Era una visita
común, cuando se fue, la heladera dejó de funcionar. La compu desapareció de mi
casa, el día que ella me visitó.
El tapado de
piel no lo pude encontrar, estaba colgado en el perchero de la entrada y ahora
no estaba más. Justo cuando la despedí desde mi escritorio.
Fueron muchas
las sorpresas relacionadas con ella.
Estaba viviendo
una depresión profunda, porque él me dejó.
Tomé todo un
frasco de pastillas, quedé suspendida en la nada. Tal vez, si me hubieran hecho
un lavado de estómago, pensaba sin poder moverme. Se acercó ella y desde lo
alto me miró y sonrió. Del otro lado estaba él, que sabía, por ver el frasco
vacío en mis manos. El único sentido que todavía funcionaba, eran mis oídos.
Debieron pasar unas horas, los pude escuchar.
—¿Viste amor,
qué bien me sienta el tapado de piel?
—A mí me encantó
el truco de la heladera y cómo pudiste llevarla a tu casa, funciona a la
perfección.-Dijo él, con alegría-.
Sentí cómo ella
trató de escuchar si todavía latía mi corazón.
—Está muerta,
amor. Vamos para casa y por fin solos, como queríamos o más sencillo.
Él le dio un
beso en la boca.
—Decime una
cosa, ¿la compu la tenés vos? Y no me mientas, decí la verdad. ¿Dónde la
escondiste?-Ella lo miró con ojos entornados-. Estás tan buena, que si querés
te la regalo.
Lo último que
escuché fue el portazo cuando se fueron.

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