jueves, 29 de junio de 2017

CULINARIO

                                                 
   Los viejos miraban pasar mujeres —Mirá esta, está buena.
   —A mí me gusta la carne fresca.
   —Acá pasa la rubia, chau, una chacabuco operada, a mí también me gusta la carne fresca.
   Una anciana de libro, con sombrero y red sobre la cara. —Disculpen, pero escuché hablar de la carne fresca ¿Saben Uds dónde venden carne fresca?
   —Sra, nos referíamos a las mujeres que vemos pasar.
   —Me habían dicho de personas que se comen entre ellas, dicen que es lo más parecido a la carne fresca. Sí, vamos a mi casa, los invito.
   Se metió en la cocina —Antes de degustar mi comida, ¿alguien me puede dar una mano?
   Fue Inocencio. Ella cerró la puerta. Después de un rato apareció, pálido, con sonrisa y una mano envuelta en mil vendas. —Cómo cocina la viejita, dijo que si algunos de Uds le puede dar otra mano mejor.
   Entró Bringatti. Luego fueron pasando todos. El banquete de carne fresca, blanda, clara. La Anciana comía como vaca nueva, ellos se dieron la gran vidurria, a pesar de no tener manos, ni pies, ni brazos. Hígado y riñón fue lo primero que terminaron.
   No se pudieron levantar, ni agarrarse de algo, ni pensar, todos perdieron la cabeza.
   La Anciana tenía un freezer de carnicero. 
—Ahora voy a ubicar las cabezas, las cosas que no me gusten van para el perro. Estoy tan contenta, no compro carne hasta el año que viene.
                                                            

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