Tal vez era el “Día de la Tradición”.
Gauchos montados a paso lento. En el recodo de una sierra hicieron un asado,
fue una vaca entera, la habían llevado despostada. Comieron gauchos e
invitados. Se comieron todo y cuando terminaron siguieron comiendo caballos,
gauchos y entre ellos mismos. Parece que el hambre estaba en una potencia
histórica.
La gente le tenía miedo a la antropofagia.
En una esquina una niña andrajosa le comió la mano derecha a un hombre que
corría sangrando y llegó a su casa.
La niña llevaba la mano dentro de dos panes.
Se produjo una invasión antrofobica. No daré más detalles morbosos. Al año
siguiente también se festejó el “Día de la Tradición”, llegaron gauchos y
caballos, ni una vaca ni gallinas. La gente que fue se volvió.
Parecían aves rapaces. En todo el continente
sucedía lo mismo. Lo único interesante era que nadie tenía que gastar un mango.
Le pregunto al lector y la lectora.
─¿Usted qué parte preferiría comer? Ay
caras, cabezas, dedos de pies, intestino grueso, intestino delgado y más. Como
usted misma lo puede ver. Ya veo, usted quiere hígado, no me quedó nada. Me dio
hambre, voy a preparar la manito de mi sobrino, blandita, rica.

No hay comentarios:
Publicar un comentario