lunes, 31 de agosto de 2020

HUMILDAD

 

   Empezó a trabajar a los catorce años en la casa de la Dra. Ana Salvador, adinerada, que tuvo piedad cuando la encontró en un rincón del jardín, bajo la pérgola, muerta de hambre y de frío. Le ofreció trabajar limpiando, cocinando y resarcirla todos los meses con un sueldo exiguo.

   Se llamaba Alberta, era tan menuda que daba pena ver cómo trabajaba.

   La Dra la llamó a su escritorio: —Alberta, terminá tu Secundario. Luego quiero que estudies Ciencias Políticas.

   —¿Y quién hará la limpieza de esta casa?

  —Olvidate de ese tema. Te beco yo con libros de aquí o comprados. Hay una computadora que yo detesto, no sé ni tipear, será un elemento útil para tus nuevas actividades. Podés usar el escritorio de mi ex marido.

   Alberta terminó sus estudios en tiempo record, a los veinte años. Hasta sus Profesores aprendían de sus profundas y doctas reflexiones.

   Su mecenas, Ana Salvador, le brindó un viaje a varios países, con entrevistas prefijadas a Políticos especialistas, en los problemas de Argentina, el País más corrupto del mundo.

   La Dra Alberta Fuegos, hablaba cuatro idiomas. Tenía un aura tan humilde, y usaba un lenguaje rico, para definir y echar luz a situaciones de alta complejidad.

   Llegó a Presidenta de la Nación. Tomó la sartén por el mango y decretó la renuncia de Alborto. Lo condenó a vender chupetines en las escaleras del Subterráneo, él se dedicó a la bebida. Por mirar un afiche de una modelo, casi desnuda, tropezó y el Subte le pasó por encima.

   Tardaron cuatro días en encontrar sus pedacitos.

   En cuanto a la Kakoncha, fue condenada al encierro en una jaula del Zoológico, con los pelos parados, desnuda y tatuada con rayas. El techo de su jaula, sólo le permitía andar en cuatro patas. Era un tigre salvaje, que se alimentaba de sus propias deposiciones. Ningún niño quiso visitar aquella jaula.

   La Dra Alberta Fuegos, dedicó sus años de mandato, a poner cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa. Se rodeó de personas idóneas y eficientes, que se atenían a la Constitución, a rajatablas. Nombró Vice Presidenta, a la Dra Ana Salvador.

domingo, 30 de agosto de 2020

FELINO

 

   El Director del Zoológico tenía su vivienda dentro del lugar. A cinco hijos buenos y traviesos, les estaba prohibido salir del predio. El único permitido era asistir al Colegio. En la jaula de los leones nacieron cuatro.

   El más chico de los hijos del Director, se robó una leoncita y la llevó a su casa. Lo descubrieron tarde. Él aseguraba que apareció por sorpresa. Era del tamaño de un gato grande. Se ganó el afecto de todos, lo alimentaba el menor. Dormían juntos y se revolcaban en el jardín que rodeaba la casa. Llegó a domesticarla, lo seguía a todas partes, era su amigo preferido.

   Cuando creció y el niño empezó el Colegio, la leona sufría su ausencia. Él la abrazaba antes de partir. Para ella no fue suficiente, escapó del Zoológico y buscó su olor en el aire. Llegó al centro de la Ciudad y las personas huían a los gritos.

   La imaginaban salvaje, mientras ella caminaba con su cabeza erguida con orgullo. Llamaron a los Bomberos, le tiraron una red y la devolvieron al Zoológico.

   Al Padre lo consideraron responsable de aquel episodio. Le dieron la cesantía. Se mudaron a una casa común. Cuando llegó el camión de mudanzas, el niño escondió la leona en una cajón cerrado y precintado.

   El Padre desayunaba y la leona pedía que le hicieran cariñitos. El Padre la miró y dijo: —Linda gatita, vení, sentate en mi falda, por tu peso parecés una leoncita. Me gusta tu olor, me recuerda el lugar donde me echaron.

   Llegó el niño con el corazón latiendo fuerte y dijo: —¿Viste Papá, cómo se parece a la pobre leona? Quedate tranquilo, es una gata grande, que tiene un gran parecido con mi leoncita.

sábado, 29 de agosto de 2020

OJITOS

 

   Tejía escarpines, batitas, confeccionaba camisetas chicas y las guardaba en una caja inmensa, junto a frazadas de crochet. Todos tenían bordados rosas y celestes.

   Era mi Vecina de enfrente y no tenía Marido. Vivía sola. Miraba a su panza cómo crecía. La fui a visitar y le llevé un tigre de peluche.

   —Agradezco tu intención y muchas gracias por el regalo, sus ojitos parece que miraran. Pero yo quiero que mi bebé tenga todo hecho por mí. Está precioso, lo voy a poner aparte.

   —¿Puedo sentir tu panza?

   —Disculpá, no quiero que nadie la toque, por favor no te ofendas.

   El bebé nació muerto. Un día salí a la vereda, enfrente estaba la casa cerrada. Tenía un cartel que decía: SE VENDE. Los Vecinos me contaron que partió sola, con una caja inmensa. Era toda la ropa del bebé muerto. Le había colocado una cinta de color celeste. No la vi nunca más.

   Dejó el tigre de peluche, en el umbral de la casa. Me dio tanto dolor su pérdida, como el tigre abandonado. Tal como ella dijo, parecía mirarme. Cuando volvía del Colegio, me acercaba y él guiñaba un ojo, o movía sus patitas. El día que llovió, perdió sus ojos y decoloraron sus rayas.

   Me puso tan triste, que lloraba, mi Madre me consolaba y decía:

   —Lo terrible es lo del bebé, el tigre es lo de menos.

   No, era mucho más que eso.

viernes, 28 de agosto de 2020

MY GOD

 

   Caminaba por la calle Paraguay, una mañana de sol angelado, sin rumbo. Cuando siento alitas en los pies no me gustan los destinos destinados. En sentido contrario tropiezo con Borges y sus fucking seguidores, escuchando palabras de Yoryi, bastante ininteligibles ya en esos tiempos. Tampoco estaba tan ciego, a pesar de su bastón made in England. Como el bastón se interpuso entre mi mocasín y la baldosa rota, le lancé un Excuse me, my God. Él apartó a sus fucking seguidores como moscas y me invitó a tomar un café al Richmond de Florida. Un Lord o un Sir no hubiera sido mejor recibido. El mozo me miró con cara de “Y ésta quién es”. Tenía el ruedo del uniforme descosido, la corbata torcida, el pelo pidiendo shampoo a gritos y los botoncitos de la camisa no existían. Le pregunté con descaro púber si podía tomar café con un tostado, él asintió risueño. Con la boca llena le convidé la mitad de mi tostado, él aceptó. Con una mano inefable sacó mi trenza, que por la emoción se había sumergido en el cafecito. Hablaba con pausas que aproveché para contarle que odiaba el colegio y estudiar inglés. Hizo una sonrisa de medialuna que me dio hambre. Él adivinó mi deseo y le pidió al mozo una medialuna. Nos fuimos sin pagar, me encantó.

   Lo acompañé hasta su casa, total me había hecho la rata. Salió alguien que le abrió la puerta del austero edificio y le extendí mi mano enmelada con sumo placer y encanto y la más fina voluntad. Me dio las gracias por mi compañía. Cuando llegué a lo de mi abuela le conté que en la escuela habíamos leído un cuento de Borges  y que no entendí un carajo. Me lavó la boca por decir carajo.

   Este episodio de mi vida se lo conté a mi Padre, a mi Madre, a mis hermanos, a mis Tíos, a mis amigos. Nadie me creyó jamás.

   Todos diosificaban al escritor aburrido y complicado.

   Pasaron muchos años, llevo en mi corazón aquella mañana de sol tibio y lamento no haberle dicho que escribir no era lo suyo.

jueves, 27 de agosto de 2020

ANVERSO REVERSO

 

   Siempre fui de buen carácter, considerada, generosa e histriónica. Al ver el comportamiento brutal de necios corruptos y maleducados, me puse brava. Tengo una selva en la vereda, cuando llega el calor, se matan por estacionar bajo mis árboles. Yo les respondo poniéndoles barro en el techo y mayonesa en el parabrisas. Le encanta tener el auto limpio y que brille como si fuera nuevo.

   Mi hijo no pudo sacar el vehículo del garaje, tenía un Minicooper que se lo impedía. Me puse guantes quirúrgicos, tomé las deposiciones de los perros y enchastré todos los vidrios con mierda pura y me llevé sus ruedas. Justo salió el tipo y no podía creer lo que veía.

   —Qué injustas que son las personas, mire cómo le dejaron su auto. ¡Y le sacaron las cuatro ruedas! Dentro de todo fueron atentos, lo asentaron sobre ladrillos.

   Mientras le daba mis condolencias con cara de ingenuidad, el tipo puteaba de impotencia. Estos episodios me hicieron comprender el placer que me producía, la justicia por mano propia.

   La muchacha que trabajaba en casa, me robaba todos los días. Una vez, metió en su cartera, una docena de huevos, cuando terminó su horario de trabajo, le aplasté la cartera con todas mis fuerzas. Ella dijo: —Hasta mañana, Señora.

   Al día siguiente la despedí. Me pidió una carta de recomendación.

   —Yo no recomiendo ladrones.

   La arrastré de los pelos a la calle. Mi Marido y mi hijo, comenzaron a temerme.

   —No pienso tomar otra Mujer, que me haga dudar si roba. Ustedes dos se van a encargar de la limpieza de toda la casa. En ese tiempo voy a salir de Shopping, veré cómo podré desarrollar mi maldad, en esos lugares.

miércoles, 26 de agosto de 2020

NACIMIENTOS IGNORADOS

 

   Ningún Galeno pudo explicar aquel parto, al cabo de nueve meses comenzaron las contracciones y mi Madre me parió. No nací ni varón ni mujer. Era algo tan pequeño, como una gatapeluda, piqué a una Enfermera sin querer, ella sacudió las sábanas, pensando que era un insecto. Fui a dar a la calle.

   Como una huérfana, llegué a una casa vieja y abandonada. Allí me instalé, encontré un zócalo roto y un pedazo de trapo abollado. Esa fue mi primer cama. Empecé a crecer, me hice tan grande, como la altura de una baldosa. Andaba sin ropa, para autoabastecerme, sin que nadie me viera. El alimento lo procuraba en la noche. Subía a cualquier mostrador, que tenía miguitas de pan, o pedacitos de queso. La carne me resultaba indigesta. Por propia elección fui vegetariana. Comía los yuyitos más tiernos que encontraba.

   De vez en cuando picaba a algún niño malo, para tomar un trago de sangre sana. Las mujeres altísimas, que miraba por la calle, me daban envidia. A mí me hubiera gustado ser así. Pero cuando escuchaba sus conversaciones, frívolas, tontas o malignas, me agradó ser gatapeluda, ni molesto ni me molestaban.

   Engordé bastante, produciendo ácido fórmico, engordé bastante, produciendo ácido fórmico seguido. Decidí conocer a mi Madre, me posé en su espalda y ella contestó con una palmada, tan fuerte que me mató. Además me insultó, por haberle provocado una picadura que se infectó, ella murió junto conmigo. El mundo me pareció tan ajeno. Me dio alegría no verlo nunca más.

martes, 25 de agosto de 2020

EL TIEMPO ES LO DE MENOS

 

   Fase 1

               —El Súper tiene una larguísima fila. ¿Me quedo?

               —Sí, quedate…hace falta papel higiénico, imprescindible.

   Fase 2

               —Vos sabés que no entregan, no hay queso tampoco y de la cerveza, olvídate.

   Fase 3

               —Hay que hacer toda esta fila para la Farmacia?

               Le pregunta si pudo comprar todo.

               —Unos guarangos, cuando me tocó el turno, me tiraron la                reja sobre mi cabeza, a las 17 horas, cerraron.       

               —Decime dónde te golpeó. Voy a buscar hielo.

               Cuando lo miró, tenía sangre abundante, le caía por toda la cara. Lo lavó y le pasó Farm-x, buscando el origen, era un agujero. Uno sólo.

                Él quería que lo llevaran al Hospital, para que lo suturen.

                —Ni se te ocurra, Hospital es el Corona, yo te lo coso, desinfecto la aguja, el hilo.

                Le frunció toda la cabeza al cortar el hilo con los dientes. Como no le quedó, como quedó, tiró del hilo y ya estaba. Consideró su trabajo como habilidosa.

                —Mirate al espejo, parece que te hubiera hecho una cirugía estética, se fueron las arrugas de la frente y las patas de gallo de los ojos.

   Fase 4

                —¿Cómo no voy a saludar a mis Vecinos, ni estar con mis amigos? Y la escafandra que responde al protocolo, pesa mucho, pertenece a la Segunda Guerra Mundial. Yo lo único que quiero es abrazar a mi Mamá.

                —Bueno, estás casado conmigo, no con tu Mamá, debemos aprovechar para estrechar vínculos y cortar con otros.

                —¿Vos querés que me olvide mi Mamá?

                —¡¡No!!, que te acuerdes de mí. Tu Vieja lo pasa fenómeno, estando en el Caribe, con un Viejo que la mantiene.

   Fase 1 

                —Y al final nos vamos a morir todos.

                —No tenés que ser tan pesimista, mirá la Guerra de los Cien Años, un día terminó y terminó.

lunes, 24 de agosto de 2020

SUPERPODERES

 

   —¿Cuáles son los tres Poderes?, vos que sabés todo, porque sos muchííísimo más grande que yo.

   —Niño lindo y bueno, los tres Poderes son Ejecutivo, Legislativo, y el otro dejó de existir, además no soy muchííísimo más grande que vos.

   —Mi amiguita dijo que su Padre es Juez.

   —Y bueno, pobre niña, no sabe que el Padre no existe, por eso siempre está solita.

   —Mami, mi amiguita dijo que Papá es un croto, porque trabaja de Albañil.

   —Decile a tu amiguita, que tu Papi, además de Albañil, es Electricista, Plomero y hace changas.

   —Me parece que le voy a decir que no soy más su amigo., es una mandaparte, con voz de pito.

   —Y buscate un amiguito.

   —Sí, pero vos sabés en qué se termina. Cuando él quiera medir los pitulines para saber cuál es el más grande, y vos te enojás porque me toco, es para estirarlo, así seguro que le gano. Hay que practicar.

   —Pero ya que tenés un amiguito, tratá de que sea lindo, bueno y que puedan tocar otros temas.

   —¿Ves, Mami? Tocar otros temas, termina igual, a ver quién lo tiene más grande.

   —Me confundí, puse a lavar la ropa y no había enchufado. Mirá, ¿sabés lo que podés hacer?, metete en el baño y te lo estirás como quieras.

   No entiende mi Mami, yo me lo agarro todo el día, porque tengo miedo que se me pierda. Además me gusta, a veces se pone durito.

domingo, 23 de agosto de 2020

HASTA EL CIELO

 

   Lo conozco desde los doce y me gustó tanto su compañía, que nunca lo pude dejar. Me parece que a él le pasó igual. Cuando le doy un beso profundo, él me contesta dibujando el aire. Le gusta el Art Nouveau y el Decó, me lo regala con la intención que lo bese de nuevo. Despido la noche con él y por la mañana lo recibo.

   Los dos solos, salimos a todas partes. Nos echaron de un Café, porque está prohibido el amor que nos tenemos, en esos besos descarados. Durante el invierno, me daba el calor de dos amantes para siempre.

   Una vez me quiso dejar, porque estaba embarazada, fue para no hacerme mal. Estuvimos separados durante nueve meses. Tiempo después jugábamos escondidos. Cuando me enfermé de los pulmones, él fue el único que estuvo conmigo. Me enseñó nuevas formas del espacio.

   En un viaje de paisajes bellos, cerca del mar, él quiso suicidarse, porque me estaba muriendo. Lo salvé cuando se cayó de la cama. No tenía fuerzas, pero igual lo besé. Lo resucité con la desesperación de no verlo más. Nos fuimos los dos al cielo. Él fue el creador de nubes diferentes.

   Paseábamos por allí y mirando hacia la Tierra, no extrañábamos nada, yo lo llevo de la mano y me sigue dando besos.

   Estábamos tan unidos, que nada ni nadie logró separarnos.

sábado, 22 de agosto de 2020

¿DÓNDE?

 

   —No encuentro mi campera.

   —Yo no encuentro la mía.

   Ella nunca encuentra nada, voy a subir por si olvida la mía.

   —No sé dónde dejé mi barbijo.

   —Está ahí, donde lo dejamos siempre.

   —Ahora la máscara para mí.

   A ella le regalaron una, además se tiene que poner el  barbijo igual. Le gané yo. Con el barbijo y las antiparras estoy perfecto.

   —¡Las botas! Éstas me quedan grandes, ¿me podés dar las mías?

   —Estás loca, con lo que me costó calzarlas. Vamos rápido, que van a cerrar. ¿Trajiste las llaves del auto?

   Ahora las va a buscar en todos los bolsillos. Las llaves están puestas en el auto, pero yo, no le voy a decir nada, que se joda.

   —Mirá vos, lo que es estar pensando en otra cosa. ¿Trajiste la lista?

   —No somos iguales, la lista la tengo yo.

   Llegaron y él dijo: —Mirá qué bárbaro, podemos estacionar donde se nos cante.

   El Super estaba cerrado. Ella miró para otro lado.

   —Mañana comemos lentejas y tomamos agua, quedan dos botellas.

   —¿Cómo, y mi gaseosa? Bueno, está bien, volvemos a casa. Odio comer sin gaseosa.

   Quisieron abrir enseguida: —¿Vos tenés las llaves? Me congelo.

   —Me parece que las perdí. ¿Trajiste las tuyas?

   —Las dejé del lado de adentro.

   —Ah, qué viva. ¿Ahora qué hacemos?

   —Vos que tenés patas largas, trepá por el techo.

   Él le hizo caso. Las llaves de ella estaban en la puerta, del lado de adentro, les dio media vuelta y se partieron en dos.

   Le gritó: —Yo ya estoy adentro, voy a prender la calefacción y después, miro mi Serie.

   —¿Y yo qué hago?

   —Sentate en el umbral.-Dijo él con tono de contento-.

   —Me estoy congelando, boludo.

   —¿No te das cuenta que lo nuestro se terminó? Terminó hace rato y vos te hiciste la que no pasaba nada.

   —Otorgame el beneficio de decirme qué puedo hacer ahora.

   —Andate, hacé de cuenta que esta no es tu casa.

   —Mi Vieja tenía razón, nunca debí casarme con este hijo de puta.

viernes, 21 de agosto de 2020

RÚBRICA

 

   En medio de una ruta escarpada, el auto se detuvo por algún inconveniente en el motor, o faltaba combustible, agua o aceite. Las ruedas estaban bien. Levantó el capot, pero no encontró nada. Tenía cinco minutos para llegar. Decidió bajar y empujar con toda la fuerza de su cuerpo. De la mano contraria apareció un auto, el hombre frenó y trató de ayudarlo, él tampoco resolvió nada.

   —Lo que podemos hacer, es que venga conmigo, voy a tratar de recular y lo acerco a donde vaya.

   —Me esperan unos amigos, que acaban de recuperar su libertad. Les robaron 25 años de sus vidas y son inocentes.

   —Yo los conozco a todos.-Él lo miró sorprendido-. Eran de por acá, trabajaban en las voladuras para hacer esta misma ruta.

   —Yo le continúo la historia por si usted la ignora. Vinieron de Bs As y se los llevaron, fueron acusados de matar una familia entera, les plantaron pruebas, declararon bajo torturas. Amenazaron con matar a sus mujeres y a sus hijos si no firmaban sus dichos. Dijeron haber cometido esos crímenes. Todos pusieron una cruz, la rúbrica de los analfabetos.

   El que dijo que iba a visitar a sus amigos, fue el mismo que tomó como perejiles, a aquellos trabajadores del olvido.

   El señor que se detuvo a ayudarlo, lo tomó de las solapas y lo arrojó a un precipicio. Se arrodilló y le pidió perdón a dios, aunque era ateo.

   Llegó a los ranchos de la buena gente, fue recibido con chicha y empanadas. Hubo una chinita de trenzas brillantes, que con mucha gracia lo sacó a bailar.

jueves, 20 de agosto de 2020

AJÁ

 

   —Vinimos a quedarnos, en la Ciudad no podemos vivir.

   —Ajá…

   —Yo sé que no somos tan amigos como éramos antes. Estamos sin comer, desde el viernes.

   —Ajá.

    —Seremos agradables y haremos todo lo que demanden.

    —Ajá.

    —Bueno, llegamos a dos conclusiones, ¿Quieren o no quieren?

    —Esperá que llame a mi Marido.

   Ni bien los vio dijo: —Ajá.

    —Trajimos una casa rodante, no los vamos a molestar.

    —Ajá.

    —Carecen de lenguaje, los ajá quieren decir que no somos bienvenidos?

    —Los chicos están contentos. Por lo menos gritan: ¡Bien!

    —Nosotros no hablamos con nadie, sólo el ajá, que en esperanto quiere decir: “Sí”.

   Quedó la casa tan blanca y la rodante como una prolongación.

   Parecía que la luna se había descolgado del mundo sobre ellos. Cuando todos dormían, estaban apostados con armas largas, tres delincuentes entrenados, drogados. Todos al unísono, dispararon de derecha a izquierda, hasta gastar los cartuchos.

    —No saben la pila de muertos que hicimos.-Dijo uno-.

    —Me parece que nos fuimos al carajo.-Dijo otro-.

    —¿Y vos qué decís, que sos nuestro líder?

    —Ajá.

miércoles, 19 de agosto de 2020

SIN TÍTULO

 

   El Presi Alborto, prohibió decir “cuarentena”, a la prensa sobornada, a los funcionarios y a todo bípedo corrupto. Pidió al pueblo que se aísle, que se recluya, pero que no huya. Tiene que seguir torturando.

   La estúpida del sur, le da las indicaciones. Y el pueblo que tiene mierda en la cabeza, no hace nada, ni dice, acepta. No sé quién es peor si el desgobierno de Alborto, o la indiferencia colectiva. Once o doce años, que se ocupan de afanarnos. Y ahora el Corona virus, está matando desde hace más de cientocincuenta días. Años que no hay censo de población, de modo que nos mienten los números.

   A los dos millones de desocupados, también los están matando.  Protocolo, una palabra digna de la gente estúpida. Es un Proctólogo, el que vive para rompernos el culo sistemáticamente. A algunos les duele más, a otros menos y hay otros que lo disfrutan.

   A los buenos, que son pocos, les están matando las neuronas. Las respuestas dan escalofríos. Las gentes a las que les preguntan si están enteradas, suelen decir: “—Yo de política, no entiendo nada.”

   Escribir algo más, estaría demás. Alborto considera que todos estamos demás. Me despiertan instintos asesinos.

   —¿Ya llegó la Ambulancia, Doctor?

   —Sí, ya estás adentro.

   —¿Adentro de dónde?

   —De un Campo de Concentración.

   —Lo pasé por alto, no me había dado cuenta.

martes, 18 de agosto de 2020

EN LA FRONTERA

 

   —Se me quita el arito que lleva en la oreja. No es cosa de hombres. ¿O es usted maricón?

   Dijo el Chofer del micro de lata: —Tiene que bajar y sacar todo lo que lleva, primero lo palpo de armas.

   Faustino dio vuelta el bolso, sobre una madera vieja, que hacía de mostrador.

   —Mire lo que tenemos aquí.

   A Faustino, cuando ya estaba guardando porque no tenía nada, le saltó el doble fondo mal pegado y salieron media docena de ladrillos de cocaína.

   Se puso blanco y le suplicó al Chofer, que lo salvara de eso.

   —No se preocupe, mi compadre es Gendarme, pero se encarga de vender, lo mezcla un poquito, vamo a decir la verdá. Espere que lo llamo.

   Tardó los segundos de abrir una puerta y el tipo, con su uniforme gastado: —En un día lo repartimos y la paga vendrá después. Al hombre este metelo en el calabozo.

   Estaba sin candado. Faustino no quiso escapar, tenía más miedo afuera que adentro. En un perchero improvisado, encontró un sándwich de jamón y queso y una botella de agua comprada.

   Se tiró en el tablón. —Con la panza llena, se espera mejor.-Dijo para sí y se durmió-.

   El Chofer apareció con un rayo de sol: —¿Y vos qué hacés acá?, esperá que te convide esta raya, acá tenés la birome.

   Faustino jaló con entusiasmo y le pidió otra raya. El Chofer le preguntó cuál de las dos rayas era la mejor.

   —Ésta.

   —¡Qué bien, carajo! Ésa es la mejor.

   Saltaba de contento y le pidió a Faustino que se fuera. Ni corto ni ocioso le contestó: —Yo quiero mi pedazo, ¿por qué no me lo das?

   —Mirá cómo reclama, con pupila dilatada, ¡y un acelere!

   Faustino escuchó la propuesta del Chofer, se puso una gorra de Gendarme. —Si querés ser mi socio, vamo miti y miti. Así nadie te detiene y de paso me ayudás. 

lunes, 17 de agosto de 2020

CUANDO QUIERAN YA SABEN

 

   —Me tengo que hacer las manos y los pies.

   —No entiendo, Mami, yo miro y tenés dos manos y dos pies. Seguro que son invisibles. Te prometo que no le voy a contar ni a mi amigo imaginario.

   —Niño lindo y bueno, es para que yo, una Mami linda y buena, sea más hermosa que nadie.

   —Vos no sos linda ni buena, ni hermosa.

   —No es cierto, qué cruel que sos.

   —No sos linda, tenés bigotes que te olvidás de cortarlos y acordate la paliza que me diste ayer, por escribir las paredes, eso es de mala.

   —Y vos enano ¿no te das cuenta que pintamos toda la casa?

   —Me pareció triste, toda blanca. Le hice unos dibujos de superdotado, según la Abuela, que es artista. Ganó premios y todo. Siempre tiene manchada con arquílico, toda su ropa.

   —Eso porque es sucia, no le importa vivir entre la mugre. Tiene una sola cualidad, sos el preferido y te quiere un montón.

   —Ma, ¿no me das permiso para visitarla?, quedarme unos días, dos o tres, o lo que vos digas.

   Dice que lo tiene que consultar con Papá, lo escuché a Papá cómo se puso de contento, dijo: —¡Por fin solos! Vamos a disfrutar como si fuéramos novios.

   Me llevó en el auto, Abu me esperaba en la puerta, que tiene forma de corazón.

   Sus pelos estaban enredados, dice que hace mucho que no encuentra el peine.

   —¿No querés pintar conmigo?

   Ya que estaba, me puse a elegir los mejores óleos. Ella me enseñó cómo usar la trementina, abría las ventanas para que corriera el aire. Parece que es tóxica.

   —No le cuentes a tu Mami, porque no le va a gustar.

   Después de un rato le pregunté: —Abu, es la hora del almuerzo, no te olvides.

   —Sí, me olvido y detesto los horarios. Tengo que seguir pintando, me falta poco y lo debo entregar. Acá tenés manzanas del sur, las mejores. Comé las que quieras. Cuando termine esto, jugamos a las escondidas.

   Nunca me divertí tanto, mientras estábamos afuera, trepó por el molino grande, sin que yo viera y no la podía encontrar. Miré para arriba y me invitó a subir. Fue difícil, pero llegué, bajar no pude porque tengo vértigo. Ella me bajó a caballito.

   Abu era vegetariana, le ayudé a cortar, pisar y mezclar lo que me indicaba. Se sentó en un banco y le pregunté: —¿Qué estás haciendo?

   —Estoy trabajando.

   —Pero si no hacés nada.

   —Cuando pinto, empiezo pensando.

   Nos acostamos tarde, yo tenía mi relojito y eran como las cinco. Me dejó dormir hasta las quince.

   —¿Cómo pude dormir tanto?

   —Porque estabas tan cansado, mirá cómo será, te dormiste antes de escuchar mi cuento de fantasmas.

   —Mejor para mí, Abu, tus cuentos me asustan. ¿Hay fantasmas aquí?

   —En todas las casas hay fantasmas, menos en las que tienen secretos.

   —Ves, a mí los secretos me encantan, me los guardo adentro y me río sólo, o me pongo a llorar sin que nadie me escuche.

   Me fueron a buscar antes de lo que yo esperaba, preguntaron cómo me fue.

   —Me aburrí muchííísimo, pobre Abu, nunca se le ocurre nada divertido.

   Les mentí para que no se pusieran en celo, quiero decir celosos.

   —Abu me enseñó la libertad, una pavada, ¿no?

domingo, 16 de agosto de 2020

SULQUY

 

   Teníamos que salir para hacer las compras en el Super, en la Verdu, en la Farma. Desde que estamos juntos, nuestra relación simbiótica hacía que lo acompañara, hasta la esquina y demás lugares. Aquel día le dije, no. Necesitaba estar sola, para saber cómo era estar conmigo misma. Usé el celular para señalarle las cosas que necesitábamos.

   —¿Por qué no me acompañaste?

   —Para despegarnos un poco.

   Ese tiempo lo usé para llorarme todo. A él no le gustaban mis lágrimas, decía que llorar no servía para nada. Ni para visitar a los amigos, que huían de mi depresión. Pensaban que los contagiaba. Yo a todo “solo” que encontraba, trataba de enseñarle los beneficios de vivir. Mentía, para mí, vivir era una desgracia. No heredé los genes del Tío Francisco, que sembraba zapallos y sentado en la galería, miraba cómo crecían, agradeciendo a dios, aunque era ateo: —Soy un hombre feliz y me gustaría que vos también lo fueras.

   Me invitaron a pasar unos días en su casa. Ya estaba separada de mi Marido. Fueron a buscarme en su viejo Sulquy. El Tío Francisco y su Esposa Juanita.

   —Es una suerte para nosotros, que vengas a nuestra casa.

   —Pero Tío, esta no es una casa, es un rancho.

   —Lo hicimos con nuestras propias manos, de adobe y con una letrina, a veinte metros de la casa. Cuando tengas ganas de obrar, vas allí.

   En mitad de la noche, fui y les grité: —¡No hay papel higiénico!

   Apareció la Tía Juanita: —Aquí no usamos esas cosas, fíjate, a la derecha, que hay un gancho con marlos, es mucho más sano y efectivo.

   Ayer se los patenté, ellos lo merecen.

sábado, 15 de agosto de 2020

OCRE

 

   Di marcha atrás y le pasé por encima, por miedo le volví a pasar, no quise mirar la pura sangre y él destruido en el asfalto. Me siguió la Policía. Me llevaron al Destacamento, me interrogaron. —Fue un accidente.-Les dije convencida-.

   —Hablo con la verdad, nunca miento.

   El Oficial miró con las mejores intenciones. Hubo un Juicio, donde me declararon inocente. Cuando salí de Tribunales, el Oficial, sin uniforme, me pareció natural, no estaba de servicio. Cuando llegué al depto, miré por la ventana, lo vi y él también.

   Hacia mis compras y escuché unos pasos, era él que me seguía. Al siguiente día, conseguí un turno con el Médico. Tenía el auto secuestrado, como quedaba cerca fui caminando. Estaba él, que de nuevo me seguía. Salí del Consultorio y él, de pie en la puerta, miraba con insistencia. —Quiero saber por qué usted me persigue todo el tiempo.

   Él no me contestó, dio media vuelta y siguió caminando. Tuve temor y volví a mi casa en taxi. Él estaba ahí, le miré la cara, me invitó a tomar un café. Tenía ojos opacos y tristes.

   No sé por qué acepté su invitación. Conmigo no habló nada, sólo con el Mozo, para hacer el pedido y nada más. Cruzamos a la plaza, me resultaba incómodo su silencio, pero no sé por qué lo respetaba.

   Una hoja color ocre, se le instaló en el pelo. Quise desprenderla.

   —Ni se te ocurra.-Él lloraba como un niño viejo y quebrado-. Aquel hombre que atropellaste, tenía dieciséis años y era mi hermano.

viernes, 14 de agosto de 2020

EL CALORCITO

 

   Para mi Madre, era un ser indiferente, no me daba ninguna importancia, daba frío. Siempre tuve frío. Por suerte estaba mi Padre, un Dibujante excepcional, que trabajaba demasiado, para abastecer los deseos absurdos de Mamá. Aun en inviernos despiadados, Mamá prohibía la calefacción. —Me seca el cutis y engrasa el pelo.-Decía-.

   Papá me compensaba con un amor permanente. Cuando estaba en casa, me cubría con cuatro frazadas, bien, bien apretadas. Sacaba mis brazos afuera y me ponía guantes azules de lana de conejo. Antes de irse me besaba la frente varias veces. Siempre dormí con esos guantes, parecían crecer conmigo.

   Ellos se divorciaron, fue un gusto para mí, pero un secreto que quedó conmigo. En lo único que coincidimos, fue en la decisión de Mamá. Me dejó con mi Padre. Fue mi primer Profesor de Dibujo, que me permitía trabajar con los guantes. Mamá se fue a vivir tan lejos como pudo. Nunca pregunté por ella. Él me decía que debía perdonar. Fui a estudiar a La Plata y llevé mis guantes puestos. Pasó un tiempo y no tuve más remedio, que dejar los guantes.

   Eran imprescindibles mis manos desnudas, para lavar, ducharme y bañar a mi querido bebé. Cuando me casé me puse un solo guante, que escondí bajo el ramillete acostumbrado.

   Ahora que estoy sola, porque Papi decidió conocer el cielo, antes de dormir, me pongo los guantes. Fueron y seguirán siendo, el calor que me brindaban el recuerdo, de aquel hombre maravilloso, que señaló el camino, para encontrarme a mí misma.

   Y aquí estoy, dibujando su retrato, con los guantes puestos. 

jueves, 13 de agosto de 2020

NI AHÍ

 

   Tres Padres, amigos de Luli, le pidieron que fuera Niñera, cinco veces por semana, para pasear y descansar sin los niños. Le dijeron que eran buenos y tranquilos, no iba a tener ningún problema.

   El primer día les puso dibujos para niños, se durmieron enseguida, ni siquiera despertaron cuando llegaron los Padres. Al segundo día se presentó a cuidar tres niños, de caras buenas.

   —Me llamo Luli y espero que se porten bien.

   Cuando se distrajo en un noticiero, sintió mayonesa en la cabeza. No quiso retarlos. Se lavó en la ducha, habían tirado una botella de aceite en el piso. Resbaló y dio con la cabeza en el sanitario Luli quedó mormosa, con un golpe azul en la frente. Volvieron los Padres, estaban encantados con los niños y Luli. Ella quedó horrorizada.

   Por necesidad concurrió el tercer día, eran dos, estaban jugando concentrados con muñequitos. Luli, reventada del día anterior, decidió tomar sol en el balcón, mientras con un ojo los contemplaba, se le cerraron los dos. Cuando escuchó tanto silencio, se levantó como un resorte. Había uno con tijera y otro con sevillana, cortando todos los colchones de la casa. La atmósfera la ocupaban las plumas y miles de pedacitos de goma pluma. Ella lloraba en el suelo. Los chicos se reían, pintaron en la puerta “Luli loca no vuelvas más”.

   Los Padres les dieron la razón a ellos, que ponían caras de inocentes. La sacaron a empujones injustos y no le pagaron.

   Llegó al depto de su novio, no le contó nada. Él dijo: —Quiero que nos casemos y tengamos muchos hijos.

   Ella lo miró  con ojos hinchados: —Tendrás que cambiar de novia, estoy enferma de espanto, ni en pedo tendría hijos.

miércoles, 12 de agosto de 2020

PARA TAPAR

 

   En todas las películas yanquis, ni bien llegan a su casa, se toman una copa de vino. Después llega su pareja, su amante, o un amigo y hacen el amor de parados. O en el baño de algún boliche. Cierran la puerta con llave y hacen el amor o lo deshacen, sobre las mesadas de las bachas. Él se desprende los pantalones y ella abre las piernas, la empuja una vez y otra vez. Cuando se tiran en la cama, ella lo monta como si fuera yegua y él se toma de las tetas, que son las bridas. Hasta un cunilingus, he visto. Los sonidos de las Mujeres, parece que las están matando. Con las duchas abiertas, se meten los dos, enjabonan sus cuerpos, para que deslicen mejor. Las duchas tienen vidrios transparentes, para que el público esté presente, en aquel encuentro.

   Roban, matan, venden drogas y las consumen, la cocaína siempre presente y las pastillas multicolores, las mezclan en jarras y convidan a los adolescentes. No conformes con esto, tienen un guión: “Basado en historias reales”. Son porno con argumento. Los jóvenes aprenden mirando, se dedican a la actuación, donde quedan más turbados por las indicaciones del Director. Estas cosas son vistas por personas inescrupulosas, que luego hacen lo que vieron.

   En la Facultad me encargaron un trabajo, sobre este tema y dar mi propia opinión.

   —Es todo producto de la decadencia globalizada. Y agregar algo más, a los Políticos corruptos, les viene bien, para que la gente no piense, en las cagadas que se mandan. Aquí dejo porque es la hora de la Serie que estoy mirando, tiene todos los ingredientes que describí.

martes, 11 de agosto de 2020

REDOBLE

 

   Tenía la clásica hoja en blanco, me pareció tan sola que puse mis anteojos en el medio. Tomé mi cabeza y la golpeé tres veces sobre la mesa. Escuché unos pasos que se acercaban y alguien rodeó mi cuello con un metal. Era una gargantilla de plata, regalo de mi primer novio. Hacía muchos años que no lo veía.

   Pensé en un asesinato y me di vuelta. Había tanta bruma, que apenas alcancé a vislumbrar una sombra, corriendo con mi gargantilla.  

   Me senté a escribir lo que casi sucedió. La página en blanco, los anteojos al medio, escuché pasos que se acercaban y mi cuello rodeado con un metal. La gargantilla de plata. Cuando pensé en un asesinato, que casi se cumplió. La sombra era parecida a mi primer novio. Una bruma que alcanzó hasta la mesa y entonces desperté.

   Salía sangre de mi cabeza. Me pasé DG6 y después una curita. Recordé que los tres golpes fueron por la bronca de no poder escribir un cuento, con palabras inventadas.

   Prescindí de los anteojos, tenía los vidrios rotos. Aunque nunca tuvieron vidrios, sólo era el armazón, los usaba igual. Cualquier intelectual que se precie, debe portar anteojos.

   Se me ocurrieron algunos artilugios. El principio de algún cuento, que tuviera tanta sangre y matara al Escritor.

lunes, 10 de agosto de 2020

YO NO SÉ NADA

 

   Era una visita común, cuando se fue, la heladera dejó de funcionar. La compu desapareció de mi casa, el día que ella me visitó.

    El tapado de piel no lo pude encontrar, estaba colgado en el perchero de la entrada y ahora no estaba más. Justo cuando la despedí desde mi escritorio.

   Fueron muchas las sorpresas relacionadas con ella.

   Estaba viviendo una depresión profunda, porque él me dejó.

   Tomé todo un frasco de pastillas, quedé suspendida en la nada. Tal vez, si me hubieran hecho un lavado de estómago, pensaba sin poder moverme. Se acercó ella y desde lo alto me miró y sonrió. Del otro lado estaba él, que sabía, por ver el frasco vacío en mis manos. El único sentido que todavía funcionaba, eran mis oídos. Debieron pasar unas horas, los pude escuchar.

   —¿Viste amor, qué bien me sienta el tapado de piel?

   —A mí me encantó el truco de la heladera y cómo pudiste llevarla a tu casa, funciona a la perfección.-Dijo él, con alegría-.

   Sentí cómo ella trató de escuchar si todavía latía mi corazón.

   —Está muerta, amor. Vamos para casa y por fin solos, como queríamos o más sencillo.

   Él le dio un beso en la boca.

   —Decime una cosa, ¿la compu la tenés vos? Y no me mientas, decí la verdad. ¿Dónde la escondiste?-Ella lo miró con ojos entornados-. Estás tan buena, que si querés te la regalo.

   Lo último que escuché fue el portazo cuando se fueron.

domingo, 9 de agosto de 2020

REPORTAJO

 

 

   No pensaba lo que decía o decía lo que pensaba, ahora la están preparando, para la entrevista que le haré. Ya está aquí.

   —Alexandra, ¿te parece justo, recibir el Premio “Desnudas”.

   —Soy actriz y mi seudónimo es Alexan. En cuanto a tu primera pregunta, es lo único que encontré, no hay trabajo para actrices como yo. Por eso me parece justo el Premio “Desnudas”.

   —Decime cuál será tu próximo paso.

   —Se va a llamar “Vestidas”.

   —Alexan, me contó un pajarito, o un pajarón, que vas a bailar vestida de monja. ¿Cómo es eso?

   —Fui monja de verdad, no fue necesario vestuario, yo tenía un montón de cuando presenté mi renuncia a ser monja.

   —Con tanta ropa, ¿la vas a mostrar toda?

   —Sí, claro, hay uno que lleva hábito negro, con un sombrero de dos alas blancas, almidonadas y paradas. La fruta del postre, el último que mostraré, es verde oscuro, con una tabla angosta, que va con elástico en el cuello. Según me mueva, se sale una teta. Daré la media vuelta y verán que no tengo calzón. Me encantó la idea, es sexi y sensual. En especial, las monjas, ya están sacando sus entradas. Para estimular a sus consoladores y que son…

   —Bueno Alexan, se nos terminó el tiempo, fue todo un honor hablar con vos y enterarme. Ojalá pueda ir a verte, para saber por qué, mi Marido es tu amante.

 

sábado, 8 de agosto de 2020

UN DIA DE CASI FURIA

 

   —Mami, ¿por qué vas tan apurada, si no compramos nada?

   —Tengo que pagar todas las cuentas que llegaron.

   —¿Y por qué no pasaste por el Super?

   —Porque tenía facturas atrasadas, me dio tanta bronca que yo ni miré. El encargado de los pagos es tu Papi, no sé por qué no pudo y entonces, pasó lo que pasó.

   —No te enojes, Mami, pero yo vi a la viejita de al lado, que tiraba en nuestro buzón, dos o tres facturas. Me dio lástima, vive sola, no cobra la jubilación. ¿Estuve bien?

   —No, no, no!!!, por eso me quedé sin un mango para hacer las compras. Por no llevar los anteojos, se las pagué sin darme cuenta.

   —Bueno, Mami, como vos decís: comemos lo que tengamos. El recurso de los fideos, ¿no?, además me tironeaste del brazo, hasta el Banco, corriendo, pasó un auto y casi nos atropella. ¿Qué vale más, pagar las cuentas, o cuidar a un niño  tan lindo y bueno, como soy yo?

   —¿En serio casi nos atropellan? ¡Pero qué hijo de puta!

   —Sí, es como vos decís, pero tratá de no decir malas palabras. Queda feíto, según la Abuela. Mi amiguita de enfrente, tiene a sus Padres, que se dicen cosas feítas todo el tiempo. Por eso la pobre viene tanto a casa. Me cuenta cada cosa, pero le juré que no le diría a nadie. No me preguntes, además en boca cerrada, no entran murciélagos.

   —Se dice moscas. Y cállate, porque estoy harta de hablar con vos todo el día.

   Me encerré en la pieza y me puse a llorar. Es mala Mami, si no fuera por mí, no se reiría nunca. A ella, Papi no le causa ninguna gracia. Golpea la puerta y cuando digo “sí”, entra y me abraza y me dice que soy el niño más lindo y bueno del mundo. Sé que es así.

   —Ahora, con la tarjeta, vamos al Super y te comprás todo lo que quieras. Con prudencia.

   —¿Quién es Prudencia, Mami?

viernes, 7 de agosto de 2020

DESPUÉS DE TODO NO SOY NADIE

 

   Vos nunca te enterás que es para siempre, por eso me dejás a cada rato. Después de tantos años, no soporto el olor de tu existencia.

   No me asustes, no me cabe nada más en la cabeza. Mi soporte son los árboles, las flores y todos esos detalles, que antes no había reparado. Los tiempos de atrás prefiero olvidarlos, sino, es demasiado peso y tropiezo muy seguido.

   Es difícil escribir con palabras que expliquen la realidad, es mucha para encerrarla en un cuento, sobre todo si el gato se acuesta a dormir sobre mi cuaderno, me mudo a la biblioteca, allí están y me llaman, para que los lea. Es absurdo, si los sé de memoria. Hace tanto tiempo, que les paso el plumero, para sacarles el polvo y algunas arañuelas.

   Conseguí más biromes Uniball, son las únicas que se deslizan, sobre mi cuaderno rayado. Aquí hay gato encerrado. El viento me sopla en el oído y pide que le cuente mis secretos. Es lo único que es mío, que se vaya a soplar a otro lado.

   No me gusta decir esto, pero estoy enferma de tristeza. Me contradigo, amo vivir en este lugar, hay sierras y caminos desconocidos. Ojalá pueda vivir, para recorrer todo lo que me falta.

   Aflora el agua de las napas y forman lagunas de cristales. Necesito tiempo, al que no puedo manejar. Ahora llueve, es un bautismo para mí, que no tengo paraguas y para la tierra que agradece. Mis manos no pueden escribir. Necesito que las tuyas, me abracen hasta el cielo.