jueves, 30 de junio de 2022

EN LA CALESITA

 

   Lorenzo Olivero, porteño, pícaro y audaz andaba perdido en  Buenos Aires. Buscaba algo, pero no sabía qué. Pasó por un zaguán oscuro, con un cartel que decía: “Clases de Teatro”, entró como a su casa y se inscribió. Fue el mejor actor, pisándoles la cabeza a todos sus compañeros. Del under, pasó al over y al super over, salió de gira, hablaba inglés como un inglés. Cuando dieron una función en el London Putarest Theatre, Lorenzo eligió llamarse Lorenz Oliver Jr.

   Fue un bum. Todos se lo creyeron.

   Hasta Sir Lawrence Oliver pensó que Lorenzo era un sobrino, que la edad le había hecho olvidar. Ganó premios, conoció la fama y la fortuna. Ninguna de ellas le produjo felicidad. Extrañaba Buenos Aires, caminar como Lorenzo Olivero, buscando no sé qué.

   Hizo su sueño. Volvió a Buenos Aires, a los zaguanes oscuros, hubo uno que le llamó la atención, decía: “Clases de Teatro”, entró como a su casa y se inscribió.

miércoles, 29 de junio de 2022

LENTEJA

 

   Eran tan acelerados y acompañaban su forma de vivir con el apellido: Flia Rapitón. Comían rápido, se duchaban rápido, limpiaban rápido y esa rapidez seguía en la calle con el auto, acelerador a fondo. A las películas les adelantaban secuencias, para que terminaran rápido. Con los libros procedían igual, leían tres páginas y se salteaban diez. Había un componente familiar, que lo llamaban Lenteja, un tipito tranqui, tal vez demasiado, llegaba tarde al Colegio. Caminaba como una hormiga, el regreso con hambre y todos habían almorzado. En la cocina sobraban miguitas y un coquito de bagette, que mientras él lo miraba, el perro ya lo había comido.

   Lenteja tenía en vista, la chica de enfrente. Ella lo miraba, primero con discreción y por último con desesperación. Lenteja se dio cuenta cuando la descubrió abrazando al grandote de la esquina. Se sintió muy mal, porque él pensó, durante tanto tiempo esa relación.

   Miraba a la chica, había un acuerdo tácito, salían en simultáneo y se miraban con interés desmedido y prudente. Lenteja siguió el juego durante seis meses. Ella terminó aceptando las caricias furtivas del grandote. Él no pudo soportar aquellas escenas, cruzó la calle, se trepó al grandote, le tomó la cabeza, le hizo piquete de ojos y el grandote tiraba piñas al aire, mientras Lenteja le pegaba con ambos brazos estilo bicicleta. Lo desmayó.

   Lenteja y la chica lo arrastraron a un baldío de árboles bajos y yuyos altos. Hicieron curetajes rápidos de las heridas y bifes congelados en las piñas hinchadas. Le llevaron una almohada y una colchoneta.

   Por la tarde, la chica y Lenteja, se tomaron las manos, sin querer, las espaldas sin querer. Lenteja le rodeó la cintura, sin querer y se besaron, sin querer. Ella abrió las piernas, sin querer. El grandote quiso abrir los ojos, por los ruiditos de pastos amasados, pero no pudo y durmió como un guerrero, posterior a la batalla. Lenteja y la chica quedaron sumidos y consumidos de amor…

   ¿Para qué queremos saber del grandote?

                                                             ¿No?   

martes, 28 de junio de 2022

LA CLASE VIVA

 

  El lenguaje se redujo hasta en las malas palabras, éstas últimas ahora son buenas, más aptas para el no consumo y liberan apetencias asesinas.  Un adolescente llama a su compañero: ¡Ché puto! Y el otro responde: ¿No ves, boludo?, la rueda se hizo concha.

   Los ejemplos serían infinitos. Está la sensación común de creer cada vez menos. Entonces, las malas palabras, dejan de serlo, como las palabras semáforo, helado, zapallo, cada una tiene un valor intrínseco, que no necesita nombre. Aparece la era de la seña, fuck you, los cuernitos, el dedito acusador. La función del dedo tiende a expandirse, tanto para un moco seco pendiente, como para digitar un celular.

   Prepárense, falta poco para las cuatro patas.

   —¿Qué piensan de mi desarrollo nueva era?

   Los alumnos le arrojaban tizas, chicles masticados, cantaban a coro:

   —¡Que se vaya! ¡Que se vaya!

   Dieron vuelta los bancos formaron barricadas y jugaban a la intifada.

   El profesor renunció y vive en Bolivia, tuvo un encuentro casual con cuatro de sus fucking alumnos, estaban haciendo dedo.

  Los reconoció,  su auto le patinó raro, encima de sus ex alumnos.

lunes, 27 de junio de 2022

RELACIONES PÚBLICAS

 

   Detesto las mujeres, no sé si porque somos tantas hermanas, más mamá y mis tías y las hermanas de mi padre y los colegios de hermanas, con compañeras mujeres y profesoras mujeres. Tengo un primo varón, pero es afeminado. No le quedó otra.

   Estudio para premios de tiempo libre. No cuesta nada, escucho las zarandajas de las profesoras y me quedan registradas. Con leer dos horas por día me recibí con el mejor promedio, casi once, como  dice la ambiciosa de mamá. Empecé Ingeniería en Sistemas, tengo el mejor promedio de la carrera. Los tipos me detestan, con la misma intensidad que a mí me encantan. El más perverso compite en todas las materias y le gano. Sin querer, sucede. El perverso me quita el hambre, he llegado a sentarme pegada a él. No me da bola, hasta parece tener asco de mi cercanía. Es el único tipo en la vida que no me puso diez en nada.

   Vinieron a comer amigos de mi viejo. Uno le va a otorgar un cargo alto en el Ministerio de Economía. Me invitaron a compartir la velada con ellos, sin mis hermanas. Saben que puedo monopolizar cualquier tema y dejarles sueltas las mandíbulas. Para eso quieren mis viejos que esté, para hacerlos quedar bien con la hija genia. La única que sabe cómo y cuándo hacer y decir lo que corresponde. Lo que los otros quieren escuchar de una joven. El valor agregado de ser alta, rubia, de ojos celestes, indumentaria elegida por mami, que hace de mí una persona distinguida y todas esas boludeces que me joden la vida mientras ellos se enorgullecen.

   Hoy el perverso preguntó delante de todos mis compañeros si yo les parecía frígida. Un bochorno, fue un “Sí” unánime.

   Durante la comida pensaba en él, mientras me hacían preguntas, una tras otra. Encima, era el bufón que debía entretener los vejestorios. Hice hasta dónde pude. Una señora muy académica, la mujer del tipo que conseguiría el curro a mi viejo, preguntó qué es lo que más me gustaría hacer en esta vida. Se hizo un silencio de ángeles, donde todos giraron sus cabezas esperando una respuesta que no llegaba.

   Pensaba en él, su sonrisa. Mi madre, con cierta premura, insistió para que responda. Miré a la señora y me pareció la cara de él, contesté con seguridad universal:

   —Cojer, es lo que más quisiera en esta vida y estoy convencida que es lo que más me gustaría hacer.

domingo, 26 de junio de 2022

SABER PARA DORMIR

 

   Las manos de Bruno temblaban y no las podía controlar. No dejaba de fumar, aunque el pucho le bailara entre el pulgar y el índice, se dio cuenta que “prometer” era una palabra utópica. “Te prometo que dejo el pucho.” Bruno dijo: “te prometo que te voy a querer siempre.”

   “Siempre” le pareció una palabra superflua y agobiante. Tiró el pucho al empedrado, recordó que a esa hora, en esa esquina, Raquel pronunció: “Yo también te voy a querer siempre.” Ella lo dijo con el casette puesto y el énfasis actoral dispuesto a lo peor.

   Cuando entraron a la pensión, parecía todo clausurado, menos una escalera, que daba a la pieza sin baño de Raquel. Había olor a extracto de cigarrillos rubios, mezclado con olor a plancha de cocina, sucia. El anafe, estaba conectado a una garrafa, tan triste como el resto.

   Bruno sintió que ese lugar le pertenecía, mientras el pucho le temblaba y Raquel preparaba té, en un jarrito cascado. Lo sirvió en dos vasos, como muchas familias judías. Raquel, era judía. Bruno no era xenófobo. Pero lo que menos le gustaba de Raquel, era que fuese judía y que tomara té, en vaso transparente.

   Quedó embarazada, los dos quisieron. Fue varón y se llamó León.

   La pensión terminó en hacinamiento y discusiones estériles, recurrentes, impotencia, odio. Raquel y Bruno, convivieron con León, tres años. Bruno se fue sin decir nada. Raquel lo supo antes que él y tampoco dijo nada.

   Cuando León tenía seis años, preguntó por su padre. Raquel sacó fotos, contó historias y ocultó rencores. León dormía tranquilo, mientras alguien fumaba, con el pucho entre el pulgar y el índice, temblaba y miraba la ventana de León, desde el banco de la plaza, lejos.

sábado, 25 de junio de 2022

¡VIVA LA LIBERTAD!

 

   Mami dice que cuando nací pensó que me habían cambiado, no me parecía a nadie. Considera que soy inútil para todo servicio. Tengo nombre, pero para mami soy che. Che estudiá, che alcanzame. Che lavate las manos. Cuando vienen visitas me llama hija esto o hijita lo otro. Delante de sus amigas cuenta que soy inteligente, buena, obediente y estudiosa, una bendición de dios. En privado, se toma la cabeza y dice que soy una maldición de dios. Así comprendí que dios es contradictorio.

   Compró un sillón mullido siesta, para el escritorio de papá. Cuando me quise sentar, ambos me tomaron de las orejas para gritar que ni se me ocurra, con esos vaqueros tan sospechosos como mi higiene personal. En eso les doy un poco la razón. Mami también compró la banqueta más incómoda que encontró, para la Secretaria de papá.

   El otro día entré con sigilo al escritorio, salí de la escuela tres horas antes. La Secretaria estaba tirada en el sillón nuevo, con ambas piernas en alto y papá sobre ella, tal vez probando el sillón. Cuando llegó mami de jugar al bridge, su única ocupación además de la canasta, le conté que papá y su Secretaria dedicaron ese día a probar el sillón nuevo, haciendo cabriolas de toda índole. Agregué que estaban sin ropas, tal vez para cuidar el tapizado.

   No me explico las razones, pero se divorciaron, no sin antes romper toda la vajilla y demás enseres, a saber, el sillón nuevo rasgado con un cuchillo grande, junto con los colchones, el mío inclusive. Mami tenía mucha fuerza, le rompió cuatro costillas a la Secretaria y le partió una pierna, con el atizador de la salamandra. Mami se fue a Europa con su mejor amiga y papá se casó de inmediato con la Secretaria.

   Ninguno quiso quedarse conmigo.

viernes, 24 de junio de 2022

SEGUIR AL REBAÑO

 

   Los chicos jóvenes, vivían en un pueblo chico y aburrido. Ellos tenían el vicio de jugar a situaciones peligrosas y provocar desenlaces confusos, que les llegaran a caer lágrimas de tanta risa.

   Formaron pareja, sin casorio, para disgusto de las dos familias, acostumbradas a los disloques de los chicos.

   No les hablaron por un año, ellos no se preocuparon, un año sin cumpleaños, fiestas y comer asado los domingos, les parecieron buenas vacaciones.

   La casa era chica, pintada de blanco, malvones rojos, como las ciento y pico de casas del pueblito, nada diferente. Vera y Agustín necesitaban pasar desapercibidos, Vera usaba ropa de señora joven, pollera gris, saco azul, zapatos de taco carretel. Agustín chomba blanca, pantalones tostados, cinturón marrón. Ella rodete bajo, él casi a la gomina. Verlos juntos daba sueño.

   Iban a misa todos los domingos para parecerse al resto. Eran ateos y hablaban poco y nada con algún vecino. Sonreían complacientes a todo el que se le cruzara. No existía otra gente de la edad de Vera y Agustín. El pueblo no superaba los cincuenta años, largos. Vivían de una tía octogenaria, que les depositaba todos los meses, cifras interesantes, nada que llamara la atención, ni del Banco.

   Cuando llegaban a la casa, quitaban sus ropas caretas y andaban desnudos, Agustín decía:

   —Vestidos con nuestra propia piel.

   En invierno, con mucha calefacción y en verano una pileta mediana y aire acondicionado full time. Las medianeras altas, con cañas de puntas recortadas, para ocultar las plantas de cannabis, fundamentales en sus vidas.

   —Total, en este pueblucho no conocen ni el olor.

   Una noche de temperatura baja, propuso Agustín:

   —Che, Vera, te juego a que des una vuelta manzana, así como estás.

   Vera lo miró sin entender:

   —¿Vos decís así, en pelotas?

   Agustín le contestó que la esperaba en la pileta climatizada.

   Vera caminó, mirando casas, todas con luces cenitales, una mesa al medio y el televisor prendido. Dio otra vuelta y volvió corriendo, se metió en la pile.

   —¿Y? ─preguntó Agustín.

   —Y nada, loco. No me vio nadie, me cagué de frío.

   Hacia el verano comenzaron los dos a salir desnudos a la calle, la gente los saludaba con bonhomía:

   —Ay, chicos, qué envidia, todos deberíamos andar así.

   Vera la entusiasmó:

   —Haga lo mismo, Doña, piense dónde vivimos, un pueblo que ni nombre tiene, no hay policía, no hay diarios…

   La Doña imitó a los chicos, se fueron pasando la voz y el pueblucho entero, andaba desnudo como si tal. Haciendo algún mandadito, o yendo al Banco. Fue una costumbre, aceptada hasta por el cura, que le sacó ese trapito que le ponen a INRI. No quería que a los parroquianos les pareciera que andaban pecando y suspendieran su concurrencia.

   Parece que alguien anduvo corriendo la voz y se enteró el Gobernador. Le mando un comunicado al Banco, no había Municipio ni Correo. Rezaba así: “Se comunica al pueblucho que no tiene nombre, que hemos resuelto que de ahora en más, se llame: Pelotas”.

   Agustín y Vera se pusieron contentos. Fueron nombrados Agustín Intendente y Vera Secretaria Privada.

   Invitaron a sus padres para la asunción mandataria, también asistió la tía octogenaria de su rentas. Los padres vivían en Montevideo, cruzaron a Brasil, se adentraron en el estado de Río Grande Do Sul. Estaban tan plenos de alegría, que se presentaron a la asunción de sus hijos, en la Ciudad de Pelotas, en pelotas.

jueves, 23 de junio de 2022

NADA MÁS

 

   —¿Ya cerrás el kiosco? ¿Viene el gordo?

   Lo vio parado, con los brazos que le colgaban y las llaves resbalando de los dedos. Igual que siempre, flaco, con anteojos negros, en la parada del micro.

   —Cerré porque me avisaron que se murió mi hermano, tengo que ir, me dijeron.

   Rafa tuvo un vahído, el sol, la respuesta, lo abrazó y el flaco nada, liso, serio. Paró el micro y subieron juntos. No soportaba aquel silencio desconectado:

   —¿En serio murió? ¿Yayo, el más grande?

   El paisaje pasaba, sólo andaba. El flaco ausente y ciego, escuchaba preguntas entrecortadas, absurdas:

   —¿Y de qué? ¿Qué le pasó?

   Lo miró y pensó que Yayo tenía razón: Rafa era boludo.

   —Murió de accidente, eso me dijeron, en Brasil, en la curva de no sé dónde mierda, había dos chicos más de La Plata y no sé más nada.

   Se sentaron juntos, el micro estaba vacío, el chofer miraba por el espejo pensando qué lindo ser joven un domingo como éste, esos dos ahí sentados, con el tiempo libre por delante, cuando Rafa inquirió:

   —¿Los otros también murieron?

   El flaco casi vomita y se largó del micro en Plaza Italia. Le dijo:

   —Vos quedáte, loco.

   Rafa siguió en el micro, sin entender, nada diferente, él nunca entendía. El flaco caminó la sombra del ombú, los pinos y se sentó en un banco. Dos cuadras y su casa. Qué importaba. Ahora qué importaba.

miércoles, 22 de junio de 2022

PROVIDENCIAL

 

   Nuestra madre, buena como el pan que amasaba, vivía un mundo paralelo, éste le resultaba ajeno. Hablaba de Boris y Rafa, dos hermanos más grandes que nosotras y le brillaban los ojos.

   No los conocimos, estaban tan lejos. Ella decía Marbella, o tal vez India o trabajando en alguna isla caribeña. Susi, mi hermana, moría de envidia. Un día, ya crecidas, le preguntamos si no gustaría que viajáramos a ver si los encontrábamos. Dijo que no, además el viaje era caro, aunque la Abuela tuviera ahorros en dólares. Hacía tiempo la Abuela había ofrecido su dinero. La negativa de mami fue contundente. Además no tenía ganas de perder dos hijas más, ni siquiera por unos días.

   Realizamos una consulta con un abogado de prestigio y buenas conexiones. Nos informó acerca del destino de Boris y Rafa, dijo que eran desaparecidos. Volvimos en tren, sin hablar. La decisión de no contarle a nuestra Mami quedó encerrada en nuestra cocina, donde cantaba y amasaba. Apenas saludó, nos mandó a lavar las manos para comer bajo el aromo. Terminado el almuerzo pidió silencio para dormir sus quince minutos de siesta. Nos dijo que Boris y Rafa le mandaban mensajes en sus sueños. Ahora vivían en Australia, el año entrante viajaban a Dinamarca.

   Estaba contenta con sus hijos itinerantes. Nuestra Madre se había instalado en un planeta, donde no entraban el horror ni el espanto.

martes, 21 de junio de 2022

HAY QUE APROVECHAR

 

   No lograba pasar el Secundario, por una materia que di en Diciembre, mal. La di en Marzo, mal. La di en Julio, excelente.

   Me pagaron un Profesor especialista en geometría del espacio. Venía a casa todas las tardes, ponía empeño en que aprendiera. Me cansó su cara, su traje feo pero nuevo y de vez en cuando se ruborizaba. Eso me mataba, nunca conocí a alguien tan pero tan estúpido. No se daba cuenta que como hombre no le iba a dar bola. Cuando logré dar bien la maligna geometría, le agradecí con un abrazo.

   El Profesor preguntó a mis Padres si podía festejar conmigo en un boliche, hasta la madrugada.

   ─Pero vos estás loco! Ella no sale de esta casa, si no regresa a las doce de la noche.

   La hija escuchó los murmullos de esta conversación. Ella era sincera y correcta. Preparó su mochila con un camisón seductor y un calzón “hilo dental”. Ni bien entró a la casa del Profesor, él estaba desnudo y ella lo imitó. Mirándolo de la cintura para abajo, su miembro tenía unas dimensiones de privilegio. No pasó nada, pero pasó de todo.

   ─¿Se puede saber a dónde fueron?

   ─A tomar una coca cola.

   ─¿Y qué estuvieron haciendo?

   ─Estudiando, el Profesor me está preparando para entrar en la Universidad, sabe de todo y tiene una paciencia justo conmigo que soy un animal, pero si vieras qué bien que enseña. Me parece que todas las noches las vamos a ocupar estudiando para poder entrar en la Universidad.

   ─¿Y después?

   ─ Y después, qué sé yo…    

lunes, 20 de junio de 2022

FIESTA

 

   En la casa Tudor de la esquina, se hacían los preparativos de fin de año. Los dueños eran personas cultas, distinguidas, muchas cunas de generaciones enriquecidas,  no se supo cómo.

   Los “cómo”, en este tipo de familias tienen fecha de vencimiento.

   A la Señora Nora San Martín de Belgrano, le gustaba agregar amigos a los festejos. El Doctor Belgrano Bonzo, adhería a los gustos de su mujer. La mesa principal era para veinticuatro personas. Venía toda la familia y los lugares desocupados daban tristeza, de ahí las invitaciones a los no parientes.

   Nosotros vivíamos enfrente y recibimos un llamado para compartir aquel festejo. No pudimos negarnos, mi marido trabajaba en una de las empresas del Dr. Belgrano Bonzo.

   Aquello me produjo un stress altísimo. No tenía ropa adecuada, mi pelo vivía en un rodete insignificante. El cutis de la cara y mis manos desconocían el uso de cremas hidratantes. Otro problema era mi marido, él sí tenía trajes adecuados, por sus funciones. Lo peligroso consistía en su amor etílico.

   Un tipo generoso, usó sus ahorros y los míos, para la compra de un vestido en Madame Fellattié, vanguardia en indumentaria galaciega. El vestido era de seda glisada. Hasta olor a gusano tenía. Un collar de perlas de kiosco y listo.

   Le pedí a Billy prudencia en la bebida, que no hablara con la boca llena, ni le pasara miga de pan al plato vacío. Llegamos a las veintitrés quince, la hora convenida era veintitrés, me pareció más fino quince minutos más tarde. Las cabeceras las ocupaban Nora San Martín de Belgrano y el Dr. Belgrano Bonzo. Los demás lugares tenían tarjetas con nombres de los ocupantes. Tal vez para evitar avalanchas. Nosotros fuimos ubicados separados, no podía mirar a Billy de tan lejos que estaba.

   Todas la mujeres operadas tenían un parecido notable, a medida que transcurría la velada, me enteré que no eran parientes. El cirujano debió ser el mismo tipo. Hablaban de ropas, viajes, hijos que vivían del otro lado del mundo. Nora elogió algunos atuendos y en especial el mío, lo encontró austero y elegante. Le conté que era de gusano. Las mujeres quisieron reír, pero no podían por la tirantez cirugiástica. “De seda querida, de seda.” Dijo alguien que brindó por mi ignorancia. Los comensales no paraban de comer y beber. Sus modos suaves y lentos del principio se aceleraban. El personal de servicio no daba abasto con las exigencias recurrentes de quiero más de esto, déme más de aquello. Había un Champagne que les llenaba los estómagos de planetas y las voces subían rebotando en el techo.

   Una señorita de corset con ballenitas, estiró tanto su brazo para alcanzar los bocadillos de caviar, que su teta izquierda se salió del corset y se sumergió tan luego en la copa de Billy. Él que es tan atento, cuando quiere, usó su servilleta para secarla. Entre otro señor y Billy trataron de ponerle la teta adentro, resultó imposible.

   La señorita siguió comiendo su caviar agradeciendo a los caballeros tanto esfuerzo para nada. La teta quedó a la intemperie.

    El Dr. Belgrano Bonzo hablaba a los gritos puteando al gobierno de turno largo de impuestos infinitos.

    Un joven engominado, con aspecto de custodio, se subió a la mesa y defendió el modelo, acusando al Dr. Belgrano Bonzo de traidor, le mandaría la AFIP, el ANSES, ARBA  y el último nuevo organismo “POTDEB”, sigla que significa pagá o te dejo en bolas.

    Nora San Martín de Belgrano cruzó la mesa para defender a su marido, cayó sobre el joven, le pareció buen mozo y le comió la boca. Luego la escupió, dijo que tenía gusto a KK. Alguien llamó a las fuerzas del desorden,  cincuenta gendarmes, cinco autos de la policía de la provincia, tres camionetas del Partido de La Matanza, dos tanquetas y dos aviones a control remoto.

    Cuando vieron aquella fiesta y manjares sobrantes, se abalanzaron a comer. Con tal avidez que no sobró ni una frutilla. Agradecieron con un Feliz Año Nuevo, arrastrado y dejaron algunas drogas de regalo.

domingo, 19 de junio de 2022

ATTERRÉ

 

   Le tengo terror a la anestesia, le tengo terror a la práctica quirúrgica, le tengo terror a la biopsia positiva, le tengo terror al cirujano, le tengo terror al cáncer, le tengo terror a la quimio, rayos, láser, que sirvan para una poco o nada probable remisión, le tengo terror a tener náuseas y abrazar el inodoro. A que se me caiga el pelo. Le tengo terror a la muerte.

   Le tengo terror a mi terror.

   —¿Cómo fue todo, Doctor?

   Él me dio un beso en la mano:

   —Viste cómo somos los humanos, hasta a nosotros nos suceden equívocos. Encontramos tu apéndice comunicado con un riñón. Los cinco cirujanos coincidimos, fabricamos unos mini túneles y los colocamos en un riñón, para que puedas tener el otro totalmente sano. El enfermo lo pusimos, lleno de material descartable, en una bolsa de supermercado, sin uso. Del resto se ocuparon los recolectores.

   —Doctor, me da terror su relato. ¿Y el apéndice?

   —Tenés razón, mamita, los recolectores, que saben mucho más que nosotros, encontraron el apéndice entre las demás porquerías. Lo entregaron desinfectado con alcohol y lavandina. Como sabrás, mamita, el apéndice no cumple ninguna función, resolvimos implantarlo sobre tu ombligo, un médico plástico y un tattoo, hicieron un trabajo excepcional: tener una flor en el ombligo, es un flor de ombligo, un privilegio.

   —Doctor, ustedes son unos degenerados.

   —De eso vivimos, mamita, de hacer degeneradeces. Hacemos cursos de especialización, donde nos enseñan técnicas degeneradas, para aumentar nuestros ingresos y pensar en qué más invertiríamos.

sábado, 18 de junio de 2022

JUSTICIA

 

   —Srta Lambrán, ¿jura decir la verdad, nada más que la verdad y que ésta sea verdadera?

   Mechi fue vestida de negro, con cuello blanco y anteojos sin vidrios. El lego de la otra parte, preguntó:

   —¿Ud, Srta Lambrán, conocía la relación de esta familia?

   Ella respondió cauta:

   —Vivían arriba de casa, podía escuchar todo lo que se decía: “Buenos Días”, “Llegué”, “Abrigate, “¿Qué hay de comer?”, cosas de la vida cotidiana.

   El lego de la otra parte, quiso un detalle sin dudas:

   —De lo que Ud cuenta, se desprende que eran un matrimonio con una hija.

   Interviene el Juez negro:

   —No ha lugar a la pregunta. ¿Cómo la testigo puede aseverar, si eran casados, solteros, novios, amantes, marido golondrina? y la hija, ¿fue nacida de ellos o secuestrada de recién nacida?

   Era el turno acusatorio. Leía distraído, pero el acusado los zarandeó. El lego, bien cerca de Mechi:

   —¿Ud supone interrelaciones de tres personas, dos adultos y una joven? No me conteste, hasta el Señor Juez negro advierte que lo que no sabe, lo inventa. Puede retirarse.

   Llamaron al siguiente testigo: Arturo Safo, lo hicieron jurar.

   —No es necesario, nunca miento.

   El lego de la otra parte, arremetió impío:

   —¿Por qué la víctima apareció muerta en su casa?

   Safo, zafó de caerse de la silla:

   —La Srta adolescente, declaró su amor por mí. Yo ni la conocía, pero se sacó la ropa mientras arrancaba la mía y la detuve: “Esperá aquí, así, que bajo a comprar unas birras”. Salí corriendo, ni esperé el vuelto, llego a casa y la encuentro sobre la alfombra con tres disparos en el pecho, me quedé helado, la alfombra era de Esmirna, nuevita, ni los chinos podrían limpiar tanta sangre. En cuanto al tema de su muerte, para mí fue la vieja cuando se enteró que la pendeja, me avanzó de bronca, porque sabía que la madre era mi amante.

   Todos le creyeron, fue un testigo que le pareció innecesario jurar, porque decía que él nunca mentía. Fenómeno inédito, todos le creyeron: abogados, fiscales, el público presente y el juez negro. Arturo Safo, fue declarado inocente de culpa y cargo. Al retirarse lo aplaudieron.

   Él tomó un taxi y llamó a la tintorería china, para que limpiaran su alfombra.

viernes, 17 de junio de 2022

DILUCIÓN DE IMÁGENES

 

   Felia es la encargada de dar los turnos por teléfono, amiga íntima, sólo en lo laboral, de Karen, que cumple igual función.

   —Diagnóstico por Imágenes, buenos días, a ver…a ver. Le doy uno para el miércoles, diez de la mañana, tiene que venir con ocho horas de ayuno y presentarse con diez minutos de antelación.

   Elisa tomó nota y entró en pánico por aquello de ecografía abdominal y la cantidad de órganos intercomunicados, que viven dentro de la panza. Olvidó horario del ayuno y la eco. Volvió a llamar, la atendió Felia.

   —Disculpe, recién llamé y olvidé cuáles eran los horarios, soy Elisa.

   —Señora, se lo expliqué con detención y esmero, no pienso hacerme cargo de su Alzheimer ─cortó.

   —Estuviste bárbara, Felia, tienen que aprender a escuchar y no volver a llamar ─dijo Karen─ acordate lo que nos pagan, adoro que nuestros escritorios estén pegados, para chusmear y no nos levanten en peso, justo ahora que bajé. ¿Viste la última disposición?

   Contestó Felia:

   —Que no me amargue, porque encima que tengo que tomar mate amargo.

   —Clausuraron los baños para los pacientes, resultado: una vieja, se vio que no daba más y cagó en el arriate del costado, te imaginás el olor, vino bien porque se fueron la mitad de los pacientes. El dueño de la Clínica, en persona, echó ácido muriático y cubrió todo con esos cuadros horribles, conque le decora la mujer los consultorios.

   Elisa se presentó en la hora estipulada, decidió hacer un ayuno de más horas, por las dudas. No daba más, del mareo. Entró agarrada de las paredes, arrancando los empapelados, volcó tres muebles y llegó a los escritorios de Felia y Karen. Se extendió cuan larga era, sobre ambos escritorios. Las Secretarias, superadas por la situación, le decían a Elisa, que debía esperar su turno, a lo que Elisa respondió:

   —Decile a la pelotuda que me tiene que hacer la eco, que traiga el equipo aquí. Tanto ayuno me da vértigo, pienso que tengo cáncer, incontinencias diarreicas, cataratas de orina y flatulencias morbosas.

   La práctica fue realizada en el lugar, con la presencia de los medios gráficos, únicos de Tanvil “La Nueva Hueva” y “El Hueco”.

   Karen llamaba a Felia:

   —Ponete acá, así salimos en la foto del diario.

   Había unas pacientes conchetas, con pelucas de implante. En la confusión, Felia, arrancó de cuajo las pelucas más distinguidas.

   Un make-up instantáneo y se enjaretaron las cabelleras. Salieron en la primera plana de ambos periódicos. La pobre Elisa pasó a segundo plano, conociendo su diagnóstico, post ecografía: “hígado graso”.

   —Viste Felia, te dije que Elisa era una vieja grasa.

   —Y sí, lo lleva grabado en el cuerpo.

jueves, 16 de junio de 2022

TIERRA PARALELA

 

   Había un papero al lado, pegado a nuestras parcelas. Venía todas las tardes, cuando Papi no estaba, tomaban mate en la galería.

   —Admiro su campo de girasoles, Doña Elvira. ¡Cómo me gustaría tener sus parcelas!, Me enteré en el Almacén de Ramos Generales, que van a vender y se van para Buenos Aires. Es una pena, dicen que las retenciones se prolongan cuatro años más y después quién sabe.

   Este tano ordinario, seguro que lo compra cuando estemos con la soga al cuello.

   Continuaron las visitas de Don Javier y yo las condimenté con algo que no pudieron ni imaginar. Me probé un vestido de Mami de cuando era joven, bastante ceñido. Encontré el rouge que nunca usaba y unos zapatos de taco alto, del mismo color que el rouge. Aparecí en la galería y me presenté Don Javier.

   —Mucho gusto, Señor Don Javier, mi nombre es Marilú, pero puede decirme Maru. Lo felicito por hacer a mi Madre, tan feliz con sus visitas, ahora me agrego yo, para que la gente no piense mal. Mi Padre hace un largo trecho de noche y el viaje lo deja exhausto.

   Mamá tenía ganas de matarme, la hice quedar como una Señora buscona. Según sus propias palabras.

   Don Javier parecía más viejo que los años que tenía. Apenas diez más que yo. Me miraba subyugado y yo un poco también. Mamá no fue más a la galería.

   —Si me permitís tutearte y llamarte Javier, te invito a tirarnos en los rollos de alfalfa. Me quiero quemar la espalda hasta arder, este vestido tiene el mismo escote que una malla, veo que vos ya estás quemado, te presto este sombrero, de alas bien anchas, como una sombrilla.

   Don Javier hizo un respingo, no estaba acostumbrado a las mujeres independientes.

   —Maru, ¿le pediste permiso a tu Madre?

   Tenía todo planificado, seguro que ella pensaba que por suerte, yo era la última de sus hijas.

   —Javier, ¿me pasás esta crema por la espalda? De verdad estoy por arder.

   Tenía una suavidad este hombre, bien curtido. Me encantó su sufrimiento por mi espalda.

   —Te propongo un pacto, Maru, ¿y si nos casamos? No es por interés agrícola, es porque pienso que en breve, tu Padre no podrá con los impuestos. Y yo a la larga tampoco. ¿Y si unimos los dos campos? A mí me abruma un poco hacerle esta proposición, más pedirle tu mano y el resto del cuerpo también.

   El 16 de Septiembre nos casamos, mi Padre me dijo adiós, esperó menos que yo para decir “sí”. El vestido que usé lo llevaron tres generaciones. El arreglo del pelo fue diferente, apliqué en toda mi cabeza, microgotas de miel. Caminé un rato por los alrededores del monte y las mariposas amarillas venían a mi cabeza como si fuera un banquete. Fue mi tocado.

   Ahora mis Padres, Javier y yo, tomamos mate todas las tardes, hablamos de nuestras vidas pasadas y las presentes, dejamos espacios de silencio para escuchar el concierto de las hojas y los pájaros y las ranas.

   Ahora vivo en la casa de Javier, es más grande que la de mis Padres, muy suntuosa y de mal gusto, los paperos son así.

   En casa de mis Padres, las risas con mis hermanas se quedaron a vivir allí. Las voces de mis Abuelas y todos los que vivieron en la “Estancia Los Girasoles”.

   Con Javier se nota que él no tuvo familia, pero ahora me tiene a mí. Cuando sugerí cambiar el nombre de su estancia, me dijo un “no” contundente y me lo tuve que bancar. Se llama: “Estancia El Puré”.

miércoles, 15 de junio de 2022

LA CURIOSIDAD

 

   Lo sueño muy seguido, además lo pienso. Él se fue del lugar donde yo estaba. Se despidió sin avisarme nada. A pesar de ser su primera vez, resultó un amante que sabía lo que había que saber. Nunca me besó la boca. Sus ojos me miraban, se escondían en mi descaro. Nos amábamos cuando a él se le ocurría. Me sentía como su perra, siempre esperando una llamada. El último día que hicimos el amor, se rió de mí, se reía con su lado más perverso.

   Pasaron cuarenta años, lo encontré. Él no me reconoció, yo estaba vieja y dio vuelta la cara. Tuve curiosidad, quise saber si se había casado, si tenía niños, si era infiel como lo fue conmigo. Lo seguí hasta la parada del micro y él dijo:

   —Pase usted primero, Señora.

   Me trató de “usted Señora”. Sentí que me clavaban espinas. Iba con dos chicos más altos que él, los dos lo llamaban: Papá. Había una cuarta persona, sin duda era su Mujer. Se me cayó un pedazo de odio y otro de nostalgia.

   Mi Marido me estaba esperando con el motor en marcha. Entré al auto resignada. Lo había olvidado, era el primer día de mi quimio.

martes, 14 de junio de 2022

MARIPOSAS

 

   Porque alguna vez fuimos nosotros y tomamos vino de la misma parra, que dejaba pasar el sol entreverado. La única sobreviviente soy yo. El Gordo que nos atendió nos trajo vino:

   —Para que se vayan refrescando.

   El vino estaba caliente, el Gordo dijo que era casero, “Vino de la Costa”, hecho con uva chinche. Subió las escaleras de su casa palafita, tal vez por intuición trajo alivio que se fuera. Contamos historias que vivimos juntos y salimos airosos como si Dios existiera. Terminamos los vasos y nos bañamos en el Río de la Plata, que era de ese color, no sé si por el vino o por la hora.

   —Aquí, en la Balandra, yo lo veo color caca, pero algo refresca, ¿Y si salimos por aquel trecho? Es la continuación de la Selva Misionera.

   Cuando volvimos a nuestra mesa, Nenushka dijo:

   —Hagan silencio, con esto sólo, guardamos el privilegio de este viaje.

   Sobre el borde de una copa, había una mariposa azul tornasolado libando. Nos quedamos extasiados como frente a algún milagro. Al cabo de unos segundos, una mano gorda la agarró de las inmensas alas.

   —¡Qué buen ejemplar tenemos aquí! Yo las colecciono.

   Y se fue hablando solo. Nos angustiaba ver agitarse las alas de aquella joya. Al rato apareció el Gordo con una carpeta:

   —Vengan que les muestro, dónde descansan hermosas las que he cazado, ésta es la última, el broche de las mariposas que todavía se debate. Yo las pincho con alfileres, sobre las alas bien abiertas.

   Nosotros nos dimos vuelta, no quisimos presenciar aquel asesino potencial. Emprendimos el viaje de regreso.

   —¡Me tienen que pagar lo que consumieron! ─gritaba el Gordo─ ¡pendejos de mierda!

   Seguimos en bicicleta a toda velocidad, mientras le dábamos un adiós, haciéndole fuck you, con el dedo mayor en alto.

   —¡Andá a comer alfalfa, Gordo puto y dejale algo al caballo, que da lástima cómo está!

   Eso lo dijo Ernesto, que por algo se llamaba Ernesto. Algo me ardía en la nuca, tropecé con un adoquín y caí paralela a la Ruta. Los chicos ni lo advirtieron, aterricé entre los yuyos, lejos de la banquina. Un micro amarillo, que venía en sentido contrario, les cerró el paso y los hizo subir de prepo y encañonados. Cuando el micro se fue, lo pude ver al Gordo con los brazos en jarra, matándose de risa. El cerdo era soplón.

   Había escuchado nuestra conversación, cuando dijo que iba a dormir la siesta. Antes de llegar a casa, estaba mi Viejo esperando con el pasaje, la Visa y el Pasaporte:

   —Es para Venezuela, vas a vivir en Caracas, le mandé un dinero a tu Tío, él te va a recibir, comprate ropa.

   Le temblaban las manos y así nos despedimos.

   Mis amigos fueron los primeros desparecidos en la Balandra, donde encontraron sus cuerpos mancillados, torturados, en la casa palafita, donde todo eso ocurrió.

   Yo me armé ni bien llegué a la Argentina, encontré al Gordo asesino en el mismo lugar donde vivía. Lo llené de balas, de la cabeza a los pies. Volví en bicicleta, con una perola cruzada en mi pecho, revoleé el arma al monte. Ni siquiera con mi venganza fue suficiente. Apagar este dolor, siempre me resultó imposible.

lunes, 13 de junio de 2022

TREMENTINA

 

   Amo que esté nublado, que salga el sol de vez en cuando, son regalo para las plantas y para los chicos que tienen frío. Yo vivo encerrado en lo que se daba en llamar la pieza del opa. Les daba envidia que me divirtiera hasta con una uña de pie ajeno.

   La decisión fue de mis Padres. Lo mejor era el cuarto del opa, mis dibujos eran notables, la bruja de mi Madrastra los mandó a enmarcar.

   —En cuanto estén te los devuelvo.

   Pero no aparecieron más, ni mi Madrastra ni mis dibujos. Lo único que me daba alegría, era dibujar el mundo. Mi Padre, que era un pobre hombre, compró todo tipo de materiales para hacer lo que mi imaginación me dictara. Llegué a realizar pinturas al óleo, de considerables dimensiones, odiaba el acrílico, me sonaba a plástico.

   Me gustaba el olor a trementina, hacía ensoñar. El pobre hombre de mi Padre, hacía exposiciones donde se vendían todos mis cuadros. Un día se asustó mucho, porque la trementina y sus aromas no me dejaban despertar. Fui llevado a un Instituto especialista en vías respiratorias.

   El pobre hombre de mi Padre fue preso por ignorar mi derecho de Autor y quedarse con el dinero. Varias personas del Instituto habían adquirido mis cuadros. Recibí montones de pagos que me hicieron rico. Mi taller sigue siendo la pieza del opa. Pagué la fianza del pobre hombre de mi Padre. La plata nunca me interesó, pero le encargué a un mal hombre, que a todo se atrevía, que matara a la bruja de mi Madrastra. Así lo hizo, le regalé la mitad del dinero que tenía. Primero por su trabajo y segundo por mi conciencia.

domingo, 12 de junio de 2022

INFORME PRIVADO

 

   No quiero que se den cuenta que estoy enferma. Mi Madre no podría entender cómo una chica saludable y deportista, se podía encontrar tan mal. Los primeros días tuve fuerzas para disimular.

   Me visitaban con miradas compungidas y hablaban entre ellos de mí, en voz baja para que no los escuchara. No se dan cuenta que estoy enferma, pero vienen igual. Por las dudas y por las deudas que tenía mi Madre con ellos. Tanto gasto, se quedaba sin plata tres días después de cobrar la jubilación.

   —Estos días le está bajando la fiebre, pronto va a poder entrenar y entrar en las finales de tenis, seremos ricos y les podré devolver.

   —La fiebre le baja, pero tiene ojeras y apenas camina, no tiene fuerzas. Le voy a regalar un libro que terminé de leer, se llama: “Cómo vivir enfermo” y te da ideas de para soportar estas contingencias.

   —Mamá, no quiero que venga más nadie y menos la Tía que más odio, con su libro pura verdura. Al Médico rajalo, lo mío no tiene solución y no me llore que me hace mal, porque a vos te hace mal. Mirá tele, salí a pasear, tejé un gorro, que me da frío en la cabeza.

   ¿La muerte empezará por la cabeza? ¿y vendrá por el resto después? Soy tan estúpida que termino pensando que hay un después.

   —¡Mamá!, no te vayas, no me dejes. Durmamos juntas, así me das calorcito.

   Por la mañana estaba fría, no respiraba. Su Madre lloraba, lloraba y no paraba de llorar.

sábado, 11 de junio de 2022

SANS HONTE

 

   Fui contratada de acompañante por su sobrino.

   Mi trabajo consistía en contarle cuentos diferentes, todas las noches, antes de dormir. La mujer era adinerada, tenía una mujer para rascarle todo el cuerpo, por su cansancio de movimientos y un tropel de servidores para mantener el lugar y vigilar cualquier movimiento extraño. Ni bien me hicieron pasar, se puso ansiosa por saber de qué cuento se trataba.

   —Los cuentos son sorpresa, si no, no vale la pena leer, mi estilo es poco suntuoso y ecléctico.

   Me pidió que me sentara en una butaca de almohadones almidonados, ella tenía un camisón almidonado y luego de mirar cualquier detalle, tenía almidón. Hasta la que le rascaba, vestía una funda blanca y almidonada.

   —Sé que su nombre es Lola Mora, la escultura preferida de su Señora Madre, según contó su sobrino, le gustaba que la llamaran Lola. Mi nombre es Juana Azurduy, igual prefiero sólo Juana.

   Usaba una cinta negra de terciopelo, con una camelia blanca y el pelo todo junto con dos horquillas, que le daban aspecto de pirámide.

   —Lola, ¿cuántos años tiene usted?

   Se rió con el pecho que subía y bajaba:

   —Los que usted quiera, Juana, la verdad, que ya me olvidé.

   Esta mujer tan distinguida, alejó a todos los hombres, por su voz de mandato imperial y sus pedidos absurdos, como el que contó su sobrino:  "Un día tocó la aldaba  a su casa Monsieur No Sé, un maniquí vivant, con todo el savoir faire mundano. Luego de presentarse, le ofreció qué podría otorgarle, que no fuera un lugar común y Lola le contestó:

   —¿Puede usted quitarse la ropa de la cintura hacia abajo?, no tema, no le haré nada, es sólo para ver qué cosa tienen entre las piernas los hombres, que a las mujeres las vuelven locas y a otras desilusión.

   El francés comenzó de inmediato a quitarse la ropa, con mucho respeto y sigilo. Lola quedó prendada de la camisa que caía de sus hombros, con olor a déjà vu y el exquisito fular, que le rozaba la frente cada vez, intentando mirar lo que no podía con sus lentes, usó el monóculo de cristal, que siempre colgaba del cuello, le pidió al Señor No Sé, sin mostrar ningún rubor, que levantara su camisa y se corriera el fular, y dijo Lola:

   —Qué maravilla esas circunferencias de un color tanto más claro, que esa especie de picaporte que cuelga.

   Cuando Lola lo rozó con un dedo, se levantó como exigiendo algo más. Todos estábamos de espaldas y no queríamos ofender a Monsieur No Sé.

   —Por favor, Juana, alcánceme el alicate, quiero tener un recuerdo.

   Nadie imaginó que Lola cortara tres milímetros del prepucio.

   —Por favor, Juana, alcánceme un frasquito de formol, que tengo en mi mesa redonda. Será un recuerdo hasta mi muerte.

   Monsieur No Sé, quedó pasmado y no pudo bajar aquél picaporte sangrante, que tuve el honor de vendar con gasas blancas almidonadas. Se fue sin saludar a nadie, apenas podía caminar.

   —Mirá, el franchute cobarde por un apenas de menos. Bueno, al menos se fue mi intriga, la diferencia entre un hombre y una mujer, es que ellos tienen un pedacito más. 

   La anécdota corrió por toda la alta sociedad. Ningún hombre, ni el Jardinero, dirigió la palabra a Lola, mucho menos para pedir su mano.”

   —La Señorita se ha quedado dormida, tiene los ojos cerrados.

   —Pero estoy despierta y bien despierta.

   —Le pagaré más que a mi sobrino, su cuento fue una obra de culto, por favor, venga mañana, si le es posible más temprano. Traiga otro de sus cuentos, plenos de malas palabras, le será fácil, lo que más tiene este mundo, además de las guerras y hambrunas, son las malas palabras.

viernes, 10 de junio de 2022

EL ABUELO DE CRSTINA

 

   Recibió un tiro en el brazo. Fue desde una camioneta de cazadores de liebres. Y se la dieron, nomás. Era el Día de la “Fiesta del Durazno”. Cada Pueblo tiene su fiesta, la Fiesta de la Vendimia, de acuerdo a la cantidad producida. Esta Fiesta la ganó Augusto Cruces.

   Su Mujer era una excelente Modista y también modesta. Le confeccionó una bombacha de tablas blancas y una camisa perfecta. Lo completaba con una rastra de monedas, botas carrujadas, pañuelo de seda al cuello y sombrero de gaucho. El brazo quedó inutilizado. Augusto, el hombre que se reía todo el día, para contagiar a la peonada, perdió la risa.

   Sus días eran tristes, entró en una depresión permanente. Todos trataron de ayudarlo, los hijos lo reemplazaban en su trabajo. Decidió dormir al aire libre, en un catre de campaña. Lejos del rancho, cerca del río. Mientras la familia almorzaba, se escuchó un ruido estridente. Su Mujer corrió hasta el río y allí estaba Augusto. Tirado en el catre, con un balazo que él mismo, se disparó en el corazón.

jueves, 9 de junio de 2022

FASE CINCO BAJO CERO

 

   —Mami, ¿qué es la muerte?

   —Nadie sabe qué es la muerte.

   —Yo te escuché cuando hablabas con tu amiga y vos le dijiste que con tantos días en casa, el niño lindo y bueno, era la muerte, que vengo a ser yo.

   —Bueno, es una forma de decir, como si dijeras, el niño es un Diablo a cuatro.

   —¿El Diablo tiene cuatro velocidades?, porque si es así, ya mismo me voy a pasear con el Diablo.

   —Vos quedate en casa, ponete el barbijo y comé esta manzana que recién la lustré.

   —Ni pienso comer manzana encerada, podés sumergirla en alcohol rebajado, le pasás jabón blanco, la enjuagás y después la como. Además, ¿por qué me das una manzana tras otra?

   —Para que cierres el pico por un rato.

   —Mami, vos no me querés, antes tu mayor alegría, era escuchar qué bien me expresaba y te reías de mí, como yo me reía de vos, no te ofendas, estoy desarrollando mis defensas. Me burlo de vos sin que te des cuenta.

   —Ahí viene tu Papi, debe estar muerto de hacer fila y seguro se olvidó algo imprescindible, como papel higiénico o pan.

   Papi se desplomó rodeado de seis bolsas del Super y preguntó:

    —¿Qué tal se portó el niño lindo y bueno?

   —¿Qué querés que te diga?, me tiene harta, es la muerte, no doy más. ¿Por qué no jugás con él un rato?, cruzá a la plaza, para que se oxigene, no responde al protocolo, pero que se vayan al carajo.

   —¿Y si mejor lo llevo mañana?

   —Vos sabrás.

   Al día siguiente, le propuso que cruzaran a la plaza.

   —Hay sol, que te hace bien, ¿vamos?

   —No quiero.

   —¿Se puede saber por qué?

   —Porque estoy muerto.

miércoles, 8 de junio de 2022

DIRIMIR

 

   En un encuentro empresarial se juntaron veintidós personas. El tema era la fusión de dos empresas, que nos odiábamos. Pero por razones presupuestarias, estábamos todos preocupados. Había una mesa oval y sillas sin respaldo, para que los empresarios no se duerman. Discutimos toda la noche, hasta llegar a conclusiones nefastas. La única solución que encontramos fue dejar sin trabajo a mil quinientos trabajadores. Nadie se atrevió a darles la noticia.

   ─¿Y esa cabecera vacía? No hay nadie. ¿será un fantasma? Nos estaremos volviendo locos. ¿No les parece?

   El fantasma está en la mesa, sentado en la silla opuesta a la mía. Él me miraba y hacía gestos y preguntas dirigidas a mi persona. Yo le contestaba gritando, por tanta conversación superpuesta. Había una nube que hablaba y yo que le escuchaba sólo la corbata.

   Cuando los de la cabecera nos pusimos de pie, alguien dijo:

   ─Esta es nuestra nueva Presidenta y en el lado opuesto tenemos al fantas Presidente, seguro.

   Yo me crucé hasta él para proponer echar a mil doscientos trabajadores más. Él desapareció como un fantasma, antes de escupirme la cara.