martes, 22 de agosto de 2023

PASEN Y VEAN

 

   Delante era un boliche con una luz amarilla, donde jugaban telas de araña cazando mosquitos. Un mostrador antiguo, de pobre y bebidas Valle Viejo, Hesperidina, vino suelto, vasos percudidos y tres o cuatro hombres solos, sentados estilo: “Es lo único en la vida que se parece a mi vieja”.

   Se asomaba gente joven, bien vestida, repugnante, como son los que tienen poder adquisitivo. El cantinero prendía una luz, con un botón tras mostrador: “ADENTRO PODÉS TODO”, se abría una puerta trampa y pasaban los chicos. La música impedía escuchar, si pedías una gaseosa te traían una birra, si pedías un margarita, te traían una birra, si pedías un tequila no te traían nada, porque no te escuchaban. En los costados se recortaban fileteados de Martiniano Arce, que daban a mesas alargadas, donde se fumaba porro, en otro merca, al fondo pastillas de diseño. Los laser móviles intermitentes hacían olvidar si uno caminaba por el techo, por el piso, o las paredes. La música de vinilos importados los manejaba un DJ múltiple y genial.

   Perdí a mi novia Olivia en tres oportunidades, no la extrañé, porque se me venían encima cada minón franelero que me sumergí en otro planeta, cuando me apoyó las tetas un trava, usé todas mis fuerzas hasta encontrar a Olivia. Estaba en el baño de hombres, con cinco tipos, según ella no pasó nada, yo le creí. Ocurren cosas raras en esos boliches canutos de Puerto Meadero. Más para nosotros, que somos de Juárez.

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