lunes, 6 de agosto de 2018

NO ME BUSQUES



   —La casa que tanto te gusta, con escaleras que suben y otras que bajan, tiene dobleces con ventanas rondantes, arriba tejas de pizarra, sótano ocupando toda la superficie de la casa, con una luz enceguecedora, que ni su propio arquitecto se explica, la arboladura que la envuelve. La enredadera pegada a todas las paredes. La compré. Ocupa una manzana triangular. No tenés vecinos en plena ciudad. Es tu manzana, única casa, es para vos. Los gastos corren por mi cuenta.
   —Estás loco de remate, no entiendo.
   Él se miró la punta de los zapatos, que subían y bajaban como las escaleras. —Tiene condiciones, recibite, largá el pucho, conseguite un novio de tu edad, no ese viejo de mierda que nutre su vida hermetizando la tuya. Tirá esa tecnonada, compu, celu, mirá la realidad, sentila, tocala, comela, ayudala.
   Se le puso piel de pollo de asco y odio. —Tu generosidad es…es…es carísima, ¿recibirme? Ni en pedo, me equivoqué en los cuartos de final, pero me saqué un elefante de encima. ¿Dejar de fumar? Es mi mejor amigo, jamás lo traicionaría con cortarle el humo. Me decís “conseguite un novio”, como si el tema me interesara, vos pensás que un novio se consigue en la sucursal de tu barrio. La palabra novio me da náuseas, me fue mal con todos. Con respecto al viejo de mierda que denostás, no me impone condiciones, vivimos en una casita para no mojarnos cuando llueve, el resto del tiempo viajamos a los países que más nos interesan y no para ir de shopping o mirar galerías de cuadros. Eso ya lo hicimos. Ahora viajamos para visitar amigos queridos. Ese viejo de mierda, fue el que te vendió la casa que me querés regalar, a través de una inmobiliaria. Con esa guita y otra venta del Petit Hotel a María Culia Altocaray, conocemos, vivimos y nos compramos tecnología, que no usamos en la reputísima vida…
   Le dio tos, se le cayó el sombrero. —¿Yo qué te hice para que me trates así?
   Le vomitó la respuesta: —Lo mismo que vos le hiciste a Mamá.  

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