viernes, 10 de junio de 2022

EL ABUELO DE CRSTINA

 

   Recibió un tiro en el brazo. Fue desde una camioneta de cazadores de liebres. Y se la dieron, nomás. Era el Día de la “Fiesta del Durazno”. Cada Pueblo tiene su fiesta, la Fiesta de la Vendimia, de acuerdo a la cantidad producida. Esta Fiesta la ganó Augusto Cruces.

   Su Mujer era una excelente Modista y también modesta. Le confeccionó una bombacha de tablas blancas y una camisa perfecta. Lo completaba con una rastra de monedas, botas carrujadas, pañuelo de seda al cuello y sombrero de gaucho. El brazo quedó inutilizado. Augusto, el hombre que se reía todo el día, para contagiar a la peonada, perdió la risa.

   Sus días eran tristes, entró en una depresión permanente. Todos trataron de ayudarlo, los hijos lo reemplazaban en su trabajo. Decidió dormir al aire libre, en un catre de campaña. Lejos del rancho, cerca del río. Mientras la familia almorzaba, se escuchó un ruido estridente. Su Mujer corrió hasta el río y allí estaba Augusto. Tirado en el catre, con un balazo que él mismo, se disparó en el corazón.

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