domingo, 24 de abril de 2016

AMANECER NO ALCANZA


   Un televisor sin imagen. Tres lapiceras sin mano, dos cuadernos abiertos, amparados por una luz amarillenta, unos anteojos sin cabeza, un estuche sin anteojos.
   Hay cenizas que pertenecieron a cigarrillos que no están. Cuatro lugares mullidos sin personas. El equipo de música callado, tiene una luz roja prendida. Las cortinas vuelan, entran brisas húmedas sin luna.
   Terminó la novela hecha un año y deshecha al siguiente. Ambas forrando, sin querer, el piso. Hay unas pisadas que las hizo nadie.
   Una pila prolija con una versión “modificada, cuidadosa, inquietante”.
   Es la introducción de otra persona, amiga del autor. Le hizo un prólogo…que todavía no entregó por su agenda apretada. El escritor decide prologar él mismo.
   No hay perros, ni gatos, ni pájaros.
   En el celular hay un mensaje sin ojos que lo lean. La verja y las cerraduras oxidadas, una campana sin badajo.
   Con el viento las dos puertas abren solas, las escaleras cubiertas de manuscritos, algunos con abolladuras, otros cortados.
   El dormitorio carece de cortinas, el balcón es chico y no tiene protección alguna.
   Tenía, pero la decisión del escritor fue la de arrojarse con rejas y todo.

   El mensaje del celular decía “La Editorial Garrafa lamenta rechazar este libro. Se considera que es copia textual de los dos anteriores”.
                                                              

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