Vos nunca te
enterás que es para siempre, por eso me dejás a cada rato. Después de tantos
años, no soporto el olor de tu existencia.
No me asustes,
no me cabe nada más en la cabeza. Mi soporte son los árboles, las flores y
todos esos detalles, que antes no había reparado. Los tiempos de atrás prefiero
olvidarlos, sino, es demasiado peso y tropiezo muy seguido.
Es difícil
escribir con palabras que expliquen la realidad, es mucha para encerrarla en un
cuento, sobre todo si el gato se acuesta a dormir sobre mi cuaderno, me mudo a
la biblioteca, allí están y me llaman, para que los lea. Es absurdo, si los sé
de memoria. Hace tanto tiempo, que les paso el plumero, para sacarles el polvo
y algunas arañuelas.
Conseguí más
biromes Uniball, son las únicas que se deslizan, sobre mi cuaderno rayado. Aquí
hay gato encerrado. El viento me sopla en el oído y pide que le cuente mis
secretos. Es lo único que es mío, que se vaya a soplar a otro lado.
No me gusta
decir esto, pero estoy enferma de tristeza. Me contradigo, amo vivir en este
lugar, hay sierras y caminos desconocidos. Ojalá pueda vivir, para recorrer
todo lo que me falta.
Aflora el agua
de las napas y forman lagunas de cristales. Necesito tiempo, al que no puedo
manejar. Ahora llueve, es un bautismo para mí, que no tengo paraguas y para la
tierra que agradece. Mis manos no pueden escribir. Necesito que las tuyas, me
abracen hasta el cielo.

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