…No salga
desnuda, ya no hay cerraduras, si viene algún hombre y la tropieza de frente,
siempre hay un distraído que se le pega a la espalda. Un enorme charco y un
caballero se tira boca abajo en el agua, para que Ud no se moje los pies. Desde
un árbol de la calle se desprende un enano, para hacerle de sombrero cuando la
lluvia se pone despiadada. En menos de una cuadra Ud tiene cuatro hombres.
Ninguno modifica su postura, aproveche esta confusión para entender el
pensamiento de todos los hombres que castigaron su cuerpo, por no obedecer
mandatos o por nada.
Ahora le viene
la necesidad de liberarse, al que tiene por detrás lárguele un puntapié en las
bolas, el de adelante es más fácil, Ud es boxeadora y tiene la trompada
prohibida, olvide la prohibición y métale dos trompadas para que le dé paso. Al
caballero del piso, lo soluciona hundiendo su cabeza en el agua. Al enano que
le hizo de sombrero por la lluvia, deje que ese ventarrón se lo lleve.
Estar desnuda le
dio frío, regrese sin premura, aquí no hay cerradura, se toma estas pildoritas
y mañana yo le puedo explicar por qué el hombre no vale nada. Seguro que Ud,
con esa locura, sin solución, me contestará: —Depende la guita que tenga.

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