Sebas no cerraba
la verdulería ni los domingos, era mucho lo que compraba y poco lo que vendía.
Por costumbre, o
qué sé yo, era la única abierta el domingo hasta la noche. Al mediodía cayeron
sus padres a comer. Sebas quería tomar unos mates, fue complicado por su padre,
instalado en la vereda, bajo el árbol de la fronda generosa y su madre, sentada
en el cajón de manzanas, dentro del negocio.
Nunca hubo
tantos clientes, llegaban uno tras otro.
Su madre,
entraba y salía con el mate, haciendo caso omiso de los ansiosos consumidores,
para llegar a su marido antes que el mate se enfriara.
—Encima que ocupan todo,
me tiran el agua con sonrisa prohibida y sin una disculpa.
No le gustaban
los tandilinos y sus caras ortoeternas. Venía por Sebas y las niñas. Entre la
madre, que le hablaba todo el tiempo, sin respirar y el padre —Hijo, mirá qué
bonitas chicas pasan y te miran.
—Porque es buen
mozo, mide 1,90, tiene ojos celestes y veinticinco años.-Agregó la madre-.
Mientras pesaba,
metía en las bolsitas, cobraba, daba vueltos, nadie tenía cambio y sus niñas se
le colgaban de los pantalones. Su mujer bailaba zumba en la cocina. Sebas se
preguntaba quién había inventado la flia. —Si lo encuentro, lo corto zapallo al
medio.
La Avenida, con
pocos autos, de pronto fue ocupada por seis autos negros con vidrios
polarizados, descendió de uno de ellos, una casi niña, de vaqueros gastados,
remerita y blazer blanco. Sebas la atendió en automático —Buenas tardes, voy a
llevar media docena de bananas brasileras.
Pagó con cambio
exacto, le hizo una sonrisa de dientes prístinos.
—Muchas gracias
y disculpá la hora, chau.
El padre de
Sebas se desprendió del árbol y agitado, exultante, entró al negocio —¿Vieron
quién era la muchachita?
—No, Papá, no
tengo la menor idea.
—Vos estás loco,
hijo, era María Eugenia, tan sobria, tan humilde y buenazaza, repartió las
bananas, una en cada auto.
—¿Y quién carajo
es María Eugenia, viejo?
—Sebas, el trabajo
no te deja ver, es nuestra Gobernadora, María Eugenia Vidal, junto con Lilita,
son las únicas que algo harán por nosotros. Y ya empezaron.