viernes, 30 de junio de 2017

ALICATE


   Le dio el brote en 7 y 50, un mundo de gente y no paraba con insultar a todo el que pasara. —Argentos de mierda. Tanto que imitan Europa, ¿Por qué no hacen como los gallegos? “Una marcha de Indignados”.
   —¿Y vos? Sabés por qué no decís nada, porque sos la nro 2 del Ministerio de Salud. Nosotros pagamos y pagamos y pagamos, una deuda que dejó la estúpida anterior. El Príncipe Idiota, bien gracias. Tanto asco tiene la gente en su unineurona, que escupen en la calle.
                            ……………….

   —Violeta, escuchame alguna vez. Me echaron.
   —Y bueno, es así, están echando gente…
   No le digo que trabajo por horas, porque encima, no sé cómo va a reaccionar.
   Ah sí, desde acá el espejo me ayuda a contemplar al hombre moderno, en su dolor de parado. Acostado en el mejor sillón, mirando Tv cualquier cosa,  le da igual, perdió el control remoto.
   —…¡Violeta, tengo hambre de milanesa con huevos fritos! Dame dos días sabáticos.
   Y bueno, lo han humillado, es tan generoso que es capaz de haber cedido el trabajo a otro desgraciado. Él la miró con desconfianza.
   —¿Por qué vos no trabajás?
   Violeta estuvo a punto de emplear la trompada prohibida. Pero sí, era otro hombre, que fue su marido. Tan dulce que empalagaba, tan considerado, tan comprensivo. Y ahora esto, se brota en la calle, algún día le voy a cortar los brotes, no con un psicólogo, con el alicate.
                                                       

jueves, 29 de junio de 2017

CULINARIO

                                                 
   Los viejos miraban pasar mujeres —Mirá esta, está buena.
   —A mí me gusta la carne fresca.
   —Acá pasa la rubia, chau, una chacabuco operada, a mí también me gusta la carne fresca.
   Una anciana de libro, con sombrero y red sobre la cara. —Disculpen, pero escuché hablar de la carne fresca ¿Saben Uds dónde venden carne fresca?
   —Sra, nos referíamos a las mujeres que vemos pasar.
   —Me habían dicho de personas que se comen entre ellas, dicen que es lo más parecido a la carne fresca. Sí, vamos a mi casa, los invito.
   Se metió en la cocina —Antes de degustar mi comida, ¿alguien me puede dar una mano?
   Fue Inocencio. Ella cerró la puerta. Después de un rato apareció, pálido, con sonrisa y una mano envuelta en mil vendas. —Cómo cocina la viejita, dijo que si algunos de Uds le puede dar otra mano mejor.
   Entró Bringatti. Luego fueron pasando todos. El banquete de carne fresca, blanda, clara. La Anciana comía como vaca nueva, ellos se dieron la gran vidurria, a pesar de no tener manos, ni pies, ni brazos. Hígado y riñón fue lo primero que terminaron.
   No se pudieron levantar, ni agarrarse de algo, ni pensar, todos perdieron la cabeza.
   La Anciana tenía un freezer de carnicero. 
—Ahora voy a ubicar las cabezas, las cosas que no me gusten van para el perro. Estoy tan contenta, no compro carne hasta el año que viene.
                                                            

miércoles, 28 de junio de 2017

DESPACIO...DESPACIO


   —Vamos a realizar un estudio sobre su hombro izquierdo, esa protuberancia no me gusta nada.
   —Se lo muestro, sino se va a sorprender. Dr, me quito la camisa, lo mío no es siquiera operable, sería un implante lejano. La protuberancia del hombro es mi miembro viril doblado.
   Al médico le dio vértigo, hizo de tripas corazón y por piedad lo revisó. Cuando lo desdobló cayó hasta la mano del paciente.
   —Soy deforme Dr, no me sirve para nada.
   —¿Y para orinar? ¿Y para hacer el amor? ¿Y para que no le duela el doblez? –Y seguía-.
   —Más que Dr parece Juan el Preguntón, respondo sus inquietudes, no doy más ¿Cuál es la solución? Piense Dr, las minas que he podido conseguir cuando lo ven huyen despavoridas al grito de “Un monstruo! Un monstruo!” Para orinar, si llego a desdoblar todo, mojo la mitad izquierda de la ropa. Volver a enrollar ¡Cómo duele!, ya le conté ¿Y?
   —Mire, de trasplantes ni hablar, no hay instrumentos de altísima complejitud y no son seguros los resultados. Yo tengo una paciente ciega, bellísima, de una sensibilidad exquisita, sin uso, virgen como Santa María y su bondad no conoce fronteras.
   Concertó una cita para ambos. —Mucho gusto, Pablo, mi nombre es María, dice el Dr que lo tuyo es inminente, vamos a casa.
   Pasó la noche con María que dejó su manchita roja en la sábana.
   La Virgen ya era pasado. Él se sintió valorado en todas sus dimensiones, creció su autoestima cuando ella lo elogiaba entre sonidos placenteros.
   Ocurrió algo parecido a un milagro, despertaron juntos, Pablo miraba  los ojos ciegos de María. Ella también le miraba los ojos. Y era ciega y era buena.
                                                                                 

martes, 27 de junio de 2017

NUNCA MIENTEN


   —¿Papi, por qué mataste a Mami?
   —No sé hijo, fue un ataque que me dio, le pedí perdón, pera ya estaba finada.
   Entró con paso largos y seguros, el tipo salió y él lo mató antes del buenas tardes.
   —¿Papi por qué mataste al Sr ese?
   —Sos muy chico, no vas a entender, me puse nervioso, quise pedirle perdón, fue tarde, no escuchó.
   —Me muero de tristeza. Cuando vos te ibas a trabajar, venía ese Señor y Mamá se ponía contenta, teníamos diversión asegurada. Cuando venía la hora de la siesta ellos dormían, Mami decía “Si no querés no duermas, andá a jugar con tus amiguitos, volvé antes que llegue Papi.”
   —No me cuentes más, ahora entiendo por qué me broté y lo volvería a hacer como el sensato Barreda.
   —En la Escuela los chicos me contaron que Mamá es puta y vos cornudo. A mí eso no me importa, es cosa de ustedes, en realidad era. Por suerte fueron felices mientras vivieron.
   —¿Quiénes fueron felices?
   —Mami y el Señor.
                                                   

lunes, 26 de junio de 2017

AL FINAL SUCEDE


   Román era tan romántico que las flores cerradas se abrían a su paso. Al atardecer era la hora de sus paseos. Su primer enamorada fue su madre, que era poeta romántica, a Román le costó mucho esa separación. Su madre lo tenía coptado, hasta  que él comprendió que debía partir o aquello terminaría en un incesto, él se arrancaría los ojos y Yocasta se mataría con la cuchilla de picar perejil. El romanticismo llegaría a sus finales.
   Él escribía negro, tormentas de invierno y asesinatos imprevistos, sin esclarecer. Román decía que él era Poeta, no Detective. Tenía amigos cuyas palabras olían a retamas.
                         ________
                            
   Lamento interrumpir el cuento, pero me parece que entraron ladrones, mejor me quedo en el sótano donde escribo. Hay un agujerito. Mi marido, pobre, recibió golpes y debe estar en el piso, el agujero es chico —Ayy!! Se llevan el lavarropas, con el que tengo una excelente relación, no por favor el termotanque no, es invierno. Mirá qué hijos de puta, la heladera, el microondas ¡Y el plasma! Mi mejor vaquero y más.
   Se fueron. Voy a ver al desgraciado. Desmayado, se meó encima del cagaso. Estos golpes no los soluciono con bolsitas. Llené la bañadera de cubitos, fui a comprar rolitos. Logré meterlo, lo voy a cubrir de hielos. Ahora que descanse tranquilo.
   —¡Cómo extraño el plasma! Dejaron el sillón. Me como unas castañas, miro los vecinos de enfrente, que van por su tercera temporada.  ¡Uy! Se me pasó volando el tiempo.
   Abrí la puerta del baño —¡Estás bien?
   No contestó, me llamó la atención su color azul ultramar oscuro.
                             _________                   

   Sepan disculpar,,también robaron mi compu.
                                             

domingo, 25 de junio de 2017

NI TANTO NI TAN

  
      Amparo limpiaba como para pasar la lengua y no tener que lavarse los dientes. Se levantaba tres horas antes que todos, saludando al día con mate amargo. Tenía dos zorzales que se sentaban en sus hombros. Pensaba tan hondo y tan lejos que a los pájaros Amparo les parecía un árbol. Se hacía propuestas por día, ése, cantaría ante cada recriminación por toda respuesta. Nada de discusiones bizantinas, cantaba alto y afinado, todos se detenían aunque llegaran tarde. Parecía magia, lograba jugar a las estatuas, ellos quedaban sedados y le daban besos amorosos al partir.
      Un día se prometió romper la rutina, ni entró a la cocina, siguió tomando mate y estiró los brazos al cielo, los zorzales le cantaban dale, dale, dale. Hacía calor, Amparo sacó su delantal y en ropa interior se tiró al tanque australiano que le regalaba cinco brazadas hasta el molino. Luego, boca arriba en el pasto, con el delantal se fabricó un gorro con visera. Toda la familia salió a ver. Los chicos miraban al padre, ese dios de la casa, él decidiría.
      Él corrió adentro, trajo la toalla más grande que encontró y envolvió a su mujer. Amparo lo miró con cara de hawaiana y en un abrazo de viejos camaradas se encerraron en la pieza. No se escuchó discusión alguna. Pasaron horas de silencio, la puerta tenía traba.

      El siguiente día Amparo se propuso ir hasta el pueblo, la siguieron los zorzales y le cantaron adiós. Ella pensó su recorrido: peluquería, maquillaje, masajes, compras y regresar con dos tartas caseras. El marido la esperaba en la tranquera, Amparo bajó de la chata y luego bajaron los paquetes y paquetes. Durante la noche, en la oscuridad de la pieza, él preguntó dónde estaban los ahorros. Amparo contestó con voz de sueño: “¿Qué ahorros?”.

sábado, 24 de junio de 2017

EL GATO


   —Chicas, tengo la solución, vos Cande, que fuiste dibujante te podés encargar de los planos, tengo una novedad, los sótanos del Banco se comunican con casa.
   —¿Y qué tiene que ver, lo vamos a robar?
-Preguntó Selva-.
   —Dalo por hecho, somos cinco viejas con entrenamiento de Pilotes, Zumbada, Kunga Funga y tenemos fuerza tipo barrabrava.
   Poli pensó que tenían un perfil ideal, viejas, flacas, encorvadas, rodetitos tristes blancos y vestidos de cuarenta año atrás, con carteras para la polvera.
   Raquel, autora intelectual, le puso número a las acciones. —Tenemos un finde largo, tres días. Primero bajar a nuestro sótano, acceder al de ellos con pico, pala y baldes, todo milicado, un dos tres, un dos tres, acceso directo a las cajas de seguridad y las de inseguridad.
   Cande decía que la adrenalina produce un acelere, por ahí terminamos antes. Aseguró que nunca en la vida, ninguna trabajó tanto. Hicieron perforaciones impecables, usaron antiparras y llenaron veinte cajas de efectivo, las cajas de los ricos y para no hacer diferencias, las de los pobres.
   Salieron dos primero y las otras tres atrás. Cinco viejecillas inofensivas. Les preguntaron si habían escuchado algo, todas mostraron sus aparatos auditivos y dijeron no escuchar en general. Subieron al auto, a la altura del Km 209 las paró la Policía. Hicieron bajar a la que manejaba. —Lo lamentamos señora, pero deberán dejar el vehículo, no tienen edad para conducir. Queda a buen recaudo en el Estacionamiento Municipal. Para retirarlo abonará 20.000 pesos y alguien joven que haga el trámite.
   Empezaron a caminar, las cinco recordaron que todo lo sustraído  quedó en el baúl del auto. Hicieron dedo, las levantó un camionero, que sólo escuchó de las cinco viejecillas, puteada tras puteada.
   Esperó a que se quedaran sin aire y preguntó y ellas le contaron. El camionero sabía el número de la patente, los siguió por la autopista. —Tranquilas, esto lo soluciono yo.
   Pasaron dos Km y allí estaba el auto, los tipos con el capó levantado y las tres cabezas metidas en el motor. Las cinco viejecillas observaron cuánta concentración lleva un motor roto. Con pasos inaudibles tomaron el capó y lo largaron sobre las tres cabezas. Un auto viejo es tan pesado, que con sólo dejar caer el capó se degüella hasta tres o más personas. El camionero rescató el botín y llevó las viejecillas a su casa, les acomodó los bártulos bien merecidos. Las chicas, que sumaban 390 años, le dieron como para una casita, bien merecido. El “Gato”, camionero, casi llora, después se acordó que los hombres no, y no.
                                                                

viernes, 23 de junio de 2017

LO PAGAMO NOSOTRO


   Una noche en la Embajada, donde debía ser la Esposa del Embajador, diseñó un vestido negro de ciertopelo elastizado, hasta no llegar a 90 60 90, siguió costurando para que la adherencia y el ajuste la dejaran sólo con respiración clavicular. En la Peluquería pidió que hicieran algo con sus cuatro pelos. Las empleadas derrotadas por lo imposible optaron por una peluca rubio-plata, pegada con velcro permanente. —Llegaste querida?, terminaron los preparativos, a ver mostrame, parecés una, una, una princesa.
   La instruyó en el Protocolo, debía decir sí, no, inclinar la cabeza a modo de saludo y sonreír, no carcajadas de altos decibeles. No debían estar pegados todo el tiempo, ella era de piel pringosa y podría manchar su traje.
   Se presentaron como en el Siglo XV, meta inclinarse para saludar  —Aquí tenemos al Dr y la Dra Afañolé.
   Y pasaban a la pareja siguiente. Ella se sintió muy cómoda, las mujeres eran gordas, petisas, fratachadas y los atuendos se caracterizaban por un mal gusto sin retorno.
   Pasaban las bandejas tentadoras de copas de champagne.
   Estaba cansada de las fiestas de pie. Cada bandeja que pasaba ella dejaba una vacía y tomaba otra más. La rodearon embajadores de otras tierras, babosos. —Qué bella es Ud.
   —Qué figura.
   —Qué distinguida.
   Y mientras la rodeaban, hablaban en secreto de Qué tetas, Qué culo. Ella comenzó a reír in crescendo, llegó a la carcajada, que dejó a los asistentes paralizados. El marido estaba a media cuadra de la carcajada, o ella, daba igual. La llevó de prepo al vestidor, ella se puso el tapado de visón de alguien, hacía mucho frío. Salieron por la puerta de servicio y un auto de los Servicios, los devolvió al country.
   Ni bien entraron a la casa, ella dijo con voz felina —¿Vamos a aburrirnos con alguna película sin Embajada? 

jueves, 22 de junio de 2017

SE EXTRAÑA


   Piluso, desde que lo conocemos, tiene una nuez de Adán curiosa, sube y baja, como en casi todos los hombres. Él no hacía alusión a su nuez, suponemos que era para que nos olvidemos. No sabíamos sus razones, pero sí notamos que su nuez aumentaba de tamaño. Cuando se ponía nervioso la nuez se le iba a la nuca y por delante quedaba cuello liso. Las gaseosas siempre le dieron náuseas, no tomaba ni birra, pero lo tentaba. Cuando se lavaba los dientes la nuez le daba vueltas, en oportunidades se le instalaba en la zona clavicular.
   —Piluso, enjuagate bien después de lavarte!  Y hacé gárgaras, por el problemita aquel.-Decía la Madre, mientras le tenía la frente-.
    Una tarde de verano, el Rafa, que es el más degenerado y audaz, le preguntó —¿Che Piluso, por qué no nos contás la historia de tu nuez, buscamos en internet y no encontramos nada.
   Piluso tocó su nuez. —Me dio vergüenza y ahora la tengo pegada en la nuca ¿ven?, apoyá la mano.-Me dijo a mí-.
   —Nunca toqué una teta, mirá si voy a tocar tu nuez.
   —Bueno, lo cuento porque no quiero que me suban a face o se comuniquen con Cadenas Solitarias. A los cuatro años, durante una navidad, mi viejo que estaba un tanto alcoholizado, abrió un champán, y el corcho entró en mi boca. “No importa”.-Decía Mamá-.”Respira, está de pie, escucha, no llamen al Médico, le golpeamos la espaldita y todo solucionado”. Quedó estancado y mi nuez pasó a ser de corcho. Me gustó, no había niños con nuez. Hoy me tomo una birra, estoy harto de cuidarla como si fuera una novia linda.
   Se la mandó de un trago. Sentimos unas vibraciones, pensamos en la réplica de un terremoto. Pero no, provenían de Piluso, que con un impulso sobre humano hizo saltar el corcho. Fue un presente de Año Nuevo, saltaba y gritaba 
—¡Ahora somos todos iguales!
   Piluso después, en la cama, con los ojos cerrados, pasaba los dedos por la nuez, que ya no estaba.
  La extrañó.
                                           

miércoles, 21 de junio de 2017

DESACALZAS


   —En la calle me costaba encontrar, aquí hay para tirar para arriba, no me despedí de Uds por sentirme en deuda, por no contarles.
   Nos mostró el convento, había olor a jazmines en los patios y en el interior el incienso daba paz. Adela eligió una vida recoleta, pertenece a las Carmelitas Descalzas. De niña odiaba cualquier calzado. Andar descalza, con el tiempo, produce suelas naturales. Pilar quería saber aquello que no les contó. —Las hermanas que viven aquí, parecen geishas sutiles, hay de dieciséis para arriba. Todas trabajamos, rezamos y por las noches dormimos de a dos. Yo encontré una bombita de crema, con la cual me divierto toda la noche. ¡Che! No me pongan esas caras, no me expresé  tenía vergüenza, pero ahora lo puedo decir, soy gay, desde antes de conocerlas. Les convido licor de las hermanas porque es el único alcohol permitido.
   Todas aceptamos, era francamente inmundo —Y la Hermana Superiora qué tal?
   —Piola la vieja, le hicieron una operación cruenta, suturaron todos los agujeros del cuerpo, le hicieron botox de silencio. No habló nunca más. Dormía con una Novicia, como la vieja estaba toda cerrada, jugaban a castigarse con fustas de puntas de anzuelos. Vengan que les muestro el dormitorio de la Superiora.
   La habitación forrada de espejos, cama de dos plazas y media, una pantalla enorme, junto a la colección de pelis porno.
   Como todas la miramos con asquito, se sintió juzgada.
   —Peor los Seminarios, donde los curas realizan prácticas inenarrables. Salen en todos los medios y cuando alguien señala el abuso, al cura lo entrevista Mirtha Legrand. Bueno chicas, mi tiempo de visitas termina aquí. Quiero decirles algo, tener un sexo es divertido, tener dos es un regalo de Dios. Chicas, no desaprovechen los regalos.    

martes, 20 de junio de 2017

LA RARA PUREZA


   —A tu seguro le faltó sustento. Mirá por el espejo, está sentada en un rincón, con los ojos bajos y camisa blanca, parece una Virgen.
   —Tan inocente, tan tierna, no es para mí, la tengo que dejar.
   —Hasta tiene un aura que le da luz, andá a saludarla, pobre…
   —¡Ah, sí y le digo, mirá estoy con otra mina, vamos a dar una vuelta, la llevo a su casa y después te paso a buscar. Y ella va a contestar  “Sí mi amor andá con quien quieras, adonde quieras. Yo te espero, vos sabés que te espero.” Es inocente pero no idiota. Voy, pero por vos, si por mí fuera…
   Se levantó y el salón se le hizo larguísimo, daba pasos lentos y vislumbró un tipo alto que le estampó un beso y ella aceptó con ojos de brasa. Él ya estaba al lado, la saludó con beso mejilla huyendo. Ella se puso colorada y sostenía la mano de uno y otro —Si me dicen, quién de Uds estaba con la mina del Bar, dejo en libertad la mano del traidor.
   Soy un tipo honesto, di media vuelta y me fui. Ella siguió con sus mimos con juguito. El mozo les llamó la atención. Después no sé qué pasó, quien puede saber lo que ocurre debajo de un mantel tupido llegando al piso.
   Cuando vi los ojos de la mina, de muchas noches, muchas camas. La inocente perdió su inocencia bajo el mantel, le di una última bichada. Parecía una Virgen. Cuando salió, se sumergió en lo negro de la noche, con el tipo que quién sabe dónde.
   Lloré en el hombro de la mina, mientras ella tomaba su décima ginebra.   
                                                             

lunes, 19 de junio de 2017

EL REGRESO DE QUINTINA


   En el aeropuerto le robaron el equipaje. Le dio risa tanto gesto de preocupación en los maleteros y ni dejo de búsqueda. Cayó en cuenta, había llegado a casa. Tomó un taxi que la condujo donde quiso. No le cobró nada, si le dejaba la mochila, quedaban a mano. Quintina obedeció la sugerencia por intuición y por las dudas. Entró en la villa de noche. Tres mujeres amuchadas en un rancho de chapas le ofrecieron una colchoneta sucia y engrasada como la Historia argentina. Quintina se tiró y no escuchó más nada.
   Al despertar comprobó que estaba sin zapatillas ni vaqueros. Hábil en subterfugios, estiró su remera hasta llegar a minifalda. Cruzó el lugar sin mirar a nadie. Un hombre afable le cortó el paso. Se presentó como el cineasta de la villa. Dijo conocer gente buena y la invitó a sus oficinas. Quintina aceptó con la promesa de unos mates con tortas fritas. Dos habitaciones de ladrillo y la tecnología adecuada y humilde para el trabajo de filmación. El hombre proyectó tres de sus mejores cortos. Cuando escuchó el llanto quedo, de Quintina, él también se emocionó y le regaló tres copias a modo de despedida.
   Caminó toda la mañana y encontró la casa, vieja y semiderruída. Allí había un cuarto exiguo, donde vivió y estudió. Pidió permiso y le dieron la llave. Entró al lugar vacío, abrió la ventana que daba al árbol. Se le dio vuelta el corazón. Una pared de cemento tapiaba aquel recuerdo de hojas verdes limpiando sus pulmones, quitando de la pieza el humo de la noche. Se extinguió el olor a pino y alhucema. Partió casi corriendo de aquella pesadilla. La librería mutó en privadito y su amiga en puta fina. A Quintina le asombró el abrazo y el souvenir de despedida: cuatro forros usados por escritores ignotos.
   Tropezó en Puerto Madero con el novio aquel del viaje a Praga. Preguntó qué hacía. Él respondió, con ojos drogados, que le pagaban miles de euros por escribir la biografía de un tal Besugo Malano, gremialista pervertido, columna vertebral del Movimiento Intestinal. Ella recordó la separación, tan dolorosa que al final resultó un beneficio. Cerró aquel duelo con una grapa Valle Viejo al paso, en una esquina sin ochava. Con el último dinero tomó un taxi hasta la embajada de Italia. El tachero contó en el viaje que trabajaba catorce horas por día, la miró por el espejito y con ojos de triunfo dijo 
Gracia a dió.
   En la embajada no creyeron su historia por portación de aspecto. Cuando nombró al erudito para quién trabajaba, construyeron pasaporte, visa, cuatro mudas de ropa y el pasaje, en menos de tres horas. Cuando el avión sobrevoló Buenos Aires, Quintina miró agradecida su lugar de origen, que le brindó la posibilidad de vivir en Bologna, como brazo derecho del semiólogo Humberto. Tenía dos computadoras, en un establo solitario de una granja añosa y desde allí trabajaba cuatro horas por día. Lo demás era caminar entre girasoles, con un horizonte liso, parecido al de su tierra.“¡Gracias Italia!” pensó Quintina “…desde aquí, es seguro que Argentina no llora por mí y yo de lejos la quiero más. Ahora, éste es mi lugar. ¿Capito?”
                                                           

domingo, 18 de junio de 2017

RELACIONES INOFENSIVAS


   Se hablaban todos los días, era una estación después, pero se extrañaban, por eso lo del teléfono, no había celulares. Llevaba diez años de novia y era virgen como la luna. La madre escuchaba esas palabras y dos lágrimas Andrea Del Boca, rodaban hasta su boca.
   Se cansó del personaje, la hija le dijo adiós a su novio, mientras un auto la esperaba con la puerta abierta. Su primera vez fue en ese auto. De las ruedas pasó a las camas y hombres, de todas las edades, respondían sus deseos. Hablaba con su madre todas las mañanas, le contaba que se reponía, del novio ausente, con salidas inofensivas, su virginidad, era virgen. La madre recibía al novio compungido, todas las tardes, lo consolaba con tecitos de bach y demás pociones. El chico lloraba tanto que un día la madre lo abrazó, como a un hijo desvalido.
   El novio le devolvió el abrazo, como un amante impaciente.
   Una tarde, la hija apareció en la casa en el momento exacto del clímax de una relación. La madre no vio nada, porque se encontraba boca abajo, el novio reptaba con los ojos cerrados.
   Fue con silenciador, uno a cada uno en la nuca.
   Volvió a su casa y llamó a su madre por teléfono, no contestaba. Primero sonrió y no se detuvo, hasta la carcajada.
                                                                  

sábado, 17 de junio de 2017

CONSUMIR LA VIDA


   Quedaba un sólo carro, lo tomé distraída, una Señoritinga puso sus garras y lo arrebató, dijo gracias y entró al supermercado “Cagarca” 
(A veces parece que hicieran un casting de nombres). Pasó un Señor con atuendo campocaro, las puertas fallaron y cerraron con el Señor al medio. Cuando lograron abrir iba a entrar por fin y el Señor campero se me cae encima. Logré salir gracias a Julia, una amiga generosa que me cedió su carro.
   Me detengo en una góndola y tres niños que parecían no pertenecer a nadie, llenaron mi carro de tantas cosas que un repositor ayudó a volver a su sitio los productos.
   Me acerqué a los niños —Fuera de aquí, molestan a todo el mundo.
   Ahí sí apareció la madre —¡¿Cómo les va a gritar así a mis hijos?!
   La miré con ojos de preciofideos —Si no te gusta, hacete cargo.
   Tropecé con la que me robó el carro y dijo 
—A vos te conozco de algún lado ¿No?
   —No.
   Seguí con mis compras, todo marca Pirulo, no existía otra.
   Suprimí elementos de mi lista, costaban el doble que antes de ayer. Hice la cola interminable, había sólo tres cajeros, una vieja delante de mí pisaba mis pies, sin intención, claro. Atrás un pendejo me apoyaba el carro en el trasero —¿Vos lo hacés a propósito?
   —Lo que pasa es que me empujan.
   Por fin me llegó el turno, no le veía las manos a la chica de la caja, pasaba los objetos por el marcador, los embolsaba, cobraba, limpiaba el piso, no tenía cambio. La gente pura tarjeta.
   Salí mareada, además faltaba el aire. El chico que estaba tras de mí pidió las bolsas para ayudarme, abro el baúl y lo veo subir a una moto con mis bolsas.
   Cerré el baúl con odio y ni bien llegué me puse el piyama. Iba a empezar a escribir, algo me detuvo, qué historia empezaría. Pensé, mientras un mosquito trataba pero no podía, los chicos y chicas que trabajan doce horas por día, caminando de una punta a la otra, o sentados sin detenerse nunca.
   El dueño no les aumenta, no pueden pedir porque los echan. Mientras muerdo la punta de mi birome, ellos están laburando, laburando, los mejores años, doce horas por día.
   Ché ¿No hay nadie que pueda hacer algo? 
                                   

viernes, 16 de junio de 2017

LINDO DÍA


   Paró un patrullero, bajaron dos militares de rango, porque tenían insignias colgando —¡Qué hacen Uds aquí! Según la disposición nro 1654860, no debe permanecer la gente en la vereda y mucho menos haciendo fila. Así que moviendo, se dispersan o emplearemos la fuerza bruta.
   El primer valiente —General, la calle es pública, esperamos que nos paguen ¿Por qué no podemos cobrar?
   Le siguió otro —Una de dos, o demolemos el banco o deshacemos el patrulla, con sus conductores y a Uds los hacemos paté de milico.
   Los tipos subieron al auto y se fueron a velocidad policial. El gordo Zabala, que los conocía a todos, dijo que eran una banda de chorros disfrazados. Estuvimos de acuerdo. Los viejos hablaban de sus enfermedades, que iban del hígado al corazón y luego todo un tema, el riñón donado que vencía.
   Un niño se revolcaba en las baldosas, dejaba el chupetín en la vereda, un perro le pasó la lengua. El niño acarició el perro y compartió su chupetín.
   La madre, recostada contra la pared, con un bebé recién nacido, con hambre. Abría la boca redonda y tensa. Ella peló una teta y la boca, más grande que la carita sopapeó sin largar. —Pichona, cambiá de pecho, te dormiste.
   La Madre despertó y pasó el bebé al otro lado. Los hombres, con respeto, no miraban. Volvieron los verdes, azulitos, amarillos y el agregado de último momento, recolectores.
   Llenaron dos micros de traslado e hicieron subir a los de la cola, la chica del bebé fue enjaretada de prepo, gritaba que tenía otro hijo en la vereda.
   Fue llevada para averiguación de antecedentes, acusada de desacato a la autoridad. Hicimos barreras humanas en ambos micros. Los hacinados salían como palomas asustadas. De pronto una manifestación de las pesadas, dieron vuelta los micros y los incendiaron. No entré a cobrar, mi capacidad de asombro colapsó, por cuatro chauchas que me pagan, mejor me voy.
   Afuera era una guerra, con humos, brasas, autos dados vuelta, semáforos quebrados. Sí, estoy plenamente seguro que me quiero ir,   
¿Pero cómo?   
                               

jueves, 15 de junio de 2017

LA PACIENTE


   Me olvidó como a un murciélago en casa abandonada. Se tomó vacaciones, me atiende los miércoles a las cinco de la tarde. Hora elegida por los creyentes.
   No tendré sesión durante quince días. Para hacer de cuenta que está, me instalo en la sala del consultorio en el mismo horario de siempre, me quedo cuarenta minutos sentada —¿La ayudo Sra? ¿Con quién es su turno?
   La miré con desconfianza  —Me ayuda alguien especializado en locurología, acá te dejo el valor de las sesiones en solitario de los miércoles.
    La sala de espera llena de celulares con personas. De caras temerarias. Me voy con eso en la retina. Viajé al pueblo de al lado y lo vi en el banco de la plaza.
   —¡Hola! ¡Hola! Dr Eveready.
   Él me miró como si toda mi persona dijera “trabajo” —Estoy de vacaciones, de pacientes también.
   Me senté a su lado y arremetí —Mi hijo se fue a Holanda,  mis hijas están en Australia, mi novio, después de años de abstinencia, me dejó, chau. Soy única habitante de un piso, en todo el edificio. El resto no pudo afrontar el tsunami económico y se fueron a la mierda. Eso me dijo la vieja ordinaria del segundo. Pregunté —¿A dónde se van?
   Contestó —A la mierda.
   —Lloro tanto, Eveready. Ud no tiene corazón, dejarme así, en mi peor momento, me dejan mis hijos, me dejan mis vecinos, me deja mi novio y me deja Ud, diga algo, no sé. Quede mudo como hace siempre.
   —Le digo Sra Limada, le pido que cantemos, es para Ud, luego lo piensa…♫Me dejan… siempre me dejan♫…hay cómo me dejan♫… Venga a dormir a mi casa, estoy desortodoxizado, así tiene algo interesante, para contarme cuando retome las sesiones.
                                                               

miércoles, 14 de junio de 2017

AMBOS


   La Dora no quería creer, su marido era el padre de más de diez niños del pueblo. La enteraron dos ancianas que dicen todo lo que piensan en voz alta.
   Reunió a sus hijos y les informó que tenían diez medio/hermanos en distintos lugares y que su padre era un hijo de puta. Cuando llegó el marido, la Dora le dijo de todo, de lo que hay y de lo que no hay. Lo mandó a dormir al sótano.
   Fue convocado para hacerse un examen, que tanto él como Dora, no sabían que existía. Allí se pudo comprobar, que el demandado, era el padre de aquellas criaturas.
   Le dio bronca, cuando sintió el odio de todos sobre sus espaldas. Tomó a la Dora por los hombros y le pidió el adn de todos los hijos que tuvo con ella. Dora se negó, sintió herida su dignidad. El marido recurrió a la justicia. Sus pruebas eran los recibos de sueldo, cuando estuvo en diferentes campañas, con la fecha al dorso. Todo coincidía, sus ausencias, la noticia de un nuevo embarazo. El resultado de los adn le dio la razón, los hijos de Dora eran todos de diferentes padres.
   Los dos rumbearon campo afuera. Ambos estaban tristes y furiosos, se abrazaron como viejos amantes. Mientras uno y otro, clavaban sus respectivas navajas allí, donde ambos dejaron de latir.
                                                         

martes, 13 de junio de 2017

PERTINENTE

  
   —Má, vi al gallo con la gallina verde, vas a ver que ella pone huevos, se les sienta encima y nacen pollitos.
   —Callate un poco, no conocés el silencio, podrías pensar en la fecundación in vitro. Te expliqué toda la tarde, hacé un boceto.
   La pequeña Chari, con una jeringa, extrajo óvulos de la gallina que insertó en la perra Tita. Nacieron gallinas con patas de perro y perros con patas de gallina. Los llamaron perrollinas y gallierros. Chari siguió realizando experimentos, sin abandonar sus fecundados primigenios. Logró crías de colibríes con mariposas. El mercado brasilero compró perrollinas y gallierros. Por primera vez agradeció el despertador, la sacó de su peor pesadilla.
   —¿Mami, que es la fecundación in vitro?
   —Antes, aprendé a lavar tus calzones, esa pregunta merece un coscorrón.
   —No Mamá, yo no tengo nada que ver con lo que te dije. No me interesa, te lo juro. Menos ahora, con tantos niños sin padres ¿Por qué no adoptan? ¿Eh?
   —¿Qué estás diciendo, Chari? Es la primera vez que te escucho decir algo sensato.
   —Lo dijiste vos ayer, Mami, me lo aprendí de memoria, hablando de todo un poco ¿Por qué no me adoptan un hermanito?
   —Ah, mirá! Para eso me hago una fecundación in vitro.
   Tiene razón Papá, es insoportable, no sabe qué quiere, dan ganas de dejarla sin sonido.-Pensaba Chari, mientras jugaba con una araña y una hormiga se preguntaba ¿podrán tener hijos?-.
                                             

lunes, 12 de junio de 2017

¿VAMOS A QUE YO...


   Mi hermana es alta flaca rubia y de ojos celestes, yo soy petiso gordo negro mota con ojos marrones.
   A ella le perdonan todo, los dos maridos abominables que tuvo, uno tras otro. —Mirá lo que es el pelo de esta criatura, parece una princesa, no merecía esos dos, que sólo le hicieron putadas.
   Hablaba mi Tía Eduviges, que la quería porque era linda, como todos. A mí siempre me resultó incómoda, ese andar furtivo, contarle a mi viejo que entré una chica al dormitorio.
   —Es una casa decente ¿Cómo se lo permitís, Papi?
   No hacía un solo gesto para hablar, tenía un rictus hacia abajo, le daba fuerza a su cara de ñoqui.
   Me pidió la casa prestada, dos días. Cuando llegué encontré la vajilla, botellas y demás enseres etílicos y gastronómicos, en mi bañera. La tierra del jardín roturada, faltaban mis relojes y los dólares que ahorro desde la adolescencia. Le plantó junquillos y margaritas para disimular.
   —Papá! Tu princesa necesita un diván urgente, me robó con su novio dealer, no la denuncio porque es mi hermana, pero los relojes y dólares los quiero en mano hoy. Y enterate, tu hijita fuma porro, Ja!
   Pasé por la puerta de su cuarto y salió como loca, me hizo una llave de asfixia, tan perfecta que ahora estoy en el Hospital, con mi hermana, sentada al lado de mi cama. Será la encargada de cuidarme toda la noche. Mi mujer se despide tras vidrio, la miro partir en nebulosa de viuda.
                                                     

domingo, 11 de junio de 2017

NO SOY TONTA

                                                                          
   —¿Qué hacen los pillines?
   Así le preguntaban a ella cuando había un primo y se hacía un silencio prolongado.
   El padre de Anto recibía la visita de su hermano y su cuñado, les debía tanto que decidieron negociar. Atendió Anto a las seis de la mañana, besó a ambos tíos y corrió al escritorio —Papá, te buscan Rober y Furio. Hey Papi! Se te enganchó la corbata busco ayuda y vengo.
   Los Tíos tomaban café —No sé qué pasa, no se puede desanudar la corbata, está parado…vayan, los hombres saben más de nudos.
   Furio lo levantaba del piso, mientras Rober trataba de desanudar la corbata, la aflojaba de un lado y se cerraba el nudo vecino. —Dejame intentar a mí, dale, tenelo vos.
   Furio buscó una tijera y cortó la corbata, tenía mucho filo, por torpe le perforó la carótida.
   El padre de Anto cayó sobre la alfombra, por suerte, roja. —Yo lo quise salvar y lo maté, yo, su propio hermano.
   Rober se tapaba la cara —¿Y yo que soy partícipe necesario?, tenemos que pensar una coartada.
   Golpean la puerta despacio y se asoma Anto 
—¿Qué le pasó a Papi?
   Respondió Furio —Nada, se hizo un licuado de tomate, tropezó y se desmayó antes de empezarlo, pero ya está reaccionando. Anto te llevo a la escuela.
   —¡Sí! Me encanta ir en tu auto a mil.
   Ella tenía seis años, a la salida nadie la fue a buscar. Vivió sola tres días, al tercero aparecieron los Tíos. Se salvaron porque el Padre de la niña se suicidó. La Justicia, que nunca ve nada, presentó unos expedientes con una página faltante. Allí estaba escrito la parte de la aorta, les costó tres millones. Se quedaron en la calle, con sus propiedades embargadas. Pensaron en Anto, no tocaron el timbre, estaba abierto.
   —Mis queridos Tíos, claro que pueden vivir aquí conmigo. Hice un diagrama para cada uno. Tendrán que cumplir todo lo que les ordene. El Juez espera cualquier novedad. Él no sabe que yo presencié el asesinato y Uds tampoco, digo, por las caras blancas y los dientes castañeteando. Tengo seis años, pero no soy tonta. 
                                                   

sábado, 10 de junio de 2017

ONORATO BALZO Y JUAN WINDOW


   De noche se prendía la luz y aparecía su perfil. La ventana era de dimensiones chicas, lo que le daba importancia de estrella cuando todos se iban a dormir y las otras ventanas desvanecían. Él era mi inspirante en aquel momento, gracias a eso pude escribir “Soplar el potus”, gané el Concurso de la “Bibilioteca Notemiento”. Salí segundo, ni quise saber del primero. Yo  con mi segundo puesto estaba conforme.
   Miré la ventana, se prendieron las luces de él junto con la mía. Me senté, el perfil de mi inspirante también. Escribí pensando que mi inspirante estaba enfrente, me dio libertad. En un restregar de ojos noté que el perfil escribía con pluma, tinta y una vela. Así gané con “Ovarios Perdidos”, el Segundo Premio de la “Casa de Nocultura”. No me importó quién fue el del Primer Premio, yo con el Segundo estaba más que contento. Del “Ministerio Vacío” promovieron un concurso, gané el Primer Premio por “Los fideos se pegaron”. No sé por qué el Primero, si yo con el Segundo me alegraba. De allí, fui al edificio de la ventana, apreté un número al azar y ése era. El hombre llevaba una peluca Luis XV, un traje de la época, con una pluma en el bolsillo, a modo de birome.
   —Mi nombre es Onorato Balzo, soy escritor desde antes de nacer… ¿Ud cómo se llama?
   —Me llamo Juan Window, soy un escritor de segunda.
   —Lo sé, lo sé.-Y se mesaba la peluca- Lo veo todas las noches con un catalejos.
   —¡Me espía!
   —No es preciso, no sólo escribo igual que Ud, uso las mismas palabras, en el mismo orden. Todos mis libros han sido desechados de las editoriales. Me dicen que son tan buenos que no necesitan editarse. Lamento que escribamos idéntico, aunque Ud, como Primer Premio, merece mi pluma.
   Me extendió su exótica birome.
   Fui de vacaciones, para descansar los ojos mirando el horizonte. Al regresar, corrí a la ventana para saludar a Onorato Balzo. En esos días habían derrumbado el edificio, con ventana y todo.
   Busqué en Internet “Onorato Balzo”, Escritor de Segunda, que vivió durante el SXV. Toda su obra, considerada mediocre y baja de estofa, quedó en el olvido.
                           _____

   Juan Window editó un libro de veinte páginas, relató la vida de Onorato Balzo, decía ser su mejor amigo, hablaban de filosequía, logistología, psircología. La diferencia de edad los separó.
   Criterios empresariales y gubernamentiles, obligaron a Juan Window a dejar de escribir.   
                                                                  

viernes, 9 de junio de 2017

DÍA LIBRE


   —¡Mamá te dejo los chicos! Vuelvo tarde.
   La madre no contestó, desde chica fue de no esperar respuesta.
   Bajaron los chicos a desayunar —¡Abuela! Qué bueno que viniste, vos no hagas nada, sentate al solcito, ahora te preparamos algo.
   Cata se tomó todo el día por cuenta propia. Hacía veinte años que no salía sola. Estaba feliz, desayunó en Puerto Madero, recorrió San Telmo, compró un vestido de los años 30 color malva.
   —¿Te parece que no se va a descomponer la Abuela?
   —Es al revés, se va a componer una sinfonía propia y cantará para sí. Dejá que yo le alcanzo la copa.
   No esperó respuesta y saltó por la ventana, hasta sentarse al borde de la hamaca. —Tomá Abu, lleva el nombre de tu flor predilecta.
   Tomó como un pajarito, se puso demandante. 
—Tráiganme otra margarita, dos si es posible.
   Prepararon una jarra, mientras uno cantaba “Ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot…”
   Al atardecer la madre entró a un toilette lujoso, donde cambió su ropa y se miró al espejo. Una peluca flecos negros le hacía carré, sintió frío. La mujer del espejo era bellísima.
   Reservó un lugar privado para comer y la tarjeta para pasar al lugar donde se tomaban copas, bailaban y demás. Le pareció fino comer poco y se quedó con hambre. Apretó un botón y un salón de gente apretada y música ensordecedora, la dejó sentada en una banqueta giratoria. Vino el barman a la barra, elogió su vintage treinta —No me digas nada, te preparo un trago y después hablamos.
      Ella tomó con un dejo nervioso que sólo detuvo cuando el barman dijo —Se llama Margarita.
   Ella lo miró como a un sirviente —Antes de irte déjame cinco copas saboreando margaritas desnudas.
   La Abuela roncaba suave, rodeada de copas vacías, acostadas en el césped. Cuando observaron que dormía, la llevaron entre ambos a su dormitorio. Descubrieron una foto en la repisa, el retrato del Abuelo, junto a un florero con margaritas frescas.
   Casi al mediodía siguiente apareció la Madre, saludó a cada hijo a los tropezones y hablando arrastrado. Subió por sus propios medios. De la cabeza le caían margaritas, siguió hasta la pieza de la Abuela. Durmieron las dos abrazadas, rodeadas de margaritas.
                        

jueves, 8 de junio de 2017

POLONIA + 10 - ARGENTINA 0


   La última carta que recibí de Witold, decía “Por favor, no me escribas más”. Quedé absorto, hacía dos semanas que había vuelto a Polonia y ahora esta extraña misiva.
   Él vivió toda su carrera en Argentina, vivíamos juntos, Witold estudiaba castellano, lunfardo argentino y pronunciación de nuestra tierra, según provincias. Yo arañaba Letras, me gustaba leer suelto de manos. La Facultad condicionaba. —Vos flaco, no entendés, si aprender bajo ciertas normas te asegura obtener el título, después trabajás de payaso.
   Para Witold era un gran chiste, no paraba de reírse, le parecía gracioso. Yo, ni media sonrisa. Me acostumbré a su histrionismo y le acompañaba la risa. Él se adaptó a mi cinismo leyendo filósofos cinisistas. Tenía la cabeza abierta y hacía circular sus ideas. Tan culto que asco daba.
   Cuando nos despedimos me invitó a Polonia y nos dimos tantos besos, que según Witold 
—Vamos a detenernos aquí, porque parecemos dos putitos.
   Nunca hablamos de Política, considerábamos que era un acto alpedístico. La tercera misiva me plasmó “Yo te aviso” ¿Qué me tiene que avisar? ¿Qué puede haber pasado? ¿Cuándo me “avisa”?
   Hay algo, que no sé, Witold me pone nervioso.
   Me mandé a Polonia, aparecí en una casita de juguete, un lugar de nadie. Tenía veinte alumnos de Castellano.
   —¿Qué pasó, Witold?, fue un rompecabezas dramático.
   —Pensé que era el único modo en que vendrías, esperá que te traigo mi mejor alumno, ¿a ver Patrick? ¿Cómo se saluda un argentino?
   —Hola cagón boludo.
                                                          

miércoles, 7 de junio de 2017

QUEDATE EN EL MOLDE


   Me perdí a mí misma. Ya busqué en la cama y no estoy, en la cocina no me encontré, pasé al living y no pude calzarme las pantuflas porque ando a las perdidas. El baño tenía vapor y el agua lista, iba a aprovechar para bañarme. No pude encontrarme.
   Debo andar mugrienta, quien sabe cuánto tiempo. La última vez que me sucedió, di cuenta a las Autoridades de mi pérdida, me encontraron muerta en el Riachuelo.
   Vino perfecto, crucé a Paraguay y me dieron una cédula de identidad nueva. Mudarme de mí misma fue una fiesta. Duró poco, ahora soy alta y el rodete es tan prolijo que duele. En mi nueva casa, mis manos se enteraron antes que mi cabeza. Soy una persona maniática sin retorno.
   Mis manos ágiles ordenan las cremas de menor a mayor y por color. Tiendo la cama inmensa yo sola, las Señoras que limpian, me la dejaban con dos arrugas. Prefiero hacer todo yo. Los zapatos se ordenaban por color, taco alto, taco bajo y carretel.
   Soy Ministra de Educación y Justicia, para que haya Justicia hay que tener mucho dinero. La Educación, debe tener un solo objetivo, que los niños sean fanáticos de una sola persona. Me sentí importante, pero cuando advertí que tenía custodios armados, me perdí a mí misma. Esta vez no hice cédula. Ni se me cruzó buscarme.
   Estoy sola, perdida. Los autos negros no abandonaron su vieja costumbre. Me siguen…me siguen…me siguen… 
                                                                   

martes, 6 de junio de 2017

TRUMP ¡ANDATE YA!



   Torie debe ser antiarco. No emboca una ni que se la den servida. En el último partido lo echaron. Arrojó la camiseta, el pantalón, las zapatillas y medias, sus hinchas se abalanzaban sobre la ropa. Torie salió en bolas al centro de la cancha, ostentó su musculatura y gritó  —¡¡Putos!!
   Dio media vuelta y se fue.
   EEUU lo compró por monedas. Lo acompañó su entrenador personal, un deplorable entrenador, pero buena persona. Eso era lo interesante de Torie, elegía su entorno por la bondad, no por las estrellas. Recibió una copita de aluminio, con su nombre mal escrito “Campeón de Perdedores”.
   Su hinchada incondicional cantaba “¡¡Que ganen los perdedores!!”
   Trump, que siempre agarra para el lado más bestia de la vida, le pegó una trompada y lo insultó. Fue declarado visita ingrata. Trump en persona lo metió en un avión oxidado. En el Aeropuerto estaba Pitina, su novia —Qué suerte que te echaron de todos lados, podemos casarnos.
   Torie no recordaba a Pitina, le pidió —Dejámelo pensar unos días, ¿Cómo te llamás? ¿Pitita?, nos comunicamos por celu, esperá que llame yo.
   A Torie le pasó la ola por encima y volvió a pensar (él no era muy de pensar). Este es un paisito de mentira, te dan ganas de perder, yo perdía a propósito, nadie se dio cuenta, porque aquí nadie se da cuenta de nada. Los tupper son herméticos. Soy winner por decisión propia. Parto esta noche, Llamo a Pitina, para pitunear un rato, antes de irme. 
                                             

lunes, 5 de junio de 2017

NOSOTROS


   Los quebrados económicos, cuando cumplimos años y lo festejamos, solemos recibir llamados telefónicos justificando su ausencia al onomástico por haberse quebrado un hueso del brazo, de la pierna o algún otro invento jaquecoso y lamentero. La dispensa ocurre desde casas de ricos sin fama y con dineros de raras proveniencias.
   Los quebrados económicos somos humanistas en nuestra mayoría y pertenecemos a la ex-cultura del libro y la cinefilia, de pasillos inteligentes y de horizontes por inventar. Nuestros corazones sin precio aprecian el teatro que fue, la música perdida. Valoramos los rescates y los nuevos, con ideas que tengan huevo y toda la carne a la parrilla.
   Los quebrados económicos solemos juntarnos, no sólo para marcar los años o el día “de”, emitimos sonidos de ballenas, que nos comunican sin cables ni celulares, tomamos mate, fumamos, hablamos de temas que competen a la creación humana, a su salvación y si Tánatos nos agarra, con esa facilidad de metiche que tiene, nos cagamos de risa, como Goya en sus pinturas negras.
   Los quebrados económicos tenemos la seguridad que las gentes que deciden formar parte de nosotros lo hacen por la búsqueda de lo genuino, mostrando profundidades o larguezas que transforman los encuentros en fiestas imprevistas y asombros con olor a nuevo.

   Los quebrados económicos somos más de los que parecemos. Hay intersticios que nos guardan para no dejar al mundo solo entre mangas de degenerados que tratan de quebrarnos las ganas. Es una pena para ellos, porque nuestras cosas no se venden, no tienen un lugar, ni una forma. Ocurre en una dimensión a la que ningún microbio comegente podría acceder.
                                                                

domingo, 4 de junio de 2017

MORA NO MATO

  
   Subimos de piedra en piedra. Harriet iba detrás de mí. Era alemana y mandona, yo sumisa con la visita exótica, me gusta la contención para el que viene di fora.
   Llegamos a la punta de Saco do Forno y ella posó su manaza en mi espalda y me empujó.
   Cuando encontré que las olas me arrojaban de un lugar a otro, hasta una piedra, miré mi cuerpo lastimado por donde viese. Una de las oleadas me plasmó en una piedra y se quedó con un pedazo de cuero cabelludo.
   Ascendí como pude, encontré un sendero prodigioso, le hice un camino de sangre. Un pescador, me curó las heridas como un catedrático. Reposé en su cabaña, la esposa se ocupó hasta que pude andar sobre mis piernas, —¿No saben nada de Harriet?
   Nadie sabía. Volví a mi cabaña canuto en un agujero del mato. Aseguro que yo veía todo, pero a mí, nadie podría. Rompí dos scholitas recorriendo las aldeas más cercanas. Preguntaba por ella, nadie sabía, siquiera, de su existencia. Recordé algo confuso que decía mi abuela confucista. “Si estás en un lugar buscando alguien y no encontrás a nadie, seguro que siguiendo hacia el Este, la encontrarás”.
   La línea que formaba al andar marcaba las piedras de Saco do Forno. Harriet, en la punta más elevada de las piedras, llegué hasta ella en segundos, gracias al camino prodigioso.
   Le posé mi mano en su espalda, pensé que debía obrar con sigilo, la empujé. Las olas me impidieron escuchar su caída.
   Nunca volví a Saco do Forno, tenía dos razones, ella y yo.
                                        

sábado, 3 de junio de 2017

FACTOR AG


   Si en un sillón circular se está arreglando el mundo, siempre hay uno que se tira un pedo, sin querer, se le cayó, lo hizo a propósito, no asume su culpabilidad. Entonces todos dudarán de todos, menos él, que fue un hipócrita, corriendo a abrir las ventanas. Cuando vuelve restriega sus manos
 —Lindo tomar algo de fresco, además de los jueves, nos podríamos ver acá, otros días.
   Nos miramos con más confianza, de pronto nos trajo el recuerdo que alguno se desgració, con cara de yo no fui, fue él, o aquel, o todos.
   Algún pedo tenemos todos en nuestro haber pasado, en el presente nadie puede contener a nadie, así es de ingrata la vejez, se escapa todo, los recuerdos inclusive. —Vos te quedaste con mis Hauser I, II, y III. Hace veinte años, devolvelos, ya es tiempo.
   El tipo permanece impertérrito, es sordo. Me olvidé, a él no le gusta usar el aparato, de coqueto nomás.
   La casa de las reuniones es la del sillón circular. Anoche, el dueño, hizo una carbonada patriótica. Cuando llegamos, nos puso una banderita a todos. Después nos obligó a jugar al gran bonete. Entró un pájaro, nos recorrió y se posó en su hombro.
   —Viene todas las noches, me caga todo, pero como estoy al pedo, no es ninguna molestia. Terminamos la carbonada, se pueden ir, vamos, vamos, vayan.
   Quería que nos fuéramos, se avecinaba un pedo que requería la libertad de la soledad.
   La estridencia se escuchó desde la ruta.