Vivía en una
granja chica, con techo de paja y adobe encerado por sus dos esclavas. Rosario
Pilar, era íntima de Remedios Caparrós. La separaba un pedazo de tierra con
achicoria, los indios respetaban a todos los ancianos, fueran de sus tribus o
sus peores enemigos, españoles y
criollos.
Eran tan viejas
que olvidaron los rezos y las misas. Reemplazaban las ceremonias comiendo
chipás y tomando mates. Los preparaba una esclava liberada, que se hizo la idea
que las ancianas eran sus Abuelas. Junto a su Madre, esclava por elección, les
quitaban los piojos de sus cabellos blancos y las liendres, que parecían
comérselas en vida. Un chasqui le entregó una carta lacrada de Don Juan Manuel,
él vivía en Inglaterra y hacía creer que las tierras de granjero, eran su trabajo. Escribía a la Argentina, pidiendo
dinero a los futuros K-chorros, ése era su sostén.
Rosario Pilar
debía regalar a Doña Rosa Caparrós, unas tierras peladas de indios, en Tandil,
eran nada, apenas 10.000 há. de campo bendito y 5.000 en los pagos de
Chascomús. Doña Remedios pensaba “para qué”. Su amiga le decía: —Para que
devuelva algo de lo robado y aprenda que las guerras confusas, con muertes
inocentes, se pagan acá en la tierra. Quién sabe si no es bastardo, el traidor
que se piensa héroe.
Doña Remedios
pensaba un pasado de jugar al gallo ciego, hasta ahí llegaban sus recuerdos.
—Se escapó a
Inglaterra, ignoraba que su Padre nunca me tocó ni el borde de mi camisa, por
eso lo parí sola, de Padre desconocido. Fue muy tarde, cuando desperté estaba
oscuro, sólo vi una sombra que me desfloró. Desconozco su identidad. Te lo digo
a vos que sos mi alter ego. Odio a Juan Manuel y esos rulitos que enmarcan su
gorda cara, podría jurar que es marica. Te necesito, Remedios, huyamos a
Chascomús, siento que el bastardo volverá, para matarme y heredar los cofres de
joyas, que su falso Padre robó, durante la Guerra de Secesión. Estaban
guardados en el Castillo de Dolores, es lejos de Chascomús, pero con mi
ingenio, que es lo único que me funciona, les daré traslado a la casa de tu
Padre, Caparrós, hombre de noble estirpe, constructor de escondites similares a
las pirámides egipcias. Llevaremos esclavas, defensoras de género libertario y
les sacaremos el cuero a muchas. Socorro, por ejemplo, que escondió uno de sus
hombres de confianza bajo el miriñaque cuando la Mazorca se hizo presente para
fusilarlo. No lo encontraron, Socorro le avisó cuando se fueron, era tarde, las
ladillas le comieron sus partes íntimas y el olor a pescado viejo lo asfixió.
Tengo otros cueros para sacar en palabras y que te rías. Si recuperás algo de
tu memoria cansina, me contarás y reiremos las dos, como a los veinte. Dicen
que este invierno se congelarán las aguas de la Laguna de Chascomús. Tengo un
trineo de mi Padre: ¿No querés que vayamos? El trineo lo tirarán las esclavas,
que nos idolatran.

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