Están
apareciendo bolsones con guita. Hay mucha prensa metida en casos de esos casos.
Bolsos por aquí, bolsos por allá y un camino bolso que baja y se pierde. Empecé
a trabajar limpiando pisos en Ezeiza y un día me preguntaron si tenía estudios,
Jefes me preguntaron, no cualquiera, lo único que aprendí en la vida fue a
mentir. Dije la mentira: faltaba un año y era Director de Recolección.
—Bueno, ahora te
damos un ascenso, chito a todos, es fácil.
Llegué a un campo
liso, como una pista de aviones, pusieron un bolso en mi mano derecha y una
mochila de cuero, por primera vez usé saco con corbata, ellos me lo dieron. —Ahora
te vas para el norte, ¿conocés Formosa?
Dije “sí” de
mentira.
—Si no la
conocés no importa, olvidate. Aterrizás ahí y el piloto te indica, dónde dejás
el bolso y la mochila. No pongas cara de susto, poné la de idiota que llevás
siempre. Las dejás donde te indiquen, es una pieza sin ventanas. Tu flia y vos
van a estar de primera, el sueldo es de 20.000 pesos cada diez días, te van a
pagar más si no hacés boludeces. ¿Está claro?
Yo le hice la
venia, eso siempre es algo que te salva y éste tenía cara de malandra. Hice
muchos viajes, me daban propinas, a lo primero no quería acectar, después sí.
Mi jermu quiso una casa con pileta en Pilar. Un día me llamó un amigo para
decirme que estaba marcado. Yo le pregunté:
—¿No te habrán dicho “merqueado”?
Me cortó el
infeliz. Después me echaron con unos dólares de indemnización. No salí más de
mi casa, hasta que llegó una citación para declarar ante un Juez. Fui por
miedo, no le conté nada, pero le llevé todo mi dinero y los canutos que había
hecho mi jermu en el jardín. El primer día, el Juez preguntaba cosas que yo, ni
mu. Lo miré a los ojos, tenía cara de malandra, qué cosa, cómo se les nota. Le
entregué una carpeta con toda mi fortuna. —Acá está todo lo que sé, Señor Juez.
El tipo espió,
gorda la carpeta, por los dólares y los pesos.
—Vaya nomás, no
es con Ud la cosa, se han confundido. Le ruego que desaparezca con su flia y se vayan a otro lugar de perfil más pobre.
¿Me entiende?
También le hice
la venia, por las dudas, sobretodo. Ahora estamo en Balcarce, mi mujer vendió
su ropa, toda de marca, no quiere dormir conmigo. Anda todo el día con cara de
culo. Me enteré que me engaña, por el mismo amigo que dijo que estaba marcado.
Pero vuelve como nueva, hace de comer, trae algún dinero, toma vino, toma, toma
mucho, pero después le echo unos polvos mundiales mientras me dice: “Sos lo más,
Pablo” o “Dale dale, Vicente”, “Lo quiero hasta el fondo, Orlando, vos podés”.
Nunca dice mi nombre.
Estoy piola,
nadie me conoce pero todos me saludan con respeto. No sé por qué, pero tampoco
me importa.

No hay comentarios:
Publicar un comentario