jueves, 20 de agosto de 2020

AJÁ

 

   —Vinimos a quedarnos, en la Ciudad no podemos vivir.

   —Ajá…

   —Yo sé que no somos tan amigos como éramos antes. Estamos sin comer, desde el viernes.

   —Ajá.

    —Seremos agradables y haremos todo lo que demanden.

    —Ajá.

    —Bueno, llegamos a dos conclusiones, ¿Quieren o no quieren?

    —Esperá que llame a mi Marido.

   Ni bien los vio dijo: —Ajá.

    —Trajimos una casa rodante, no los vamos a molestar.

    —Ajá.

    —Carecen de lenguaje, los ajá quieren decir que no somos bienvenidos?

    —Los chicos están contentos. Por lo menos gritan: ¡Bien!

    —Nosotros no hablamos con nadie, sólo el ajá, que en esperanto quiere decir: “Sí”.

   Quedó la casa tan blanca y la rodante como una prolongación.

   Parecía que la luna se había descolgado del mundo sobre ellos. Cuando todos dormían, estaban apostados con armas largas, tres delincuentes entrenados, drogados. Todos al unísono, dispararon de derecha a izquierda, hasta gastar los cartuchos.

    —No saben la pila de muertos que hicimos.-Dijo uno-.

    —Me parece que nos fuimos al carajo.-Dijo otro-.

    —¿Y vos qué decís, que sos nuestro líder?

    —Ajá.

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