domingo, 30 de junio de 2019

UN HIJO



   Rey, su apellido parecía acompañar el mío, Reina. Lo provoqué, él me estudiaba las caderas y fuimos amantes, la primera vez dolió, después rogaba que tuviera un espacio para mí, dos veces lo hicimos en su casa, no era lo mismo. A mí me gustaba de noche, que me levantara en el auto como a una puta, él me decía: —Puta carnívora, me ponés loco, hasta pensé que me arrancabas el pito con tus dientes, prefiero que vos inicies la ceremonia y hagas lo que se te ocurra, cambiar de chicle, dejar una zona libre, mi culo es mío, el tuyo también,
   A los tres meses me largó, le pedí por favor: —No me dejes, si no te veo más, me muero.
   No pudo decir no ni sí. —Una vez por mes, puede ser, yo te aviso.
   Mi Rey lo hacía mal y se reía mientras tanto. 
   —¿No tenés dignidad, vos? Ahora enserio, conocí otra mina, va a una escuela de monjas, me calentó su uniforme. Era virgen y aprendió en una semana. Nos juntamos, fuimos felices, hasta que vi tus caderas caminando delante de mí. No sabés cómo te extraño, sufro, me da pena la otra mina, pero vos sos lo más. Ahora tengo un departamento que te va a gustar, tiene cama redonda y el techo es un espejo, querés, seguro.
   Reina lo miró y le pareció un perrito alzado: —No quiero, seguro. Me casé hace poco con el dueño de un astillero, es millonario y le gusta navegar el mundo. Me re quiere, me respeta. Tenemos cuartos separados, para no cansarnos de nosotros. Él también, cuando hacemos el amor, me dice puta. Fue una sorpresa anoche. —Reina, quiero tener un hijo con vos, un hijo de puta.

sábado, 29 de junio de 2019

CONVENIDO



   El robo a Crisanto y Martirio no lo planificó nadie, fue el azar. Las condiciones del delincuente eran de hambre, frío y soledad. La casa elegida tenía dos vecinos, a una distancia donde no llegaban voces ni gritos. Martirio le propuso a su marido invitar a los dos matrimonios a su casa, unas copas, bocadillos, música neutra.
   —Vamos, Crisanto, estamos muy solos. Vos te vas todas las mañanas a un trabajo que desconozco y veo que no guardás interés que lo sepa. Siempre convinimos en estar juntos, pero conservar nuestra independencia de acciones, criterios. Un ejemplo es Pituca, la perra que me acompaña adentro y vos la echás afuera para que cuide, yo me pregunto ¿qué cuide qué? Si no tenemos nada, una cama, una mesa, un ropero y el anafe. Vos sabés que trabajo en dos comedores y un merendero. Por lo menos estoy con los niños que no podemos tener.
   Ella sintió que Crisanto  sufría. —Vamos a dormir, Martirio y te propongo jugar con nuestros cuerpos, sin premura, aunque no lo hablemos, conozco tus zonas erógenas suaves y sutiles. ¿Por qué no será hoy, el día de tu  embarazo?
   Antes del amanecer escucharon la puerta que se abría, vislumbraron una silueta alta, flaca y encorvada. Un rayo de luz convergía en un revólver más chico que su mano.
   —Es por seguridad que traigo esto, no es mi oficio, no tiemblen. Necesito todo el dinero que tengan, tarjetas, documento, el de Ud. -Señaló a Crisanto-.
   —Prometo en diez días, devolver lo que me llevo.
   Crisanto le entregó una caja con fajos gruesos de dólares y a su mujer le pisó un pie, para que no agregara nada. El ladrón sin oficio, puso la caja en una bolsa de arpillera. —Adiós, mis queridos salvadores, nos vemos.
   —Nunca quise preguntar, pero esto se sale de lo que estipulamos, ¿de dónde carajo juntás semejante cantidad de dinero?
   Crisanto miró el piso y murmuró: —Menos averigua Dios y perdona.
   Martirio no le habló durante mucho tiempo, incluso posterior a la devolución conmovedora del ladrón sin oficio. Les regaló un tele, una compu y un microonda. El dinero completo en su caja de origen. Pasaron tres meses y abrió la boca: 
—Estoy embarazada de cuatro meses, acá te traigo las eco, quiero un abrazo y que Pituca viva adentro. Pudiste comprobar que no cuida mucho que digamos.
   Los vecinos de las dos casas lejanas, vinieron a felicitarlos por la llegada del querubín. En una de las parejas, el marido era flaco, alto y encorvado, traía en su mano un osito, más chico que su mano. Su cara dibujaba terror, era el ladrón sin oficio, en cuerpo y alma.  

viernes, 28 de junio de 2019

UNÍVOCO



   Llegaba primero y salía última. No tenía ganas de levantarse para tomar la leche con café. El café solo, correspondía a los Padres. Cuando se iban a trabajar, volcaba su taza en el plato del gato. Ella no lograba entender la obligación de aburrirse en la Escuela, estudiaba en diez minutos antes de entrar, Cualquier cosa que la Srta Restanero preguntara, era la primera en responder con ampliación del tema, que obligaba a la Srta a sentarse y admirar cómo Ramona dibujaba en el pizarrón los desarrollos. Los compañeros la odiaban. A ella no le importaba. —Son seres inferiores, Mamá, el mundo sin ellos crecería lindo, pero no me voy a tomar el trabajo de extinguirlos, creo.
   La Madre era Maestra y le daban terror las opiniones de Ramona.
   —Hay que ser más tolerante, no tenés amigas, el gato es tu única compañía, me río porque son parecidos, hoscos, cómplices y siempre les pica algo.
   Su Padre era un desconocido, lo veía a la mañana y a la noche, el diálogo era unívoco. 
   —Buen día, te doy un beso porque estoy hasta las manos.
   De noche la saludaba con un beso. —Hasta mañana, Ramona, me voy a dormir. Trabajé demasiado.
   La Madre hacía un camino, el viejo otro, paralelo, pero no se cortaban en ningún lado o se cortaban solos y ella no sabía ni le importaba. Su casa era una obligación, tenía un plan para salir de toda esa rutina que le comía las ganas. A los doce dejaría de verlos, inventaría una ruta secreta y sin mochila. En la Clase de Costura, asistía obligada por su Madre. Diseñó un mameluco con bolsillos en todo el cuerpo, andar con manos sueltas, lamentaba dejar al gato, llamado Gato. Olvidaría pronto, porque a Ramona, la verdadera, no le importaba ni el gato.
   En el taller de su Padre, encontró una sierra eléctrica, le aparecieron ideas postergadas para cumplir sin gusto, antes de iniciar la ruta secreta. Llegó temprano a la Escuela, izó la bandera por la desgracia de ser primera. Cuando llegaron al aula, entraron la Srta Restanero y los seres inferiores estériles, a medida que pasaban, Ramona puso en marcha la sierra y les cortó la cabeza a todos. No se dio vuelta, aunque no le importaba ver sangre.  

jueves, 27 de junio de 2019

EL DUELO DEL DESEO



   Miraba las personas como si fueran maniquíes, ni mi mujer ni yo queríamos esperar. —Saludá a estas personas, Pachi, serán tus Papis en cuanto tengan los papeles.
   Pachi miró como si fueran maniquíes. —Mis Papis murieron en el incendio, mientras yo pescaba en la laguna. Estos no son mis Padres, son gente que no puede tener hijos, eso me explicó la Psicóloga.
   Pude ver a mi mujer, tratando de acariciar el pelo de Pachi. —No me toque, Ud no es mi Mamá, ella sí podía, hasta que murió. Búsquense otro, que a ellos les da lo mismo, bien contentos se pondrían. A los siete años no los quiere nadie.
   Se escapó de menores, corrió hasta caer agotado. Se le gastaron las suelas de las zapatillas pero no le importó. Llegó a su casa en ruinas, agarró un carbón del piso y escribió en una baldosa quebrada al medio: “Mami y Papi, los quiero, por si me olvidaron, soy Pachi”.    Se ausentó de sí y dormía entre tres paredes sin techo, aledañas a su ex-casa. Recorrimos con mi mujer el lugar del incendio. Fue en silencio, con el relato del niño, dentro nuestro. —Tiene que haber algo, no se puede volar como un pañuelo de papel.-Dijo ella, antes de descubrir el horror, a pocos metros-.
   Pachi agonizaba y los vio, no quiso pedir ayuda, miraba como un viejo que había vivido todo. Estuvo inconsciente algunos días. Los Médicos, que suelen ser freezer, recomendaron mucha ternura, mucho amor y hablarle despacio aunque pareciera dormido.
   Nosotros nos turnábamos en las vigilias. Ni nuestra relación tuvo tanta entrega.
   —Hace unas horas me desperté y nadie se dio cuenta, no tengo ganas de nada, pero me gustaron mucho los cuentos que escuché, lejos muy lejos. Voy a vivir con ustedes, necesito que respeten este dolor que no cierra.
   Ella le mostró una varita, con una estrella de cuatro notas.
   —Cuando quieras cualquier cosa, de todas las cosas, hacé sonar la estrella y allí estaremos.  

miércoles, 26 de junio de 2019

MEJOR NO



   —Se preguntará por qué vengo todos los días, Ud también viene todos los días, pero a mí eso no me interesa. Tampoco entiendo por qué debemos compartir el banco, habiendo tantos bancos vacíos.
   Tose fumador, espera. —¿A quién puede interesarle un hombre tan viejo, que no puede sostener un cigarrillo entre los dedos, debido a mis manos tembleques?, no me pregunto por qué viene, prefiero imaginar sin saber, tal vez sea por esto, tal vez por lo otro. Es más, prefiero ignorar su verdad, para poder seguir imaginando.-Tose tanto que le impide seguir-.
   —Pago para venir todos los días, falto al trabajo, pedí licencia y tengo la dicha de haber encontrado el banco perfecto, para verla llegar, acompañarla en su estadía, cuando en algún momento toma sol en el balcón y asoma un brazo desconocido entre cortinas y le alcanza un café, ella le sonríe como no lo hace conmigo.
   —Ah pucha!, ahora quiero que me cuente.
   —Es mi mujer, mi novia, mi amante, dice que me quiere, sino por qué viviría conmigo?, cuando se va de ese piso que miro de lejos, justo a los diez minutos que vuelvo de mi trabajo, me recibe con una comida frugal y pregunta cómo me fue. Le cuento que debo sumar un trabajo más, con ése no alcanza. Ella abre la ventana y larga círculos de humo sin preocupación. En dos o tres oportunidades, que se retardó el compañero que me pasa a buscar, la vi salir empilchada como nunca lo hace conmigo. Sucedió varias veces más, hasta que decidí seguirla. Era de lunes a viernes, los fines de semana nos quedábamos mirando películas, remoloneando, disfrutando el no hacer y sufriendo el no saber. Mi curiosidad siguió en alza, pedí licencia y aquí estoy. No tengo amigos, Ud, Señor, es un poco de oxígeno en este infierno.
   Pasaron más de quince días. El Señor de la tos, comenzó a extrañar su presencia y su historia, de improviso escuchó su voz: —Le debo una disculpa, Señor, creo que además le debo una explicación. Ella trabaja de lunes a viernes, como acompañante terapéutica de una Señora, buena, paciente y generosa, le duplica el sueldo estipulado.
   —No te conté, porque ibas a empezar con la antigüedad del hombre proveedor y no quiero que busques otro trabajo más.
   —Le iba a contar mis sospechas infundadas, lo pensé, pero mejor no, ¿a Ud qué le parece?
   Le seguía la tos, la frenó con un pañuelo.
   —Opino igual, mejor no.

martes, 25 de junio de 2019

LA QUIERO VER SALTAR Y BRINCAR



   El Editor se murió. El Auditor opina que mis nuevos intentos no son buenos. Me dejaron sola conmigo misma, que nos damos de patadas. Yo quiero escribir un clásico, algún amor sin sentido, sintiendo el latir de los que sienten sin ser correspondidos. Pueden llegar al suicidio por un ramplón de corazón muerto. Conmigo misma le digo a sola, que ese tema remanido puede cambiar el orden de los acontecimientos, recurriendo a palabras nuevas y nacer de lo nacido. La historia se hace vanguardia. No hay duda que sola y conmigo misma, nos querramos o nos odiemos, nos necesitamos. Conmigo misma, responde a sola con otra historia.
   Se pone dentro de una mujer joven, parisina, ama las violetas y viaja a Nancy, para llenar su canasto y embriagarse del olor inefable de aquellas flores. Retorna a París, la esperan paredes con empapelados rasgados, tiene un gato que vive de eso, cuando queda solo.
   La mujer mira por la ventana la pared de enfrente, llena de musgo gris, que nunca supo que el sol existe. Se recuesta en un jergón, a sus pies duerme el gato, sobre violetas marchitas. Sueña con empapelados nuevos, mientras la mujer ronronea.
   Conmigo misma me resulta imposible salir de esta mujer. Sola me ayuda y recorremos París, con nuestros fracasos abandonados en el subte.

lunes, 24 de junio de 2019

DONDE ESTÉS



   Estaban fríos pero vivos, se arrastraban hacia el fuego. Puse una lata con agua y un mate con un pequeño agujero, que perdía. Le señalé al hombre la lata y la puso sobre el fuego. La mujer tenía el mate en la mano, temblaba el hombre, me pidió bombilla.
   —No, de eso no tengo.
   Ella arrancó un yuyo seco y hueco. Antes de hervir el hombre cebó el primero. —Pierde por abajo.
   —Ya sé, es para calentarse la mano, lo conozco de hace mucho.
    Ella le clavó el yuyo seco al medio y tomaron. Eran hermanos comunicados. Me pasaron uno.
   —A mí el mate no me gusta, si pierde me pone triste, mate de pobre, yo le huyo a la pobreza. Tampoco me gusta chupar donde chuparon otros, vaya uno a saber qué tienen en la saliva.
   El hombre y la mujer preguntaron: —¿Dónde vive Ud? ¿Dónde queda su casa?
   Eran chusmas las visitas de otro pago. —Mi casa es ésta.
   Ella dijo que no veía ninguna casa. —Mi casa es aquí donde estoy, si me siento bajo el árbol, mi casa es allá.
   El hombre dijo: —Se nota que casa no tiene.
   No me molesté más en explicar, no iban a entender, mi casa soy yo y donde esté sentado, parado, o acostado. Me fui sin saludar, mi casa con piernas tenía ganas de mirar el río.  

domingo, 23 de junio de 2019

COINCIDENCIAS



   Esperando la lancha, una chica contenta de nada, vacía de todo, le preguntó de dónde era, adónde iba, cómo se llamaba, cuantos años tenía. Cuando llegó la lancha, sin él haber contestado ninguna de sus preguntas. Ella tomó para otro lado y le contó al toque, o melhor lugar do interior es Mina Gerais. Tres veces con señas, a los gritos y Boa Sorte.
   A Marcos le asombró la coincidencia, quería un interior con chorros de agua, de cualquier altura, se llamaban cachoeiras. Visitó la más notable, según el dueño de una cabaña que le alquilaba. Se introdujo en el mato, gracias meu Deus y gracias garota tonta, voy a tomar nota de lo que veo, las fotos están en todas partes, lo que escribo será tormentoso sin tormenta y verdadero con mentiras.
   Marcos escuchó una voz de pito, la mina de la microlancha, lo llamaba con gestos, pensando que era sordomudo, otra coincidencia.
   Esta vez le respondí. —Mirá qué cosa , venir a encontrarnos aquí, ja!, te dejé muda por fin, no soy ni sordo ni mudo.
   A Marcos le pareció una chica muy joven con tetas incipientes, una cintura de niña y un culito prometedor. Tenía catorce años, con una seducción de treinta. —¿Sabés que mi viejo te conoce? Vos te alojás en su cabaña y le caés rebien. Hoy cocino yo, preparo unos tragos que invento. ¿No querés venir a la noche?
   Acepté, compré una muñeca de regalo para Rita, que de contenta hizo trizas tres platos y cuatro copas. Apareció el Padre, tenía unos diez o quince años más que yo. —No hay problema, la comida y los tragos los termino yo, mientras ella juega a tener cinco años. Te pido un favor, Rita es especialista en romper corazones, vos seguro sos su próxima presa. No te dejes. Me da terror que se vaya, como lo hizo su Madre.
   Rita llegó con la muñeca envuelta en una sábana y tenía una tetilla al aire, me miró con ojos de vaca. —Tenía hambre, quién sabe si le dieron la teta.
   El Padre se acercó y dijo: —Qué linda nieta tengo. Mañana la bautizamos en la cachoeira de las cabañas.
   Bajaba el agua con tanta fuerza que se llevó la muñeca, Rita lloraba y me pedía otro bebé: —No quiero uno comprado, uno de verdad quiero.
   El Padre mesaba su barba. —Pero ni siquiera sos Señorita.
   Rita, con ojos de diabla, le explicó que hacía dos meses que tenía sangrado y dolor de ovarios, usó tampones que fabricó con filtros de cigarros. 
—Marcos, yo gustaría mucho que me hicieras un hijo, si es que no te importa, mis tetas tardan en crecer.
   —¡Rita no digas disparates! Si te vas yo me muero o te sigo.
   Esos proyectos no eran los míos, dejé el valor de mi estadía a una Mucama y me fui como vine, a cualquier lugar. Atravesé mato y en un recodo tuve ganas de comer, abrí la mochila y hecha un ovillo, Rita salió y se enroscó en mi cuerpo, no pude despegarme y ella tomó partido de mí y abusó. Me volví sordo y mudo, haciendo dedo llegué a las Cataratas del Iguazú. La saqué del bolso, le miré la panza y ya se encontraba en estado interesante. Nos instalamos en una casilla de madera y al día siguiente, teníamos al viejo en frente, dijo desafiante:
   —Donde va Rita, voy yo, es mejor que aceptes, o mi nieto será huérfano. De lo contrario, contarás con un Niñero experto, bautizaré al niño no nacido, en la catarata más alta.
   Se llevó de prepo a Rita,  que cayó como una mariposa en medio de un estuario natural. La salvó la pancita que le hizo de flotador. Llegó de improviso mi Madre viuda, que se pegó a mi Suegro, como Rita hizo conmigo.

sábado, 22 de junio de 2019

YO TAMBIÉN



   —Male, nosotros empezamos el día de la Primavera, las flores tenían olores intensos, los amigos una vibra. El que te convidó y vos en agradecimiento le vomitaste todo el baño y gritabas: “¡Sáquenme esto de encima”. Lo fuimos a ver a Rufi, él me dijo que te metiera en la cama, con las ventanas abiertas. Amaneciste pidiendo más, soñaste maravillas y yo me alegré, no me hubiera gustado una novia careta.
   Mientras él habla, recuerdo que sembramos unas moño rojo, te daban vuelta, en el Parque Pereyra Iraola, íbamos a regarlas tres veces por semana, la última vez las buscamos empecinados y nada, nos las robaron.
   —Después puse en casa, en latas ¿te acordás Male? Las tenía que correr dos veces por día para que les diera el sol. Mi viejo se dio cuenta y el muy turro les tiró lavandina, qué ganas de darle una trompada. Ahorrábamos en dólares y nos íbamos tres meses a Buzios, nos regalaban del bueno, dormíamos en una Posada frente al mar. Estábamos fumados todo el día, vendíamos artesanías a los ricos de Río, con un collar comíamos tres días. Nos volvimos en avión, pero esa vez no hicimos ni un fino, evitamos marearnos.
   —Sí, pero ahora ¿qué hacemos con Ceci y el novio nabo de Angi y Sofi?, que se corta sola y compra la boluda. Estudian fumadas, ignoro cómo hacen pero aprueban todo. ¿Te acordás que antes fumábamos delante de ellas? Les pedimos que no le dijeran a nadie y regambas las tres. Ahora no sé qué hacer, me dejaron un bagullo en la mesa de luz. Ahora fuman en todas las películas, tendrían que legalizarlo, después de todo viene de la tierra, es algo sano.
   ¿Qué hago, le digo? —Male, yo las autoricé que usen la pieza del fondo para hacer un in-door. No gastan en comprar, que es peligroso en este país de mierda, lo hacemos jurando que es de uso familiar y chau carajo.       

viernes, 21 de junio de 2019

AHORA SOMO IGUALE



   Conducía con mi socio al lado. Éramos paperos, nos iba bien, en épocas de mishiadura la papa es un recurso.
   —Sabés lo que me gusta de vos?-Ahora va a elogiar mis ojos, mis manos, mi fuerza para hombrear bolsas. Permanecí en silencio, no me gusta ilusionarme-.
   —Sos tan buena chofer, que ningún tipo te mandaría a lavar los platos.
   Algo mecánico, frío y cualquiera puede hacerlo, destruyó mi ego. Muy buenmozo, hombre de campo, bronceado hasta en invierno, manos tan ásperas que un día le pedí permiso para limar mis uñas. Pensó que yo me tiraba un lance y pidió detenerse a un costado del camino, para hacer una siestita juntos. Cara de piedra, desubicado. Le dije: —Le recuerdo que aparte de socia, soy su Patrona, no estoy casada porque prefiero hombrear bolsas de papas, que un Marido.
   —No se preocupe Doña, yo tengo mucho palenque donde rascarme.
   —No me preocupo, le señalo cuál es su lugar.
   Cuando bajamos a comer lo odié, se sentó con otros de su clase. Me miraban, yo ni cinco. Después de un tinto o dos se me acerca uno:     
—Gustaría bailar este chamamé con mi humilde persona?-Seguro que la idea fue de mi socio, que se reía dando vueltas en la boca engrasada, un escarbadientes-.
   Fui a pagar y le pagué a él también, yo sí tengo clase. Le cabeceé hacia el camión. Vino despacio, con su conjunto color tierra y el sombrero ladeado. Ya tenía el camión en marcha, tardó tanto que reculé, lo confundí con un palenque y le pasé por encima. Quedó aplastado como una milanesa con papa, digo porque se rompió una bolsa y quedó todo rodeado de papa. Me bajé para mirar lo que quería dejar bien muerto. Cayó un milico y preguntó quién había hecho eso. Le dije con voz firme: 
—Defensa De Género, Oficial, soy la Presidenta de Sauce Viejo.
   Y me subí al camión todavía en marcha. 
—Oficial, se me corre un poquito?, sino va a quedar como el cristiano desgraciado abusero.    

jueves, 20 de junio de 2019

DELIRIOS



   —Están los dos boletos del tren, salen a la tarde.
   El Hombre dejó de cocinar, la Mujer abandonó la birome. La Mujer con voz de Sisebuta: —¿Cómo? El acuerdo era que nos quedábamos todos, yo estoy bien así, es como si recién empezara, el rompecabezas está, me falta armarlo.
   Debe creer que el Editor, que soy único, porque estoy solo, como lo que su Marido hace, a las papas fritas les pone azúcar, al chocolate sal y yo me lo banco. Mi tiempo transcurre deshaciendo los bollos escritos, que ella tira en el canasto y son muy buenos, mejor que ese rompecabezas lleno de personajes y acciones que ignoro cómo podrá conectar, tan ridículo. Sus pensamientos son patéticos.
   El Hombre viene con un cucharón en la mano: 
—Somos tres, el trato puede sufrir una alteración, usted se va y nosotros nos quedamos, es un gran beneficio, le queda un boleto demás, uno para el viaje y otro de recuerdo.
   El Hombre dice cosas absurdas y obviamente me está faltando el respeto. —Vea Grandulón, esta casa es mía, tuve la generosidad de invitarlos a vivir conmigo. Uds me pagaron la mitad de la casa. Esa plata me la gasté. Como Editor de la Novela que escribe su Mujer, pensé que nos íbamos a ganar un dinero satisfactorio.
   Sisebuta escuchó todo y abandonó sus escritos: —Se me ocurrió una idea, voy a escribir su vida. Usar todo lo que me contó de su infancia, su Padre abusador, su Madre narco. Esa Tía ninfómana, que lo hacía dormir con Ud y alguna amiga. ¿Qué me dice?
   De bronca quemé los boletos. —Si Ud sigue con su tema anterior, sin involucrarme en su Novela, nos quedamos los tres como al principio.  

miércoles, 19 de junio de 2019

ATENTADO TENTADOR



   —¡Feliz Día Del Padre! Hacer 600 km en canoa, es gripe. Espero que el corte de necesidad y urgencia, se arregle a la brevedad y el agua, tengo una mugre insultante. La información viene de la radio del auto y desde allí te hablo. Con Mamá no me des, porque con su olfato privilegiado, se dará cuenta de mi olor a chivo. Decime, Papi ¿a vos te parece un atentado?
   —M fru elw.
   —Hay ruidos o interferencias, creo que una nube inmensa se acerca. Trump eligió mandarnos rayos y centellas, ya se morfó Venezuela, ahora quiere Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina, que ya la tenía en el ojo, que le legó el estrábico en honor a sus ideas psicopolifacéticas. Brum Ssecla.
   —Otra interferencia. Papi, yo estoy de acuerdo con el tipo que dijo que la culpa de Yaciretá y otra represa, es un hongo que crece a pasos agigantados. Al principio era inofensivo, boina roja, con lunaritos blancos y parece que ahora, tiene el tamaño de un dinosaurio. Rebalsó las represas que hacían contacto con cables eléctricos antiguos. No mori no mor viv la mort.
   —Ahora se entiende más, es una interferencia con idioma raro, decime, Hijo, la nube ya está sobre nosotros, no tenemos agua, con algunos matrimonios amigos, nos bañamos en bolas bajo la lluvia, con jabón, shampoo y todo, unas ganas de ir al baño, como protesta cagamos la puerta del Municipio y tu Madre, viste cómo es, le cagó la silla al Intendente. No había nadie, sólo nuestros amigos y nosotros, volvimos a casa, prendimos la leñera y nos cubrimos con tohallas, Matilde se puso azul hipotermia, caminó hasta el fuego y se sentó en una brasa, no sabés la cantidad de pelo que tiene esa mujer, ahí. Casi nos quema la casa. Se le fue la hipotermia, le dimos tres whiskys y santo remedio. Se reía como loca. Cuando se terminó la leña, quedamos todos en la ardiente oscuridad, nos dimos el gusto, tiramos la tohallas a la mierda y hacíamos de cuenta que cada uno estaba con su mujer encubiculando. No fue así, nos dimos el gusto y algunos el disgusto, cuando llegó la luz. Volvió el agua, tomamos sin filtrar, de la alegría. Porompompom la la la la!
   —Alguien está escuchando, la verdad que no sabía, estás hecho un viejo gagá, hoy es tu día, no hagas que me dé asco, chau te quiero, puajj.

martes, 18 de junio de 2019

JUGANDO AL DOCTOR



   Se escondían adentro del ropero y se escuchaba: —Ahora mostrame vos.
   Y la otra contestaba: —Bueno, pero vos primero, me mostraste apenas.
   —Ji ji ji.-Eran las voces de mi primo y de mi hermana. Abrí el ropero y los encontré en una postura extraña-. —¿Me puedo sumar al grupo?
   Fui recibido tan enseguida que me tomaron de las manos y las patas. —Ay, tocame.-Dijo mi primo-.
   Mientras mi hermana decía que eso hacían los putos, nos pasamos la lengua por todo el cuerpo. —¡Esto es estar caliente! -Gritaba mi hermana que es una guarra-.
   El tríptico nos enredó piernas, cabezas y manos. Éramos un futbol cinco. Mi madre pasó justo la aspiradora y salimos rodando del ropero.
   —Son unos degenerados, cuando venga Papi, agárrense, mejor dicho suéltense, yo los ayudo, esto es un nudo gordiano, por suerte son flexibles. Ahora se van a bañar de a uno, se ponen los piyamas y se van a dormir, cada uno en su cuarto. Sin comer.
   En mitad de la noche nos reunimos todos, muertos de miedo, había ruidos como si alguien construyera aparatos de tortura, que ejercerían al día siguiente con nosotros. Los ruidos se apaciguaron y se escucharon gemidos de dolor: 
—¡Ay no, no, por ahí no!
   Era la voz de Mamá, luego: —Dale, dale, lugar es lo que sobra.-Eso lo decía Papá-.
   Abrimos la puerta pensando en ladrones, que les estaban haciendo mal, o bien. Mucho no se entendía. Ellos que tanto vigilaban nuestra pubertad en ascenso, para que no ascendiera. Estaban haciendo la porquería, que jamás hubiéramos imaginado. Mi primo, agrandado como galleta en el agua, bajó a desayunar con mis Padres. Les dio un beso a cada uno, no sé cómo pudo, y dijo: —¿Qué tal anoche, ché? ¿La pasaron bien?, no teman, íbamos a llamar a la Federica y nos dio pena, si la pasan bien haciendo porno explícito, Uds sabrán.

lunes, 17 de junio de 2019

CARTA MENTIDA DE JUAN



   Vivía en una granja chica, con techo de paja y adobe encerado por sus dos esclavas. Rosario Pilar, era íntima de Remedios Caparrós. La separaba un pedazo de tierra con achicoria, los indios respetaban a todos los ancianos, fueran de sus tribus o sus peores enemigos,  españoles y criollos.
   Eran tan viejas que olvidaron los rezos y las misas. Reemplazaban las ceremonias comiendo chipás y tomando mates. Los preparaba una esclava liberada, que se hizo la idea que las ancianas eran sus Abuelas. Junto a su Madre, esclava por elección, les quitaban los piojos de sus cabellos blancos y las liendres, que parecían comérselas en vida. Un chasqui le entregó una carta lacrada de Don Juan Manuel, él vivía en Inglaterra y hacía creer que las tierras de granjero, eran su   trabajo. Escribía a la Argentina, pidiendo dinero a los futuros K-chorros, ése era su sostén.
   Rosario Pilar debía regalar a Doña Rosa Caparrós, unas tierras peladas de indios, en Tandil, eran nada, apenas 10.000 há. de campo bendito y 5.000 en los pagos de Chascomús. Doña Remedios pensaba “para qué”. Su amiga le decía: —Para que devuelva algo de lo robado y aprenda que las guerras confusas, con muertes inocentes, se pagan acá en la tierra. Quién sabe si no es bastardo, el traidor que se piensa héroe.
   Doña Remedios pensaba un pasado de jugar al gallo ciego, hasta ahí llegaban sus recuerdos.
   —Se escapó a Inglaterra, ignoraba que su Padre nunca me tocó ni el borde de mi camisa, por eso lo parí sola, de Padre desconocido. Fue muy tarde, cuando desperté estaba oscuro, sólo vi una sombra que me desfloró. Desconozco su identidad. Te lo digo a vos que sos mi alter ego. Odio a Juan Manuel y esos rulitos que enmarcan su gorda cara, podría jurar que es marica. Te necesito, Remedios, huyamos a Chascomús, siento que el bastardo volverá, para matarme y heredar los cofres de joyas, que su falso Padre robó, durante la Guerra de Secesión. Estaban guardados en el Castillo de Dolores, es lejos de Chascomús, pero con mi ingenio, que es lo único que me funciona, les daré traslado a la casa de tu Padre, Caparrós, hombre de noble estirpe, constructor de escondites similares a las pirámides egipcias. Llevaremos esclavas, defensoras de género libertario y les sacaremos el cuero a muchas. Socorro, por ejemplo, que escondió uno de sus hombres de confianza bajo el miriñaque cuando la Mazorca se hizo presente para fusilarlo. No lo encontraron, Socorro le avisó cuando se fueron, era tarde, las ladillas le comieron sus partes íntimas y el olor a pescado viejo lo asfixió. Tengo otros cueros para sacar en palabras y que te rías. Si recuperás algo de tu memoria cansina, me contarás y reiremos las dos, como a los veinte. Dicen que este invierno se congelarán las aguas de la Laguna de Chascomús. Tengo un trineo de mi Padre: ¿No querés que vayamos? El trineo lo tirarán las esclavas, que nos idolatran.

domingo, 16 de junio de 2019

ES FAMILIA



   —No sé para qué existe la familia, te quieren, te protegen, te detestan. Ésta última fue mi relación con la familia. A vos, único sobreviviente…
   —Bueno, pará con los reproches, se dio así.
   Esos ojitos de cuis, pero verdes. —¿Sabés que tenés ojitos que podrían ser de mar?, pero son riachuelos, charcos pisoteados. ¿Te acordás cuando le dijiste boludo a Papi? Lo más triste fue que lo venías caminando de hacía rato. Papá era un santo no sólo con nosotros, con el mundo entero, perdonó a su hermano, a Mamá, a vos. No son reproches. Yo no quiero nada de vos.
   Puso la boca finita y su nariz ciranesca, se volvió espada. —Ya que estamos cara a cara, ¿sabés cómo quedaron los viejos cuando te fuiste sin decir nada?
   Está solo y se la banca, aunque cien personas lo circulen, está solo.
   —No había nada que decir, Mamá mandaba, todos obedecíamos. Fui mi propio arco y la flecha dijo andate. ¿Vos sabías que Mamita querida me corrió con un cuchillo? Me salvaron los vecinos. ¿Sabías que me encerraba en el sótano, hasta que se me partían las tripas de llorar? Entonces abría. Yo tenía nueve y te cambiaba pañales, te daba la mamadera, me levantaba cuando llorabas de noche y más. Fuiste mi hijo tres años. Un hijo insoportable, por cierto.  
   Ahora me psicopatea con que va a cortar. 
   —Tenés cinco minutos más, decime, necesito saber por qué los mataste, aflojaste cuanto tornillo lleva un auto, perdieron la dirección, eso no tiene explicación.
   Resopla. —Si no fuera porque murieron, no tendríamos de qué vivir, además Papá te quería tanto, fue su inconsciente. “Los chicos se quedan con la fábrica, tienen el porvenir asegurado.” ¿Te acordás o no?
   Era difícil contestar entre separadores de aglomerado y veinte teléfonos en conversación.
   —Yo no soy mejor que vos, sí, sería capaz de asesinar, así dicen los honrados con escrúpulos, los que saben discriminar. Este lugar lo pago yo, para que no salgas peor de lo que sos, es limpio, la comida es buena y estás solo como te gusta a vos. En cuanto a la Fábrica, no la necesito. Vivo de mi trabajo. Cuando quieras, te la podés meter en el c…
   Sonó la voz de un Guardia. —Terminó el horario de visitas.
   Se abrió un pasillo y lo vi caminar en fila como cuando iba a la Facultad. 

sábado, 15 de junio de 2019

MUY CÓMODA



   —Buenos días, voy hasta Corrientes al XXXI.
   Va rápido, excelente conductor. —Me bajo acá, es cerca.
   El Chofer la bichó por el espejito. —No es aquí, debe tener alguna confusión.-Contestó en voz alta-.
   —Yo soy de acá, no me haga lo de la voltereta para cobrarme más, Ud es un maleducado, si yo le digo acá es acá.
   Él la miró por el espejuelo y andaba rápido esquivando los de la mano contraria.
   —Baje la velocidad, ¿A dónde me lleva?
   El Chofer hizo media sonrisa. —No se me retobe, y con eso no quiero decir que sea Ud una yegua, sé lo que hago.
   Cuando entró a terrenos baldíos, ella imaginó lo peor. —Mire, Sr Chofer, esta es mi billetera, todo mi haber.
   Él le arrancó la billetera, la cartera y pasó la mano por el interior del corpiño. —No es lo que se dice para culear, pero bastante bien, quería saber si tenía más dinero oculto, muchas hacen eso. Con lo que hay puedo terminar de pagar mi casa. Tiene cara de vivir sola, dígame su domicilio. Si lleva todo eso encima, es ricachona, veamos.
   Siguió rápido y llegamos en minutos. Pidió las llaves, entró con una seguridad asombrosa, tenía informantes, porque descolgó el cuadro y allí estaba la caja fuerte. —Siéntese ahí y dígame la combinación.
   Le salió de maravilla, se reía como un niño autista. Sacó el bolso paraguayo que más amaba y volcó el contenido total. Muy educado.
   —Muchas gracias, muchas.
   Por fin terminó, me desperecé. —Bueno, Chacho, ya entendí cómo se hace, sos un instructor excelente. ¿Probamos?
   Me arrojó las llaves y en una hora estuve en casa. Tripliqué su robo anterior, me quedó todo muy cerca y el tipo era Juez, no había caja fuerte, tenía todo en su escritorio como si fueran expedientes.
   —Llevate lo que quieras, hay mucho más, pero por seguridad, me mandaron a sitios que sólo ellos conocen. Así es. Dentro de la Ley, todo, fuera de la Ley, lo menos posible. La felicito, muy bueno su trabajo.
   Chacho no lo podía creer, con pasaporte en mano, cruzando el aire, comimos frente al Central Park, no sabíamos que se podía entrar y nos sentamos en el cordón de la vereda. Nuestra profesión era sustento vitalicio. Argentina, como no hay seguridad, es muy cómoda para trabajar, toda zona liberada.

viernes, 14 de junio de 2019

DE TERROR



   Pedíamos limosna con vestidos andrajosos de mis Abuelos. La gente era muy generosa, ni nos conocían. Pasábamos tres meses y éramos el terror del pueblo, Mercedes, Bs As.
   Un sábado vino el Cura de la Iglesia, a pedir a mi Abuela, que no nos mandara más a misa, se le salían los ojos al viejo: —Son hijos de Satanás, Doña Clara. Hasta que se les vaya el Diablo del cuerpo, que no vengan. Guillermo, el de las ideas brillantes, encontró apellidos pícaros en la Guía, Tetamanti, Culaso, Pedote, Chotolasi y Caraco. Cuando los vecinos sacaban sus sillas de mimbre a la vereda, el calor decía hasta luego por un rato. A cada persona que pasaba, mi primo decía: “Adiós Sra Culaso”. “Ahí vienen las Chotolasi”.
   —Ahora deciles vos.-Y yo hacía caso al Capitán-.
   —Adiós Srtas Chotolasi.
   Las personas eran menos despiertas que en Bs As, pero no boludas, se daban cuenta. En medio de la noche, caminábamos por las medianeras y tirábamos corchos, bolitas japonesas, maderitas. Se asustaban de inmediato y llamaban a la Policía, que eran dos autos destartalados y un Fiat tortuga. Todo el pueblo sabía y los Policías eran cuatro viejos carcamanes, que preferían dormir y que los Abuelos se encargaran de nosotros.
   Mi primo hablaba cinco idiomas, Francés, Inglés, Italiano, Alemán y Malas Palabras. En lugar de decir Feliz Año Nuevo, decía Felisa Me Muero, gritaba y en Pascuas, Felices los huevos. A mí me emocionaba Guillermo, cuando la parra se hacía espesa, dormíamos la siesta sobre las uvas.
   Los Abuelos se pusieron viejitos y dividieron las Vacaciones, un mes y medio yo sola, y otro mes y medio Guillermo solo, de mentirita. Muy pronto hacía migas con cualquiera. Cuando me iban a buscar, mi Abuela hacía eclosión de lágrimas.
   Cuando lo retiraban a Guillermo, la Abuela se reía y le decía:—Taza, taza, cada uno a su casa.

jueves, 13 de junio de 2019

MUCHO



   Hay que escribir un libro, hablar con otros grupos y ver de qué va y dónde. Mis ideas tienen que ver con personajes que he conocido o los imagino. Me gusta usar la primera persona, pero se me tinca la tercera, me tengo que cuidar de no volver a la primera y que el absurdo idiota le gane al episodio que descarrila. Suelo matar personajes, soy asesina del principal, pero nunca los resucito. Exprimo recuerdos entrañables o bizarros, pero el disparate usa los colores del arcoíris.
   El Padre Conti vivía a la vuelta de casa, durante mi infancia pintaba y lamentaba no tener tiempo para rezar. Mi Papá lo visitaba y hablaban de cómo plasmar la Naturaleza en una tela, como una fotografía. Pero una cosa es hablar y otra muy diferente es llevar el pincel con libertad. El Padre Conti hacía paisajes realistas, pero se escondía el Impresionismo, desde un conjunto de árboles o el Expresionismo, entre dos animales comiéndose a mordiscos, con tal rapidez que expresionaban.
   También podría escribir cuando vine a Tandil, conocí una mina muy muy burguesa, pero tenía una bizarría que me gustaba, hasta que la vi mostrar cómo denostaba al personal de su inmensa casa, transformada en sitio entre hotelero con habitaciones de volados almidonados y ventanas amables de soles repartidos. En casa había más cuadros que paredes. Le regalé el cuadro del Padre Conti, con el dolor de las personas que les cuesta despedirse de sus cosas. Al mes fui a la casa ecléctica y pretenciosa, habían construido una habitación interna sin ventanas, un escritorio apolillado y el cuadro solitario que era la imagen más bella del parque, ahora público, que perteneció a su flia. Negué sus llamados de solitaria y sus invitaciones con gente concheta y superficial. Este relato me llevó más que el tiempo querido. Mi familia tiene una mitad de gente virtuosa y otra odiosa, desechable. Allí hay tanto material interesante, divertido, dramático, oculto, que me llevaría años discriminar los sí y los no.
   Escribir una novela implica tener un equilibrio del que carezco, es un placer para mí que el Farmacéutico leyó un cuento mío y se cagó de risa. O el Diariero que hasta sabe de cuándo es el cuento. O la mesera de un Bar, o un amigo de mi hijo.
   Es perfecto y necesario escribir un cuento por día y subirlo a mi blog a las veinticuatro horas. A lo mejor son un mamarracho y otro más que menos. Pero yo no creo en nada y esto me lo creo.

miércoles, 12 de junio de 2019

UN DÍA PERVERSERO



   Caminamos hasta el cajero, Tobal sacó un dinero. —Esto es para que te compres lo que quieras.
   Me pareció innecesaria su generosidad. Tengo más ropa que años. Pero me gusta soñar y soñé. Quiero zapatos, cartera, un pulóver amplio, un pantalón ancho con algún corte raro, zapatillas color neutro, rímel, set de primeros auxilios y alguna parca tradicional. Por supuesto, ese listado existía como un deseo imposible y suntuario. Había algún negocio abierto, con ropa tipo “me la quiero sacar de encima.” Cuando emprendía la retirada, vi la vieja Casa Grimoldi, Sucursal Tandil. Entré con Tobal que ama protestar en negocios truchos. Se acerca una mina joven, con bigotes. —¿Necesita algo, la puedo ayudar?
   Justo caigo en esas banquetas horribles, forradas de plástico negro. Por primera vez no fue mi culpa. —¡Si venden zapatos y carteras, para qué mierda tanta banqueta!
   La chica que me habló primero mostró desprecio, no sé si por banqueta o por mierda. —¿Necesita algo, la puedo ayudar?
   Era un grabador la mina. —Voy a mirar y si me interesa algo te llamo, No hay nadie, ¿por qué no corrés esa banquetas?, digo, para libertad del movimiento.
   —La decoración es así.
   Encontré lo que supuse un bolso cómodo, con separadores y no pesaba nada, viene la mina y pregunta: —¿Quiere probarse, allá tiene un buen espejo.
   Hizo bien en la ridiculez de probarme una cartera. Las correas me apretaban la axila. —¿Se pueden alargar?
   —No, no se puede, es así, le cuento, ésa estaba a 7.000 pesos, la rebajamos a 5.000.
   La puse hecha un bollo y viene Tobal: —¿Cómo 5.000, si parece de caja de pizza?, esto no se lo vendés a nadie.
   Tomé otra cartera, bolsón insulso,  pero al menos no tenía escronchos plateados. Miro la correa, era como para sacarla a pasear de la mano. —Decime, che, ¿esta también es correa corta?
   —Es lo que se usa, todas vienen así. Costaba 10.000, ahora la tenemos a 5.000.
   Mentí para joder un rato: —¿Sabés por qué no la llevo? Porque la cartera me va chica y el precio me queda grande.
   De aquí a que la neurona entendiera, se le frunció el entrecejo y la baba.
   —No entiendo.
   Me ataqué. —Sí entendés, vos con tu sueldito, no podrías comprar un cuarto de esa cosa llamada cartera. Me alegra, no van a vender un carajo. Los K-Chorros compran en Buenos Aires, o Europa, depende el grado de corrupción.
   Tobal cerró con un: —Afeitate los bigotes, porque te van a llamar  Ricardo.
   Nuestro próximo rubro, Farmacia, le pido Adermicina, mira por sobre mi hombro, algo o alguien al fondo, me intrigó. Miré. Nunca lo sabré.
   —No se fabrica más.
   Puse cara de león de la Metro. —¿No se fabrica o no entregan?
   La pendeja masticando chicle con desesperación: —No se fabrica más.
   —¿Ché, Benítez, con qué se reemplaza la Adermicina?
   Me dirigí al tipo: —No, dejá, Benítez, eso no se reemplaza.
   Seguí con Caja de Gasas Grandes.
   —Están en falta.
  Seguí: —Rinhal, nasal, tres cajas.
  Fue a la trastienda y volvió con la pintura corrida, al cabo de ocho minutos. —Rinhal, recién la semana que viene, o la otra, no sabemos.
   Le pasé la lista a Tobal. —¿Tendrán Solución Fisiológica?
   Se piantó a la trastienda. —Recién vendimos la última.
   Es práctico Tobal. —Decime, pendeja. ¿Por qué te metés ahí atrás y volvés como si te hubieran echado tres polvos? Me hiciste acordar ¿Forros tendrán?
   La pendeja contestó con miedo de rata: —No, no hay.
   Tobal, a toda voz, contestó: —¡¿Cómo me decís que no?! Haber hay, todos Uds son unos forros.
   Nos fuimos cagados de risa, hicimos caer a dos viejitos que entraban.
   Y buéh, la perversión es contagiosa y en este pueblo de mierda, no hay vacunas.

martes, 11 de junio de 2019

CASI UNA NIÑA



   La hicieron salir del cuarto. Ella escuchó ruidos de vidrios rotos y algo de metal que golpeó el piso, debieron ser las mangueras, tres Médicos nerviosos.
   —Tenele las piernas, vos los brazos.
   —Yo le mantengo la lengua.
   Las Enfermeras del piso corrían con inyecciones, rodaba una máquina.
   Ella preguntaba: —¿Qué pasa?
   Una Enfermera la empujó contra la pared.
    —Lo que tenía que pasar, éste es el último lugar. ¿Vos sos la Esposa?
   No supo qué contestar. —Vivimos juntos.
   La Enfermera le acarició el pelo. —Ya viene el Médico que te va a explicar, sentate en esta butaca y respirá hondo.
   ¿Qué iba a respirar? El olor del Hospital le dio náuseas, se preguntó por qué el Medico tardaba.
   —¿Vos tenés algún familiar que pueda venir?
  Ella pensó en mil caras, pero la más cerca vivía a cuatro cuadras, para Buenos Aires son ocho y la Tía usaba bastón. —¡¿Por qué tiene que venir alguien. Eh, por qué?!
   La Enfermera contestó: —No grites, hay otros enfermos, es para que te acompañe alguien, escribime el teléfono aquí, yo me encargo. Vos estás con baja presión y el pulso…mirá, justo viene.
   Le dio ilusión, el Medico le sonreía. —Mire Sra, hicimos lo posible y…
   —¡Ya sé, lo salvaron!-Dijo ella-.
   El Doctor la abrazó y sus palabras la hicieron gritar, mientras le daba trompadas en el pecho al Médico. Miró el cristal al fondo del pasillo. Corrió. Como un milagro quedó su silueta.
   Ella, once pisos más abajo.

lunes, 10 de junio de 2019

CASAS DE LUCES



   Elisa se perdió luego de discutir con su Madre, que le cruzó la cara con una cachetada llena de uñas largas. Le salía sangre y no tenía más que su guardapolvo blanco, secó con eso la mejilla y la sangre no paraba. Elisa tenía problemas de coagulación. Cruzó el monte de noche. No la siguió nadie. Su Madre estaría mirando una película, ni se fijaría si volvía a dormir.
   Caminó unas horas pisando las agujas de las pináceas, la luz de luna llena le hacía camino hacia una casita de madera, con luz de vela. Golpeó despacio, salió un hombre y detrás una mujer. Elisa estaba llena de hambre y ellos llenos de preguntas. En la mesa no había comida, sólo libros. —Por favor, Sres, quiero un pedazo de pan, aunque sea viejo, después les cuento.
   Le hicieron un sándwich de jamón, queso y tomate, de postre una banana. Les contó todo Elisa, todo. Todo no, le daba pudor. Pero mientras Susi le sacaba el guardapolvo, abrió la canilla de la bacha y la fue lavando por partes. Estaba llena de moretones y la espaldita tenía cicatrices de fusta.
   Antonio intentó hablar con la Policía. Ella le pidió que no lo hiciera, su Madre era violenta porque estaba enferma. Un Psiquiátrico tampoco era conveniente. —Son de terror.-Decía Elisa, que parecía  adulta cuando hablaba y tenía nueve años-.
   La pareja, con emoción contenida, le preguntaron si no quería pasar unos días en la casita de ellos. La niña dijo que sí de inmediato. Preguntó a Antonio si no podía hacer ciertos trámites. Seguro que tendría que ir ella a declarar. —Si vos me acompañás, Susi, me hacés un favor, seguro que me interroga el Juez de Menores. Ya viví esto más de seis veces.
   —No entendemos, Elisa, explicanos.
   Parece que cuando nació la derivaron a hogares de tránsito, donde llamaba Mamá a todas sus custodias. —Hasta conocer a Mamá, que me aceptó y parecía quererme. Después comenzó a sentirse frustrada, no sé por qué descargaba su furia conmigo. ¿Me pueden ayudar?
   Los dos la abrazaron y  la hicieron dormir en la camita del hijo programado, que no tuvieron. Querían protegerla como las Abuelas, que cada acolchado significaba más amor.
   —Disculpen, me muero de calor, yo con un sólo acolchado estoy bien. Le agradezco a Dios haberlos encontrado, para ser sincera, no tengo la menor idea de quién es Dios. Pero es tan famoso que a lo mejor es él que hizo que viniera con Uds.
   Pasó un año, les dieron la tenencia, cuando estaba por venir la visitadora, Elisa limpiaba todo el despelote que hacían sus Padres y los retaba como si fueran sus hijos. —Cámbiense la ropa, eso sí lo pueden hacer solos.

domingo, 9 de junio de 2019

EMPEZAR



   Yo nunca te voy a olvidar, aunque hayas sido un milico y te dieran más ganas que vergüenza, cuando en el hueco de mi mano dejabas papelitos, rogando que te quiera con faltas de ortografía. Después el ensayo de un encuentro, programado por vos.
   Era un secreto, donde tus mayores supieran, te esperaban en el Sur, porque para ser bestia había que tener cara de ángel y mano pesada con otros. Conmigo no. No con golpes, pero sí con la mirada del odio. Y después te mandaron conmigo, no quisiste ayuda, vos solito con una picana que soñaba y un beso que decía cosas con música, tan alta que yo casi no escuchaba. Una voz fuerte te golpeó la puerta: —¿No cantó nada?
   Y yo me reí fuerte y dolorida, olvidaste apagar la picana. El tipo levantó la voz: —Dejala porque se te va a quedar ¿Y qué le decimos al Negrazo? La quiere viva y que cante, no jodás, vení a tomar un tinto. Si podés y la mina está despierta, le hacés el submarino.
   Aparecías con flores escondidas no sé dónde y me pasabas tu mano de seda, como un amante chino o japonés, pero tirando la cadena a cada rato. Vos me decías que simulara ahogo y vómitos, yo te obedecía, te tenía confianza. Mis compañeros dejaron mi memoria.
   Cuando me ataste las manos y los pies, desconfié, te pensé torturador, cerré los ojos y sentí tu cuerpo acostado sobre el mío, no me cogiste, me hiciste el amor, fue mi primera vez. Soltaste mis nudos. —Ponete esta ropa.-Dijiste en secreto, un uniforme de fajina-.
   Salimos del sótano. Pusiste el jeep en marcha. Cruzaste hasta el Bermejito. Yo no podía detener mis ojos de tus manos, no importaba dónde. Cruzamos a Brasil vestidos de personas y un Pueblo que esperaba nada, se llamaba “Bon Principio” y había olor a pan recién horneado. Encontraste una casa de maderas cansadas, la arreglamos con la premura de uno que son dos. Me embarazaste de tres niños color vos. Parecía un pueblo medieval, nunca hablaste del pasado, yo nunca te pregunté.
   Ahora somos viejos, fabricamos chocolate y los chicos reparten pan recién horneado.  

sábado, 8 de junio de 2019

PERSIANAS BAJAS, DUERMEN



   Nos gustaba leer novelas policiales, nos sentábamos en el mismo banco, con el sol entreverado de los fresnos. Solía venir por las mañanas Isaías Gesell, hablaba mucho y luego callaba.
   —Yo trabajé en la plantación para fijar los médanos, con mi primo Gesell, pinos piñoneros. Compramos los médanos por monedas.
   Bruno, que es inquisidor y desconfiado, preguntó: —¿No es Ud joven, para esa hermosa odisea?
   Pensó, pensó, pensó mucho, dijo: —Ando mal de la memoria, tal vez fueran Isaías Gesell, mi Abuelo y mi Bisabuelo, Germán Gesell, déjeme el beneficio de la duda, tengo la certeza que soy Isaías Gesell. Acá se acerca mi Mujer, pero no le pregunten porque le incomodan mis confusiones.
   La Mujer era negra, de ojos celestes y pelo mota. Nos miró de arriba abajo como hacen en los pueblos. —Uds deben ser los que charlan con Germán. Él los quiere y los admira.
   El sonido del idioma era raro, mezcla de brasilero con paraguayo.
   —Sra, pero él, ¿no se llama Isaías?
   La Mujer frunció el ceño, pero acampanó una sonrisa. —Le gusta que lo llamen Isaías, pero es Germán, de paso me presento yo, soy Marta.
   Bruno me acompaña al Super, si no doy mil vueltas, las góndolas me confunden. Él sabe con exactitud dónde está cada producto. Habían pasado unos años de aquel encuentro y sentí que alguien a mis espaldas preguntó: —¿ Vos sos Coca, la esposa de Bruno? Yo soy Marta, la Mujer de Germán Gesell, los queríamos felicitar por el arbolado de la plaza. ¿Les ayudaron los vecinos?
   Yo tenía bronca por tanta soledad. —No, los vecinos espiaban tras los visillos, cómo nos rompíamos nuestras espaldas, son una mierda.
   Cuando dije mierda, puso cara de vergüenza. 
   —Coca, no digas malas palabras, está mal visto.
   Era negra pero su ambición de blanca, quería usarla en las costumbres pelotudas de estos hipócritas. Hablaba perfecto el tandilino, su adaptación repugnaba, parecía blanca.
   —¿Sabés que Germán tuvo un ACV? Quedó cuadripléjico, le funciona lo peor, habla, escucha, ve. Por fin se me dio, conseguí un Ayudante Terapéutico que se ocupa de él y de mí. No tengo edad para quedar afuera de nada. Lo adoro, leyó todas las policiales que Uds tanto querían.
   Bruno cuando nos vio, huyó. —No sabés, el pobre Isaías quedó cuadripléjico, menos la cabeza, que olvidó todo, habla, escucha, mira.
   Después de limpiar la casa “por donde ve la suegra”, fuimos a la plaza y los vimos. Isaías en una silla de ruedas. El Acompañante Terapéutico la conducía y Marta colgaba del brazo del conductor. De pronto Isaías gritó: —¡Que se besen! ¡Que se besen!
   Marta se prendió de la boca del Terapista, en un beso que los llevó hasta la casa. Bruno y yo corrimos, Isaías Gesell, estaba frente a la ventana del living, cantaba y tosía.
   A Marta y al Terapista no se los veía. La persiana del dormitorio estaba baja.