Tres Padres,
amigos de Luli, le pidieron que fuera Niñera, cinco veces por semana, para
pasear y descansar sin los niños. Le dijeron que eran buenos y tranquilos, no
iba a tener ningún problema.
El primer día
les puso dibujos para niños, se durmieron enseguida, ni siquiera despertaron
cuando llegaron los Padres. Al segundo día se presentó a cuidar tres niños, de
caras buenas.
—Me llamo Luli y
espero que se porten bien.
Cuando se
distrajo en un noticiero, sintió mayonesa en la cabeza. No quiso retarlos. Se
lavó en la ducha, habían tirado una botella de aceite en el piso. Resbaló y dio
con la cabeza en el sanitario Luli quedó mormosa, con un golpe azul en la
frente. Volvieron los Padres, estaban encantados con los niños y Luli. Ella
quedó horrorizada.
Por necesidad
concurrió el tercer día, eran dos, estaban jugando concentrados con muñequitos.
Luli, reventada del día anterior, decidió tomar sol en el balcón, mientras con
un ojo los contemplaba, se le cerraron los dos. Cuando escuchó tanto silencio,
se levantó como un resorte. Había uno con tijera y otro con sevillana, cortando
todos los colchones de la casa. La atmósfera la ocupaban las plumas y miles de
pedacitos de goma pluma. Ella lloraba en el suelo. Los chicos se reían,
pintaron en la puerta “Luli loca no vuelvas más”.
Los Padres les
dieron la razón a ellos, que ponían caras de inocentes. La sacaron a empujones
injustos y no le pagaron.
Llegó al depto
de su novio, no le contó nada. Él dijo: —Quiero que nos casemos y tengamos
muchos hijos.
Ella lo
miró con ojos hinchados: —Tendrás que
cambiar de novia, estoy enferma de espanto, ni en pedo tendría hijos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario