miércoles, 31 de julio de 2019

JUGARSE CON LO MEJOR



   —Yo opino que debemos apuntar más alto. Aquí, más que un apéndice, un parto, algún aguijón de abeja, mucho no vamos a crecer. Lo nuestro fue cirugía y tenemos que aprender más, vayamos a la Ciudad y apliquemos lo que sabemos.
   Era mi único intercambio, el Dr Sarkini Loreal, los demás eran buena gente, pero Médicos sólo nosotros dos. Y nos fuimos para Rumania, el sitio de más experiencia en cirugía facial. Abrimos un consultorio con una placa de bronce: Dr Sarkini Loreal – Dr Vaca Narvaja.
   —Nos debemos una Secretaria, que se ocupe de los turnos, discreta, austera y fiel a nosotros en cualquier inconveniente que se presente.
   A la semana teníamos cuatro turnos, dos cuarentonas en buen estado, pero sus caras eran para esconder. Luego una de sesenta que había que desfruncir y una melliza de otra, con ganas de no parecerse a su hermana. Nos repartimos la hacienda, yo operé una cuarentona, Vaca Narvaja la otra. De acuerdo a las expectativas de las pacientes, quedaron ampliamente satisfechas. Se miraban al espejo y no se reconocían. Los ojos almendrados, la nariz un porotito picudito y tallado, los labios de Angelina Jolie, los pómulos altos y redondeados. Lograron su cometido, parecerse a todas las hermosas. Éstas atrajeron pacientes y la Secretaria tenía los pelos empezando a ponerse de punta.
   La de sesenta la hizo Sarkini Loreal, tenía dotes este Doctor, con un solo disparo de láser, inventado en Rumania, le dejó el rostro liso como papel Romaní, la mujer quedó prendada de Sarkini Loreal. Le regaló dos corbatas de seda pura y dos botellas de Ye Monks. Ésa armó tanto alboroto por doquier que fueron tantos los turnos para concertar, que los pelos de la Secretaria llegaron casi hasta el techo. Aunque no era su métier, los médicos le recetaron pastillas para el stress. Los Laboratorios de Rumania no tenían precedente. Las píldoras le dejaron el pelo lacio hasta la cintura.
   Sarkini Loreal y su socio, Vaca Narvaja, decidieron experimentar con la melliza, hacer la derecha uno y en simultáneo la izquierda el otro. Se coparon con el trabajo, les dio un ataque entre Cubismo y Barroco. Un ojo quedó cerca del nacimiento del pelo y el otro cayendo del borde de la nariz, una ceja pelada y la otra formando rositas etruscas, media boca finita y la otra mitad puro diente con el labio superior desplazado. Terminado el trabajo le acercaron un espejo, la paciente lloraba convulsionada, pero como le escondieron los lagrimales hacia adentro, las lágrimas quedaron imperceptibles.
   Después de la primera impresión, volvió a los espejos y se encontró re cool, no se parecía a nadie que conociese, eso incluía a la hermana que detestaba. Los cirujanos hicieron una muestra con las pacientes en vivo, el trabajo más ovacionado fue el de la melliza, entre cubista y etrusco.
   Su cara se publicitó en todos los medios gráficos y redes sociales, del mundo. La Secretaria tuvo que dar turnos para cuatro años después. Todas las adolescentes querían una cirugía exacta a la ovacionada.
   Los Dres Sarkini Loreal y Vaca Narvaja, fueron a agradecer a la plana mayor del Gobierno de Rumania. Volando a su patria, para visitar parientes y amigos, el aeropuerto tenía más carteles que una manifestación y gritaban: ¡Al Colón! ¡Al Colón!

martes, 30 de julio de 2019

LA HISTORIA CUENTA AL REVÉS



   No sé si los pozos se secaron, pero no hay más aljibes con agua. La gente los deja de adorno y les hace trepar madreselvas. A las bombas de agua, que antes tenían agua fresca y transparente, ahora por más que bombeen, no sale ni una gotita. Dicen que fueron las napas, que se secaron. En las afueras de Chascomús vivían dos viejecillas que amaban los tiempos coloniales. Las baldosas eran rojas y brillaban solas con un trapetón, contaban con Aurorita, que limpiaba toda la casa con el agua del aljibe para los pisos y de bomba para tomar.
   También era muy vieja, Aurora, pero nunca se sentaba, siempre había algo que hacer. El Jardinero era un negrito sobreviviente, criado de la Madre de Rosas, ella se los vendió por una jarra de plata. Doña Encarnación era generosa, parecía mentira que tuviera ese hijo, gordito, cachetón y de rulitos. Las viejitas no lo querían, pero tenían su retrato en la sala para cuando Doña Encarnación, venía de visita a tomar un licor de menta. Hablaban de los finados, algunos muy elogiados y otros, tontos y soberbios, que engañaban a sus mujeres. Para esa charla convocaban a Aurorita y al Jardinero, ellos tenían más memoria para recordar las degeneradeces que se permitía aquella gente, además de cruzar a Europa, mínimo cuatro veces y hasta se llevaban una vaca, para ordeñar en el barco.
   Aurorita paró la mano con la limpieza y empezaron las arañitas por las ventanas, para hacer sus frágiles tejidos, llegaron a todas partes, tejieron la mesa para agasajar, las sillas ni entre todas las podían levantar de tanta araña que se movía de aquí para allá, buscando más.
   Cuando llegaron a la cocina, nunca más pudieron usar vajillas, ni las sartenes de cobre, ni las soperas inglesas. Se tomaron toda el agua del aljibe y la rellenaron con telas impenetrables inutilizaron la bomba y las arañas crecieron tan grandes, que dejó la vida en suspenso de Doña Encarnación. Una araña se le metió en la garganta y por más que todos ayudaron, tuvieron que abandonar, porque aparecieron cuatro arañas más, que por un agujero o por otro, dejaron a todas finadas.
   Las arañas siguieron su voracidad implacable. De la casa no quedó casi nada. Luego de un emprendimiento inmobiliario, se aprovechó aquel terreno, levantando un edificio. No se vendió ningún piso, la primera razón es que no había dinero, la otra, que nadie decía, era el miedo a los fantasmas que seguro sobreviven.  

lunes, 29 de julio de 2019

¡VIVAN MIS VIEJOS LOCOS!



   Me avisó que mañana sale para Montevideo, dice que está hecho pelota por la fiesta que tuvo ayer, fue un casamiento que empezó a la mañana y a la mañana siguiente se terminó.
   —Me llevé tres tías a dormir a casa y dos abuelos que no curtieron nada y ahora se están poniendo al día, son como Uds, que gracias a su salud y el miedo a la muerte, la cortaron.
   No le iba a preguntar pero me salió de la boca: 
—Decime, nene, ¿Vos fumás, tomás pastillas, le das a la merca y esos ácidos nuevos?
   Se escuchó un suspiro “no te soporto”. —Pero Mamá, ¿qué te pensás que soy? Todavía me acuerdo de Uds, las cosas que se mandaban y encima me pedían que no le contara a nadie, se bañaban en bolas y yo los acompañaba y me metía en bermudas. Por suerte era en Europa, pero no existía hacer eso. ¿Y vos tan luego, Mamita, me preguntás si me reviento?
   Me asustó cómo se puso. —Tranquilo, hijito, tranquilo, nosotros fumábamos porro, tomábamos merca, un ácido de vez en cuando, narguiles con cócteles que yo a veces te miraba y no sabía ni quién eras. En realidad debería contarte qué es lo que no hicimos, que es más corto que lo que hicimos. Pero me pone de la cabeza que te metas en esas cosas. Vos sos un tipo decente, a pesar de tus amigos.
   Se escuchó casi un sapukay. —Mis amigos son geniales y diferentes a todos. Pipi, que es el custodio principal del Gobernador, anda siempre armado, por las dudas no tiene balas en sus armas, por su mujer y las nenas. Después tengo al Tano Piñoti, campeón en box de gigantes, está todo dibujado por mí, sale en todos los medios y me nombra, es un tipazo. Después tengo dos amigas raritas, pero son buenas y leales. No sigo porque la lista es muy larga. Hay gente en distintos lugares del mundo, que me invitan a tatuar, pero viste cómo es mi novia, celosa como vos con Papi, bueno, Mami, quiero que sepas que te quiero mucho. Me voy para Canelones, que allí no existe la gente concheta y después no sé qué elegir, pero me llevo a mi novia, que me cuida y no permite que engorde, ni que sea como fueron Uds, ella también los quiere un montón. Ayer llovió, aproveché y saqué el auto del garaje, quedó impecable. Mejor que mandarlo a lavar y no me salió un mango. Hablando de todo un poco, el Frula Domínguez, va para el pueblo, les dejará cuatro bolsones de ropa sucia, porque en los lavaderos de acá me hacen mierda todo. Y si no es mucha molestia, planchala. ¿Dale que sí?, Decile a Papá que le mando un abrazo, con olor a chivo, no uso más desodorante, dicen que trae cáncer, Uds hagan lo mismo.  Bueno, te dejo Mamita, ya llegó la pizza, me voy a comer, no doy más y te quiero, nos vemos dentro de un mes, o seis, yo después te hablo y te digo. Clac.

domingo, 28 de julio de 2019

DE ROTAS CADENAS



   El tercer fustazo lo dejó de pie y sin dolor. Tenía la piel gruesa como los negros de antes, de tanto castigo en la espalda. Era el nuevo Patrón, admiraba tanto las fotos de su Bisabuelo, que trataba a los peones como cuadrúpedos de pie, el mismo látigo del caballo le hacía descargar su furia enferma en los lomos, tal cual vio en las fotos que tapaban las paredes y hacían llorar a los niños. Daba risa que el Patrón fuera más negro que los negros y que él llamaba negros, con desprecio. Tenía buena maquinaria, el perverso Don Juan Saravia Escondite, no necesitaba treinta peones, con cinco se arreglaba, pero era un hambriento de castigar, los tenía con pulseras de hierro y las llaves oxidadas, él las colgaba del cinto. Sólo usaba una sola, cuando alguno moría de viejo o por irse al carajo en el castigo. Y vayan las ironías, la Mujer se le fue con el más negro de todos, que ahora camina del brazo con el negro de traje de lino blanco y sombrero panamá. Así y todo, el negro no se olvidaba, muy pintón pero descalzo. La Mujer, de noche, le chupaba los dedos de los pies, uno por uno, para compensarle al negrazo, los castigos de Don Juan Saravia Escondite. Él moría de placer y de odio. Nunca pudo separar.
   El Patrón castigador, murió un amanecer de Septiembre. La Mujer de Don Juan Saravia Escondite, no quiso darle ni bóveda ni sepultura. Había un árbol seco y duro, en el medio de aquel campo. Allí fue a parar el cuerpo sostenido con pulseras de hierro, fue devorado de a poco, por las aves de rapiña, que se pasaron la voz y a los dos días no quedó nada.

sábado, 27 de julio de 2019

LA FACULTAD DE BELLAS ARTES Y LO QUE VINO DESPUÉS


  
   Saulo, Jefe de Cátedra, pagaba de su bolsillo a Reina Diez para enseñarnos Historia del Teatro, clases imperdibles, lecturas comparadas, fluía lo que sabía, pero nunca apabulló. Se cubría, no se vestía, un zapato de un color y otro diferente, con las medias era igual, equivocaba el cierre de los botones y su eterno tapado negro hacía una diagonal.
   Saulo también le pagaba a un tal Profesor Daughet, nos enseñaba a pintar bocetos o alguna obra a entregar. Era un personaje singular, un año fumaba puchos y al siguiente, semillas de girasol, un mago para quitar las cáscaras, con dos uñas entrenadas resolvía la situación.
   Saulo lo sacaba del taller y le decía en voz alta que nos hacía hacer trabajos realistas. —Tras que son medio dormidos, les enseñás mariconadas.
   Y el otro le contestaba: —Si no te gusta mi trabajo, mejor me voy.
   Saulo lo convencía que se quedara, era el único dinero que recibía, para una pieza de pensión y la comida. —Y después de todo, los chicos practican.
   Eran tiempos de esplendor, los Profesores, todos, sabían de qué hablaban y daban ganas de investigar. No había tecnología. Sólo máquinas de escribir. A medida que cursaba, mi viejo me compraba todos los libros. Y así se dieron las lecturas en grupos, las discrepancias y coincidencias. En aquel tiempo no tenía conciencia que me nutría de un tesoro para siempre. Por el contrario lo denostaba.
   Ahora que ya soy vieja, me acuerdo de todos ellos. Años después fue mi hijo, yo me la vi venir. Él eligió Dibujo, tenía talento desde la época del garabato. Sus trabajos dejaban a los Docentes sin palabras y encima lo criticaban, con mala leche y envidia. Dejó la Carrera y dibujaba con otros, en un galpón alquilado. Del Dibujo pasó al Tatuaje, aprendió con gente de Buenos Aires, distintos modos de trabajar y medios. Como las máquinas, que lúmpenes genios le fueron vendiendo. Hizo cursos de Asepsia y Bioseguridad. Con el tiempo fue un grosso y muchos pendejitos de Bellas Artes, querían tomar clases con él. Hizo la propuesta al Decano de la Facultad, dar clase dos veces por semana.
   El tipo pareció convencido y dejó que diera una clase, a sala llena, donde habló de cosas elementales, muy buenas para no hacer carnicerías con el oficio. Se hizo un pedido al Ministerio, adujeron que el tatuaje no era un Arte, ni estaban dispuestos a dar un presupuesto para mamarrachos en los cuerpos.
   Ahora él se caga de risa, porque vive de eso y le pagan bien. Un día me dijo: —No sabés Mamá, cómo late el corazón, cuando veo pasar un cliente con un tattoo hecho por mí, soy una obra rodante, no necesito exponer, la gente lleva en la piel las cosas que yo imagino. 

viernes, 26 de julio de 2019

MOLINOS DE VIENTO



   Se sentía insegura montando un caballo alto, prefería un matungo que vio nacer a campo abierto, lo montó en pelo al principio, era panzón y petiso. Dulcinea, por coincidencia de su nombre y el Quijote, decidió llamarlo Sancho, lo de panza era obvio. El Padre le fabricó una montura liviana, con estribos como juguetes y bridas fuertes. Dulcinea lo quería tanto, que lo sacaba a pasear dos veces por día o tres, de acuerdo a qué debía estudiar.
   Sancho se entristecía, si ella no estaba y merodeaba en los pastizales  procurando sólo los yuyos que más le gustaban.
   Dulcinea lloró mucho cuando se fue a estudiar a Buenos Aires, venía los meses de verano. Sancho, por el movimiento que había en la casa, se daba cuenta de la llegada de ella y pastaba en la tranquera, para recibirla primero. Los encuentros eran frente con frente, como besan los caballos, a veces le dejaba baba en el cuello, pero a ella no le importaba.
   Pasaron dos años y Dulcinea no aparecía, Sancho bajó de peso y casi no comía, pasaba tiempo echado y si estaba de pie y había luna llena, se la quedaba mirando, como pidiendo que Dulcinea volviera. Así lo interpretó el Veterinario, que era músico y poeta, pidió permiso a los dueños y lo llevó a sus parcelas. Allí tenía una yegua para que Sancho la sirviera, tenían las mismas dimensiones y no hubo que esperar demasiado.
   Nacieron dos potrillitos igualitos a ellos. Un verano llegó Dulcinea de visita, con un Marido y dos chicos.
   Lo primero que hizo fue ir al predio donde ahora viven Sancho y su familia. Ni bien Sancho la vio, torció la cabeza y se fue trotando para otro lado.

jueves, 25 de julio de 2019

VIRAZÓN



   Voy todos los años, es un lugar tranquilo, hay un rancho cuadrado y chiquito, tiene dos mesas, en una me siento yo, escribo sedada por esa gente tan virtuosa, que resuelve el almuerzo con un pescado recién pescado, a la plancha, media papa y un café.
   La otra mesa la ocupa una chica siempre de vestido blanco, jamás se mete en el mar, saca fotos todo el tiempo, pidió permiso para lograr un retrato de mí escribiendo, pero en un banco deshecho de la playa. Le di mi dirección, no lo mandó.
   Se fue antes que yo, a mí me gusta que en ese lugar nadie me habla, se mezclan con mis mundos. Aunque no quiero me hacen cambiar el sentido de mis cuentos. El Bañero, que dormía en su casilla, me contó que la luna desaparecía pasando los dos médanos más altos de ese lugar.
   Le mentí que prefería ver cómo el sol se despedía en el horizonte del mar. —Vos te estás perdiendo la luna, hace todo un recorrido donde primero se pone enorme, de un blanco amarillento, no necesitás lentes oscuros porque no agrede como el sol.
   Quedé mirando todo lo bello de su aparición, la seguí la noche entera, pero los pies se metían en la arena y me costaba seguirla, aparecieron dos chicos que corrían a más velocidad, delante de mí, la luna alborotada, ya se quería escapar, aumenté mi ritmo como si en ello me fuera la vida. Los chicos que iban delante me tiraban, por sus pasos, tanta arena en mis ojos que no me pude despedir. Llegué a la casilla del Bañero y le pedí gotas oculares, después de contarle mi aventura, me invitó a dormir, ya lo había imaginado y un triángulo de luz iluminó la cama, había tres personas, los niños de los médanos y su Mamá, todo igualitos. Eran su familia.
   Me sentí tan culpable, que le dejé un papel ensobrado, donde le pedía perdón por ser tan desconfiada. Él me dejó otro papel, pegado dentro de mi carpa: “Hoy se van mi hermana y mis sobrinos, si querés venir conmigo a dormir, viste el tamaño de mi cama, nos podemos divertir y salir luego en mi todo terreno, a ver la luna y su escondite”. 

miércoles, 24 de julio de 2019

LA LUNA Y LA PALMERA



   Atrás del Cementerio en La Plata, había una enorme superficie, que hasta no trazar las horizontales era posible no ver ninguna construcción, ni casita ni casilla. Era un planeta liso, donde justo en el medio crecía una palmera, ancha y alta, de esas que el tronco, parece cubierto de bolsillitos. La conocí de chica, paseando en bicicleta. Por lo menos una vez por año, la visitaba, a medida que los bolsillitos se multiplicaban, la palmera crecía, era su columna vertebral. En las noches de invierno, su soledad tan absoluta a mí me despertaban ganas de ponerle un sobretodo.
   Federico consiguió el auto del viejo, dijo tener una noticia para mí en especial. Mis amigos queridos conocieron esa palmera a través de mi descripción, pero pocos se molestaron en ir hasta allí a saludarla. Era un regalo que dio la tierra. Una tarde de verano, plena década infame, nos siguieron dos autos con milicos y armas largas. Con nosotros éramos tres vehículos dispuestos paralelos, alguien debe recordar, buscaban un tal Sallustro, escondido en alguna parte. Nos hicieron bajar: “Documentos, por favor”. El “por favor” no se usaba, fue raro, pero revisaban el Citroën 2cv, por el piso, por detrás, por abajo y no se convencían. Yo que era metiche e ignoraba todavía la magnitud de aquellas bestias, les dije: —En este auto cabemos apenas, no tiene ni baúl, ¿es muy enanito Sallustro?
   Me salió bien, uno de los milicos se cagó de risa. —Tiene razón la chica, pusieron a toda la Provincia para buscar este tipo. Bueno, chicos, suban nomás al autito, a propósito ¿qué estaban haciendo acá si no hay nada?
   Federico, que era un delirante, les contó que veníamos a ver los días de luna llena, cómo la palmera se mantenía enhiesta y parecían darse un beso de bienvenida, la palmera recortada en la luna.
   Los milicos salieron de los autos a fumar un cigarrillo y miraban con asombro de personas normales. Igual nos resultó agradable su partida. Nos quedamos hasta que la luna, de a poco, se separó de la palmera. Se puso más chica y subió al cielo, iluminando y dijo, “mañana nos vemos”.     

martes, 23 de julio de 2019

POR SUERTE DESPUÉS CRECÍ


   Íbamos a Buenos Aires en un —Viaje peronista.
-Decía mi viejo que era gorila-.
   A mí me pasaban por una ventanilla, para reservar los asientos, dos maletas y un bolso. Ponía uno en cada asiento y después me sentaba yo. Tardaron mucho en subir, cada señora rubia con tapado de nutria, pensaba que era mi vieja, o los señores con bigotes, a lo mejor era mi Papi. Me dio impaciencia estar sentada y empecé a recorrer vagones. En el segundo apareció mi vieja, me di cuenta por el ruedo de piel igual al de ella, me agarré bien fuerte, mientras le decía: —Mami, están atrás los asientos!
   Y ella no contestaba, hasta que en el último vagón se dio vuelta: —¿Por qué me tirás del tapado, niñita?
   Me puse a llorar y con hipos le decía que pensaba que era mi Mamá. La Señora habló con el Guarda: —Me parece que esta criatura se ha perdido. ¿Podrá Ud hacer algo?
   El Guarda me tomó de la mano y subimos a un piso con un micrófono. Dijeron mi nombre, mi edad y cómo iba vestida. La gente del tren protestaba porque retrasaron el horario de partida.
   A los cinco minutos estaban allí, a mí me parecieron cinco horas. Tocaron el silbato y subimos de inmediato. Encontré los asientos, pero había tres ocupados y en el cuarto dos maletas apiladas, con el bolso en la punta, no había más asientos, así que viajamos de pie hasta Plátanos, donde una familia bajó.
   Mamita querida se sentó y cerró los ojos, Papá también. Un Señor perfumado, se llevó una de nuestras maletas, yo no le dije nada, le iba bien con el perfume.
   En Avellaneda, les conté lo del Señor. —¿Y no te diste cuenta que era un ladrón? ¡Ah qué chica tan tonta! No se le puede encargar nada, siempre con la boca abierta mirando la luna. Ya tiene cinco años, podría ser más despierta.
   Mientras, mi Papá me acomodaba el sombrerito y decía: —Bueno, ya pasó. Ni bien lleguemos a lo de la Abuela, vamos a verte alguna ropita nueva en Harrods, que hay de todo, hasta juguetería.
   Mamá estaba furiosa y no paraba, bueno, ella jamás paraba sus odios: —Yo no le compraría nada, pensá que la azul era la suya y dejó que se la lleven como si tal, se perdió en la estación y mirá la mugre de las manos, ponele los guantes, Jorge, porque es una desgracia esta chica.      

lunes, 22 de julio de 2019

NO TIENEN ALAS



   Gabriel andaba de país en país y no encontraba en Latinoamérica nada que se pareciera a Estambul. Allá era un lugar bisiesto, dormían dos veces la siesta. En Guatemala, Perú o Costa Rica, los habitantes trabajaban todo el día de algo o no trabajaban nada.
   Él no era un improvisado, se recorrió el mundo a pie, en avión o en balsa. Se casó muchas veces, con mujeres que lo engañaron, sobre todo una de ellas, era una mujer tan perfecta que andaba en la oscuridad buscando amantes de otras casas, que le hicieran el amor, siempre distinto. Para ella, eso era recorrer el mundo. A Gabriel lo quería para los fines de semana, que todos jugaban a la familia ejemplar y no tenían un ratito, para reparar en ella.
   Era frígida con Gabriel, pero le daba fiebre uterina con cualquiera que se entregara. Un día su marido descubrió la retorcida trama de mujer enferma, que saciaba su sed de venganza, con plebeyos ignorantes, si eran Ministros, mejor. Cuando Gabriel la encontró tirada en una escalera, durmiendo la borrachera de la noche anterior, hasta que se abrió el mercado, se sintió tan humillado que le pagó a un Carnicero, para hacer carne picada. El Carnicero, que no era ningún boludo, se la vendió a un argentino de altas esferas, para que hicieran empanadas el día de su Independencia.
   Finalmente, por un ojo que se encontró dentro de una, color verde esmeralda, igualito al de la mujer de Gabriel. Se lo llevaron preso sin Juicio ni aviso. Los encargados de manejar sus bienes, le compraron una isla tropical, que en vez de rejas, tenía palmeras vivas y cocoteros. Gabriel se refugió en un mangrullo de lenga, a prueba de agua. Sólo pensar en mujeres, le daba ganas de vomitar. Se llevó un escritorio, con todo tipo de accesorios, papeles, carpetas, biromes y una compu donde subía sus cuentos a un blog. Escribió varias novelas, le dieron el premio Nobel y en Suecia lamentaron su ausencia. En nombre de él fue el Carnicero, le permitieron hablar por la Radio. Primero puteó a todo el mundo, luego pasaron un video donde agarrándose las bolas dijo: —Ésta, que voy a aceptar ese premio que se lo dan a cualquiera.  

domingo, 21 de julio de 2019

LOS VATIOS DE LA LUNA



   Era un bosque de pinos, un centro de él se había incendiado, afuera había sol, adentro era noche cerrada.
   Me tomé de la mano de mi hijo, que tenía tres añitos. No encontraba la salida y me puse a llorar, él me besaba la mano. —No te preocupes, Mamá, que la vamos a encontrar.
   Me impresionó cómo se detenía, cuando llegábamos al cruce de cuatro caminos. Salió la luna y tuve miedo, a la noche y a los vatios que podía tener la luna.
   —Vamos a tomar el tercer camino, el número de mis años, vos me dijiste que traía suerte.
   Y era cierto nomás, allí estaba el Padre, esperando manso nuestra aparición.
   —Papi, ¿Vos sabías lo cobarde que es Mamá? Cuando nos perdimos, se puso a llorar y si no fuera tan chiquito, era para llevarla en brazos. Me apretó la mano tan fuerte, que mirá cómo me dejó.

sábado, 20 de julio de 2019

NO PUEDE O TAL VEZ NO



   Nadie sabe qué es, ni los Médicos. —Dr, necesito saber, el cáncer, su identidad.
   El Doc levanta un sobre, que pasó bajo la puerta del consultorio:
   —Desconocemos este sobre, lo guardo en el fichero con su nombre, vuelva dentro de dos semanas, no se persiga, de nada sirve.
   Durante esas dos semanas, no le dije a nadie, ¿qué voy a decir, me enfermé de algo? Al final hablé con Tola.
   —Es que vos fumás mucho, tenés que parar o seguir, no estoy muy segura. Mirá películas tontas, comé poco, igual más flaca que eso, no vas a llegar ni a preguntar tu resultado.
   Miré el techo todo el tiempo, no dormí, imaginé mi cuerpo en llamas, yo firmé incinerar. Si salgo de la tierra, mejor, las cenizas fertilizan.
   Fui a las dos semanas y me atendió casi con pena. Lo leí en el micro, era cáncer nomás. Y de los que te sacan la vida. Volví a casa, acostumbrada.
   Al día siguiente llamaron del Hospital, el sobre que me entregaron, pertenecía a otra persona. ¡Se equivocaron! No me alegró, a mí no me alegra nada. Pero es mejor quedarse acá, que uno conoce todo. Aunque equivocaron de sobre, a Tola no la llamé, que se quede con la intriga.  

viernes, 19 de julio de 2019

LA TRAICIÓN DE LA LUNA



   Los sonidos estallaban, no se molestó en mirar de dónde, ni salir a ver de qué se trataban, otro estallido y después dos más. Luego volvió el silencio, su compañero de siempre, en la holgura del pensamiento. Cerró todas las ventanas, dormía de pie, sin medias y sin zapatos, con los ojos bien abiertos, esperando que viniera, aquel que nunca volvió.
   Horas sin cambiar de postura, cuando el primer sentimiento fue una margarita que daba vueltas y vueltas, como si la fuera a abrigar. Era el sol, que no sabía, la rabia que le tenía, o aquel zagal barrigón, que le mintió tantas veces diciendo cómo la amaba, para quedarse otra noche con techo, comida y colchón.
   Lo echó con una horqueta, gritando: —Chancho gordo, andá a comer la basura y drená la grasa inmunda que salpicó hasta en mi casa.
   Sintió que alguien entró, abrió puertas y persianas, como si fuera recién la invitó a mirar la luna. Ella le dijo que no, tuvo miedo de perderlo. 
   —Aquí me siento segura, vos andá que yo te espero, dejá la puerta cerrada, pero las ventanas abiertas.
    De esa luz apasionante, que conoció alguna vez, ahora entraba por las ventanas, recorriendo toda la casa, repartiendo su estupor de luna llena y ella sintiéndola toda toda, casi sin respirar, por respeto y con miedo que se fuera, no le dijo que estaba ciega y el amor le agonizaba, se recostó en una cama alta y desde allí se sentían las risas de él y de la luna.
   Por fin pudo cerrar los ojos y esta vez fue para siempre, partió con las risas en los oídos de los amantes traidores.

jueves, 18 de julio de 2019

LA MASTICACIÓN



   Durante las vacaciones, la Escuela Pedagógica nos llevaba a recorrer provincias, en carpa. El primer campamento fue en Tilcara, Jujuy. Había un chivito juguetón al que luego de votaciones, lo llamábamos Jazmín. Nos acompañaba en caminatas y nos topaba como para que aceleráramos el paso. De noche dormía al lado de las carpas. Lo quise tanto a Jazmín, que me dejaba darle abrazos y pasarle mi cepillo, para que su pelo brillara, le apoyaba mi frente en la suya, hasta que yo terminaba en el suelo. Tenía fuerza, Jazmín, cada día más porque crecía.
   Un día no lo vi más, lo busque por todo aquel predio pero no aparecía. A Jazmín lo mataron para comer y así enterarnos qué gusto tenía el chivito. Vi cómo hicieron el fuego, la parrilla dispuesta y después de un tiempo, para mí eterno, nos sirvieron una mesa con platos de madera y el desguace de Jazmín.
   Me levanté y me alejé, metí los pies en el arroyo. Alguno me siguió con un cacho de Jazmín en la mano. Me daba vértigo cómo masticaban complacidos, aquel pedazo de vida que nos hicieron compartir, encariñarnos y hasta ponerle nombre, nada más que para comerlo. Después vinieron otras comidas, yo miraba las mandíbulas que se movían con alegría salvaje. Durante diez días no comí nada y pensé, por vez primera, qué pedazo de asco era la masticación.
   Nunca me voy a olvidar de Jazmín y sus ojitos entre curiosos y temerosos. A lo mejor él presentía.

miércoles, 17 de julio de 2019

Y SIGUEN LAS INTENCIONES



   Los cadáveres quedaron enganchados en la quilla, vinieron de Prefectura, para hacer la autopsia correspondiente.
   —Vos hacé el trabajo de la mujer, yo me encargo del hombre.
   El compañero notó que a pesar de estar cianótico, la herida de punta a punta era superficial, se asustó porque el corazón latía, era esporádica su función, pero latía de vez en cuando.
   Llamó a su compañero, que estaba lleno de asombro, la herida de la espalda no había atravesado ningún órgano vital y el corazón de ella también latía, pero más acelerado. Trasladaron de la morgue, los dos cadáveres a una pieza de temperatura ambiente, salía agua de ambos, pero era hielo derretido. Con mucha habilidad suturaron la herida del hombre y luego la de ella.
   Los Médicos estaban blancos de miedo, pero les hicieron respiración boca a boca a los dos. Saltaron casi hasta el techo por la resucitación. Salieron mojarritas, un pez espada y pulpos recién nacidos. Cuando los Doctores combatieron aquel shock, el de buen humor dijo: —Mirá qué cazuela se puede hacer con lo que escupen estos…estos…no sé cómo llamarlos, “los muertos vivos”, hay una película, creo.
   —Necesitan los dos, tranfusiones de sangre inmediata, llamá al equipo de guardia, aquí se precisa ayuda urgente.
   Quedaron los dos conectados a máscaras de oxígeno, a suero y a la transfusión de sangre, que era lenta, pero fueron tomando color sus semblantes. Estuvieron inconscientes la semana siguiente. Los Médicos pensaron que de ésa no volverían. El día número uno, de la semana siguiente, movieron los dedos, abrieron los ojos y tenían tono muscular en todo el cuerpo, los corazones latían perfectos.
   Fueron desconectados de las ayudas externas y por casualidad se vieron el uno al otro, se hablaron áspero por los tubos que les pusieron, sentían las gargantas raspadas. Deliraban, recuperaban de a poco pedazos de realidad y otras las olvidaron. Cuando les dieron el alta para viajar a Jordania, una Enfermera los detuvo. —Me parece que se olvidan algo muy importante.
   Lo depositaron en brazos de ella. —¿A vos qué te parece? ¿Qué hacemos con el bebé?
   Él estaba entregado acariciando la cabecita. 
   —Por lo poco que recuerdo, éste es nuestro hijo, vamos a cuidarlo y amarlo aunque no sepamos nada, este bebé es de nosotros, por siempre. Es un regalo del cielo, tapa el infierno, que ni recordamos por qué.  

martes, 16 de julio de 2019

PREPÁRENSE



   Frecuentaba nuestra casa para charlar con Mamá, se perdía en sus cuentos largos con un final feliz. A mí siempre me parecieron tontos, muy diferente a mi Abuela, que me tenía suspendida y cuando mis ojos se cerraban, ella me largaba en un bosque transparente donde los malos nunca habitaron. Excelente narradora, mi Abuela. Mi Madre, cuando contaba, trataba de seducir.
   Cecilio Cantoro, amigo de la familia, no iba a ningún colegio, no soportaba estudiar. Cuando se puso liero, los padres le permitieron que hiciera lo que quisiera. Él venía a casa, yo atendía el timbre con alegría, él miraba por sobre mi cabeza, a ver si estaba Mamá. Ella lo llamaba, quebrando la muñeca, haciéndose la pendeja y diciendo:
   —Pasá, querido, pasá, ya sabía que eras vos.
   Un día dejé la puerta entreabierta y un balde con agua helada, arriba del entornado. ¡Bingo!, empujó haciéndose el langa, Mamá no estaba, él no sabía. —Uy, qué feo! Cómo quedaste, debió haber sido mi hermanito. Acá tengo un tohallón, dejá que yo te seco de una.
   Y le sequé el pecho, la espalda y cuando llegué a la cabeza, lo puse bien cerca de mi cara, por vez primera miró mis ojos, se notó que le gustaron.
   —Si no es demasiado pedir, me pongo al lado del fogón y si fueras tan amable, secá mis piernas que tiemblan.
   Le traje calzones, medias, remera y pantalón, de mi Viejo.
   —Ahora te dejo solo, ponete esta ropa que es de tu talle y dame lo mojado, lo paso por secador.-Se sintió como inhibido-.
   —Cierro todo y te cambiás, después te traigo un té de floripondio, que entibia hasta el pensamiento.
   Me fui con sus “muchas gracias”, multiplicadas por tres.
   Lo tomamos con tragos cortos y muy de a poco, despegamos del sillón, caminamos por el techo, llegamos al dormitorio y levitamos haciendo mis sueños ciertos. Escuchamos un sonido de llaves, que parecieron campanas.
   —¡Nunca pensé que mi hija fuera capaz de estas cosas! Y vos, Cecilio Cantoro, no regreses a esta casa.
   Me sacó de mi trance, una cama tan cómoda y que por fin se me daba.
   —Ni bien vuelva tu Padre, preparate.
   A su porte de gallina alzada le contesté: —Cecilio me contó lo que yo me imaginaba, así que cuando venga Papi, vos también preparate.

lunes, 15 de julio de 2019

LA DESAPARICIÓN



   Florecieron los aromos y las retamas, las violetas, los jazmines. El aire parecía decir: “Yo soy la misma primavera que vengo todo a perfumar”. Abrí las ventanas y no vi ningún color, ni el olor de los espliegos que me hacía estornudar. Quise respirar hondo y entonces lo percibí. El corazón latía desde que nací, mis manos estaban tibias porque el sol las rasaba. Algo cerca del corazón ya no estaba, no era que dolía la panza o el esternón, había una ausencia que rodeaba la zona del pecho, algo que manda sentir tristeza, alegría, pasión, amor y desventura. La mirada rezagada de alguna adolescente que se ruborizaba al verme pasar. Una voz de alguien me dijo: —Sos un tipo desprolijo y te olvidás en cualquier parte, pero esto ya es el colmo, perdiste el alma y sin eso se vive mal, apagado, la indiferencia te deja sin ganas de nada.
   No me importaba lo que decía ese alguien que yo ignoraba quién era, pero fue el que me avisó. Busqué mi alma entre sábanas y almohadones, abrí el ropero, entre mis calzoncillos no estaba, sentí algo muy suave, pero era la bufanda de pelo de conejo. Corrí a la cocina, porque anoche escuché algo muy raro, tal vez mi alma jugó con las cacerolas. En el baño no estaba, además era invisible. Pero sé cómo se encuentra, me recuesto en el pasto y a lo mejor es piadosa y me halla. Me duermo otro ratito.
   Escuché la voz de mi mujer, que hacía dos semanas que había partido. —Ay, por fin!...-Me volvió el alma al cuerpo-.

domingo, 14 de julio de 2019

LA DIABLA



   La vieja decía: —María Isabel, adentro.
   El zaguán pura franela, le daban permiso diez minutos al anochecer, para que no hablen los vecinos.
   —María Isabel, sacate el hábito. -Así le decía la vieja al uniforme de la escuela-.
   Era tan católica que tuvo los hijos que le mandó Dios, una docena. Dios se propasó con ella, era raro, quedó viuda y siguió pariendo hijos. Al primero se lo creyeron. Pasados los dos años tuvo otro hijo y otro después de otro hasta la menopausia y ahí no parió porque no pudo. Allí dejaron de creerle todos, menos el Obispo, porque la vieja hacía donaciones públicas y sobres privados al Obispado.
   Fue mi mejor amiga de enfrente, a los doce tenía veintidós hermanos, compré el primer atado de puchos, su nombre, reducido a Isa, pidió: 
—Convidame por favor.
   Nos metimos en el subsuelo de la Catedral y fumamos tres al hilo, sobre la tumba de Dardo Rocha, me pidió uno para llevar a su casa. Antes de volver nos llenábamos con chicles de menta. La Madre la pescó fumando mientras miraba un teleteatro. La muy estúpida dijo que el pucho era mío. —Mamá no te enojes conmigo, enojate con ella, me convenció que si fumáramos, Dios nos bendeciría.
   Un día fui a su casa y salió Isa con cara de zorrita. —Perdoná, pero mi Mamá no quiere que seamos más amigas. Dice que adentro tuyo vive el Diablo y me lo estás contagiando.
   Hice dos pasos atrás: —¿Y vos no me defendiste?
   Tenía la mentira preparada: —Para nada, a mí me conviene no juntarme con vos. ¿Sabés lo que dice mi novio? Que ojalá yo tuviera tus tetas, debe ser la primera vez que mi vieja tiene razón, a nuestra edad nadie tiene tetas.

sábado, 13 de julio de 2019

DESCUBRIENDO OTRA INTENCIÓN



   Viaja hacia Jordania, es violador internacional, tiene su sede en un restaurante de comidas con sedantes y plantas alucinógenas. Yo vivo enfrente, les doy amparo a turistas excéntricos que vienen a montar en camello y se sacan mil fotos para mostrar a sus amigos.
   Hermana, vos me debés una grande, yo me encargué de matar a tu marido con un cuchillo envenenado y de una sola puñalada. Quedaste libre para vivir lo que quisieras. Pasaron unos años y ahora yo necesito de vos. Es una pesadilla, tu cuñado vive acá enfrente, es el dueño del restaurante. Se dio que por ser el único lugar, iba a comer todas las noches, eso me dejaba tranquila y tu cuñado aprovechaba para abusar de mí en mis ensueños. Quedé embarazada y le dije, supuse que se pondría contento, me equivoqué de suponer. Huyó de mí y de su futuro hijo. Yo lo tuve igual, no tenía opción, acá por un legrado te dejan muerta sin querer, de ignorantes.
   Sé que vive en Amman y dejó el negocio a cargo de un hijo que nació de brote. Te pido hermana, que vengas y lo mates, con la misma daga que usé para tu marido. El tipo viene una vez por mes. Aquí te mando el pasaje en barco, el mismo día a la misma hora que lo toma él. Lo vas a reconocer por su ridículo atuendo polar.
   La hermana le contestó que allí estaría, tal cual ella le pedía.
   —A quien lastima sangre de mi sangre, no tengo pruritos en matarlo, quédate tranquila que me gusta la propuesta, matar es algo que me da más adrenalina que coger con un beduino pobre. Y no es devolver un favor, sino un acto de justicia, algo que sabemos todos que no existe.
   La comunicación epistolar las unió una vez más.
   Ella lo reconoció de inmediato, tenía cara de camello, efecto de la mímesis con los animales de su tierra y un conjunto over-dress inolvidable en las retinas. Hacía un frío que les partía el culo a todos.
   El tipo estaba sentado en la cubierta, cerca de su camarote. Ni bien lo identificó le fue a pedir refugio en su carpa de zorros. Hablaron escueto. 
—Permiso Sr, ¿puedo cobijarme en su elegante sobretodo?
   El tipo dijo que sí y abrió al medio su sobretodo, abajo estaba desnudo. A ella le pareció una falta de respeto sin perdón. Le abrió con aquél cuchillo, de la garganta a la vejiga. Le salió tanta sangre que le produjo más náuseas que el movimiento del barco. Regresó a su camarote, un sonido extraño se le arrastraba detrás, pensó en el mar que viró de la calma chicha a una enorme tempestad y sin entender, mareada, quitó con su mano derecha un cuchillo clavado en el medio de su espalda, lo miró para verlo de cerca era filoso y tenía piedras incrustadas compradas en Constitución. La sangre que le salía, no era como la del rufián, era sangre azul celeste, igual a los que de buena estirpe descienden.
   Como dice el refrán, o mueren tarde o no mueren. Ninguno llegó a destino, ambos fueron arrojados al mar. Nadie quiso declarar, por temer que el barco argentino quedara varado y se descubriera, que era chatarra pegada con Uhu.

viernes, 12 de julio de 2019

TEMPESTAD



   El invierno castigaba cada día un poco más, no podía faltar a la posibilidad de viajar y encontrar a mi hermana, por razones pertinentes que no pienso ni debo contar, ni en un cuento siquiera. Es angosto el espacio, callar congela la memoria en un momento que no.
   Fue mi primer viaje en barco, los camarotes los sentía como cárceles cerradas y agobiantes. Tenía náuseas y para estar todo el tiempo de la litera al baño, preferí salir a cubierta. No había ningún pasajero, allá en el fondo vislumbré un hombre con sombrero y orejeras de lana, a pesar de mi vergüenza, me acerqué, pedí permiso y me senté a su lado. Tenía un amplio paletó de zorros, botines de esquimal y mitones de nutria. Le pregunté: 
—¿No es demasiado mi descaro para con Ud, pasar su brazo por mi hombro?
   Se abrió el sobretodo y me dijo muy serio: —Yo le triplico la edad y no tenga miedo, por dios, hace demasiado frío. Venga niña, siéntese, que este abrigo cubre mejor que un iglú.
    Me puso las orejeras y a partir de ahí lo escuché salteado, él iba a ver a su hermano en Jordania, como yo. No le pude contestar nada y estaba tan protegida que me dormí de inmediato. Él tarareaba canciones de esas tierras desconocidas por mí, ancestrales. Melodías más alegres que tristes y eso me dio más valor que cobardía. En un momento sentí una bolsa de agua tibia, mojó todo nuestro interior, toqué con mis manos, cuando me miré era sangre que salía del hombre por su pecho. Me puse de pie e iba a gritar, la tempestad en el mar tapa cualquier sonido humano. Fue providencial, tenía un cuchillo en mi mano y yo misma le di tajos profundos al hombre, sin pensar.
   Lo que hice me arrastró al camarote, el dolor me impedía respirar, tenía un cuchillo filoso clavado al medio de mi espalda.
   El que limpiaba la cubierta por la mañana, encontró un arroyo de sangre desde la reposera del hombre, hasta el camarote de la mujer. Llamó al Capitán de a bordo y a dos Oficiales. No pudo hablar, les señaló con el dedo, lo que ninguno supo explicar.
   En el ómnibus para turistas, esperaba ansiosa a su hermana que no vislumbraba, con idéntica ansiedad, un hombre desesperado buscaba a su hermano. Los dos que no aparecían, navegaron el mismo barco y a partir de ahí, nada más…     

jueves, 11 de julio de 2019

ROTEMOS



   —Hay cientos de minas sueltas y vos te venís a meter con mi mejor amiga, que como imaginarás, pasó a ser mi peor enemiga.
   El Flaco le tuvo miedo a la indignación de Pilar. —Seré sincero, te estás sobrevaluando, tu amiga o enemiga, tiene un físico que la parte, es inteligente, buena, dulce, tiene un sí fácil, que guarda, para mí sólo. Es más culta que mi Viejo y sostienen charlas que me aburren, sabés que soy bastante bruto, desespero quedar solo con ella, pero Papá, desde que enviudó, habla hasta con las paredes.
   —Pilar, yo te quiero, más que a mi hermana, pero tu cuerpo deja mucho que desear, muchísimo, no sé si entendiste, no te deseo para nada. Podés hacer el esfuerzo de engordar, hacer pilates, que tus viejos te regalen tetas y si les alcanza la guita, hacerte levantar el culo. La nariz, ¿vos te mirás en el espejo? Si hacés lo que te digo, vas a conseguir el tipo que más te guste. ¿Tá?
   Pilar dio media vuelta y se fue, no quería que el imbécil la viera llorar. Le dio con todo para engordar, hizo Pilates, caminatas, yoga. Los Padres le compraron tetas y le levantaron el culo.
   Apagaba el celu, porque la llamaban admiradores declarando su amor, tipos que ni conocía. Mientras trotaba, encontró al Flaco, triste, mustio y amargado. Su propio Padre le robó la novia.
   Un día, él dormía en otro sillón, mientras la mina franeleaba con el Padre en la alfombra.
   —Me usaron, Pilar. Yo fui el pretexto, hacía mucho que se tenían ganas, soy un boludo increíble.
   Pilar le palmeó el hombro y se arrodilló mirando sus ojos.
   —Flaco, yo te dije que era una mina de mierda, ya se te va a pasar, dejalos que prueben sus traiciones, de eso viven, parece. Hey, Flaco, qué te pasa?   
   Tenía los ojos acostados en las tetas de Pilar, ella se puso de pie.
   —Vos sos tan distinta, tan franca, leal, un sentido del humor que dobla la risa, sos inteligente de verdad.
   El Flaco no paraba de halagarme y no era necesario. Si yo soy de él, desde que éramos chicos.
   Pilar esperó tanto, que lo aplastó contra un árbol. La suerte no les brindó apoyo, porque el árbol se derrumbó, sólo dejando un agujero redondo, del tamaño de sus cuerpos, hicieron el amor circular y hasta las raíces, parecían crecer de nuevo.  

miércoles, 10 de julio de 2019

LOS SOLIDATARIOS



   Camino en una dirección, dejo mis pasos en su función y me dedico a mirar frisos de casas antiguas, con interferencias de carteles que me impiden verlos completos, o los conejitos de los frontones, encantados de esos lugares soleados, sin manotas que los arranquen, para tirarlos en las esquinas.
   Me fui de mambo, como me pasa a estas horas, caminaba mirando hacia arriba, baldosas desparejas, rotas, cascotes, soretes de perro. A los setenta se camina mirando hacia abajo, me olvidaba, trabajos a medio hacer en las veredas, tapadas con imprevisibles chapas de cinc. Por eso prefiero perderme en las palomas, las de la paz, no las que te cagan en la cabeza y algún idiota te dice: —Dejate, traen suerte.
   Me dejé ir de nuevo, tropecé con nada y me caí largo a largo, siempre sucede que antes de levantarme, busco con desesperación mis anteojos de sol. Hoy por ejemplo tres voces jóvenes, un señor y una señorita, me levantaron con una prolijidad, obviando las exclamaciones:  —¡Hay pobre, tenele la cartera!, ¿se siente bien?
   Esta vez lo agradecí, ahora me cuesta un rato pasar de la horizontal a la vertical, además me entretengo inspeccionando si no me rompí la pollera, las medias y si me lastimé o no, me nefrega. La cartera, sé que está, ¿quién se la va a llevar si es de una Jubilada? Agradecí en silencio, que con tantos brazos, le dieron liviandad a mi gordura. No como cuando era joven, que recibía de algún amigo, prima o novio:
   —¿Por qué no mirás por dónde caminás?, boluda.    

martes, 9 de julio de 2019

ENCANTADA



   En la Fábrica me corté todos los dedos de la mano derecha y soy diestro, es lo peor. Fui a lo de una Masajista recomendada, trabajaba todos los días y yo no faltaba jamás. Algunas veces me atendió en camisón, porque le aparecía muy temprano, a mí me daba comezón, ver su pecho que movía, al ritmo de su trabajo. Yo me puse como loco cuando en seis meses me hizo un pulgar nuevo.
   Y fue por más, con su audacia, siguió con el índice y luego con el mayor. Faltaban el anular y el meñique, esos los hizo de memoria, mientras elogiaba mis pestañas.
   Recibió premios de todas partes, por aquel trabajo que ni la Medicina pudo encontrar. 
   —Bueno, pienso que es hora, yo le regalé una mano, ahora Ud pida la mía.
   Mis dedos temblando y le pedí la mano por cinco veces. Y se vino la sorpresa, a ella le faltaba la mano izquierda completa. Le di un piquito en la boca. —Vos no te preocupes, una mano lava la otra y las dos hacen el amor como sea.  

lunes, 8 de julio de 2019

VIAJE



Querido Padre, cuando murió Mamá, estabas tan triste que fue una suerte la aparición de Lina, espero que la estés pasando bien, divertido, con tu nueva y joven esposa, que tiene casi mi edad.
   Me dejaste a cargo de mis queridos hermanos, todos te prometieron obedecerme y pedirme las autorizaciones que correspondieran a cada uno y las obligaciones, a saber, bañarse, lavarse las manos y cada uno su ropa. Comer en los horarios de costumbre e ir a dormir temprano.
   Tiburcio deja en el baño, manchas de caca hasta en la bañadera, si le pregunto me dice: —Seguro que fue Conrado.-Sabiendo que Conrado, está en la Escuela, a no ser que cague de lejos-.
   Disculpá las malas palabras. Severino trae a su novia, la lleva al cuarto que comparte con Rocky, todos los días y comparten la novia. Hoy la agarré, tiene cara de mosca muerta, ¿sabés qué me dijo? —Estefanía, los dos están perdidos conmigo, perdido por perdido, me voy a casa a dormir. Dos me dejan agotada, el Domingo no vengo.
   Tomé dos pastillas que te olvidaste y como en una nube, quedé. Volvió Tiburcio de la Escuela, es el más pasable, tiende las camas, sacó buenas notas pero me roba plata, está ahorrando para comprarse un bajo. La encontré en un libro debajo del colchón, tiene ahorrados 4.000 pesos míos! Agarré la alpargata de goma como hacía la Abuela, le di alpargatazos en cada cachete y el ladrón marica lloraba. La pedí a Rocky, que me acompañara a una fiesta de quince, de largo. Me puse el vestido de tu casorio con Mami, le metí algunos tijeretazos y quedó cool.
   Rocky fue con tu smoking, que le va perfecto. Había una banda de rock y él iba por su segunda botella de ginebra, hicieron pogo y cayó en el piso de mosaico, arruinó la fiesta, hubo que llamar una ambulancia. Le cosieron la cabeza, se cortó con algo filoso parece. Quedó internado y medio boludo, dijo el Doc, que tiene para una semana. ¿Podés creer que ninguno de sus hermanos lo fue a ver?
   Yo no les dije nada, tendrán sus razones. Lo retiré del Sanatorio y firmé un pagaré, de eso te encargás vos, cuando vuelvas. Son 15.000 pesos, no es tanto, me parece.
   La Señora que nos cocina, de diez. Comemos todos los días milanesas con papas fritas y huevos fritos, con lo que nos dejaste nos alcanza para dos botellas de coca cola, de las grandes, por día.
   Te informo, tengo un novio, tiene quince años más que yo, nos damos besos en el living, pero no te asustes, todo queda ahí, igual si quisiera hacer otras cosas, como vos con Lina, no podría porque los cuatro voyeristas, me espían y filman todo.
   Bueno, Padre, no quiero hacerla más larga, seguro que estás muy ocupado con Lina. Te mando esta carta por encomienda, con una foto de Tiburcio, cuando se lo lleva la Policía, porque tenía diez sobrecitos de merca. No tenemos para la Fianza, todavía está adentro y viste lo que les hacen. Papi, esto no lo puedo solucionar, son unos monstruos, hacete presente a la brevedad. Estoy yendo dos veces por semana al Piscólogo, me vuelven loca. Me llaman ¨la conchuda¨, eso en esta casa nunca se dijo, aunque el más chico, le decía conchuda a Lina.
                             Un abrazote para vos y mis respetos a Lina.
                                                            Estefanía.

domingo, 7 de julio de 2019

NO ME LOS VA DEJAR SOLOS



   Dejé la película nueva, la mandé para adelante y terminaba mal. Son los nuevos Guionistas o Directores. A mí lo que más me gusta es la parte de la felicidad, donde todo se soluciona y se abrazan al final.
   Me pongo el tapado gris, de paso camino un poco, la plaza está linda y el sol parece pedir que los vientos se detengan, eso a mí me viene bien, sino, castiga mis ojos. —¿Matilde, Ud va para la plaza?, ¿me los lleva a Ramón y Ciro y al más chiquito, Julián también? Desde que no tiene fiebre y mejoró, ahora quiere salir. Si ellos no aceptan volver, recuerde que hay que bañarlos y darles de comer. Su hija duerme hasta tarde y la van a molestar, sobre todo Julián que es el más consentido.
   Ni bien llegaron a la plaza, corrieron hasta la fuente, los chorros, por el viento, los empapaban. Ramón, el más audaz, hacía de cuenta que llovía y encima venía a secarse en mi ropa. Llegaron los dos amigos que nadie podía parar. Matilde se los gritó: —No van a cruzar la calle! Yo me tiro en este banco porque voy a descansar.
   Se durmió sin querer y ya era el atardecer. Al despertar, miró alrededor y no vio ni a Ciro, ni a Ramón  y ni siquiera a Julián, que solía estar cerca de ella y a veces le abría la cartera y jugaba con las cosas que llevaba.
   Matilde los buscó por todas partes, hasta tocó timbre en algunas casas, le ayudaron a buscar, pero todo fue inútil, habían desaparecido.
   Un Señor bueno y panzón, tranquilizaba a Matilde diciendo que volverían, sólo había que esperar. Cuando se hicieron las doce, ella se armó de valor y subió al edificio, para ver qué podían hacer.
   Ni bien le abrieron la puerta, salieron a saludarla Ramón, Ciro y Julián. —¿Dónde estaban, sinvergüenzas? ¿Cómo vinieron solitos?
   —Pero querida Matilde, ¿quién va a robar estos perros, que enmugran cagan y mean, hasta dentro del ascensor?    

sábado, 6 de julio de 2019

¡A LOS 70 CARAJO!



   Hace un frío que no tiene piedad, amanece todo helado y está para patinar, en el terreno de enfrente, tengo una pista natural. Y entre llenar la heladera, salir a comprar sin auto y en bicicleta, me calcé los patines y aquí estoy yo solita. También un joven, no lo vi, el chico se me acercó y dijo: —Qué bueno que somos dos!-Me tomó de la manopla asegurando velocidad y sin darme cuenta y él tampoco, quedó con la manopla en su mano-.
   El frío cayó en mi espalda y le tuve que decir: 
—Yo vivo acá enfrente y necesito calor. Si querés acompañame, parecés la bandera, tenés la cara blanca y azul, te invito a casa a tomar un capucchino, de paso te calentás. Lo dejé solo en el living, habrán sido diez minutos, más de eso no fue. De veras entró en calor, me violó por sorpresa, con ropa y todo nomás y no fue una sola vez, fueron cuatro y las conté. No era ninguna novedad, decían que aquí en el barrio, había un joven que violaba lo que viniera.
   Cuando se fue comprobé que había robado mi billetera y la nueva compu también. Salí en forma desesperada, con un revólver muy viejo, le pegué un tiro en la nuca y otro en el corazón. Lo dejé rematado.
   Recuperé la billetera y la compu nueva también. No hice denuncia alguna, para que no se caguen de risa y me llenen de humillación.  

viernes, 5 de julio de 2019

ESA MUJER ES GIGANTE AL LADO DE UN GENERAL



   Ella nació muy hermosa, siguió así hasta que un admirador itinerante, dejó de itinerar, se conocieron a los catorce, Papá quedó pegado como abrojo en tela. A los nueve meses de sus nupcias, nací yo, muy sospechada mi Madre, que había casado de apuro y no era así. La moda y las buenas costumbres o al revés, dictaban que la mujer quedara virgen en conserva para el augusto matriarcado, rebozado por Jesucito y firmado ante la Ley. Nací muy linda, pero negrita y rulienta. Por las fotos se me nota que tenía ganas de pedir lo que alguien se quedó sin darme. Fue el afecto no recibido nunca de su persona. Ella siguió linda, tenía el pelo glisado y el cuerpo de una mujer, bien quebrado en la cintura. Siempre fue una señora fregona, le gustaba cocinar y los pisos un espejo. Era Docente y nadie se explicaba cómo hacía, contrataba otras muchachas para ayudarle a limpiar, ninguna le vino bien, hasta que entrando en la vejez, consiguió una catamarqueña, dulce, buena y callada. A mi Madre le cambió el cuerpo, lo que era culo fue panza y las tetas se le fueron como giba de camello a la espalda encorvada. Para mí lo más importante que ella elegía: —Sentate derecha. No faltes a Inglés, que te mato.
   Y una sarta de plomadas que me hicieron derechita, haciendo ejercicios diarios. Un día miró sorprendida, yo llevaba una bikini y mis piernas largas la mataban de celos, odiaba mi panza hundida y mi culo sobresaliente, ojos de turca, brillantes y grandes, una nariz en discusión, igual que mi inteligencia. Hablaba con sus hermanas en voz baja diciendo: —Mirá la guacha, tiene cuerpo de vedette y me dice la verdad, la muy perversa, que a mí el cuerpo me dio vuelta y ahora soy al revés, encima tiene razón, el Padre muere por ella, dice que tiene talento para escribir y dibujar. Le hace todos los gustos, van al Cine, toman café diariamente, en esta Ciudad de mierda. Ella se viste en Buenos Aires, me da bronca porque tengo un sobretodo que lo uso para la Escuela, lo llamo 25 de Mayo, ya tiene quince veinticincos de Mayos. A mí no me molesta, me visto con lo que yo gano. El Padre me da dinero, pero sólo le acepto lo de la compra del día.
  
   Quería que estudie Derecho, como su Padre, su Abuelo y el Bisabuelo, jamás acepté su idea.
   Mi Mamita querida odiaba lo que yo hacía, lo que pensaba, los novios, que eran todos inútiles y pobres. Jamás me dijo te quiero, ni preguntó si era feliz o si algún chico me amaba. En síntesis, mi vida era un estorbo, en la pobre dimensión que le dio mi nacimiento.
   Yo no la quise tampoco, me daba miedo su psicopatía, sus gritos intemperantes y sus castigos por tonterías. Papá no me defendía porque a él también le daba miedo. Tenía buenas intenciones, dejaba todos los meses rollos de plata en mi ropa interior, pero no le lucía, porque el maltrato recibido, nunca pude perdonar.
   Una tarde, en un médano, me regaló su reloj y hablamos de la vida, dijo: —La felicidad no existe, ni te molestes en buscarla, porque es otra de las mentiras que la gente se la cree.
   No la extraño para nada, pero a veces pienso en ella y la lloro sin querer.

jueves, 4 de julio de 2019

MUJER SOLA



   …No salga desnuda, ya no hay cerraduras, si viene algún hombre y la tropieza de frente, siempre hay un distraído que se le pega a la espalda. Un enorme charco y un caballero se tira boca abajo en el agua, para que Ud no se moje los pies. Desde un árbol de la calle se desprende un enano, para hacerle de sombrero cuando la lluvia se pone despiadada. En menos de una cuadra Ud tiene cuatro hombres. Ninguno modifica su postura, aproveche esta confusión para entender el pensamiento de todos los hombres que castigaron su cuerpo, por no obedecer mandatos o por nada.
   Ahora le viene la necesidad de liberarse, al que tiene por detrás lárguele un puntapié en las bolas, el de adelante es más fácil, Ud es boxeadora y tiene la trompada prohibida, olvide la prohibición y métale dos trompadas para que le dé paso. Al caballero del piso, lo soluciona hundiendo su cabeza en el agua. Al enano que le hizo de sombrero por la lluvia, deje que ese ventarrón se lo lleve.
   Estar desnuda le dio frío, regrese sin premura, aquí no hay cerradura, se toma estas pildoritas y mañana yo le puedo explicar por qué el hombre no vale nada. Seguro que Ud, con esa locura, sin solución, me contestará: —Depende la guita que tenga.