martes, 25 de junio de 2019

LA QUIERO VER SALTAR Y BRINCAR



   El Editor se murió. El Auditor opina que mis nuevos intentos no son buenos. Me dejaron sola conmigo misma, que nos damos de patadas. Yo quiero escribir un clásico, algún amor sin sentido, sintiendo el latir de los que sienten sin ser correspondidos. Pueden llegar al suicidio por un ramplón de corazón muerto. Conmigo misma le digo a sola, que ese tema remanido puede cambiar el orden de los acontecimientos, recurriendo a palabras nuevas y nacer de lo nacido. La historia se hace vanguardia. No hay duda que sola y conmigo misma, nos querramos o nos odiemos, nos necesitamos. Conmigo misma, responde a sola con otra historia.
   Se pone dentro de una mujer joven, parisina, ama las violetas y viaja a Nancy, para llenar su canasto y embriagarse del olor inefable de aquellas flores. Retorna a París, la esperan paredes con empapelados rasgados, tiene un gato que vive de eso, cuando queda solo.
   La mujer mira por la ventana la pared de enfrente, llena de musgo gris, que nunca supo que el sol existe. Se recuesta en un jergón, a sus pies duerme el gato, sobre violetas marchitas. Sueña con empapelados nuevos, mientras la mujer ronronea.
   Conmigo misma me resulta imposible salir de esta mujer. Sola me ayuda y recorremos París, con nuestros fracasos abandonados en el subte.

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