jueves, 7 de febrero de 2019

ACOMODATO



   Quería dar una imagen monacal, rozando la monjez. Usaba jumper, camisa recién planchada, cerrada hasta el cuello, medias gruesas de muselina marrón y zapatos abotinados negros.
   Una mantilla le cubría la cabeza, infaltable el misal con el rosario dispuesto al rezo. No sólo asistía a misa los domingos, los días de semana también.
   Las personas que iban, eran cada vez menos numerosas. A los casamientos sí, todos para chusmear a la novia, el mismo comentario: —Qué delicadito el vestido.
   Las solteronas decían: —¡Qué laburo para el novio desabrochar tantos botoncitos!
   Se informaron, por películas, que había algunos que lo hacían con el vestido puesto.
   La imagen monacal pensaba que los casamientos eran pecado, ella no iba por temor al castigo divino.
   La más chusma del lugar, la veía entrar a la Iglesia y salir luego de diez minutos, por alguna de las puertas laterales. Entraba a la Sacristía sin llamar. —Padre, lo que usted me dijo ayer, no pude cumplirlo, sigo siendo virgen. El hombre que sería de mi gusto, es Ud, Padre.
   Él la miró como si fuera la Virgen María. —Desde que la descubrí quise proponerle usar el confesionario, coger como novatos, poniéndonos al día y dejarla embarazada.
   La hizo pasar al confesionario, estuvieron siete días, el séptimo era día de descanso, no lo hicieron. Los feligreses de la primer misa del domingo, se quedaron sin ceremonia ni bendiciones. La más chusma del lugar, juró sobre la Biblia, haber visto a la mujer de imagen monacal, subir con el Sacerdote, a un Rolls Royce, con florcitas, que les mandó como regalo, el Papa Pancho, desde Roma. El Santo Padre guardó el secreto y cubrió el puesto libre, con un sacerdote recién salido del Monasterio, bastante amanerado el joven. A nadie le inquietó, estaban de moda los curas gay.  

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