jueves, 31 de agosto de 2023

SALOMÓN

 

   Vivían de los frutos de la tierra, en Checoslovaquia, cerca de Trebisov. Los labriegos, con sus herramientas sencillas, hicieron un pozo redondo y profundo. Los soldados pusieron hombres, mujeres y niños en los bordes. La metralla se ocupó de llenar aquel agujero, con un pueblito entero. Salomón, cuando escuchó el retiro de los motores, trepó entre cadáveres hasta encontrar el cielo. Tenía doce años, único sobreviviente de un pueblo de muertos y casas en llamas. Corrió de aquel espanto, a través de aldeas en llamas, como la suya. Siguió corriendo entre abedules de terrenos salvajes. Su primer tropiezo fue providencial, un carromato de familias judías que lo adoptaron de inmediato. Historias más, historias menos llegaron cruzando el océano al puerto de Buenos Aires.

   A los noventa y cinco años dormitaba en una hamaca primaveras y veranos. Nos saludábamos, pero nunca hablábamos. Era un viejo hermoso, de pelo blanco y ojos color cielo. Cuando nació mi hijo, Salomón preguntó su nombre  y sonrió cuando le dije:

   ─Simón.

   Tomó sus manitos y besando su frente dijo:

   ─Shimele, bonito nombre.

   Luego me enteré el significado, era un diminutivo, Simoncito. Todos adoramos al abuelo Salomón, su memoria era prodigiosa, pero nunca contó el horror de su pasado. Vivía con su nieto, que es el padrino de mi hijo, además, entrañable amigo.

   Una noche de invierno, el abuelo Salomón decidió vivir en el cielo. Hubo que enterar a Simón. Con apenas cuatro años, caminó a su cuarto y desde allí se escuchó su vocecita, diciendo que no quería tomar la leche ni asistir al jardín, hasta que el abuelo Salomón volviera.

miércoles, 30 de agosto de 2023

EL MEDICAMENTO PERFECTO

 

   ─¿Cómo salieron los resultados?

   ─Estoy en buen estado, me dio un medicamento que se vende en las ferreterías y ese, no me lo descuenta la mutual.

   ─¿Un medicamento de ferretería? Yo nunca escuché, a lo mejor lo quiere para su auto y aprovechó la situación.

   ─Me aconsejó descansar y dio paso a su camilla forrada con una tela blanca y esas frazaditas de atado de cigarrillos.

   ─Acá yo hago mi descanso y si usted está dispuesta, con gusto aceptaría que nos encamillemos.

   ─Le agradezco su ofrecimiento pero ahora estoy indispuesta, bajo estas condiciones me da asco. Cuando se me retire vuelvo.

   ─¿Y volviste?

   ─Pedí un turno con el hijo del doctorcito, es un tipo sin pretensiones, con guardapolvo almidonado y tres lapiceras en el bolsillo superior que perdían en rojo y azul. A él no le importaba.

   ─Recuéstese en esta camilla, coloque su pie izquierdo de este lado y el derecho en el otro. No cierre las rodillas, quiero sus piernas bien abiertas. Mientras le miro aquí abajo, le voy a palpar sus mamas, así no perdemos tiempo y hacemos dos en uno.

   ─Cuando menos lo pensé, el hijo del doctorcito ya estaba encima de mí y me galopaba como a una yegua. Yo le hice una llave y me solté, después de haber acabado, claro.

   Dijo:

   ─¿Querés casarte conmigo? (Se dio cuenta que era virgen, obvio.)

   Le dije que sí, sabiendo que iba a ser una cornuda permanente. Tenía fichados mis candidatos todos médicos, para curtir el arte de combinar los horarios.

martes, 29 de agosto de 2023

Y...HABER HABÍA

 

   A precio muy accesible había una casa vieja en un médano ante rodeado de follaje, sin ninguna construcción a su alrededor.

   Se fueron a vivir las tres, el primer piso lo ocupó Julieta, el segundo Rosita y en el último la instalaron a la madre entrada en años roncaba en demasía, le agregaron una puerta blindada.

   La casa estaba amueblada, hasta vajilla había. Toda cubierta de sábanas blancas y así la dejaron. Mientras Julieta dormía se hizo un agujero en el empapelado, era ella misma, pero con cara de monstruo hambriento, prendió la luz y se desmayó cuando miró al espejo. Rosita no conciliaba el sueño, algo raro pasaba en sus aposentos, una viga le cayó encima. Se tomó de la cintura y era Rosita partida en dos.

   Con el torso fue a ver a su hermana que le abrió y le pegó dos arañazos en la frente, quedó ciega. El monstruo de Julieta se asombró, le dio hambre y comió a su hermana hasta la cintura, más no había.

   La madre se durmió con el tejido en la mano. Soñó que sus hijas le venían a dar de comer la otra mitad que había sobrado. Se despertó sin nada de hambre y trasvasó la puerta blindada.

   Pidió un Uber mientras les gritaba:

   ─Vamos chicas! Que lo que pasa aquí no me gusta nada. Yo no creo en esas cosas pero esta casa está embrujada.

   Alcanzó a escuchar voces medievales que susurraban.

   ─Por fin se van, esta es nuestra casa y la vamos a recuperar. Son unas tilingas transformistas, por eso huyeron.

   Las chicas y su madre mantuvieron en silencio lo que pasó. De todos modos nadie les hubiera creído.

lunes, 28 de agosto de 2023

SIN FORRO

 

   Estoy cansado de estar cansado, salgo de éste y traslado mi cansadez a otro trabajo. Los días continúan de tal forma, que no advierto si es lunes o martes o miércoles. El domingo me presenté a trabajar, olvidé que es mi día libre y el de casi todos. Casi.

   Salía de copas con una puta encantadora, la prefería a una novia que dijera pelotudeces. Esta chica, la puta, decía y hacía cosas sorprendentes.

   —Ché Gladys (así se llamaba la puta) ¿y si nos vamos unos días a Colonia?

   Contestó:

   —Ni en pedo! Ahora llegan mis mejores clientes, los que pagan demás y les interesa ser escuchados. Como vos, que no hablás, pero decís más cosas que cualquiera.

   Sentí que me cortaba el rostro, estaba en su derecho. Un domingo confesó que me amaba.

   —Aunque no lo creas necesito ser tu esposa, sin cepo, odio ser acaparada en mi totalidad.

   Quedó embarazada, la encerré con cuatro llaves, hasta que parió un hijo, igual a mí.

   —¿Sabés pichón? Sos el único cliente con quien no usé forro.

   Me llenó de felicidad el advenimiento y le propuse anotarlo: Fidel Cansatti. Le brillaron los ojos y a mí me latía el corazón.

   Cuando se mandó la primera putada, tomé un avión a Canadá y llevé a mi niño Fidel. Gladys nunca supo nuestro destino.

   Cuando Fidel creció, preguntó quién era su madre.

   Le contesté directo:

   —Tu madre es una puta, no le cuentes a nadie o te van a llamar hijo de puta.

   Él contestó:

   —Papá, sos un antiguo, es un trabajo como cualquiera.

domingo, 27 de agosto de 2023

SE LLEVARON HASTA LOS CABLES

 

  Hace cuatro días que espero al plomero. Me baño con tachitos y lo demás igual. No salgo porque me dijo que si no venía de mañana, sería de tarde, o al día siguiente. Aparecieron dos pérdidas de gas, llamé al gasista.

   —Estoy al toque, ando por la zona.

   Ni avisa que se le rompió la camioneta, puede venir recién la semana entrante. Llovió, llovió, llovió tres días seguidos, siete goteras superaron baldes y cacerolas. Me comuniqué con el techista.

   —No sabe la cantidad de clientes desesperados, a Ud le doy prioridad, y eso que yo mismo tengo goteras, llego al mediodía o a las tres, si me desocupo y sino, mañana a primera hora.

   Golpean la puerta, me llevé puesto el perchero.

   —Hola Martirio ¿Vos tenés luz?

   —Esperá que me fijo, no, no hay. Ahora llamo al electricista.

   —Ni te molestes, es un corte general, seguro.

   —No te preocupes, Soledad. Llamo a la Usina.

   —Holá? ¿Usina? No tenemos…

   —El corte será de diez días consecutivos, cayó todo el cableado y recién vienen de Tornquist, con suerte mañana.

   — Falta agua también. ¿Y qué hacemos?

   —Si tiene pileta use el agua de ahí. Sino, compre bidones, ¿no junta agua de lluvia? Bueno, haga lo que pueda, que sé yo…

   —Escuchaste lo que dijeron, Soledad, son unos hijos de puta.

   —Mirá, acá los culpables son la chorra de la Perra y todos los negros de mierda, con cargos o sin ellos, que robaron lo que pudieron y los imbéciles sueñan que vienen por el resto. Para encubrir la van de plomeros, gasistas, electricistas, techistas. Creo que un revólver al menos hay que tener.

sábado, 26 de agosto de 2023

A MÍ, MAÑANA

   La miraba mientras dormía, una composición de una virgen del Renacimiento.

   Uno de los ángeles de Miguel Ángel.

   Despertó y restregó sus ojos, que le pincharon por las pestañas sueltas y las lagañas. Se forman igual, aunque uno fuera celestial.

   Quiso dar vuelta, la luz directa le cegaba y tenía más sueño. No pudo, tenía una mano dormida y la otra estaba en eso. Sintió las piernas alargadas, quiso flexionar las rodillas, resultó imposible.

   La bronca ensoñada lo vio, era una sombra negra rodeada por rayos de sol. Le traía té y le extendía la cucharita para darle.

   Se despertó. Tenía piernas y brazos atados con hilo .Él levantó la cama por el respaldo, puso diccionarios en las patas y con un cepillo antiguo, la peinó de ángel y la coronó con flores y estrellas de papel crepe.

   Ella sonreía de asombro y pensaba que vivía un sueño.

   Le cayó encima la sombra, la taza, la cucharita, el té. Nada hizo ruido. La violó con la certeza, de que los ángeles estaban para amarlos, por las dudas la había atado. Hay ángeles rebeldes.

   Ella, que se llamaba Rosa, lo miró de lejos. Las compañeras, que presenciaron todo, se reían, otras lloraban, otras lo esperaban al amanecer siguiente, con el hilo sisal en la mano.

   Salió caminando rápido, erguido en su guardapolvo blanco, impoluto. Alguien le dijo:

   —Buenos días Doctor.

   Él contestó:

   — Buenos días. 

viernes, 25 de agosto de 2023

CUANDO NO HAY RUTA

 

   Pobre Tía Nela, un alzhéimer galopante me confundió con la Señora que limpia y con una linterna me mostraba dónde había pelusa.

    —Mire Raimunda, los escalones para usted no existen, la próxima vez que me encuentre con alguna sorpresa, la voy a tener que echar. Mire la cara que tiene, no la quiero en esta casa.

   —Y me empujaba a mí, que soy su Sobrina, hasta que salí a la calle, con un “No venga más, por ahora, si la necesito la llamo”. Sugiero que la próxima vez vayas vos a visitarla.

   —¿A quién tengo que ver?

   —A la Tía Nela.

   —¿Y quién es la Tía Nela?

   —Es nuestra Tía y deberías estar agradecida, nos regaló su casa.

   —¿Qué casa nos regaló quién?

   —Ahora que me preguntás me olvidé de lo que estábamos hablando. Alcanzame eso.

   —Qué es “eso”?

   —Eso, eso, eso. Qué va a ser eso, dale, traelo.

   Y cuando lo trajo, la hermana no se acordaba qué le había pedido.

   —Últimamente me olvido de todo, así fue como me robaron la cartera. Compré algunas cosas, llevé las compras al auto. Corrí al negocio y pregunté si alguien había visto mi cartera negra. Y no la habían visto. Me dio tanta bronca que dejé el auto cerrado, con las compras adentro.

   —¡Me acordé! Es la primera vez en siglos que me acuerdo de algo. Tu cartera la dejaste colgando del perchero.

   —Bueno, gracias, es un alivio, ¿y el auto?

   —Ah, no sé, si no te acordás vos. Es más, ni siquiera sabía que teníamos auto.

   —Un día nos vamos a dejar el gas prendido, no quiero ni pensar.

   —Tengo una idea, ¿y si nos vamos a vivir con la famosa Tía Nela?

   —Y sí, porque si yo he perdido la memoria, vos también, la Tía Nela que no recuerdo ni quién es, nos va a recibir encantada.

   Abrió la puerta:

   —¿Ustedes quiénes son?

   —Somos tus Sobrinas y vinimos a vivir con vos.

   —Hay un pequeño detalle, yo no tengo Sobrinas.

   Cerró la puerta con triple llave.

   Pensé que algo tendríamos que hacer, nos salió redondo, volver a nuestra casa.

   Estaba incendiada totalmente, pasamos por delante sin darnos cuenta, las dos habíamos olvidado la dirección de dónde vivíamos.

jueves, 24 de agosto de 2023

COMUNICACIÓN

   Vamos a la terraza a tomar nuestro cafecito, todas las mañanas del mundo. Daniel me dicta los temas que hablan los parroquianos. Yo anoto, no de chusma sino para que estén al servicio de mis cuentos.

   Daniel le dijo a un Viejo que recién entraba:

   ─Estamos cada vez peor.

   El Viejo contestó:

   ─Y sí…─luego lo pensó y dijo─ Lo que pasa es que todos estamos esperando de dónde van a volver más cachetazos.

   Nos palmó el Viejo con sus palabras.

   Santi estaba solo en la mesa de al lado. Es un santo, como su nombre lo indica:

    ─Este Gobierno de mierda nos está arruinando.

    ─Peor que eso ─dijo una mujer─ nos están asesinando.

    Pude salir de mi silencio:

   ─Peor que ser impotente, es ser prepotente, como mandan estas  supuestas Autoridades.

   Otro solo dijo:

   ─Estamos a merced que la Argentina sea argentinita, cada vez más chiquita, sin ni siquiera alguien que nos defienda.

   Se sumó otro:

    ─Es tan doloroso pensar que yo ahora no pienso nada, en la próxima generación serán todos degenerados.

   Un señor le comentó a su amigo:

   ─Estos dos, ¿no serán de la SIDE, que ahora es AFI? ─refiriéndose a Daniel y a mí.

   Nos dio tanta bronca que nos fuimos sin pagar.

   Daniel me tomó de la mano, yo lo sigo a todas partes.

   ─Desde hace 45 años sos mi mejor amigo, mi único amigo.

   Daniel besó nuestras dos manos juntas y cruzamos a la plaza.

   ─No te preocupes, que todo va a cambiar.

   Una mentirita, que preferí creerle, lo que no cambiará es el amor que nos tenemos.


miércoles, 23 de agosto de 2023

—QUÉ TEMA? —NO SÉ, ESCRIBAN

 

   Cuando viene de mal humor, se parece tanto a mi vieja, que dan ganas de esconderse abajo de la mesa.

   —Freddy, ¿viste que llegó de brote?

   —¿Vos qué decís? ¿Qué, va a tomar examen, para torturarnos con ecuaciones…?

   —Señores, las manos sobre la mesa, las mochilas en el piso, el cuaderno, una lapicera y escriban.

   Nos llama “Señores”, lo menos que puede decir es “Niños”, acá yo no veo ningún Señor.

   Sole, que es forra, pregunta:

   —¿Srta, sobre qué tema?

   Y ella contesta:

   —No sé, escriban.

   Sole, que sigue forra, aunque una cambie de renglón.

   —Seño,¿lo corrige hoy? ¿o lo llevamos a casa para autocorregirnos?

   Contesta con desgano:

   —Se autocorrigen, estoy con bronquitis.

   Chau, buenísimo, el tema es “No sé, escriban” y no lo corrige ahora, me descargo: “Mi Srta tiene cara de culo, porque le pagan mal, o el marido tiene el auto roto. O se enteró que la hija está embarazada y el hijo es puto. Nos odia la víbora, con perdón de las víboras, porque somos chicas y ella es una vieja chota, llena de patas de chimango. Sabe menos que nosotros, es burra. En casa opinan igual, pero me enseñan mis padres, tengo doble escolaridad. Las dos desagradables. El Día del Maestro, debiera ser un día de duelo, no de festejo. La de este año fue la peor. Tiene mal aliento, cuando pasa entre las mesas, se ve que hace cuatro días que no se cambia el calzón.”

   De pronto escucho:

   —Cambié de idea, llevo tres trabajos, el de Carola, el de Sole y el de Freddy.

   Carola soy yo. Esto es el fin.

martes, 22 de agosto de 2023

PASEN Y VEAN

 

   Delante era un boliche con una luz amarilla, donde jugaban telas de araña cazando mosquitos. Un mostrador antiguo, de pobre y bebidas Valle Viejo, Hesperidina, vino suelto, vasos percudidos y tres o cuatro hombres solos, sentados estilo: “Es lo único en la vida que se parece a mi vieja”.

   Se asomaba gente joven, bien vestida, repugnante, como son los que tienen poder adquisitivo. El cantinero prendía una luz, con un botón tras mostrador: “ADENTRO PODÉS TODO”, se abría una puerta trampa y pasaban los chicos. La música impedía escuchar, si pedías una gaseosa te traían una birra, si pedías un margarita, te traían una birra, si pedías un tequila no te traían nada, porque no te escuchaban. En los costados se recortaban fileteados de Martiniano Arce, que daban a mesas alargadas, donde se fumaba porro, en otro merca, al fondo pastillas de diseño. Los laser móviles intermitentes hacían olvidar si uno caminaba por el techo, por el piso, o las paredes. La música de vinilos importados los manejaba un DJ múltiple y genial.

   Perdí a mi novia Olivia en tres oportunidades, no la extrañé, porque se me venían encima cada minón franelero que me sumergí en otro planeta, cuando me apoyó las tetas un trava, usé todas mis fuerzas hasta encontrar a Olivia. Estaba en el baño de hombres, con cinco tipos, según ella no pasó nada, yo le creí. Ocurren cosas raras en esos boliches canutos de Puerto Meadero. Más para nosotros, que somos de Juárez.

lunes, 21 de agosto de 2023

INCRUSTADA

 

   Tenía cáncer, los Médicos decidieron operarlo. En medio del estómago abierto, encontraron una bolita roja alojada muy cerca del páncreas.

   —Mire Sr Valiente, le devolvemos la bolita roja, así tiene un souvenir como recuerdo de esta operación complicada. Estuvo mal diagnosticado, usted cáncer no tiene.

   El Señor Valiente se enojó con todos, cuando era chico jugaba a las bolitas y esa, que le habían quitado, era justo su punterita. Se la tragó de chico, para esconderla en algún lado donde nadie la descubriese. Fue el tiempo donde en cada competencia ganaba siempre. Logró salir campeón de la vereda. Tenía un hermano grande y tan estudioso, que llegaba temprano a la Facultad.

   Un día que el Señor Valiente tenía todo servido, llegó el hermano flaco, alto, hábil y con un roce apenas le pegó a “su punterita”.

   El Señor Valiente sumido en su primer fracaso, rompió su caja de bolitas, menos una, la punterita, devolución de su hermano el estudioso. Tragó su tesoro con un vaso de leche tibia. Cuando deponía reparaba bien en no haber cagado su punterita.

   Fue así que quedó incrustada entre estómago y páncreas. Años y años revolviendo mierda, para asegurarse que la punterita todavía le pertenecía.

domingo, 20 de agosto de 2023

SUSURROS DEL ACANTILADO

 

   Nadie me preguntó, ni mi Sra Madre Castellet: “¿Queréis nacer? ¿O deseáis no saber?”. No, ella de prepo dijo al Duque:

   —Quiero un hijo, si tan amable fuereis y vertieres una semilla donde tú conocéis mejor que yo.

   Germiné más pronto de lo esperado, me costó salir, las mujeres de alcurnia, suelen tener úteros estrechos y pujar les parece pecado. La fuerza la ejercieron: la Matrona, el Ama de Llaves y Robin Hood, que por aquél tiempo desconocía el comunismo y se dedicaba a subir el puente del acantilado, estrecho como las dilataciones de Madre.

   Cuando supe lo que era, comprendí aquello de que uno nace sabiendo todo y luego olvida. No fue éste mi caso, tengo una memoria por demás memoriosa. Felipa, la Doncella de Madre, me alimentó de sus pechos, los cuales eran tan pródigos, que debían arrancarme para dormir. Madre preguntó:

   —Felipa, ¿cuántos años teníais cuando paristeis la niña que duerme en la cocina?

   Tuvo miedo que la echaran, al saberse la verdad, desconocía la mentira:

   —Sra Castellet, tenía doce años y en no habiendo hombres en el castillo de la Sra, el Duque visitaba mi humilde lugar, para cubrirme si frio hacía y me daba el besito de las buenas noches. Los pechos me crecían. Yo los vendaba, para que el Duque siguiera el trato de niña, que tanto bien le hacía a mi orfandad. Una noche entró a su ceremonia diaria, cuando iba a cubrirme, habló: “¿Pero qué tenéis aquí, mi querida? Esto es un regalo, mejor dicho dos regalos, que podéis compartir conmigo, ¿me permites entrar en tu cama?, tomar calor de ti. Este castillo es helado en invierno. Nos calentaremos juntos. Si sintiereis algo raro, es una semilla que te pondré para devolver tus favores…”

   Madre no quiso saber más:

   —A este Duque que vive de mi fortuna, no le saldrá gratis lo que hizo.

   Parece que le gritó a mi Padre, desde el extremo del castillo:

   —¡Sois un viejo pedófilo de mal aliento!

   Padre se detuvo en mitad de una infinita escalera:

   —Felipa, aceptó gustosa mis favores y durante la germinación se fajaba, hasta el plexo solar, para que nadie notara que estaba en estado interesante. La niña nació como salida de un túnel, nadie tuvo que sentársele encima, gracias a su generosidad, privó a su hijita de leche, para entregarla a nuestro niño.

   La Sra Castellet no se dejó intimidar ante las confesiones del Duque, así habló:

   —Antes de iros, os diré que la semilla de nuestro hijo, no fue tuya, Robin Hood lo hizo con la bestialidad del bastardo, fue un placer, por mí desconocido, le acertó la semilla. El niño saldrá fuerte y de Izquierda tarifada. Ahora Duquestrán, vete al acantilado y tírate de aquél lado, hay cocodrilos hambrientos que gustan comer porquerías.

sábado, 19 de agosto de 2023

CRISTÓBAL

 

   Lo veía casi siempre a la salida del departamento. Ese pasillo largo que llegaba al centro de la manzana.

   Era inevitable verle, porque el ancho de la puerta sólo daba para su increíble personaje.

   Las chancletas destartaladas y su musculosa percudida no daban cuenta de sus maravillosos ojos griegos.

   Al principio me divertía cómo protestaban los vecinos.

   Decían que Cristóbal desprestigiaba la casa “Qué se creía. Eso no era un conventillo, que las expensas eran muy altas para tener un tipo en musculosa y chancletas en la puerta de entrada”.

   Como Ulises, mantenía una mirada alta, un perfil sereno. Sólo se movía un poquito para dejar pasar de cotè a la Señora de Guaraña.

   El viejo había sido un inmigrante griego, con un dinero traído, compró una casa chorizo en Berisso. Alquilaba cada pieza a una familia distinta. El baño y la cocina se compartían. En el medio de la cocina, un samovar de la otra tierra, funcionaba para las fiestas judías, ortodoxas, católicas, cumpleaños y fin de año.

   No sé bien cómo murió el viejo. Cristóbal empezaba a contar algo, pero, en un momento se detenía, nos miraba y rajaba a regar los malvones. Así que como esto se repetía cada vez que recordaba al viejo, imaginábamos que “eso” le pertenecía y que los malvones eran bálsamo del mandato paterno.

   Cristóbal trabajaba de repartidor de quesos “La Paulina”.

   ─Lo mejor que hay en quesos, viejo, yo que estoy en esto te lo garanto...─decía con orgullo.

   Viajaba en una camioneta tan destartalada como sus chancletas, verde oscura, con las marcas de las pinceladas, parecía un furgón del cementerio municipal.

   Nuestro edificio pretendía ser una construcción tipo, clase media, hacinada, pero con discreción. Si alguien quería ver al “otro lado”, sólo tenía que tocar el timbre en el departamento de Cristóbal. Se sentía un olor extraño, a batatas fritas, con plancha mugrienta y un humo que parecía instalado, daba un aura a la entrada de Cristóbal.

   Nos abría la puerta con toda franqueza, gritaba nuestros nombres como para que se enteren los muertos y nos palmeaba la espalda hasta derrumbarnos en sus aceitadas  sillas de cocina.

   En la misma cocina tomábamos mate y fumábamos como caballos. De todas maneras, el record de tragar humo, lo tenía el inefable Cristóbal.

   Se enroscaba contando anécdotas tristes, los ojos se le ponían transparentes, le complacía emocionarnos. Jamás se le quebró la voz, ni siquiera cuando lo echaron de “La Paulina”. Con la cabeza erguida y palabras tranquilas, nos relató la más atroz de las traiciones.

   Me acuerdo que lo agarramos de las manos, fue un reflejo del corazón. Él, me ofreció un mate, lo tomé de un solo trago. Me quemé hasta el alma. Pero no dije nada.

      El tipo bien valía llenarse la boca de ampollas.

viernes, 18 de agosto de 2023

SÍ, LO DEMÁS

 

   Late fuerte el corazón, se hace cierto ¡Casi se me sale el corazón! Pasaba todos los días, pensé que iba a la Facu, después supe que era para verme de lejos. Gonnet es chico y soy casada, pero él me empezó a gustar, de a poco, la infidelidad estaba prohibida. “Prohibido prohibir”, decían en la Francia del 68 y ese gusto, me lo debía.

   En la Estación de trenes de Gonnet, nos encontrábamos, en una punta él miraba a la izquierda y en la otra yo miraba a la derecha, ninguno de los dos tomaba el tren. Mi casa quedaba frente a la placita de juegos y árboles, cubierta de gramilla blanca, por los chicos y el barro. La ventana de mi escritorio estaba casi al ras de la tierra, era el lugar excusa para no hacer nada. Sentada en el alféizar, el sol me adormecía. Mi mano recibió un papelito doblado en diez… “Quiero verte, si podés a las 15 horas, tengo ganas de abrazarte y después por tus miradas, o el cruce de los dos, no te niegues.” Y luego venían palabras de loco ansioso desprolijo, ni con lupa entendía sus últimas tres oraciones. Cursi, torpe, joven, hermoso.

   Me nació un amante que se vio que nunca, pero conmigo todo. Un día dijo:

   —No quiero verte más, sos más grande que yo, de chica seguro estabas buenísima, la gente no es tonta, se dan cuenta y no me gusta. No me late el corazón cuando te espero. Yo no te quise nunca, sí lo demás, lo demás sí. Vos decías “te amo” y me parecía superfluo y mentiroso.

   Tiré el celular al piso y lo deshice a taconazos. En nuestra cuarta mudanza, después de aquellos episodios prohibidos y olvidados, encontré un sweter azul, me dio impresión, no pertenecía a nadie, no sé por qué, a veces la memoria del cuerpo, trae sorpresas tristes. Doblé el sweter para regalarlo, rápido. En eso estaba y en el entretejido, como encarnado, encontré un pelo del mismo color, la misma textura, tiré de él, era largo y rubio. Abrí la salamandra, miré cómo las llamas lo desaparecieron.

jueves, 17 de agosto de 2023

PORRO, BIRRA Y CELULAR

 

   Me gustaba el atardecer en esa sierra arbolada, de pastos altos y macachines que parecían lagunas rojas, retamas acunadas por brisas.   Mi lugar preferido era una piedra con respaldo de musgos, jugando a ser mullidos. Después el sol. Regresaba cuando anochecía. Una tarde de Septiembre descubrí un chico recostado, mirando el horizonte, fumando un cigarrillo de olor persistente y agradable.

   —Perdoná que pregunte, me gustó el olor del humo ¿De qué marca es?

   Sonrió más tranquilo que un ángel.

    —Es marca porro. ¿Querés una pitada?

   Acepté, tosí mucho, me dio vergüenza.

   —La primera vez da tos, dale dos pitadas más y miramos las estrellas bocarriba.

   Sentí que una manifestación de luces se nos venía encima.

   —Fijate la luna, parece de día.

   Prendió su celular y salió música de Pink Floyd, que jamás olvidaré. Sacó dos birras y me convidó. Brindamos, nos preguntamos los nombres. Él era Ángel y yo Ángeles.

   —¡Chau, este encuentro mató! Pará que armo otro charu, una noche angelada, nuestros nombres son una redundancia, ¿te pegó?

   —No, al contrario, me acarició.

   Ángel se rió mucho de mi respuesta, le dije que daba sed.

   —Acá nos tomamos dos birritas más y volvemos a tu casa, tus viejos se van a preocupar.

   —Ya soy grande, tengo como dieciocho, vivo sola, es cerca ¿ves esa casita de madera? La hice con mis propias manos. Te invito.

   —Buenísimo, guau! Tenés malvones, geranios, enredaderas, esto me supera, sos un ángel.

   Le dije que tenía comida y comimos. Luego armamos otro y nos quedamos dormidos. Yo me desperté primera, le pregunté la hora, él contestó con ojos entornados

   —¿Para qué querés saber?...

miércoles, 16 de agosto de 2023

BAJO LA MESA

 

   Nadie lo invitó, se invitó solo. Tardaron en abrirle, ellos espiaron por la mirilla mientras él la tapaba con un dedo para asegurarse que no lo vieran. La familia Pedinoti había preparado comidas sutiles y tragos largos. Los amigos insinuaban sonrisas, era gente distinguida, nunca mostraban los dientes.

   Se hizo presente Rolo Canuto, los Pedinoti lo hicieron pasar. Él eligió el mejor lugar de la mesa, la cabecera. Tenía el pelo engrasado, tomaba los cubiertos con los codos en el aire, haciendo bailar tenedor y cuchillo, miraba alrededor y no encontraba la comida.

   —Señora Pedinoti, ¿me puede llenar el plato? Y un trago largo, tiene buena pinta.

   Comía con la boca abierta:

   —Tengo hambre, me parece que voy a comer todo y beber también, por lo menos seis tragos largos.

   Todos hicieron caso omiso de Rolo Canuto, hablaban entre ellos de temas aburridos. El Señor Pedinoti ahogaba sus bostezos bebiendo agua. Rolo tomó lo que pudo y hasta le robaba tragos a los invitados.

   Dulce Liberal De Martínez Dios monopolizaba las conversaciones.

   —No sé si ustedes saben que estoy relacionada con casi toda la nobleza europea. Es una delicia pasear por los jardines de Buckingham, con la Reina Isabel del brazo. ¡Ah! Si ustedes supieran la cantidad de invitaciones que me brindan y en algunas ocasiones las debo rechazar, para las actividades sociales, aquí les resulto imprescindible.

   El Señor Pedinoti se quitó los zapatos y por debajo de la mesa, le acariciaba las piernas a Dulce Liberal, de la rodilla hacia arriba. Ella suspiraba y decía:

   —Más, más, más!

   La señora Pedinoti preguntó:

   —¿Por qué dice tantos mases?

   Dulce Liberal mirando al cielo, respondió:

   —Porque quisiera viajar más, disfruto tanto, amiga, como usted no imagina.

   Hacia el final dijo:

   —Acabé!

   Todos se sintieron aliviados, por fin había terminado de hablar. Rolo Canuto se levantó de la silla, haciendo ochos se fue sin decir nada.

   El Señor Martínez Dios, conocía muy bien a su mujer. Cuando le propuso viajar sola a Isla Mauricio:

   —Por supuesto, tus deseos son órdenes.

   Cuando pasaron a la sala grande para tomar café, se dieron episodios diferentes. El Señor Pedinoti, acarició los cabellos de su mujer, sin que nadie se diera cuenta.

   Dulce Liberal esperaba el plato de los quesos y recordó el olor a queso que tenía el Señor Pedinoti en los pies.

martes, 15 de agosto de 2023

EXPANSIÓN

 

   El mar no me gusta porque tiene mucha agua, hasta se permite besar el horizonte. La soberbia de matar el sol en un lugar y hacer que nazca en otro. Esa histeria de las olas, que quieren comerse la playa y luego se arrepienten, para más tarde pretender lo mismo. Cuando se brota huyendo, como millones de locos malos, quiere dar envidia, dejando a la vista toda clase de joyas, que son suyas, hechas por los orfebres de sus propios movimientos.

   Esas sorpresas de extenderse sobre territorio ajeno y retirarse violento, llevando a sus entrañas casas, puentes, montañas, caminos y personas. De ambicioso, como los poderosos mitológicos.

   Después, empachado de tanto, deja los huesitos en orillas diferentes. Embauca a más de uno en sus hipnóticos bailes, atrapa los deseos, que jueguen con él y le naden por encima o le buceen profundidades que suelen ser mortales. Él se ríe, para siempre, sabe que eso durito que vive fuera de él, algún día, será todo suyo.

lunes, 14 de agosto de 2023

ÚLTIMO TANGO EN PARÍS

 

Cuando nació su piel era tan suave como un pétalo de lisianto. Era la flor predilecta de su madre, por eso decidió bautizarlo con el nombre de Lisianto, a su primer y único hijo. El obstetra sudaba la frente, el bebé estaba entre cuatro vueltas del cordón umbilical y no había caso que aflojara, recordó la partera de campo, Raquel, ella untaba el cordón con manteca Sancor y se deslizaba con tanta facilidad que los sacaba con dos dedos.

El obstetra lo logró, cuando ya se estaba por poner contento, notó que el bebé tenía los labios violáceos y el resto del cuerpo rosado en demasía. Así y todo lo recostó sobre el pecho de su madre. Ella que había gritado tanto durante el parto, después lloraba despacio y con hipo. Le sacaron una porción de placenta por si algún día la necesitara. Su marido se desmayó y no había dios que lo volviera en sí. La trasladaron dos acompañantes terapéuticos hasta su casa. Cuando reaccionó su marido, tomó un taxi para conocer el bebé.

Lisianto se recuperó, tenía colores normales. La madre no permitió que le sacaran la queresa natural.

─Se le irá retirando de a poco, es el primer sobretodito que lo ayudará a la intemperie de su nueva vida fuera de mi panza.  

El bebé no lloraba nunca, más tarde se dieron cuenta que Lisianto era mudo. Los horrorizó que también fuera sordo. Para tomar la teta, la madre, debía untar sus pezones con manteca Sancor. El precio de la manteca aumentó en todas las góndolas. A Lisianto lo premiaron con no pagar manteca, para siempre.

Lo suyo no fue definitivo, empezó a murmurar cuando tenía hambre, luego lo hablaba, más tarde lo gritaba. Adiós Silantro el mudito. Sucedió otro milagro, cuando sus padres ponían música al mango, él  chillaba con desesperación y se tiraba mariposa contra el equipo. Y así dijo:

─No quero mósica, me delen los oídos.

Los padres para creerlo llamaron un pediatra.

─Es cierto, es un bebé perfectamente normal. Les va a dar trabajo, no es sordo y habla hasta por los codos.

Silantro estaba durmiendo, se incorporó en la cama para escuchar qué estaban diciendo.

Y cuando fue grande sacó de la heladera manteca Sancor y llamó a su novia.

domingo, 13 de agosto de 2023

ENCUENTROS DE SEGUNDO TIPO

 

   El Doctor Colescul recomendó internarlo. Pendenciero, manolarga y violaba mujeres jóvenes y viejas, la edad no importaba. Martín Loloco adicto al sexo, era huérfano y no apto para la cárcel, dictaminó el Juez de la causa. Una sola mujer presentó la denuncia, una entre treinta y cuatro.

   Dejó la vergüenza de lado para defender su buen nombre y honor. Martín Loloco fue dado de alta luego de ocho años. Con tratamientos no agresivos. Aprendió a respetar al prójimo y en el mientras tanto estudió psicología.

   En un lugar distante, en los suburbios de la ciudad, vivía una mujer solitaria que escribía por la única razón: darle placer a su imaginación. La señorita Marga Morgan llegó a publicar tres libros, comprados por sus padres, dos amigos de su infancia y cuatro desconocidos. Toda su familia eligió mudarse al centro de la ciudad, se desconocen las razones pero nunca más se vieron. En los principios de la vejez, le tomó una artrosis que no le permitía ni tomar una lapicera.

   Como no tenía tratos con nadie, llamó por el viejo teléfono de bakelita al psicólogo Martín Loloco. Marga pensaba que su situación física era producida por alguna deformación de su mente. El psicólogo Loloco se presentó en su casa con inmediatez.

   Cuando le abrió la puerta ella le pedía disculpas por el desorden que había en el cuarto.

   ─Marga disculpe mi conclusión, el desorden de su cuarto no interesa, yo tengo mi casa entera sin ningún orden y como vivo solo no me importa. La artrosis que la limita debe tener relación con algún episodio que haya ocurrido en su infancia o…no sé, usted me dirá.

   Ella le respondió desconocer por qué le sucedía lo de no poder escribir, la única actividad que le complacía.

   ─Mire, Marga, vamos a proceder así, yo le mando mi chofer una vez por semana, él la trasladará a mi consultorio y creo que podemos dilucidar sus problemas, hablando en una relación psicólogo que soy yo y paciente que es usted. Esta atención será totalmente gratuita. Quiero que sepa, é leído sus tres novelas y la admiro y respeto.

   ─No me diga eso, por favor, soy demasiado vieja para ruborizarme por sus elogios. Lo espero con ansiedad. Ojalá que me ponga las cosas donde usted quiera ponerlas.

   ─Qué sentido del humor y cuanta verdad hay en sus palabras, yo tengo debilidad por ponerla, es como su artrosis, no puedo detenerla.

sábado, 12 de agosto de 2023

ÓLEOS

 

   Se conocieron a los catorce años. Alberto vivía en La Plata y estudiaba derecho. Su novia María, vivía en Mercedes mientras su prometido vivió un tiempo. Se conocieron en una exposición de pintura. Era la chica más linda del pueblo, Alberto tenía cara de turco y sus ojos eran dos brazas. Cuando se fue a estudiar iba a visitar a María. Habló con su futura suegra, Clarita.

   ─Le pido por favor, Clarita, no quiero que su hija salga de esta casa, excepto para ir al colegio y que usted se encargue de llevarla y traerla. Es casi una niña y ya es codiciada por todos mis amigos y conocidos.

   ─No se preocupe, Alberto, cuidaremos de ella y olvide sus celos innecesarios.

   La boda se produjo el primer día de Junio. Alberto no se había recibido todavía. Ella era una geisha, tenía una voz queda y pelo color trigo con rizos naturales. Usó el traje de casamiento de su madre, sus hermanas le realizaron algunos arreglos, su cintura de avispa las hizo ver en figurillas para hacer tal trabajo. La cola tenía tres metros de largo y el tocado era de su abuela.

   Alberto usó un frac negro y el bulto era tan notorio que lo pegó a sus piernas con cinta adhesiva. Su mujer era profesora de anatomía, en un bachillerato nocturno. Alberto estudiaba todo el día y muchas veces no le dirigía la palabra. Algunas noches hacían el amor, pero él se quedaba dormido antes de empezar.

  Había un pintor debajo de su vivienda que dejaba de pintar en cuanto ella salía y le hablaba elogiando su belleza. La convenció de hacerle un retrato.

   ─Aquí hay calefacción y no pasará frío, quiero pintarte desnuda y que tu pelo suelte ese rodete y tape tus partes pudendas.

   ─Pero seguro será que me de vergüenza ─dijo María.

   ─Eso no debe preocuparte sé cómo hacer que una modelo se relaje y que mis pinceladas te acaricien. No hay que tener miedo el miedo paraliza. Las sesiones serán de cuatro horas con alguna interrupción para comer o tomar lo que quieras.

   ─Mis días son todos libres, las noches no, si querés vengo mañana.

   ─Si podés venir a las ocho sería perfecto.

   Al día siguiente apareció María, el pintor la recibió con un café y le dio indicaciones posturales, en la quietud que debía tener. Se quitó la ropa tras un vestidor y apareció desnuda cubierta con su pelo espeso.

   La terminación del retrato llevó quince días, durante ese tiempo el pintor no sólo usó sus pinceles sino también sus manos hasta que María no dio más y se doblegó ante los pedidos de esas manos. Cerraron el local e hicieron lo que tenían ganas de hacer. Luego fue todos los días menos los fines de semana.

   ─¿Vos sabés María que al pintor de abajo lo encontraron muerto? Yo lo vi, estaba sentado con una paleta que le colgaba del hombro y tenía sangre, mucha, no era pintura, seguro.

   María se desperezó y le dijo soñolienta y bostezando:

   ─Habrá sido tu imaginación, querido.

viernes, 11 de agosto de 2023

DE BRASIL A INDIA

 

   Sacó un pasaje para India. Que a nadie se le ocurra viajar con una mujer embarazada, por eso la dejó con su hermana.

   La chica que le expendió su pasaje, se equivocó y le vendió uno a Brasil.

   ¿Qué tendrá que ver un país con el otro? Le anuló su expectativa, aquella confusión pero no le dijo nada porque era joven y nueva (se notaba).

   Quería asistir al concierto de Ravi Shankar, sus hijos y amigos acompañados por sitar, violín y un músico japonés que aportaba shakuhachi, flauta japonesa, koto y cítara. Tenía sus entradas sacadas con anticipación.

   Estaba ansioso de conocer la ruta de Goa, Katmandu y Sri Lanka. Se viajaba a dedo y había drogas maravillosas que permitían ver un paisaje sorprendente. Todo hipones con mochilas chicas.

   El Ganges, un río con cadáveres que flotaban, igual si se lo bancaba pensaba nadar en aquel río, había sectores con botes encargados de correr a los muertos para poder nadar o bautizarse. Todo aquello se lo perdió.

   Bajó en Río de Janeiro, huyó de tanta gente y se fue al Buzios de los setenta, en un transporte destartalado que en aquel tiempo era la única forma de llegar. Era el puro morro, con casas de pescadores blancas con puertas y ventanas azules.

   Alquiló una cabaña por monedas, contrató una mulata joven para limpieza, preparación de comidas y lavado de ropa. Apenas tres mudas llevaba. Su nombre era Clareta, tenía un culo bamboleante y unas tetas redondas firmes y tentadoras. Clareta le acercaba la clásica feijoada con arroz y un pescado crocante.

   Cuando comía le apoyaba las tetas en los hombros y él se calentaba cada día más. En especial cuando ella se ponía de espaldas para lavar los cacharros. Un día la tomó por culo y se la cogió de pie, mientras le apretaba las tetas y ella gemía como gata en celo. Lo llevó a conocer las mejores playas, de noche se bañaban desnudos y era un placer mirar la luna y las estrellas haciendo la plancha.

   Encontraron un pozo de tamaño ideal para tomar un baño donde sólo se alcanzaba ver desde el mar sus cabezas. Pasaron a unos metros de distancia, tres canoas de pescadores, reconocieron a Clareta y les gritaron:

   ─Le vamos a contar a su esposo…

   ─A mí no me importa, si él hace lo mismo con mi hermana…

   La mejor playa era acedinha. Contaba con un frambuaiá de flores naranjas y un banco deteriorado que venía muy bien para mirar el horizonte. En aquel tiempo no había argentinos, esa era otra de sus virtudes, no hay nada peor para un argentino que encontrar otro argentino.

   Le pidió a su padre, esclavo de Buenos Aires si no le podía mandar dos pasajes a India. Lo beneficiaba ser hijo único con padre rico. Recibió los pasajes de inmediato.

   Clareta saltaba, corría, lo abrazaba y le agradecía como sólo ella sabía agradecer.

   Llegaron al concierto de Ravi Shankar y viajaron a Goa. India los hizo sentir tan cómodos que decidieron vivir ahí. Llegaron a ser profesores de yoga y de eso vivían.

   Bueno, se me terminó e cuaderno, dejo aquí.