Empezó el
ensayo, Bea llegó tarde, había tomado whisky, pero era tan buena actriz que
nadie lo notaba. Después de la primera función quedé algo herida. Se tomó el
personaje en serio, me dio fuerte en la cara y arañó mis brazos. En medio de la
sala, seguían aplaudiendo, eran todos parientes. Se acercaron la mamá y la
hermana de Bea.
—¿Y? ¿Les gustó?
La hermana dijo
algo bajo, al oído de su madre, me miró desafiante la vieja.
—La bragueta de
Vani es gigante, dichosa su novia.
Me dio asco.
Saludé a mis viejos que reconocieron mi trabajo. Debió ser la primera vez. El
reverso de mis alegrías, conlleva una depresión donde todo queda lejos.
Bea me pidió que
la acompañe, no supe ni dónde. Sólo le vi su minifalda corta y la campera
ajustada, parecía una puta. En un Café, me contó que tenía dos maridos, uno en
Bs As, otro aquí y dos hijos que los criaba su hermana. A ella nunca le
gustaron los chicos, puso cara de rata.
—¿Me llevás a
casa? Me mareo, no recuerdo ni dónde es.
Tenía los
minutos contados, su consejo fue tomarme de las paredes y en las esquinas pedir
ayuda.
—Quedé con Vani,
ya es mío, soy su amante, no sabés lo que es…
—Te pido, por
favor, no me cuentes.
Reconoció su
casa, unos chicos le tiraban piedritas de a muchas, no sintió nada.
Fue en Siglo III
A de C. Debíamos cubrirnos de pies a cabeza y cuidarnos de no ser descubiertas
en los avatares de tener un amante. Sonaban murmullos de mujeres.
—Bea, todos
sospechan y en cualquier momento…vos sabés...
Un círculo de
hombres la rodeaba, miró el suelo, arena y piedras, la primera piedra la arrojó
su amante, lo conoció por su túnica. Luego siguieron los otros, fueron tantas
que no le dolió más nada. Bajo el montón de piedras que la cubría, el dedo
gordo del pie izquierdo asomaba. Vino un grandote, no necesitó piedras, le pasó
por encima, fue ahí donde dejó de respirar.
En el Siglo V,
conocí una joven escultora, amante de Pericles, tuvieron una hija, que se llamó
Bea. Ninguno la quiso porque era renga, la dejaron en el Monte Egisto, donde
iban los deformes.
Ahora es el
Siglo XXI, harán un casting para el protagónico, que sólo yo sé que me
pertenece. El precio fue alto, coger con el Director y el Asistente, no sentí
nada. Me posicioné entre las mejores, dirigí una obra que yo misma compuse, con
un elenco over street. Fui convocada a España y después Alemania. Cuando una se
pone vieja, termina dirigiendo y cagando a algunos.
—¿Me pregunta por Bea?, tengo un vago recuerdo, pero si me apura no sé quién es. Cambiando de tema, me convocó Michailkov, capo ruso, soy muy tímida, no sé si podré.