jueves, 21 de septiembre de 2023

ALFILERES, MARIPOSAS Y BANDEJAS

 

   Estaba abandonada en el rincón donde jamás se pasa un plumero. Era una bandeja enmarcada en madera. Un vidrio que reproducía Río de Janeiro con cientos de alas de mariposas tornasoladas. Rompí el vidrio para acariciarlas y sentir la suavidad. A medida que las tocaba se iban deshaciendo hasta transformarse en cenizas, un viento repentino se llevó las cenizas. Quedé muda y sin ilusión. La tía Coca en extrañas coincidencias me mandó de regalo una caja de madera rococó rosada. Contenía una mariposa agonizante que todavía aleteada. Estaba prendida a la caja con un alfiler de esmeralda en el medio.

   Cuando fui obligada a mi boda con un Duque de veinte años mayor que yo. No lo hubiera soportado una sola noche en mi cama. Cuando pretendió consolidar nuestro matrimonio le clavé en el medio del pecho el alfiler de la mariposa, que al Duque lo mató.

   Ella volaba como por vez primera y yo la seguí, quería volar como ella, aunque me hiciera polvo en el aire, que no es lo mismo que te echen un polvo, evidente sin mente.  

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