No entiendo,
suben al once, hay dos pisos más que no figuran, le pregunto al Sr Encargado,
hay que señorearlo, para que no te toque timbre por una mancha de caca de
mosca, en el espejo del ascensor. Como todo encargado, limpia poco y es
detective de los habitantes. El tipo sabe que trabajo en un laboratorio,
cuyo objetivo es comprobar que cientos de moscas, no pueden equivocarse, comen
mierda. Cuando salgo o entro al edificio, tengo un grupo que se piensan mis
amigas y me siguen.
—Sr Encargado, no sé por qué me culpa de la ínfima
deposición de una mosca.
—No lo tome a
mal, pero hay unas mellizas que viven en los pisos que no figuran, son dos
gotas de agua, de agua hirviendo, se calientan por cualquier cosa. El otro día
me vieron que hago uso de la palmeta y más de una vez, resbalaron por pisar
moscas reventadas.
—Portero.
A mí no me dicen
Sr. —¿No puede juntar las moscas muertas y darles santa sepultura?
Las dos se dieron
vuelta, enroscaron sus microfaldas y me mostraron el culo entero, porque eran
con hilito, tenían moretones azules.
—Sr Encargado,
¿por qué no aprovechó para romperles el culo?, se los dieron en bandeja.
—Me dio pena, un
desperdicio, le confieso que no tengo herramientas. Además son hijas del Dueño del
edificio que no tenía declarado los pisos sobrantes. La Municipalidad le aprobó
los planos porque mandó a sus hijas moviendo el culo. Las usa para todo, dicen
que practica el incesto, con la anuencia de ambas.
—Tengo una idea,
¿por qué no las manda al laboratorio donde trabajo, con la excusa que sus
presencias producirán el exterminio de todas las moscas. Nosotros sí tenemos
herramientas, quedarán tan contentas que usarán los dos pisos, para cualquiera
de nosotros que tenga ganas. Como no vamos a caber, al viejo lo arrojarán por
la ventana. Hay un refrán muy antiguo, que dice: “A Rey muerto, Rey puesto.”

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