cinco años. Yo no estaba.

lunes, 18 de febrero de 2019

GRACIAS TÍA



   —Escuchar música clásica te relaja, te traslada a órbitas que ningún astrónomo imagina.
   —A nosotros nos gusta el Hip Hop, Rock & Roll, Punk, Heavy Metal, es lo más, Techno, Rap, donde despegás de la tierra como si adentro tuvieras fuego que pugna por salir y todos se funden en bailes diabólicos. ¿me entendés, Tía Dora?
   —Más o menos, menos tal vez. ¿Conocen a Beethoven, Mozart, Vivaldi, Tchaikovsky, Brahms, hasta Debussy que es moderno pero no de mi gusto?
   —Y, Tía somos de generaciones lejanas, nosotros vibramos con el reggaetón, deberías probarlo. Yo protegería que no te desmayes.
   —Les voy a brindar una fiesta de tres días, mi piscina de concha vertiente, tendrá música subacuática. Para ustedes, birra, para mí champagne. Traigan sus parejas, sacudones electro, bailados remontan el cielo con una mina al lado, alrededor.
   —¿Qué pensás, Tía Dora?
   —A tu edad, esos maravillosos años, donde jugar dura una eternidad y no se piensa el después. -Le contó la fiesta, una trilogía inolvidable.- La casa no tendrá muebles para ser ocupada con músicas y competencias no melindrosas, hablaré con el Comisario, para que olvide que esta fiesta existe. Ausente de drogas y deformaciones químicas. Te voy a pedir sólo un regalo, el epílogo tendrá unos viejos músicos, genios de su tiempo, que ejecutarán la Novena Sinfonía de Beethoven. Ahora vos te quedás lejos, sobrino de mi alma.
   —Recordé a Mamá, cuando quería que te murieras, Papá no se quedaba atrás. Fueron muy crueles, Tía, me regalaron a vos, al día siguiente de mi nacimiento. Yo los perdoné, te tenían envidia, seis maridos y veinte novios, fuiste una vanguardista.
   Tiene que saberlo sin mí, tiene fotos, cartas y una enorme indiferencia, me miró raro cuando besé a su Padre. Él venía todas las tardes, para ver cómo crecía. Una situación incómoda. Memé lo entregó y su Padre estuvo de acuerdo. Nuestra pasión, al menos de mi parte, fue más intensa que el fuego. La primera vez que me pidió dinero y luego se hizo cotidiano. Empecé a negarme y apareció Memé: 
—No quiero ver al chico, escondelo, nos salió mal, Dora, me voy, tiene el motor en marcha.
   Cuando escuché el auto en la curva, sentí náuseas, miré el reflejo de mi cara en el espejo y tuve una epifanía.
   —Sobrino, vení, vamos a compartir la organización de la fiesta?
   Se sentó al lado y su cabeza derrapó en mi hombro. Yo en silencio, les agradecía haberme regalado el hijo que nunca hubiera podido, soy estéril. La historia es reservorio descartable.
   —Tengo que decirte algo, Dora, -me abrazó- gracias Tía.

domingo, 17 de febrero de 2019

SEÑORITA MAESTRA


   —Chicos ¡Silencio!! Quiero hablarles acerca de las películas que ven, donde hay disparos que matan inocentes y la sangre sale de los cuerpos, como si fueran arroyos, la daga en el corazón de una persona, dejando salpicaduras, en un ámbito con cadáveres dispersos en el suelo, unos muertos y otros con estertores, mientras mana sangre de sus bocas, como canilla abierta. Dedos cortados, para amedrentar a buenas personas. Les ruego que les rueguen a sus Padres o quien cuide de ustedes en sus casas, que apaguen las pantallas. Para Uds llegará un momento, donde matar será un acto natural. Se los digo por mis propios hijos, que cuando joden mucho, perdón chicos, no digan “joden” porque es mala palabra, yo misma les pongo ese tipo de películas y no se escucha volar una mosca.
   Aprovecho para corregir sus cuadernos, plenos de desastres ortográficos, geográficos, grafológicos. Siento que me contagian su ignorancia y me pregunto para qué me rompo la garganta enseñando a nadie, porque todos simulan que miran el libro o apunte, o lo que fuere, mientras bajo pupitre, se mandan mensajitos por celular. Éstos también son comportamientos violentos.
   —Un último pedido, exijan a sus Padres que vengan cuando son convocados, no es posible que a las reuniones, asistan tres Niñeras.
   Fue repentino, el peor de sus alumnos, sacó un arma de su mochila y le pegó un tiro en la frente a la Señorita. Sus demás compañeros, todos armados, con los revólveres que sus Papis tienen en sus casas, para defenderse de tanto ladrón, salieron del aula, pasando por otras aulas, al grito de:
   —¡Libertad o muerte!

sábado, 16 de febrero de 2019

AUSTRAL



   Consideró su vida aventurada, desmesurada, con afecto por malvones y desprecio por las rosas, amigo de mostrador, de mesa, de casa. De casa del amigo, él nunca tuvo casa, lo hacía sentir prisionero.
   —No me acuerdo de mi infancia, dónde nací, quién fue mi Madre, hasta la adolescencia olvidé, debió ser feo. El día que desperté ya era grande. Trabajé tanto y diverso, que me cansaría contarlo. Dormía con mi amiga, amante, gamba, inteligente y pródiga. Rosita, pero era tan buenazaza, que me dejaba llamarla “Malvón”. Tuvimos cuatro hijos, que se fueron con abrazos y nunca más supimos. Malvón tenía el mantra: “Si hubiera sabido.” Y repetía “Si hubiera sabido, si hubiera sabido, no los paría.” En un artículo en revista de consultorio, encontré la foto de mi hijo más grande, viviendo en la punta más lejana de Tierra del Fuego. Tenía sonrisa abierta, piel curtida como lonjas y ojos de loco contento, era una entrevista: “Mis Padres no vivían, domaban la vida, ellos me hicieron libre, al final logré lo que quise siempre, ser el último habitante de este País, o el primero, depende cómo se lo mire. El de la punta, me gusta el mar, cuando chocan los dos océanos lloro y aplaudo. No sé qué pasa arriba, ni quiero saber, abajo está muy lejos y tanta agua me dejaría sin vida. ¿Y navegar y cómo? Ud vino aquí cómodo y protegido, con otros, seguro. Yo tengo botes inventados, hasta una balsa que me la tiró el Pacífico, le puse “Malvón”, como mi Mamá. De acá no me saca nadie, el sol me pertenece, la tierra me pertenece, las aguas me acompañan. Ojalá esto lo lea mi Viejo, lo quiero tener cerca. Hey, Papi, si me ves, te espero, hombre loco, mi mejor Escuela.”

viernes, 15 de febrero de 2019

OBRAS EN VIVO



   Entraban a los negocios y volvían locas a las empleadas, dos o tres, la tercera era la dueña. Nada tenía precio y preguntaban el valor de todos los percheros, elogiaban las prendas y se probaban todo.
   —¿Y? ¿Qué tal me queda?
   —Divino el corte, el color, pero te va chico, mirá este costado, se deshace en cada paso que das.
   —Decime, querida, ¿no habrá un talle más?
   —El talle es universal, tengo en otros colores, rojo, verde y violeta, rayados, con lunares grandes…
   —Por favor, no sigas, hace mal a la estética de mis oídos, yo quería azul marino, ningún otro.
   —Es lo que está a la vista, igual tendría que bajar unos kilitos…
   —¿Vos estás insinuando que estoy gorda?
   —Le seré sincera, no lo insinúo, está.
   —Igual voy a seguir mirando.
   Tomó otro vestido y llamó a su amiga. —Inés, mirá, es toda ropa fallada, ya rajé cuatro, tienen una costurita de nada.
   La empleada las corrió, ya se iban. —Señoras, tienen que pagar los daños.
   —Vamos, Inés, éstos son unos chorros, ropa de container y usada.
   Inés no dijo nada, por el escándalo, pero los vestidos tenían hasta olor a chivo. —Nosotras entramos a mirar, nada más, la confección es problema de Uds.
   Esa mañana no vendieron ni una chalina, a pesar que entraron unas veinte personas. De lunes a sábado ocurría lo mismo, las mujeres grandes y medianas, como no les daba para cafecitos, tomaban como lugar de diversión, entrar, preguntar, probarse, no comprar nada y poner cara de asco.
   —Ché, Inés, hace un calor de mierda. ¿Y si vamos a tu pelopincho, que es más grande que la mía? Tomamos unos mates y sol, después de las dieciséis.
   Inés, con entusiasmo de niña: —Después decimos que tenemos el dorado que da Bora Bora y que volvimos hace unos días, nos van a  envidiar.

jueves, 14 de febrero de 2019

TANDIL Y GRAL BELGRANO



   —Marce…Marce!!! Acá está en el diario, lo que éstos llaman Ciudad Soñada.
   Marce lo putea. —¡Dejame dormir! Me acosté a las seis y me despertás a las siete.
   —Lo dice este diario de mierda, “El Eco” miente, soban la nutria por dos mangos y la gente ¡lo lee!
   Tobal se metió en el baño, era su lugar de pensar, sobre la tapa del inodoro. Iba a esperar que Marce conectara sus cables y le prepararía un capuchino.
   Ellos estaban entrenados, primero fueron Cascos Blancos, luego aparecieron Profesores, Alumnos de Paulo Freyre, exigiendo defender al explotado. Las armas fueron y son un secreto. Su función: el exterminio del culpable.
   En campos de Tandil y Gral Belgrano, un dueño, que soborna al pasquín, para ocultar su nombre. Más de cien personas con un trabajo de 18 horas consecutivas, eran llevados a otro campo para seguir en la cosecha de papas.
   Los trasladaban en carros de trabajo. Hacinados ni allí descansaban. Una ducha para 100 personas, a los lentos rebenque sin asco.
   —Tobal, si protestamos al Diario le hacemos propaganda al diarucho trucho. No debemos mostrar nuestras caras y sabemos que esto no se habla con nadie. Somos dos boludos pobres, trabajamos en Parques y Jardines. Otra cosa a tener en cuenta, imagen religiosa, obediencia miliciana. Perfil irrefutable.
   Se comunicaron con E.D.E. la Organización a cargo, para informar si estaban de acuerdo con las acciones a seguir. A Tobal y Marcelo se los tragó la tierra. El Dueño de los campos, sigue pagando el encubrimiento de su apellido.
   No siempre la noche trae estrellas, en una noche oscura, dos hombres enmascarados, cavaron un pozo vertical, donde metieron al explotador, ellos ignoraban la identidad del culpable. E.D.E. investigó, les recordó la consigna de no usar armas.
   Dejaron la cabeza del diablo fuera del agujero, apisonada la tierra alrededor del cuello. Llevaron un camión jaula de ganado, su dueño, un vaquero ignorante, tandilino y mala persona.
   Se produjo un estampido de vacas asustadas. No hubo ninguna que no pisara aquella cabeza. Una mano providencial, dejó una papa sin cosechar, donde el cráneo deshecho, se hundió en la tierra.
   Tobal y Marcelo partieron. Tenían una misión similar en una fazenda brasileña, de Nazaré Das Farinhas.

miércoles, 13 de febrero de 2019

CUANDO ME ENCUENTRES



   En tres meses debía estar terminado. Él sabía que me encontraba perdido, me conoce desde el primer libro y le gusta que me pierda, cuando me encuentro escribo, corrijo, modifico y si la trama se pierde, dejo. Me doy el traslado y limpiando la encuentro.
   —Vuelva a su tarea! -Le digo con enojo-.
   El viejo calculador del Editor, dice que sin trama, lo que hice se transforma en un disparate. —Yo hago las correcciones e imagino que sos vos.
   Le veo los ojos de lobo hambriento, es capaz de construir un mamarracho, que no parece, gracias a mi principio y mi repugnante final.
   Le llevé el libro completo. Lo leyó con hambre, lo terminó. —Es mejor que todos los anteriores, igual le voy a quitar pedazos reiterativos, aburren.
   —Quiero verlo entero en letra de molde, pero su intervención cortaría mis derechos de Autor, lo quiero tal cual o me lo llevo. Vos dirás.
   El Editor piensa que esas manos de rata se volvieron feroces, gracias a él. Tiene virtudes y no le importa el dinero. Vive casi a la intemperie y el material lo toma de esos lugares, o los piensa antagónicos. Cuando le doy un buen vuelto, lo toma y lo reparte. Además me apunta con un revólver. —Si no lo publicás te mato, firmá aquí, ahora.
   Era un expediente largo, donde yo pedía perdón y me mostraba arrepentido, igual me suicidaba, no encontraba otra salida. Me dio el arma y yo mismo disparé en el interior de mi boca.
   Él no dijo nada y se fue dando un portazo. Dejó un papel pegado del lado de afuera: “El Editor suicida, pierde sangre, mancha borradores. Es una pena cómo desaparecen mis palabras.”

martes, 12 de febrero de 2019

HERRAMIENTA



   No entiendo, suben al once, hay dos pisos más que no figuran, le pregunto al Sr Encargado, hay que señorearlo, para que no te toque timbre por una mancha de caca de mosca, en el espejo del ascensor. Como todo encargado, limpia poco y es detective de los habitantes. El tipo sabe que trabajo en un laboratorio, cuyo objetivo es comprobar que cientos de moscas, no pueden equivocarse, comen mierda. Cuando salgo o entro al edificio, tengo un grupo que se piensan mis amigas y me siguen. 
—Sr Encargado, no sé por qué me culpa de la ínfima deposición de una mosca.
   —No lo tome a mal, pero hay unas mellizas que viven en los pisos que no figuran, son dos gotas de agua, de agua hirviendo, se calientan por cualquier cosa. El otro día me vieron que hago uso de la palmeta y más de una vez, resbalaron por pisar moscas reventadas.
   —Portero.
   A mí no me dicen Sr. —¿No puede juntar las moscas muertas y darles santa sepultura?
  Las dos se dieron vuelta, enroscaron sus microfaldas y me mostraron el culo entero, porque eran con hilito, tenían moretones azules.
   —Sr Encargado, ¿por qué no aprovechó para romperles el culo?, se los dieron en bandeja.
   —Me dio pena, un desperdicio, le confieso que no tengo herramientas. Además son hijas del Dueño del edificio que no tenía declarado los pisos sobrantes. La Municipalidad le aprobó los planos porque mandó a sus hijas moviendo el culo. Las usa para todo, dicen que practica el incesto, con la anuencia de ambas.
   —Tengo una idea, ¿por qué no las manda al laboratorio donde trabajo, con la excusa que sus presencias producirán el exterminio de todas las moscas. Nosotros sí tenemos herramientas, quedarán tan contentas que usarán los dos pisos, para cualquiera de nosotros que tenga ganas. Como no vamos a caber, al viejo lo arrojarán por la ventana. Hay un refrán muy antiguo, que dice: “A Rey muerto, Rey puesto.”

lunes, 11 de febrero de 2019

ATRAPADOS SIN NADA



   —El tren que tomo siempre para volver del laburo, estaba cortado por manifestantes, pidiendo saber cuántos muertos hubo cuando chocaron aquella vez. No subí los escalones, la gente me llevaba, no tocaba el piso, fue un ascenso descansado. Voy a la parada de micros, todos los asientos ocupados por manifestantes, comiendo sánguches de chorizo, te regalaban un sánguche al subir. Un asco, pura grasa.
   —¿A dónde van?-Pregunté a un chico con cara decente-.
   —Vamo todo en línea reta, te veo cara de bajar antes, yo te ayudo pero vo tirate.
   Calculé bien, el chico me empujó y caí largo a largo en la vereda.
   —¿Qué me ves?, no compré nada, los negocios bajaban las cortinas por miedo. Comemos el guiso de anoche.
   Hace cinco días del guiso y la heladera más el corte de luz que tenemos, hace doce días. Comimos en silencio, con vela al medio y pan viejo cortado estilo tostadas.
   —No quiero postre, estoy lleno. Un tecito te pediría.
   Le iba a decir que hay corte de gas, hace diez días. Puse la pava al sol, tardó, pero el agua hirvió, debió ser el sol que parte, 40°. Aproveché y tomé yo también.
   —¿Te puedo dar dos cachetazos y un puntapié de media cancha, en los glúteos?, necesito descargar mi bronca. No voy a romper la vajilla, que está carísima.
   Lo dejé, después de todo lo que había pasado. Me dolió, hijo de puta. —Dale, Cacho, vamos a dormir la siesta desnudos.
   Tenía ojeras, no le dije a ver si le daba otro ataque.
   —De acuerdo, pero ponete lejos, tenés un olor a guiso viejo, más lejos, si podés, en las baldosas, no me jodés y dormís fresquita.

domingo, 10 de febrero de 2019

RELACIONES SIN PELIGRO



   María José sufre los embates del calor, vive en casa de lata, allí Padre y Hermanos, se meten todos juntos, en un pozo que llenaron de agua, forrado en poliuretano. La Madre vigila, a ver si se le ahoga alguno. A María José le da asco sumergirse en esa mugre de todos. Se va. Nadie se da cuenta, son muchos hermanos. En la esquina la espera José María. Recorren el barrio de los ricos, que están de vacaciones tres meses. —¿Vos te das cuenta las piletas que tienen todas las casas?
   María José desfallece, atraviesa el ligustro perimetral y se tira de cabeza al agua, se olvida que tiene un vestido viejo, que arrancó el ligustro. Está desnuda.
   —Si te tirás, cerrá los ojos, estoy desnuda, me da vergüenza.
   —María José, yo también estoy desnudo, te conozco del Pre Jardín, vamos a nadar por abajo del agua, parece cristal, acordate que hay playas donde toman sol y se bañan desnudos, hombres y mujeres. Estoy de acuerdo, comen panchos, toman birra, pero ninguno abusa del otro. Ché, la pile de al lado tiene un sector de hidromasajes, yo me paso.
   —Esperame, José María. ¡¡Uuy!! Lo que es esto, tiene escrito los metros de profundidad. ¡Máximo cuatro!
   Ve emerger a su amigo, le dice que al llegar abajo, se dé impulso con el pie. María José salió con cara panicosa. —¿El hidromasaje está climatizado?  
    —Buena idea, descansemos, tiene reposeras de mármol y chorros por todas partes.
   Sintieron la tranquilidad del agua tibia y el masaje intermitente, cerraron los ojos, ella lo miró y José María tenía el pitulín parado como rama de árbol. Él admiró el pelo de María José, que se abría en el agua como un abanico.
   Los dos se asustaron, a ella se le tiñó el pelo de rojo, en vez de pis le salía sangre. Los dos se abrazaron, de miedo, de asombro, de ganas desconocidas.

sábado, 9 de febrero de 2019

ENTRE DOS



   —Te pido por favor…suave…muy suave…así, así.
   —¿Te gusta así o de costado? Vos decime.
   —Quiero despacio, más despacio, no tan rápido…
   —Yo creo que lo hago bien, hablo bajo para que puedas, no falta mucho.
   —Meté la punta y ahí me doy vuelta, meté más, no es que quiera, necesito más…¿Entendés Bichi?
   —¿Te duele?
   —Para nada…eso…bien al fondo…todo, todo. ¡Me volvés loca! Movete!!!, dale.
   —Es que me fui contra la pared.
   —…Pero acá tenemos que estar juntos.
   —¿Para qué?
   —Bichi, ¿para qué va a ser?
   —No sé, vos me estás matando. ¿Y si vos vas adelante y yo por detrás?
   —Me duele la espalda, ay!!! ay!!!, me estoy muriendo.
   —¿Qué? Se cayó.
   —No no, pero si empujás soliviantando conmigo, está. ¡Ay Dios, por fin está dentro del living, mirá qué sillón nos dejó Abuela, debe tener ochenta años.
   —Sí, lo que quieras, pero subir tres pisos con este sofá de cuatro cuerpos, te deja muerto y vos dando indicaciones.
   —Vos también, Bichi, pero miralo, decime si no queda redistinguido.

viernes, 8 de febrero de 2019

TANCREDI - MARTÍ



   Cuando volví de un día de playa, donde la felicidad existió, encuentro en la puerta de mi casa, cinco policías con un vehículo, fueron a mí, directo. Me puse blanca, pensé, chau me encontraron los tres porros que traje de La Plata. Pero no. Venían a anoticiar un accidente de auto en Las Flores, en la “curva de la muerte”, mi Papá y mi Mamá murieron en un Hospital que no tenía insumos, ni cirujanos.
   Conseguí al Abogado Tancredi, de Azul, para el Doble Homicidio Culposo por un auto viniendo de contramano, el de Martí, autor, era un Mercedes Benz antiguo y fortachón. El de mi viejo era un Volkswagen, cuando se empezaron a fabricar de plástico. Según el mitómano y ave negra Tancredi, la búsqueda del homicida Martí fue infructuosa, yo diría defectuosa, abandónica y cara. Embargamos el campo para pagar a Tancredi. Era un buffet donde el viejo delegó el caso a un abogaducho pideguita que jamás miraba a los ojos. Molestaron a toda mi familia con interrogatorios, sin resultados, claro, nadie presenció nada. Así es la Justicia, institución que pagamos para la molicie. Hace 23 años del hecho, yo pensaba en el resarcimiento económico, tal vez contaminada por el capitalismo sangriento.
   Ahora sería, mafiocracia chorra. Hubo una luz que me señaló otro camino. Buscar al culpable. Crucé hasta el Chaco, último domicilio de Martí. Me dijeron que se mudó a Paraguay, usé canoa, jeep, moto, bicicleta, la información que recibía era falaz. Un viejo de la calle me dio la posta, le creí porque era un ser caminador y de intemperie.
   —Ojalá que lo encuentre, mija, es un tipo perverso y dañino vaya donde vaya. Le conviene ir armada.
   Yo tenía una Luger, practiqué tiro con un maestro durante dos años. El combustible del odio aceleró mi aprendizaje. Sin saber quién era, lo conocí como si alguien inexistente me lo dijera al oído. Estaba tirado en un coy, con botellas de cachaa y latas de cerveza por doquier. Recuerdo que era una galería, conteniendo el calor del infierno, saqué mi Luger, la destrabé. Apunté, temblaba y transpiraba. Debía matarlo, pero no pude…   

jueves, 7 de febrero de 2019

ACOMODATO



   Quería dar una imagen monacal, rozando la monjez. Usaba jumper, camisa recién planchada, cerrada hasta el cuello, medias gruesas de muselina marrón y zapatos abotinados negros.
   Una mantilla le cubría la cabeza, infaltable el misal con el rosario dispuesto al rezo. No sólo asistía a misa los domingos, los días de semana también.
   Las personas que iban, eran cada vez menos numerosas. A los casamientos sí, todos para chusmear a la novia, el mismo comentario: —Qué delicadito el vestido.
   Las solteronas decían: —¡Qué laburo para el novio desabrochar tantos botoncitos!
   Se informaron, por películas, que había algunos que lo hacían con el vestido puesto.
   La imagen monacal pensaba que los casamientos eran pecado, ella no iba por temor al castigo divino.
   La más chusma del lugar, la veía entrar a la Iglesia y salir luego de diez minutos, por alguna de las puertas laterales. Entraba a la Sacristía sin llamar. —Padre, lo que usted me dijo ayer, no pude cumplirlo, sigo siendo virgen. El hombre que sería de mi gusto, es Ud, Padre.
   Él la miró como si fuera la Virgen María. —Desde que la descubrí quise proponerle usar el confesionario, coger como novatos, poniéndonos al día y dejarla embarazada.
   La hizo pasar al confesionario, estuvieron siete días, el séptimo era día de descanso, no lo hicieron. Los feligreses de la primer misa del domingo, se quedaron sin ceremonia ni bendiciones. La más chusma del lugar, juró sobre la Biblia, haber visto a la mujer de imagen monacal, subir con el Sacerdote, a un Rolls Royce, con florcitas, que les mandó como regalo, el Papa Pancho, desde Roma. El Santo Padre guardó el secreto y cubrió el puesto libre, con un sacerdote recién salido del Monasterio, bastante amanerado el joven. A nadie le inquietó, estaban de moda los curas gay.  

miércoles, 6 de febrero de 2019

PRESCRIBIÓ, DIRÁN



  Nadie negará tu pensamiento en la extraña virtud de tu silencio, nadie podrá con él, aunque te arranquen las vísceras. Los entrenaron para eso y vos, que sos de hierro, te lo bancás, les ves en los ojos, quieren partirte, vos no largás un sólo nombre, respondés siempre igual. —Soy Pablo Argüelles y vivo en la Calle Hidalgo 1328.
   No te dejan descansar, hasta ellos no dan más y siguen picaneando aquí y allá, Pablo ya no siente nada, sueña con ella, volviendo de la Facu, abrazados, si veían un auto negro sospechoso, se daban un beso, como si el resto del mundo sobrara. El auto aceleraba y se iba, el amor de dos los espantaba.
   Ella presentó recurso de hábeas corpus y después iba a Tribunales, todos los días y nadie sabía nada. Los amigos abogados, trabajadores en la villa, solicitaron prueba de vida, les mandaron un chaleco rosa con manchas de sangre. Uno de ellos fue a ver un Gral, amigo de su Padre. —Nosotros no podemos hacer nada.
   A la semana de aquel encuentro, los chuparon a todos. Murió en la tortura, Pablo. A los demás los consideraron desaparecidos.
   Después de cuarenta y tantos años, aparecen sus fotos en afiches, pegados en el Banco, en paredes, en columnas de viejos teatros. Casi todos tienen esos grafitis encima, que no quieren decir nada.
   Si siguen así, un día van a buscar a los autores de la Revolución de Mayo de 1810.

martes, 5 de febrero de 2019

LOS HABITANTES DE LA MORA



   —Lo vengo a ver de cuerpo presente, me encuentro estreñida de ideas y no me sale nada aunque pase horas sentada. Necesito dinero de inmediato para pagar mi tarjeta excedida.
   El Editor, sin levantar la vista del escritorio: —Eso le pasa por ir de vacaciones, la gente de su clase económica, no puede ver el mar, aunque sea un finde. Míreme a mí, no salí de este escritorio, pensando cómo haré para pagarle a usted, por ejemplo, los últimos libros quedaron expuestos. Nadie compró nada. Le regalo una idea: tome sopa de letras, se pone a noviar con tipos de vastos conocimientos, en libros de culto. Plagie algo de la biblioteca de su abuelo, nadie se acuerda de páginas antiguas. Hubo premios a escritores zopencos que hicieron sanguchito y en el medio lo rellenaron con otro libro. Usted es muy seria, plagiar hoy no está mal visto. Y si no, el novio que le tipea e imprime, que le escriba algo inventado.
   El Editor está cada vez más corrupto y pretende que lo imite. Me tiro a la pileta y nado hasta no dar más. Miro desde el borde, sin salir, toda clase de insectos con sus flias, hay uno en especial que siento conocer de antes. Es un gusano largo de cuerpo de esferas, casi blancas, comiendo pedazos a la mora y sus hojitas. Un déjà vu, vi la cara del Editor, en la cabeza del gusano. Le arranqué la cabeza, la metí en un bombón de dulce de leche, mastiqué y luego lo escupí en el lavatorio. El gusano resbalaba sus esferas. La última esfera tenía la cara del Editor, que me tiraba besitos.  

lunes, 4 de febrero de 2019

SIGAN EN FILA NOMÁS...



   —No te voy a mostrar mis documentos, yo soy ésta, la que estás viendo. Mientras exista un Trumposo, un Chofer de Taxi Maduro, que maneja diabólico, un Putilino que promueve entuertos y más disfrazados de: “Si me das tanto te mato cinco, si tengo ganas doscientos niños de cualquier Escuela.” Ponés cara de no entender nada, pero cuando violen a tu mujer, tu hija y tu Madre, para después un balazo a cada una. ¿Sabés qué es el amor? ¿Sabés qué es la paz?...No, no sabés porque te criaron en la letrina del odio y a obedecer a muerte, cualquiera sin crepúsculos y sin amaneceres. Tal vez la bala que insertaste en un humano, rebote y te dé en la nuca. El premio será mostrarte mis documentos, como si yo me redujera a un montón de números. Y tu desgracia, tu propia muerte. Otro conjunto de números que ni siquiera llevás encima. Tenés el privilegio de abrazar el pie de un árbol, con el cuarto litro de sangre que te faltó expulsar.
   El caco murió, pero ahora soy yo la que escribe. Se me paralizó todo el cuerpo. Sobretodo aquí me duele, toco mi agujero y siento un metal profundo, no puedo respirar…y menos con la patada que me brindó el milico, justo ahí.