sábado, 22 de agosto de 2020

¿DÓNDE?

 

   —No encuentro mi campera.

   —Yo no encuentro la mía.

   Ella nunca encuentra nada, voy a subir por si olvida la mía.

   —No sé dónde dejé mi barbijo.

   —Está ahí, donde lo dejamos siempre.

   —Ahora la máscara para mí.

   A ella le regalaron una, además se tiene que poner el  barbijo igual. Le gané yo. Con el barbijo y las antiparras estoy perfecto.

   —¡Las botas! Éstas me quedan grandes, ¿me podés dar las mías?

   —Estás loca, con lo que me costó calzarlas. Vamos rápido, que van a cerrar. ¿Trajiste las llaves del auto?

   Ahora las va a buscar en todos los bolsillos. Las llaves están puestas en el auto, pero yo, no le voy a decir nada, que se joda.

   —Mirá vos, lo que es estar pensando en otra cosa. ¿Trajiste la lista?

   —No somos iguales, la lista la tengo yo.

   Llegaron y él dijo: —Mirá qué bárbaro, podemos estacionar donde se nos cante.

   El Super estaba cerrado. Ella miró para otro lado.

   —Mañana comemos lentejas y tomamos agua, quedan dos botellas.

   —¿Cómo, y mi gaseosa? Bueno, está bien, volvemos a casa. Odio comer sin gaseosa.

   Quisieron abrir enseguida: —¿Vos tenés las llaves? Me congelo.

   —Me parece que las perdí. ¿Trajiste las tuyas?

   —Las dejé del lado de adentro.

   —Ah, qué viva. ¿Ahora qué hacemos?

   —Vos que tenés patas largas, trepá por el techo.

   Él le hizo caso. Las llaves de ella estaban en la puerta, del lado de adentro, les dio media vuelta y se partieron en dos.

   Le gritó: —Yo ya estoy adentro, voy a prender la calefacción y después, miro mi Serie.

   —¿Y yo qué hago?

   —Sentate en el umbral.-Dijo él con tono de contento-.

   —Me estoy congelando, boludo.

   —¿No te das cuenta que lo nuestro se terminó? Terminó hace rato y vos te hiciste la que no pasaba nada.

   —Otorgame el beneficio de decirme qué puedo hacer ahora.

   —Andate, hacé de cuenta que esta no es tu casa.

   —Mi Vieja tenía razón, nunca debí casarme con este hijo de puta.

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