viernes, 31 de marzo de 2017

EN TANVIL


   Siempre solo en un banco de la plaza. Todos los días venía una chica y ocupaba el banco contiguo, casi al unísono llegaba su novio, alto rubio y extranjero. Hablaban en voz alta un idioma desconocido, entre gorjeos agargolados.
   Él no podía soportar escuchar cómo se amaban. Se levantaba y trataba de pisarle los pies al novio que tenía sandalias.
   —Perdón, disculpe. –Decía fingiendo una torpeza casual-.
   Pasó un día, él fue directo al largo banco de la plaza. Llegó la chica, el novio tardó, tardanza “no voy”. Él le habló por vez primera
   —Vos venís todos los días a encontrarte con…tu novio, supongo.
   Ella levantó los hombros —Tal vez…tal vez…con los hombres no se sabe nunca. Él es un golpeador recuperado, cuando se desrecupera viene lo peor. Espero que se detenga, nos casamos el jueves y…
   Él la interrumpió —No te podés casar con ese tipo, si es golpeador, tus hijos serán testigos. Vos suspenderías tu suicidio por los chicos. Creo que lo mejor que podés hacer es casarte conmigo. No soy alto, rubio ni extranjero.
    Apareció el novio con una mina infartante. No saludó a su novia. Ocupó el banco de enfrente. Mimos lindantes con lo obsceno. La novia se puso de pie, miró las uñas de la mina, esmalte rojo putita, zapatos con tacos putita y tetas empresariales. Un árbol a medio tronchar, con una hacha semisuelta. La novia tomó el hacha, no pude creer lo que vieron mis ojos, le pegó un hachazo a la infartante y la degolló. A mí me pareció que era injusto que el tipo quedara vivo.
   Le arranqué el hacha a la novia y degollé al novio.
   Ella se enojó feo, conmigo. —Mataste a mi novio, ¡Yo lo quería! Aunque saliera con minas putitas. Hasta quedábamos de acuerdo que cuando eso sucediera, me sentara enfrente y los mirara. Era lo que más cachondos nos ponía.
   Me quedé pensando, uno ayuda y al final no se lo agradece nadie.
   —Señor Policía, los mató la loca esta, a los dos, son desgraciadas las minas.
   El señor Policía contestó —Es verdad, son desagradecidas. Si lo sabré yo…                                 

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