domingo, 30 de septiembre de 2018

ARTICULAR



   Coca dijo: —No sé por qué fui con las dos hoy, el día de la inauguración de un supertecnoshopping. 
-Ella es tan frívola, pensó Frula-.
   —¿Por qué querés ser siempre la primera? Los primeros son loser y esto que nos pasa es por eso.
   Me invitan por ser la tercera. Se abalanzan sobre las ofertas, se llevan lo mejor, dejan todo pelado y una empleada renga, me cierra la puerta sólida en la cara, con un cartel que dice grande “Cerrado” y más abajo “Mañana también porque hay Paro General y pasado, porque es el día del Empleado Púbico, traspasado domingo tan poca mercadería quedará que permanecerá Cerrado”
   —¿Vos la viste a Marimba?
   Ésta no se da cuenta que una enana en un tumulto, no existe.
   —Aquí está, guarda, no la vayas a pisar, que grita como si fuera alta.
   De repente se apagaron todas las luces y cerraron todas las puertas. Decidieron dividir semejante contubernio. Cada una por un lado diferente, un sistema de exigencia comercial se prendía con mensajes: “Siga derecho y a la derecha, doble a la derecha.” A Frula le pareció redundante, pero obedeció. A Marimba se le prendió una luz de tercera persona, su mensaje decía: “Llegó al pasillo más angosto, póngase perfil izquierdo, notará que raspa, va a provenir un aceite que la hará deslizar sin peligro de embarazo, hacia la izquierda, no pierda el equilibrio, carecemos de asistencia psiquiátrica. Déjese llevar.”
   Coca, que era la más acelerada, echó a correr, no alcanzó a ver el cartel que decía: “Me guardo las energías de mi apuro y hago los kilómetros que pueda.”
   Me mando a la izquierda, yo soy de izquierda, hay que ser leal a la ideología propia, tomo la mano izquierda, doblando a la izquierda, encontraré el pasillo izquierdo. Allí estarán las dos bobaliconas e investigaremos, alguna puertita para salir, tiene que haber.
   Llegaron las tres juntas, al mismo punto de encuentro del principio.
   No hubo puertita, el Paro General, duró cuarenta y cinco días, permanecieron cuarenta y cinco días peleando. Era la primera persona, contra la tercera. La segunda, como cobarde que era, gritaba:  ¡A vos no! ¡A vos no!         

sábado, 29 de septiembre de 2018

NOHACÉS



   —No la encontramos, mire que buscamos, si es tan Histórica para qué viene?- Dijo el ñoqui sobreviviente-.
   Fui con mi marido que se calienta por cualquier culo, digo cosa.
   —No hay que repararle nada, está entera. –Dice el empleado-.
   —Usted me entendió mal, también vimos que no es Histórica, es Histérica.
   —Eso lo averigua en el Segundo Piso, ANSÉS  está con usted y lo que queda de su esposa.
   Subimos al Segundo y tardan dos horas en atendernos, aparece un ñoqui recién nombrado. 
   —¿De qué se trata?
   —Nos deben tres mil pesos desde hace cinco años, equivale a veinte mil pesos,
   —¿Sabe qué pasa? No tengo ni idea de equivalencias. Van a tener que subir al Quinto Piso. Hay tres oficinas, alguna los atenderá.
   Golpeamos en la Primera y estaban almorzando.
   —Disculpen nuestra ingesta, sabemos que ustedes no tienen ni para comer, ¿qué le va a hacer? Así es la vejez. Pregunten en la oficina de al lado.
   Tardaron, nos atendió una señorita con minifalda trepadora, despeinada y con un push up en la mano. El Jefe se acercó prendiéndose la bragueta y la cara llena de rouge.
   —Sí, ya sabemos a qué viene, a interrumpir nuestro espacio recreativo, falta todavía, en la oficina 3 atenderán sus plegarias.
   Golpeamos y apareció un joven bien entrazado. —¿Sería tan amable de mostrarme los papeles que ya tienen?, Bien, tomen asiento. Les averiguo el resto del trámite y vuelvo.
   No había asientos, esperamos de pie, hora y media.
   Llegó el joven sin sonrisa y disgustado. —Mire, hubo un incendio y se han quemado todos los papeles, inclusive los papeles que ya tenían, mire mi corbata, el fuego no da tregua. En fin ustedes se deben cagar en mi corbata. Escuchen con atención, van a tener que empezar absolutamente todo, desde que le dieron el numerito para comenzar hasta que la eficiencia de Noacés, perdón, de Ansés los espere. Lleven el día a día, el o los trámites a seguir. No le puedo asegurar que el pago sea inmediato, en este momento no hay un peso.
   Fuimos al Despacho del Directorio, se rieron mucho con nuestra historia. —¿Saben lo que pasa?, a todos les sucede igual, aquí el dinero sólo alcanza para pagar nuestros sueldos, cifras altas, que tenemos prohibido repartir entre Uds. De todos modos, empiecen los trámites, recuerden que eso los va entretener, de paso mueven el esqueleto, tanto subir y bajar mantendrán la agilidad que les quede. Un gusto para Uds conocernos. Adiós.
   Parecíamos los muertos vivos, bajamos como veinte pisos. Los ascensores no funcionaban, para ahorrar electricidad.
   Cuando llegamos a las puertas de salida, estaban cerradas, había terminado la jornada laboral. Nos sentamos en dos sillas.
   —Esperamos y mañana nos toca el primer número, los cagamos, vieja.
   Ella se mantenía rígida y seria, le tomé la mano, fría como el mármol. El Certificado de Defunción decía: “Muerte por trámites”.

viernes, 28 de septiembre de 2018

TRAMPAS



   —Vos tenés que cobrar ya, hablaste con el Abogado, te dijo que el Banco es enorme, vos hacete cargo, yo voy a estar como si fuera tu acompañante inválido. -Habrá entendido?-.
   Ese banco es más grande que la catedral, tiene escaleras enfrentadas y algún pintor municipal equivocó las flechas indicadoras. Es difícil encontrar la inmensa bóveda de las cajas de seguridad.
   —Tú comprendés, donde vos deberás tener tus neuronas despiertas,  es gente seria y nada piadosa. Tú me escuchás, soy uruguayo, mezclo los tuteos con los voceos, pero eso a vos no debe interesarte. Los lugares de cobro son individuales, en las puertas que deberás adivinarlas hay letras, números y algunas poesías. Se prenden a tu paso.
   Puso cara de imbécil, viene bien esa fisonomía.
   —Yo no tengo que hablar ni preguntar…?
   Es boludo. —¡¡No!! Shsh, como si fueras mudo, en cada recinto ni bien perciban tu sombra te extienden números plastificados desde una ventana de confesionario, tú debes mirar que sean euros y dólares, si son pesos, partí la tarjeta en dos.
   —¿Ellos saben sin que les diga cuánto me tiene que dar?
   Ya estamos adentro, no se nota porque hay zonas donde las paredes se abren, pasamos como si fuera una puerta y luego vuelven a ser pared. Es la misma tecnología del Pentágono, con la diferencia que esta es hexagonal.
   —Y usted me acompaña.
   —Shsh. Te dije que seré tu acompañante inválido, lejano, no me lo confirmaron pero tal vez sea transparente.
   —¿Le puedo preguntar con voz inaudible?
   —Tú cállate, esta gente tiene una habilidad para robar, como René Lavand para jugar al póker. Son ladrones de altísimo ganado.
   —¿Roban?
   —Shsh.¿Te perdiste, sabés ahora para encontrar la salida? Seguí caminando.
   Se escuchó una turbulencia que los dejó sordos. Y aparecieron en el Vapor de la Carrera, rumbo a Montevideo, estaba la Madre en una berlina. —¡Me salvé gracias a éste…a éste. ¿Pero cómo? No hay nadie.
   —Hijo, estás delirando, auriga, fustigue los corceles!! Nos espera el expresidente José Mujica, con porros medicinales.

jueves, 27 de septiembre de 2018

SETENTA COLCHONES



   Vestía indumentaria de diseño cara, bolsos traídos de Italia, sandalias que hablaban de comodidades económicas. Él dejó sus estudios y era repositor en un supermercado. Ahorraba todos los meses para tomar vacaciones en un lugar desértico de mar azul profundo y vegetación protectora. Había un sólo hotel, con caireles, tapices y habitaciones de techos de cristal, piscinas personales con agua tibia o fría, cuya graduación percibía las temperaturas corporales. Los cambios de agua eran constantes. Ella vivía en Milán y viajaba una vez por año, los encuentros casuales se brindaban en la cama. —Voy a quitar las cremas de mis bolsos.
   —Te lo prohíbo, el mar nos espera. ¿No escuchás que nos llama?
   Ella obedecía, lo imaginaba como un Emir exótico, caminaba cuatro pasos más atrás. —¿Y si nadamos hasta el horizonte? Veo tu yate anclado, tiene la bandera de Arabia, sugiero que tomes el lado derecho y yo el izquierdo, a ver quién llega primero.
   Parecían una sirena de Botticelli y un guerrero griego. Ella llegó y lo llamó y buscó, no había llegado aún. El mar estaba calma chicha, tomó sol después de izar las velas. Durmió tan profundo ese silencio, cuando las gotas cayeron, era él que acarició la seda de su piel, casi despellejada.
   Bajaron a la explanada que daba a sus aposentos y guardaban su intimidad. Antes se dijeron palabras, dichas por otros desde hacía siglo: “Te quiero para siempre”, “Vamos a casarnos en soledad”, “Dame un beso jurado aquí, yo lo devuelvo allá”.
   Entraron a la suite. Ella corrió al baño, se escucharon gritos, como si alguien la estuviera asesinando. —Sos un degenerado pijotero.-Le dijo a él, que ya estaba a su lado- Ordinario, salvaje, mirá eso!
   Y él miró, un jabón usado, con un pelo pegado.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

TOSTADAS



   Hoy es septiembre, te escribo bajo nuestra pérgola que me recuerda tu cara. Tengo una pollera que el viento la llena de hojas y luego ella las devuelve. Cuando el aire se detiene te hace trampa, el viento vuelve y el pelo me tapa la cara. Suena la campana de comer. No sabés lo que es tu madre, Johnny, parece un bibelot. Tiene un sentido del humor casi argentino y me trata con un afecto que no se usa en estos lares.
   Camino un césped suave como el terciopelo. Se escucha música de Brahms. Están todos alrededor de la mesa y luego de un brindis convencional, se abalanzan sobre la comida. Cuando esto ocurre pido perdón y me meto en el jardín. A los cinco minutos Bibelot está a mi lado. Respetaba tanto mi silencio que un día la abracé como a una madre. Johnny trabaja a veces tres meses seguidos. Me venía bien estar sola. Salíamos con Bibelot quien tenía la compulsión de comprarme ropa de señoritinga, hasta ella misma sabía que no la usaría.
   Un día Bibelot estaba en la cama y preguntó porqué esta vez no salía sola. Me entregó las llaves del auto. Recorrí el predio, hice detenciones en montes de árboles, arroyos de piedras. Johnny, nunca me mostraste esos lugares. Subí a una canoa, remé hasta dormir. En el sueño pensé que si Bibelot se moría, todas sus posesiones nos pertenecerían. Se me ocurrió que al destino había que darle una ayuda. Desayuné con ella, en la cocina. Preparó unas tostadas y una puntilla de su camisón rozó el fuego. Yo agarré un repasador, pero tarde, murió carbonizada. Ocurrió algo extraño, las tostadas estaban impecables.

martes, 25 de septiembre de 2018

LA INDIFERENCIA ORGANIZADA



   Es un trabajo que envuelve su gratitud al destino, por ahora eterno, como el piadoso recluta a los enfermos. Las gasas se construyen con las babas del diablo, que suelta Dios para los hombres. Son absorbentes y se resuelven en ovillos flojos.
   Médicos Sin Fronteras, cada vez menos en número, acompañan. Hace meses que caminan de país en país. No desean su presencia, todavía algunos recuerdan “Erraréis por el desierto”. Durante las noches hacen fogatas que deben apagar al menor ruido. Todos los movimientos nocturnos son una amenaza. Calientan sus manos, hay familias que les piden su descendencia, los pueblitos chicos con gente buena, sólo pueden eso, algunas madres aceptan y señalan en papeles el lugar donde dejaron sus hijos. Los lugareños consuelan diciendo que si encuentran espacios definitivos, retornen por los niños. Forman círculos cerrados en fogatas de lugares remotos.
   Médicos Sin Fronteras, arrastran las madejas de las babas del Diablo y rodean las espaldas y los pies de los que abandonaron todo y ahora no encuentran nada. Hay benditos que desde helicópteros les arrojan comida y agua. Hay valientes que piden a los Gobernantes, permanecer. Algunos acceden a otorgarles un predio, rodeado de alambrados. Construyen techadas con los ovillos de las babas de Dios, así le llaman ahora.
   Son procesiones secas, sucias y sin fuerzas para hablar. Campos de concentración errantes, que otros hombres miran por televisión, cambian de canal para ver jugar a la pelotita y usan su pasión gritando a la estupidez humana, que los involucra.

lunes, 24 de septiembre de 2018

UNA MANO AYUDA A LA OTRA...



   —Tenemos que presentarle un amigo.
   —Dos.-Dijo ella-.
   —Probemos con uno. -Dijo Olivio-.
   —Con dos ella elige.
   —Martina, ellos decidirán, tal vez, una comida bien conversada, será suficiente.
   Ella llegó primero, para ayudar en lo necesario, nadie le dijo que por fin tendría nuevas personas para conocer. El primero tocó timbre y atendió la invitada, casi cae cuando el Editor le tendió la mano.
   —No hace falta que nos presentemos. Todavía espero tu última historia.
   El segundo tocó un timbre breve. Virginia abrió y le pareció como mucho. Era su Analista al que concurría hacía veinte años. Algo produjo incomodidad en ambos. A ella le resultó un bochorno, al conocedor de su vida neurótica-psicótica-histérica. Toda su vida que el analista escuchó y transformó ayudando a unir sus pedacitos, que siguen faltando. Para él no fue grato encontrar a una paciente, es como socializar con un pedazo de tu trabajo, cuando te vas del consultorio.
   Virginia asistía una vez por semana y hablaba mucho, contracturado, siempre esperaba una respuesta que proviniera de él. El matrimonio que urdió el encuentro, percibió que no era una situación cómoda y su primera acción fue servirles un whisky doble a cada uno. Por suerte cedieron los elásticos y el whisky les permitió reírse de Martina y Olivio, no imaginaban las relaciones de su amiga con sus amigos más preciados. La comida era un salmón con sushi y wasabi. Tomaron sake y ardieron las voces. 
   El Editor consideró innecesario que faltando una historia, le pagara. Virginia recurrió a otro que antes de recibir el material le pagó e iban por la segunda edición. Martina y Olivio desconocían el perfil: Escritora, de su amiga, que lo tenía como posesión privada y cambió su nombre para circular de incógnito. En cuanto al Analista, con su ortodoxia impecable, actuó como un desconocido para Virginia, a sus amigos. Se agarraron todos un pedo importante y aparecieron secretos etílicos, Martina había transado con el Editor y el Analista en oportunidades varias. Olivio sedujo al Editor, decía que ese culito lo podía todo. Cuando llegó el amanecer se cagaron a trompadas como camaradas militantes de la decadencia afectiva, marital. Y rincones que no se hablaron con palabras, sino con puntapiés.
   Cuando bajó la marea, el Analista ofreció llevar a Virginia a su casa. El clásico: “Bajá a tomar un café”. Y chuponaso freudiano en el marco de la puerta, un polvo veinte años postergado, de pié como en las películas. Se pusieron al día, fueron veinte polvaredas, cerradas con las palabras del Analista.
   —Esto es entre vos y yo.
   Virginia corrigió: —Entre yo y vos, por supuesto, a nuestros amigos, olvidar esta comida. No puedo continuar siendo tu paciente, pero sí empezar de nuevo. ¿Me daría un turno para el miércoles a las diecisiete horas?, mi nombre es Romina Lucha.
   —Desde luego que sí, hable con mi Secretaria ante cualquier eventualidad y deje claro que es una paciente nueva. Cambie el look, por favor.

domingo, 23 de septiembre de 2018

CAMBIEN EL VERSO



   Voy de carnada, el Príncipe debe salir primero en las votaciones del mes que viene. Tengo un color negroideo, diariamente me sumergen en cincuenta litros de lavandina pura, hasta que se me arruguen los dedos. Debo estar espléndida, seré la mujer del Príncipe.
   Un mes de baños hicieron que mi piel cayera y apareció una blanca con bastantes magullones. Una criada francesa compró el corset más chico que encontró y con empeño real, transformó mi cuerpo en un ocho. Los muslos fueron envueltos en corsets musleros. Mis tetas llegaron al mentón.
   Recomendaron un perfume oriental, que me llegaría al ombligo. Mi pelo iba envuelto en rosas rojas, cual ruleros floridos. Yo misma miraba al espejo y no podía creer mi esplendor refulgente.
   —Estimada y nunca bien ponderada Señorita Del Catré, es usted más de lo que yo esperaba. Bajo mi estómago prominente de mujer unpregnant de nueve meses, yace un león con hambre de carnada, que ruge, ruge y ruge…creo prudente adelantar nuestra boda, tal vez alivie el león que necesita ablandarse, para dar algo de color a mis mejillas. Veo que sus labios son finos, pienso morderlos hasta transformarlos en manzanas rojas. Ya verá cómo el Príncipe Idiota, sale segundo y yo primero a la cabeza.
   —Su Majestad, ¿será posible quitarme los arneses corseteros hasta la boda?
   El Príncipe dio una vuelta amanerada: 
—Mi querida, a ver si se me asfixia después del enlace, quítese todo y descanse sus gracias chancheras, con las cuales haremos toda clase de chanchadas.
   El Príncipe, que era dado a diplomacias ganadoras, invitó al castillo a su oponente y su Señora esposa, Abada Del Diario. Grande fue su asombro, cuando notó que el Príncipe Idiota, se había estirado la cara y su mujer también. —Pasen, mis queridos invitados opositores.
   Llevó aparte al Príncipe Idiota. —No prometas cosas, en tu discurso, que no cumplirás, porque el Principado anterior, se llevó hasta mi pitillera, vos en el molde. ¿Entendés? Yo al pueblo le prometeré, casa, comida y trabajo, considero que es más de lo que merecen y cerrando nuestra charla, quédate piola, que si no te vas a arrugar todo.
   El Príncipe Idiota, le metió una trompada en la papada, su contrincante, más democrático, por cierto, le contestó con un rodillazo en la cara, haciendo caer su cirugía. Lo benefició, parecía más inteligente el Idiota. Llegaron a los comicios y el ganador fue…vamos, vamos, como siempre, el que gobernará es y será, también en los segundos comicios, el Príncipe Idiota.

sábado, 22 de septiembre de 2018

STAND BY ME



  Uno acumula tantas historias en una vida prolongada, que dan ganas que un tsunami se lleve todo, lo bueno también, ya pasó. Hinchan, encorvan, pesan, se mezclan. Un cuaderno nuevo con páginas en blanco y lapiceras que deslicen al ritmo del pensamiento, que a esta altura haga interlocutar con una taza. —¿Por qué no tenés asa y te rajaste? Yo te usaba y te quería, vos perdías manchando manteles hasta hacerte trizas peleando con una baldosa.
   —Yo te voy a contestar porque soy mucho más vieja que vos, tu Madre y tu Abuela, me tratabas mal, me golpeabas cada vez que te enojabas, quise suicidarme con una rajadura, infringida por mí misma, no lo permitiste, me operaste la nariz de un sólo golpe, perdí mucha porcelana, mi fragilidad me hizo trizas, ya está, ya fue. ¿De qué vamos a charlar?
   —¿Ves? Ni las tazas me quedaron, cuatro juegos de finados y dos míos de casados, uno se casa con los objetos, ésa es otra, le tenés confianza a la charola blanca y un día descubrís, algún amigo la robó y cuando iba de visita, la escondía, porque se enamoró de la charola y no de mí, que a eso iba. Voy a charlar con la cama, siempre dispuesta a recibirme y no quería largarme hasta pasado el mediodía.
   Los objetos no se sufren, se usan, las personas te hacen sufrir, te usan.

viernes, 21 de septiembre de 2018

DIRECCIÓN DESCONOCIDA



   Le voy a poner una carnada, tengo que eliminar o aceptar mis dudas, contraté a Mercedes, no le gustó mucho la idea, le pareció un buen pretexto para salir de su casa.
   Termina sus trabajos a las 21 horas, la idea de Juana era que lo siguiera, sin que él lo notara, iba sin auto para ventilar la vida de tanto expediente. La rutina de su trayecto incluía una calle cortada, con ventanas de postigos abiertos, cortinas de voile, que andaban por el aire y retornaban a las ventanas. Mercedes esperó oculta que saliera. Pasó media hora y asomó la cabeza, de la calle cortada no volvió a salir. Se caló los lentes negros, el sombrero enjaretado y las solapas altas. Miró todas las casas con detenimiento. En una planta baja, ventaneando a la calle, vio al marido de su amiga, quitarse la ropa con luz tenue, tras cortinado semitransparente y luego su cuerpo cayó en cerrar las persianas y se apagó la luz. Mercedes llegó agitada, Juana la esperaba con la puerta entornada. —No sé, el final me inquietó, no sé si es o parece.
   —Contame, él tendría que haber estado acá hace tres horas.
   — Salió en el horario de siempre, hizo su camino de rutina, según me contaste vos, pero algo se salió de cuadro, dobló en una calle cortada, se metió en una casa, quitó su ropa y no sé más porque cerró los postigos, no te vuelvas loca, Juana, ya hubo una en la historia de la humanidad, a lo mejor tu marido fue a visitar un compañero y si cada día tarda más, necesitará caminar. Vos me contrataste, no sé a cambio de qué. Lo esperamos, no queda otra opción, yo te acompaño.
   Diez minutos después lo escucharon silbar y entró al living. Saludó a Juana con desgano y a Mercedes con entusiasmo.
   —Yo creo que llegó el momento, conozco bien a Juana y sé que fui su carnada. Inventé la calle cortada, hasta cobrar vida. Ahora te toca a vos, contale a tu mujer nuestros encuentros de todos los días, felices y patéticos. Fueron días, meses. Rogale a Juana, que no quiero más ser su carnada.

jueves, 20 de septiembre de 2018

LOS FEUDOS SON ETERNOS



   Fray Luna se castigó a sí mismo, por el carácter malhumorado con que nació cuando llegó al mundo. Lo superó lento haciendo el Seminario. Levantarse temprano le daba luna y los frailes que limpiaban con la alegría puesta, le daban envidia.
   Cuando se dio cuenta que él sí pertenecía a Dios, se vio huérfano y despojado. Fray Luna luchó para no caer en ese destino agorero. Y rogó a su Madre que lo ocultara en su seno, por un breve tiempo. Después, cuando todos hubieran olvidado su existencia, buscaría un trabajo de labriego. Como el cuento que narraba su Abuelo. Cuando su luna despertaba toda la casa, ni Dios podía descansar tranquilo en la bóveda celeste.
   Su Madre, con afecto y austeridad le pidió que abandonara su seno, porque en poco tiempo, la esperaba una cirugía cruenta, de nódulos, podrían herirlo con un escalpelo.
   Fray Luna, que amaba a su Madre más que a Dios, al verlo tan pequeño al lado de su Madre, soliviantó sus amores, se hizo ateo y su nombre fue Mateo.
   El mismo labrador que se levantó a la hija del feudo, la puso en alerta a la niña, él era portador de tierra, con el transcurrir del tiempo serían dos rebozados de los hijos feudados de su Padre, únicos herederos, sólo había que matar al viejo, él podría, un pecado más le haría cosquillas, la hija (no hagamos lío), la hija del Feudo le pidió a Mateo que fuera mientras ella dormía. Éste aceptó. En mitad de la noche, su hipotético suegro, recibió cuatro brochettes a la altura del corazón, llegando a los omóplatos, dependía del punto de vista.
   Él mismo le dio sepultura, en el agua que rodeaba el castillo, no tenía ganas de hacer pozo. La despertó: —Misión cumplida.
   Ella lo abrazó y le agradeció la tarea. Cuando Mateo calculó que el cadáver estaría podrido y deshecho, el campanario repiqueteó para anunciar la boda Real.
   Se hicieron todo tipo de manjares, chancho con manzana en la boca, cerezas al más vino, pasta frola, fideos con salsa de anchoas. Un asco que el pueblo entero, invitado, llevó para sus hogares. A la pareja le obsequiaron la manzana del chancho.
   Se escuchó una voz de militante entusiasmado: —¡Mateooo! Acordate que mañana dividirás, en partes iguales, las riquezas del viejo pijotero. La mina, dejala en el castillo, bajo siete llaves, por si algún violento hambreado quiera tomar venganza…

miércoles, 19 de septiembre de 2018

LA COPA



   —¿Por qué esa manía de hablar de vos mismo todo el tiempo? Aunque yo, que soy tu amigo, que te quiero y te respeto, vengo a contarte mi derrota, hay pormenores que estoy cansado de hablar conmigo mismo, y no es menuda mi desgracia, hay puntas filosas que amenazan mi vida, e indiferencias que taladran la poca autoestima que me queda. ¿Podés facilitar dinero a préstamo, parte de lo que debo a tantos?
   Él, petulante, desgarbado y de limpieza sospechosa: —Yo sólo tengo mis libros, mis poesías, alguna prosa que hizo llorar a algún inteligente perdido en el acaso. Y eso está adentro mío, es mi riqueza. Un don que no se mide en dinero, de eso no tengo nada. Sólo un don pródigo e imposible de compartir, porque vive dentro mío. Terminé mi copa y por lo que veo el vino se ha esfumado, como haré yo ahora.
   El hombre derrotado mira su copa nublada y recuerda al amigo mal entrazado, jugando con él al gallo ciego. Se decían cosas al oído, referidas a señoritingas, disfrazadas de nobleza, casadas con hombres ignorantes de sus mujeres que engañaban sin prudencia.
   Tocan a la puerta, debe ser el Cocinero, tendré que pedirle que se vaya, no tengo un céntimo.
   —¿Qué va a comer el Señor?
   Se contagió mi hipocresía, no queda nada en la alacena.
   —Ya que es tan amable de venir a preguntar, le digo que con una daga me conformo.

martes, 18 de septiembre de 2018

ALGO QUEDÓ



   Tenía diez gatos siameses, de distintas nacionalidades, algunos indocumentados y otros con pasaporte. China, Japón, Polonia, Bolivia, Países desconocidos.
   Una noche me levanté a tomar agua y el juego francés enano, que formaba un círculo en el jardín de invierno, con sillas materas de más de cien años, estaban ocupadas por un gato en cada silla, departiendo con seis gatos de la calle.
   Volví a dormir, con sigilo, para no sacar de su eje al grupete. Mi casa tiene ratas en el entretecho. Para ellos era un manjar prohibido, por ser un lugar inaccesible y la velocidad que tomaban cuando salían.
   Creo recordar que fue en septiembre. Me senté a desayunar té verde, lo único que quedaba en la casa. En medio del círculo, para festejar la llegada de la primavera, percibí que comenzaron a rodearme, buscando mimos, rozaban mi cuerpo, algunos apoyaban sus hocicos fríos en manos y mejillas, los de la calle, con aprendizajes de ese lugar, mordisqueaban mis tobillos. No pude creer lo que veía y sentía que me arrancaban la piel con voracidad. Colocaban en todos los rincones pedazos de mí, para atraer ratones. Pude agarrar el celu y llamar a mis vecinos. Cuando llegaron, ya no hablaba. Llamaron a la policía y pidieron una ambulancia. La policía dijo no poder denunciar que encontraron un ojo y les dieron miedo los gatos que me usaron de carnada, para atraer las ratas.
   La ambulancia sacó una inmensa camilla, donde depositaron un ojo, dos dedos y una oreja, con ella escuché que harían lo posible.  

lunes, 17 de septiembre de 2018

PETIMETRE



   La materia se llamaba Educación Democrática. Mi vieja trabajaba en la misma Escuela. Caminaban juntos a la salida. Mamá se reía de cualquier boludez que dijera Dietrich, mostraba todos los dientes, tomaba sol hasta en invierno y su escote permitía ver el principio de sus gracias. Cuando murió Papá, el Profesor asistió al sepelio y le dio a mi Madre, un abrazo generoso, que ella devolvió con el mismo énfasis. La plenitud del peronismo. El peronista indagó: —¿Vos sos?
   Ella, con el ceño fruncido, respondió: —¡Para nada!
   —Te hago una propuesta, cuando pase el tiempo del duelo, ¿aceptás casarte conmigo?
   Mami se cavó la fosa. Ese mismo día la Policía Peroniana, le dio cárcel definitiva, tenía prohibidas las visitas, fueron años, se perdió mi crecimiento.
   Dietrich pidió mi tenencia, se la otorgaron de inmediato, le servía para hacer de carnada. —Vos le preguntás a quien se te cruce, si es peronista. Si te dice que no, se lo señalás a un Cadillac negro, que te seguirá despacio, al tipo o a la mina antiperoniana. De acá salís a las siete y volvés a las diecinueve.
   Me miró amenazante. —¿Y con el Colegio qué hago?
   Sonrió perverso: —No vayas, tendrás diez en todo, yo les doy miedo y respetan mis mandatos. Tengo alumnas, como vos, de otras Escuelas, que me sirven de carnada, los Padres no dicen nada. Les doy unos mangos y son capaces de hacer trabajar a sus hijas en prostíbulos. Cuando cumplas dieciséis, te casás conmigo. No quiero prostituirte, sos demasiado linda para esos negros de mierda. Vas a conocer al General, que dirá: “¿A ver pichona?, meté tu manito en este bolsillo, encontrarás cadenas de oro y anillos dorados. Cuando los encuentres, tócame todo lo que puedas y te llevás el oro que hayas encontrado ahí. Después vendrán las otras chicas, que procederán igual, o mejor”.
   Yo me hice a un lado y el General dijo: —Ésta,-Mirando a Dietrich-me la prestás una  vez por semana.
   —No hay problema, mi General, yo la tengo todos los días.
   Cuando cayeron los peronchos, me metieron en cana, junto a Mamá, que quedó admirada de mi crecimiento y me preguntó, claro la pobre se había olvidado. —¿Quién carga mejor, Dietrich o el viejo?
   Le contesté enseguida porque hasta los extrañaba. —Son dos estilos distintos, una vez me acosté con los dos juntos, el viejo tenía…experiencia.

domingo, 16 de septiembre de 2018

LA SUERTE DE LA FEA



   Desde los catorce le llevaba relatos, cuentos, historias, versos. Mi sueño de escribir un libro, significaba que otros me leyeran y dijeran:            
  —Qué bien escribe esta chica.
   A dos cuadras de casa vivía el Señor Lacito, tenía una editorial llamada Vigilia, una casa antigua con olor a pis de gato.
   Debía pasar por Editorial Vigilia para comprar pan, si no tenía material iba rapidito y el Sr Lacito preguntaba: —¿Hoy no me trajiste nada para leer?
   Parecía un fantasma exigente. —Voy a la escuela, barro la vereda, tiendo las camas y cuido a mi hermano.
   —Escribí algo tonto que me dio vergüenza que Ud leyera, se nota que soy yo, no me gusta ser bibliográfica.
   Lacito me corrigió: —Se dice autobiográfica.
   Me puso nerviosa. —A mí los autos me disgustan, ni escribo auto. Cuando encuentre otro personaje que no sea yo, invento una historia y vengo.
   Era su primer reclamo, sentí que tenía que leerla, primero a mi Madre, después mi Padre y mi hermano sabio, si ellos aprobaban sin elogios parentales, ese mismo día lo llevaría. No emitieron opinión, sólo que fuera con tranquilidad.
   Siempre fui hermosa, por eso los chicos me valoraban, por el pelo, cara, cuerpo. Ninguno admiraba mi inteligencia, o los atributos interiores.
   —¿Vos me querés por mis pensamientos rápidos?
   Ellos contestaban: —Yo te quiero porque estás buenísima.
   Por eso mi dedicación a leer y escribir.
   Esa tarde caí a los del Sr Lacito, quedé sorprendida, había chicos, varones solamente, todos buenos mozos, tomaban whisky y me rodeaban como a un jarrón de la dinastía Chan-Kai-Sec. El Sr Lacito tenía rímel en las pestañas, rubor en las mejillas, un ligero tinte rojo en la boca, se había hecho extensiones y afeitó sus bigotes. Vestía un traje de pana bordó ajustado en la cintura y una altura mentida con plataformas ocultas, camisa escotada. Cuando pude escabullirme de los chicos, que decían: —¿Vos sos amiga de este marica?
   Pusieron música y Lacito los sacaba a bailar de a uno o dos, me miraban y alguno besó mi brazo, sin soltar a Lacito. La parálisis que se desarrolló ante mis ojos, me impedía salir, mas dos grandotes que me cerraban el paso. Le pegué un rodillazo en los huevos a cada uno. Huyendo con desesperación escuché: —Otra vez, conseguí una carnada de sí fácil.
   Lacito se puso de novio con una tal René, salían del brazo, muy orondos. Las orgías terminaron, la última humillación fue un encuentro con el editor. 
   —Sufro mucho, mi frustrada escritora, ahora que te veo más desarrollada, una flor de mujer, ¿no me podrás hacer de carnada, con otro tipo que tengo en vista? Te lo cambio por una publicación de un cuento tuyo, corto, en un diario de Ayacucho.  

sábado, 15 de septiembre de 2018

ANZUELOS



   Prefería las vacaciones sola. Venían los hermanos Wilson, sus lamentables vecinos. 
—Dale, Severina, vos juntás las lombrices y nosotros hacemos el resto.
   Seve tenía conciencia de sus perversiones y también sabía que “pez que no has de beber, déjalo correr”. Seve era más grande, juntaba las lombrices y las llevaba en un baldecito de playa, con dibujos de peces, casualmente. Iban hasta la orilla de la laguna grande. Los vecinos querían pejerreyes, mojarritas, les daba igual, a pesar de la diferencia de tamaño. Seve decía: —Dejen chicos, que sé cómo usar las lombrices de carnada y los anzuelos para engancharlas.
   Nunca lo había hecho, pero le dieron pena los pejerreyes, tomados del labio superior y arrancados de su medio ambiente, no sin antes protestar con aleteos. Seve era suave y arriesgó su puntería en mitad de una lombriz gorda, con hígado resistente. En este lugar llamó la atención de los chicos, atravesó el anzuelo.
   —No deben olvidar que la Naturaleza es un recurso no renovable.
   Los chicos atentos, observaban cómo Seve arrojaba el sedal con la lombriz, que saludaba, herida pero viva.
   —El silencio es fundamental, para que los peces se sientan en su casa, sin cartero acechando con un impuesto en la mano, ni nada que constituya amenazas.
   El sedal comenzó a moverse y con toda la insoportable levedad  del ser, Severina sacó un pejerrey.
   —Viva, Seve, miren qué pedazo de pescado.
   Pobrecito, tenía el labio superior atravesado por el anzuelo. La lombriz se enterró y salvó su vida.
   —No toquen al pejerrey, niños diabólicos.
   Seve quitó el anzuelo como una cirujana, sólo le quedó un tajito, parecido al que un hombre se hace cuando se afeita.
   —Aprendan a cuidar el mundo, observen…
   Severina tomó con cuidado al pejerrey y lo sumergió en el agua. Era un Rey, el pez, nadaba rápido y se fue amando la vida.
   —Qué buena lección nos diste, re cool, pero como nosotros te observamos y somos machos, pensamos pescar tres y comerlos fritos con puré de papas y a vos que sos una cortamambo…
   Las voces de los engendros se perdieron. Seve corrió a meterse en el agua, su novio la esperaba y no escuchó más nada. Sintió un beso de pez, en el ombligo.

viernes, 14 de septiembre de 2018

PATAGONIA REVENDE



   —Hace dos años que teje la red y le creo, porque la he visto, la espalda ampollada de tanto sol, mientras tejía, ahora sigue tejiendo.
   Seguro no estaba, le parecía que Carlota era lenta. Lorenpete se calentó y le apretó los cachetes.
   —Por mí esperamos, mientras teja gordo y fuerte, la abuela ayuda. Aprendió en el Puerto de Quequén.
   Lorenpete se enfrió. —Roque Pérez, no seas ansioso, el esturión anda cerca de la costa, le tiramos la red que es enorme. Es muy pesado, vamos a necesitar una carnada importante. La Patagonia no es tan lejos de Buenos Aires. Lagarto Báez, es el que tiene interés en conseguir camiones, para los pozos que existen a quince metros del piso. Se volvió loco, la Estúpida le dijo que hay piedras preciosas, oro y dólares, enterrados en ese lugar. Se las pidió para que tape algo del latrocidio que ella realizó.
   Dijo Roque Pérez: —No le demos bola a la mafia, debemos focalizarnos en el esturión. Le cortamos medio cuerpo a la Chorra y las bolas a Lagarto Báez, dicen que son enormes, se las damos de carnada al esturión y lo llevamos hasta Puerto Madero.
   Lorenpete, pensó que era una estrategia super creativa. Todos los Restaurantes comprarían caviar a lo pavote y resolverían esos platos de gourmetes pelotudos con cilantro y mayonesa de alcaucil.
   —¿Y después qué hacemos? Pensé, ahora porque estamos por llegar.
   Roque Pérez, con ojos de esmeralda dijo: —Los vendemos, mirales las cabecitas esperando el manjar, para triplicar lo que costó. Nos van a dar un buen dinero y hacemos como ellos, nos vamos a la mierda, pero con la conciencia tranquila.

jueves, 13 de septiembre de 2018

ARROYO EL GATO



   Los días de semana el Club de Regatas estaba vacío. Ellos desconocían el lugar, bajaron del chinchorro al río, con dos remos apuntando hacia la pudrición. Las corrientes les dieron la bienvenida con brisas a favor. —Emilio, por aquí vamos bien, claro.
   Saltaron unas mojarritas al chinchorro, ya tenían su pecera. La contraseña era sauces de un lado y en la otra orilla casas chicas, con muellecitos, donde los gatos dormían unos sobre otros. En una casa pudiente había un solo gato, un vigía. Las hortensias celestes, cuando algunos ambiciosos marcaban territorio, otros hacían túneles entre ellas.
   Eran tres amigos, dos que hablaban entre ellos y el tercero participaba si lo dejaban, le respondían como haciéndole un favor.
   —Hoy es el aniversario de la muerte de John Lennon y el mundo entero se ha puesto de acuerdo en hacerle un homenaje a esta hora, faltan cinco minutos.
   Los tres entraron a la costa de los sauces, hicieron una pequeña fogata y juntaron sus manos, al estilo oriental. —John es mágico y nos unió a los tres.
   —Es así como decís, pero nosotros somos amigos de antes y vos entraste último, acá mandamos nosotros. Ahora girá el bote con los remos, salgamos de los sauces y recorramos el Arroyo el Gato.
   Notó planes non santos en los dos amigos, que llevaban matagatos ocultos. Le ordenaron, acercarse a los muellecitos, a tres gatos le acertaron.
   —Esos tres gatitos podríamos haber sido nosotros, ¿no lo pensaron? Ahora les ordeno que busquen un Veterinario que les salve la vida. Yo mientras apagaré el incendio que se propaga. ¡Vayan, carajo!
   Recogieron los gatitos, que no estaban muertos, pero sí muy heridos. Remaron con rapidez.
   El que consideraban débil se tiró al río y nadó hasta el desmadre del fuego. Con el cinturón y ramas húmedas no lograba nada. Llegaron los Bomberos Voluntarios. Lo apagaron y terminaron con éxito la tarea, divisaron un bulto, la alegría se les borró, encontraron un muchachito sin vida, tenía un cinto en la mano, dio su vida por aquel monte.
   Hábiles Veterinarios atendieron a los tres gatitos, quedaron en recuperación. Dos sobrevivieron, el tercero no.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

EL POBRE ES RICO



   Vivían en un barrio de gente buena, eran así porque fueron peones de campo, despedidos de sus pagos, pero les quedó la dignidad.
   Los dueños de la casa de cemento y vidrio, pretendían con columnas y escalinatas, sobresalir del horizonte. Volvían de trabajar y miraban con indiferencia, cómo los pobres iban y venían con baldes que salían de una sola canilla. Ni se les cruzaba pensar que ellos regaban el pasto con regadores automáticos. Tenían canillas diferentes para cada función. —¿Má, por qué nosotros tenemos tanta agua y ellos nada?
   —Porque son pobres, nacieron pobres y morirán así, de estos especímenes hubo siempre, sólo que ahora se están multiplicando.
   Al Padre le dio odio que le metiera tanta mierda en la cabeza. Mandó poner canillas alrededor de su parcela, cada tres metros. Avisó casa por casa la buena nueva.
   Ellos, agradecidos, sacrificaron un cordero, lo asaron y los invitaron. Él fue porque el cordero le encantaba, para no despreciar y para contarles su propia historia. La mujer no quiso ir. —No nací para comer en la mesa de esa gentuza. Ahora tenemos menos agua por tu generosidad con ésos.
    Invitados por él, comían carne en su casa los fines de semana, se tiraban a la pileta, los hijos jugaban con el suyo. Le enseñaron a nadar y a regalarles ropa que él no necesitaba, pero su Madre le compraba a granel. Ella pasaba los fines de semana en casa de su madre.
   —Si vos te volviste loco, yo no.-Le decía con bronca acumulada-.
   Una noche, de mucho escabio, se tiraron todos a mirar el cielo, único lugar que les pertenecía por igual. —Yo les debo una historia, nací en una villa del Gran Buenos Aires, cuando murió mi viejo, no teníamos ni para comer. Busqué trabajo, lo único que conseguí fue vender droga, cuando la mano se puso pesada, compré un auto sin papeles. Tuve un socio que me aseguró la venta y la de todos los que vinieron después. Pude hacer esta casa, porque alrededor vivían Uds, a nadie le gustan los pobres, por eso el terreno salió barato. La diseñé y la construí con la ayuda de un hermano. Cuando la terminé, murió mi libertad: me casé con esta tilinga, nacida al borde del Riachuelo. Me di cuenta que la gente nacida sin nada, después quiere todo y más también. Programamos una charla para mañana, ella piensa que vamos a comprar otro auto, o hacer la terraza, o un muro que nos separe de Uds. Mañana le pido el divorcio y luego la tenencia del niño. Si escuchan gritos no se asusten, es ella, loca de asombro o algo así…algo así…
   —Se durmió, vamos a cubrirlo con una manta.
   —Yo me voy a limpiar las cosas por si viene, que encuentre todo, como si no hubiéramos estado.
   Las familias linderas escucharon gritos, el niño llorando entró en la casa de al lado y le cantaron hasta que se rio y comió guiso de lentejas. Por suerte no vio nada. Ruido de vajillas que se rompían, insultos a mansalva fue el preludio. Se escucharon dos disparos y después un silencio eterno. Se acercaron tres vecinos, los más próximos. Casi desmayan al ver la escena. Tenían un revólver cada uno, como un duelo transcurrido.

martes, 11 de septiembre de 2018

¿Y QUÉ ?


   —Pretendía que todas las cosas fueran como Ud quería.
   No hablé por un rato, como dice mi nieto: “…no sé por qué todos los espacios son hablados, los silencios vienen bien…” Lo dijo con cara de “aprendan lo que pienso”. Fue  gracioso el tramposo. Con el celular bajo la mesa, twiteaba.
   Me hizo sentir mal lo de “todas las cosas tenían que ser como yo quería”. Y no es verdad, tuve una infancia de mierda, una adolescencia que daba miedo, una juventud mitad bien vivida y la otra mitad mierda. Nunca nadie fue como yo quería, una porquería que abrevé para seguir la ruta bachera. Hubo algo que siempre pretendí, levantarme a cualquier hora, la buena pilcha, que no suene el teléfono o el celu, cuando duermo siesta, que no exista la gente pretenciosa y engrupida, que no me roben los libros.
   —Algo de mi lista, que es más gruesa ¿se me dio?
   No sé cómo miró, porque yo estaba de espaldas. No, nada de nada. Tuve mis logros, nadie me quiere, no sé si copiaron a Mamita querida, pero perfeccionaron su estilo ¡y cómo! Hay mucho idiota que desprecia que me deje las canas, que no me rellene con botulismo las arrugas, me olvide de sacarme los bigotes y esté gorda chancha. Lo bueno que tiene este estado de las cosas, es que el pensamiento ajeno ha dejado de importarme  y nuestros Gobernadores que nos dejaron en bolas, el Bizco, la Estúpida y ahora el Príncipe Idiota. Que se metan la puta guita que afanaron en el orto, cualquier cosa, empujen con los cuadernitos.

lunes, 10 de septiembre de 2018

CARTA CERRADA



   Sr Fiscal Pasaroto Mandola: Tal y como Ud indicó, intentamos desalojar el edificio de la calle Rosman nro 2530. Todos y cada uno de los pisos, blindaron sus puertas. El Portero incluido.
   Tiene cámaras de seguridad, la comunicación con los habitantes se realiza a través de una micro ojiva ventricular, multipersonal. No hay que oprimir nada, se ubica Ud paralelo a la micro ojiva y será atendido por la multipersonal del piso. Nunca pudimos desentrañar cuántas personas trabajan por piso.
En el primer piso fuimos atendidos por Marga Rocatagliata, joven, soltera a disposición. Tenía prohibido brindar información, con voz de mangrullo dijo ser la encargada de las teleras, para todos los pisos.   Un montaplatos interno trasladaba los pedidos.
   El segundo piso tiene ciento ochenta japoneses trabajando en una sección de veinte metros cuadrados. El producto que fabrican es secreto, pero abastece China, Méjico y Argentina.
   Cuando llegamos al tercer piso, informo que ese lugar funcionaba enviando información a Kugan Trum, Zoofilón, Trifal, Isla Mauricio y países desconocidos. Había un sector del piso con una cámara de tortura indolora, para detectar los traidores a sus respectivos lugares.
   Cuando llegamos al cuarto piso, se escuchó una voz de barítono. Practicaba un Coro de voces femeninas, que pertenecían a hombres sometidos a la ablación de sus órganos sexuales.
   Sr Fiscal Pasaroto Mandola, estamos al borde de la muerte, sálvenos. En el quinto, el Portero es el que resuelve, con una máquina osterizer trituradora Secolax, hacer de nosotros carne picada, y repartir hamburguesas en cada piso, para su ingesta.
   La carne argentina les encanta y si es humana, un plato de alta gurmetería.
   —¿Qué nos dice, Sr Fiscal Pasaroto Mandola?
   — Nada, ésa fue toda su tarea. Habrá aumento para Uds, simbólico, claro está.

domingo, 9 de septiembre de 2018

LA ESCRITORA



   Si no ganaba nada ¿Para qué compré la Editorial, que antes había quebrado? Y tenía esperanzas con esta escritora. Yo le fabriqué un currículum, con publicaciones inexistentes. Ella se lo tomó enserio, empezó con cuentos cortos, alguno bueno salió.
   Yo tenía la atribución de negarle historias o que produjera modificaciones en pronombres, puntos de vista. Lo traía corregido, pero ella, la narradora, suprimía lo bueno y pasaba a primer plano lo malo, a veces se suprimía a sí misma y perdía la brújula. La semana pasada le dije: —Mirá, Paloma, no quiero alentarte más, te hacés ilusiones y ni la revista Viva aceptaría tus cuentos. Estudiá Letras, sería un aporte para vos misma, anótate en algún taller de prestigio.
   Ella dejó caer los párpados y dos lagrimones aterrizaron en un cuento que había llevado. 
—Napal, deme una oportunidad, lea esto, es una buena historia, el final es sorprendente y no es tanático ni cursi.
   Él tomó el cuadernillo. —Más tarde lo veo, tengo otros antes que el tuyo, yo…
   —Sí, ya sé, me va a llamar y después nada. Mire, Napal, voy de vacaciones al Sur, al Norte, al Este o al Oeste, donde me señale la brújula. No llevo ni cuaderno ni birome. A lo mejor, mirar el horizonte del mar me decante las ideas y duerma sin pesadillas.
   El Editor, Napal. Leyó el cuento, corto para novela y largo para cuento. No podía creer la excelencia del trabajo de Paloma. Había desplegado sus alas y llevaba al lector sin que éste lo advirtiera.
   —No hay duda, creció de golpe. Le hablo enseguida.
   Sonó tres veces y a la cuarta, una voz raspada, le preguntó si era pariente o amigo.
   —No sólo soy un posible Editor.
   Se escuchó un suspiro. —Paloma se ahogó en el mar, ayer al atardecer. La vamos a extrañar, nos leía un cuento todas las noches, a la medianoche...

sábado, 8 de septiembre de 2018

LAS GANAS



   Se tragó la baliza y casi pisa un cana, la baliza no brillaba y el cana camuflado, parecía un seto.  
   —Dale, bajá, pendejo.
   Le dijo que tenía treinta y tres años.
   —Ah, entonces sos un viejo choto, entrá a la Comisaría, nosotros te revisamo el auto.
   Le quitaron hasta las puertas y revolearon las alfombras al aire, encontraron un bolsito con la plata del alquiler, más el regalo de su cumpleaños.
   —No mirés, viejo, para nosotros, esta guita es un vuelto.
   Él les explicó que si no pagaba el alquiler, quedaba en la calle, por eso estaban juntos los dos meses, por la deuda y el castigo.
   —A nosotros no nos contés nada. Vamo a ver si tuviste Antecedentes o si tenés o tendrás. Tenemo una Macotoch que te avisa. Sacate los cordone de los timbo, el cinto y el alicate. Miralo vo al tipo, tiene todo importado.
   Les iba a decir que sus clientes solían pagarle con ropa, pero entenderían con el orto, como canas que eran. Lo empujaron a un cuadrado de cemento, sin ventana y con una puerta chica de rejas. Entró un grandote: —Ponete en bolas y te reviso, abrí el culo para ver si hay droga.
   Pidió llamar a un Abogado. —No jodá, viejo, acá no damo derecho ni a llamar a Dio, ¿cataste? Además hubo resistencia a la autoridá, es grave.
   Mientras el grandote le mentía, el resto se reía. Apareció la Policía Federal, tres móviles y el cagaso de los Locales.
   Un Federal, más humano, si es que hay algo humano entre tanta bestia: —Llamá a quien quieras, pibe, un sólo llamado.
   Se comunicó con un amigo Custodio  armado, de la Gobernación, éste hizo correr la noticia, otro amigo, de dos metros de altura, campeón de box, subió a toda la barra, incluído el dueño de un gimnasio y la novia que era campeona de box amateur femenino. Dijo el Puma: —Eh, ché, paremos un poco, que no vamos a la guerra.
   Cuando ellos iban, él venía, no le sacaron un mango, rearmaron el auto y le metieron los bolsos. El Federal casi bueno, escuchó murmurar a los canas contando la guita. —Guarda el hilo, ahí que no falte un mango.
   Le extendió al pibe la billetera completa.
   Estuvo siete horas detenido sin motivo. Una pavada que se la hicieron. Entró al departamento y estaban sus amigos, les pidió que se fueran, que al día siguiente…
   El gimnasio de la esquina estaba abierto, descargó su odio en las bolsas, todos los punching ball y hasta el dueño la ligó. Conocía la historia, tenía el cuerpo entero tatuado por él, gratis. Lo llevó hasta el departamento, le sirvió un vaso grande de agua. —Tomá esto junto con un rivotril.
   El pibe se desmayó en la cama, él le acomodó el cobertor y se fue.
   —Pensar que tiene la edad de mi hijo.
   Cerró con bronca el ascensor.

viernes, 7 de septiembre de 2018

SOMBRAS



   Leía con candelas. Los Padres no querían gastar luz, a las nueve de la noche, todos a dormir. Le dolían los ojos, se miraba en el espejo y le gustaba su imagen, leyendo un libro grande de bordes dorados, conteniendo imágenes terribles de Goya. —Me parece que las polillas del escritorio de mi Abuelo, hacen temblar las candelas y los personajes del Maestro, simulan movimientos tanáticos.
   Cerró el libro de un sólo golpe y el estruendo partió el espejo, ella se miró las manos y no estaban, se puso de pie y no pudo, sus piernas habían partido sin ella, el torso rodó por la escalera, pero mirando hacia abajo, era el libro que rodaba en busca de la cabeza, que hacía instantes lo miraba y tocaba sus hojas. Sin cabeza, su vida careció de existencia. Su novio fue el primero en buscar y dar vuelta el escritorio, quitar los libros de sus estantes y escuchar todos los lamentos juntos de las hojas. Sintió que el piso del escritorio cedía con cada paso de sus pasos. Una fisura no prevista, se desprendió con novio y todo a los cimientos de la casa. El dormitorio de los Padres y otras dependencias, tuvieron el mismo destino. El dormitorio de huéspedes, con visita y todo, las pocetas, la cocina y las literas que guardaban las camas de servicio. El polvo que se desprendió en el hundimiento, dejó un terreno liso, tan pleno de humus que se mezcló el trigo con girasoles y la soja con cuatro vacas.
   La Mucama y la Cocinera se salvaron, estaban de vacaciones. Cuando volvieron, rescataron el trabajo de la siembra y el ordeñe. Olvidaron la existencia de la casa y sus habitantes, un hijito novel, de la Mucama, haciendo un pozo, encontró una candela de siete velitas y una rota.