viernes, 31 de agosto de 2018

MARÍA MATILDE



   Matilde, revolviendo el sótano, encontró un pizarrón, tizas gastadas, un borrador casero y a los seis años daba clases, con un guardapolvo que le llegaba al piso. A su hermanita Nelly la nombró monitora, pasaba el borrador y juntaba sus libros. La ponía feliz ser única alumna, monitora y un boletín con diez en vocales y diez en contar del uno al siete.
   Matilde dio, tres años libres y luego de exhaustivas pruebas, ingresó en cuarto grado. Tantos fueron sus años salteados, que se recibió de Maestra a los quince años. Era menor para ejercer, decidió hacer el Bachillerato del Liceo Víctor Mercante. Nelly tenía cansancio de escuela por su hermana, que la atosigó de conocimientos obligados.  Se tomó su tiempo, repitió grados y se iba en todas las materias durante el secundario.
   Cuando llegó a los diecisiete años, Matilde fue nombrada en una Escuela del Delta, en el año 1938. El viaje de La Plata al Delta, era una tortura, su Madre fue a buscar una pensión, con comida incluida. Encontró una casa, a dos cuadras del río y una señora virtuosa, que prometió ocuparse de Matilde, por un precio adecuado.
   La Escuela era pobre y digna. Los chicos querían a Matilde como a una amiga gigante. Eran tres Maestras, una Directora, para limpiar se turnaban. La plana docente, envidiaba los dones de la Señorita Mati, con chicos que al año de sus comienzos, dominaban las cuatro operaciones básicas, gracias a sus conocimientos didáctico- pedagógicos. Para Matilde, el Magisterio era una religión. Cuando terminaba la jornada se tiraba al río, en aquel tiempo había lugares transparentes y nadaba media hora o más, según el clima.
   Luego la trasladaron a una Escuela Rural en Gorina, allí no sólo daba clases, despiojaba cabezas, juntaba ropa de donde fuera, también era la Señorita preferida de los chicos.
   Jubilarse le llevó un duelo tan llorado, que se le edematizaron los ojos.
   Una mañana de sol tomó un micro, fue a sacar boleto, el chofer dijo: —Está igual que cuando fue mi Maestra, siéntese cerca, así charlamos, el boleto ni pienso cobrarle.
   Y ella se emocionó y él también. Cuando llegó a su casa, prendió el televisor y se recostó en la cama: “Noticias Argentinas” y una voz en off y ella tirándose al río, cuando era la Escuela del Delta. Cazó el teléfono, para pedir a su amiga que prendiera rápido, que estaba ella nadando, su amiga no estaba, hizo cuatro llamadas a sus otras amigas.
   Fue tarde, “Noticias Argentinas”, la sacó del agua.
   Matilde, pertinaz, dedicó todo ese día a contarles a todos su aparición y la sorpresa en la vejez, se enteró que un Noticiero, la había filmado.

jueves, 30 de agosto de 2018

DISLEXIA



   El Escritor empezó a escribir un cuento, tenía ganas y la historia se iba tejiendo con pocos personajes, complicados en algo, que ni el Escritor estaba enterado, me inventa y soy una persona que tiene dificultades en su nivel de rendimiento.
   Es un trastorno que la deja sola, con hambre de algo ignorado. El Escritor la perdió al desinventarla, ésa soy yo, me usó, me suprimió porque le sobré. Pero bajo las tachaduras, estoy, yo me leo y me identifico.
   Me da bronca este tipo, el Escritor, digo. Se la perdió el boludo, yo justo iba a matar alguien maligno. Le vi el pensamiento escrito, me dio frío y eso que no soy nadie. No era maligno el que iba a matar. Le dio miedo al Escritor, miedo a su descubrimiento, él había matado un hombre, que le producía un chantaje sin fin.
   Me inventó a mí para ocultarse del lector. Dejó de escribir por subestimar al lector, no todos los lectores son idiotas, queda un grupo que todavía no llegó a ese estadío.
   Estaba tan paranoico que puso el cuento en el plato del perro y le prendió fuego, por suerte no estaba el perro. Quedó un pedazo obvio y determinante, sin quemar:  "…yo maté a mi mujer hoy…"
   Al lado del escritorio estaba la mujer muerta, al lado de la mujer muerta, estaba la mujer que limpia, leyendo el pedazo del papel sin quemar, detrás de la mujer que limpia, estaba el Escritor con un puñal que ensartó en su espalda.

miércoles, 29 de agosto de 2018

RONQUIDOS



   Roncaba como un elefante, interrumpía mi placer de dormir. Tarde me di cuenta cuando dejó de roncar. Su propia partenaire se metió en la cocina. —Tu marido es un dulce, me ayuda en todo, no sólo remodeló mi casa, hizo un estudio previo de mis costumbres y vicios, no pienses mal, mis vicios como fumar, por ejemplo.
   Me cayó la ficha, tenía una amante y era Pilar, por eso dejó de roncar. Llegaba tarde, no comía, como los enamorados y los viejos tarados engatusados, para que la mina obtuviera un ascenso laboral. Pilar, mi mejor amiga. Mejor, ¡Ja! Él dejó de roncar y extrañé sus ronquidos, extrañé que no viniera temprano, extrañé que no comiera mi comida. Extrañé que nunca intentara hacer el amor. Un día me puse cachonda, él, entre sueños, cantó la letra de: “es demasiado tarde para amar…” Fueron años de: “Tengo jaqueca” “Mañana me levanto temprano”, “Los chicos van a escuchar”. Mentiras que cobran verdad o cubren. No sé si lo quiero o sólo me molesta que fuera Pilar, hecha para seducir, sin que nadie lo advirtiera. Zorra.
   Ella se hacía la que tranquilizaba mi malestar amoroso. —Hacete depilación definitiva, cirugías no agresivas, lipoaspirate, comprá tetas.
   Y… le hice caso. Pasé el proceso de curación en una isla llena de viejas que pagaban hombres jóvenes, hacían de acompañantes terapéuticos, con tarifa.
   Qué patéticas somos las mujeres solas o abandonadas. Un día llamó para saber el día de mi retorno. —Cualquier día.-Se quedó cortado, yo le corté antes-.
   No me dieron un espejo hasta que las vendas me dejaron y un maquillaje tenue, veinte años menos. Se enteró, estaba en el aeropuerto, logré escabullirme. Subí al primer taxi y escuché:
—Ud dirá, joven.
   Me he tenido que bancar “Señorita”, “Señora”, una vez “Abuela”, este último ligó una grosería. Abuela ¿Cómo me va a decir Abuela, soy Abuela, pero nadie me lo tiene que restregar, cerdo.
   Este tachero me pareció angelado. Fui directo a lo de mi hija, quise darle una sorpresa. Atendió mi nieto: —¿Sos vos, Abu?
   Cuando le iba a dar un beso, trepó las escaleras gritando: —¡Mamá, mamá! Vení pronto, la Abuela parece una bruja, la voz es lo único que no le deformaron…  
   Sentí que colapsaba, hasta que apareció mi hija. Cuando me vio, retrocedió hasta la pared, apoyó una mano y con el otro brazo se tapó la cara. 
—Mami, andate, quiero digerir este disgusto ¿Cómo pudiste?
   Me pareció inmerecido. —Lo hice para recuperar a tu Padre, que me engaña con mi mejor o peor amiga.
   Me hizo callar y bajó tres tonos, por el niño. 
—Mamá, Papá sale con otras mujeres desde que yo tengo uso de razón y no te pienses joven por la terribilidad de tus cambios. ¿Sabés lo que le vas a parecer?, una vieja operada.
   Salí dando cuatro portazos y ocurrió un milagro, el taxi estaba en la puerta, con el motor apagado, el conductor fumando una pipa, miraba la luna. Pregunté si podía llevarme, me abrió la puerta y ya adentro:
   —Ud dirá joven.
   Me operé la vergüenza y le dije: —Te invito a tomar una copa, donde quieras.
   Voy por mi segunda margarita, en una terraza de boliche. Justo vuelve del toilette. —¿Ya vamos por la segunda?, me encantan las mujeres libres.
   Le susurré: —Me encantan los taxis libres…

martes, 28 de agosto de 2018

LUGAR SOÑADO



   La encontraron cuando el mar calmó, tenía los pies sujetos a la tierra. Estaba separada del continente por seis kilómetros. La isla se llamaba “Boca de la travesía”. Vivían pocas familias, se sostenían de la pesca y alguna verdura que soportara los vientos.
   Tía Ale, en ese tiempo, joven y con ocho hermanos, era la encargada de llevar los chicos a la Escuela. Se levantaban temprano para saber si el mar estaba tranquilo o indignado. De acuerdo a eso, un bote grande, con motor y remos varios que se usaban cuando se enfermaba el motor. Había un muelle donde los Maestros los esperaban y ellos permanecían hasta que los fueran a buscar. Ale también iba, le tenía miedo al mar. La Abuela los esperaba en el otro muelle. Andaba en silla de ruedas, preparaba la comida y extrañaba sus nietos, las risas, cuando jugaban a llevarla en silla de ruedas a recorrer la isla.
   Un amigo de Ale la visitaba y le mostró la última escultura que había hecho en madera. Ella le traía troncos de lenga cuando iba al continente. Fueron amigos, nunca novios. Ale le sostuvo una madera de forma caprichosa, él lastimó una de las manos de ella, no tenía nada cerca y usó su boca para limpiar la herida. Ale suspiró y el amigo, con ojos imprevistos, le propuso casamiento hacia fin de año. Ella salió corriendo y le gritó: —Sí!!, para mí es un honor.
   Uno de los hermanos, hizo de sacerdote, una cabaña rústica, techada y hecha por el novio, sería su vivienda.
   Juraron quererse hasta la muerte, que quedaba lejos, por suerte. Esa noche el mar enfureció, con vientos y olas inmensas, cubrió la isla y todo lo que en ella vivía. Boca de la Travesía quedó bajo las aguas, el duelo del continente no tenía consuelo. Un pescador encontró la perfecta figura de Ale, de pie, saludando con una mano en alto, estaba pegada a lo que fue su tierra.
   Todo el pueblo llegó a las orillas, tan luego ella sobreviviente, la más buena, la más hermosa.
   Se acercaron algunos botes. Era una Ale tallada en madera, no pudieron despegar sus pies. Una mañana la escultura desapareció, nadie le encontró explicación. A partir de ese día, todos, al atardecer, salían a mirar el horizonte del mar, con esperanza de niños, querían ser benditos por aquel saludo inefable.  

lunes, 27 de agosto de 2018

ESCRONCHO




   Se justifica, era una fiesta de disfraces, cuando la nombraron pasó primera, una chica de barrio en el palacio de las banderolas, la madre caminaba más atrás, su disfraz fue un paquete de harina, rebozada, para que no se notara que era negra.
   Pina De La Guardia, intrigada, preguntó: —¿Y el novio?
   —De ansiosa, lo dejó en la carroza, seguro.
   Venus Ortiballet contestó como chusma asombrada: —Para nada, el novio es el Príncipe, la esperaba en la escalera de Palacio, todos nos sorprendimos, la novia, Hilda Pérez, lucía un vestido rojo fulminante, llevando en la mano antifaz amarillo, el Príncipe rodó por la escalera de emoción, la futura suegra lo ayudó a incorporarse y lo llenó de manchas blancas, parecía un dálmata de colores invertidos.
   Pina, que miró toda la escena, se hizo la fina: 
—¿Y la plebe?
   —Tanto los aristócratas como la Reina Madre, aplaudieron tan fuerte como la hipocresía. Los plebeyos escupieron, viste cómo son.
   No cumplieron con ningún protocolo, la primera fue la Reina Madre,  ocultó que el Príncipe era medio hermano de Hilda Pérez, ella, la Reina no se angustió, fue un medio incesto y en los reinados, no existía el pecado. Los novios brindaron con vino de la costa, se metieron en un pelotero a jugar con entusiasmo. Empataron y siguieron, al gallito ciego, en el jardín. Se metieron en una pieza grande, el Príncipe resultó tener atributos pequeños, sin erección. Hilda Pérez lo amasó y le colocó un tutor, pero él sintió más dolor que entusiasmo. Ella fue rauda a un encuentro con la Reina: —Mire, Señora Reina, su hijo en lugar de sexo, tiene un escroncho, que ni entra ni sale, ni sube ni baja, de mi persona, no le saldrá un nieto, tampoco aceptaré una intimidación en vidrio, busque una mujer de su aristogática, con tal de tener un nieto suyo, le será infiel a su hijo. El Jardinero chino, que le cuida sus bon sai, sólo tendrá que esperar, como lo ha hecho con todas las damas de la corte. ¿Usted nunca entendió que los descendientes de esas mujeres, son amarillentos de ojos oblicuos? Ése sí que es un chino pródigo y cualquiera le viene bien, pruébelo, verá que es riquísimo. Es lo que dicen las nobles damas, enterada estoy, por trabajar en sus castillos, limpiando pisos. Soy virgen, lo intenté con su hijo, luego de ese fracaso, si el respeto pasa por amar a un hombre, antes lo pensaré bien pensado, como piensan los que piensan.

domingo, 26 de agosto de 2018

CHÉ, MÍRENLOS



   Había olor a goma quemada, a basura indiscriminada, tal cual ellos que no discriminan. No es falta de educación, es mala leche. Los flanes navegaban por el Riachuelo y el Presi, con poco uso, pidió que lo filmaran para nosotros. —¿Me creés o no me creés?
   —Mirá si no te voy a creer, me mataron dos nietos por abalanzarse sobre un pan, que ya tenían en vista unos amiguitos de ellos, hijos de cana.
   —Maruca, ¿vos le rezás a Dios?
   Parecía insidiosa la pregunta. —Intenté, pero se ve que no le gusto, no me atendió.
   Se miró los pies, de tanto andar por el barro, se habían transformado en zapatos. —Decime si no podrían hacer unos metros de relleno para subir a tierra firme. Vivimos con bronquitis. Llegan trabajadores, pero los descompone el olor.
   —No le digás a nadie, pero soy la amante oficial de un tipo influyente. Me prometió correr el agua y una casita de chapa, nueva.
   —Pero, Rosa, me va a mandar el agua para acá. Sí, vos bien, hasta cama caliente si el tipo se te queda. ¿Y nosotro?
   —Maruca, a vos te ponen más arriba, hay un caño enorme de desagote, se puede vivir adentro. Al fondo está cubierto de basuras viejas, que abandonaron su olor a mugre, es calentito, vamo a verlo si querés.
   —Sí, pero estamo siempre igual, a ver si nos peleamo encima. ¿Vos creés en otra vida?
   Rosa miró al cielo: —No, no quiero, a ver si es como ésta, yo me muero.

sábado, 25 de agosto de 2018

CUENTO ESTO...A VER



   El Editor no quiere que le lleve material con juguito. —Puede atraer el disgusto de los más o menos cultos y el gusto de los aviesos.
   Al día siguiente llevé una especie de poesía, verso libre, sobre Lorca. —¿Y quién lo conoce a Lorca? Él escribió lo que escribió, lo que sale de vos es un homenaje, bastante aburrido por cierto.
   Frente a la oscuridad la bronca produce fisuras de luz. Cuando nacimos, mi Madre nos puso: Tatana, Teresa y Titina. Le explicaba a una vecina que llamarnos Tá, Té, Tí, le resultaba cómodo y práctico.
   —Ésta es una casa sin hombre, de día dormiré cuatro horas. Hay que laburar para mantener cuatro personas.
  —¿Y si la más grande le trabaja en algo?
   Recordó su infancia. —No, las tres van a estudiar, se van a recibir y no las usarán de burros de carga. Si tengo que trabajar dieciséis horas por día, que así sea. Se reparten las tareas de la casa y entre ellas reina la armonía.
   No sé por qué hablé, la lechuceé. Té, encontró un novio que ni siquiera es profesional ¡es tachero! Y están perdidos el uno por el otro. Me dejó de estudiar y vive con el pelagatos, en un barrio con calles de tierra. La cosa se puso jodida cuando quiso saber quién era su Padre. Le tuve que contar. —Cuando tenía dieciséis, tuve tres novios juntos. Y se sumaron dos más, quedé embarazada, no supe quién era tu Padre, hija. Porque dos se hicieron el ADN y no coincidían. Los tres restantes vivían en países europeos. Traté de rastrearlos pero fracasé. Lo lloré más que vos, no sé quién es tu Padre, perdonámelo.
   Ni adiós, subió al auto de su pareja. No quiso hablar conmigo hasta que me reivindicó como Abuela, cuando mi nieto tuvo cinco años. Tá es la Madrina y Tí, odia los hombres, ahora vive con una amiga, las dos son Abogadas y hay algo que no me concierne, es gay. Pero la otra chica es tan buena…
    Tá vive conmigo. Estudia Medicina y dice que no tiene tiempo para novios, ni amigos, apenas visita a su ahijado y le pide a Té, que venga. Té me habla poco…
   Tá y Tí tienen el mismo Padre, mi exmarido. Jamás me pasó una pensión. Se casó de nuevo, eso es lo que sé. Yo estuve muy enferma, pero por suerte, ahora estoy bien.    

viernes, 24 de agosto de 2018

VENDO PUEBLO



  Hacía poco que me había mudado a este pueblo de aire limpio, árboles perfumados, pájaros desconocidos. Cuando intenté tomar contacto con sus habitantes, noté que eran endogámicos, católicos, xenófobos y desconfiados del recién llegado. Una mañana caminando rumbo a un Café, vi marchando a pie, por el medio de la calle, una mujer con un cartel, sostenido de una caña, que pedía Justicia, por una chica violada y asesinada en un descampado. Sola iba, sola con el cartel, el primero que vi en este lugar.
   Me acerqué hasta ella y le pregunté. Era una persona muy humilde y muy valiente. Luego de conocer los pormenores, le sugerí que llevara más personas, conocidos, allegados. Había algo que no se decía, el caso lo blindaron los dos Diarios del pueblucho. Imprimieron “Lo ocurrido pasó porque la víctima era una menor con perfiles idiotas y la consecuencia fue aquel abuso, seguido de muerte”, de donde se deducía que la culpable era ella misma. La mujer con su cartel era observada con un cínico: —Ahí va como loca sola.
   Pedí un turno con el mejor Abogado penalista del lugar y nos hicimos presentes con Ana, la Tía de la víctima, la indignada solitaria. El Abogado escuchó con interés aquella historia y prometió hacerse cargo. Pagué de mis bolsillos las primeras entrevistas y cuando no pude seguir, delegué en la familia la responsabilidad. No porque yo no quisiera seguir, sino porque toda la familia, desconfiaba de mi persona y tenían conflictos entre ellos. Ana se comunicó conmigo buscando ayuda con desesperación. La persona que tenía más influencia era un sacerdote generoso, humilde, culto, comprometido, no parecía cura. Cuando llegamos puso música, cerró puertas y persianas. Elaboró una estrategia, confeccionar más pancartas, incrementar el número de marchas y de personas. Pidió que tomáramos los recaudos del caso. No salir de noche, que los encuentros fueran diurnos. La flia le pidió a la Tía y ella a nosotros (ya éramos tres, una multitud que logró multiplicarse) cambiar de Abogado. Recurrir a uno nuevo en el pueblo,  de perfil socialista, que tenía el retrato de Alfredo Palacios en la pared de su escritorio. Me recordó a los psicólogos “de libro”, que fuman pipa, tienen un retrato de Freud y una reproducción de los relojes derretidos de Dalí. Nos preguntó hasta cosas que ignorábamos, observando una carpeta que según él, le fue “prestada” en Tribunales. Cuando salimos del escritorio del novel Abogado, había tres tipos en la puerta, con anteojos negros, al atardecer, trajes oscuros, camisas negras y corbatas de color, altos, fornidos y de miradas inquisidoras. La Tía Ana me invitó a su casa y casi muero, niños con hambre, ropas con andrajos, mujeres murmurando. Alguien llamó a la Tía aparte y le pidieron que me retirara. Por mi hermano, me enteré que el socialista era un agente de la SIDE. Que no me expusiera. Me molestan los consejos protecto-cobardes. Fui a ver al sacerdote y me propuso hacer una misa fuera de la Iglesia, mirando a la plaza, para pedir el total esclarecimiento del hecho. Se invitó a las Autoridades correspondientes, no asistió ninguno.
   La plaza estuvo llena, pero el olor del miedo cruzaba el aire. En ese tiempo, el Intendente era milico. A unos pocos kilómetros del pueblo había un cabaret que encubría juego, prostitución, drogas. El Intendente asistía regularmente. Una de sus prostitutas preferidas era Ana, que hizo lo imposible por poder. El poder de las cucarachas ganó la partida.
   Después puse mis energías junto a otros para detener las voladuras serranas. Luego por el “No al desmonte”. Más tarde por dejar sin efecto la construcción de cuatro edificios tapando el paisaje. Hice lo que pude, hasta comprender que a sus habitantes no les interesa nada.
   Un pueblo ideal, para ponerlo en venta.

jueves, 23 de agosto de 2018

OFIDIOS



   No estaban convencidos de seguir juntos. Tampoco de separarse, tiraron la moneda, ganó el divorcio. Vendieron el mobiliario y la casa. Los compradores tenían pinta de valijeros, pero pagaron todo con una inmediatez sorprendente. La sincronización entre ambos, luego de una charla de viajes y lugares desconocidos, quedaron en comer los cuatro.
   —¿Te parece, Pampi, que estuvimos bien en aceptar?
   Arturo miró la casa vacía y pensó en la nueva. 
   —Fue muy moderna nuestra decisión y civilizada. Podremos compartir una mesa sin discusiones, llevar nuestro fracaso con sonrisas y un buen vino.
   Pampi se vistió de princesa austera, con vestidos y accesorios, algunos comprados en Bruselas. Coral, la mujer del negociante, elogió tanto su colgante y no cesaba de preguntar si era único diseño, se agitaba cuando hablaba y parecía que se lo arrancaría.
   Pampi destrabó el cierre de la biyuta, comprada en el once y como si  importara nada, la depositó en el hueco de la mano de Coral. Ésta, no dijo ni gracias y la montó en su cuello gordo y corto, que delataba una extracción social subterránea. El marido, tan grasa como Coral, acariciaba bajo mantel, los gemelos de Pampi, ésta se hartó de la franela: —Escuchame, te has confundido, a lo mejor te picaba el tobillo y quisiste rascarte con la pata de la mesa, pero estás usando mis gemelos.
   Ante la sinceridad de la mujer, Coral dijo: —Existe la posibilidad que el roce bajo mantel, te gustara. A mí lo de Arturo me encantó, fue más audaz, me acarició con las manos…todo. Pampi, mi amor, ¿por qué no pensás lo del divorcio? Perder este hombre me parece una torpeza.
   Tan fina, Pampi, que parecía quebrarse, le echó limón en la cara.
   —Mi padre es Juez de la Nación y Economista, la venta del mobiliario y nuestra casa, queda sin efecto. Tengo un Padrino, más audaz que el tuyo, sus custodios saben dónde viven Uds, queremos la Escritura, mañana, depositada en el buffet de mis Abogados.
   Arturo cubrió los hombros de Pampi, con un chal de madroños de seda. Caminaron sin hablar, dentro del auto se besaron lo atrasado.
   Ya en la cama conyugal, que fue el piso, Pampi le dijo con una delicatessen ambiciosa: —¿Me tocás con las manos, como le hiciste a esa putita ordinaria?

miércoles, 22 de agosto de 2018

VOS ALLÁ YO ACÁ



   —¿Me prestás un libro pasatista?
   —No presto libros… “¿Pasar lista?”, bien de buchona. Si un libro sale de mi casa, prestado, no vuelve, después lo descubro en la repisa de tu cama y tiene mi nombre tachado y el tuyo encimado. Tengo mi biblioteca cada vez más flaca y lo que me falta, ¿dónde los escondés?, te dije que era mejor vos en tu casa y yo en la mía, pero te pareció que íbamos a gastar mucho en transporte. Lo pensé, no creas, pero tenías razón. Ignoraba las cosas que conlleva, te equivocás de cepillo de dientes, pensás que la heladera se llena sola. No coinciden nuestros horarios. Dormimos juntos los fines de semana, igual era cuando vos en tu casa y yo en la mía. No quiero usar más tu peine. ¿Y el mío?, detrás del sanitario, lleno de pelos ajenos.
   Sé lo que me está diciendo —¿Vos indirectamente me estás largando?
   Se dio cuenta la tonta. —Sííí, no acostumbro gastar saliva en tilingas.
   Le voy a contar: —Hay una nueva mujer en tu vida, te vi. Hacían de cuenta que no se conocían. Maldije las calles de Buenos Aires tan angostas. Tenía olor a chivo la mina, parecía un travesti.
   Carece de intuición femenina. —No, lo del sexo lo tiene claro, pero es un testigo protegido sin protección. Vive en la Boca, en un conventillo con olor a tortafritas. Se viste de travesti y saca unos mangos. Interesados siempre hay.
   Ella no podía asimilar lo que escuchaba. —¿Y vos te lo volteaste?
   Se emociona, me da pena. —Tás loca, yo seré lo que seré, pero puto no. Ahora lo protejo de día y de noche, si no tiene cliente nos vamos a tomar unas birras. Lo conozco del secundario, es un tipo de buena madera. Tiene un fangote de guita escondida, juró que me dará la mitad.
   Pensé que era un cómplice, un corrupto de mierda y eso fue lo que creí de mi amante, mi novio, el que decidía adónde teníamos que vivir, qué tenía que leer y ni siquiera me prestaba el cepillo de dientes, se cree que se la va a llevar de arriba. En esta calle no hay nadie, cubierta de ex – negocios con vidrieras: “Se vende”, forradas en diarios.
   Siempre llevo un revólver, con papeles y todo, porque sé que en calles como ésta, te pasa cualquiera. Busqué un pañuelo en la cartera y encontré la pequeña, así la llamo “la pequeña”.
   Justo daba vuelta la esquina, vi que no era él, pensé en un chorro que me atacaba, le metí cinco balazos. Cuando se pasó el estado shokeante, me dije: —Un chorro menos, es un chorro menos.

martes, 21 de agosto de 2018

LENGUARACES



   Los llevaron a una Iglesia octogenaria reciclada, alumnos entre diez y catorce años, invitados por un grupo de cuatro maestras devotas, con rosarios en las manos. Los recibió un sacerdote con su disfraz de Obispo, vestido largo negro, le atravesaba la panza una faja de color punzó y un gorro al tono, no un kipá, judío no era, pero el gorro le equivalía. Bendijo al grupo en el nombre de Dios, pidió disculpas por la escasez de luz, debido al importe excesivo de Edenor. A la entrada había una pila de mármol de Carrara, casi sin agua.
   —Como todos sabemos, el agua es un recurso no renovable, hace más de ochenta años, desde su inauguración, contiene el mismo líquido, antes de persignarse, humedezcan apenas el dedo mayor.
   Los chicos obedecieron entre risas y sumergieron el dedo hasta el fondo. Las maestras hicieron la mímica, pero quitaron la mano con el dedo seco. Hasta pusieron cara de asquito. El Obispo dio un paso pirouette con passé, levantando sus polleras de seda negra. El giro fue de tal exageración, que produjo la caída de un INRI de esmeraldas, al piso. Cuando sucedió el episodio desgraciado, apareció un monaguillo y juntó con un bolso de cierto pelo, las esmeraldas y los rubíes que representaban las lágrimas de Cristo.
   Desapareció tras unas cortinas. La estructura del Cristo, parecía de chocolate, uno de los alumnos le pasaba la lengua escondido en un confesionario. El Obispo descubrió al niño: —Me agrada tanto tu devoción, que te invito a pasar a mis aposentos.
   Los dijo casi en un murmullo, pero los compañeros escucharon y lo siguieron. El Obispo ordenó a las maestras, rezar en cuclillas tres rosarios completos y despaciosos. Él atravesó cortinados, junto con los alumnos curiosos. El lugar estaba tapizado en seda estampada.
   —Les voy a mostrar algo, que frente a las damas sería un sacrilegio.
   El Obsipo, con ayuda del monaguillo se fue quitando prendas con delicadeza y las depositaba en percheros de ébano, hasta quedar totalmente desnudo. Dejó su cuerpo caer al piso, con los brazos abiertos. —Alumnos, desnuden sus cuerpos y tomando el ejemplo del alumno, que pasó su lengua al cristo despojado, hagan de cuenta que soy de chocolate y pasen sus lenguas con detenimiento, por todo mi cuerpo, que es el cuerpo de Cristo, si se sienten pecadores, dejen que yo mismo les dé algunos mordisquillos. Este milagro no lo divulguen.
   Salieron del lugar, cuando las maestras iban por el duodécimo rosario. —Les comunico que estamos por terminar el Colegio doble turno, vendrán hermanos seminaristas a darles clases, los esperamos a todos.
   Realizó una bendición general y cerró la Iglesia.

lunes, 20 de agosto de 2018

EL DOLOR VIAJA



   Tengo un dolor que se traslada, el cuerpo tiene algo que me piensa como una autopista, choca con mi tobillo y se duerme un rato, luego me libera y se instala en la rodilla. Me abandona y puedo dormir quince minutos, hasta que me despierta con un choque múltiple en las ingles. Durante el sueño nocturno, él me ataca la otra pierna.
   Un día no me dejó ni leer, se abrazaba a mis músculos en las cabezas de fémures, tanto que impidió sentarme, pedí socorro y nadie me escuchó, caí acostada en la alfombra. A mi lado había un cutter, lo tomé con decisión y corté en todos los lugares que me dolían, porque seguía su desplazamiento.
   Había algunos tajos que profundicé más y más. Me quedé sin fuerzas, miré de costado y la sangre hacía caminos con afluentes, me dio pena la alfombra sucia de sangre, pero por suerte mañana viene la Señora que limpia, ya no la puedo esperar, siento que me voy y el dolor quiere llevarme con él.
   Pobre Dionisia, por suerte tiene llave.

domingo, 19 de agosto de 2018

CURROS TURROS



   Están apareciendo bolsones con guita. Hay mucha prensa metida en casos de esos casos. Bolsos por aquí, bolsos por allá y un camino bolso que baja y se pierde. Empecé a trabajar limpiando pisos en Ezeiza y un día me preguntaron si tenía estudios, Jefes me preguntaron, no cualquiera, lo único que aprendí en la vida fue a mentir. Dije la mentira: faltaba un año y era Director de Recolección.
   —Bueno, ahora te damos un ascenso, chito a todos, es fácil.
   Llegué a un campo liso, como una pista de aviones, pusieron un bolso en mi mano derecha y una mochila de cuero, por primera vez usé saco con corbata, ellos me lo dieron. —Ahora te vas para el norte, ¿conocés Formosa?
   Dije “sí” de mentira.
   —Si no la conocés no importa, olvidate. Aterrizás ahí y el piloto te indica, dónde dejás el bolso y la mochila. No pongas cara de susto, poné la de idiota que llevás siempre. Las dejás donde te indiquen, es una pieza sin ventanas. Tu flia y vos van a estar de primera, el sueldo es de 20.000 pesos cada diez días, te van a pagar más si no hacés boludeces. ¿Está claro?
   Yo le hice la venia, eso siempre es algo que te salva y éste tenía cara de malandra. Hice muchos viajes, me daban propinas, a lo primero no quería acectar, después sí. Mi jermu quiso una casa con pileta en Pilar. Un día me llamó un amigo para decirme que estaba marcado. Yo le pregunté: 
—¿No te habrán dicho “merqueado”?
   Me cortó el infeliz. Después me echaron con unos dólares de indemnización. No salí más de mi casa, hasta que llegó una citación para declarar ante un Juez. Fui por miedo, no le conté nada, pero le llevé todo mi dinero y los canutos que había hecho mi jermu en el jardín. El primer día, el Juez preguntaba cosas que yo, ni mu. Lo miré a los ojos, tenía cara de malandra, qué cosa, cómo se les nota. Le entregué una carpeta con toda mi fortuna. —Acá está todo lo que sé, Señor Juez.
    El tipo espió, gorda la carpeta, por los dólares y los pesos.
    —Vaya nomás, no es con Ud la cosa, se han confundido. Le ruego que desaparezca con su flia  y se vayan a otro lugar de perfil más pobre. ¿Me entiende?
   También le hice la venia, por las dudas, sobretodo. Ahora estamo en Balcarce, mi mujer vendió su ropa, toda de marca, no quiere dormir conmigo. Anda todo el día con cara de culo. Me enteré que me engaña, por el mismo amigo que dijo que estaba marcado. Pero vuelve como nueva, hace de comer, trae algún dinero, toma vino, toma, toma mucho, pero después le echo unos polvos mundiales mientras me dice: “Sos lo más, Pablo” o “Dale dale, Vicente”, “Lo quiero hasta el fondo, Orlando, vos podés”. Nunca dice mi nombre.
   Estoy piola, nadie me conoce pero todos me saludan con respeto. No sé por qué, pero tampoco me importa.

sábado, 18 de agosto de 2018

PARADOJAL



   El entusiasmo le ganó a su cansancio, un amigo incondicional encontró una nuez y le sacó fotos mínimas con su cámara zeiss ikon y máximas. Abrió la nuez con cuidado científico y descubrió los bajorrelieves y los altos. Amplió todas las secuencias y llamó a Maru, ella tenía mal carácter, vomitaría la verdad. Abrió la puerta y entró, las paredes estaban cubiertas de gigantografías.
   —No es posible Jere, tus imágenes son una obra de arte, quiero que sean expuestas, junto a lo que pueda gestar en volumen. Voy a representar una vagina en primer plano. Va a pertenecer a una mujercita lejana, como un gran angular ensañado con el sexo expuesto. Empiezo ya, tengo el lugar que me cedió la Muni de La Plata. Necesito soledad, el material lo compré con la tarjeta de mi viejo. Ya avisé a todos mis contactos que no me visiten hasta el día de la inauguración.
   —Si querés dormir y comer en casa, tenés mis llaves.
   Ella craneaba por dónde empezar: —Gracias, Jere, yo trabajo de una o no trabajo.
   Maru talló las cáscaras de nuez con formón, escoplo y buril, tan inmensas, hasta lastimar sus manos, le dolían pero lo tomó con humor. Siguió el trabajo mientras se decía: “Parirás con dolor”.
   Para el interior usó gubias y limas, colgó el nuecero en diagonal al espacio de la sala, a un metro del piso. La mujercita con muslos que se engrosaban hasta llegar al sexo relajado, la realizó a la cera perdida. En la antesala ubicó las fotos de su amigo. Ese trance lo hicieron entre ambos.
   Hubo otros trabajos en diferentes lugares de La Plata. Escultores de alta gama y Autoridades de la Provincia de Bs As con María Vitral a la cabeza, fueron el Jurado. El Primer Premio le fue otorgado a Maru Siniglesia y el Segundo, a su amigo Jere Entrón.
   Ambos fueron aplaudidos, felicitados, besados, aclamados y todos los ados e idos conocidos.
   Les entregaron una bolsita de nueces a cada uno y una botella de gaseosa, para compartir.
   Se fueron taconeando bajito. Maru se indignó: 
—¡No nos pagaron ni los materiales!
  Jere también los insultaba y todos los amigos, acompañaron con gritos la pijotería inaudita del Jurado. En medio de la contienda, apareció el Cónsul de Francia. Habló con los artistas y ofreció 300.000 Euros por las obras. —Tendrán un lugar definitivo en el Museo de Artes y Oficios de París, compartirán sala con Mademoiselle Silvie Pineu 1925-1980, Escultora vanguardista. Parece sostener entre la axila y el brazo una baguette, pero es obvio que es un inmenso pene.
   Monsieur le Cónsul les entregó un sobre con el cheque y otro sobre con pasajes para Maru, Jere y los amigos más entrañables. Tomaron tanto champagne, obsequiado por la Embajada Francesa, que Maru dijo unas palabras, para su pueblo de origen: —¡Devuelvan la guita, Chorros!

viernes, 17 de agosto de 2018

PROHIBIDO PROHIBIR


  
   Juntaba hongos todas las mañanas, conocía distintas formas, tamaños y diferenciaba los venenosos de los inocuos. Era una Abuela rodeada de un bosque de piñoneros intrincados. Los nietos comían diferentes alimentos con alguna variedad de hongos. La mayoría prefería los de sombrerito y tallo gordo. Reprochaban a la Abuela que nunca encontraba los de sombrerito rojo con lunares blancos. Había sido muy bella de joven y su marido era fanático de cualquier verdura o carne, con hongos. Él mismo, también juntaba cuando volvía de su trabajo de leñador, la Abuela los doraba en manteca y los agregaba a las comidas. Un día él apareció muerto.
   La Abuela llamó al Médico de campo, que diagnosticó envenenamiento por ingesta de hongos venenosos, otra explicación no había. La Abuela llamó a la Policía, para deslindar responsabilidades por el deceso de su Marido. La base de aquel matrimonio era el amor mutuo. Los policías se ocuparon del sepelio, sus hijos no podían creer lo que le pasó al Padre.
   A los nietos se lo fueron contando a medida que crecían, en especial, para que no comieran hongos encontrados por cuenta propia. Los niños sienten curiosidad cuando lo prohibido aparece. Jugando en las hamacas encontraron hongos con sombreros rojos y lunaritos blancos. Juntaron unos cuantos e hicieron una comida especial para la Abuela, querían sorprenderla, agregaron copitos de azúcar y yogurth casero. Le llevaron el desayuno a la cama, la Abuela emocionada comió con fruición todo el tazón. Fue algo imprevisto, los hongos aquellos eran venenosos. La Abuela murió.
   Ninguno de los nietos dijo que ellos juntaron los hongos. Ni cuando fueron grandes tocaban el tema.

jueves, 16 de agosto de 2018

ARMATOSTE



   Eran amigos desde chicos.
   —Como está tan oscuro, no hay luna, el centro de la laguna es hondo, pero no tiene remolinos, es agua mansa.
   Vani pensó, el pobre tiene miedo de mi miedo, desde que pasó quiere sacar todo eso del galponcito del fondo. Jano empujó el bote hasta la orilla, lo ayudó hasta que comenzó el agua, se hizo liviano.
   —Mejor que vayas sola Vani, no pesás nada y los armatostes pesan menos que yo.
   —Decime si entendí bien qué dijiste, en el centro hay un poste que fue árbol, ato el bote, no me paro, puedo desequilibrar y caer junto con el armatoste. Vos esperame, Jano.
   Manejaba bien los remos, en la mitad se detuvo y como una experta, subió los remos al bote, nunca pensó que fueran tan pesados. Descansó, estiró las piernas y se masajeó los brazos. En tres movimientos llegó al poste, no podía anudar el bote, el musgo hacía imposible sus esfuerzos. Miró hacia la orilla y levantó la mano. Apenas lo divisó, quedaba más lejos de lo que imaginó. El bote se desequilibró, cayó al agua el armatoste y después ella. El aire le alcanzó para llegar a la superficie, nadó con desesperación, en la mitad apareció Jano y la ayudó.
   —¿Por qué todo esto?
   —¿Vos te acordás? Mis padres vivían con terror, primero desapareció mi hermano mayor, después el del medio, no tenían prueba de vida, como otros padres. Yo contaba con siete años, pensaba que estaban en Australia, siempre me contaron eso. Vi a mi viejo sacar armas de grueso calibre, del entretecho, cajas de balas, metralletas. Pregunté.
   —Vos, no sabés de todo esto. Pedile a Vani que ayude, ella ignora que a sus hermanos los llevaron ayer. Ni se te ocurra decirle.
   Los esperó en la costa. —Deben tener hipotermia, se cubren con estas toallas y derecho a casa.
   —¿Y vos, Papá?
   —Me avisaron, esta noche vienen por mí…

miércoles, 15 de agosto de 2018

ALPEDOLOGÍA ACADÉMICA



   Me mandaban allí porque era cerca, la Maestra tenía nariz de bruja. El lugar donde vivíamos, tan árido que ni podíamos sembrar perejil.
   Una sola Escuela, una sola Maestra. Según Mami, para ser buena con los niños, necesitaba un novio. Yo no entendía, si la Maestra iba con un novio ¿sería más buena? —No Anita, deja el novio en su casa y después les da clases más contenta.
   Un día la Señorita me hizo cambiar de pupitre tres veces, al cuarto pedí que me explicara los traslados. —Cuando les doy una redacción, -dijo la Srta- tema libre, avisás que con éste se van a reír.
   Yo contenta, me gusta que todos estén contentos, pero, dijo la bruja: —Escribiste una que leíste primero. Yo no me reí, no fue gracioso, ¿a alguno de Uds le dio risa?
   Todos miraban para abajo, serios. —Ahora que lea Javier, que es un modelo de niño, llega a escribir treinta páginas, mínimo.
   Ese día me enojé, porque el niño modelo ocupó toda la mañana leyendo disparates. Cuando tocó el timbre, había hecho un moco grande, que construyo cuando me aburro, se lo pegué en la Carpeta de Asistencia y el chicle que mastiqué toda la mañana, fue a parar al almohadón donde se sienta. La clase siguiente, me retó porque dice que hablo mucho y hago lío, siento mal precedente.
   Levanté la mano: —Mire Señorita, mi Mamá tiene razón cuando dice que le hace falta un novio y mi Papá continúa: “Un polvo de vez en cuando”, eso último no lo entiendo, pero debe tener razón porque es dramaturólogo. Mi Mamá me aconsejó que no le diera pelota, eso tampoco lo entiendo, yo no tengo pelota y si tuviera seguro que no se la daría. Cuando hablan entre ellos, dicen que Ud es una hamburguesa careta. ¿Será por el Carnaval? Y seguro que nunca probó un porro, ya que estamos, Srta, ¿qué es un porro? También dice que Ud tiene endivia de mi libertad. Y yo le digo que hoy le hago guelga y no le voy a contestar nada de lo que me pregunte.

martes, 14 de agosto de 2018

¿CUÁNTO?



   —Te llevás el auto?
   —No encuentro las llaves, se me hace tarde.
   —No te las voy a dar, empiezo a laburar hoy, no quiero que piensen que soy una rata sin auto. Menos tenés, peor te tratan.
   —Me pone contento que tengas un laburo, por fin te diste cuenta que la guita no alcanza.
   —Si a cada Secretaria nueva le hacés regalos y después te la cogés. La muy putita, te acusa de acoso, todos le creen, pero la echan por las dudas. Y no aprendés, te ponen otra y la cogés con promesas de ascenso. Después se me aparecen a mí! Para el reclamo. Y les miento que te fuiste a la mierda. Son muy consideradas, me invitan a tomar el té, la conversación gira en sacarte el cuero. ¿Por qué no cobrás tu herencia de una vez y nos arreglamos o me arreglás con unos mangos?, vemos.
   Hoy visito a Peter y Tolo, vamos al Abogado carancho y hacemos la división, de paso, me la saco a ésta de encima.
   —Cacho, lo agarramos desprevenido al boga yendo los tres juntos, no va a tener otra, que leernos lo de Papi.
   Entró Tolo primero, el que más intimida, siempre anda armado. El abogadito también, pero es cagón, somos tres contra uno.
   —Buenas tardes Doctorcito, perdone si lo sacamos de los ravioles. Tenemos premura para que nos lea los papeles del reparto de nuestro Padre.
   —Cómo no, ya mismo, hay una cifra importante para las tres Secretarias que sé, perdón, que tuvo relaciones sexuales, otra parte para dos hijos biológicos que se hicieron presentes en el día de ayer. Trajeron los ADN que coinciden con los de vuestro Padre. Deudas con el fisco a montones, disculpen ¿su Padre jugaba?
   —Sí.-Dijimos los tres a coro, recordando cómo lloraba la vieja cuando perdía-.
   —Bueno, mis queridos, lo adeudado debe ser pagado por Uds, que son los parientes más allegados.
   —¿Algo que falte?-Pregunté yo como un imbécil-.
   —Sí, claro, mis Honorarios, que equivalen a vuestra herencia, pero yo los espero.
   Tolo, después de las noticias, preguntó: —¿Qué hago? ¿Vuelvo y lo mato?
   —Ni se te ocurra! No problem, alguien se va a adelantar.

lunes, 13 de agosto de 2018

DISFUNCIONAL



   Fui al Banco y esperé tres horas hasta que abrieran, prefiero cagarme de frío tres horas, antes, afuera y no tres horas adentro con bronca. Tenía la campera cerrada, pero una apertura en el medio del pecho, transportó viento, con frío helado y lluvia. Dardos que aterrizaban en mis bronquios. Entré al Banco, tibio de mugre, extraje dinero, casi todo. El arrendamiento acumulado y ahorro. Fui a la Contadora, la calefacción al mango, entregar todo el dinero, menos un piloncito que daba risa. Los Impuestos están más altos que la tierra.
   No supe dónde estacioné el auto, lo dejé. El viento a favor hizo que llegara rápido al sweet home. Al entrar hice un camino de mochila, campera, pulóver, camiseta, medias mojadas y borcegos inundados. Calé mi pijama de oso, me metí en la cama temblando.
   El termómetro marcó 38°. Tomé una pastilla y dormí, hasta que un trueno me hizo marcar el número de mi Psi. Le dejé un mensaje: “Me enfermé, lo dejamos para la semana que viene”. Es la tercera vez en los veinte años de psicoanálisis, que falto. Otras veces con culpa, esta vez convencida. Dejé sin cobertura mi locura. Llegó Mario. —Estoy enferma, no me acuerdo dónde dejé el auto ¿lo podés ir a buscar?
   Miró con desprecio matrimonial: —¿Estás enferma? Saliste con la campera abierta.
   Se fue, dando un portazo. El picaporte de adentro cayó al piso. Volvió con el auto multado.
   —¿Me traés un té con limón y una tostada?
   Escuché la pava golpeada contra la hornalla.
   —Tenés todo en la cocina, detesto miguitas en el dormitorio. ¿A ver?
   Me tocó la frente. —No tenés fiebre, podés caminar, te escuché, cancelaste la sesión. Ya no sabés cómo joderme, lo tenía que ver a Sebas en ese horario, pero no. El boludo se queda para cuidarte. La multa la pagás vos.
   Mi locura no tiene cobertura, debería haber ido con fiebre y todo. Tengo que pagar al Psi para que me contenga, mierda, carajo!

domingo, 12 de agosto de 2018

EL DÍA "D"



   …“Los abortos, a partir del día de la fecha, serán realizados por los Senadores”…
   —¿Te parece que los harán bien?
   Trini dijo dudando: —Y mirá, si son ladrones de guante negro, es un riesgo. Me quedo con la vieja que me hizo cinco, con un Anestesista Practicante y ella con mano bendita, concluyó mi legrado sin yo perder una sola gota de sangre. No me cobró nada, era Tía de una amiga. ¿Por qué hiciste esa pregunta Moni, estás embarazada?
   —El turro se rajó y no me dio un mango, no sé adónde ir, ¿qué hago?
   Trini pensó en sus ahorros y en la Tía generosa, le contaría dónde vive Moni, alguna rebaja le haría.
   Moni sintió premura, su Madre presentía y le preguntó por qué andaba con náuseas. Casi le cuenta. Frenó a tiempo. Decidió ir a cualquier lugar. Le dieron un turno a las tres de la tarde. Ella, dos y media se presentó.
   —Mirá piba, si te dije a las tres, no te me aparezcas antes, pasá, pero yo ni lavé la cocina. Algo siempre hay que esterilizar. Tiene que venir mi sobrina para la anestesia. No llores, eso hay que pensarlo antes. Ahora acostate en la mesa larga.
   Moni escuchó a la sobrina que hablaba bajo con la mujer.
   —¿Vo está segura que e mayor de edá, mira que yo no quiero quilombo. ¿A ver, nena? Tiene venas grande, por suerte. ¿Se la pongo ahora?
   La mujer contestó. —Sí, dale, que a las cuatro y media viene otra.
   Moni no sintió más nada, recuperó la conciencia en un catre con una colcha de manchas dudosas. Antes del desmayo vio el catre inundado de sangre. La dejaron en la puerta del Hospital y se fueron.
   Le dijeron a la Madre que le habían hecho un aborto, personas sin experiencia.
   —Ahora que siga Élida, yo no puedo.
   La Madre no entendía nada, cuando el Médico le informó que el legrado le produjo una infección generalizada. Moni murió, la Enfermera Élida la abrazaba. —Mirá, mi amor, acá hay muchos culpables, las mujeres que carecían de asepsia, el Estado, la Iglesia y todos los que votaron en contra de la Ley.
   Aparece Trini sacada de sí: —Voy a hacer la denuncia en la Policía y entro clandestina al Senado.
   Mi micrófono de karaoke le pondrá letra a la muerte de Moni. La ligereza de sus ambiciones está cargada de asesinatos ignorados, que ahora serán realizados por Uds, algo huele mal en Argentina.
   Se siente, se siente, el pueblo está caliente.
   ¿Apagarán con sangre las fogatas?

sábado, 11 de agosto de 2018

ADELANTE



   No le gustaba trabajar, en la infancia, su Madre, hacía constar ante quien quisiera oír: “Es incapaz de levantar un papel del suelo”.
   Podía vivir sin trabajar, su Madrina bendijo su anorexia laboral. Cuando falleció le dejó una fortuna. Por soledad y por desgracia buscó conchabo en internet, aceptaron su solicitud, pero en ningún lugar figuraba de qué se trataba. Tenía la dirección, había un terreno de cuatro manzanas sin construcciones y una tapa de Obras Sanitarias, a ras de la tierra, con un picaporte. Bajo relieve se leía: “Baje sin llamar”.
Lo atendió un anciano de barbas blancas, largas hasta las rodillas. Ninguno se dio ni las buenas tardes. Barba larga habló primero: —Todo consiste en editar 35.000 ejemplares de un libro que yo escribí con las peores intenciones, le aclaro que no muerde. Tosió seco y gargajeó vivo de risa. Levante Ud este paquete, con las primeras ediciones que son 1.000, debe encargarse de la venta y la edición de los 34.000 restantes. Prefiero una editorial desconocida.
   El nuevo trabajo lo inquietó: —Si no es molestia quiero saber el título del libro y algo referido al contenido.
   El viejo miró la escalera de caracol y por vez primera le notó una exacta similitud con la vida. 
   —La curiosidad de algunos jóvenes me sigue asombrando, sé que lo leerán. Los libros están cerrados. Sólo el comprador podrá abrirlos. Casi olvido decir, que se venderá únicamente a personas lectoras. El título es una ligera modificación de lo que reza la puerta de mi casa: “Entre sin llamar”. En cuanto al contenido, Ud dirá, si es lector y lo compra. Todo está pagado, aún la editorial es la única desconocida, la encontrará enseguida. Muchacho, este trabajo lo ocupará la vida entera, puedo asegurarle que habrá reediciones. Ud mismo debe encargarse de las ventas, lector por lector. Cuando termine, le pido, que me visite, gustaría de saber la repercusión de mi obra.
   Alquilé el Congreso de La Nación por tiempo indeterminado. No iba nunca nadie. Se rumoreaba que en el año 2.078 será demolido por el pueblo en su conjunto, que en ese tiempo andará con pensamiento.
   Pasé años dentro del Congreso, vendiendo cientos y cientos de libros cerrados, terminé por llevar mi cama y dormía allí. Nunca me atreví a abrir ningún libro, por no ser yo lector.
   Cuando quedó el último ejemplar, no lo pude resistir. La portada era como la descripción del autor, con el agregado de “Editorial Desconocida”. El nombre del barbado “Ausencio Bajotierra” y dentro había 250 páginas en blanco.
   Por voces que llegaron a mis oídos, supe que los adquirentes lectores escribieron su propia novela, en el libro sin letras.
   Visité al barbado, había unos trabajadores de Obras Sanitarias y aseguraron que allí nunca pudo vivir nadie, porque siempre estuvo lleno de aguas servidas.

viernes, 10 de agosto de 2018

AH, SOLEDAD, QUÉ TRABAJO ME DAS



   Escribí un cuento sobre el Ángelus de Millet, tan triste que a mí que fui autora ideológica, me dio angustia. Había tormenta de vientos importantes y lluvias con ganas de seguir lloviendo. La imaginación es el combustible para empezar un cuento.
   Estaban las dos hermanas enfrentadas, cuando terminaron de ver dos películas consecutivas. 
   —Clara, ¿sabías que Papá no tenía para mandarnos a la escuela a las dos? Te eligió a vos porque con una sonrisa sin palabras nos criaste, hacías la comida, armabas barriletes y entre todos nos divertíamos con el teatro de sombras, donde cada uno de nosotros hacía su personaje por las noches. Durante la infancia cuando uno es feliz, es feliz todo el tiempo. Cuando apareció Pietro, el Señor de las veinte parcelas, así le decían, te hizo la corte cortita, para que fueras a vivir con él. Vos sola, Clara, decidiste. Papá fue el primero en enterarse, su mayor dolor fue que dejaras la escuela. Consideraba a Pietro un stronzo. Te dejaba sola unas horas, un día y luego fueron meses.
   —Celia, eso, pertenece a la prehistoria. Cuando murió Papá todos Uds se instalaron en la casa de Pietro, había desaparecido y a nadie se le ocurrió buscarlo ni hacer denuncia, yo la primera. El estúpido me pegaba, arrojaba objetos filosos y los amenazaba a todos Uds. 
   Papá inventó una especie de medio silo para moler semillas. Pietro, con dos botellas de Whisky, tomadas al hilo, subió la escalerita con la máquina funcionando. Carne macerada, las semillas molidas tenían un tinte rosado. Vino fenómeno para enriquecer la tierra…
   A Celia le dio un paro cardíaco. Clara prendió el televisor y vio la película que quiso sin consultar con la finada.
   Cuando terminó, arrastró el cuerpo de Celia, abrió la puerta del sótano y la deslizó dentro, junto a los restos de sus otros hermanos. Echó lo último de cal viva que todavía quedaba.
   Cerró la puerta del sótano, cubrió el piso con la alfombra. Se recostó en el sillón y se tapó con un poncho. Antes vio las luces de un auto, tomó los prismáticos, conducía alguien solo. Preparó la escopeta, pensó que el sótano le estaba quedando chico.

jueves, 9 de agosto de 2018

LÍNEA "C"



   —Tu Papá es pordiosero Chichí, te lo cuento ahora que sos grande.
   Se remontó  a la infancia. —¿Por qué esperaste tanto? Me dejaste fuera de mi historia, tuve un Papá que no murió y si es pordiosero, está vivo, claro, no a la altura de tu elegancia. Yo te admiré más de lo que te quise y ahora siento el derrumbe de esos sentimientos.
   Perla se miró en el espejo al pasar. Tenía fascinación con los espejos que repetían su imagen hasta un infinito. Después se llamaba a sí misma, para no ir tan lejos.
   —Tu Padre lustra zapatos en la línea “C” del subte. Si es tu deseo conocerlo, a mí no me afecta.
   Chichí se vistió dama de honor, tenía el mismo porte de su Madre, no la elegancia, boca rojo sangre, ojos enmarcados en negro, pelo negro, con rulos colgantes y anteojos oscuros enormes. Esperó el subte que nunca tomó y lo vio. Ojos verdes terminantes y color de piel donde el páncreas, agotado, le pedía no más alcohol. Tenía pómulos altos como los suyos y ojos perdidos como los suyos.
   —Buenos Días, Señor.
   Él no la miró, parecía ciego. Esta ceremonia la cumplió tres meses. A comienzos del invierno le tejió una bufanda de cachemir.
   En cuanto lo vio, casi a ras del piso, le envolvió el cuello con la bufanda.
   —Gracias, linda, no la registro, pero sé que es linda, porque me da como un calorcito, cuando la siento cerca…
   Chichí le dejó un sobre entre el betún y su caja. Después de ese momento le dejaba la mitad de su sueldo, todos los meses. Sin decir, porque una vez se ofendió. —¿Qué pretende una chica, de alguien como yo?
   Ella no le contestó.
   Perla no sabía: —¿Y? ¿Ya pasó la impresión de mi noticia?
   A ella la asaltó la curiosidad, pero redujo todo a su menor expresión.
   —Debió ser un hombre muy buen mozo, tal vez necesitó ayuda. El vino es una novia, que él desvirga, cada vez que destapa una botella. Para vos un bochorno, para mí: Papá…