miércoles, 5 de agosto de 2020

¡VIVA LA JODA!


   Un hombre que andaba en bicicleta, era seguido por otro en bicicleta, otro en monopatín, otro en skate y una fila interminable que llegaba hasta el horizonte. Tenían que cruzar la Frontera, antes de las cinco de la tarde.
   Se mudaban del país, a otro cualquiera que los recibiera. Mano de obra barata, a cambio de quedarse. No necesitaban documentos y las visas estaban prohibidas.
   Familias convencidas en busca de un mundo, mejor del que partieron, donde sobraban y los mataban de hambre. Eran como soldados de una dictadura, que tornó sus vidas insoportables, ejerciendo sobre ellos, una amenaza permanente.
   Para darse valor en la fila, hicieron un coro que rezaba así: “Vieja perra y ladrona, te vamos a hacer picadillo y saldrán hamburguesas vomitantes, para que se las coma Trump”.
   Llegaron a destino y les dieron la bienvenida, con una fiesta ancestral. Para mostrar que ya los querían, sin conocerlos, intercambiaron mujeres y hombres, permitieron que los chicos mirasen como cojían, así de paso aprendían.  

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