lunes, 6 de junio de 2022

NUBES QUE HACEN SENTIR

 

   Cuando compré por monedas este castillo semi derruido, le clausuré veinticinco aposentos. Tenía dos Mucamas que dejaron los dueños anteriores.

   ─No quiero ser molestada por nadie, cualquiera que se presente ustedes nieguen que estoy.

   Tocaron las treinta y cinco campanadas.

   ─Condesa, hay alguien afuera, vestido como un noble, alto, con un atuendo inglés.

   ─¿Y cuál es su gracia?

   ─Yo no vi qué morisquetas hacían, nos dijo que era Marqués.

   Por curiosidad me inquieta verlo.

   ─Digan al marqués que pase.

   ─Sí, le dijimos, pero era transparente. A veces echaba humo por las orejas, otras se transformaba en neblina.

   Cuando lo vi era un fantasma. Ni bien me observó dijo: “qué lindas tetas, fue un furcio, perdone”. Corrigió: “Qué lindos escotes.”

   La mesa larga como para dos docenas de invitados. El Fantasma está en la mesa, sentado en la silla opuesta a la mía.

   ─Mi comida es frugal y la de las Mucamas, peor. Si quiere picar algo.

   No le dije que se acercara.

   ─Prefiero las cabeceras ─aseveró el Marqués.

   Recordé que su Padre, en una contienda estúpida mató a mi Padre. El Marqués sacó un catalejos y la miraba de cerca, para ver qué cuerpo tenía por ahí abajo y notó que mis piernas estaban abiertas.

   Pensaba el Marqués: “El cococho no lo tiene depilado y anda sin bombacha. Es una Condesa zorra. No me va a llevar mucho trabajo.”

    Salimos a recorrer la arboleda y el agua donde se acostaba la luna.

   ─Quiero que vayamos a mis aposentos ─dijo la Condesa.

   Él apareció difumado, hicieron el amor vestidos. Cuando el Marqués estaba por…, ella lo interrumpió:

   ─Primero va esto.

    Y lo mató con un alicate. La Nobleza no pudo creer los pedacitos del Marqués cortados como si fueran uñas.

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