martes, 11 de agosto de 2020

REDOBLE

 

   Tenía la clásica hoja en blanco, me pareció tan sola que puse mis anteojos en el medio. Tomé mi cabeza y la golpeé tres veces sobre la mesa. Escuché unos pasos que se acercaban y alguien rodeó mi cuello con un metal. Era una gargantilla de plata, regalo de mi primer novio. Hacía muchos años que no lo veía.

   Pensé en un asesinato y me di vuelta. Había tanta bruma, que apenas alcancé a vislumbrar una sombra, corriendo con mi gargantilla.  

   Me senté a escribir lo que casi sucedió. La página en blanco, los anteojos al medio, escuché pasos que se acercaban y mi cuello rodeado con un metal. La gargantilla de plata. Cuando pensé en un asesinato, que casi se cumplió. La sombra era parecida a mi primer novio. Una bruma que alcanzó hasta la mesa y entonces desperté.

   Salía sangre de mi cabeza. Me pasé DG6 y después una curita. Recordé que los tres golpes fueron por la bronca de no poder escribir un cuento, con palabras inventadas.

   Prescindí de los anteojos, tenía los vidrios rotos. Aunque nunca tuvieron vidrios, sólo era el armazón, los usaba igual. Cualquier intelectual que se precie, debe portar anteojos.

   Se me ocurrieron algunos artilugios. El principio de algún cuento, que tuviera tanta sangre y matara al Escritor.

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