Éramos seis en total, dando vueltas al pedo.
Apareció la idea del Flaco. –Conozco un
lugar dentro del Parque Pereyra. Es una inmensa laguna de donde surgen todos
los sonidos de la tierra y a modo de coro...-.
Llegamos y escuchamos el coro, pero no
percibimos adónde estaban los cantantes. –Aquí- dijo el Flaco –si asomamos la
cabeza colgando del borde de la tierra- que habían socavado todo alrededor del
agua –veremos a los genios-.
Así fue, cientos de sapitos, uno al lado del
otro, inflando los cachetes, todo alrededor de la laguna.
Fue el concierto más hermoso de mi vida, los
sonidos de la tierra no se olvidan así nomás.
Del medio de la nada, aparecieron unos canas
a caballo.
Nos preguntaron qué hacíamos. Les contamos
todo, hasta se asomaron y uno de ellos largó –Son unos sapos de mierda y
ustedes rajen ya, porque las visitas terminaron-
Fue una gran pálida, era la época de la
represión y mataban a cualquiera por nada.
Por suerte se fueron. Y todos, un poco
temblando, subimos al auto. El Flaco no decía nada.
Cuando llegamos a la casa, largó algo así
–Pero qué concierto, ¡Carajo!-.
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