Le dio el brote
en 7 y 50, un mundo de gente y no paraba con insultar a todo el que pasara. —Argentos
de mierda. Tanto que imitan Europa, ¿Por qué no hacen como los gallegos? “Una
marcha de Indignados”.
—¿Y vos? Sabés
por qué no decís nada, porque sos la nro 2 del Ministerio de Salud. Nosotros
pagamos y pagamos y pagamos, una deuda que dejó la estúpida anterior. El
Príncipe Idiota, bien gracias. Tanto asco tiene la gente en su unineurona, que
escupen en la calle.
……………….
—Violeta, escuchame alguna vez. Me echaron.
—Y bueno, es
así, están echando gente…
No le digo que
trabajo por horas, porque encima, no sé cómo va a reaccionar.
Ah sí, desde acá
el espejo me ayuda a contemplar al hombre moderno, en su dolor de parado.
Acostado en el mejor sillón, mirando Tv cualquier cosa, le da igual, perdió el control remoto.
—…¡Violeta,
tengo hambre de milanesa con huevos fritos! Dame dos días sabáticos.
Y bueno, lo han
humillado, es tan generoso que es capaz de haber cedido el trabajo a otro
desgraciado. Él la miró con desconfianza.
—¿Por qué vos no
trabajás?
Violeta estuvo a
punto de emplear la trompada prohibida. Pero sí, era otro hombre, que fue su
marido. Tan dulce que empalagaba, tan considerado, tan comprensivo. Y ahora
esto, se brota en la calle, algún día le voy a cortar los brotes, no con un
psicólogo, con el alicate.