jueves, 30 de noviembre de 2023

NINFOBAE

   Empezó el ensayo, Bea llegó tarde, había tomado whisky, pero era tan buena actriz que nadie lo notaba. Después de la primera función quedé algo herida. Se tomó el personaje en serio, me dio fuerte en la cara y arañó mis brazos. En medio de la sala, seguían aplaudiendo, eran todos parientes. Se acercaron la mamá y la hermana de Bea.

   —¿Y? ¿Les gustó?

   La hermana dijo algo bajo, al oído de su madre, me miró desafiante la vieja.

   —La bragueta de Vani es gigante, dichosa su novia.

   Me dio asco. Saludé a mis viejos que reconocieron mi trabajo. Debió ser la primera vez. El reverso de mis alegrías, conlleva una depresión donde todo queda lejos.

   Bea me pidió que la acompañe, no supe ni dónde. Sólo le vi su minifalda corta y la campera ajustada, parecía una puta. En un Café, me contó que tenía dos maridos, uno en Bs As, otro aquí y dos hijos que los criaba su hermana. A ella nunca le gustaron los chicos, puso cara de rata.

   —¿Me llevás a casa? Me mareo, no recuerdo ni dónde es.

   Tenía los minutos contados, su consejo fue tomarme de las paredes y en las esquinas pedir ayuda.

   —Quedé con Vani, ya es mío, soy su amante, no sabés lo que es…

    —Te pido, por favor, no me cuentes.

  Reconoció su casa, unos chicos le tiraban piedritas de a muchas, no sintió nada.

   Fue en Siglo III A de C. Debíamos cubrirnos de pies a cabeza y cuidarnos de no ser descubiertas en los avatares de tener un amante. Sonaban murmullos de mujeres.

   —Bea, todos sospechan y en cualquier momento…vos sabés...

   Un círculo de hombres la rodeaba, miró el suelo, arena y piedras, la primera piedra la arrojó su amante, lo conoció por su túnica. Luego siguieron los otros, fueron tantas que no le dolió más nada. Bajo el montón de piedras que la cubría, el dedo gordo del pie izquierdo asomaba. Vino un grandote, no necesitó piedras, le pasó por encima, fue ahí donde dejó de respirar.

   En el Siglo V, conocí una joven escultora, amante de Pericles, tuvieron una hija, que se llamó Bea. Ninguno la quiso porque era renga, la dejaron en el Monte Egisto, donde iban los deformes.

   Ahora es el Siglo XXI, harán un casting para el protagónico, que sólo yo sé que me pertenece. El precio fue alto, coger con el Director y el Asistente, no sentí nada. Me posicioné entre las mejores, dirigí una obra que yo misma compuse, con un elenco over street. Fui convocada a España y después Alemania. Cuando una se pone vieja, termina dirigiendo y cagando a algunos.

   —¿Me pregunta por Bea?, tengo un vago recuerdo, pero si me apura no sé quién es. Cambiando de tema, me convocó Michailkov, capo ruso, soy muy tímida, no sé si podré.  

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