sábado, 30 de septiembre de 2023

VIVIR TODO

 

   Le moulin frecuentado por artistas y modistillas.

   Había tantos personajes. Pensar que yo era uno me hacía sentir un grande. Eran todos amigos, se abrazaban, estaban enamorados en un deja vu improvisado. Miro la mujer que me gusta y siento celos de los otros.

    Estoy de espalda, es primavera, había fiesta. Yo ahí en el medio haciéndome el diferente. Todos me consideraban un hombre sin importancia y sin embargo los quería tener cerca. En especial a la mujer con un vestido a rayas.

   Desde la habitación de esta casa estoy colgado en una pared, sin poder salir de mi letargo. Cansado de ser discriminado, me mata jugar con las rayas del vestido hecho por ella. Desconozco su nombre. Tiene cara de Marie.

   Le dije que la amaba y ella nada. Rompí el vidrio para que me escuchara. Se llenó todo de sangre. Pero no era sangre, era vino, me llegó hasta la boca. Sigo colgado, pero bajó mi cotización. Las manchas de sangre o vino fueron imposibles de sacar.

   Desde 1888 hay turistas que siguen de largo. Mi nombre es Renoir. Una niña que me mira sentada hasta que cierran el museo. Iba todos los días, merecía un premio a la fidelidad. Sería un honor regalarme a la niña. Quedó flasheada, lo pensó bien y me devolvió al museo. Igual no sé de qué hablo, si soy una falsificación.     

viernes, 29 de septiembre de 2023

VERANO GUARANGO

 

   Las playas en Enero están repletas, no sé si la gente ha dedicado su tiempo a reproducirse con generosidad, o los legrados están muy caros. Para encontrar una playa vacía en Enero, tenés que viajar a la loma del orto que, por coincidencia, tienen piedras, son angostas y eximios nadadores hacen uso. Cruzando el charco hay de todo, pero guarda el hilo con la contaminación.

   Está la posibilidad de islas lejanas, desde un avión se ven regias, pero te instalás y ves la furia del mar en olas. El tipo se siente invadido, un cacho de tierra lo soportan, pero el perfil turista lo remite a la perversión de cabañitas. Muchos mares coinciden en lluvias frecuentes. Nublados semanales o un Tsunami que se lleva todo a la mierda y la mierda también, los bípedos es lo que más producen.

   No entiendo mucho de aguas, de este mundo cada vez entiendo menos. Pero a mí, que no me roben el mar.

   —¡Fuera del agua todos! Porque los voy a mear jodido…

   Y eso que soy una ballena recién nacida y toda mi especie está de acuerdo.

jueves, 28 de septiembre de 2023

DISCONTINUOS

 

   Golpeé la puerta, Huberto estaba en la ducha, dijo:

   —No se puede.

    No sé a esta mujer qué le pasa, si antes de entrar yo a la ducha hizo pis:

   —Bueno paso, me hago encima.

   Miro la bañadera, un oso polar, Huberto seguía produciendo espuma de pies a cabeza. Me pregunta si ya me fui, le contesto:

   —Parece que el jabón lo regalan, ahorrá, ponete menos.

   Después del portazo me doy cuenta que viene la colonia de baño, luego el perfume, casi no queda. Se viste y mira el nudo de la corbata y mira el espejo, derecha, izquierda. Le interesó más su cara que la corbata torcida. Me da un beso y yo otro. Tiene olor a perfume, no le conozco el olor de su piel. Es una de sus tantas obsesiones, perfumarse todos los días. Toma su maletín y sale brincando. No viene hasta la noche. La casa huele tan bien, que hoy escribo, no limpio.

   Tengo un comienzo de ayer, me da el envión para seguir, releer, corregir una y otra vez. Cuando el dolor de cuello se torna insoportable y la cabeza me pica, abro la ducha. Busco la esponja y el jabón. No queda más jabón, la esponja está destrozada y el champú vacío. Me baño con detergente ala, no quedó colonia. Lo llamé al escritorio:

   —Decime Huberto, ¿Vos sos boludo o te hacés? Me dejaste sin nada para la ducha ─contesta que no se dio cuenta.

   Sigo escribiendo, llega la noche. El mejor momento para las ideas que drenan por la birome. Huberto llega muerto, pregunta que hay de comer. Le digo que se compre algo abajo. No puedo cortar esto, después se me va de la cabeza. Comió solo, llenó la casa de olor a fritanga. A las cinco terminé el cuento. No lo leí para no suicidarme. Caí como una bolsa de papas en la cama. Huberto se había ido, dejó una nota en la almohada. “Rita, aprovecho que estás en lo tuyo y me voy al laburo, hay pilas de cosas que no pude terminar, nos vemos.”

   Años juntos, no me molestó su ausencia.

   Tenía la cama toda para mí, perfumada.

miércoles, 27 de septiembre de 2023

HAY DERECHOS

 

   El cónyugue era pequeño, gordito y blanco luna. Rigoberta fue obligada a casarse con él, por su prosperidad económica. Eran tiempos en que lo sugerido se obedecía. Ella soportó reclamos amorosos del gordito, fuera donde fuera y en horas imprevisibles. Rigoberta se recibió de Abogada, su inteligencia y honestidad la llevaron a ocupar un cargo público, donde desarrolló planes prósperos, con el apoyo de gente humilde y trabajadora. Una Evita moderna, bah… Sus incrementos económicos aumentaron. El gordito blanco luna, le producía un asquito agudizado por su trabajo continuo.

   Una noche de odio se brotó por las exigencias del gordito. Tomó la Justicia de la mano, único modo de hacer Justicia. Propuso como juego erótico al gordito, el uso de la cinta de embalar.

   El gordito imaginó porquerías nuevas y se entregó. Llegaron las Fiestas, Rigoberta le dio a su marido forma de lechón encintado y lo mandó cocinar en la Panadería. Al asador le dio miedo el formato del lechón, pero teniendo en cuenta la rigurosidad justiciera de la Doctora, lo hizo. Los invitados terminaron la comida elogiando el valor nutritivo porcino. Varias amigas, de maridos obesos, le pidieron la receta. Rigoberta describió con verdad, el alimento. No le gustaba mentir.

   Al año siguiente, casi todas sus amigas enviudaron.

martes, 26 de septiembre de 2023

ESPACIOS

   —Ud disculpe, la veo pasar todos los días con su bastón blanco. Tenía una hija ciega, pero no se manejaba con tanta seguridad, la acompañaba alguna de sus hermanas, le resultaba imposible hacer trámites y bajar por las sendas de minusválidos, le daba vértigo.

   —Ud que ve, habrá notado cómo cambiaron los tiempos, son capaces de pisarla a una, por la liquidación de la esquina, o por tomar un micro. La velocidad se incrementó y trato de defender mis espacios. No me presenté, mi nombre es Clara. ¿Cuál es su gracia?

   —Mi gracia es hacer fuck you cada vez que pago, o quiero cruzar una calle, me llamo Pietro. Le adelanto que lo de los espacios es inviable, somos muchos, casi no quedan y los que hay son ocupados por manifestaciones…

   Pietro era el dueño de una Panadería y Confituras. Clara pasaba todos los días y a él le resultaba encantador, cómo detenía el tránsito con el bastón, se abría paso entre las personas dándoles golpecitos en las piernas. Entraba al Banco como a un palacio, en su cabeza portaba una cloche con flores verdaderas en un costado. Le cedían un asiento de inmediato y le pagaban con dos custodios del Banco, enamorados de Clara por su sutileza y buen trato.

   Pietro perdió la vista, andaba con el bastón que fue de su hija ciega. Tal vez un virus, a Clara no le parecía prudente preguntar. Entró al negocio vacío:

   —No se enoje conmigo, debo hacerle una confesión, que espero sepa guardar. No soy ciega, ni anteojos preciso, pero los beneficios que recibo me gustaría compartirlos con Ud, Pietro. Será un hálito de felicidad, es mucho mi descaro, pero yo sé que le gusto y Ud a mí también. Jugaremos a bastonear y alguna otra cosa que guste… 

lunes, 25 de septiembre de 2023

NO TIENE NOMBRE

 

   Mis cuentos no tienen la dignidad de los autores que resuelven la situación x, sin decir. Es un desafío, las palabras atropellan mi birome y salen en dulce montón, trato de rescatar el nudo pero las palabras ya están ahí, barroquizando aquello menudo que quise y no pude. Voy a sacar esta música, tal vez las notas se mezclan con mi inconsciente. El resultado fatal es no encontrar el pentagrama del cuento.

   Sigo escribiendo, hay palabras que la birome no me permite. Debo ir a defensa del consumidor. Ellos no pueden hacer nada, soy derivado a las oficinas de Internet. No está en sus manos, hay un millón de hackers suprimiendo palabras que afectan al gobierno. Explico que escribo a mano, en cuadernos rayados, no pueden suprimir esa libertad ni la de la birome. Hay instalados ojos térmicos en los escritorios de escritores.

   El que me atendió dijo, que pase el siguiente. Miro una puerta que dice “Director de Malos Entendidos” golpeo, me presento, preguntan mi nombre completo, dirección, número de teléfono, documentos. Con estruendo salen de la impresora sesenta multas por el uso tendencioso en mis relatos. Debo al estado ochenta mil pesos. Se paga cash o se embargan bienes personales. Sale un patovica que me sostiene del brazo, encuentra mi casa y me arroja en el zaguán. No hice cuentas, sería en vano, ni pidiendo a mi abuela alcanza para cancelar las deudas.

   Riiing, teléfono: una voz, de memoria, propone que si me avengo a trasladar dos valijas a Salta, dejarían sin efecto el castigo, se hizo un espacio y la voz de memoria pregunta ¿Sí o No? Contesto No. Camino por la calle con cuaderno y birome. Pasa un auto y destinan tres balas a mi estómago. Hay peatones que van y vienen, pido auxilio sin poder emitir sonido, la gente sigue  su camino. Todos evitan pisar mi charco rojo.

domingo, 24 de septiembre de 2023

ASUMIR

 

   Edna y Vera eran idénticas, vecinas y amigas. De sus almas, mejor no hablar.

   Vera había perdido a su Padre en una contienda confusa, la culpa fue de la Madre de Edna, acusada de homicidio culposo con premeditación y alevosía. Le había clavado un cuchillo en el corazón. Era una mujer inocente. Aceptó salir culpable para que fuera inocente su hija Edna.

   Los cuatro Padres se reunían los fines de semana. Todo puro jarai ja ja. Eran alegrías fingidas, Vera se dio cuenta de inmediato por sus miradas permanentes por roces y sonrisas premeditadas.

   Su Madre parecía ser amante del Padre de Edna. Prefirieron no opinar ninguna de las dos. Ese tema a ellas no las involucraba. Siguieron yendo al Cine, conocieron lugares desconocidos que les hicieron saber que Buenos Aires era mucho más que eso. Había chicos que las seguían. Ellas ni los miraban.

   —Mejor olvidar que existen las parejas, ¿no?

   —Psi.

   Debajo de una historia siempre hay otra escondida y otra y a lo mejor otra.

   —¿Esta noche me podés acompañar? Es un tema delicado.

   Vera estaba muy intrigada por ese llamado. Edna dirigía, nunca preguntaba, Vera obedecía. Se encontraron en un boliche oscuro con olor a viejo, café quemado y en ese contexto le contó todo: siempre le había gustado el Padre de Vera, lo persiguió hasta  gastarlo. Él le huía y le daba odio, porque a él también se le notaba.

   —Un finde que vos te fuiste con tu Madre a la costa, me quedaban sábado y domingo para comerle la boca. Entré sin llamar y él estaba en la cocina, encontró lo que buscaba, como hacen en las películas fue en la misma cocina. Me dolían las vértebras, hacerlo con el filo de la mesa en la espalda. Se puso pesado, me dio con todo. Hasta me ató las manos. Lo hice sin darme cuenta, tomé la cuchilla grande y se la ensarté en la panza. Le conté a mi Vieja, fue el domingo a la noche, llegó volando. Sin hablar, quitó la cuchilla y la lavó con mucha minucia: “Ahora pasale estos trapos a todos los lugares donde hayas dejado tus huellas.” Me hizo jurar que no diría nada. Ella quiso pasar como asesina. Y yo la dejé. No sabés cómo me arrepiento por mi cobardía. Decime algo, Vera, por favor, ¿qué hago?

   —Te podés presentar y decir la verdad. Además, qué hija de puta que sos, mataste a mi viejo y me lo decís como si hubieras ido a comprar frutillas. Y para que sepas, yo me cojo a tu viejo, como debe ser, con amor y en silencio.

sábado, 23 de septiembre de 2023

NOS PROYECTA

 

   Eran doce hermanas de la menor a la mayor nacían cada vez más agraciadas. No se podía controlar a tantas niñas y jóvenes.

   Su madre quedó tan extenuada con las crianzas, pensó que una buena compensación era dormir en una playa lisa y olvidada semejante a su rol materno. Una noche entreabrió sus ojos y un mosquito le picó la nariz. Sintió su sombra, era tan sensible como capaz de encontrar un piojo en los cabellos de cualquiera de sus hijas.

   Un día se produjo el milagro de una especie de fantasma durmiendo a su lado. Durante el amanecer pudo ver la sombra de un hombre con capa y sombrero de tres picos. Aquel caballero se acostó en sus ojos tan azules, a ella le sorprendió aquel color. Se desconoce qué pasó con ambos.

   La mujer era viuda y sus hijas se manejaban con toda libertad, sin la presencia de su madre. Parece que el caballero caballeroso le compró un castillo a la ahora su amada. Su generosidad era tan amplia que adquirió seis castillos más, dos para cada hijastra.

   Todas las chicas advertían sombras diferentes y amenazantes. Decidieron vivir en la playa con cuatro sendas carpas recién compradas. Parecía una aldea. Las carpas distribuidas como se les dio en ganas.

   En el tiempo cada una de ellas encontró sus propias sombras. No había tanto misterio, que todas tuvieron novios, amantes y hasta maridos.

   De noche era un coro de gemidos. Algunas veces cambiaban de parejas, era inevitable. Para eso están las carpas y las sombras.

viernes, 22 de septiembre de 2023

SECRETOS ESCRITOS

 

   Cuando por fin quedé sola  revisé toda la casa. En algún lugar tendría que estar. Me fijé hasta debajo de las camas, mi abuela me dio algunas pistas. Señaló un petit mueble con varios cajones.

   Me pidió que no leyera un diario que contaba la historia de esa casa. Cuando algo me era vedado no paraba de buscar lo que estaba prohibido. Era suficiente para volverme loca y encontrar el libro de hojas amarillentas. Contaba cosas tristes hasta llegar a la alegría. Relataba casamientos, asesinatos, celos, que venían del más allá o del más acá. Tal vez no he leído bien.

   Mi abuela tenía letra tipo médico, había que descifrar las palabras. Hacíamos que nos queríamos, pero en realidad nos odiábamos. Culpa de mi madre que siempre habló mal de ella y me decía que no le creyera nada.

   Todo eso estaba dentro de un texto intitulado letra chica.

   Ahí descubrí que soy adoptada, lloré mucho, no sabía nada. Mi abuela se encargó de mí a las cachetadas y con una nana que se ocupó toda la vida. Nunca supe si mi padre era una mentira y mi madre se había rajado con otro hombre.

   Al librito lo hice ceniza, me hacía mal hasta su existencia.

   Hace un calor de putas y esa cuasi familia merecía un buen baño para que no quedara ningún residuo de las mentiras dolorosas.

jueves, 21 de septiembre de 2023

ALFILERES, MARIPOSAS Y BANDEJAS

 

   Estaba abandonada en el rincón donde jamás se pasa un plumero. Era una bandeja enmarcada en madera. Un vidrio que reproducía Río de Janeiro con cientos de alas de mariposas tornasoladas. Rompí el vidrio para acariciarlas y sentir la suavidad. A medida que las tocaba se iban deshaciendo hasta transformarse en cenizas, un viento repentino se llevó las cenizas. Quedé muda y sin ilusión. La tía Coca en extrañas coincidencias me mandó de regalo una caja de madera rococó rosada. Contenía una mariposa agonizante que todavía aleteada. Estaba prendida a la caja con un alfiler de esmeralda en el medio.

   Cuando fui obligada a mi boda con un Duque de veinte años mayor que yo. No lo hubiera soportado una sola noche en mi cama. Cuando pretendió consolidar nuestro matrimonio le clavé en el medio del pecho el alfiler de la mariposa, que al Duque lo mató.

   Ella volaba como por vez primera y yo la seguí, quería volar como ella, aunque me hiciera polvo en el aire, que no es lo mismo que te echen un polvo, evidente sin mente.  

miércoles, 20 de septiembre de 2023

THOMAS ALVA EDISON

 

   Le daba fobia la electricidad al prender la licuadora, tapaba sus oídos. Al microondas le temía menos pero siempre pedía ayuda para enchufarlo. Cuando quería ir al baño, si nadie le prendía la luz, no iba. Compró pañales geriátricos para tal situación, en ocasiones le rebalsaba, era humillante llamar a su Vecina para que la ayude.

  Cuando le tuvo fobia al teléfono, no se atrevía a levantar el tubo por miedo a quedar electrocutada. La comunicaron con un Acompañante Terapéutico, para ver si podía asistirla las 24 horas del día. Le contestaron que sí. A las cinco de la tarde apareció el Acompañante.

   Era joven y atento, le prendía y le apagaba las luces de toda la casa. Cuando quería ver una película le entregaba el control a él. Le parecía que por los controles pasaba electricidad. El Acompañante se fue sin saludarla, tenía miedo de no poder disimular que la odiaba, llamó a un amigo para que lo reemplazara.

   Ni bien se vieron, notaron una conexión más allá de lo conocido. Tenían los mismos gustos. Él se le adelantaba en sus mandatos. Prendía la tele antes que ella lo pidiera. Iban al baño juntos para prenderle la luz. Él se quedaba esperando y después la acompañaba al dormitorio.

   ─¿Apagaste la luz del baño?

   ─No, todavía no, tuve que prender la del pasillo, la de su mesita de luz y después apago la del baño.

   Esa situación, amo y señor, duró cuatro años. Hicieron un festín para festejar el aniversario. Él trajo un estuche. Seguro que es un anillo de compromiso, pensó ella. Pero comieron y brindaron y el estuche no se lo entregó.

   ─Compré un anillo para mi novia y como usted tiene muy buen gusto, quería que lo viera y emitiera su opinión.

   Ella le dijo que era precioso.

   ─Para usted tengo otro regalo, más placentero que un anillo. Me lo mandaron de Suiza, es a pila y sin enchufe, tiene seis velocidades. Abra el paquete por favor.

   Ella le sacó los papeles de afuera con cierta premura. Se encontró con un objeto raro.

   ─Hágalo funcionar, yo también lo quiero ver, le adelanto que es un consolador. Lo puede usar a cualquier hora del día y de la noche. No se lo mande muy adentro porque después para sacarlo, voy a tener que venir yo. Le va a gustar, le va a gustar tanto que hasta los vecinos la van a escuchar.

martes, 19 de septiembre de 2023

NO HABRÁ PECADO

 

   Hermanos pegados, Remedios y Pedro, primero la Madre dijo a todos que eran muy unidos. La Madre de Remedios se encargaba de bañarlos. Todo comenzó cuando se irritó la piel que iba al lado de su hermano, le ponían talco, pero la piel se le abría punto hilván y cada tanto se lastimaba y no cicatrizaba. El Médico diagnosticó: Cicatrización lenta, muy raro a su edad. A Pedro lo bañaba su Padre y sucedió lo mismo que a su hermana, pero del otro lado.

   En la Clínica les dijeron que los mandaran a Estados Unidos, era un trabajo que los Médicos de allá lo resolverían. Primero se pusieron contentos, hasta que la Mutual les informó que podían pagar la intervención, pero no la estadía, de modo que los niños sólo podían retornar en un asiento individual para ambos, sin pos operatorio y sin atención médica, viajaron.

   Le tenían terror al avión y se apretaban uno contra el otro, en los pozos de aire parecían un bulto con dos cabezas. Los Padres los recibieron y fueron llevados a la casa. Les quedó el trauma de todo lo que sufrieron y no querían separarse ni para dormir. Los Padres les cedieron su cama matrimonial.

   Cicatrizaron muy extraño, las pieles de ambos se unieron, Remedios y Pedro eran felices. Los bañaban juntos en un recipiente de dos plazas, no sentían vergüenza por sus partes pudendas, la costumbre de estar pegados.

   Cuando se desarrollaron, Remedios se enamoró de un chico y Pedro de una chica. Fueron muy comprensivos y encubicularon como pudieron, un acto acrobático donde el chico de Remedios y la chica de Pedro, se enamoraron y batieron la retirada.

   Tuvieron parejas de toda índole, pero terminaban igual, el chico y la chica se gustaban y piantaban. Remedios y Pedro, sin pensarlo, empezaron a tener sexo entre ellos, se convirtieron en incestuocidas y tomaron las precauciones para que Remedios, no quedara unpregnant.

   Pero quedó. Por suerte fue hijo único y le enorgullecía que sus Padres eran tan unidos, que no se separaban ni para ir al baño. Sólo Pedro y Remedios sabían, lo mantuvieron en secreto para siempre. Los Padres lamentaron mucho que Remedios fuera Madre soltera, pero a la llegada del niño, decían que fue un regalo del cielo.

lunes, 18 de septiembre de 2023

REFACCIONES

 

   Hacía 35 años que estaban juntos. Se dijeron todo. Agotaron sus anécdotas de infancia, de adolescentes, cuántos amigos muertos y vivos. Iban todos los días a tomar un cafecito en un banco de la plaza. Luego caminaban algunas cuadras para desentumecer el cuerpo. Hacían todo en silencio.

   Un día, una moto casi la atropella. El Marido le gritó que tuviera cuidado. Ella también hizo uso de la palabra y le dijo:

   —¿A vos qué te importa?, era un chico joven que no me vio, pensaba en su novia, o en pasar el auto que tenía adelante.

   —Fue mi oportunidad para enviudar, de paso me sacaba un peso de encima.

   Siguieron caminando, sin mirarse, no iban del brazo. A veces alguno de ellos se adelantaba y cuando calculó que llegaban, ella le avisó.

   —Perdiste la memoria, igual que yo. ¿Dónde vivimos? A mí me parece que en el Geriátrico de la esquina.

   —Esperá un poco, no somos tan viejos como para vivir ahí.

   —¿No te acordás?, le dejamos un testamento a nuestro hijo, donde decía que podía ocupar nuestra casa y meternos en un Geriátrico.

   —Tenés razón, qué hijo degenerado tuvimos, parecía tan bueno. Yo no sé, la verdad.

   —Yo no quiero vivir en un lugar con olor a pis.

   Siguieron caminando entre las vías del tren que ya no funcionaba.

   Se equivocaron, los trenes fueron refaccionados. Ellos pensaban que como eran tan viejos, no les pasaría nada.

domingo, 17 de septiembre de 2023

HORNERO

 

   No anduvo más. Cruzaron a campo traviesa buscando la única luz que parecía cerca. El suelo, sin sembrado con mojones húmedos y vizcacheras no previstas. A ninguno de los dos le importó el cuidado de no embarrar ni ensuciar nada. El objetivo era llegar y el silencio pareció acortar el no camino. Ladraron una decena de perros escandalosos y salió un viejito giboso y barbudo, con pelo largo y ojos escondidos. No había galería ni otro preámbulo, la puerta estaba abierta y el fuego invitaba junto con la mano centenaria. Piso de tierra apisonada y paredes de adobe. Tenía forma de hornero, el rancho, el viejo lo quiso así y así fue. Hasta se sintieron pájaros allí dentro.

   Hablaron del auto roto, él agradeció que se rompiera alguno de cuando en vez, eran sus únicas visitas. El resplandor iluminaba el brillo de los ojos escondidos mientras hablaba su vida de animal de la tierra. Ellos se durmieron entre pieles de oveja y el viejito arrullaba sin detenerse su propia historia.

   Abrieron los oídos antes que los ojos, un lejano ruido de motor los hizo salir del nido. Los perros no ladraron, el viejito se esfumó. En silencio se miraron y vieron allá bien lejos, el punto rojo. Era el auto que se tragaba el horizonte.

sábado, 16 de septiembre de 2023

MI CHAPLIN PREFERIDO

 

   Yo, tomé ice cream de chocolate y el café, los dos solos. Mi madre era adicta a la limpieza, al tejido, a la televisión y al teléfono. Nuestras salidas le aburrían soberanamente. Era precisa, de mente soberana. Papá opinaba, entre murmullos cómplices, que mejor ir sin ella, para no disgustarla.

   En algunas ocasiones mutaba en madre sonriente y esposa abnegada. Aceptaba acompañar nuestra salida. Hablaba todo el tiempo, se quejaba todo el tiempo, de nosotros todo el tiempo. Que hacía ruido con los sorbetes de mi amado ice cream, el chocolate era pésimo para mi organismo, estar encorvada era malo para mi columna. Luego venía el turno de mi padre. La indignaba que tomara café con el meñique levantado, de ordinario, decía. La corbata azul marino con cabecitas de bóxer, un bochorno para sí misma y para él, que era un hombre grande.

   Papá la miraba, en realidad miraba la señora sentada tras mi madre y le explicaba, que esa corbata era inglesa, regalo de su tía Ema, que también levantaba el meñique para tomar café, té, vino o champán.

   Si mi madre, molesta, partía sin excusas, ponía cara de herida de nada y decía que la comida estaría lista a las ocho en punto. Pretendía intimidar, con su mano de paloma nerviosa, llamando un taxi y dejando la memoria del horario.

   A mí me ponía contenta que se fuera. Papá recuperaba el oxígeno y proponía cruzar al cine de los dibujos animados. Su pasión más alta. Y la mía. Cuando el entusiasmo superaba el horario de la demente soberana, comíamos unos panchos en el Bar Jaulita.

   Entrando en casa, mi madre hablaba por teléfono, tejía y miraba tele, todo en simultáneo. No percibía nuestra llegada. Nunca nos percibió, gracias a dios, si existe y a la virgen, si fue tan virgen, como decía mi tía Ema, que era atea de nacimiento y odió a mi madre, hasta su muerte.

viernes, 15 de septiembre de 2023

NEGOCIA Y CASTIGA

 

   —Escribí polenta, poné carne a la parrilla.

   Es como pretender mar azul en Las Toninas, agua marrón, gordas gritonas…

   —Nunca me gustó la polenta y la carne tampoco. Tirame alguna idea.

   Qué va a tirar éste, ¿un estímulo?, si tiene tres neuronas es demasiado.

   —Vení flaco, mirá por la ventana, ¿qué ves?

   Me dan ganas de preguntarle: Veo veo ¿qué ves?

   —Hay un árbol y abajo un hombre apoyado con una mano, con la otra se busca el pito. Su proyecto está a la vista, hace pis. Una mujer lo llama, tiene un sólo zapato, el otro casi no se ve, pero está, lejos. Hay un policía que la llama desde un balcón, o es el amante, o el marido, trabaja en la policía, lo lleva en la cara y le dice con una voz que se traga el viento: “Vení, no lo vayas buscar, está loco, hace pis en la calle, vos que amás los árboles, está meando uno.” Ella corre con desesperación y lo alcanza, se dan un abrazo como el primer abrazo. Suben a la camioneta a buscar un mar azul y tibio.

   —¿Y después?

   ¿Qué quiere que le diga el mandril?

   —Ya está, ahí lo tenés, es el cuento corto que me pediste, dame un adelanto, en casa lo único que hay para comer es polenta.

jueves, 14 de septiembre de 2023

CUÁNTO, CUÁNTO, CUÁNTO TIEMPO

 

   Cuando viajo a dedo me pierdo. Entré en un pueblo llamado Bom Principio. Caminé por calles con olor a pan recién horneado. Luego de caminar esas casas de aspecto medieval, me perdí. Un señor viejo y encorvado preguntó si no desayunaba con él. Lo vi tan solo que acepté. Elogié su casa de maderas antiguas, como una casa de cuentos, flores en macetas colgantes y el resto austero. Dijo que podía recorrer la casa a mi antojo. Él prefirió su silla hamaca, con un bastón que golpeaba el piso una y otra vez. Entré, había olor a naftalina con humedad. El aire ausente de toda brisa. Nadie se trasladaba por la casa. Algo quedó quieto. Entré al escritorio, tenía una foto del führer con Goebbels brindando con algo. Había carpetas por orden alfabético, más fotos de convenciones nazis.

   Alguien me tocó el hombro con un bastón, era el señor viejo y encorvado, venía su siesta. Acordamos que lo visitaría al día siguiente. Llevé mi maquinaria fílmica, fotográfica, grabador y un bolso invento propio.

   Hoy estaba más achacoso, igual me seguía, al escritorio, al dormitorio, al living de sillones olvidados de color. Nos despedimos, no pude extender mi mano. Escribí lo vivido, publiqué las fotos y el señor viejo y encorvado guardaba un parecido escalofriante con Gustav Adolf.

   Mi artículo se publicó en todo el mundo y el material crecía en seguidores.

   Le acercaron un sobre blanco, debía extraditarse a Estados Unidos. Cuando lo fueron a buscar tenía el uniforme completo, con gorra y medallas ganadoras. Todo atado con sogas porque le quedaba grande.

   Me vio entre el contingente, con extrañeza. Yo levanté mi brazo y dije:

   ─heil hitler. No sé por qué hice eso ¡Qué sé yo por qué!

miércoles, 13 de septiembre de 2023

...Y QUÉ MÁS?

 

   Vi una película, no quería que se fuese de mi cabeza ni de mis ojos y sentir la butaca que dejé al salir. Qué golpe bajo el olor de hamburguesa, papas fritas y mugre, con que te recibe el mundo.

   —¿Te gustó la peli? Después que me invitaste, me arrepentí de no haber ido.

   La tía Nela es así, vive arrepentida de lo que no hizo.

   —La tengo en la cabeza, te la perdiste. ¿No me la ves en la cara? Me dio vergüenza, en el micro la gente me miraba, pensé que tenía la película en la cara, quise borrarla y no pude. ¿Nunca te pasó?

   Mi sobrina vive de mirar películas, la entiendo, como una vez me dijo:

   —No tengo plata para viajar. En el cine conocí casi todo el mundo. Nunca se gestaron en mí, historias de guionistas y directores que me den vuelta la cabeza. Hay actores y actrices entrañables, me gustaría tomar el té con alguno de ellos y que me cuenten detalles de sus personajes, como el de los gestos donde aparecen sentimientos nuevos, o acciones que anuncian lo que no se dice.

   Nela suspiró con dulzura, es diabética, no podría suspirar de otra manera.

   —Sobrina, te invito a la plaza, a mirar caras, ver formas de caminar, las distintas edades, el olor de una librería vacía. Escuchar palabras perdidas que te pintan un mundo estridente, lleno de secretos.

   Mirá la tía Nela, fue como un regalo que nunca imaginé de ella. Tengo la esperanza que tomando un té, con alguno, me cuente historias de su vida. Es pródiga la tía Nela, será por eso que siempre se arrepiente de no salir a ningún lado. Dice:

   —Hice de todo, hasta fui Jueza. ¡Cuánta ingenuidad! Éste es un país de yeso. No me cabe más nada, no hay más butacas, ni espacio, ni entradas.

martes, 12 de septiembre de 2023

DUDAS

 

   Saturado de velocidades, ruidos y desengaños, le dieron una escuela, en la Quebrada de Humahuaca. La pura montaña y veinte coyitas que asistían a sus clases, sin faltar jamás. La comunicación ocurría con el placer de la confianza que otorga aprender jugando. Cuando los niños volvían a sus casitas lejanas y dispersas, Jano pensaba artilugios para el día siguiente. Pasados cinco años, con sólo dos visitas de inspección, sin molestias, era admirado por su trabajo, en el medio de la nada. Los pagos se hacían de a pié, por algún padre comedido, que viajaba a San Salvador todos los meses. Jano guardaba la tercera parte para comer y le pedía al buen señor, que usara el resto en insumos de papales lápices y tizas. Era la fiesta de los chicos, cuando Jano distribuía el material.

   En las noches de verano, dejaba que el cielo se le volcara encima y tantas estrellas le provocaban dudas. Él era un dudador permanente, ese detalle lo hacía sentir vivo, le complicaba los días, de apariencias iguales. A fines de un invierno, quiso volver a Buenos Aires. Esperó la llegada del nuevo maestro. Confundido en los abrazos apretados de los niños, sin palabras y sin lágrimas, dudó en partir. El nuevo maestro lo llevo al tren de prepo. Le decía que ahora le tocaba a él, aquella maravilla.

   Jano llegó a su casa, donde lo recibieron con la misma indiferencia que cuando dijo que se iba. Besos de memoria y preguntas previsibles le hicieron dudar su estadía en familia. Su madre tenía una cara nueva, dibujada a bisturí y rellenos. El alma no se opera, pensó Jano. El padre le dio un buen trato, él sí parecía operado de su sarcasmo. Le propuso salidas de cafés y arboledas meditadas. Jano dudó de aquella entrega inesperada, pero como se pensó mezquino, borró su duda. Se entregó a los delirios hablados de su padre, como un cordero confiado.

   Durante un almuerzo su madre, “cara nueva”, preguntó si había ahorrado dinero, en aquellos años trabajados. El padre carraspeó y la miró feo. El hijo contó, alegremente, que casi todo lo gastaba en aquella gente desposeída.

   Ella, sin mirarlo, lo insultó con voz de gallineta mal servida. Jano dudó si el destinatario de las soeces palabras, era su padre o él mismo. Pensó que lo mejor era dejar la mesa y batirse en retirada. Ambas potestades se colgaron de su espalda. Los dos a coro, con horror y furia, le gritaron que lo menos que podía hacer por ellos, era pagarles sus deudas, que eran muchas. La casa, el auto, las cirugías, el fracaso de la empresa. En fin, no eran una familia, eran deudas.

   Así como sentía pasión por las dudas, Jano tenía horror por las deudas. Arrancó las comadrejas de sus ropas y viajó al norte, sin dudarlo, ese mismo día.

lunes, 11 de septiembre de 2023

UN MAESTRO CASUAL

 

   Buenos Aires era más grande de lo que pensé. En mi edificio no existía el saludo, ni el “pase Ud primero”.

   El Encargado estudiaba Medicina y no socorría a nadie:    

   —Tiene que ir a la Inmboliaria, yo rindo hoy.

   Lo viví como un ejemplo de primero yo. Fui a una Editorial, de un viejo solitario que pasaba el tiempo leyendo, y sabía tanto que abrumaba. No usaba lentes, se notaba su genio antividrio. Ni me miró.

   —Trae algo para que sea impreso?  La ambición asfixia. Deje lo que trajo, sobre esa pila. Lo leeré cuando termine con los otros, si en las primeras dos páginas despierta mi asombro, la llamo. Deje el nro. de celular. Y lea, la persona que no lee, no tiene palabras. En esa mesa hay cosas interesantes, llévese lo que quiera, no le cobro nada. Ud tiene cara de honrada.

   Arribé a mi edificio y se despertaron mis manos para enriquecer aquel texto.

   —Desciende de irlandeses, me di cuenta, me llama el segundo día de su visita, está ansiosa. Relájese, mujer, ya le di una hojeada a su texto, es interesante pero sus personajes no hablan con verdad. Deje su caballo suelto, de él aprenderá el ritmo y vuelque su alegría joven. Principia con esperanza y misterio. No se lee el misterio. Modifique esa parte, lo sensible ante todo. Piensa que son dos viejos que se aman, de toda la vida. ¡No! Nadie ama para siempre y si es así se pierden de muchas cosas. El principio es perfecto, se va quebrando de a poco y muere antes del fin. Le doy un consejo, lea todo lo que pueda y deje que las palabras decanten. Escriba sin prisa. Nadie la corre. Construya temas diferentes, nada de melodramas, ni situaciones obvias. Dos años serán suficientes, para doce cuentos. Ud necesita de mí y yo de Ud, no llene su cabeza con que me voy a morir antes, o que le pasará lo mismo. Quiero leer algo asombroso, si no sale ahora, tome el laxante de ponerse las pilas…como hacemos todos.

domingo, 10 de septiembre de 2023

FUE LA DECISIÓN

 

   —Ya revisamos todo, no hay ninguna libre, en muchas viven hasta tres familias.

   Nico miró hacia abajo, los autos circulaban, los edificios y las casas, igual que antes.          

   —Sigamos por el costado del alambrado, la casa está abandonada y rodeada de eucaliptus —dijo Santos.

   Cómo se acostumbra uno, hace cuatro meses que los dejaron en la calle, les sacaron todo a la vereda. Ellos tuvieron que prestar declaración, a las dos horas volvieron y no quedaba nada, hasta el cusquito negro se llevaron.

   —Queda lejos, siendo jóvenes podemos arreglarla y vivir ahí —dijo Nico, con esa voz de viejo sabio que se le ponía.

   Tuvieron suerte, tapera no estaba, Romerito era constructor y Santos, arquitecto. La estructura firme, los vidrios enteros!, puertas y ventanas oxidadas pero funcionaban. Nico daba órdenes y los otros, para que no hubiera fricciones, buscaban los canutos de pintura y cemento que ocultaban a 2 km más abajo. El mismo día empezaron y a la semana estaba terminado. Algún detalle, como zócalos, canillas o goznes, los conseguían las chicas que todavía ocupaban la pensión del pueblo. Los novios sabían que limpiaban casas, pero así no ahorraban nada. Hacían de putas, buscando hombres grandes y respetuosos. Ellas ponían las tarifas y juntaron más que fregando pisos.

   La decisión que tomaron fue un tácito secreto. Nunca hablaron del asunto. Juntaron buen dinero, un viejo octogenario les regaló una camioneta casi nueva. La cargaron con elementos de trabajo y provisiones. Partieron a la casa, sabiendo que sus novios trabajaban de peones golondrinas. Se reunieron los seis, una noche de verano. Festejaron con champagne estacionado, del abuelo de Nico. Las chicas prepararon empanadas.

   Al día siguiente comenzaron las refacciones de la casa y el huerto del que provendrían sus alimentos. Romerito tomó una foto de todos, con el fondo de la casa y corriendo llegó justo al click. Le hicieron un revelado casero y lo ensartaron en un marco que encontraron en el fondo de la casa. Los seis habían estudiado y terminado sus carreras. Les daba risa dónde habían ido a parar.

   Sucedieron años, hubo trifulcas y alegrías. Tuvieron hijos que un día partieron, como hacen los jóvenes, en busca de vaya a saber qué horizonte. Cincuenta años después, Santos Junior en su auto nuevo, recorrió el lugar hasta encontrar la casa, estaba tapera. Empujó la puerta del living, no había nada, sólo un sol que rasaba la foto aquella, de las tres familias. Todos tenían caras de felicidad recién nacida. 

sábado, 9 de septiembre de 2023

LA PUTADA

 

   —Y…, no sé, a mucha gente le va a parecer raro.

   Puse esa cara torcida de remordimiento, ya ni me doy cuenta, como él ni se da cuenta de mí. Hacen tantos años que estamos juntos, a lo mejor lo que pensamos, es cómo intercambiar nada. Entonces viene la venganza descarada… “Yo fui una chica que desde los doce era una putita, luego una puta y después una putona. El primer chico que conocí me hizo doler el alma.

   —¿Sabés qué pasa, Olga?, mis amigos me dijeron que parecés una atorranta.

   Justo él, que no pudo hacer ni reemplazar, mis deseos intactos. Fue vertiginosa la cantidad de hombres, como decía una cuñada que tenía:

   —Los salames que me bajé al sótano.

   No tenía ninguna amiga, pensaban con miedo de contagiarse mi putez.

   —Flor de burras las minas yo me daba permisos porque se me daba la gana. No dejaba títere sin por lo menos un touch and go. Cuando algún imbécil preguntaba:

   —¿De qué religión sos?

   Lo miraba con asco y le contestaba:

   —Mi religión es el sexo y cumplo con todos sus preceptos.

   El tipo que apostaba para Seminarista, tuvo relaciones conmigo, teniendo puesto un forro pinchado. Quedé completamente embarazada, no tenía guita para un aborto. Lo tuve. Con la desgracia que fueron mellizos. Me arrancaba los pelos de la bronca, no me dejaban dormir, crecieron y siguieron multiplicando su idiosincrasia de molestar en continuado.

   El día que encontré mi mejor ropa embarrada en el fondo, lo decidí. Me puse bencina desde los pelos hasta los pies y con un fósforo de una caja de Tres Patitos, me incendié”.

   Aunque no había computadoras, el caso de esta persona se viralizó. Decían que era una forma de purificación, más o menos lo que dicen, que cuando te morís vas al Cielo o al Infierno, en mi soberbia opinión cuando decidís eliminarte, es porque tenés las bolas llenas. Acá termina el cuento, habla de pasiones numerosas, si no te va, ¿sabés lo que podés hacer? Vos sabés.

viernes, 8 de septiembre de 2023

TEJER PALABRAS

 

   Perdí mis amigos, mis hermanos, mis primos.

   No por fallecidos, peor, el alma les dejó de existir, justo lo que no tiene fecha de vencimiento.

   Corté las visitas que no eran.

   Ellos consideraban que yo, no era.

   Los hice desaparecer de mi cabeza. Proyecté una vida futura.

   Edité un libro, no vendí ninguno. Perdón, vendí uno a mi mamá. Quisiera escribir como algún grande de la Literatura Universal. Mi próximo libro será de episodios novelados, con superhéroes, ciencia ficción y dos o tres polvos explícitos. Si el mercado joven se entusiasma con mundos paralelos, donde la intimidad se expone con descaro, ellos pegados a las computadoras y el pegamento iuhu, es para siempre. Deseo que apaguen las pantallas, la vida pasa por ahí, sin que ellos lo adviertan.

   El mercado adulto suele comprar libros para regalar, sin leer previamente. El regalado tampoco los lee y mueren de lomo en bibliotecas que sólo el plumero acaricia.

   Trabajé mucho y seguiré, hasta que mis dedos artríticos no puedan sostener la birome y escriba disparates, siempre buceando, siempre volando.

jueves, 7 de septiembre de 2023

QUE NADIE SEPA

 

   El tamborcito me lo regaló Rita, cuando cumplí dos años y lo escondió mi madre, cuando tuve cuatro. Aguantó bastante, la pobre. Tenía hermanos antes que yo y después que yo. El séptimo era el único que tenía ideas, luego fueron ideología, se fue de casa para no comprometer a todos. Y se lo consideró desaparecido. El hijo preferido de Mamá, la volvió loca, ausentó su memoria y perdió las palabras. Papá la llevó a Irlanda y allí viven como si fueran nuevos. Nosotros quisimos quedarnos con Rita, que había perdido cinco hijos y un marido, en las mismas circunstancias que mi hermano. Nos recibió en su casa, se encontraba con el mismo deterioro que ella, la hicimos reparar, agrandamos las ventanas y achicamos la puerta de entrada. Ignoro la razón.

   Cuando cumplí treinta y tres años pensé que moriría y me pareció bien, muy bien. Pero con esta mala suerte que tengo, no sucedió. Tía Rita, ahora le decimos así para que sienta que somos parientes, encontró el tamborcito en nuestra casa primigenia.

   —Llegué a tiempo, sobrino, las ratas parecían dispuestas a comerlo.

   Todavía tenía los palillos, le mostré cómo tocaba con el tamborcito entre las rodillas. Los redobles conmovieron hasta a mi padre, que para nuestros cumpleaños, nos visitaba, sin Mamá, que tenía 43° de delirium tremens, y estaba convencida que nunca tuvo hijos. Descubrí mi vocación y les conté a todos:

   —Primero voy a estudiar batería con un gran Maestro y cuando me dé cuenta que sé, uno sabe cuándo sabe,  le diré al Maestro: good bye. En esta profesión, hay que saber inglés. Formé un grupo de jazz con tres amigos. Teníamos conversaciones de músicas, antológicas. Los admiradores nos llamaban: “Dave Brubeck Quartet”. Nuestro perfil era underground 100%, una noche, entre el público, encontré a mi hermano desaparecido, que no le avisó ni a Mamá. Gritaba mi nombre, no lo saludé. Soy un músico con ideas, tengo ideología, eso me permitió hacer de cuenta que no existía, después de todo era un desaparecido, hasta de la memoria de mi madre.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

I DON`T REMEMBER

 

   Manuel se vio en figurillas cuando le pidieron colores y distribución de una bandera. Era una persona humilde, introvertido, no le interesaba andar haciendo bandera. Las personas de sangre fundacional querían algo que glisara, un palo al que llamarían mástil, era más distinguido. A los custodios de Manuel no les daban las manos para atender los mensajes de Bastos, Copas, Oros y Espadas, máximos poderes que darían el origen a la Corrupcracia.

   Era bueno Manuel, quiso un lugar tranquilo para distender tales presiones y fue llevado por una diligencia, hasta Paraná, donde en un río prístino, de harinas blancas, tomaba baños solitarios. Luego se tiraba en un catre de campaña de dos plazas. Tomaba sol estilo panqueque.

   Muy sobrio en sus comidas, por temor al engrosamiento, pasado una semana, hizo una profunda meditación que le fue transmitida por el Gobierno de Indias. Apareció su único amigo, Martín (todavía no canonizado). Ambos eran generales, allí se conocieron, les trajeron los uniformes, para las batallas usaban dobles de cuerpo.

   Recién vuelto de la Francia, Martín le señaló los colores de moda del banderío europeo:

   —¿Qué te parecen?

   Manuel inhaló en silencio y exhaló hablando:

   —Todo muy colorinche, quisiera algo más tranquilo, como los ojos celestes de Guillermo Brown, no sé si lo conocés, es un pura sangre inglés. Lo combinaría con blanco, que es contenedor de todos los colores, si giran a velocidades de alta gama.

   Las telas fueron cosidas por costureritas de malos pasos, tan rápidas en el arte de resolver. Manuel se sintió algo contrariado.

   Su idea era mitad celeste, mitad blanco, pero hubo una confusión matemática de estas mujeres prácticas, pero analfabetas. A él le dio pena corregirlas y la dejó así, celeste, blanco, celeste. Cuando la vio terminada le pareció tan aburrida, que aconsejado por Napoleón Mandaparte, agregó un sol amarillo patito, al medio, con ojos, nariz y boca. Entrando en los 100 años de vida, Manuel preguntó a Martín:

   —¿Vos sabés para qué sirve la bandera?

   El amigo lo miró, acostumbrado a sus tontas preguntas y le contestó por lástima:

   —Ay, mi querido, es para poner junto a otras de países diferentes en el frente de los Hoteles, de cuatro estrellas.

   Manuel respondió:

   —¿Vos sabés que me había olvidado completamente…?

martes, 5 de septiembre de 2023

PROPIO

 

   —No tiene corrector.

   Onorato escribe muy bien, es meticuloso, revisa cuatro, cinco veces, si lo considera necesario.

   —La historia la cierro, que me guste a mí y al Abuelo, que publicó “Los tutores del sexo”, con seudónimo, sino las damas de aquel tiempo, lo compraban a escondidas y a él le quitaban el saludo. Fue un éxito, le siguió “Respete al meritorio”, éste resultó un fracaso, pero no le importó. Tenía éxito con el público femenino, que ni siquiera leyeron su primera publicación, lo invitaban porque era buen mozo, maniquí vivant. “Esta gente descendiente de buena estirpe”, decía, “comen tarde o no comen”. Éstos, no comían. El Abuelo, por frívolos, los alejó de su lado. Se llamaba Onorato, por el Bisabuelo, que era fanático de Honoré de Balzac.

   —Julieta, confieso que no me gusta publicar nada de lo que escribo. Te prefiero como lectora, a vos y a mi Abuelo. Son bichos, saben de qué trato lo que trato.

   No quería escuchar mi propuesta, se notaba.

   —Onorato, la bestia de mi Editor, no tiene correctores y le están bajando las ventas por sus horrores gramaticales. Al viejo, contale cuanto querés, te agradecerá pagándote más. No sé si es puto. Se dará cuenta que sos un capo corrigiendo, también, modular ciertos textos que modifiquen su sintonía.

   Onorato se tomaba del mentón, a la frente, postura de pensar.

   —Bueno, Julieta, acepto tu oferta.

   El Editor lo recibió con bombos, sin platillos, le entregó ciento veinte libros para corregir. Le dio un mes de tiempo.

   —¡El viejo está loco, ciento veinte en un mes!

   Julieta decidió, por afecto y respeto:

   —Onorato, yo corrijo sesenta, no soy tan buena como vos, pero sí rápida. Yo no cobro nada más que me invites a tu casa en Orense.

   El viejo quedó conforme con las correcciones, pagó más que bien, mientras miraba a Onorato, como “puto no me atrevo”.

   Llegamos a Orense, la casa vacía y re-limpia.

   Su Sobrina fregona, había estado la semana anterior. Dormimos doce horas, las correcciones, joda, joda, nos dejaron extenuados. Fuimos a la playa y mirando el mar le pregunté:

   —¿Porqué la negación de publicar?

   —No sé muy bien, es como si preguntaras por qué no visito a mi viejo. No te rías. Cuando termino una historia, es mía. Y con las sucesivas, me ocurre igual. Sería como mostrar lo único que me pertenece, el diseño de mi vida, conmigo adentro.

lunes, 4 de septiembre de 2023

ATTERRÉ

 

   Le tengo terror a la anestesia, le tengo terror a la práctica quirúrgica, le tengo terror a la biopsia positiva, le tengo terror al cirujano, le tengo terror al cáncer, le tengo terror a la quimio, rayos, láser, que sirvan para una poco o nada probable remisión, le tengo terror a tener náuseas y abrazar el inodoro. A que se me caiga el pelo. Le tengo terror a la muerte.

   Le tengo terror a mi terror.

   —¿Cómo fue todo, Doctor?

   Él me dio un beso en la mano:

   —Viste cómo somos los humanos, hasta a nosotros nos suceden equívocos. Encontramos tu apéndice comunicado con un riñón. Los cinco cirujanos coincidimos, fabricamos unos mini túneles y los colocamos en un riñón, para que puedas tener el otro totalmente sano. El enfermo lo pusimos, lleno de material descartable, en una bolsa de supermercado, sin uso. Del resto se ocuparon los recolectores.

   —Doctor, me da terror su relato. ¿Y el apéndice?

   —Tenés razón, mamita, los recolectores, que saben mucho más que nosotros, encontraron el apéndice entre las demás porquerías. Lo entregaron desinfectado con alcohol y lavandina. Como sabrás, mamita, el apéndice no cumple ninguna función, resolvimos implantarlo sobre tu ombligo, un médico plástico y un tattoo, hicieron un trabajo excepcional: tener una flor en el ombligo, es un flor de ombligo, un privilegio.

   —Doctor, ustedes son unos degenerados.

   —De eso vivimos, mamita, de hacer degeneradeces. Hacemos cursos de especialización, donde nos enseñan técnicas degeneradas, para aumentar nuestros ingresos y pensar en qué más invertiríamos.

domingo, 3 de septiembre de 2023

UN INFIERNO PERMITIDO

   —¿Sabés lo que dijo el Dr. Dinero? No tenemos que aprender más Medicina, ahora debemos aprender a venderla.

   —¿Y vos?

   —Yo nada, no merecía respuesta.

   Tiempo antes llevé a mis hijas de doce años a realizarles el primer pap. Ambas quedaron horrorizadas, no hubo lugar de sus cuerpitos, libre de sus manos. A Pilar le pasó la lengua por sus incipientes mamas. Hice la denuncia correspondiente en Tribunales, no la tomaron, era un médico prestigioso y un abogaducho acotó que mis hijas fantasearon. Me pareció tan degenerado como el maldito Dr. Dinero.

   Pasaron años de aquel episodio, las chicas recibieron atención terapéutica. En la actualidad, las dos estudian Psicología en Buenos Aires. Aquel abogaducho mutó en Fiscal.

   Ocurrió un episodio de violación múltiple a una niña de trece años, que luego fue arrastrada por una camioneta, marca “que parezca un accidente”.

   El Fiscal Gustavo Morey adujo que se realizó con consentimiento de la víctima. Fue publicado por todos los medios, locales y del país.

   Los habitantes del lugar soñado concluyeron: “por algo habrá sido”. De genocidas compulsivos, era de esperar: “la niña era una puta bárbara”.

   El nombre de la víctima se supo de inmediato, los nombres de los victimarios se esfumaron, encubiertos con la anuencia del Poder Político.

   El pueblo olvidó el episodio en menos de veinticuatro horas. La capacidad de ausentar de la memoria historias de esta índole es envidiable o nauseabunda.

   Y a vos, Gustavo Morey que Dios y La Patria te lo demanden. 

sábado, 2 de septiembre de 2023

DILUCIÓN DE IMÁGENES

 

   Felia es la encargada de dar los turnos por teléfono, amiga íntima, sólo en lo laboral, de Karen, que cumple igual función.

   —Diagnóstico por Imágenes, buenos días, a ver…a ver. Le doy uno para el miércoles, diez de la mañana, tiene que venir con ocho horas de ayuno y presentarse con diez minutos de antelación.

   Elisa tomó nota y entró en pánico por aquello de ecografía abdominal y la cantidad de órganos intercomunicados, que viven dentro de la panza. Olvidó horario del ayuno y la eco. Volvió a llamar, la atendió Felia.

   —Disculpe, recién llamé y olvidé cuáles eran los horarios, soy Elisa.

   —Señora, se lo expliqué con detención y esmero, no pienso hacerme cargo de su Alzheimer ─cortó.

   —Estuviste bárbara, Felia, tienen que aprender a escuchar y no volver a llamar ─dijo Karen─ acordate lo que nos pagan, adoro que nuestros escritorios estén pegados, para chusmear y no nos levanten en peso, justo ahora que bajé. ¿Viste la última disposición?

   Contestó Felia:

   —Que no me amargue, porque encima que tengo que tomar mate amargo.

   —Clausuraron los baños para los pacientes, resultado: una vieja, se vio que no daba más y cagó en el arriate del costado, te imaginás el olor, vino bien porque se fueron la mitad de los pacientes. El dueño de la Clínica, en persona, echó ácido muriático y cubrió todo con esos cuadros horribles, conque le decora la mujer los consultorios.

   Elisa se presentó en la hora estipulada, decidió hacer un ayuno de más horas, por las dudas. No daba más, del mareo. Entró agarrada de las paredes, arrancando los empapelados, volcó tres muebles y llegó a los escritorios de Felia y Karen. Se extendió cuan larga era, sobre ambos escritorios. Las Secretarias, superadas por la situación, le decían a Elisa, que debía esperar su turno, a lo que Elisa respondió:

   —Decile a la pelotuda que me tiene que hacer la eco, que traiga el equipo aquí. Tanto ayuno me da vértigo, pienso que tengo cáncer, incontinencias diarreicas, cataratas de orina y flatulencias morbosas.

   La práctica fue realizada en el lugar, con la presencia de los medios gráficos, únicos de Tanvil “La Nueva Hueva” y “El Hueco”.

   Karen llamaba a Felia:

   —Ponete acá, así salimos en la foto del diario.

   Había unas pacientes conchetas, con pelucas de implante. En la confusión, Felia, arrancó de cuajo las pelucas más distinguidas.

   Un make-up instantáneo y se enjaretaron las cabelleras. Salieron en la primera plana de ambos periódicos. La pobre Elisa pasó a segundo plano, conociendo su diagnóstico, post ecografía: “hígado graso”.

   —Viste Felia, te dije que Elisa era una vieja grasa.

   —Y sí, lo lleva grabado en el cuerpo.