domingo, 16 de julio de 2017

REGATA


   En el espejo de agua, pendiendo de dos sogas marinas, se encontraba el par doble de su tío cuadripléjico.
   Entre los dos sobrinos pintaron con cetol el bote.
   Remeros desde niños, tenían una resistencia olímpica. Remaban de Ensenada a Quilmes. Los sauces rozaban el agua como ellos hacían con sus remos. Río tramposo el De La Plata, empezaron las manchas de petróleo flotando por aquí y por allá, el Río creció y aparecieron islas de camalotes que venían de otro lado. Ellos siguieron remando. Pudieron ver serpientes viajando como en micro hacia la orilla. Se subieron dos al bote, les dieron unos remazos y las arrojaron al agua. Eran valientes para sobrevivir, con el tiempo que transcurría con viento en contra y una maligna neblina, se sintieron cobardes.
   Bajaron del bote y lo deslizaron donde supusieron, era la costa.
   Remaron con la fuerza que los hizo rogar a Dios. Llegaron al mismo sitio de donde partieron. Ambos sentían molestias en los ojos, luego pinchos y más tarde, al Hospital. Era un tipo de ácido que venía con los deshechos de fábricas legales y de las otras. Los chicos iban a perder visión en el término de dos años, luego verían fuera de foco y el final las sombras.
    Perdón por meterme,  soy la narradora. Todos estamos infelices y derrotados, no quiero final negro.
   Los chicos, con láser, recuperaron su visión óptica definitiva. El Río se volvió transparente, las Villas borderas, casitas con tejas, nenúfares. 
   —¿Los Reyes Magos, existen?
   —Vos no estás avivado, siempre existieron los Reyes Magos. 
                                                          

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