Una manifestación
de hojas de otoño, la paleta del otoño, ocres, amarillos, verdeopacos.
Pisarlas remonta
algunas, que avisan a otras y las zapatillas de Kito, se llenan de hojas y él
de alegría. Hay una decisión general, vecinal, municipal, empresarial y las
diez comisiones restantes, sin tareas asignadas. Se trata de festejar “el día
del Otoño”, improvisaron un escenario, en los fondos de “Con Reservas”.
Instalaron un
ventilador, Susi se ocupaba de arrojar cientos de hojas secas, luego del
discurso del Profesor Noble, que era tartamudo y nadie lo aplaudió.
Susi miraba al disertante
y arrojaba hojas en los espacios que Noble usaba pa…pa…para, para ah…ah…ha...blar.
Susi se puso nerviosa y metió los dedos en el ventilador, le rebanó tres
falangetas, las hojas sangrantes gotearon a todos los asistentes que huyeron
pisándose unos a otros. Cuando revisaron el escenario, la platea y el
estacionamiento, los acomodadores no vieron falangeta alguna. El hijo de Kito, con
diez años, trajo las tres falangetas, estaban en una bolsa de celofán
transparente. En la misma guardia le acomodaron las falangetas, hubo una
confusión entre el índice y el mayor. Ese episodio se pasó por alto, cualquiera
se confunde. Susi borró de su mente el otoño, las hojas y los ventiladores.
Cuando Susi
convalecía, Kito la visitaba. —Yo, es lo único que sé, la visitaba.