sábado, 22 de septiembre de 2018

STAND BY ME



  Uno acumula tantas historias en una vida prolongada, que dan ganas que un tsunami se lleve todo, lo bueno también, ya pasó. Hinchan, encorvan, pesan, se mezclan. Un cuaderno nuevo con páginas en blanco y lapiceras que deslicen al ritmo del pensamiento, que a esta altura haga interlocutar con una taza. —¿Por qué no tenés asa y te rajaste? Yo te usaba y te quería, vos perdías manchando manteles hasta hacerte trizas peleando con una baldosa.
   —Yo te voy a contestar porque soy mucho más vieja que vos, tu Madre y tu Abuela, me tratabas mal, me golpeabas cada vez que te enojabas, quise suicidarme con una rajadura, infringida por mí misma, no lo permitiste, me operaste la nariz de un sólo golpe, perdí mucha porcelana, mi fragilidad me hizo trizas, ya está, ya fue. ¿De qué vamos a charlar?
   —¿Ves? Ni las tazas me quedaron, cuatro juegos de finados y dos míos de casados, uno se casa con los objetos, ésa es otra, le tenés confianza a la charola blanca y un día descubrís, algún amigo la robó y cuando iba de visita, la escondía, porque se enamoró de la charola y no de mí, que a eso iba. Voy a charlar con la cama, siempre dispuesta a recibirme y no quería largarme hasta pasado el mediodía.
   Los objetos no se sufren, se usan, las personas te hacen sufrir, te usan.

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