jueves, 13 de agosto de 2020

NI AHÍ

 

   Tres Padres, amigos de Luli, le pidieron que fuera Niñera, cinco veces por semana, para pasear y descansar sin los niños. Le dijeron que eran buenos y tranquilos, no iba a tener ningún problema.

   El primer día les puso dibujos para niños, se durmieron enseguida, ni siquiera despertaron cuando llegaron los Padres. Al segundo día se presentó a cuidar tres niños, de caras buenas.

   —Me llamo Luli y espero que se porten bien.

   Cuando se distrajo en un noticiero, sintió mayonesa en la cabeza. No quiso retarlos. Se lavó en la ducha, habían tirado una botella de aceite en el piso. Resbaló y dio con la cabeza en el sanitario Luli quedó mormosa, con un golpe azul en la frente. Volvieron los Padres, estaban encantados con los niños y Luli. Ella quedó horrorizada.

   Por necesidad concurrió el tercer día, eran dos, estaban jugando concentrados con muñequitos. Luli, reventada del día anterior, decidió tomar sol en el balcón, mientras con un ojo los contemplaba, se le cerraron los dos. Cuando escuchó tanto silencio, se levantó como un resorte. Había uno con tijera y otro con sevillana, cortando todos los colchones de la casa. La atmósfera la ocupaban las plumas y miles de pedacitos de goma pluma. Ella lloraba en el suelo. Los chicos se reían, pintaron en la puerta “Luli loca no vuelvas más”.

   Los Padres les dieron la razón a ellos, que ponían caras de inocentes. La sacaron a empujones injustos y no le pagaron.

   Llegó al depto de su novio, no le contó nada. Él dijo: —Quiero que nos casemos y tengamos muchos hijos.

   Ella lo miró  con ojos hinchados: —Tendrás que cambiar de novia, estoy enferma de espanto, ni en pedo tendría hijos.

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