martes, 31 de julio de 2018

CONDUCTOR



   El Tigre era el Chofer de un Juez y una Jueza. Él conducía la pareja.
   —¿Lleva Ud armas, Tigre?
   Tigre los miró por el espejito, ambos formaban casi una persona.
   —De ningún modo, Doctor, jamás porté armas, ¿para qué las necesita?
   Los Doctores decían que era para defensa personal.
   —Imagine Ud que algún KR, indeciso, comience a disparar, alguien tiene que defendernos, para eso fue contratado, Tigre.
   —Sí lo entiendo, pero preferiría no hacerlo.
   Esa noche llegó tarde, porque los Jueces, tenían cita en un Hotel alojamiento, su trabajo de Chofer tuvo que esperar que terminaran.
   La mujer de Tigre, fue a buscar, con su mejor amiga, en una camioneta Farwest, las chicas de ambas, a la Clase de Danza y luego al Supermerqueado. Cuando salieron a la ruta, se les cruzó un auto blanco. La amiga realizó una maniobra para evitar el choque. Del auto salieron dos tipos armados que pegaron culatazos en los vidrios. Luego siguieron con ellas, les destrozaron la cara.  Los asesinos potenciales no vieron a las chicas atrás, cuando se disponían a darles, ambas campeonas de Artes Marciales, les pegaron hasta dejarlos nockout. Les quitaron las armas y las guardaron en las mochilas. Fueron a la Policía para denunciar el episodio. En media hora encontraron la camioneta a un costado del camino.
   El Tigre compró dos armas largas de tecnoavanzada, llevaba las dos que le regalaron las chicas, una sobaquera y otra enjaretada dentro de su bota. Los Jueces temblaban en el auto que los transportaba. Las armas largas apenas les permitían mover las piernas. —Yo le dije que un Chofer-Custodio (lo habían ascendido por aceptar la portación de armas) debía defendernos pero se extralimitó, Tigre, corremos riesgo de vida…
   —Es la primera vez que les escucho hablar con verdad, corremos riesgo de vida, se olvidó las últimas palabras, todos y todas.
   A cuatro meses de la infamia, él renunció. Le diagnosticaron estrés pos traumático.
   El Tigre vive en Marbella, con su mujer y su hija. No posee armas, es vendedor de Carne Argentina.

lunes, 30 de julio de 2018

ATRAPALHADA



   —Hey Preta, quedate donde estás, después viene el abismo. Hay un remolino que lleva a tu final, con piedrazos para asegurarse ¡No sigas! ¿No entendiste?  
   Yo lo escuchaba, las olas tapaban su volumen y sus palabras se perdían, me interesaba saber lo último. —Quiero hacer algo sola, el único modo es seguir caminando ¡Andate! Es mi momento privado.
   Doy cuatro pasos y vuelo, no tengo peso ni soy ave. El inquieto remolino me llevó al fondo, casi llego a tocar una piedra amarilla y negra. No pude creerlo, el tipo metiche, se tiró al abismo, me agarró del pelo y puso en mi boca una máscara de oxígeno. Vi sus manos que sangraban haciendo de las piedras, escalones.
   Sostenía mis crenchas, como si fueran soga. Llegamos arriba, le tiré el tubo en la nariz, mi cuerpo también sangraba. Metiche me levantó y llegamos a su casilla pesquera. Había un amigo, que con un botiquín elemental, curó nuestras heridas.
   Metiche cambiaba mis vendas y me besaba la frente, yo lo escupía y llegué al arañazo.
   —Ché, Loco, me voy, hice lo que pude, pero esta mina, bancátela vos, es de lo peor.
   Cuando me sentí fuerte para caminar, lo miré a Metiche durmiendo la mona, con una botella de cachaa vacía. Le besé la frente, no sé por qué, en realidad lo odiaba. Los conté, fueron veinte pasos y cumplí mi decisión.

domingo, 29 de julio de 2018

LA OTRA VIDA



   Todos los días me levanto con la pesadilla puesta, si es un amigo o familiar, le hablo por teléfono, casi sin despertar, para saber si están vivos. —¿Cómo te vas a poner así? ¡Me alargaste la vida!
   —Sí, pero yo me banco cuatro velorios inesperados en una noche.
   Esta última semana se me murió mucha gente. Pensé que la semana entrante cambiaba, pero soñaba que no encontraba mi cartera en ninguna parte, con la cédula, todo el dinero hasta fin de mes, el carnet de osde, los teléfonos de mi familia. Nadie me ayudaba y hasta les veía un goce por mi angustia.
   —No seas tan materialista.-Me decía mi mejor amiga-.
   Días salteados, pesadillas donde me hacían una cirugía de cara en la peluquería. Con antelación pedía que fuera sin métodos agresivos, ningún corte. Entre cuatro estiraban mi cara como tendiendo una cama deshecha y me hacían un prolijo repulgue de empanada, rodeando la cara. Me acercaban un espejo de aumento y dentro del sueño, me desmayaba, tenía ojos orientales bizcos, nariz casi plana. Mi boca llegaba a las orejas, con una sonrisa eterna. Dormida despertaba a mi marido, le pegaba trompadas para que se despierte, lo lograba, me miraba con ojos entornados, yo le contaba y él: —Estás divina, Negra, hermosa y no me jodas más, porque te como el repulgue.
   A las 8 hs, por celular, mi hijo preguntaba cómo me bautizaba papi hoy.
   —Vieja gorda y pelada.
   Escuchaba sus risas y le cortaba. Al día siguiente llamaba más tarde: —¿Y hoy, cómo te llama?
   —Gorda panzona.-Hablaba con micrófono abierto, sus amigos escuchaban todo, menos mal que el negocio está siempre vacío-.
   Sus amigos, si escuchan, me nefrega.
   —¿Y hoy mami, cómo te llama papi?
   —Cocodrilo gritón, basta pendejo, vamos a ver cómo te dirá a vos tu mujer, cuando seas un viejo choto.
   Ahora, por suerte tengo resarcimientos, me acuesto con tipos distintos, que mueren por mis tetas, la única pálida de esos sueños maravillosos,  es que no puedo tener orgasmos, porque me despierto y bien despierta.
   Hay unas pastillas que te dormís de una, voy a tomar tres, quedaré estúpida 48 hs, pero no voy a recordar ningún sueño…
   ¿Y después? Después es ahora. Desconecto el fijo y el celular.

sábado, 28 de julio de 2018

CUBITOS DE CHORIZO



   Lo instalaron en un barrio pesado, lo dispuso el municipio, porque un circo, emanaba un olor feíto, parecido a la bosta, al estiércol. Lo consideraban un espacio ordinario, contrastando con sus magníficos teatros de cuarta. Recorrí la zona en bici y sí, los autos y camiones me pasaban filoso. Llegué y asistí a las voces que colocaban la estructura, estiraban las lonas desvaídas, las sogas tenían un orden propio. Hombres y mujeres construían un edificio inmediato.
   Me metí a preguntar y un señor me detuvo: 
—¿Tenés cámara?
   Dije que no. —Entonces borrate. Sos un impedimento, pibe, a no ser que quieras darte un baño de transpiración ajena.
   —No nos presentamos, mi nombre es Darío, ¿el suyo?
   Le lloraban los ojos por el sudor salado que le caía de la frente.
   —Rigoberto, sin guita.
   Largó una carcajada sin dientes y secaba su cara con un trapo sucio.
   —Le vengo a hacer una propuesta. Tengo una camioneta con altoparlantes que no dejan dormir siesta, si a Ud le conviene Rigoberto, yo le puedo hacer cuatro pasadas por día anunciando su espectáculo.
    Se puso serio. —Mirá, pibe, acá tenemos una chata destartalada con un altoparlante roncador, acepto tu oferta. ¿Darío te llamás? Sí, me acuerdo. Date una vuelta mañana temprano y te doy un toco de papeles de propaganda, ¿estamos?
   Cacé la bici y al día siguiente admiró mi camioneta disfrazada de nueva. Me invitaron a comer en una mesa larga, con treinta personas de cada lado. Había guiso de lentejas, con papas y cubitos de chorizo colorado. Dos garrafas de tinto berreta, pero yo, que soy un tipo frío y la ternura no me habita, me emocioné con ese clima solidario antiguo y el trato que me dieron. Cuando subí a la camioneta, estaba ya arriba, curtiendo la blandura contenciosa de esa gente.
   Mi viejo puso cara de orto, porque falté quince días, no le laburé en la carpintería familiar. No solamente recorrí la ciudad, sin grabación, al grito propio. Fui a todas las AM y FM que conocía y relaté el trabajo monumental de aquella gente y los ensayos de espíritu que parecían decir “Yo a Uds les daré lo mejor.”
   Brindé otro tipo de ayudas, como entretener un elefante y un león, parecidos a la tristeza, pero tal vez por eso, que también tengo yo, aceptaban mis caricias. Yo les llevaba comida, colaboraba mucho la gente “picante”, más generosa que la iglesia.
   Los últimos días sufrí porque se iban ellos, los animales y una contorsionista, con la cual tomábamos distancias prudentes, total si después no nos veríamos más.
   Rigoberto juntó buen dinero, el loco me quería pagar, le dije que no, le quise explicar sus devoluciones, pero no me entendió un carajo. Los abracé uno por uno, me dolía el cuerpo después y me gustó que doliera. Prendí un pucho y los vi marchar hacia el Este. Los tapó mi propio humo y la tierra. Me cayeron lágrimas por el humo y la tierra que me entraron en los ojos. Guarda.
   Ya en casa abracé a mi viejo. —Rajá de acá, Darío, andá bañate, tené un olor a chivo, despué hablamo.

viernes, 27 de julio de 2018

PISOS



   Cuando la tensión es baja, el edificio es alto. El Dr Trucholi, se asombró porque le llenaron su despacho los adquirentes de las quince plantas. Un Profesor de piano, virtuoso retirado, pidió explicaciones.
    —Dr Trucholi, acostumbro tocar mi Steinway por las noches, uso candelabros, como lo hicieron mis colegas Mozart y Beethoven, ejecuto notas que debieran levitar, sucede que caen sobre la alfombra, se deslizan hasta el baño y se van por la rejilla. Me hace perder la música que toco, ensoñando…
   La Sra Ecutemuá, que vive tres pisos abajo del Profesor: —Yo lo escucho Maestro, sigue siendo el mejor…mi único inconveniente es que apoyo mi oreja en la rejilla y se enfrían las melodías. En cuanto a Ud, Dr Trucholi, se quiso hacer el moderno, prescindió del ascensor y el tobogán, sin detenciones, nos impide socializar, ignoramos quiénes son nuestros vecinos.
   Dos Propietarios hablaron a coro, por mellizos, y por habitar el mismo piso: —La Sra Ecutemuá está en lo cierto, hay algo más que debe explicar Trucholi ¿por qué nos deja a oscuras, re-black out, a las seis de la tarde? y el robot del subsuelo, desconecta internet y prende luces a giorno, cuando estamos durmiendo…
   Se escuchó la palabra del Sr Pistolar: 
—Doctorcito Trucholi, sepa que no tengo el don de la paciencia, como el resto de sus víctimas, conmigo incluido, víctima no paciente. Poseo un sensor con mira telescópica universal, tiene un visor, que de sólo detectar un mal tipo como es Ud, lo extermina. Como todos estamos de acuerdo, pero ninguno se atreve, procederé.
   Los adquirentes quedaron satisfechos y resarcidos, con creces, al no existir Trucholi, ¿para qué llamarle Dr, si está muerto? No habría erogación alguna del consorcio, luz, gas, teléfonos fijos. Tumultos futboleros se hicieron escuchar. Hubo quejas por la manifestación edilicia. Cuando llegó la Federica, el Profesor, Maestro ejecutante, era el más alto, respetable y rubio de ojos celestes. Fue explícito.
   —Mis queridos Federicos, esto es más simple que Uds, por la mierda. Si la tensión es baja, el edificio es alto. Si Uds retoman esta Avenida, se pueden rescatar metiendo presos a todos nuestros gobernantes, que no necesitan jueces que los culpen, pagarían sus fianzas respectivas y saldrían a sus fiestas swinger, las 24 horas del día.

jueves, 26 de julio de 2018

UN PASEO CON MI CHAPLIN PREFERIDO



   Papá me llevó al Circo, acción que llevó a cabo con el desconocimiento de la dictadura de Mamá. Ella decía que los circos eran tristes, que maltrataban a los animales, que la viruta del piso tenía piojos y los payasos, patéticos. Todos mis amiguitos habían ido: —Papá, llévame.-Le pedía llorando-.Todos los chicos ya fueron, menos yo.
Él jamás me dijo que no a nada. Usó una estrategia que convenció a Mamita querida.
   Después de sacar las entradas, me compró uno de esos algodones dulces, gigantes, que se enroscan en un palo. Papá se reía a carcajadas con los payasos. Yo me reía de las risas de Papá, los payasos nunca me parecieron cómicos. Esperaba ansiosa las aguas danzantes, resultaron ser chorros de agua iluminados con luces de colores.
   Yo me había imaginado personas de agua, que danzaban, con formas de humanos transparentes. Se ve que el algodón gigante, más la desilusión hizo que me hiciera caca encima. No dije nada, venían los equilibristas, ésos sí me gustaban. Mi Padre, que tenía una nariz importante, preguntó: 
—¿Patricita, vos no sentís olor feo, muy feo?
   —Disculpá Papá pero me hice encima.
   —¿Te cagaste? Vinimos a divertirnos y ¿vos te cagás encima?, vamos a casa ya.
   —No, Papi, falta para que termine.
   —Levantate y salgamos.
   Caminamos hasta la parada de Taxis. —¿No me llevás de la mano?
   —¡¡¡Nooo!!! agarrate de mi dedo, ¿cómo voy a llevar de la mano una nena cagada?
   Nos detuvimos en un Quiosco y compró un diario. Lo desplegó dentro del Taxi: —Subí de este lado.
   Cerró la puerta. Pensé que me dejaba sola, pero dio la vuelta y subió por la otra: —Chofer, vamos a 48, nro 975.
   Cuando llegamos, pagó, descendió del auto, dio toda la vuelta y dijo: —Saltá y andá para casa.
   Al Sr del Taxi, le salían sapos y culebras de la boca.
   —No escuches, hija, el Chofer está loco, ahora metete en el baño, te prendo el agua bien caliente y te enjabonás vos y tu ropa. Después de vos, sigo yo.
   —¿Por qué Papi, vos también te cagaste?
   —No!!, me quiero bañar porque la caca es tan contagiosa como la varicela.
   Ahora sí que cabe lo de mocosa de mierda, como le dice su Madre.

miércoles, 25 de julio de 2018

SINGULAR



     No responde a los cánones de belleza tradicionales. Hay que mirarla sin la memoria de otras caras.
   Prendió un pucho, el humo se introdujo en su amplio orificio nasal, tenía uno sólo, parecía un tierno conejito. —Me encanta tu hocico, debe ser tibio ¿Puedo tocar? -Ella tuvo un leve sobresalto-. No, no, estoy fumando, dos cosas al mismo tiempo me desconcentran. -El asombro quiso respuesta-.
   —Vos no tenés que hacer otra cosa, yo toco tu hocico y me voy.
   Encima miente, después le cuenta a sus amigos que conoció una mina de nariz rara y es capaz de traerlos para que miren.
   Él la piensa bella, tiene ojos rojizos con pupilas cegadoras, hay una boca grande de sonrisa perdida, un lunar en el mentón con forma de corazón. Sobresale y late. Un cuello generoso como un cisne navegando. Las palabras salieron a pesar de él: —Me encantan las mujeres con tetas sin volumen.
   Ella se miró el escote, le gustaba ser chata, era apropiado para las correcaminatas y abolir el corpiño que impide respirar el prana matutino.
   La cintura no excedía el perímetro de un anillo. Sentada en una piedra, escribía, sus piernas largas daban tres vueltas y los pies asomaban de un trasero levitante. La birome se le escurría de la mano en cada oración, él la alcanzaba y ella sin decir gracias seguía escribiendo. Le resultó imposible dejar sus ojos en otro lugar que no fuera ella, le pidió permiso para leer.
   —¿Para qué? Escribo mal. Invadiste mi privacidad y ni sé por dónde voy. Me molestaron tus elogios acerca de mi físico anormal.
   Ella sabe leer los pensamientos ajenos. Él la hizo sentir tonta, ni siquiera admiró la audacia de salir al paisaje con su fealdad expuesta, ni admirar su inteligencia de mentira. Ni cuenta se dio que él le besó las manos, los ojos, la boca, la envolvió en sus brazos, junto con el cuaderno y la birome. Se la llevó a la casa. Cerca del dique, lejos de todo.
                               

martes, 24 de julio de 2018

CITROËN 78, FALTABA




      Había tanta niebla, tanto frío que el viejo Citroën  casi no arrancó. Entraba al laboratorio a las cinco en punto de la mañana. Todo desaparecía en el camino roto, de asfalto, que lo llevó a Magdalena. Recordó que debía lavar los tubos antes que llegara el jefe o sería maltratado el resto del día. Faltaban cinco para las cinco. Sintió tiritar sus manos, no supo por dónde entraba niebla hasta dentro del auto.
   Se detuvo sólo. Hubo algo que le impidió continuar. Entrevió un grupo de esos que arrojan lechazos de brea para llenar baches. Faltaban cuatro minutos, le pareció inoportuno el horario, pero útil a sus ruedas cansadas de traqueteos exasperantes. Alguien tocó su ventanilla. Una mano que no vio, pero una voz que escuchó. Decía que estaban reparando un trecho. Le sugirió regresar, ese trabajo llevaría un tiempo. Él dijo que no importaba, seguiría por la banquina o perdería el trabajo. La voz contestó “Hacé lo que quieras”.
   Tomó la banquina de memoria. Faltaban tres minutos. El Citroën respondió como sólo lo hacen ellos, lo llevó derecho, a paso de hombre. La niebla bajó lenta. Miró por el vidrio ausente de la derecha. Había un camión con bolsas de arpillera que los operarios depositaban en un trecho de dos kilómetros. Otros arrojaban piedras, otros brea. Pasó el puño por el espejo retrovisor y vio las bolsas alargadas, las piedras que cubrían, la brea que cerraba. Faltaba un minuto, el cartel que decía Magdalena. El Citroën paró solo y él bajó lleno de neblina. Tiritando, el laboratorio vacío y los tubos rotos. 

lunes, 23 de julio de 2018

CALA



   Ella tomaba notas y grababa en los baños. Chupaba whisky y escribía las tonteras de las reuniones comerciales. En la última, aumentó la ingesta alcohólica, subió a la mesa oval y habló: 
—Creo que esta última selección de publicidades, debe terminar con la idea del traste alto, los pechos grandes y las caras de muñecas sin edad…
   Su Jefe la bajó de la mesa: —Vos sos el personal silencioso, tomás las notas y ahí terminás. ¿Entendés, Cala?
   Ella asintió y fue a los baños, con un grabador nuevo, que grababa hasta los latidos del corazón. De un retrete al otro, dos inversores, hablaban:
 —Esa tal Cala, dijo algo interesante que me gustaría seguir escuchando, aporta a la campaña.
   El Socio de al lado, mostró entusiasmo: —¿Y su Jefe aceptará?
   Se escuchó ruido de papel higiénico estrujado. 
—Aquí nuestros deseos son órdenes, él debe obediencia.
   Cala regresó a la sala de negociación, obviando al Jefe, el primer inversor le pidió que expandiera sus ideas, para no generar asperezas, dijo que una opinión femenina, nunca estaba de más.
   Con la autoestima en alto, Cala expresó: 
—Pienso en una mujer cubierta, sin insinuar seducción. Un ser pensante, sugiriendo el producto más eficiente del mercado. Europa gana compradores con mujeres austeras, cuyo objetivo es el resultado del kit completo. Las variables de un sólo elemento, se comprobó que no cumplen lo deseado. ¿Qué quiere la mujer? Que brille. Podemos apostar con márgenes altos, si en Europa se agota la oferta, en Latinoamérica fluye y está la oportunidad de venderles nosotros a ellos. Primer Mundo, Tercer Mundo, Cuarto Mundo, son falacias, invención de los países Primermundistas, para desalentar nuestro propio desarrollo. Debemos y podemos ocupar el primer puesto. Los Ministerios de Relaciones Exteriores, se dejan, serán reemplazados por Embajadores convincentes y respetuosos.
   —Ud, Srta Cala, sigue extralimitando su injerencia.
   Cala miró por encima de su cabecita negra: —Si la sala no acredita mis ideas, yo renuncio. Dejo mi libreta de notas y el grabador oportuno, por si alguno olvida como es frecuente, mi trabajo de una década. Buenas tardes, cuiden que no sea demasiado tarde.
   Escucharon sus tacos caminado hacia afuera. Y murieron por aquel trasero bamboleante.

domingo, 22 de julio de 2018

POR PIEDAD Y POR BELLEZA



   Le cuidaba el auto y limpiaba los vidrios. —Mire Sr, no voy a poder cuidar más su auto, mi socio consigue flores del vivero de su Abuela, ella nos regaló tres baldes nuevos y usaremos esta esquina para venderlas, no se me enoja, ¿no?  
—Te va a ir bien, porque naciste bueno y mi gorro abriga, te lo regalo.
   Lo miraba en las mañanas grises y esas flores pintaban la vida por un rato. Compró pinceles para hacer cuadros de las flores del niño, cuando secaban, bajaba y le regalaba sus obras, desfasadas de colores plenos, con direcciones exóticas. —Ubicalos en esta carpeta para que no se arruguen, son para vos, cuando termine una docena, las vendés, si querés.
   Él era pintor de toda la vida, muy bueno, pero nunca mostró su obra. El niño tomó la carpeta como santas escrituras: —Le agradezco con mucheces, Sr, pero vamos miti y miti o no quiero.
   Le dijo que era una buena idea, le dio risa el orgullo del niño, también respeto. Estaban firmados con el nombre del niño.
   —¿Qué te parece hacer una exposición rodante por la Legislatura, Casa de Gobierno, Municipio, todos esos lugares que propician la pobreza? Conozco gente, de la buena gente, que nos permitirá entrar a las oficinas. Acá te traje ropa mía de cuando tenía tu edad, para lukearte de pintor de pincel fino.
   Él realizó veinticinco pinturas más y una mañana salieron al recorrido. El carpetón lo llevó el niño y él fue de curador. Los recibieron bien y les compraron obras, miraban al niño como a un genio. La noticia boca a boca, produjo trabajos por encargo. Como el Sr no quiso aceptar la mitad del milagro, el enano pidió a cambio, que le diera clases y preguntó qué materiales debía comprar. Le pagaba por clase y en cinco años superó a su Maestro. Ganó concursos prestigiosos y tiempo más tarde se instaló en Canadá. Llevó a toda su familia. Su primer Maestro, que era un hombre solo, lo visitaba para las fiestas. Volvía con su maleta y lo sorprendían cheques ocultos en medias y cartas de agradecimiento. Sugería y esperaba, que su Mecenas siguiera pintando. Como hizo él.

sábado, 21 de julio de 2018

TE LO BUSCASTE



   —Hacía burbujas, pobre chico y la moto, todavía andaba.
   Jaime le miró el perfil: —¿Y ayudaste a sacar el pibe?
   Yo lo quisiera ver a éste en mi situación: —Mirá si me voy a tirar en ese pantano mugriento, además era la última burbujita.
   Qué tipo miserable, si me pedía yo lo ayudaba…
   —Lo que pude sacar fue la moto, no tenía una avería, pintadita, buen motor.
   Pensó Jaime: “Me la podría regalar, tiene dos autos de alta gama, un cuatriciclo, de dónde salieron las cosas, no sé. Trabaja en la Federal, es cuádruple de identidad, hace contactos con la mafia china y con Venezuela.”
   Jaime subió a la moto y le metió nomás. Su amigo se introdujo en el pantano, sacó al chico, le hizo respiración boca a boca, con un asco civil, vio cómo vomitaba barro y dos sapitos.
   Lo vistió con su uniforme y él quedó en calzoncillos. El chico agradeció tanto tantos, que el poli le pidió un favor. Le daba el auto, tenía que seguir a su amigo y le extendió un arma de grueso calibre.
   —Pibe, seguí a mi compañero y tirale bien tirado, pecho, piernas, brazos, fijate si sigue vivo, hay casos donde todavía escuchan, me le decís: “Jaime, hoy es el Día del Amigo, vos me robaste, yo te maté. Volvé en mi auto, traé la moto atada, saldamos nuestras deudas, yo te salvé y vos te portaste como un pingo. Presentate el lunes en la Federica y te doy un laburo, de narcotraficante, este país es ideal”.

viernes, 20 de julio de 2018

QUÉ LE VA A HACER



Labura, es Maestra y a la tarde Particular, único sostén de familia, con Marido desocupado. ¿Qué hace la mujer?, manda al Marido a todo, compras en el Supermercado, limpieza de la casa, elaboración almuerzo y sin cena. Hay que ahorrar. Buscar los chicos al colegio, darles la merienda, con un cachetazo previo, por si se portaron mal. Los encierro haciendo los deberes, al Super no los llevo, porque empiezan: “Comprame esto, comprame lo otro.” Y yo pongo cara de buen Papá, por los otros, si por mí fuera le pego un coscorrón en la cabeza hasta que lloren. Empiezo por la góndola: Bebidas. Antes les llevaba una Coca, ahora agua y eso porque el agua sale con gusto raro, cloro a lo pavote y una libra de mierda. Entro a la góndola: Limpieza, llevo detergente, lavandina y un pan de jabón blanco. Me ahorro los productos que brindan olor a flujo de mariposa. La Panadería está a un costado, pido dos flautas. Mi mujer se enoja: —El pan te infla, pero cero vitaminas.
   Para hacerle tostaditas a los chicos, perra. Me dirijo a la Caja y veo que la chica marca todo al doble. —Quérida, marcás todo al doble, ¿tomaste vino?
   Contesta con voz de “ni siquiera vino”: —Sr, disculpe, la Cadena no pudo remarcar, tres horas les alcanzan para enterarse, las cosas es así.
   Pagué con la tarjeta de la que nos mantiene. Sé que llegará de mal humor, golpeará puertas hasta encontrar mi persona.
   —Si no encontrás laburo, me voy, sin los chicos, te los dejo de souvenir. Si extraño, vuelvo. Me enteré que tenés una amante, te debe compensar mis noes, con síes. Estás bien servido, guacho desocupado…La mina, ¿sabe que estás casado, tenés dos críos y ni miras de laburo? No me contestes, no sabés. No pongas cara de “yo no fui”. ¿Por qué carajo me casé con un Médico Oncólogo? Si vos mismo sos un cáncer sin remisión. ¡Chau, loco! Que Dios te ayude, a él le sobra tiempo para cuidar los gurises, hace menos que vos y la gente, encima, le reza…

jueves, 19 de julio de 2018

LA COMEDIA DE LA VIDA



   Hago que estoy bien, me río y todo. Pero estoy triste de toda tristesitud, pobrecita yo, egoísta insalubre, hasta pensé en suprimirme, soy cagona, no puedo o mi inconsciente tiene esperanza.
   —¿Porqué me hacés y te hacés esto?...hay chicos de tu edad…
   Dice mi Madre, que se casó por deber y nunca supo ¿cómo se va a morir sin saber?...
   Escucho el galope de mi Padre, en esta comedia, él se baja del caballo y recita el papel que le ha tocado en suerte. —Pepa, es un degenerado, él te hablará el mundo que inventó, para que creas en sus certezas. Repará por un segundo que es un viejo desconocido, pensá, tenés que pensar, no podés no pensar.
   Me da pena mi Padre. Hay dos cosas que amo, escribir y Sebastián, nada más existe. Nos vemos con prismáticos, lo saludo de día cuando corre la cortina. Vivimos en edificios separados, pero él me enseñó que nos espejan los cristales, y nos une el viento que imita sonidos sin final. —¡Pepa! Bajá las cortinas, hoy coinciden las guardias de tu Padre y las mías. Te vas a quedar sola, hay comida en el freezer. Trabé todas las ventanas, escuché que habrá vientos y lluvias. Fuertes, muy fuertes.
   Espié por la banderola del baño y está ahí, con el agua que le cae en el sombrero. Tengo ganas de bajar y acompañarlo. Me pongo al lado. Pasa el Diarero: —Pepa, ¡qué lindo que tu Abuelo te acompañe a mirar la lluvia!
   Nuestras manos se tocan, él se avergüenza, yo lo agarro con fuerza, lo miro y él, ya sabe. Caminamos juntos, nadie repara en nosotros, porque él es viejo y yo parezco su nieta, que lo amará para siempre. Aunque no esté.

miércoles, 18 de julio de 2018

ARGENTINIAN PIE



   Para que respeten tu entrada merecida al cajero, dejate el pelo entrecano, el tipo que sale te verá encorvada, no le pongas botox a tus arrugas, es un gasto al pedo. Si sos vieja, se nota, asumilo, te abrirá la pesada puerta, él estaba adentro, vos afuera, le correspondía salir a él, sin embargo, la nostalgia de su Abuela y tu triste figura, al vos decir “Gracias”, él dice: —De nada, por favor, Señora.
   Entrá, hacé tu teclado, sacás la mosca que te dejen y alguien, como el Sr anterior, abrirá la pesada puerta para tu salida. No le agradezcas, ya lo hiciste con el otro tipo, tampoco prostituir tus gentilezas. Te vas contenta, podrás pagar tus cuentas.
   Sos una gil ¿cómo tu contento se basará en tu desgracia? Vas a escuchar pasos vertiginosos y te van a tomar por culo, se quedará con la cartera bichoca y afanará tu dinerillo. La cartera te la tira al cordón cuneta, con agua negra del centro. Sucede lo que pasa, mujer y ahora te robaron a vos. Quita tu chalina de hacerte la rica y piantá al café.
   Te sentás cerquita de una vieja concheta y distraída. Mientras ella habla con el gordo de la mesa de atrás, le apoyás la chalina en su carterita, puesta como si no importara. Levantate como si tus ganas de mear te apremiaran, agarrá tu chalina con la carterita de cocodrilo como si la abrigaras. No te apures, caminá despacio. La pituca habla con el gordo, para ver si lo levanta. No fue una putada lo que hiciste, ejerciste tu derecho de buena ciudadana: robás lo que te robaron.
   Y ahora sí, entra al café de target más alto. Pedite un desayuno americano, al mozo ni lo mires, te atenderá mejor. Cuando vuelvas a tu casa, acordate que el bulín es el número cuarenta. El último. Entrá, boluda, si es tu casa, tu guarida mejor dicho. Sacate la peluca y el maquillaje, el vestido colgalo de la percha, donde tenés la campera. No te olvides la remera blanca y los jeans, mírate en el espejo, estás buenísimo, el pelo a la cachetada y prolija la nuca. Te faltan las zapatillas, más yanquis que Trump. Fundamental, el relleno braguetero, te otorga autoridad.
    Tomate un tacho, a la Novena, el Oficial te espera, decile al tachero que se esfume, hay quilombo, te ahorrás pagarle. Al Oficial mostrale la guita que venís afanando en la semana, el tipo tiene códigos, pone la mitad en tu bolsillo y te dice: —Ché pibe, tenés que aprender a ir por más. Cuidate, pensá que sos mi potro. No le des el culo a nadie. Lo compré con intereses, si nos casamos o no, después vemos.

martes, 17 de julio de 2018

EN HOLANDA



   Los condecoraron luego de recibir educación militar. Los Padres respetaron sus deseos de entrar en la Marina Mercante, temiendo el consabido y obvio: “una novia en cada puerto.” Cuando los despidieron les recordaron que la educación era el primer paso de un hombre digno. Los jóvenes rieron por dentro aquel consejo melindroso y aburrido.
   Ni bien la corbeta tocó Le Havre, Pierre y Frido tomaron un tren a Holanda. Compraron tulipanes y entraron en confianza con dos lindas señoritas, quienes recibieron un ramo de flores cada una. Frido dijo a Pierre: —Si aceptaron de tan buen grado los ramos, seguro que son rameras.
   A Pierre le encantó la conclusión de su amigo. 
   —Las podemos llevar a nuestro bed and breakfast y echarles unos polvitos marineros.
   —Sííí, es eso lo que más ganas tengo.
   Frido, ante la sola idea, sufrió una alteración de tiempos, olvidó el habla holandesa y usó el más puro porteño: —Ché papusa, mucho gusto, mi nombre es Frido y tengo un lugar en mi cucheta, para no dormir hasta el alba.
   Sobre la propuesta de su amigo, Pierre se presentó, hizo una aclaración: —Mi cucheta queda debajo de Frido, pero no se escucha nada.
   Las señoritas en cuestión, tenían los ojos desorbitados y los rostros descompuestos. 
   —Mi nombre, es Susana y el de ella, Dafne, somos argentinas y este viaje nos lo brindaron nuestros padres, ambas conchetas, paridas en countries cerrados. Esto es lo último. Usaremos los medios computeadores, para que el mundo entero sepa que hay dos clases de argentinos, Uds y nosotras.  

lunes, 16 de julio de 2018

SENTADA EN EL BORDE



   Atribuyó sus dolores a las comidas desordenadas, con entremeses de chocolates, sin final. Los días de Colegio le daban náuseas y sentía dobleces bajo su ombligo. Sus pechos se agrandaban y hasta aumentaba de peso. Le parecía que un monstruo le había ocupado el cuerpo. No tenía angina, ni gripe, aunque alguna vez el incremento de granitos le hizo sospechar una eruptiva. La Madre y sus trajines no le daban tiempo a mirar su hija. Ella prefería que lo ignorara, temía ser el mensajero de alguna desgracia inminente.
   Estudiaba en el sillón más mullido del living, el preferido familiar para todo servicio. Pasando lectura a los pintores expresionistas, sintió que algo se desprendía de entre sus piernas y miró, era pis rosa que salió sin aviso, luego mudó a un rojo bordó y en segundos, sangre, atravesó su ropa y dibujó un círculo en el almohadón. Llamó a su Madre, cual si el mismísimo diablo se hubiera hecho presente. Premoniciones hicieron que la Madre le abrazara las espaldas y la condujera al sanitario: —¿Preferís que te higienice yo, o vos solita?
   Ella tenía las mejillas rosas y su Madre, de espaldas, por primera vez se emocionó.
   —¿Y ahora, cómo detengo esto, Mami?
   Le alcanzó apósitos que la niña arregló con un conocimiento atávico, agradeció sus calzones nuevos, elastizados, regalo de su Madre.
   —Ahora recostate en tu cama, que te llevo una pastillita, con un té, que aliviará tus intensos dolores. Yo me acuerdo todavía…pero en tres días pasará todo, mi amor.
   La niña se preguntó: “Si ella sabía, ¿por qué nunca me contó nada?”
   Vinieron sus Tías y la felicitaron: —Ahora sos señorita, ¡qué lindo, pichona! ¡Qué lindo!
   Ante su algarabía, huyó a lo de sus primas. Era la cosa más humillante que le pasó en la vida. El almohadón lo limpiaron, pero quedó un espectro circular. Un día, una de sus hermanas tuvo una idea genial, lo dio vuelta.

domingo, 15 de julio de 2018

SUBTERRÁNEO



   La vi parada ahí, como los Beatles en nuestros ayeres. Cuando la descubrí en el Subte descarrilado, en medio de gritos, confusiones, tragedias, a un paso de ella, huérfana, como antes era un aura. La rodeaban sus propios brazos y piernas, teniendo la mano arrastrando un viejo, un chico en la mochila, todos sus esfuerzos tomados por enfermeros socorristas que preguntaban: 
—¿Son sus parientes?
   Y ella decía que no, con la dificultad de callar que todos éramos parientes cuando el desastre se abalanza. Quedé paralizado al final de la escalera, la tomé del brazo, sentí en ella un borde desmayado.
   Caímos en un Bar y las sillas, nuestro primer descanso, el de ella fue el silencio. La contradicción estaba puesta en mi entusiasmo inmediato a la tragedia. La quise recuperar, como en otro tiempo decidimos perdernos de nosotros. Nunca tuve una relación de pensamientos coincidentes, donde las ideas se nos adelantaran y quererlas como a hijos, cuidando que crezcan juntas.
   Y se amaron nuestras mentes y luego nuestros cuerpos. Ella tomó cuenta de mi mirada y como se dice de los que van a morir, sus ojos pasaron por mis traiciones, perdonadas con nobleza y reiteradas con cinismo.
   Se levantó entera y mientras daba su primer paso, remitió un merecido y salvaje: —Esto, es lo último.

sábado, 14 de julio de 2018

TOO MUCH



   Un anciano con muletas, no podía salir de la puerta giratoria, hasta trabar con una muleta y entrar.
   Caminaba con dificultad, el chico de la ventanilla no le entendía, al anciano le faltaban todos los dientes, cuando hablaba parecía tener polenta en la boca. El ventanillero pidió sus documentos y el certificado de supervivencia, faltaba la tarjeta verde, la azul, la roja y la blanca.
   El anciano juntó sus papeles, una señora le explicó dónde se hacía la verde, a mitad de cuadra. Salió del banco desorientado. Encontró un kiosco donde le hicieron la verde, para la azul  debía dar vuelta la manzana y justo en la esquina le entregaron la azul.
   Haciendo dos cuadras leyó un cartel de circo con luces y payasos. Ellos entregaban la roja y la blanca.
   Se puso el automático, el anciano, todo le pareció una ignominia, arrastrando piernas doloridas y muletas centenarias. Hizo una cola de tres horas. Cuando llegó a la ventanilla puso su billetera deshecha y los papeles. Mientras el empleado le señaló que le faltaban la roja y la blanca. El anciano adquirió color blanco y cayó sobre sí mismo. Antes de expirar le gritó al ventanillero, con voz joven: —¡La roja y la blanca las tengo en la mano y te las podés meter en el culo!
   Llegó la ambulancia del "Hospital Que Dios Te Ayude". No tenía pariente alguno, la cochería municipal lo sepultó en una fosa común.

viernes, 13 de julio de 2018

MIENTRAS TANTO



   Primero lo esperaron con desesperación, después con muchas ganas que volviera, luego sólo lo esperaban, más tarde lo recordaban sólo cuando pasaban por la foto del comedor. Germain Refollé fue el encargado de cobrar una herencia importante en Argelia. Toda su familia era oriunda de Marsella. Consideraban que Germain era el más cuidadoso y astuto. Años transcurrieron y no supieron más de él. Hubo noticias, que había muerto en un episodio confuso. Se hicieron presentes quienes decían haberlo visto en mercados exóticos, vendiendo piedras preciosas, otro contó que era el dueño de un bar, con siete camellos donde los paseos a turistas se les cobraba.
   Apareció una señora elegante y pidió hablar con el responsable de la familia. Entró el padre, la madre y los hijos, adujeron que todos se hacían responsables. La señora elegante, con voz de haberse fumado la vida, aseguró haber estado con Germain Refollé en Barcelona, tomando unas copas y él relató sus viajes y negocios. De amores no habló, él era educado. Viajaron juntos, pura coincidencia. Le contó a la dama que debía partir a Marsella, tenía deudas familiares que debía reparar.
   Cuando llegó a la casa produjo más asombro que afecto. Confesó sus aventuras y desventuras, para volver a su querida familia. Cuando cobró la herencia, tuvo ganas de recorrer el mundo y no pudo contenerse. Cada lugar fue una historia diferente. Sentía como haber vivido muchas vidas. Fueron siete años, donde hizo crecer la herencia siete veces, quería devolver, con intereses, lo que les correspondía. La madre lo abrazó diciendo que el dolor era su ausencia, el dinero no importaba. El padre y los seis hermanos fueron un solo grito: 
—¡No! ¡No! ¡No! El dinero nos corresponde y aceptamos.
   Un coro disparatado, que luego de libar, inventaron una Villa para todos. Hablaron de autos, de viajes, de vestidos, trajes y pelucas. Germain pensó que las fortunas vuelven tontas a las personas, su familia incluida. Le gustó la sopa. Mucho.

jueves, 12 de julio de 2018

PASIONES SUIZOCIATIVAS



   Su padre era único distribuidor de cera Suiza, en pueblos de la Prov de Bs As, Tornquist, Azul, Vela, Sierra de la Ventana. A su hija, de 25 De Mayo, le dejaba una caja por mes.
   La única pasión de Malvina, era encerar toda la casa y lustrarla con una frazada suiza, mañana, tarde y una parte de la noche. De madrugada miraba el espejo que entre cera Suiza y ella, dejaban en los pisos, su placer era casi orgásmico.
   Como la sociedad manda, se casó con un hombre que no le gustaba para nada, y tuvo tres niños que le parecieron un castigo.
   Cuando salían todos, ella miraba las rayaduras de marcas de zapatillas, zapatones o algún pedazo de pan con manteca, la manteca invertida al piso. Ni los saludaba, los mandaba a comer a lo de los abuelos. Aquellos desastres sobre su única pasión, la hacían tirarse de los pelos, que se volvieron rojos engrasados. El padre comenzó a proveerle cajas industriales de cera Suiza importada.
   La cera nacional, no cubría bien, como todo lo nacional. Para los relojes y la cera, no había nada igual a Suiza.
   A Malvina se le diluyó toda la familia en cera. Llegó a olvidarlos, tenía un vago recuerdo, pero como desaparecieron, para Malvina nunca existieron. Estando en plena tarea, aparecieron del “Ministerio de Personas Perdidas”, ella adujo no conocer ninguno de los nombrados. Declaró que vivía sola con su cera Suiza.
   Había tantas personas perdidas, que éstos pasaron a “Causas Insolubles”, una Ley sancionada hacía tres días. Malvina se puso vieja, pero hasta su último suspiro fue encerado.
   Tantas eran las capas que se  hundió hasta el cuerpo de Malvina.  La casa se embargó, luego de años, la compró una gente del Dalta Este. Un matrimonio que odiaba la limpieza, pero sí que estuviera limpio. La mujer estaba encantada porque los pisos contaban con una cubierta de 10.000 capas de cera.
   Mientras vacacionaron tres meses en Europa, tomaron una mujer que se encargaría de la limpieza. Era tan fregona, que se hacía presente a diario, aunque nadie pasara lista. Limpió tanto que en un mes, encontró bajo capas y capas de cera, cuatro cadáveres, una mujer, un hombre y tres niños, fallecidos, como momias cubiertas por capas de cera Suiza.

miércoles, 11 de julio de 2018

IL TETTO



   Los domingos me pongo el delantal, los zuecos de madera y el pañuelo rojo a lunaritos, les grito a los chicos: —No quiero oír volar una mosca.
   Así era el introito para bajar la araña de caireles, la plata lustrada con Brasso y los bronces con no sé, igual que los cobres, no sé qué les ponía. Un día se vinieron los caireles sobre la mesa y ruidos de cristales que estallaban, yo gritaba y mi hijo mayor, el cinéfilo, me decía en el oído: —Es la Revolución Rusa, una imagen que recortó Einsestein, para una película rusa que hizo estallar por fin al Gobierno de los Zares. Nadie se dio cuenta que era el principio del fin o el medio del acorazado Potemkin.
   Me sugiere que vea aquellas películas, antes que desaparezcan. Le digo: —Con el laburo que me dan ustedes, no pude mirar ni La Dolce Vita, donde aparece la tía Nelly, hizo un bolito, apenas dijo: “Sì”. Y me la perdí.
   —Yo me ofrezco para ayudar y me cerrás la puerta del comedor en la nariz, mirá, antes era respingona y ahora es chata.
   No sé cómo decirle que prefería su nariz chata, como la de su padre. Era tan bueno, tenía un ángel que vivía en su cara desde niño y en todas sus acciones. Su defecto mayor, fue dejarnos cuando más lo necesitábamos. Le dio un infarto al enterarse que a nuestra hija, Juana, le cayó un macetón de un piso 14 y no hubo nada que hacer.   Menos el domingo, que imito a mi madre, en sus gloriosas: “Limpiezas generales”, los demás días me acuesto en la cama, mirando el techo y dibujo el jardín, los chicos jugando al vale todo, el humo que sale de la pipa de mi marido, que desde su hamaca me guiña un ojo, Juana se sienta en el escalón y estudia, el viento le vuela las hojas…
   —Mamá, arriba!, te hice tu comida prohibida: huevos fritos con papas fritas.
   Yo no tengo ganas, prefiero seguir dibujando el techo, aunque el techo no me alcance.

martes, 10 de julio de 2018

AD HONOREM



   —Creo haberte contado los suicidios en todas las generaciones de mi familia. Encontré un libro de páginas amarillas, donde letras negras parecían incrustarse en una hepatitis efe. Un muñeco flaco, de cabeza más grande que el resto, sobrevivió a un incendio, donde no quedó nadie. Algo sí, el espectro de mi Abuelo, como las flores que se guardan entre hojas.
   ¿Escucha? —No te cortes las uñas, me duele tu distracción, lo digo para que tu atención sea válida.
   Tiene sangre un dedo, por cínica. —Tengo veinte años y me parezco a un fósforo de madera con cabeza roja. Me adelanté a los acontecimientos, me pasa siempre y vos te enterás antes que suceda. No hay sorpresa, ni asombro, ni curiosidad. Se acerca un hombre sin noticias, la síntesis del ignorante. Sin noticias es más digno. Me mira y le parezco ideal para su asesinato, el más común.
   Se ríe, y es serio: —Ponete una curita y no te duele más, pero prestame el oído.
   Ella se miró el dedo: —Te escucho, pero la que tiene que hablar sos vos, sé más precisa en lo sucedido.
   No le reclamo nada, necesito contar.
   —Agarra mi cuerpo flaco y aprieta mi cabeza contra la caja, me la quema, sigue con ese juego enfermizo, deja que la llama ande por el resto de mi cuerpo. Se pone contento como los idiotas, le ganó al fuego.
   Ella trae un espejo: —¿Ves?, no te quemó la cabeza, mirate.
   No me entiende: —Ese infeliz, pequeño homicida, me quemó la cabeza, me bajó al cuerpo la calentura de sus mentiras.
   Estoy cansada de atender locas sin remisión, como ésta y vienen de lunes a sábado. Son treinta y seis pacientes, que me queman la cabeza.

lunes, 9 de julio de 2018

TIEMPOS CIEGOS



   Antes de salir de casa, voy al baño. Me senté a esperar en un bar, quedamos con Join que en diez minutos nos veíamos. Repentinos deseos de hacer pis, entró uno de anteojos y otro pelado, meaban en simultáneo.
   Yo no puedo, no tiene que haber nadie. Hice como si me acomodara el pelo, para que terminaran los dos tipos y se fueran. Comienzo la tarea y termino con papel robado de la mesa, apretando el botón con mi zapato, abro con papel el picaporte, me produce asco, usé otro papel para empujar. Salgo y el tipo de anteojos no se había retirado, me miró la bragueta.
   —Tiene el cierre bajo, hay que subirlo ¿Yo a Ud lo conozco de otros baños?
   Contesté: —No acostumbro.
   El tipo se cruza de brazos, mientras lucho con el cierre.
   —Yo voy seguido a cualquiera, limpio o sucio, no me importa, tengo sistitis crónica.
   Le gané al cierre: —Detesto sostener conversaciones en baños públicos, debe ser eso, que acostumbro sólo el baño de casa, no hablo con nadie, a excepción de un corte de navaja.  
   Le muestro la navaja, por las dudas y digo: —Ay carajo.
   Empujo la puerta de salida con otro papelito. No quiero tocar nada. Ocupo la mesa y viene Join, agitado: —Mirá Ropo, hice la cola interminable, no me dieron un mango, dijo el cajero que debés dos meses del Impuesto agropecuario.
   Saco la cartera de recibos, que duerme en mi mochila: —¡Qué hijos de puta! Ni siquiera hicieron la mejora del camino, ni pusieron los postes de luz que prometieron, ¿ves los recibos?, pagué todo y con un incremento cuantioso, por el Impuesto a las Ganancias. ¡¿Pero qué piensan estos delincuentes!? ¿Qué yo la guita la cago?! Agradezcan que no me traje la escopeta del campo.
   —Pará un poco, pensá que este Gobierno, quiere que paguemos la deuda que dejó la Perra. Calmate, Ropo, me quedan dos rayas, te las regalo.
   Join tenía algo blanco que le asomaba por las fosas nasales.
   —¿Vos no te habrás gastado mi dinero en merca?
  Puso cara de inocente sin escrúpulos: —Soy tu mejor amigo, nos conocemos del San José. Nunca te haría una cosa así, sino ¿de dónde saco la guita para comprar merca…? No lo podía creer, un acto fallido de Join…no lo podía creer…me temblaban las manos, pero saqué la navaja e hice lo
 debido. Nadie se dio cuenta, la indiferencia de la gente un día de Banco, da escalofríos.

domingo, 8 de julio de 2018

EL DESEO DE PAULA



   La llevaron sus padres, la querían tanto, que la odiaban antes de nacer, eligieron su carrera. Ella consiguió trabajo, era tan impecable su proceder que ocupó el cargo piramidal, cúspide.
   Paula, vanguardista, fue autora de discusiones horizontales, donde ninguna opinión era denostada. Pensaba Paula que los más astutos intelectuales, a la hora de decidir, resolvían mejor con abogados de simples valías.
   —Una sola vez tomé pastillas, sólo faltaron dos y obtendría lo que quise siempre.
   Aquel hombre, Profesor honorable, Psiquiatra, deseaba aplacar los pensamientos tanáticos de Paula.
   —Te vas a quedar a vivir en esta casa, no verás a tus padres, ni ellos a vos.
   No le hizo mella: —Tanto mejor, viajarán, ocuparán los mejores hoteles, comprarán de todo y se liberan un buen tiempo de su hija “la loca”, como dice mi tía Sofía, que nunca miente, porque está loca como yo.
   El Profesor escribía mirando la alfombra, preguntó por qué quería terminar su vida. Ella enmudeció, como cuando recién llegó y luego:  
—No me gusta el Mundo, es frío aún en los países cálidos. No terminan una guerra, que siguen con otra y otra. No me gustan los árboles, sé de su vida breve. Las flores se extinguieron en mi cabeza, los libros, películas y sobre todo personas. Son iguales a mí, es lo que más me horroriza, nadie quiere matarse por nada, siempre prima una razón. Ud que parece, parecer no es ser, tan lúcido, dígame porqué me metieron en esta casa, llamada “Lugar de Retiro”. Si es un loquero, que a diferencia de otros, está bien vestido y es carísimo. Creo que no debe molestarse en convencerme de nada, hasta puedo simular una Paula optimista que se reintegra a la sociedad. Igual me voy a matar, es lo que más me gusta, la sola idea.
   Enmudeció media hora.
   —De lo que dice del Mundo, no le interesa nada?
   —¡Qué obvio el Profe! ¿Cómo me puede interesar este Mundo de mierda, en el que desgraciadamente, todavía vivo?
   Después de cincuenta días de silencio, Paula comenzó a hablar con otros pacientes. Los paseaba por el jardín, comía con algunos. Tenía una voz dulce y armoniosa, les cantaba con una guitarra. Calmaba los ataques de los más bravos.
   Un día se presentó ante el Profesor, le entregó un grueso cuaderno, con los progresos de cada habitante de la casa. Quiénes necesitaban afecto. Quiénes podían reemplazar agujas o píldoras, sólo con el habla. Y demás detalles, de los mal llamados enfermos. También dedicó un minucioso estudio de otros Médicos, Cocineros, Enfermeras y todo el personal de la casa. Hasta dos Jardineros, contaban entre sus apreciaciones. Dio los buenos días y un abrazo inesperado.
   El Profesor advirtió que Paula se había enamorado de él y él, de ella. Como excelente profesional, la acompañó hasta la puerta del jardín. Sin mirarse le entregó su mochila, con una carta abierta, pegada del lado de afuera. Paulita, sin continuar, tuvo ganas de morir: “Te doy mi consentimiento, cuando junte valor, haré lo mismo. Firmado: Segismundo.”

sábado, 7 de julio de 2018

UNA CANA AL AIRE



   —Pochito!, estás hecho un pibe.
   —Ojalá fuera cierto, pero me presenté para un cargo de Gobierno y por sugerencia de Choli, ¿te acordás de Choli?
   —Inolvidable tu mujer, adivino que te mandó unos touches de botox.
   (Silencio nostálgico). —¿Y vos, cómo vas, Tincho?
   —Yo, todo bien, como dicen todos, ando en bicicleta, vendí el auto, me separé, los chicos están desparramados en el Mundo, ni sé dónde están, excepto el Jose, que piensa que mi casa es suya y hace fiestas tan abominables, que me pide que duerma en lo de mi vieja. En breve se irá como los otros.
   (Hubo un silencio, para comer ese relato). 
—Contame lo del cargo de Gobierno, que es más divertido que mi historia, Pochito.
   —No creas, mi vida es insalubre, empezando por Choli que vive comprando con una colección de tarjetas, que pago yo. Tincho, no sabés lo que es este Gobierno, para el cargo que quiero, tendría que ser un mafioso. No está todo perdido. Tengo un casi amigo, mitad mafia, mitad persona. No tenemos hijos, quise adoptar un tucumano y mi mujer casi me mata, sólo por la idea, correrse del centro de mi horizonte le produce vértigo y hacerse cargo de alguien “desconocido”, así le llama a un chiquito adoptado, “desconocido”, la mataría. Te digo que más de una vez pienso por qué no se muere.
   Tincho soltaba el manubrio y le palmeaba la espalda.
   —Qué te parece si un día rompemos el empapelado que nos tapa y vamos a emborracharnos a un lugar de coperas y minas que parece que te franelean a vos, pero en realidad es a una barra.
   —Tincho, siempre tuviste imaginación para las acciones bizarras, pero ésta me hace tan feliz, que quiero que lo hagamos esta noche.
   —Sabés que me viene fenómeno esta noche. El Jose hace una fiesta abominable. Esta vez me borro divertido y me salvo de mi vieja. Paso por tu casa con un remisse y te espero en la esquina. Sé puntual, porque estos guachos no apagan el reloj, viste cómo es…