miércoles, 31 de enero de 2024

FOTOS Y FOBIAS

 

   El primo Alberto era el preferido de mi abuela Laura, el sentimiento fue mutuo. Hay fotos que lo muestran en Ostende, con un perfil de estatua mirando al Este, con una espalda perpendicular a la tierra, una rodilla flexionada a 90 grados, apoyo de un brazo fuerte y relajado donde una mano distinguida, con dedos de arpegio, hacía nada, que según las mujeres de la familia, era su actividad predilecta. Laura está a su lado, enhiesta y de perfil hacia el Oeste. Según mi madre, ambos fotografiaban de perfil para encubrir los ojos demasiado juntos. Alberto aparece con un traje de baño, cuya parte superior es una especie de musculosa blanca, prístina y unas bermudas oscuras hasta las rodillas. El pelo cortado al hachazo, lacio como brocha y brillante como alas de cuervo. Tiene un aire de Buster Keaton. Mi abuela lleva una malla negra, austera, pero deja ver unas piernas perfectas, a partir de sus rodillas, el escote no es generoso, pero sus pechos son firmes y acotados. Tiene una mano apoyada en la frente, destacando un gesto laisser faire. El codo descansa en el hombro de Alberto. Cuando mi abuelo viajaba sus depresiones por lugares lejanos, mi abuela Laura vacacionaba con sus hijos y el primo Alberto.

   Alberto les tenía fobia a los agentes bacterianos de los objetos y del aire. Cruzaba las calles con pañuelos blancos apoyados en nariz y boca. Si hablaba por teléfono público, colocaba un pañuelo en la escucha y otro en el habla. Terminada la charla, desechaba los pañuelos en cestos de basura públicos. Si arribaba a una casa amiga o familiar, donde era informado de gripes o febrículas, huía de inmediato. Llegaba a su casa y aseaba sus manos con jabón y cepillos de distintas densidades. Comiera donde comiese, inspeccionaba las copas con lentes, a contraluz y el resto de la vajilla también. Ingerir alimentos fuera de su casa era un sacrilegio que su cuerpo no podía perdonar, su mente menos. Para Alberto lo único impoluto sobre la tierra, además de su propia persona, era mi abuela Laura.

   Decía que el transporte público, las aglomeraciones, los bancos de sentarse, como los bancos de dinero, los hospitales y las familias multíparas, eran un atentado permanente para la salud del cuerpo.

   Alberto, como casi todas las personas, un día murió. Su fallecimiento se debió a un cáncer de pulmón, que le produjo una irrefrenable adicción a la morfina. Mi abuela Laura lo tenía en una foto, vestido de mannequin vivant. Había un ramillete de violetas cerca de su retrato, no demasiado cerca, por respeto a Alberto y su fobia a las flores. Las consideraba agentes de dudosas intenciones.

martes, 30 de enero de 2024

LAZOS DICENTES

 

   Fueron adoptadas en consignación, tenían sus nombres de nacimiento. Pola y Eduviges. Niñas silenciosas y amables, al cabo del año, se las aceptó. Los padres hacían diferencias notables, hasta frente a desconocidos. Pola era la bella, inteligente, ocurrente y rubia. Eduviges tenía una fealdad dolorosa, se le atribuía escasez de comprensión y la piel oscura hacía dudar que fueran hermanas.

   La bella estudiaba piano, francés, latín, griego y esperanto. Vestía con ropa del Corte Inglés y cantaba con voz de ángel, solicitada por coros religiosos y de los otros. La otra niña era cubierta por guardapolvos grises y se ocupaba de la limpieza cotidiana, bajo las órdenes de dos mucamas impías que tomaban provecho de la situación y le otorgaban tareas no acordes a su edad.

   Tenían algo en común las hermanas, el dormitorio y el cuarto de juegos. Se querían y respetaban, ajenas a los mandatos parentales. Cuando Eduviges lloraba injusticias en su cama, Pola la abrazaba, le cantaba canciones en francés y le contaba cuentos en castellano, que terminaban bien. Cuando Pola se casó, llevó a su hermana a vivir con ella. La única preocupación de los padres fue que debían contratar una mucama nueva. Balú, el marido de Pola, le dio un lugar de honor en la casa y descubrió que el sentido común y la inteligencia de Eduviges, tenían valor de consulta para las decisiones domésticas. Pasados cuatro años sin tener niños, Pola y Balú decidieron adoptar uno. La casa fue iluminada con el arribo de Honorato. El matrimonio, al cabo de veinte años, festejó con una segunda luna de miel, alentados por Eduviges, que prometió ocuparse del sobrino. Pasarían tres meses recorriendo el mundo. Balú dejó una importante suma de dinero en efectivo y una chequera, para que Eduviges manejara a discreción.

   Cuando quedaron solos, la casa pareció enorme y ambos, hartos de temores nocturnos, decidieron compartir el cuarto de Pola y Balú. Visitaban el Zoológico con frecuencia, iban al cine, al teatro, comían en los mejores restaurantes y se desafiaban a ver a quién se le ocurría la cosa más exótica para divertirse. Honorato apareció un día con treinta cajas de vestidos y sombreros para Eduviges. Esta se emocionó tanto que firmó el cheque sin reparar en la suma. El sobrino vestía trajes de su padre que le quedaban perfectos. Asistían a veladas de gala en el Colón, con atuendos majestuosos y luego en la casa tomaban champagne a lo pavote. Eduviges transformó sus recatados botones hasta el cuello por generosos escotes y los rodetes austeros se derrumbaron en rizos negros. Honorato sonreía al ver a su tía tan cambiada y elogiaba esa belleza, otrora tan oculta. Ella se ruborizaba y no lo podía mirar a los ojos. Él aprovechaba para observar esas largas pestañas de seda. Una noche de frío polar se hicieron cucharita, para darse calor. De la cuchara al tenedor y de aquél al cuchillo de la pasión. La ceremonia se hizo cotidiana.

   Cuando los padres regresaron no hubo que explicar nada. Los encontraron dormidos como ángeles, que retozaron como diablos, en su propio lecho. Balú se refugió en la despensa, riendo como un loco. Pola lo seguía llorando y con hipos decía que catorce años de diferencia eran demasiados, que cómo pudieron, que no era natural. Balú la sentó en sus rodillas y le murmuró que no arruinara su embarazo reciente con lágrimas. Todo era un milagro, le decía. La casa es grande, le decía. La sangre es independiente, le decía. La edad es un número, le decía.

lunes, 29 de enero de 2024

HAY CON QUÉ, FALTAN VOLUNTARIOS

 

   El bípedo humano, a lo largo de su historia e histeria, tuvo y tiene la manía del muro. La muralla china, el muro de los lamentos, el muro de Berlín, el muro de Guantánamo, el muro que separa México de Estadosunidos, el muro que rodea algunas casas, cantris, organimos gornamentales, mitilares, los muros para tapar la pobreza amontonada del cartón, la chapa y los indigentes; los muros de Haití o República Domingada para que los turistas no sean deglutidos por las personas hambrientas de afuera de los joteles.

   Hay variedades de muros, los hay de alambres de gallinero para los poyos, de púas para los campos de concentración improvisados o definitivos, de ladrillos o piedras serranas para circundar las viviendas hechas sin honra. Los muros de algunas conchas privadas que tapan el sol de nosotros, los desamurados.

   Muros tácitos, el de mi primo y mi hermano conmigo (yo no participé en su construcción), el muro de mi madre, hasta que se fue. Los muros de otras familias, las más hipócritas. Los tienen y formulan, mendaces, que no hay nada que los separe. Si nunca estuvieron unidos. Muros gentétricos.

  Al bípedo humano siempre le gustó ocultar y acumular riquezas y perversiones, el muro le vino fenómeno.

   El bípedo ama separar lo que sea, para eso están los muros.

   Me compré la bipolaridad, no me costó nada, la dan gratis y viene con el nombre inventado. Tengo un polo que me tienta a darme la cabeza contra el muro. Está mi otro polo, que propone hacer mierda todos los muros del mundo y andar por cualquier lado, pastando y mirando la luna.

domingo, 28 de enero de 2024

DOS

 

   Cuando terminó la pasión, terminaron las peleas. Ya no hubo gritos de mañana, aparecieron los silencios, sonidos guturales. La excusa del ronquido separó sus dormitorios, las comidas en horarios diferentes. Paula se soltó de la limpieza, las telas tejieron los rincones y los pisos se opacaron igual que su memoria y que su risa. El jardín crecía sin permiso y cubrió todos los vidrios. José dejó de hacer de jardinero y no cuidó aquellas margaritas que bordaban los pies de las ventanas.

   Se cruzaban a veces y se ignoraban, ella salía por la puerta de la calle y él por la de atrás, como si nada. Se jubiló José, primero. La ceremonia de ir hasta allá y retornar con los oídos llenos de voces ajenas, en cuerpos nuevos, terminaba. A Paula le quedaban unos meses, que vivió con desgano, no como antes llena de risas.

   Él olvidó aquella amante adolescente, que Paula nunca supo, que fue su amante. Paula le creía el sol que había, aunque fuera nublado, José la convencía. Ella también tuvo un amante, el mismo que le dijo que su cuerpo no podía tener hijos, por razones que Paula escuchó ausente. Aquel médico no pudo resistirse a los llamados semanales de aquella mujer triste, que cuando era amada por él resucitaba. Ella tampoco dijo a José de su aventura y menos después que él le perdonó que no pudiera.

   Las cosas se enredaron y estuvo de más explicar nada.

   Sonó el teléfono, después de muchos años. Los dos corrieron asombrados y las dos manos descolgaron para atender al salvador que les hablaba, era de un call-center para ofertar indecencias, con voz grabada. Y esa tontería los hizo reír, a los dos juntos. Paula y José y el tubo al medio. Acercaron sus caras arrugadas y se dieron besitos de tortuga. El tubo, en el piso, seguía hablando. Pero ninguno de los dos se daba cuenta.

   Salieron al jardín por la ventana, se sentaron en la rama de la higuera y aunque llovía, decía Paula y José se lo negaba, comían las brevas, las primeras. Fue una intersección, que atravesó dos paralelas. Y José confesó que él era estéril y Paula no escuchó porque no quiso.

miércoles, 24 de enero de 2024

A MIS QUERIDOS LECTORES

Por razones personales (y no de las mejores)

No he subido ningún cuento.

Pero creo que el próximo sábado volveré.

Gracias. Nos vemos.   

lunes, 22 de enero de 2024

76/82

 

   El 24 de Marzo de 1976, el general Jorge Rafael Videla (Ejército), el almirante Emilio Eduardo Massera (Marina) y el brigadier Orlando Ramón Agosti (Aviaciój), tomaron el poder del país por la fuerza y dieron comienzo “Proceso de Reorganización Nacional” que fue la dictadura más cruel y sangrienta de toda la Historia Argentina.

   Según el plan trazado por Norteamérica (Igual que en Chile, a partir de 1973, encabezado por el General Augusto Pinochet) se dedicaron a prohibir la política, la cultura y perseguir, torturar, asesinar y ocultar los cadáveres de por lo menos treinta mil argentinos y cientos extranjeros residentes en el país.

   Endeudaron al país en provecho propio y de los yanquis, hasta cifras astronómicas. La deuda externa creció 7.800 millones de dólares hasta 45.100 millones en sólo 7 años (1976/82).

   No se salvaban ni los menores de edad. Por ejemplo, el 16 de septiembre de 1976, en la ciudad de La Plata, secuestraron, torturaron y asesinaron a jóvenes de 16 y 17 años, que pedían el boleto escolar para secundarios, que esos mismos militares habían suprimido. Este episodio se conoció como “La noche de los lápices”. Siempre se les ponen nombres inocentes a las perradas más grandes, (así como en el 2001 se llamó corralito a los bancos argentinos y extranjeros se robaron los ahorros de todos.)

   Las torturas: picana eléctrica en genitales, submarino húmedo (sumergir la cabeza del prisionero en un inodoro hasta ahogarlo), submarino seco (encerrar la cabeza del prisionero en una bolsa plástica hasta que se asfixie), violaciones en seguidilla a cargo de varios soldados. Robo de bebés de prisioneras y ocultamiento de su identidad, etc.

   Convertir cadáveres en desaparecidos: enterrarlos en fosas comunes en cementerios como NN (no identificados). Enterrarlos bajo rutas en arreglo y asfaltar encima. Enterrarlos en pozos para cimientos y luego construir grandes edificios encima. Inyectarlos con drogas para dormir, atarles algún peso y luego arrojarlos desde aviones sobre el Río de La Plata ó en el mar.

   Selección de víctimas: maestros, profesores, gremialistas, militantes políticos, periodistas, locutores, actores, escritores. Pero también personas sin importancia pública o aún dentro de sus propias casas, durmiendo, por ejemplo. En rigor no se sabe a cuántas personas “desaparecieron”, ya que sólo clases media y alta denunciaron tarde o temprano la falta de sus familiares. La clase baja en nuestro país siempre supo que lleva las de perder y que denunciar puede traerles más desgracias que soluciones.

   Sí, hubo algunos guerrilleros armados: Montoneros ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), pero sus cabecillas siguen vivos y algunos cargos públicos, porque en realidad también obedecieron secretamente a EEUU, para reclutar idealistas inocentes (que luego mandaron a la muerte) y simular un clima de inseguridad propicio para empezar  la dictadura, pero fueron menos de doscientos, por eso no se puede decir que fue una guerra, sino una masacre.

   Sí, ahora algunos juicios contras torturadores, pero es imposible que con tan poquitos acusados se secuestraran, torturaran, asesinaran y ocultaran a más de treinta mil personas. Casi siempre se habla de Astiz, el ángel rubio, degenerado, torturador que asesinó a las monjitas francesas, mientras el diario decía que estaba preso. Él asistió a una boda de la prestigiosa familia Meyer en Sierra de la Ventana, con uniforme de gala. Así son las cosas.

   Se habla casi siempre de Marina-Ejército-Aviación, pero también formaron parte del complot. Policía, Prefectura,  Gendarmería, casi toda la iglesia católica, los mormones, algunos funcionarios ministeriales, gentes de empresas como Mercedes Benz, Fiat, Ford, Fortabat, simples soplones de barrio, etc.

   En 1981 se hizo cargo del poder el General Roberto Eduardo Viola que siguió con lo mismo.

   En 1982 asumió el poder el General Leopoldo Fortunato Galtieri, que recibió una vaga promesa de los EEUU de ayudarlo a recuperar las Islas Malvinas, para mejorar la imagen del Ejército, como era borracho famoso se creyó todo y se lanzó, el 2 de abril de ese año nos mandó a la guerra por aire y mar, nada más y nada menos que contra, históricamente la flota armada más peligrosa del mundo. Para esto gastó mucho en publicidad, llenó de gilada las plazas que victoreaban y creían: “Vamos ganando, los ingleses son cagones y boludos”. Pero no fue así, mandaron a la muerte a 649 soldaditos improvisados: conscriptos del servicio militar obligatorio, que existía por esos años, dijeron los militares argentinos, así que vaya uno a sabercuántos fueron. Por las dudas mandaron a los de las provincias más pobres, que son los que menos reclaman. Sin abrigo ni comida adecuada a las bajas temperaturas que había en las islas, murieron como hojas de otoño, muchos sin entrar en combate. Mientras tanto los oficiales de carrera, se afanaban la poca comida que había y como intermediarios, se robaran las alhajas, frazadas, pulóveres y ponchos que la gente donaba y tejía para regalar a las tropas. Aparecieron hasta en kioscos de Buenos Aires, cajas de chocolates que habían sido donadas por la gente, para los soldados, con cartas de estímulo, adentro. Finalmente. El 14 de junio, se firmó la rendición. En 1983 asumió el General Reynaldo Bignone que llamó rápidamente a elecciones el 10 de diciembre, antes que terminara el año, así le habrán ordenado los yanquis. Hasta el día de hoy los excombatientes no tienen sueldo ni obra social, como tienen los veteranos de guerra  en muchos países, muchos no se pudieron bancar el recuerdo y se suicidaron o enloquecieron. Los pocos subsidios que pagó el gobierno, los cobró cualquiera, gente que ni siquiera fue a las islas, como pasa siempre en nuestro país.

   Perdoname, no te lo puedo contar más cortito.      

domingo, 21 de enero de 2024

BLANCA VA LA NOVIA

 

   —Lo más sensato es que provenga de familia adinerada, de muchas generaciones. Si no son distinguidos, olvídalos. La grasa es contagiosa.

   Adaptate a la religión de ella, tu fanatismo ocúltalo. Que sea inteligente, culta y use ropa de diseño.

   Si está excedida de peso, hacela caminar diariamente cuatro horas por día y si resulta baja de estatura, que elongue, hay ejercicios específicos donde llegará a un aumento de veinte centímetros. Veinticuatro es la edad propicia, para que se amolde a tus histerias y psicopatías, sentirá que sos un tipo original. Debe tener buen humor y práctica del histrionismo en situaciones dramáticas.

   Tres idiomas, mínimo y viajada al extremo. Que elija una carrera humanista y alguna de ciencias exactas. Una para el alma y otra para que labure. Convencela de tus intenciones de tener un sólo hijo. Dejala que socialice por su lado y vos por otro, sacar el cuero al prójimo, sin culpa. Es una buena manera de no aburrirse. Los fines de semana, socialicen juntos.

   Recordá que los amigos tienen fecha de vencimiento, no te excedas. Hay que saber cortar a tiempo, para no llegar al asesinato. Metele en la cabeza que no te gusta estudiar, ni trabajar, al igual que nuestra flia heredaste el amor al ocio continuado. Si se quiere casar de blanco y esas boludeces, le decís que sí, a cambio de un viaje cuya duración sea de un año, donde se te cante. Si te quiere va a aceptar.

   No es necesario que le informes que sos gay, pero que te da igual. Mis deseos son órdenes, hijito, si no querés que te desherede.

sábado, 20 de enero de 2024

BALAS

 

   Están jugando al ajedrez con el dinero que nos robó la Estúpida y su séquito. La piensan tanto, mientras nos comen las miguitas que dejaron. Jueguen despacio nomás, que el Jaque Mata vendrá de afuera. Y no es joda, la gente de mal o buen vivir tiene un revólver en su casa, ese objeto les asegura la vida.

   Pero si cuarenta millones portaran un arma y llegaran a farenheit 451, no sólo ardería el papel, Juana de arco sería un poroto.

   Querida Silvita, no me cuentes más boludeces. No es necesario  pre-sentir, esto es una guerra sigilosa, sempiterna, silenciosa.

   Quedará la Tierra dispuesta al crecimiento, con el humus que otorgarán nuestros cadáveres.

   Silvita, cerrá el culo.

viernes, 19 de enero de 2024

EL REGRESO DE QUINTINA

 

  En el aeropuerto le robaron el equipaje. Le dio risa tanto gesto de preocupación en los maleteros y ni dejo de búsqueda. Cayó en cuenta, había llegado a casa. Tomó un taxi que la condujo donde quiso. No le cobró nada, si le dejaba la mochila, quedaban a mano. Quintina obedeció la sugerencia por intuición y por las dudas. Entró en la villa de noche. Tres mujeres amuchadas en un rancho de chapas le ofrecieron una colchoneta sucia y engrasada como la Historia argentina. Quintina se tiró y no escuchó más nada.

    Al despertar comprobó que estaba sin zapatillas ni vaqueros. Hábil en subterfugios, estiró su remera hasta llegar a minifalda. Cruzó el lugar sin mirar a nadie. Un hombre afable le cortó el paso. Se presentó como el cineasta de la villa. Dijo conocer gente buena y la invitó a sus oficinas. Quintina aceptó con la promesa de unos mates con tortas fritas. Dos habitaciones de ladrillo y la tecnología adecuada y humilde para el trabajo de filmación. El hombre proyectó tres de sus mejores cortos. Cuando escuchó el llanto quedo, de Quintina, él también se emocionó y le regaló tres copias a modo de despedida.

    Caminó toda la mañana y encontró la casa, vieja y semiderruída. Allí había un cuarto exiguo, donde vivió y estudió. Pidió permiso y le dieron la llave. Entró al lugar vacío, abrió la ventana que daba al árbol. Se le dio vuelta el corazón. Una pared de cemento tapiaba aquel recuerdo de hojas verdes limpiando sus pulmones, quitando de la pieza el humo de la noche. Se extinguió el olor a pino y alhucema. Partió casi corriendo de aquella pesadilla. La librería mutó en privadito y su amiga en puta fina. A Quintina le asombró el abrazo y el souvenir de despedida: cuatro forros usados por escritores ignotos.

    Tropezó en Puerto Madero con el novio aquel del viaje a Praga. Preguntó qué hacía. Él respondió, con ojos drogados, que le pagaban miles de euros por escribir la biografía de un tal Besugo Malano, gremialista pervertido, columna vertebral del Movimiento Intestinal. Ella recordó la separación, tan dolorosa que al final resultó un beneficio. Cerró aquel duelo con una grapa Valle Viejo al paso, en una esquina sin ochava. Con el último dinero tomó un taxi hasta la embajada de Italia. El tachero contó en el viaje que trabajaba catorce horas por día, la miró por el espejito y con ojos de triunfo dijo

    —Gracia a dió.

    En la embajada no creyeron su historia por portación de aspecto. Cuando nombró al erudito para quién trabajaba, construyeron pasaporte, visa, cuatro mudas de ropa y el pasaje, en menos de tres horas. Cuando el avión sobrevoló Buenos Aires, Quintina miró agradecida su lugar de origen, que le brindó la posibilidad de vivir en Bologna, como brazo derecho del semiólogo Humberto. Tenía dos computadoras, en un establo solitario de una granja añosa y desde allí trabajaba cuatro horas por día. Lo demás era caminar entre girasoles, con un horizonte liso, parecido al de su tierra.“¡Gracias Italia!” pensó Quintina “…desde aquí, es seguro que Argentina no llora por mí y yo de lejos la quiero más. Ahora, éste es mi lugar. ¿Capito?”

jueves, 18 de enero de 2024

MARZO 24 = QUE VIVA LA MUERTE

 

   Con la memoria en el día que asumieron los asesinos de la generación más hermosa que he conocido.

   Conmemorar la muerte. Dan risa dolorosa los Astiz que asisten como señores a casamientos al castillito de Sierra de la Ventana, “El Angel de la Muerte” que come pizza en cualquier parte ó los Videla, hatos de huesos, incapaces de morir por sí solos ó los Massera que engañaron con secuaces, idiotas descerebrados, entregando armas a un puñado de inocentes, casi niños, que se tragaron el verso.

   Los asesinos circulan como cualquier cretino por las calles ó en sus casas. Dicen que se hizo justicia, peor, que se está haciendo justicia. La señora Justicia deja todo disfrazado de que todo va mejor con Coca Cola ò con López tinto en la neblina. Tal vez en Miami se pongan de moda los pañuelos blancos de las Madres y se vendan y estén de moda en París, con una chapa de nada en el Sena, que significa: nada.¿Nadie se da cuenta del uso del desgobierno para tapar las atrocidades que ejercen, con promesas de Justicia de tortuga mendaz?

   Eran más los que leían, comparaban, pensaban, ayudaban al pobre a tejer ideas. Esos eran los más.

   Los armados eran una cifra mínima ó los que los milicos quisieran, para simular una guerra de mentira y exterminar el pensamiento que inteligía un mundo más justo.

   Hicieron mierda hasta muchachitos que pedían por un boleto de micro ó a miles de soñadores que leían Marx, Engels, El Principito ó se reunían para protestar profesores pterodáctilos que enseñaban nada y cambiarlos por genios como Irma Suky, Rodolfo Walsh y miles que hasta por escribir historietas fueron exterminados.

   No es fácil matar, mucho menos treinta mil, eso requiere mano de obra de centenares que están vivitos y coleando, estériles apropiadores de hijos de jóvenes que se amaban y mujeres que parieron para que les arrebataran viditas. Hoy gandules de treinta, piensan que sus papitos son sus papitos.

   No desmerezco el trabajo de hormiga de Madres, Abuelas, Derechos Humanos, Hijos. Sin embargo no entiendo cómo en mi pueblo el monumento a los desaparecidos esté representado por una especie de señal de Vialidad Nacional, más desapercibida que los chorros de las fuentes, las lamparitas al pedo y las baldosas.

   Conmemorar, quiere decir con memoria, la hemos perdido, tal vez vendido. Si los buenos resucitaran, pienso que el asombro los mataría y así morirían dos veces. En esta república no sería de extrañar. Fanáticos, sinvergüenzas, lunáticos y mentirosos.

   La venganza del Inca nace en el corazón y crece en el olvido.

miércoles, 17 de enero de 2024

MOLICIE

 

   En la provincia estaba bien. Bien aburrida, pero bien. Cansada, nací cansada. Allá no importaba a nadie que me tirara en cualquier lado. Tomé el tren de los crotos, vacío, por suerte. Aquí tengo que trabajar o no como, lavo patios enormes a cambio de mendrugos. Duermo en un cajón de madera con techo, el jergón tiene olor a muchos olores feos. Llego tan cansada de fregar que no pienso, antes me desmayo. Conocí una chica que me habló del viejo loco. El viejo me mira y quiere que le trabaje a él sólo, dijo la chica. Me paga por no hacer nada.

   Tiene cara de malo, pero, yo sé que es bueno. Me saca la ropa despacio y pide que me siente. Hay respaldo. Ayer me pidió que no cierre los ojos, yo le hago caso, él se aleja y dibuja, levanta la cabeza y parece que me va a matar, es su trabajo. Me lo dejó ver terminado. Usó colores fuertes, vivos, parezco yo por dentro, lindo muy lindo. Igual le hablé de mi cansancio vitalicio y pedí abandonar ese trabajo. Se arrodilló y confesó que me amaba como a dios.

   Debo ser fría, porque lo levanté de prepo y me vestí rápido, tenía frío, el viejo me hacía pasar frío, horas de horas. Yo no creo en dios, para mí no es nadie. No le acepté el pago del día, lo vi sufrir por eso. Dormí como cuando fregaba, me despertó la chica, que ahora es mi amiga. Trajo una carta urgente del viejo. Era un regalo, mi amiga dijo que la abriera, a lo mejor era dinero, ella amaba el dinero. El sobre gordo decía “Te amo tanto como para regalarte esto”. Estaba tan cansada que ni ganas de ver qué era, mi amiga lo abrió con desesperación propia. Cuando me desperté no estaba ni mi amiga ni el sobre.

martes, 16 de enero de 2024

QU'EST-CE QUE C'EST?

 

   La patria es un cacho de tierra rodeado de “no pasar”.

   En general, adentro no tiene nada, o eso, un general y un montón de degenerados que aplauden. A veces los generales se cansan y le ceden el laburo a algún civil estrábico o alguna estúpida. Eso es lo peor, matan igual que los otros pero no usan balas, usan hambre. Tiene contradicciones, como todo sistema imperfecto. Acumulan pobres, roban todo y siempre hay alguien, que una bala se lleva puesta. Éstos no importan, porque se los considera supernumerarios. La patria es toda ordinaria, la mercadería es de segunda o tercera generación, de proveniencia endeudada y en muy mal estado. O en muy mal, porque estado no hay. Ni hubo, que alguien recuerde. La patria tiene una capacidad de olvido cosmogónica, anorgásmica, flatulenta e hipócrita.

Todas las patrias son una mierda, pero ésta es mierda pura. Dan cuenta de esto los comemierda que se encargan de izar la bandera que no significa, equivocar fechas, lugares y hombres. Rinden honores al mafioso. Tiene algunas cosas buenas la patria, tiene soja, tiene soja, tiene soja, tiene sindicatos, tiene sindicatos, tiene sindicatos, tiene gremios, tiene gremios, tiene gremios, tiene barras brutas, barras burras y barras cobardes, fuerzas bobas, damas no tiene, pero tiene baño de damas. Tiene birra, faso, paco, merca, pastillas, sexo al paso, robo calificado, infaltable a la hora de ocupar un baño, quiero decir un cago, perdón un cargo u o copar un cargo del mejor amigo, en lo posible.

Es patético que la vida transcurra dentro de la patria o la patria dentro de las cabezas. Sería oportuno recurrir al maravilloso invento de la guillotina. Alguien tiene que ser el culpable del mal estado de las cosas. Una utopía, hay tantos cómplices, millones. Cabría la duda de pensar que se encontrarían verdugos sin experiencia.

O peor aún, que pidan vacaciones adelantadas o hagan piquete de ojo por cansancio y dejen en manos de los curas el trabajo. Todos sabemos cómo se comportan estos muchachos en sus claustros. Sería un bochorno más para la patria vendida hace doscientos años.

lunes, 15 de enero de 2024

PATO AL AGUA

    Volvió sudado, sin aire y con el sol que le atravesaba el cuerpo como una espada. Llegó por fin a la pileta, se tiró en un clavado tan espectacular, que le tomaron fotos, fue filmado y aplaudido. Internet se encargó de globalizar aquella hazaña.

   El deporte, presión de multitudes, le mandó premios de lugares insólitos. Él permanecía en aquella postura, sabía lo difícil que es sostener la fama más de veinte minutos, en el mundo.

   Lo anotaron en las Olimpíadas anteriores, para que la historia recordara aquel heroico clavado. Hubo desfiles, aplausos de millones de personas que frente a semejante triunfo, se le hicieron amigos para siempre.

   Cuando la Madre vio a su hijo, todavía en el clavado, quedó paralizada. El Padre, que recién se levantaba de la siesta, muerto de calor, 39°C, decidió que lo mejor sería tirarse a la pileta, paró en el tercer mate, recordó que estaba vacía.

domingo, 14 de enero de 2024

FINANZAS

 

   El espejo le devolvía una anciana de pelo blanco y ojos licuados. Se coronó con un sombrero de astrakán y un sobretodo de la misma piel. Cumplió noventaitrés y se regaló ir al banco sola. Sin su acompañante hija y sus satélites nietos, vaya a saber quiénes, Adelina olvidó los parentescos. Hacía mucho que vivía de recordar, por eso le costaba llevar tanto nombre nuevo en la cabeza.

   Cuando hacía la cola, contaba los que faltaban para llegar a ventanilla. Tenía la columna destruida por la espera. Cuando estuvo frente al cajero extendió su documento e infinidad de papeles que ella ordenó prolijamente. Le pagaron de inmediato, Adelina volvió a contar los billetes frente al cajero, abrió su cartera y los acomodó de mayor a menor. Juntó sus papeles y le pidió al empleado que los abrochara. Hasta no terminar con el orden de su cartera, Adelina, no se movió de la ventanilla. Le costaba desplazarse, los bastones fueron usados para abrirse paso entre tantas personas. Le pegó en la cabeza a un niño, de unos ocho años, nadie más que Adelina lo notó y el niño, que lloraba. Niños de esa edad que ligan bastonazos hay miles, uno más no era nada, pensó Adelina, cuando alguien la empujó a la giratoria. La mitad del tapado quedó atascada entre la puerta y la calle. Los caminos eran dos, o partir la piel y salir con un agujero, quien sabe de qué diámetro. Eligió lo otro, se quitó el abrigo y lo dejó ahí en la puerta, que giraba y giraba sobre un caniche muerto hacía tiempo.

   Cuando Adelina se acomodó el sombrero dos chicos le arrebataron la cartera. Se acercó a un agente del orden y le explicó lo sucedido. El agente ni escuchó, le pidió un taxi, la ayudó a subir y le alcanzó los bastones. Adelina, cuando recibió el segundo bastón, lo impulsó con ambas manos sobre la garganta del agente. El tachero miraba por el espejo retrovisor, le preguntó su domicilio y salió a mil.

   Interminables preguntas de su confusión de parientes:

   —¿Y el otro bastón? ¿Y el saco de piel? ¿Y la cartera? ¿Y los documentos? ¿Y el dinero?

   Adelina no contestó nada, estaba tan contenta: hizo el trámite sola. Le salió impecable, el resto fue ajeno a su voluntad. Tomó la sopa y se encerró en su cuarto. Prendió la tele y buscó desesperada los canales de noticias, el tipo del bastón atravesado tenía que salir. Después de ochenta y cuatro propagandas del gobierno, apareció él. Se dio cuenta por el uniforme y el cuello. La ambulancia llegó tarde. Una pena, pensó Adelina, apagó y se durmió.

sábado, 13 de enero de 2024

LUGRAR DE DIOS

 

   Me gustaría que en el valle frente a casa colocaran una fuente de yeso cremita con un chorrito de agua y Blanca Nieves y Los Siete Enanitos haciendo la rueda de la batata alrededor, con una flor en el culo cada uno. Tierra no, porque es sucia. El suelo lo imagino con piedras blancas que cuando sean pisadas echen olor a desodorante de inodoros, tapando las deposiciones caninas. Árboles no, porque le restarían importancia a Blanca Nieves y su margarita del orto.

   Los Siete Enanitos temen al árbol. Fueron violados por gnomos vegetarianos que les sellaron los esfínteres con caléndulas. La oscuridad reinante impidió que los agentes del orden advirtieran el ilícito. A Blanca Nieves pudieron verla por alta y blanca. Se pusieron cachondos y abusaron de ella. No hizo la denuncia por temor a que la separen de los Siete Enanitos.

   Yo sé que mi sueño se va a cumplir, porque le voy a escribir al Intredente, que era médico de niños y parece un Papá Noel pródigo en ideas infantiles, con juegos de colores o chorros en lagos de caca o paredes color caca con murales muy lindos, hechos por gente que estudió mucho y tiene tralento, se ve.

   El día de la inauguración de la fuente del valle de enfrente, me gustaría que viniera todo el Conejo Delirante, con el Impertinente y los Tristesferros, junto a los Lavaedros. Me gustaría que algún milico de mi barrio, que está lleno, me prestara su vieja Itaka y cuando canten el Himno Retencional descerrajarles en estómagos y cabezas, certeros disparos. Que vinieran los perritos sin marca, los que no tienen dueño, ni comida y por fin comieran carne dura, pero carne al fin.

   Yo sé que no existe, pero le pido a diosito que me cumpla el sueño. Quiero que él sepa, aunque no exista, que amo la brea y el cemento y odio los sauces, los pinos, las hortensias, las retamas, los aromos, los macachines y todo lo que tenga raíces. Yo de política no entiendo nada, pero esta adamestruación que tenemos nos llena de alegría, sin pedir un centavo a cambio. Las prósperas ideas de progreso con esos edificios impotentes, donde los arquitrectos desafían la imaginación, la inteligencia y el buen gusto natural, que proviene de sus noblezas inhumanas. Dios está en este lugrar, yo no tengo dudas.

viernes, 12 de enero de 2024

RELACIONES INOFENSIVAS

 

   Se hablaban todos los días, era una estación después, pero se extrañaban, por eso lo del teléfono, no había celulares. Llevaba diez años de novia y era virgen como la luna. La Madre escuchaba esas palabras y dos lágrimas, rodaban hasta su boca.

   Se cansó del personaje, la hija le dijo adiós a su novio, mientras un auto la esperaba con la puerta abierta. Su primera vez fue en ese auto. De las ruedas pasó a las camas y hombres, de todas las edades, respondían sus deseos. Hablaba con su Madre todas las mañanas, le contaba que se reponía, del novio ausente, con salidas inofensivas, su virginidad, era virgen. La Madre recibía al novio compungido, todas las tardes, lo consolaba con tecitos de bach y demás pociones. El chico lloraba tanto que un día la Madre lo abrazó, como a un hijo desvalido.

   El novio le devolvió el abrazo, como un amante impaciente.

   Una tarde, la hija apareció en la casa en el momento exacto del clímax de una relación. La Madre no vio nada, porque se encontraba boca abajo, el novio reptaba con los ojos cerrados.

   Fue con silenciador, uno a cada uno en la nuca.

   Volvió a su casa y llamó a su Madre por teléfono, no contestaba. Primero sonrió y no se detuvo, hasta la carcajada.

jueves, 11 de enero de 2024

AMBOS

 

   La Dora no quería creer, su marido era el padre de más de diez niños del pueblo. La enteraron dos ancianas que dicen todo lo que piensan en voz alta.

   Reunió a sus hijos y les informó que tenían diez medio/hermanos en distintos lugares y que su padre era un hijo de puta. Cuando llegó el marido, la Dora le dijo de todo, de lo que hay y de lo que no hay. Lo mandó a dormir al sótano.

   Fue convocado para hacerse un examen, que tanto él como Dora, no sabían que existía. Allí se pudo comprobar, que el demandado, era el padre de aquellas criaturas.

   Le dio bronca, cuando sintió el odio de todos sobre sus espaldas. Tomó a la Dora por los hombros y le pidió el adn de todos los hijos que tuvo con ella. Dora se negó, sintió herida su dignidad. El marido recurrió a la justicia. Sus pruebas eran los recibos de sueldo, cuando estuvo en diferentes campañas, con la fecha al dorso. Todo coincidía, sus ausencias, la noticia de un nuevo embarazo. El resultado de los adn le dio la razón, los hijos de Dora eran todos de diferentes padres.

   Los dos rumbearon campo afuera. Ambos estaban tristes y furiosos, se abrazaron como viejos amantes. Mientras uno y otro, clavaban sus respectivas navajas allí, donde ambos dejaron de latir.

miércoles, 10 de enero de 2024

ASADOS PERDIDOS

 

   Me recibí de profesor de Historia, la familia encantada, el primer universitario de toda la prole. Esperé y esperé, son tiempos donde no se pueden extender promesas incumplidas. Cuarta generación de albañiles –dijo Vicente, mi padre– y palmeando mi espalda aseguró un trabajo, como peón de albañil, que iniciaba al día siguiente. Era capataz de una obra.

   Ni bien llegó el arquitecto, mirando con cara de “aquí se hace lo que yo diga”, dio órdenes contradictorias, absurdas y se retiró en su flamante 4x4. Mi viejo nos reunió a todos, nos puso al tanto. Los arquitectos no saben nada de construcción, pero son intermediarios del patrón. Debíamos decir que sí y luego él, como capataz, ordenaría lo que debía hacerse, olvidando las palabras del “bueno para nada”. Aseveró que Domingo, mi bisabuelo y Remo, mi abuelo le dieron los instrumentos para defenderse de aquellos analfa-funcionales. Con una mano me apretó el hombro y con la otra me extendió una pala. Nunca pensé que nuestra inversión para tus estudios terminaría aquí, pero tené confianza, Ramón, ya aparecerá alguna cosa.

   Iba adquiriendo habilidad y al año pasé a ser Medio Oficial de Albañil. Siguieron dos casas trabajosas y me nombraron Oficial Albañil. Antes, contaba mi bisabuelo Domingo, eso se festejaba con honores de carne asada y vino patero, ahora llegás al laburo y el capataz te dice sos esto y punto. Yo disfrutaba los cuentos de mi bisabuelo Domingo y mi abuelo que se esmeraban en brindar testimonios de sus vidas en la construcción. De día trabajaba con ellos y de noche escribía acerca de sus vidas, tomando nota con nombres y fechas, estas últimas las proporcionaba el abuelo Remo, memorioso, de insólita curiosidad, conocía los nombres de los primeros frentistas de Tandil. Su padre, Domingo, desde su silla eterna, asentía con la cabeza y deslizaba detalles que los otros desconocían.

   Personas serenas, orgullosos de su oficio, amaban los recuerdos atesorados y desplegados en mis oídos resultaban sinfónicos. Las tres generaciones sólo nostalgiaban el olor del asadito, el reposo del almuerzo, la envidia de las gentes que volvían de sus trabajos carpeteando la carne en la parrilla improvisada.

   Dejar sin asadito al personal de la construcción fue un asesinato.

   Un editor, loco, porteño, publicó aquellas aguafuertes. La primera edición se agotó en una semana.

   Doy clases de Historia en la UBA y algún sobreviviente lector de libros se acerca, con inusitada timidez, a felicitar al autor. Suelen ser alumnos rara-avis. Soy un tipo grande, tal vez viejo, será por eso que me emociona cuando el alumno dice ser hijo o nieto de albañiles. Todos coinciden en el homicidio del asadito, que ahora nos iguala.

martes, 9 de enero de 2024

EL RELATO

 

   Papá la dejó y se fue. Lo bien que hizo, no le guardo rencor, igual pienso en cierta forma de abandono hacia mi persona. Comprendo, no estaba seguro ni de ser mi padre.

   Ella decía que mejor sola. Los hombres eran más ropa para lavar, menos guita para vivir. Nadie que le amargara la vida, rejuvenecía. Cuando le estaba por venir puteaba al que la dejó y a toda la humanidad masculina, lloraba, se tiraba de los pelos.

   Conoció un tipo en la oficina y lo trajo a comer. Me lo presentó con una voz que jamás le había escuchado, de gatita ronroneante. Yo no pude resistir la carcajada. Me pellizcó finito y me mandó a darle un beso. Sí, tuve que besar un tipo de mirada torva, con olor a vino, panzón y alto hasta el techo. Mi vieja enamorada me daba asquito, al menos me trataba mejor. Es decir me ignoraba, yo podía estudiar o no, volver a cualquier hora, ir a cualquier parte, fumar y hasta tener mi primera relación en mi propio dormitorio. Mi vieja y el tipo vivían haciendo ruido a catre, con la pieza cerrada, tenían esa consideración. Tomaban vino y bailaban tangos hasta el amanecer. El tiempo les robó aquella magia bizarra y mi vieja lo empezó a tratar tan mal como hizo con mi padre. La diferencia era que el morocho le surtía trompadas carentes de piedad. No importaban lugares ni testigos. La muy tonta se dejaba y hasta parecía gustarle. Yo seguí viviendo allí porque no se me ocurría otra cosa. Quince años son pocos para cualquier elección.

   Cuando mamá iba a trabajar, el tipo dormía la mona. Se llenó de ausentes hasta el despido. Hubo gritos, escenas de pugilato, pero a esa altura tenía los auriculares y la vieja compu, dos elementos que me rescataban de aquel horror.

   La sombra que se generó en mi pieza la atribuí a una nube de la ventana trasera. Alguien me levantó de la silla, una mano imposible de eludir tapó mi boca y abrió mis piernas hasta que las pobres parecieron una cruz esvástica, el cuerpo del tipo hizo lo que quiso. Mi dolor de huesos quebrados fue tan grande que una fuerza del mismo tamaño, me hizo levantar la vieja compu y se la partí en el medio de la nuca.

   Por eso le explico, oficial, para que entienda. Usted nunca lo hará, mi padre decía que la policía no entiende nunca nada. Pero ¿sabe una cosa? no imaginé que mi madre fuera capaz de besar esa bestia muerta, mientras yo le cuento esto. Encima me mira con odio, ahora no necesito nadie que lo diga, lo digo yo, es una perra que me mira con odio. No hay mucha diferencia, en sus miradas, a cuando yo era una nena y la perdonaba.

   Sin saber, como ahora, que seré mi propio holocausto por lo que de vida me quede.

lunes, 8 de enero de 2024

A MIS QUERIDOS IRLANDA, RUMANIA, UCRANIA Y POLONIA

 

   Mi lenguaje se encuentra confuso, junto con mi pensamiento. Latinoamérica se está comiendo a sí misma. Copiaron de los Yanquis: “Me cago en el prójimo” y les sale igual o mejor.

   Mi Argentina quiere matar a todos los viejos y es por Ley, los niños no existen y los grandes son cagones. Ayer recibimos piedras y tiros por una reunión en el Congreso, tipo tomala vos, dámela a mí. Las deudas que no las paga la Perra de los diez o doce años de afano. No señorita, cubran una vez más a la Idiota desprestigiando a otro Idiota, que no sabe, que no puede, que no quiere.

   Los corruptos tienen todo de Alta Gama, sueldos impensables. A nosotros nos cerraron los cajeros y los bancos. Perdonen mis países predilectos, sé que tiene más quilombos que nosotros, soy una metida pero traten que no los dividan, desconozco sus internas, a excepción de algún amigo o pariente que pueda comunicarse y relatar algo.

   Yo no creo en las Fiestas, pero por una vez miro al cielo y pido para Uds un año sin violencia. Uds cuatro son los mejores países de la tierra y no quiero que me agarre la muerte sin que lo sepan. Abrazos para todos.

domingo, 7 de enero de 2024

EQUILÁTERO

 

   Pilar, mi compañera de escuela me invitó a su casa, atendió su padre con una sonrisa brillante. Me gustó más su padre que su hija. Nos quedamos estudiando toda la noche, hasta donde no resistí más y me dormí. Alguien me llevó a una cama y me tapó los pies con una manta, cerró la puerta. Escuché que hablaba Pilar con su padre, murmullos discutidos.

   ─No me gusta la compañerita que invitaste, me mira todo el tiempo y no habla.

   Cruzamos un pasillo angosto y besé a su padre con lengua y todo. Le asombró y le gustó, me abrazó, cogimos el resto de la noche. Pilar dijo que me quedara unos días. Igual yo no tenía donde vivir. Debí buscar algo para alquilar.

   Su padre me acompañó y él mismo encontró una casa chica y florida. Pagaba el alquiler, sabía que yo carecía de dinero.

   Le agradecí igual que aquella noche en la cama. A él le pareció mejor usar el piso. Hasta los mosaicos se calentaron. Pilar estaba tan celosa que se acostó con él, lo provocó hasta que lo logró.

   ─No puedo creer que te acuestes con tu padre!

   Pilar dijo que no era su padre, era su primo más grande.

   ─Él me crió, como habrás escuchado como no me di cuenta, desde que era chica, hubiéramos hecho antes lo que hice con vos.

   Ambas son expertas en el arte del sexo. Me quedé con las dos. Ahora somos un triángulo, las risas de las dos me vuelven loco y quiero más y más. Como un perro sediento encontré lo que buscaba.

sábado, 6 de enero de 2024

OTRO MUNDO

   Mi bisabuelo, José Baltar, hizo estudios completos sobre la sumersión de naves. Hacía poco tiempo del hundimiento del Titanic. Toda mi flia estaba en la Marina, Marina Mercante, Marina de Guerra, Marina de Marina y marinero raso. Sus espíritus se unieron, para crear el primer submarino de cuatro hélices, con residuos que encontraron del Titanic.

   Los más jóvenes, bucearon las costas de China y Tailandia. Hallaron bloques de hierro, brújulas del siglo anterior y piezas de orfebrería que daban cuenta de prácticas submarinistas, que por razones desconocidas quedaron atrapadas en fondos imposibles de acceder. Se reunieron en un inmenso portazepelines y cubrieron la superficie con elementos que consideraron útiles para construir aquél sueño. Era de Dios cómo encastraban las piezas de diferentes épocas.

   Tardaron ocho años y el Submarino, pintado de amarillo listo para sumergirse en mares previstos. “José Baltar” se llamó la nave en honor al bisabuelo que cumplió su sueño. Los pasajeros pertenecían a la flia, hombres, mujeres y niños. La cabina, ocupada por los más avezados que, se encargarían de la conducción.

   Se produjo la inmersión. Todos miraban por las ventanillas admirando que debajo del mundo había otro mundo, con tanta agua que prescindía del oxígeno. Se observaban pulpos besando las ventanas,  ballenas generosas que dejaban entrar al submarino por la boca y salir por detrás. Tanta algarabía distrajo a tripulantes y pasajeros de una turbulencia, que los incrustó en el fondo de todos los océanos. Quedaron con vida dos niños con equipos de buzos, de hierro y pulmones privilegiados.

   No podían hablar, fue traumático, a pesar de los años transcurridos, los ya adultos sobrevivientes, callan olvidados del mundo que existe debajo de éste y otros por descubrir. 

viernes, 5 de enero de 2024

INTERCAMBIOS

 

   A la Sra apenas despierta, le dan ganas de seguir durmiendo. Hoy no, tuvo una pesadilla sin salida, con personajes desagradables de su vida pasada, apiñados. La despreciaban con gestos reiterados, uniendo sus maldades. Duró mucho en su cabeza, fue habitada por tres horas.

   Era sonámbula, salió de su cama, llegó al living y comió seis jazmines. Su frente dio contra un cristalero que le hizo tomar conciencia de retornar a su cama. No soñó y tuvo calor y frío, intermitente. Se levantó y preparó un té verde y los psicofármacos, uno para las ganas de vivir, otro para estabilizar y otros para el terrible dolor de huesos que le hacía compañía durante el día.

   Llegó Sebastiana, una vieja encantadora más pobre que las ratas, pero se conectaba con la alegría como ningún rico. Ella le preparaba la ducha, la ropa y le contaba el diario, su flia. Cuando le notaba cansado el oído, se retiraba a hacer otras tareas. Sebastiana cantaba en un coro donde en los solos le pedían bises. En la casa triste que limpiaba sin premura, a veces la Sra la grababa.

   Sebastiana no necesitaba tener para sentirse afortunada. Leía todo lo que la Sra escribía y dejaba papelitos con correcciones sugeridas. Sebastiana encontraba en el tender, en cuáles agudos o graves debía dar intención a sus canciones. La Sra, conectada con la alegría se preparó la ducha, la ropa y le contaba el diario, notó cansado el oído y se retiró a hacer otras tareas. La Sra cantaba en un coro donde en los solos se le pedían bises. En la casa triste que limpiaba sin premura, a veces, Sebastiana la grababa.

   La Sra no necesitaba tener para sentirse afortunada. Leía todo lo que Sebastiana escribía y dejaba papelitos con correcciones sugeridas. La Sra encontraba en el tender, en cuáles agudos o graves debía dar intención a sus canciones.

   Sebastiana, conectada con la alegría, se preparó la ducha, la ropa…

   Llegó la Sra, una vieja encantadora, más pobre que las ratas. La Sra se conectaba con la alegría, hoy le publicaban su primer libro.

jueves, 4 de enero de 2024

SIN RESPUESTAS

 

   Alquilaron los cuatro una cabaña, forrada en maderas térmicas. Los dormitorios tenían paredes herméticas, para las situaciones maritales de la picazón del séptimo año. Los cuatro Arquitectos, competían entre ellos, en tonos bajos, las disidencias y los niveles, que habían alcanzado. Bobby y Carola se casaron, luego Teo y Alicia. Se conocieron en la Ciudad de La Plata, cursaban juntos, estudiaban en grupo y eran reconocidos por sus logros modernosos, no asquerosos.

   Todos pensaban en casas construidas sobre la tierra, dándole importancia a la armonía entre plantas y construcciones. Odiaban los edificios altos. Los jardines colgantes de Babilonia, se involucraban en sus ideas.

   Ese verano transcurrió en una playa, rodeada de tamarindos. Hacían fogatas y quedaban dormidos hasta que el frío los calaba. Una noche etílica, Carola y Teo, durmieron en el dormitorio equivocado. Alicia y Bobby los buscaron como sonámbulos, arrastraban los pies en la arena, gritando sus nombres. Resignaron no encontrarlos y desmayaron en los sillones del living.

   No era novedad para ninguno, Teo y Carola curtían en el laburo antes de sus respectivos casorios. Igual procedieron Alicia y Bobby. La adrenalina de los cuatro tenía dimensiones de silencios no compartidos. No se nombraban los encuentros y había un goce en ignorar ambas situaciones. Estalló una tormenta inesperada, hubo sol el día entero, oscureció y el sol se fue sin despedirse. Carola y Teo trabaron las ventanas del lado de afuera, también las puertas.

   La cena estaba lista y ellos tardaron más de lo previsto. La cabaña estaba cerrada en su totalidad. Se quedaron criticando y riendo, de Profesores devotos: “Lo sé todo”, que les quemaban la cabeza. Un temor compartido, antes del amanecer, lograron a mazazos, romper la ventana de la cocina. Esta vez no gritaron, corrieron hasta el médano más alto, un faro natural. Sobre unas piedras que el mar castigaba, Carola y Teo yacían sobre y entre ellas. Tomados de las manos, Carola envolvía la espalda de Teo, con su pelo de sirena. El mar llevaba los cuerpos y los devolvía, como si se pudiera volver de una muerte convenida… 

miércoles, 3 de enero de 2024

EN EL BAR

 

   Un grupo de viejos se sentaban en el medio del bar en dos mesas juntas, años de la misma ceremonia. Morían uno por año, pasaba un año y moría otro. Los que quedaban miraban los ventanales. Cuando fueron sólo dos, decidieron no concurrir al rito del café.

   Hubo una persona que realizó un rápido boceto. Logró captar el gesto de cada viejo, en la cara, las manos, las curvas de la espalda. Transportó el boceto a una tela y la pintó al óleo. Concluido el trabajo le pidió al dueño del bar colgar el cuadro en el lugar. Lo aceptó de inmediato y le dieron un lugar de privilegio. Eso alegró a los parroquianos, un cacho de historia que disfrutaban mirando con nostalgia.

   Pasó el tiempo, con esa manía que tiene de pasar. Debido a las noches de rock del mismo lugar, los personajes sumaban agregados, con fibras indelebles, bigotes algunos, cuernitos, fuck you, por las mañanas el cuadro aparecía sin mácula. Esa manía del tiempo del deterioro. El traje del viejo verde, perdón, el traje verde del viejo empezó a diluirse. Con los otros personajes sucedió lo mismo, hasta que todos se ausentaron del cuadro. Esa imagen de los viejos amigos desapareció. A los concurrentes les era indiferente. La mesas fueron reemplazadas por otras que se juntaban y todas las mañanas el grupo de nuevos viejos se charlaban vaya a saber qué, pero se reían.

   El dibujante formaba parte del nuevo grupo, tenía casi la misma edad que los otros. Desde la calle hizo un boceto con sus compañeros. Él no se puso porque era el que dibujaba. De pronto se trasladó unos pasos, para tener una visión más clara y cayó en el hueco de un edificio a construir.

   Este grupo quizás más supersticioso que el anterior, ante la muerte del dibujante, no asistió más. Una mañana se instalaron en las mesas nuevos viejos. El hijo del dibujante tuvo ganas de hacer un boceto.

martes, 2 de enero de 2024

ASCUAS

 

   Era un especialista. El mejor. Tenía un gesto duro, mejor que sonrisas dibujadas. Una meticulosa revisación, sus manos eran su instrumento. Tocaba aquí y allá y en vez de diga treintitrés te hacía decir veintiuno.

   El doctor importante avisa el diagnóstico con un discurso breve:   

   —Hay que operar, se trata de un divertículo prolífico, que corre de lugar todas las vísceras, adiós.

   Los allegados tomaron un tinte blanco, el hijo, alucinado, salió del hospital para espiar el quirófano, su madre aliviada. El chico dijo que la iba de doctorcito fino y parecía un ser humano vacío, cuyo único interés era el dinero. Tenía un físico carnoso, grasa colgante y ojos ávidos...la madre lo interrumpe:

   —No tenemos dinero para la operación de este doctor fino, tenemos que buscar un doctor ordinario.

   El edificio se venía abajo, atendió una secretaria vieja, con doble giba y granos con pelos. Tardó en comprender que veníamos con un enfermo. Una voz suave dijo desde el consultorio:

   —Que pase el siguiente.

   Entramos juntos y el doctor dijo que prefería atender de a uno, puede ser el paciente con una compañía, su esposa. La mujer tenía la mano entumecida de cómo su marido la apretaba.

   Este doctor también usaba las manos, pero de otro modo, tal vez estudiaron en diferentes conservatorios. Le palmeó los hombros y le dijo que estaba sano de pies a cabeza.

   El ex-enfermo quedó mudo, la mujer aplaudía.

   —¡Excelente! Usted es una persona excelente.

   Cuando se iban abrazó al doctor y le estampó un beso en la boca.

   El doctor no supo cómo quitarse el rouge.

   —Con el pañuelo quedará manchado y mi esposa va a preguntar, como fue. Le voy a decir que la amante es mi secretaria. Un tiempo se dejará de joder.

lunes, 1 de enero de 2024

SOLOS ES PERFECTO

   A ella le gustaba la naturaleza que la rodeaba.

   Los hijos no venían, Marco propuso fecundación in vitro. Quiara sintió una pecera sin salida.

   No era natural, pero él quería con toda su alma.

   Ella fingía contento por fuera y miedo, mucho.

   La fecundación dio resultados inmediatos, el miedo de Quiara mutó en alegría, escuchar los latidos rápidos, mirar su postura. La panza crecía inusitada. El Médico tenía charlas extensas con su marido. Quiara no podía. Ni quería preguntar. Se concentraba en escuchar músicas tranquilas y caminar por la foresta, con una mano arriba de la panzota y otra abajo. Cantando Nanas y durmiendo como podía. El parto fue programado, justo a ella que le hubiera resultado encantador natural. La Clínica se revolucionó. A la Madre le pareció vivir una pesadilla, seis digamos.

   —Tengo seis hijos, así todos juntos, me dan ganas de matarte, Marco. Puedo amamantar a tres, vinieron unas misioneras santas que se encargan de los otros querubines. Qué nombres?

   —Y entre tanta histeria y zarandaja, elegí vos los nombres, no quiero ser culpable de más nada ─respondió Marco, con temor.

   —Cinco varones y una mujer, como decía mi Abuela “Fijate en el almanaque”, no tengo ganas de mirar, soy atea, se llamarán: Marzo, Abril, Mayo, Junio, Julio y Agosto. Después de los seis meses de teta a los chicos, te hago una demanda de divorcio, por abuso de parto. ¿Querías hijos? Ahí los tenés, te los regalo. Haré una sola cláusula, me quedo con Abril, es la única que no llora y alinea sus ojos con los míos cuando la amamanto, los otros gritan, muerden y no dejan dormir a nadie.

   Mi último deseo es que quedes embarazado de ocho y los tengas que parir por el orto, con diez episiotomías.