sábado, 1 de septiembre de 2018

ALTA EN EL CIELO



   La bandera se izaba en el patio, con cuatro grados bajo cero. El mejor alumno era abanderado, guardapolvo blanco almidonado, peinado a la gomina. Las escoltas con delantales tableados, que remataban en la espalda, a la altura de la cintura, con un moño bien paradito, como para regalo, el pelo juntado en un costado, tirante, con un moño más chico y almidonado. El izante, izando y las forras sosteniendo la banderola. El resto de la Escuela miraba tras los vidrios, no sin cierto placer, cómo se cagaban de frío los elegidos.
   La alumna Latifa, era carne de cañón, chivo expiatorio y campeona en ceros. Entraba temblando a la Escuela, por falta de abrigo, usaba zoquetes con papas en los talones y zapatos en extinción, emanaba pobreza, era de piel oscura y el pelo mota bien corto. Las Maestras le tenían inquina, por negra, mota y pobre. Alababan a la niña de rizos rubios, ojos celestes y zapatitos de charol, Susanita Del Huerto, tenía diez hasta en “Felices Vacaciones”. Estudiaba de memoria y era la primera en levantar la mano. —Sos tan aplicada, Susanita, que te voy a poner un diez suplementario.
   A Latifa la ametrallaban a preguntas, de tenor complicado, ella parecía disminuir su tamaño cuando la Srta le decía: —No estudió, Latifa, tiene cero.
   En los recreos nadie la invitaba a jugar, ella se ponía en un rincón y la empujaban, señalando los zoquetes con papas. —Decile a tu Mamá que los remiende con huevos fritos.
   Las chicas le decían: Virulana. Por el pelo y cuando jugaban la ignoraban, sin querer queriendo.
   Un día de lluvia helada, Latifa volvía a su casa sin paraguas ni capita, se sintió mareada y no podía moverse del centro de la calle. Justo la Maestra, con su auto, le tocó bocina, para que cruzara de una vez. La Maestra, nerviosa, como Latifa seguía inmóvil, apretó el acelerador y le pasó por encima. Latifa perdió la vida, junto a su soledad y a la Maestra que la abrazaba inútilmente.
   Esa noche, el Barrio, casi villa, cercano a la Escuela, arrojó piedras a todos los vidrios y luego le prendió fuego.

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