viernes, 31 de marzo de 2017

EN TANVIL


   Siempre solo en un banco de la plaza. Todos los días venía una chica y ocupaba el banco contiguo, casi al unísono llegaba su novio, alto rubio y extranjero. Hablaban en voz alta un idioma desconocido, entre gorjeos agargolados.
   Él no podía soportar escuchar cómo se amaban. Se levantaba y trataba de pisarle los pies al novio que tenía sandalias.
   —Perdón, disculpe. –Decía fingiendo una torpeza casual-.
   Pasó un día, él fue directo al largo banco de la plaza. Llegó la chica, el novio tardó, tardanza “no voy”. Él le habló por vez primera
   —Vos venís todos los días a encontrarte con…tu novio, supongo.
   Ella levantó los hombros —Tal vez…tal vez…con los hombres no se sabe nunca. Él es un golpeador recuperado, cuando se desrecupera viene lo peor. Espero que se detenga, nos casamos el jueves y…
   Él la interrumpió —No te podés casar con ese tipo, si es golpeador, tus hijos serán testigos. Vos suspenderías tu suicidio por los chicos. Creo que lo mejor que podés hacer es casarte conmigo. No soy alto, rubio ni extranjero.
    Apareció el novio con una mina infartante. No saludó a su novia. Ocupó el banco de enfrente. Mimos lindantes con lo obsceno. La novia se puso de pie, miró las uñas de la mina, esmalte rojo putita, zapatos con tacos putita y tetas empresariales. Un árbol a medio tronchar, con una hacha semisuelta. La novia tomó el hacha, no pude creer lo que vieron mis ojos, le pegó un hachazo a la infartante y la degolló. A mí me pareció que era injusto que el tipo quedara vivo.
   Le arranqué el hacha a la novia y degollé al novio.
   Ella se enojó feo, conmigo. —Mataste a mi novio, ¡Yo lo quería! Aunque saliera con minas putitas. Hasta quedábamos de acuerdo que cuando eso sucediera, me sentara enfrente y los mirara. Era lo que más cachondos nos ponía.
   Me quedé pensando, uno ayuda y al final no se lo agradece nadie.
   —Señor Policía, los mató la loca esta, a los dos, son desgraciadas las minas.
   El señor Policía contestó —Es verdad, son desagradecidas. Si lo sabré yo…                                 

jueves, 30 de marzo de 2017

ME GUSTA


   Tocó su piel blanda, los huesos con protuberancias y apolillados. Se quiebran de nada, dijo la Dra Osteoporis. Al salir se miró en el espejito de la cartera, donde fue reemplazado con una foto de ella joven. Caminó con alegría.
   Tocó su piel tensa, suave, su cara de gesticulaciones leves. El rodete que anoche se deshizo en la espalda de alguien.
   Desayunó frente al espejo y se hablaba a sí misma. Tocó el uniforme de trabajo, con el mantra, no quiero ir…no quiero ir…no quiero ir.  Giraba en el micro, giraba en la puerta de entrada, giraba haciendo su tarea. Perdió el equilibrio, un hombre que la ayudó a incorporarse y se negó a invitarla con un café. Ella se sorprendió, no supo qué esperaba de un hombre que tan sólo la puso de pie.
   Cuando abrió la puerta conoció al Presidente de la Empresa, era el hombre. Tocó los papeles que él le extendía, donde él apoyó su mano, estaba tibio. También le dio una servilleta —Esto es para usted, lea esas palabras.
   Tocó la piel gelatina, las ventanas de sus huesos, la soledad, su única compañera, la cabeza, caja del pensamiento que existe y después piensa. Llovizna en la plaza, metió la mano en el bolsillo y tocó una servilleta, secó su cara. La miró de cerca, era una carta de amor, las letras estaban corridas. Tocó la palabra quiero y una fecha diluída. La servilleta del hombre, que ella jamás leyó.
   Tocó el papel mojado, hizo una pelotita que dividió en dos. Las introdujo en sus oídos para descansar de los sonidos citadinos.
   Un anciano le tocó el brazo y la invitó a tomar un café. Preguntó por su carta —“Tan afectuosas sus palabras, tan oportunas, que llevo una mitad en cada oído” -…Era el hombre-.
   Tocó su hombro y éste se derrumbó en el piso.
   Ella lo ayudó de inmediato, ahora él caminaba colgando de ella. Buen tiempo les tocó. Había sol.
                                                    

miércoles, 29 de marzo de 2017

LATO

                                            
   No sé por qué camino tan rápido, eso le tengo que preguntar.
   —Hola Andrea, la veo muy linda, con ese nuevo corte de pelo, la hace más nerviosa, incómoda, ansiosa, como siempre ¿No?
   —Quiero que me explique, Lato. Me rapé para entender algo, la realidad me supera…mi hermana ¿Se acuerda que usted la trató en la adolescencia?
  —Imposible olvidar, una persona con el pelo rojo bermellón. Nunca dijo una palabra, cuando le pregunté el nombre no me contestó. Por deformación profesional esta última intervención, haga de cuenta que no existió.
   —Llevé a casa un novio nuevo. Colo abrió la puerta del living y se acomodó en un almohadón del piso, no la presenté porque es tal cual su descripción, no habla, no contesta. Escuchamos un blue de los años 50. Ella se revolcaba en el almohadón, siguiendo la música, hacía movimientos eróticos explícitos, dirigidos a mi novio. Hubo un momento en que o iba al baño o me hacía pis encima. Llevó tiempo, se rompió la mochila, la arreglé, cuando quise ponerle la tapa se partió. Volví al living y la bruja Colo andaba a caballo de mi novio. Después de pronunciar palabras desgraciadas, decidí ser práctica, traje un cuchillo finito y cortador, se lo clavé a traición en la espalda. Mi novio, o el de ella, ya no sabía, con los calzoncillos en los tobillos, se arrodilla y me jura amor eterno, a condición que me tiña el pelo color bermellón.
   —¿Y con el cadáver, qué hicieron?
   —Mi hermana era anoréxica, la metimos en el sanitario, siguiendo la línea del recipiente, apretamos el botón y nos abrazamos.
   —Debo decir que este crimen no quedará impune, mi obligación como psicólogo, es denunciarla en la Policía, ejem… ejem…¿Me explico?
   —Lato, usted se cree cualquiera ¡Ojalá le hubiera enterrado un cuchillo en la espalda! Hasta la felicité por su noviazgo, fui su madrina y entre tanta algarabía lo encontré abrazado a una columna, le di un beso que lo hizo despertar. La platea de la fiesta, cuando hicimos el amor sobre la torta de boda, miraron asombrados.
   —¿Y después del episodio?
   —Vino lo mejor, mi hermana se tiró furiosa sobre nosotras. Tomé el cuchillo de la torta y se lo ensarté en la panza. Ignoraba que estaba embarazada. Será mejor que me denuncie ahora. Aunque a mí me pareció que hice lo que debería haber hecho hace tiempo.
   —¿Esta vez es cierto lo que contaste?
   —¿Cómo va a ser cierto? No tengo hermana ni novio. Si no ni vengo, le invento historias para que me escuche, que alguien me escuche, aunque sea pagando.
                                                      

martes, 28 de marzo de 2017

CULTURA ES LO QUE ES


  La compró sin saber, eran 1500 hectáreas y en el medio la casa, cinco vacas locas y un tractor viejo que no funcionaba, lo compró a su amigo Jorge Luis, casi un hermano. —El campo es gordo, bueno, la casa la diseñó mi hermana que hizo el curso “Para Que Una Casa Le Impresione”.
   El tractor anda fenómeno y las vacas dan leche. Jorge Luis, para charlar un rato, bueno, era tan pesado y aburrido que daba sueño.
   Mandó dos peones jóvenes con manos ásperas de tierra de trabajo duro y constante. Los mandó cocinar para ellos y para él. Un guiso de abuela ingeniosa. Los hizo pasar al comedor —Afuera está lleno de mosquitos, tomen asiento.
   Miraban la vajilla asombrados —Eran cosas de mi Abuela, hagan uso de todo lo que necesiten.
   Luego volvió a conservar la distancia que corresponde con el personal. Hacían trabajos imposibles, rotularon la tierra de mil quinientas hectáreas en una semana, con herramientas oxidadas. Ordeñaban las cinco vacas. Él dormía por fin sin sonidos de motos, ni autos, ni sirenas, ni peleas callejeras sangrientas y gritadas. Lo despertaban los cinco mugidos en la ventana. Las vacas hicieron un camino pezuñado, directo a sus postigones. Llegó a la matera y ya estaban los peones cebando despacio.
   El más chico preguntó con inocencia —¿Usted Patrón sabía que lo pagó cuatro veces más de lo que vale?
   —Nosotros solos sabemos eso, fuimos sus peones, él su amigo  casi hermano, deseaba prescindir de usted, sumar sus bienes a los suyos. Nos daba una cifra generosa para matarlo a usted, ya vimos que es un santo y haremos lo que usted quiera, va incluido nuestro juicio. Jorge Luis se invitó a tomar un Whisky  a las 19 hs quiere que nosotros estemos presentes, cree que vamos a entrar en acción.
   El más grande se persignó y dibujó con el dedo una cruz en la boca y otra en el piso —Por mi Madre se lo juro, no somos cultos, pero tampoco idiotas.
   Dos sillones enfrentados, Jorge Luis en uno y él sin poder hablar. Tomaron dos whiskys, los peones, como estatuas, cobraron vida. Sacaron sus armas, un peón mató a Jorge Luis, el otro a él. Ambos quedaron en el piso, sobre la cruz. Los disparos fueron certeros.
   Los peones tenían contactos políticos y salieron libres de culpa y cargo. Beneficiarios de sus finados patrones, según papeles truchos, los declararon únicos herederos. 
                                              

lunes, 27 de marzo de 2017

EL REY DEL MAMBO


   Él no tenía que agradecer nada a nadie, excepto a su Madre, que lo trajo al mundo. Tampoco estaba seguro de agradecer a su Madre.
   Ahora bajo la lupa de una Secretaria Privada que le impusieron, la Señorita Laura Seguila, leía todos y cada uno de los expedientes del Dr Chiquisuela, con detenimiento usaba un resaltador color amarillo. Aquello que le parecía poco claro, confuso o francamente delictivo, lo llevaba al Congreso. El Dr Chiquisuela no se daba cuenta que tenía una Secretaria igual a Margaret Tatcher en su mejor momento. Siguió haciendo de las suyas y de las de otros.
   Fue llamado a declarar. Se sintió enfermo por el escaso tiempo que le dejaban para decolorar.
   El mismo día que firmaba la escritura de una casa, igual a la de los Príncipes de Holanda. Pegada al Riachuelo, donde arrojaron treinta toneladas de cloro y un barrefondo de medio kilómetro para mantener una cierta transparencia. Chiquisuela se presentó en tiempo y forma, con su abogada y Secretaria personal, Laura Seguila.
   Declaró en su contra, de bestia que era. Laurita blanqueó que estaba allí por orden del Gobierno.
   El Dr pagó una cifra notable y salió en libertad sin condición.
   Fue derecho a firmar la escritura de la nueva casa. Se comunicó con dos Policías, que debían encontrar a Seguila, darle muerte, era un trabajo fácil. Lo cumplieron y arrojaron el cadáver frente a la casa de Chiquisuela. Flotaba y no iba a ningún lado. Los Policías abocados al caso, fueron los mismos que la mataron.
   Trabajaron duro, ni un rastro, ni una pista. El caso quedó cerrado.
   No se puede abrir la cosa juzgada. En este país hay llaves de sobra para abrir cualquier puerta. 
                                                            

domingo, 26 de marzo de 2017

(QUE NO SE DIVULGUE)


   Noté que su abdomen aumentaba de volumen, le servía en platos de postre, por su panza. Tomaba birra el día entero, puede ser un dato, los que toman mucha aumentan sus panzas. Lo de Mario fue un enorme sufrimiento. El secreto lo guardamos entre los tres, el médico, Mario y yo.
   Parece de mi invención, pero “también la verdad se inventa” dijo un famoso.
   Mario estaba de seis meses, el feto habitaba el estómago de Mario. Le hicimos ecografías, donde se vislumbraba un bebé que se movía igual a Mario. La frecuencia de las ecos, terminaron por hacernos amigos. Tenía unos testículos enormes. Yo lo hacía comer frutas, lácteos, agua, mucha agua, vegetales de cortes mínimos.
   Si el crecimiento de Benito, así lo llamamos, transcurría en el estómago, era mejor que se alimentara con alimentos de digestión rápida.
   No quise que Benito tuviera su desarrollo entre mierda del intestino grueso y el fino. Como útero, era un lugar séptico. El parto tuvo sus dificultades. Mario rompió bolsa por el ano y por ese deplorable lugar pasó nuestro Benito, salió al mundo untado con puré de manzana, zapallo naranja y hojas de espinaca. No tenía ni media gota de mierda. Hicieron unos implantes en las tetillas de Mario, para que Benito tomara teta. La historia quedó entre el médico, Mario y yo. —Qué regio te quedó el cuerpo después del parto. – Eso me dicen-.
   Mario no se levanta de su sillón ni para saludar.
   Es comprensible, no debe ser grato parir por el culo.  
                                                                   

sábado, 25 de marzo de 2017

VOTOS CON HÁBITOS


   Mosquitos de picos agudos y cuerpos más gruesos que el mosquito tradicional. De noche no se podía estar afuera porque te morfaban vivo. La vieja hizo poner tantas espirales adentro que faltaba oxígeno para respirar. Hacía una década que atendíamos a la vieja y a la casa de la vieja. Todas queríamos ese lugar, parecido a un claustro en el medio de Bs As.
   Muros seguros y árboles de magnolia, madreselvas, jazmines y espliego. Nos sentábamos en los atardeceres en sendos bancos y el olor de las flores y una pérdida de agua le daban sonido al sol que deseaba quedarse.
   —Hey haraganas, quiero ir al jardín con ustedes.
   La llevábamos igual, a pesar de mandarnos con voz de gallineta.
   Cuando empezó lo de los moscos la olvidábamos afuera, era inconsciente, deberían canonizarnos por ser tan buenas con la mala. Corríamos a buscarla, parecía que tenía viruela, se rascaba con el peine mientras exigía —Quiero helado de limón ¡Ya!
   Le alcanzábamos agua con limón, para la vieja era lo mismo. Un atardecer volvimos a olvidarla en la galería. Cerramos la casa, nadie prendió espirales. Nos pusimos Off y los moscos nos ignoraron.
   La encontramos a la mañana, tarde, se la comieron los moscos. Nos dimos cuenta porque sólo quedaron la ropa y los huesos. Hicimos fuerza, pero no pudimos llorar. Por unanimidad elegimos el aljibe. Le dimos sepultura vertical, con caída libre, tardó veinte minutos en llegar al fondo. Se escuchó un splash, hondo, lejano.
   Festejamos con un Ye Monks que tenía la vieja avara bajo su cama. Nos pusimos beodas, antes de caer en nuestras camas pedimos perdón a Dios. Él perdona a todos los gobiernos del mundo, entre otros miasmas.
   ¿Porqué no a nosotras? Los moscos no volvieron, sobrevolaban la casa eructando con olor a la vieja. Hasta a ellos les resultó indigesta.
                                                                               

viernes, 24 de marzo de 2017

¿QUIÉN TE CONOCE?

  
   —Yo te dibujo, si dejás la vergüenza a un lado, lográs la blandura que quiero para esta pintura.
   Ella seguía envuelta en tres acolchados.
   —A usted le interesa su pintura, a mí me interesa que me pague. Estar recostada seis horas, sin mover un dedo, es agobiante. No puedo dejar la vergüenza, porque es mía, si me triplica el pago poso desnuda.
   Él sonreía tras el atril —Para mí sos un objeto que yo quiero humanizar en esta tela.
   Ella le obedeció, comenzaba su trabajo, pensó en lo injusto de ser un objeto para él. Un instrumento sin sonido, una no mujer.
   Esta vez lo miró y le habló con los ojos “Soy hermosa, usted lo sabe y ahora se lo hago sentir, si logro un beso ausente”
   —No haga gestos, quiero la cara lisa, la mandíbula caída y la mirada perdida lejos, no me mires ¿Se entiende? Exijo de vos una postura que no quiera nada, porque sos nadie.
   “Este idiota no sabe lo que dice, lo voy a…lo voy a…, no sé, algo. Ahora necesito el dinero, no me voy a brotar con lo que pienso de él”.                                                 
   —Te moviste de nuevo, así no puedo, se esfuma mi concentración, no va, así no, vení que te pago.
   Mientras ella se vestía escuchó la voz de soprano de su amo. —Sos muy linda, hermosa, armónica, expresiva e inteligente, pero no me servís. Escuchó los elogios y sintió su autoestima en reparaciones.
   Cuando concluyó su “No me servís” y luego 
—¿No tendrás alguna amiga para reemplazarte? Fijate que tenga un cuerpo similar al tuyo.
   Mientras él limpiaba sus pinceles, ella tomó una tijera y cortó la tela en tres triángulos equiláteros. Los arrancó del bastidor, hizo un bollo, aprovechó la boca abierta permanente de él y le metió el bollo hasta el esófago. Bien, bien adentro.    
                                                                                   

jueves, 23 de marzo de 2017

ADOLECE


   Necesitó el aire contaminado, fumaba eso, viva el olor de las bocas de tormenta atascadas.
   Necesitó leche de madre hasta los dos años.
   Necesitó una madre que no conoció nunca, o a lo mejor sí, dos años tomó no sabe de qué tetas.
   Necesitó una moto que anduvo, como la zanahoria para seguir viviendo.
  Necesitó el árbol de la vereda y lo plantó, creció lacio como un sauce, pero era un pino llorón.
   Necesitó una casa con una red para hamacarse al borde del mar de Bahía, con una preta que le cocinara, le limpiara, linda, muy linda, con bunda de fora.
   Necesitó muchos hijos de la preta, que se llamaba Odisea y la primer hija se llamó Ilíada. Ella quiso un varón, que se llamó Ulises.
   Necesitó otra preta. Ésta estaba todo el día ocupada con los hijos, hasta dormir como un tronco. Él se sintió suprimido.
   Dormir con un tronco, lija.
   Necesitó olvidar sus pretas, prainhas y fillinhos.
   Extrañó el aire contaminado. Las bocas de tormenta malolientes y los grises. Necesitó Bs As.
                                                        

miércoles, 22 de marzo de 2017

SIGUIÓ LLOVIENDO


   Era el casco viejo de “La Estrella”, fue mi primer estadía de siete días. La lluvia constante y copiosa no paraba los relinchos agónicos del caballo. Todos estábamos en la casa. Mi viejo caminaba de una punta a la otra. Tenía una radio a pilas, donde Radio Colonia colonizaba el espacio auditivo.
   Mi madre tejía y puteaba, porque no le alcanzaría la lana. Me envolví en una manta de conejo, tapaba mis oídos con almohadones y leía “Viaje de un largo día hacia la noche”, una lectura acerca de episodios más grandes que la agonía del caballo. Pasaron más de treinta horas y el Veterinario no aparecía, con tanta lluvia, estaba cantado que no vendría.
   Cuanto más me adentraba en la lectura y lo demás se diluía, una mano familiar tomó mi libro y lo desapareció —Leé Historia, así aumentás la posibilidad de aprobar ¿Trajiste los libros?, los abandonaste. Los libros muerden, es tu consigna. Cèline no es para vos, ya vas a tener tiempo.
   Cerró los postigones para no ver la lluvia, para no escuchar al caballo, ni a mi madre, ni a la radio.
   —Hacé algo Jorge, no podés ser tan cagón…
   Mi viejo decía que sí, que ya, antes tenía que rezar. Sólo Dios lo ayudaría a tomar la decisión. No sé porqué Mamá le dijo cagón y él no se defendió. Tomó mucho vino, jamás tomaba vino. Me dormí rápido, como cuando una es muy joven. Soñé que se divorciaban y yo me alegré. A las seis de la mañana se escucharon dos disparos. Hablaban usando tonos bajos, silencios largos.
   Entreabrí mi postigón, los dos hacían un pozo, no pude dejar de mirar, mis piernas no me daban, pero quería saber. Había una mancha marrón. Vi a mis padres abrazados. Recuerdo el rifle, despareciendo en la tierra junto con el caballo.
   Paró la lluvia, Mamá cebaba mates y vi a mi padre llorar, por primera vez.
    Corrí a buscar mi manta de conejo, le envolví el dolor con la manta que fue de su madre.
   Cuando volvimos al pueblo, comprendí que el dolor no se envuelve con trapos… 
                                                          

viernes, 17 de marzo de 2017

BAJO LA PIEL


   Bon Sai era el dueño de un Supermercado Coreano. No le gustaba su nombre, prefería que lo llamaran enano. Menudo, petiso y cabezón.   Sufría porque imaginaba que le recortarían los pies, las manos y su enorme cabeza. Aprendió castellano con una chica. Luego, el enano, devolvió el favor dándole clases de coreano. La chica se enamoró, le recordaba a su muñeco enano de los cuatro años.
   Como el coreano no daba importancia a sus coqueteos, se operó los ojos estilo coreano, redujo su boca como una rosa rococó. Iba al Super en kimono y zapatos de charol rojos. Advierto al lector que ignoro la diferencia entre japoneses, chinos o coreanos, para mí son todos iguales.
   Una noche, el enano sintió cosquillas en los pies, cuando se rascaba se desprendían pétalos de piel, del gramado de la seda. Le pasaba igual con las manos y la cabeza. En dos años quedó reducido al tamaño de un enano de jardín.
   Fue denostado por coreano y mal comerciante. Duplicaba el valor de la mercadería. La gente le seguía comprando. La otra posibilidad quedaba a 50 km. Recibía puntapiés de los consumidores, era tan pequeño que nadie lo veía. Hasta su voz se tornó inaudible.
   Los repositores se ocupaban de las registradoras.
   Las cajas para descartar tenían productos vencidos y otras clases de desechos, alguien sin darse cuenta arrojó a Bon Sai a una de las cajas. La chica enamorada lo tomó en sus brazos, lo bañó, lo vistió y lo acostó en su propia cama. El enano aceptaba todo, le tomó tanto cariño que enamorado, sumergía en ella su cuerpo entero. Como si fueran un matrimonio. La chica lo sacaba a tomar aire en una mochila de bebé. Adentro de la mochila el enano se divertía tomando la teta como un bebé concentrado.
   La chica apoyaba el celular en su oreja, no hablaba con nadie, era un pretexto para simular la risa que le daba la lengüita de Bon Sai. El enano quería regresar a la casa pronto, la chica caminaba a mil.
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Queridos lectores: Necesito cuatro días de descanso bloggero. Nos leemos. Un abrazo.

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EL FIN DEL PRINCIPIO


   —La hice con mis manos, respondiendo a la casa de tus sueños, querías escaleras, un mirador, una habitación cerrada sin puertas ni ventanas, decías que era imprescindible un espacio vacío, eludir cualquier intromisión que existiera y nadie supiera la razón, el secreto que hasta vos ignorabas.
   Ruth le habló de espaldas, —Pasaron cinco años, pienso diferente, hasta mis secretos van tan rápido, que termino por olvidarlos.
   El constructor miraba la obra terminada, sus manos callosas ásperas, cicatrices, raspones, dedos machacados. Ruth merecía esas improntas, le salvó la vida en oportunidades, lo crió y le enseñó. Ella dijo que esa casa no era para ella.
   Se avecinaban ataques nucleares, había que protegerse de los nucléolos o buscarían amparo en su casa. Ella no podría negarse, vería tal horror en los ojos de ellos, que los dejaría entrar. Para que descansen sus núcleos y después, que salieran a librar sus batallas. —Vos sabés, estoy segura. Quiero una casa soterrada, cuatro metros bajo tierra y una ventana con vidrios antimisiles. Poder mirar cuando lleguen y socializar con la idea del exterminio. Vos sabés, estoy segura, quiero estar presente en el final.
   —Lo que quieras, como quieras, cuando quieras, Ruthy.
   Así lo hizo, por ella, no por sus pronósticos tanáticos.
   Bajaron juntos, le pidió quedarse, Ruth dijo un sí instantáneo. Ninguno habló, pero los temblores iban en aumento. La vieron, una nave se dirigió a la ventana para atravesarla.
   Él le puso la pastilla a Ruth, ella hizo igual con él.
                                                    

jueves, 16 de marzo de 2017

QUIÉN MÁS QUIÉN MENOS


   Yo sé que estuve mal, no debí trincar a mi vieja, a mi viejo, a mis hermanos y a los perros.
   Ellos no me denunciaron nunca. La última vez pidieron que fuera al lugar más lejano que encontrara y no volviera más.
   Llegué al Obelisco, pregunté por el Seminario, donde se estudia para cura. Tardé mucho exprofeso, quería pensar, no estaba muy seguro. Lo primero que me preguntaron fue qué sabía hacer.
—Trincar -Les dije- Es lo único que hago.
   Ellos, eran dos y se pasaban el rosario de una mano a otra, como si fuera una pelotita. Agregué que tenía la mejor referencia de las que existen, mi propia familia. —¿Y qué es trincar?
   El más viejo dijo que era lo mismo que hacían muchos de ellos. Se refería a él también y sonreía complacido. A la semana de estar ahí se me fueron las ganas de trincar, comprendí que si no eran familia no pasaba nada.
   Con dificultades múltiples, en tantos días de viaje, llegué a casa. Los perros salieron a recibirme, luego mis padres y mis hermanos.
   Me abrazaron y perdonaron. Yo sé que estuve mal. Trabajé rotulando, sembrando, cosechando.
   Animales mi viejo no tenía. Estaba orgulloso de mis tareas.
   Una noche encontré una vaca que apantallaba sus ojos con pestañas de seda gruesa. Y bué, mugido más, palabra menos, me vinieron ganas de trincar.
   Qué Teta, Dios, qué buen diseño la tetota.
                                                                           

miércoles, 15 de marzo de 2017

TAJOS LEJANOS

                                          
   —Hace como tres meses que no sé nada.
   Úrsula, la “lleva y trae”. Trajo. —Se cirugeó un solo ojo, quería probar con uno para ver si el otro se lo hacía igual. Encontró unos folletos, le gustaron los ojos de Julia Roberts, se lo hizo.
   Ahora el derecho es la réplica de Scarlett Johansson y el izquierdo quedó idéntico al de Julia Roberts. Le torcieron la nariz estilo Maryl Streep. Y la boca fue una historia.
   Una comisura sonríe hacia arriba y la otra se enoja hasta el mentón… —¿Y el marido, qué dijo?
-Preguntó Vane-.
   —Gritaba ¡Tenemos un Picasso en casa! No estoy segura si la largó, o se fue de la City. Ella quedó con la autoestima sin estima y sin auto. El psicólogo dijo que tendría que estar contenta, había pocas o ninguna persona, tan multifacética como ella. Coincidía con su problema de polipolaridad. Que poco a poco soliviantaría sus desfasajes.
   Vane sabía que Almodóvar contrató la cirugeada, como su nueva actriz fetiche. No le contó a Úrsula por chusma y mala. Llamó a su amiga sufriente
 —Hola, habla Vane para felicitarte por lo de Almodóvar.
   La otra agradeció —Tu llamado resultó providencial, Pedro necesita una actriz enana gorda y narigona, de inmediato pensé en vos. Él te manda un pa…hola, hola ¡hola! Cortó.
  Vane maldijo aquella oferta irrespetuosa, se esfumó la culpa de haber hecho el amor con el marido de ella, más veces que ella, durante quince años.
   —Hola Úrsula, te voy a dar una sorpresa, Almodóvar quiere una actriz como vos, vieja, petisa y pelada. Dice que el pasaje te lo pagues vos, tal vez sea mejor que vayas sin tu marido, yo te lo cuido y es un pasaje menos.
   Contestó Úrsula —Desde ya, acepto y me voy tranquila, con la seguridad que cuidarás de Tony.
   Ni bien partió, Vane se hizo presente en lo de Tony y lo cuidó, según las indicaciones de Úrsula.
   Fueron tantos los cuidados que tuvieron un hijo, igualito a…pero esa información no está disponible.
                                             

martes, 14 de marzo de 2017

SIN INVITACIÓN


   Quedó huérfana, sus padres habían explicitado con un abogado, la orden que la chica siguiera viviendo en el mismo lugar, bajo la compañía y la educación en manos de una Institutriz y el Ama de llaves. El Ama de llaves, que le tenía odio a las llaves, las arrojó al lago en una bolsa de arpillera. Le pesaban por antiguas y confundía las cerraduras, un trabajo menos y ocupar el tiempo en escuchar a la Institutriz, que narraba cuentos antiguos. Sacaban a la niña a la galería para oxigenarse. Estela podía rodar de punta a punta, pero le resultaba imposible bajar las escaleras. Los chicos de la zona la visitaban y admiraban sus vestidos puntilleros y las cincuenta muñecas que la rodeaban. Estela prefería su viejo oso pelado, que abrazaba como a un bebé y arrojaba a la Institutriz en las horas de Matemáticas.
   Los mellizos Barracán idearon rampas para deslizar a Estela al jardín, jugaban a ver quién la llevaba más rápido, el más grande de los amigos tenía la fuerza de Goliat y su velocidad máxima, hacía reír a carcajadas a Estela. Tropezó con algunas piedras y la silla de ruedas cayó al lago con Estela incluida. Se tiraron todos a rescatarla, lo único que sacaron fue las tiras de cuero que rodeaban sus piernas. Decidieron por unanimidad no hablar del incidente con nadie. La Institutriz y el Ama de llaves se dieron por vencidas. No pidieron ayuda por temor a ser imputadas. —¿Y si no era paralítica y caminaba?- Dijo el Ama de llaves-.
    —¿Vos creés?, mirá que las marcas de las ruedas están, cualquier cosa decimos que se fue vaya a saber dónde, cuando nosotras dormíamos.
   Las dos pensaron que no tenían más obligación con Estela y su dependencia constante. El primer día de sol, después de la desaparición, caminaban la Institutriz y el Ama de llaves. Se metieron en el lago hasta las rodillas.
   La Institutriz pegó un alarido, el osito de Estela flotaba en el agua. Las dos corrieron a la casa, lo metieron en el lavasecarropas y salió como nuevo. A ambas se les pusieron los pelos de punta. El osito, que carecía de ojos, ahora las miraba con los ojos de Estela. 
                                                                                               

lunes, 13 de marzo de 2017

DIATRIBA


   Pasó por la puerta de la Facultad y siguió de largo, ahora es Abogado. Por cuatro chirolas y seis pasadas por la puerta, recibió el título.
   Diferentes Carreras expandieron aspirantes como hormiguero derruido. Filas de Km para Medicina, recibirse en dos meses y jurar para Hipócritas.
   Ciencias Económicas, insoluble, Periodismo para nadie, Literatura sin libro, Conservatorios desafinados. Valentín y Chufo deambulaban recintos donde la ignorancia, pretendía volver de algo que no tuvo ida. Se conocieron en el recinto “Periodismo para nadie”. Tenían cupo completo, todos los ansiosos de no comunicarse, para lograr ser jefes de sí mismos.
   Los bípedos huían de los bípedos. 
—Mucho gusto, Valentín.
   Chufo pensó y dijo la respuesta obvia 
—Mucho gusto, Chufo.
   Eran inseparables, fueron segregados por el resto bípedo, los consideraban singulares e inteligentes. Dos herramientas demodée. Promovieron “El día del Hombre”, allí sí se prendieron todos, marchaban en bolas y a los gritos, hacia el Congreso. No llevaron corpiños ni calzoncillos, todos querían lucir esos pedazos que cuelgan y de los cuales las mujeres carecen y envidian, según algunos retorcidos.
   Valentín y Chufo fueron líderes del movimiento confuso. Eran tiempos de confusiones virales. Chufo y Valentín estudiaban juntos, salían juntos y vivían juntos.
   Alquilaron juntos para ahorrar un alquiler. Compraron una cama de dos plazas y empezaron a dormir juntos, se extrañaban demasiado para permanecer cinco minutos separados. Según el Psi —Hace años que nos decidimos con un colega y le metimos para adelante, si eligen esto no se van a arrepentir.
   Chufo y Valentín le dieron por adelante, por atrás…
   Salían con pancartas que decían “Los hombres sin mujeres somos felices” De allí se desprendió que Chufo y Valentín eran geyshos. Gracias a esa prensa, pudieron estar a solas con las novias de sus amigos, que tenían una entrega total con ambos. Los amigos estaban tranquilos, creían que los Geyshos jamás tocarían sus novias. Chufo decía —Qué gente bruta ¡Por Dios!
   Valentín contestó —Y cornudos…
   Los dos lograban que las ahora esposas de sus amigos, se entregaran al desenfreno erógeno.
   Chufo dijo —Qué sociedad, ésta, se modifica día a día. No hay ni lugar para guardar más cuernos.
                                                                               

domingo, 12 de marzo de 2017

OPCIÓN


   —¿Dónde está Bruno? Su desayuno debe estar frío.
   Cuando Juana, la hermana, la escuchó, dijo 
—¿Dónde va a estar Mamá?,  se suicidó al amanecer.
   —¿Porqué? –Preguntó la madre como si hablara del tiempo-.
   —¿Qué querés que hiciera? Lo largó la novia, lo echaron del trabajo, Papá lo desprecia porque no estudia, vos no lo quisiste ni de recién nacido y yo anoche le robé la plata que tenía para salir.
   —No me vas a decir, Juana, que por esa pavadas se fue.
   —No Mamá, no se fue. Se suicidó.
   La madre se pintaba las uñas de los pies —Ya lo ves, hija, Bruno fue muy astuto, se ahorró un alquiler.
                                            

sábado, 11 de marzo de 2017

ROSITA

  
   Se preocupó un tiempo por la seguridad de su vivienda, blindó el frente, antes pidió un presupuesto, aceptó el costo.
   El trabajo incluía los costados y el fondo. Les pagó toda la tarea, el frente terminado. Faltando el blindaje del resto, los dos obreros no volvieron más. Rosita era más aburrida que el aburrimiento aburrido. Pasaba el día tejiendo de memoria y mirando televisión. Había noches que escuchaba ruidos, provenían de las cañerías o las ventanas de bisagras oxidadas o alguna teja rebelde. Rosita enumerando las razones de aquellos sonidos se dormía. Una mañana aparecieron los dos obreros con una camioneta y sin la ropa de trabajo. Uno de ellos tenía un gorro de Robin Hood y el otro una capita de Batman. Se introdujeron por la ventana del fondo. Rosita no tuvo miedo, de aburrida. Robin Hood dijo —Señora, ¿la bolsa o la vida?  
   Ella se levantó del baúl sobre el que estaba sentada y sacó una bolsa de dimensiones considerables. —Acá tiene, Señor Robin, prefiero que me mate antes que se lleven mis dineros.
   —Pero Señora ¿Cómo va a elegir la bolsa? Si aunque la matemos, nos robamos la bolsa igual.-Dijo Batman, que era un tipo racional y algo sensible-.
   Rosita comprendió que no entendían nada —Yo quiero que primero me quiten la vida, mi aburrimiento es una tortura. En ese orden. Con la bolsa hagan lo que más les plazca.
   Se respetó el orden de sus deseos, primero la mataron y tan ansiosos estaban que abrieron la bolsa. Contenía ovillos de lana de colores aburridísimos.
                                     

viernes, 10 de marzo de 2017

CONVIDÁ LOCO!


   Fausto fumaba un porro contra un árbol de la Plaza principal. Llevaba la mochila con medio kilo más del material. Tres motos de la policía lo rodearon y lo condujeron a la Distrital. Dijo el más capito —Encima es menor, que si no lo deshago, pendejo drogón, hay que llamar al padre y que se maneje. El material incautado lo repartimos entre nosotros.
   El chico, en un rincón, escuchó la llegada de su padre y tembló. El viejo lo levantó del cuello de la campera y le daba cachetadas, que luego fueron trompadas y más tarde puntapiés en cualquier parte. Los canas quedaron espantados al ver cómo un civil podía ser peor que ellos.
   Fausto fue llevado a Terapia Intensiva por su propio padre. Explicaba a todos —Le apareció el coma porque yo le puse el punto sobre la ies.
                                                                       

jueves, 9 de marzo de 2017

COLGADO


   La casa estaba en Adrogué. Luego de ser un lugar codiciado por el buen aire y la altura mayor que otras ciudades, familias ricas se asentaron allí.
   Había quintas, jardines arbolados y silencio de campo. Los años transcurridos se cubrieron de casa humildes. La flias pudientes abandonaron sus lujosas viviendas, hasta quedar derruídas, cubiertas de enredaderas.
   Una flia de tres hermanas, Socorro, Angustias y Dolores, vivían en su casona de nacimiento.
   La gente de Adrogué, deliraba que la enorme casa estaba embrujada. Algunos la tomaron como lugar turístico.
   —Chicas, tenemos que hacer algo, como un ingreso adicional.-Dijo Socorro, la más sensata, la que se ocupaba de las sumatorias de gastos, que no cerraban-.
   Angustias y Dolores pensaron en la torre superior, equivalente a una minicasa —Podríamos alquilarla, es un espacio que habitan arañas, murciélagos y ratas. Tiramos venenos, pintamos de blanco. Le ponemos un cartel “Se alquila”.
   Socorro advirtió que debían agregar “Para una sola persona”. A la semana del cartel, apareció un hombre de edad indefinida.
   —Me gustaría vivir en la torre, es tan…es tan…que enamora.
   Las tres pensaron en algo subyacente, Isaías estaba enamorado de alguna de las tres. Tanta soledad les despertaba fantasías. Esa noche, previo pago mensual, durmió en la torre, que olía a madreselvas y robles. Isaías era bajo de estatura. Cuando miró el techo con vigas, pensó en colgar su vieja soga marinera, para crecer unos treinta o cuarenta cm. Permanecía colgado algunas horas por día.
   La tarde era ideal para hacer un paseo, Dolores lo invitó —Creo que necesita caminar, Isaías, bajemos juntos y me cuenta algo de su vida, no podré retribuirle porque a mí en la vida, nunca me pasó nada.
   Las otras hermanas ocultaron su disgusto,  el descaro de Dolores era una imprudencia. Isaías, para ser gentil, salía por las tardes con alguna del trío.
   En un mes aumentó diez cm, pagaba el alquiler con gusto, parecía que la casa estaba embrujada y traía suerte. El segundo mes, colgado, casi llegó al piso. Invitó a las tres a comer afuera, un restorán pichirri, pero todo era rico. Socorro le cortó la carne, porque los brazos de Isaías apenas podían abrir un picaporte. Al tercer mes empezó con su rutina, llegó a sus tan deseados cuarenta cm de elongación. Hizo algún artilugio extraño y la soga le rodeó el cuello. El piso comenzó a ceder. Las hermanas desayunaban en la mesa redonda del comedor. Isaías cayó perpendicular a  la mesa y la atravesó. Se ahorcó sin querer. Todas pensaron que fue suicidio y así lo dieron a conocer.
   Angustias declaró que Isaías se suicidó por no saber con cuál de las hermanas quedarse.
   Pintaron la casa,  tapizaron sillas y sillones. La transformaron en lugar de visitas. Mil dólares, el recorrido completo y como souvenir el retrato de Isaías colgando. A todos les resultó un objeto embrujado y perverso. Lo arrojaban por las ventanillas de los autos. Las tres soñaban con Isaías vivo, muerto de amor por todas. Despertaban con ojos entornados y sonrisas felices.
                                               

miércoles, 8 de marzo de 2017

ANOCHE

                                                     
   Me invitaron a Bs As, para dar un recital.
   La fecha acordada, sábado 24 a las 22 hs.
   Se realizó en el Teatro Colón, el mejor de Argentina. Hay en el mundo, teatros superiores, los Argentos tendían a la exageración en sus autoelogios. Resultaba gracioso que su propia realidad los contradijera. Ejecuté en tiempo y forma. El público me aplaudió ni bien apoyé un pie en el escenario. Alguien me explicó que para ellos yo era una figura de nivel internacional. Hay tanto idiota con “nivel internacional”, que para mí no era ningún elogio. Al concluir el concierto, con sus exigentes cuatro bises, me aplaudieron de pie, les salía espuma de la boca, me arrojaron flores plásticas, subieron al escenario en temerario montón, arrancaron los botones de mi saco, incluídos los de la bragueta, me quitaron los zapatos, las medias y entre cuatro mujeres, el pantalón entero, cuando vieron los botones de mis calzoncillos los llevaron junto con una manga de mi saco. Una loca me arrancó mi querido jopo y sangró mi frente. Siguieron con el piano, le arrancaron las teclas negras y las blancas. Cinco forzudos serrucharon la noble madera donde decía Steinway. Luego de ser ovacionado, ultrajado, robado y lastimado, me pasaron por encima. Yo tirado en el escenario y la gente tomando fotos de lo que quedó de mí…
   Sonó el despertador, estaba sobresaltado, tenía taquicardia. Salí sin desayunar, estaba prohibido entrar tarde. La tercer llegada fuera de horario me dejaban cesante. La de este día fue mi segunda. Recordé lo que soñé anoche y pensé que mis aspiraciones de fama, fortuna y talento, eran peor que laburar en este Call Center, donde ni bien llamás a alguno, te putean, mínimo…
                                               

martes, 7 de marzo de 2017

KODAK


   Lo torturaron hasta que el sospechoso no sentía ni los golpes. Los malchicos avisaron a su jefe que el tipo era un petimetre al servicio de sí mismo. Les contó de entrada, era una Reflex en excelente estado, la encontró en un banco de plaza y se la llevó. —Entonces la robó.–Dijo el Jefe que tenía cara de injusticia-.
   —No fue robo, porque la cámara estaba sola, con aspecto de desamparo. Me dio lástima, la levanté porque soy fotógrafo, además, General, recuerde que yo fui el que tomó el retrato cuando lo ascendieron.
   El Jefe lo dejó ir, hinchado de orgullo, aunque sea uno había  reparado en su nombramiento. Kodak soportó aquella humillación, entendió que él se iba y los malchicos se quedaban en esa comisaría mugrienta.
   Kodak tomó fotos de hojas de otoño, de baldosas faltantes, del Señor de los tres bastones. Subió a un micro, sacó caras de niños “No quiero ir a la Escuela”, ancianas que nadie les cedía el asiento, adolescentes con rastas de acero y dos culitos dignos de una foto. Kodak fue a su laboratorio personal y tuvo revelaciones que aumentaron su autoestima. Cada foto hablaba del momento preciso del disparo. Logró captar la esencia de cada personaje, hasta las baldosas faltantes decían y eso que las baldosas no hablan. Presentó sus trabajos en el Palacio Municipal. Los asistentes, caretas en su mayoría, lo felicitaron después que ganó el Primer Premio. El jurado lo conformaron doce personas de nacionalidades diversas. Tuvo que extender la mano al Intredente y los Conejales, le dio asquito. Pero lo que vino después, le hizo olvidar esas nimiedades.
    Fue convocado a presentaciones en Alemania, Francia, Bélgica, Emiratos Árabes, Noruega, Perú y Ensenada. Vendió todas sus fotos, con las ganancias abrió una Escuela de Fotografía para personas de pocos recursos, exclusivamente. A los malchicos canas, les mandó cuarenta cajas de pizza. Tomó una foto con gran angular de los ciento veinte Policías haciéndole la venia a las pizzas. La miró con melancolía, desde Polinesia, donde vivía, recordó su País tan gris, tan cruel, tan nada que la melancolía se le fue a la mierda.
                                                 

lunes, 6 de marzo de 2017

CYRANO BERGERAC GARCÍA

                             
   De niño tenía una nariz pequeña y recta.
   Sensible en extremo, se miraba al espejo y le parecía ofensivo, para sí y para los demás el crecimiento vertiginoso de su nariz. Tenía aspecto de salchicha con hueso, finalizaba en una esfera sin hueso. Tan larga se hizo, que antes de cerrar cualquier puerta se debían esperar unos minutos a que entrara la nariz completa, luego se cerraba.
   —Mamá ¿por qué me pusiste Cyrano? Mis compañeros se burlan y dicen que mi apellido no es García, sino Bergerac. Hasta mis profesores, cuando pasan lista, me dicen Cyrano Bergerac.
   Su madre le abrazó el cuerpo junto con la nariz, después le quedaba roja, por esa razón evitaba sus expresiones afectivas. Los partidos de fútbol le estaban vedados, su nariz metía la pelota en el arco y el arquero se arqueaba. En las reuniones bailanteras rodeaba la cintura, de la chica elegida, con su nariz constrictora, debía abandonar la cachonda situación, o la chica moriría por asfixia cintural. Tomaba el Subte Línea “C”, le parecía de mal augurio que llevara la primer letra de su nombre. El día del paro general, había ochocientas veinte manifestaciones. No le quedó más que tomar la Línea “C”. Fue a parar a la estación de trenes, se asombró, no respondía a su lugar de destino. Llevó por delante a todos los pasajeros, incluso un niño que se hamacaba feliz en su nariz. La gente se arrodillaba, imaginaban que era una serpiente puesta allí, para que nadie haga paro.
   Una chica dijo —¿Sabés que te vengo fichando desde que te vi en el Subte?, jamás había visto una nariz tan hermosa, sensual y larga, bien larga, como me gustan a mí.
   Cyrano escondió su desgracia con vergüenza 
—Te quiero avisar que si le doy vueltas a tu cintura, correrás peligro de muerte.
   Se puso a llorar Bergerac, perdón, Cyrano. —Ése no es problema, las constrictoreses son un placer y para tu tranquilidad mi profesión es similar a la de Houdini. Soy escapista profesional.  
                                                   

domingo, 5 de marzo de 2017

EL TIPO...VIVO

  
     Era irónico, se llamaba Manolo Seco y vivía en Arroyo Seco, que siempre estaba seco.
   No podía sembrar, ni criar animales, hasta las liebres se le borraron del horizonte. La casa, rodeada de tierra agrietada. Manolo no miraba más el cielo meteorológico, le parecía que no volvería a llover nunca, ¿Para qué levantar la cabeza? Los vecinos aledaños abandonaron sus casas sin venderlas, por razones obvias.
   Ninguno se despidió de Manolo, era un tipo muy seco. Él nació y creció en esa casa, ni se le cruzó mudarse. No tenía hijos, ni mujer, ni amigos, sólo un gato de los pajonales que se instaló allí y lo acompañaba a todas partes. Manolo hablaba al gato y como única respuesta el gato ronroneaba.
   Una noche, mientras dormían, escuchaban el sonido del agua que se adentró en el arroyo. Manolo abrió la puerta y a sus pies el agua corría transparente y presurosa. El arroyo se hizo río y Manolo sembró en aquel limo fértil, los rindes fueron grandes. Volvió la paja brava y la cobarde.
   El horizonte se llenó de liebres y el aire de pájaros. El gato era un animal, solía comer uno por día. Aparecieron Empresas de Bienes Sin Raíces y le ofertaron comprarle todo.
   La idea era hacer un Country con Río, se llamaría “La Aguada”. Manolo dijo no, el gato dijo no, los pájaros dijeron no, las liebres dijeron no. Los oferentes huyeron espantados, nunca escucharon un coro de rubros tan distintos.
   Al cabo de unos meses Manolo construyó casas de adobe, las rodeó de girasoles y espliegos. Atravesó una rama de ombú que decía: “Cantri Río Mojado”(Alquilo por Día).                                          
                                                            

sábado, 4 de marzo de 2017

PSICOCIENCIA

  
   Selena y Mateo, pura pasión, ahora miran series y comen pochoclo, cuando llega la hora de encubicular él le toca la mejilla y Selena          
—¡¡No!! Pará, ahora viene la octava parte, si no la vemos, la perdemos, hay más pochoclos en la cocina, traélos.
   En el Depto “A” vivían Vito y  Carmen, que decía lo que pensaba sin filtro, así cualquiera terminaba lleno de heridas por las palabras de la mujer. Vito se encargaba de curar a la víctima, lo llevaba al cine o a tomar una copa.
   El Depto “B” de Selena y Mateo, tenía una armonía que atravesaba la puerta. Hacían terapia de pareja para sostener todo aquel aburrimiento. Debían socializar o terminarían comiéndose mutuamente.
   Lo más cercano que se les ocurrió fue invitar a los del “A” a cenar.  —Me llamo Selena, nos encantaría, ya que somos vecinos, que vengan.
   Compraron vino, birra, champán y una pizza de apariencia casera. Los del “A” fueron en piyama y bata. Los del “B” vestían casi de gala.
   Brindaron ni bien llegaron. Carmen pasó por el plasma, se tiró en un sillón, tomó el control y sentó a Mateo de prepo a su lado, encendió.
   —Mati ¿No te traés unos pochoclos y vemos el partido?
   Por educación aceptó los reclamos.
   Vito y Selena pegaron onda de inmediato, tomaban vino copa tras copa. La pizza se helaba en el centro de la mesa, terminaron por apagar los puchos sobre ella, era una pizza cenicero.
   No quedaron más botellas, tan mareados estaban que en la despedida Selena se fue con Vito al “A”.
   Los otros, riendo por la confusión, cerraron la puerta, Carmen quedó con Mateo, en el “B”. 
  —Tengo sueño, Mati ¿Vamos a dormir?
           Mateo estuvo de acuerdo, le tendió una cama en el living y él se fue a dormir solo. En medio de la madrugada apareció Carmen —Tengo pesadillas, las camas de dos plazas me tranquilizan, aquí hay un clima donde estoy segura que tendré sueños mágicos y se me harán realidad.
   Mateo, por educación, hizo realidad los sueños de Carmen.
   Se organizaron naturalmente. Algunos días, Selena miraba series pochocleras con Mateo.
   Carmen y Vito hacían vida rutinaria dos veces por semana. En oportunidades había cruces, que nadie hablaba. Selena y Vito se divertían en el “A” y los otros en el “B”.
   Selena y Mateo reiniciaron su terapia de pareja.
   Le contaron al terapeuta que habían empezado a socializar, agregando los cómo.
   —Tuvieron una excelente idea, un gran aporte a la ciencia psicoanalítica, A + B = 4. Primero voy a experimentar conmigo. Luego, lo daré a conocer a mis colegas. Esta sesión va gratis.                                                  
                                                             

viernes, 3 de marzo de 2017

NO QUEDA OTRA


   Ahorró diez años para comprar una moto.
   Su primer viaje fue mostrar a sus amigos la adquisición. Tomaron birra para festejar, cuando vio un pendejo que se llevaba la moto, trabada y todo. Lo alcanzó en la esquina —Esa moto es mía, largala o te surto.
   Le miró el espanto en la cara y el odio con vergüenza. —No loco, pará que te explique. Yo robo motos nuevas, es mi trabajo. Tengo un amigo que arma y desarma, parece un ingeniero, vó viera, encima es ingeniero, pero no hay laburo, viste. Me paga una miseria, no el valor de la moto, es medio hijo’e puta.¿Sabé qué pasa? Yo con esa guita alimento a mi flia. Somo ocho hermano y quiero que vayan a la escuela, por eso lo hago, me entendé?
   El otro se quedó sin palabras, quitó la traba y subió a la moto. —Si querés te invito a comer un sánguche, algo es mejor que nada.
   No quiso dejarlo solo en aquel brete de no poder robar la moto y entonces desenrolló su historia. 
—No sos el único que hace estas cosas, yo robo zapatillas hace años, ahora agregué el rubro mochilas y uno que otro plasma, hago buena plata, no me puedo quejar. Mi viejo es cana, tengo ese respaldo. Robo sin ningún socio, hay que desconfiar, el buey solo bien se lame.
   Eran comerciantes, no había mucha diferencia con ellos.
   Lo invitó a subir a su moto, anduvieron lindo, no había nadie en la calle y el viento les ponía caras de chinos en su día libre. No se escuchaba, por el motor. El de atrás dijo —Dejame acá nomá ¿Y lo sámbuche?
   Contestó —Otra vez será. Tengo una reunión en el Sindicato.