miércoles, 29 de marzo de 2017

LATO

                                            
   No sé por qué camino tan rápido, eso le tengo que preguntar.
   —Hola Andrea, la veo muy linda, con ese nuevo corte de pelo, la hace más nerviosa, incómoda, ansiosa, como siempre ¿No?
   —Quiero que me explique, Lato. Me rapé para entender algo, la realidad me supera…mi hermana ¿Se acuerda que usted la trató en la adolescencia?
  —Imposible olvidar, una persona con el pelo rojo bermellón. Nunca dijo una palabra, cuando le pregunté el nombre no me contestó. Por deformación profesional esta última intervención, haga de cuenta que no existió.
   —Llevé a casa un novio nuevo. Colo abrió la puerta del living y se acomodó en un almohadón del piso, no la presenté porque es tal cual su descripción, no habla, no contesta. Escuchamos un blue de los años 50. Ella se revolcaba en el almohadón, siguiendo la música, hacía movimientos eróticos explícitos, dirigidos a mi novio. Hubo un momento en que o iba al baño o me hacía pis encima. Llevó tiempo, se rompió la mochila, la arreglé, cuando quise ponerle la tapa se partió. Volví al living y la bruja Colo andaba a caballo de mi novio. Después de pronunciar palabras desgraciadas, decidí ser práctica, traje un cuchillo finito y cortador, se lo clavé a traición en la espalda. Mi novio, o el de ella, ya no sabía, con los calzoncillos en los tobillos, se arrodilla y me jura amor eterno, a condición que me tiña el pelo color bermellón.
   —¿Y con el cadáver, qué hicieron?
   —Mi hermana era anoréxica, la metimos en el sanitario, siguiendo la línea del recipiente, apretamos el botón y nos abrazamos.
   —Debo decir que este crimen no quedará impune, mi obligación como psicólogo, es denunciarla en la Policía, ejem… ejem…¿Me explico?
   —Lato, usted se cree cualquiera ¡Ojalá le hubiera enterrado un cuchillo en la espalda! Hasta la felicité por su noviazgo, fui su madrina y entre tanta algarabía lo encontré abrazado a una columna, le di un beso que lo hizo despertar. La platea de la fiesta, cuando hicimos el amor sobre la torta de boda, miraron asombrados.
   —¿Y después del episodio?
   —Vino lo mejor, mi hermana se tiró furiosa sobre nosotras. Tomé el cuchillo de la torta y se lo ensarté en la panza. Ignoraba que estaba embarazada. Será mejor que me denuncie ahora. Aunque a mí me pareció que hice lo que debería haber hecho hace tiempo.
   —¿Esta vez es cierto lo que contaste?
   —¿Cómo va a ser cierto? No tengo hermana ni novio. Si no ni vengo, le invento historias para que me escuche, que alguien me escuche, aunque sea pagando.
                                                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario